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Cuadrilátero de sangre 4

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CAPÍTULO 1º

LAS RIVALES

         -Imagino que ya sabes que aquí no te vas a enfrentar a luchadoras corrientes –una vez instalados en el hotel, Pearl ha decidido dar a su hermana una pequeña charla para hablarle de sus posibles rivales.

         -Lo sé, me han hablado de ellas –responde Blue con aire entre paciente y resignado.

         -No, hermanita, no creo que lo sepas –replica Pearl en un tono quizás más agresivo del que ella misma pretendía-. Te voy a hablar de una de esas luchadoras, una tal Submission Queen. Yo la he visto entrenarse, y la he visto partirle las piernas a su sparring y gozar con ello. Así que no creo que tengas ni la más remota idea de lo que estoy hablando.

         Ante tal acusación, Blue Lewington no puede menos que agachar la cabeza y dejar escapar un hondo sollozo.

         -¿No crees que has sido un poco ruda con ella? –Flannagan se acerca a Blue y la acuna contra su hombro.

         -Tal vez tengas razón –admite Lilith con un profundo suspiro antes de añadir con gran dureza en su voz-. Pero tanto tú como ella deberíais comprender que esto no es un juego de niños, muchas de esas luchadoras son asesinas despiadadas, que harán lo impensable por hacerse con el sustancioso premio del torneo.

         -¿C-cuál es la p-peor de todas e-ellas? –Balbucea su hermana pequeña apartándose del detective y enjugándose las lágrimas.

         -¿A qué te refieres? –Su hermana mayor clava en ella una inquisitiva y extrañada mirada.

         -¿Cuál es la luchadora más cruel y sanguinaria? Seguro que te han hablado de ella.

         -Bueno… Tengo entendido que una tal Voodoo, una gladiadora procedente de África. ¿A qué diablos viene esa pregunta ahora, Blue?

         -¡Pienso derrotarla! –Replica Blue furiosa y con los ojos aún anegados en lágrimas-. ¡Pienso vencer a esa puta y pienso hacerlo en el torneo! ¡Ya veréis!

         Tras esto, y sin decir una palabra más, sale de la habitación, dejando a Pearl y a Flannagan boquiabiertos y sin saber qué decir o qué hacer.

         Cuando la hermosa luchadora de la melena morena reacciona ya es tarde, y cuando intenta salir en pos de su hermana todo lo que encuentra es a Pristine hablando con otra escultural rubia en actitud algo más que amistosa.

         -¡Hola, Lilith! –Saluda la tejana, dedicando a Pearl una simpática sonrisa.

         -H-hola, Pristine –Balbucea la inglesa sin responder a la sonrisa de la americana, que se acerca a ella tras tomar a su compañera de la mano.

         -Lilith, te presento a Jacky, una buena amiga. Jacky, ella es Lilith o Pearl, como prefieras.

         -Hola –Pearl mira la mano que le tiende la amiga de Pristine e intenta esbozar una sonrisa.

         Luego hace a las dos bellas rubias la siguiente pregunta…:

         -¿Habéis visto pasar a una joven rubia, como de un metro sesenta y poco?

         -No… -Responde Pristine dedicando a la llamada Jacky una inquisitiva mirada.

         -Yo tampoco, lo siento –dice Jacky encogiéndose levemente de hombros antes de añadir al notar la angustia que se refleja en los hermosos ojos verdes de la morena-. ¿Es amiga tuya?

         -Es mi hermana pequeña.

         Pristine va a decir algo, cuando las puertas de uno de los ascensores se abren y dos mujeres salen del interior del elevador.

         -¡Son ellas! –Exclama Jacky señalando a las recién llegadas con un leve cabeceo.

         Lilith mira a las dos mujeres y, no sabe muy bien por qué, siente como un ligero escalofrío recorre su espalda.

         Ha reconocido a una de ellas, una espectacular asiática de porte altivo y altanero que se hace llamar Submission Queen. La otra hembra, una escultural amazona de ébano tan alta como ella, le es completamente desconocida, aunque se imagina quien es.

         Las dos mujeres pasan junto al trío formado por Pearl y las dos americanas sin dirigirles la palabra y riendo se meten en una habitación.

