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Los ferrer...: vecinas íntimas

en Lésbicos

CAPÍTULO 4º

VECINAS ÍNTIMAS

         Es una calurosa tarde de Agosto cuando la señora Ferrer, Lola para los amigos, y Esperanza, su voluptuosa vecina, se encuentran en el supermercado.

         Durante unos instantes, ambas mujeres se miran fijamente, intentando recordar dónde se han visto con anterioridad.

         Finalmente es Lola la que se lleva la mano a la cabeza al tiempo que sonríe.

         -Tú vives junto a nuestro chalet, ¿verdad?

         -Sí. Y tú debes de ser Dolores, la madre de Rubén, si no me equivoco –la rubia tiende su diestra hacia su bella vecina, y ésta la acepta con un leve cabeceo de saludo, al tiempo que la corrige.

         -Prefiero Lola.

         Con este simple gesto se concreta una amistad de lo más íntima y sensual entre las dos voluptuosas y hermosas hembras.

         Dos días más tarde, ambas quedan a comer y a charlar sobre sus cosas.

         La primera en romper el hielo es Esperanza, mientras sigue con la mirada al guapo camarero que acaba de atenderlas.

         -Rubén no me dijo que tuviera una madre tan guapa.

         -Bueno… -Lola, por un momento, se siente azorada y sin saber qué responder.

         Por fin, cuando consigue hablar, todo lo que se le ocurre es…

         -Rubén es un chico muy tímido, e imagino que tendrá cosas mejores en que pensar y que hacer que fijarse en su madre.

         Ante esta respuesta, Esperanza no puede menos que reír hasta que se le saltan las lágrimas.

         Cuando logra controlar su ataque de risa, y hablar de nuevo, sus palabras dejan sin habla a su nueva amiga y vecina.

         -Créeme cuando te digo que tu hijo no es tan tímido como aparenta –nuevo acceso de risa-. ¡Si yo te contara!

         -No entiendo… -Lola se hace la ignorante-. ¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué sabes tú de mi hijo que yo no sepa?

         -Espero que esto que te voy a contar no resulte para ti algo demasiado horrible, sino todo lo contrario, y lo consideres un halago hacia tu hijo mayor.

         -¿¡Quieres decírmelo ya, que me tienes en ascuas!? –Salta de repente Lola que, de los nervios, ha comenzado a desgarrar una de las servilletas de papel hasta hacerla trizas.

         -Tu hijo es uno de los mejores amantes que he conocido en mucho tiempo –susurra por fin la rubia mientras oprime suavemente la diestra de su vecina-. No sólo está muy bien dotado, sino que también sabe cómo usarla.

         Por un instante, Lola queda muda, muda, roja como un tomate, y con la boca abierta en expresión de estupor total.

         Cuando por fin reacciona, lo hace para soltar una sonora carcajada.

         -Vaya –ríe también Esperanza-. Veo que te lo tomas con buen humor.

         -A ver, chica, y no pienses mal –pide Lola mientras devuelve a su vecina el amistoso apretón de manos-; soy madre, pero también soy mujer, y por supuesto que me he fijado en mi hijo. Y te puedo asegurar que si no fuera sangre de mi sangre, hace tiempo que hubiera hecho lo posible por ligármelo y follármelo.

         Dicho esto, ambas hembras vuelven a estallar en un coro de divertidas y cachondas carcajadas, haciendo que varios clientes del bar restaurante se vuelvan para mirarlas.

         Cuando por fin logran dominarse, Esperanza es la primera en hablar, para proponerle algo a su vecina.

         -¿Has estado alguna vez con otra mujer?

         -N-no… Bueno, de más joven, una vez estuve a punto de irme a la cama con una compañera de Universidad, pero todo quedó en unas simples caricias y toqueteos inocentes.

         -¿Te gustaría que te follase una mujer como yo? –Susurra Esperanza mientras se humedece los gruesos y sensuales labios con la punta de la lengua-. Tengo juguetitos muy divertidos en mi casa –una pausa para emitir un ahogado jadeo-. ¡Y esta conversación me está poniendo a mil!

         No lo tiene que repetir dos veces.

         Como impulsada por un resorte, Lola se alza de la mesa y la toma de la mano, al tiempo que le dedica la más voluptuosa de las sonrisas.

         Veinte minutos más tarde, Lola examina boquiabierta los mencionados juguetes de su vecina.

         -¡Santo Cielo! –Exclama mientras coge un inmenso falo de plástico de cerca de treinta centímetros de longitud y comienza a hacer gestos obscenos antes la atenta mirada de su vecina-. ¿Alguna vez…?

         -¡Nooo, por Dios! –Ríe divertida Esperanza mientras arrebata el consolador a su amiga y lo deja caer sobre la colcha-. Eso sólo lo saco cuando me apetece reírme con alguna de mis amigas.