         -Esa era Voodoo, la favorita para ganar el torneo –susurra Pristine una vez las otras dos han desaparecido de su vista.

         -Ya veremos quién gana el torneo –murmura Lilith sin apartar los ojos de la puerta donde se han metido la africana y la asiática-. Ya veremos.

CAPÍTULO 2º

EL SORTEO

         Dos noches después, en el recinto que la organización del torneo ha preparado para llevar a cabo los combates…

         Son las diez en punto de la noche cuando un tipo elegantemente vestido con un impecable traje blanco sube a una pequeña tarima y se sitúa junto a dos urnas de cristal colocadas sobre una mesa, en la que pueden verse varias papeletas cuidadosamente dobladas.

         Entre los cientos de asistentes y visiblemente nerviosas, las dieciséis luchadoras seleccionadas para el torneo, también separadas en dos grupos.

         -Bienvenidos todos, damas y caballeros –dice de repente el hombre del traje blanco-. Gracias por venir esta noche a este recinto que tan amablemente nos ha preparado la organización de este gran espectáculo que es el Brutal Catfight –hace una pausa hasta que los murmullos de admiración que se han extendido por la sala se extingue y luego centra su atención en las dos urnas-. Ahora vamos a proceder al sorteo de combates de la primera ronda, para ello contaré con la colaboración de dos bellas señoritas –en efecto, de detrás del escenario aparecen dos jovencitas que, por su aspecto, no deben tener ni veinte años de edad, vestidas con escuetos bikinis que tapan lo justo de sus bellos y juveniles cuerpos.

         Y da comienzo el sorteo…

         Con voz clara y potente el hombre del traje blanco va leyendo las tarjetas que las dos muchachitas van sacando de las urnas de cristal.

         -Primer combate: Se enfrentarán Blue contra Voodoo. Segundo combate: Lilith contra Dirty Alice. Tercer combate… -Así hasta que están decididas todas las peleas de la primera ronda.

         Las reacciones de las luchadoras no se hacen esperar, y pronto el recinto se llena con los murmullos de los dos grupos de bellas gladiadoras.

         -¡Me niego a que pelees contra esa mujer, Blue! –Exclama Pearl llevándose a su hermana aparte-. ¡Me niego a que por culpa de tu tonto capricho de querer participar en esta locura acabes malherida, o algo mucho peor!

         -¡Y yo te digo que no pienso mantener de nuevo esta discusión contigo, Pearl! –Replica Blue encarándose con su hermana mayor, los azules ojos lanzando chispas de pura furia.

         Pearl alza la mano para abofetear a su hermana pequeña, pero se contiene al ver la mirada que le dirige Flannagan.

         -De acuerdo… -Finalmente, Pearl Lewington decide dejar seguir adelante a su hermana, confiando en que, quizás, cuando llegue el momento del combate, Blue se eche para atrás y decida no subir al ring.

         En ese instante, Pristine y Jacky se acercan a las dos hermanas inglesas. Ambas caminan cogidas de la mano y con sendas sonrisas en sus atractivos rostros.

         -Hola, Pearl, –saluda Pristine inclinándose para besar levemente a la joven rubia en los labios-. Tú debes ser Blue, la hermana de Lilith –dice seguidamente.

         Luego, se lleva aparte a Lilith.

         -¿Qué piensas hacer con tu hermana? Imagino que no permitirás que suba al ring a luchar contra Voodoo.

         -Confío en que recapacite y se acobarde en el último momento –responde Lilith aunque sin demasiado convencimiento en su voz.

         Mientras tiene lugar esta conversación entre las dos hermosas luchadoras, en el ring central se prepara un combate de exhibición entre las dos jóvenes y guapas ayudantes del hombre del traje blanco que, micrófono en mano, se dispone a presentar la pelea y a las dos contrincantes.

         -Por favor, damas y caballeros, presten atención –dice llevándose el micrófono a los labios-. Ahora, estas dos bellas gladiadoras nos deleitarán con una lucha a muerte como preludio de lo que nos espera a todos nosotros, amantes del Brutal Catfight, durante el torneo –hace una pausa para dejar que se acallen los murmullos y luego sigue hablando, dirigiéndose a las dos jovencitas-: ¿Cuál es tu nombre? –Dice dirigiendo el micrófono a la muchacha situad a su derecha.

         -Mandy.

         -¿Y el tuyo? –Inquiere tendiendo el micrófono a la chica de la izquierda.

         -Rachel.

         -¿Conocéis las reglas? –Ambas jovencitas asienten con la cabeza, cosa que hace sonreír al hombre del traje elegante antes de añadir-: Muy bien, ofreced un buen espectáculo… ¡LUCHAD!

         Hemos de decir que ambas luchadoras han sido equipadas con sendos juegos de puños americanos de metal, por lo que se espera que el combate sea brutal y sangriento.

         La primera en atacar con un salvaje puñetazo al rostro de su rival es Mandy, que logra abrir ya con su primer ataque una brecha en la ceja izquierda de Rachel.

         Sigue a este primer golpe una lluvia de puñetazos y patadas sobre el rostro y el cuerpo de la aturdida Rachel, que se tambalea de un  lado a otro del cuadrilátero en un desesperado intento por escapar de la furia homicida de su contrincante.

         Y alrededor del ring, el público grita y vitorea exaltado ante la visión de la sangre mientras las dos luchadoras siguen golpeándose y castigando sus jóvenes y esculturales cuerpos con furia y rabia asesina.

         En este momento, Rachel logra esquivar un nuevo ataque de Mandy y la empuja contra una esquina asestándole una patada en la entrepierna que hace que Mandy se doble sobre sí misma y caiga de rodillas a la lona; momento que aprovecha Rachel para agarrarla de los rubios cabellos y propinarle una serie de rápidos rodillazos al rostro que terminan por destrozar su preciosa naricilla respingona, de la que surte un torrente de sangre que mancha tanto a la castigada Mandy como a su enfurecida rival.

         Un nuevo y más potente rodillazo y Mandy es enviada contra las cuerdas del cuadrilátero con la cara hecha un cromo debido a los golpes recibidos.

         Pero aún así logra incorporarse con un salvaje rugido y abalanzarse sobre Rachel, pillándola desprevenida y empujándola contra uno de los postes del ring, propinándole tremendo testarazo en la cabeza y abriéndole la frente a la altura del entrecejo.

         Y el público enloquece literalmente mientras las dos jóvenes gladiadoras se convierten en bestias sedientas de sangre que sólo tienen en mente un pensamiento: La aniquilación total y completa de su rival.

         Mandy ha logrado derribar a su contrincante y ahorcajándose sobre su vientre castiga su rostro y pechos con una brutal serie de puñetazos que, poco a poco, van destrozando el bello rostro de la luchadora de cabello negro para acabar agarrándola de la cabeza y golpeando su nuca contra la lona en una sucesión de impactos que acaban por dejar inconsciente a Rachel.

         Por último, y lanzando un rugido que nada tiene de humano, Mandy agarra el cuello de su rival y comienza a apretar hasta que su adversaria, con un penoso gemido, deja de respirar…

         -¡Qué gran combate, damas y caballeros! –Exclama el hombre del elegante traje blanco subiendo al ring y ayudando a incorporarse a la rubia gladiadora exhausta y cubierta de sangre-. ¡Y esto es sólo un anticipo de lo que les espera durante el torneo! –Añade luego haciendo que el respetable vuelva a enloquecer.

CAPÍTULO 3º

BLUE DESTROZADA

         El público asistente al torneo de Brutal Catfight va llegando poco a poco al recinto donde han de tener lugar los combates para asistir al primero de ellos, que enfrentará a la gladiadora africana Voodoo contra la joven inglesa Blue Lewington. Se espera que sea un combate fácil para la luchadora de ébano, aún así, la gente se muestra ansiosa.

         Mientras, en el hotel…

         -¡Te digo que pienso subir al ring a pelear contra esa puta negra! –Una Blue Lewington furiosa se encara con su hermana, la también luchadora Pearl Lewington, o Lilith, y con Flannagan, su entrenador y amante.

         -No, si no te permito salir por esa puerta –responde Pearl apoyándose en la puerta de la habitación.