         Luego, y tras guiñar un ojo a Lola, saca otro consolador, bastante más pequeño y sujeto a un arnés de cuero y plástico      que se coloca en torno a la cintura.

         -Este es mi juguete favorito para cuando estoy con otra chica –le susurra seguidamente mientras comienza a desabrochar la blusa de su vecina, quedando gratamente maravillada ante el tamaño de las mamas de Lola-. Mmm… Qué tetas tan grandes tienes, cariño –vuelve a susurrar mientras lame los oscuros pezones de la argentina por encima del fino sujetador de encaje.

         -¡Qué lengua más deliciosa! –Lola deja que un escalofrío de puro placer recorra todo su cuerpo al tiempo que sus manos acarician también los tremendos pechos de su caliente vecina por encima del jersey de punto.       

         -¿Quieres que te coma el coñito? –Inquiere Esperanza con voz jadeante mientras comienza a desabrochar la falda de su vecina con manos trémulas-. Tengo ganas de comerte el coñito jugoso. Mmm… Ya puedo olerlo…

         -¡Ohhh, sííí…! –Gime Lola cuando nota la lengua de Esperanza recorriendo los labios de su sexo un segundo antes de internarse en su vulva en busca de su hinchado clítoris-. ¡DIOSSS! –Exclama cuando la rubia comienza a lamer con movimientos lentos y delicados su sexo húmedo y caliente.

         -Eres muy dulce, mi amor –susurra Esperanza desde la entrepierna de la argentina, al tiempo que eleva ambas manos para alcanzar las grandes tetas de Lola, ya libres del sujetador de encaje.

         -¡Calla, perra, y sigue comiéndome el coño! –Ordena Lola jalando los rubios cabellos de su vecina y hundiendo su cara entre los sudorosos muslos.

         Diez minutos y tres orgasmos después, Esperanza se incorpora y dedica a su amiga una sensual y provocativa sonrisa al tiempo que se desabrocha el arnés de la cintura y se lo entrega con estas palabras.

         -Toma, mi amor. Quiero que me folles como a la puerca que soy.

         Luego se desnuda lenta y parsimoniosamente, mientras la argentina se masturba frenética, logrando así el cuarto orgasmo entre gemidos y jadeos de puro placer.

         Una vez se ha puesto el aparato en la cintura sonríe a Esperanza, que ya la espera totalmente desnuda y tumbada sobre la cama, en medio de los demás juguetes sexuales.

         -¿Quieres que te meta mi polla dura, cielo? –Inquiere Lola con su voz más provocativa y sensual al tiempo que mete dos dedos en la ya húmeda vagina de su caliente vecina-. ¿Quieres que te folle?

         -¡QUIERO QUE ME JODAS BIEN JODIDA, PUTA! –Grita Esperanza mientras toma el duro falo de plástico y lo acerca a su vulva, arrastrando a la morena en su acto.

         -Estás muy húmeda… -Susurra Lola al oído de su amante mientras la penetra lentamente con el miembro sujeto al arnés y pellizca sus enhiestos y duros pezones-. Seguro que estás gozando como nunca. Como la puta que eres.

         -¡SÍÍÍ! –Grita Esperanza fuera de sí, mientras se estremece de placer al sentir el duro pene de plástico en su sexo y las manos de su amiga sobre sus grandes mamas-. ¡FÓLLAME, PUTA, FÓLLAME BIEN FUERTE! ¡MÉTEME TU DURA POLLA HASTA EL FONDOOO!

         Tras casi veinte minutos de ajetreo, Lola se separa de su rubia vecina, la polla de plástico chorreando jugos vaginales, y se quita el arnés.

         -Me apetece comerte el coño –dice mientras acaricia suavemente el mojado sexo de su nueva amante, que como respuesta, le toma la mano y se la lleva a los labios para besarlos y lamer sus propios jugos.

         Seguidamente, también Esperanza lleva su mano a la entrepierna de la argentina, sonriendo con total lascivia al notarlo tan húmedo o más que el suyo propio.

         -Estamos siendo unas chicas muy malas… Mmm –susurra la voluptuosa rubia mientras se acomoda en la cama para practicar el sesenta y nueve con su caliente vecina.

         No tardan ambas mujeres en unirse en un coro de gemidos y jadeos de puro placer orgásmico, mientras el sudor y los fluidos vaginales corren por sus caras y tetazas.

         -No es por nada –dice Esperanza mientras se visten una vez han terminado de gozar-. Pero he de decir que tanto el hijo como la madre sois unos amantes excelentes.

         Al oír esto, Lola se ruboriza levemente, y luego da un profundo beso a su vecina en la boca.

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