         En ese instante, suenan unos golpes y se oye una voz al otro lado de la hoja de madera.

         -Señorita Lewington –dice la voz-, su contrincante está preparada y la espera en el ring para empezar el combate…

         -Maldita seas, Blue –masculla Pearl mientras se aparta para dejar paso a su hermana pequeña y que ésta sea escoltada por dos gorilas de la organización del torneo hasta el recinto.

         -Tranquila, hermanita. Estaré bien, te lo prometo –dice Blue antes de salir dándole un beso a su hermana en la mejilla.

         Cinco minutos más tarde, en el ring…

         -Ya saben. El combate es sin reglas. El único objetivo es acabar con la rival –le hombre del micrófono se aparta de las dos luchadoras un par de metros y exclama-: ¡LUCHAD!

         Para empezar, la diferencia de estatura entre Blue y la negra Voodoo es casi abismal, de casi veinte centímetros, pero esto no parece arredrar a la inglesa que decide iniciar el ataque con un puñetazo al trabajado vientre de su adversaria, quien muestra sus blancos dientes en diabólica sonrisa y hace burlones gestos de no haber sentido el golpe.

         -¿Es todo lo que sabes hacer, blanquita? –Se burla mientras esquiva uno tras otro todos los ataques de Blue, que ya empieza a dar muestras de cansancio tras más de diez minutos de intentar alcanzar a su adversaria con sus golpes.

         Y entonces, con un bramido bestial, Voodoo decide que ya está bien de juegos y agarra a Blue de la muñeca izquierda, retorciéndosela salvajemente y destrozándole con un único movimiento el radio y varios huesos menores de la muñeca.

         Luego, la atrae hacia sí con un rápido gesto y le propina un poderoso cabezazo en la nariz, destrozándosela, y otro en la frente, abriéndole una fea brecha.

         En ese instante, Pearl y Flannagan llegan al recinto, a tiempo para ver como Blue es alzada por Voodoo agarrándola del cuello y apretando con sus fuertes y poderosas manos, ahogando a la joven luchadora inglesa.

         -¡SUÉLTALA, MALDITA PUTA! –Brama Lilith haciendo amago de subir al ring a rescatar a su hermana de la psicópata de raza negra.

         -¡AÚN NO HE ACABADO CON ELLA! –Exclama Voodoo mientras arroja a Blue contra una de las esquinas del cuadrilátero con toda la fuerza que le permiten sus hercúleos brazos.

         Luego, y antes de que su aturdida y exhausta rival tenga tiempo de recuperarse, vuelve a cogerla del cuello y de la entrepierna y la levanta por encima de su cabeza, manteniéndola en el aire por espacio de casi un minuto, para después estamparla con toda la violencia que le es posible contra la lona.

         -Aún no he terminado, muñequita –sonríe luego la bestial gladiadora de ébano aplicando a Blue un brutal y doloroso abrazo del oso que termina con las ya escasas fuerzas de la joven inglesa.

         -¡MALDITA HIJA DE PERRA! –Vuelve a gritar Pearl cuando Voodoo, una vez ha decidido que es hora de terminar la pelea vuelve a alzar a su ya inerte e indefensa rival de nuevo por encima de su cabeza y la arroja fuera del ring, como si fuera una muñeca de trapo.

         -¡Qué combate, damas y caballeros! –Exclama el presentador subiendo al ring y levantando la mano de la indiscutible ganadora-. Para ser honestos, la joven Blue no tenía ninguna posibilidad contra su rival.

         Mientras, abajo del cuadrilátero…

         -¡UN MÉDICO, POR EL AMOR DE DIOS, QUE VENGA UN MÉDICO! –Pearl ha tomado el maltrecho cuerpo de su hermana en brazos, tras comprobar que aún respira, y con los ojos anegados en lágrimas y tambaleándose se dirige hacia la salida del recinto en busca de ayuda seguida de cerca por Flannagan.

         Algo más tarde esa misma noche en el hospital…

         -¿Son ustedes los familiares de Blue Lewington? –Una madura pero aún atractiva Doctora sale del quirófano y se acerca a Pearl y a Flannagan.

         -Soy su hermana… -Responde la bella morena clavando en la médica una mirada ansiosa e impaciente-. ¿Cómo está?

         -A salvo –la Doctora suspira hondo y sigue hablando-: Su hermana ha sufrido graves traumatismos internos, hemos tenido que intervenir un fuerte hematoma subdural, y un desgarro en los pulmones, ya que éstos habían sido lacerados por un par de costillas rotas-. Nueva pausa antes de preguntar-. ¿Me pueden explicar qué demonios le ha ocurrido a su hermana? Por sus heridas, cualquiera diría que la atropellado un camión.

         Ni Flannagan ni Pearl responden a la pregunta de la médica.

         Y, finalmente, la gran revelación…

         La atractiva Doctora está a punto de marcharse, cuando se gira hacia la pareja y añade…

         -Ah, se me olvidaba… El niño está bien.

         -¿¡E-el niño!? –Exclaman Pearl y el detective al unísono dejando boquiabierta a la guapa sanitaria.

         -S-sí… ¿No lo sabían? Su hermana está embarazada de tres semanas.

CAPÍTULO 4º

EL RESTO DE COMBATES

         Una vez quedan a solas, Flannagan lanza la siguiente pregunta a su bella compañera…:

         -¿Qué piensas hacer ahora?

         -¿A qué te refieres?

         -Sabes muy bien de qué te hablo. ¿Piensas seguir en el torneo o…?

         En ese instante, desde la cama de hospital donde ya han trasladado a Blue después de la intervención quirúrgica, ésta les llama en un hilo de voz apenas perceptible.

         -¡Por todos los Santos, Blue! –Exclama su hermana mayor al ver que la joven está intentando quitarse los goteros-. ¿¡Dónde diablos crees que vas!?

         -¡Gana el torneo por mí, Pearl! –Exclama la joven rubia agarrando la mano de su hermana y apretándola con las pocas fuerzas que le quedan. 

         -P-pero, yo…

         -¿De qué habrá servido que esa psicópata casi me mate si ahora tú tiras la toalla? –Inquiere Blue oprimiendo con algo más de fuerza la mano de Pearl, que permanece en silencio durante unos instantes antes de responder con una fiera mirada en sus enormes y bellos ojos verdes…

         -¡De acuerdo! ¡Ganaré el torneo por ti y por ese niño que esperas!

         -Y luego se acabaron los combates –tercia Flannagan besando suavemente a Blue en la venda, consciente de que él es el padre de la criatura.

         Y así, a la mañana siguiente, en uno de los rings del recinto…

         -¡Y seguimos con los combates de la primera ronda, damas y caballeros! –El presentador saluda a Lilith y a su rival, una voluptuosa rubia con cara de pocos amigos que se hace llamar Dirty Alice, procedente de New York y que, según ella misma, está acostumbrada a enfrentarse a lo peorcito de la Gran Manzana y a salir victoriosa.

         -¡Te voy a destrozar, puta! –Escupe al rostro de Lilith antes de que el presentador dé la orden de empezar el combate.

         La primera en atacar es Dirty Alice, con una patada al vientre de Lilith, que se tambalea, más sorprendida por el ataque que por haber sentido algún daño.

         Es la única vez que la rubia logra alcanzar a su rival…

         Menos de cinco minutos después Dirty Alice yace sobre la lona en medio de un charco de su propia sangre con la cara hecha un mapa, el cuerpo lleno de horribles moratones, varias lesiones internas de considerable gravedad y multitud de huesos fracturados y rotos.

         -Lo siento, cielo –murmura Lilith agachándose sobre su comatosa rival-. No has elegido un buen día para intentar joderme.

         -¡Y TENEMOS VENCEDORA PARA EL SEGUNDO COMBATE, DAMAS Y CABALLEROS! –Exclama el presentador alzando la diestra de Pearl en clara señal de victoria.

         Y así va sucediéndose la primera ronda de combates del Gran Torneo de Brutal Catfight.

         Las ambulancias casi no dan abasto sacando a las perdedoras en estado más que lamentable, e incluso en un par de ocasiones en vehículos funerarios, mientras las ganadoras celebran sus victorias.

         Tal es el caso de Pristine Clark y Jacky Bryant, que lo celebran demostrándose algo más que simple amistad ante el público asistente, que las vitorea y aplaude enardecido.

         Algo más tarde, en el hospital…

         -Me he enterado que acabaste con tu rival en pocos minutos –Blue sonríe a su hermana desde la blanca y aséptica cama, pero Pearl no le devuelve la sonrisa, se limita a mirarla fijamente con una extraña expresión en sus bellos ojos verdes.

         -¿Por qué coño no te quedaste en Londres? –Espeta de repente la bella morena sin apartar la mirada de su hermana tendida en la cama de hospital.

         Luego añade algo aún más duro e hiriente, tanto que incluso Flannagan ha de pedirle que se vaya…

         -Todo era más fácil cuando pensaba que mis captores habían acabado contigo y con los gemelos.

      

CAPÍTULO 5º

¡TE ODIO, PEARL!

         -Sinceramente, Pearl o Lilith, o cómo diablos quiera que te llames, creo que has sido demasiado dura con tu hermana –dice Flannagan agarrando a la joven y bella morena del brazo y obligándola a mirarlo a los ojos.

         -¿¡Qué sabrás tú!? –Exclama Pearl liberándose con un brusco movimiento de la presa del hombre.

         -Sé que esa jovencita de ahí dentro te quiere con locura. La he visto entrenarse y aceptar una misión casi suicida por el simple hecho de poder estar contigo.

         -¿Eres el padre? –Inquiere de repente Pearl clavando sus enormes ojos verdes en el viejo detective-. Dime, ¿eres el padre del niño que espera?

         -N-no estoy seguro… -Responde Flannagan con voz temblorosa-. Creo que sí, pero…

         -Pues si lo eres, cuida de ellos, y no les dejes acercarse de nuevo a mí, por favor.

         -Lo siento, Pearl –Flannagan niega con un enérgico cabeceo a la proposición de la bella luchadora-; yo no soy quien para decidir eso. Si quieres, entra ahí dentro y díselo tú a tu hermana, si es que deseas hacerle aún más daño del que ya le has hecho con tu comentario de antes –nada más decir esto, el detective se arrepiente y aunque intenta disculparse, ya es tarde y lo único que puede hacer es quedarse mirando como Pearl se dirige a los ascensores del hospital con los puños apretados y el ceño fruncido.

         Está a punto de oprimir el botón del aparato, cuando llega hasta ella la voz de Blue, llamándola…

         Ella, vacilante, mira a Flannagan, que se limita a sonreír y a asentir con la cabeza.

         -Sé que lo que has dicho hace un momento no iba en serio, Pearl –dice Blue con la mirada fija en su hermana mayor.

         -¡Claro que no iba en serio! –Exclama Pearl de inmediato para detenerse al ver que su hermana tiene más cosas que decirle.

         -Pero debes comprender que yo ya he crecido, puedo cuidar de mí misma y del hijo que estoy esperando pero que, aún así, necesitaba encontrarte, saber que estabas bien, y hacerte saber que yo estaba bien, y que seguiré estando bien una vez termine toda esta mierda del torneo y volvamos a casa, los tres juntos, Flannagan, tú y yo.

         -¿De verdad quieres que siga en el torneo? –Pregunta Pearl tomando la mano derecha de su hermana entre las suyas-. Si me lo pides, lo abandonaré y podremos volver a Londres los tres mañana mismo.

         Blue sonríe antes de responder.

         -¿Tú quieres dejar el torneo?

         -Llevo semanas entrenando para esto –responde Pearl mientras en sus bellos ojos verdes aparece un fiero y decidido brillo-. Además –añade luego sentándose en el borde de la cama y tomando la mano sana de su hermana entre las suyas-; no pienso dejar que esa zorra de Voodoo escape sin su merecido castigo después de que casi te mata.

         -Bueno… -Blue sonríe tímidamente y aparta la mirada-. Tengo que reconocer que yo me puse muy pesada con lo de querer participar en el torneo; quizás éste sea un justo castigo para mí también.

         -¡No digas eso! –El bello rostro de Pearl Lewington se ilumina con una gran sonrisa mientras se inclina para abrazar a su hermana pequeña-. Fuiste muy valiente al enfrentarte a esa mala bestia; otra en tu lugar hubiera salido corriendo sin mirar atrás. Pero tú no, tú subiste al ring y le plantaste cara a pesar de saber que no las tenías todas contigo.

         -Gracias, Pearl… -Susurra Blue mientras acaricia los negros cabellos de su hermana mayor con su mano sana-. Pero lo cierto es que estaba muerta de miedo.

         Ante esta confesión, las dos hermanas y Flannagan no pueden menos que echarse a reír hasta que se les saltan las lágrimas.

CAPÍTULO 6º

AMANTES Y RIVALES

         Y el torneo sigue su curso como es lógico con más combates, tanto de exhibición, como aquellos que han decidir a la campeona.

         En el combate de la segunda ronda a Voodoo le ha tocado luchar contra Jordan Wilson, una preciosa y exuberante escocesa, que si bien ha logrado conectar varios golpes y hacer sangrar a la gladiadora africana, pronto ha comenzado a ceder terreno hasta convertirse en un pelele en manos de la luchadora de raza negra, que ha acabado por causarle un grave traumatismo craneal que ha desembocado en un coma profundo.

         Por su parte, Lilith se las ha tenido que ver con la asiática Submission Queen que, salvo un par de llaves de sumisión, no ha resultado ser un gran problema para nuestra protagonista, y ha acabado con ella con relativa facilidad, enviándola al hospital con pronóstico reservado.

         El plato fuerte de la velada es el combate que ha de enfrentar a las dos bellezas rubias americanas, Pristine Clark y Jacky Bryant, un combate cargado de morbo y expectación dado la relación que ha surgido entre ambas luchadoras. Una relación que va más allá de la simple amistad o camaradería.

         -¿Y no podéis negaros a pelear ninguna de las dos? –Pregunta Blue a Pristine, ya que ésta ha ido a verlas a ella y a Pearl antes del combate.

         -Esos bastardos de la organización del torneo han amenazado con hacer daño a mi novio si me niego a pelear. Y Jacky está en la misma situación que yo –responde la bella gladiadora rubia con los puños fuertemente apretados por la rabia.

         -¿Qué sientes por Jacky? –Pregunta entonces Pearl abrazando a su amiga, que se encoge ligeramente de hombros sin saber que responder mientras camina hacia la puerta de la habitación de hospital.

         Poco después, en el ring central del recinto…

         -¡Damas y caballeros, hoy tenemos para todos ustedes un combate muy especial! –El presentador, micrófono en mano pasea entre las dos bellas contendientes, vestidas ambas con unos escuetos bikinis que a duras penas logran ocultar sus rotundas y voluptuosas formas femeninas, ya que las medidas de ambas rondan los 110-60-90-. Estas dos bellezas van a luchar por llegar a la final del torneo. Hasta ahí todo bien –el hombre hace una nueva pausa mientras sonríe mirando a las dos amigas-. Lo que muchos de ustedes ignoran es que estas dos bellas señoritas son algo más que rivales, son amigas íntimas, lo que hace que el combate que vamos a presenciar adquiera una nueva dimensión.

         El presentador se aparta levemente de las dos bellas gladiadoras al tiempo que les dedica una gran sonrisa antes de exclamar…:

         -¡LUCHAD!

         Pristine y Jacky se quedan mirando fijamente, sus grandes senos subiendo y bajando al ritmo de su respiración.

         Lo han hablado detenidamente antes del combate. Ninguna de las dos va a ceder terreno; ya no son amantes, ni siquiera amigas. Ahora sólo son rivales en una lucha encarnizada por la supervivencia del más fuerte…

         La primera en atacar es Pristine con un poderoso gancho de izquierda al mentón de su contrincante, que contraataca con un directo al estómago de la tejana.

         -Pegas bien, amor mío –sonríe Jacky frotándose la dolorida barbilla antes de volver a atacar a Pristine con un rodillazo a su entrepierna-. ¡Pero pienso ganar este combate, la vida de mis padres depende de ello!

         Este súbito ataque de su amiga y amante toma a la tejana totalmente descolocada, convirtiéndola en presa fácil para la serie de puñetazos que caen seguidamente sobre ella, y que terminan por dañarle seriamente un ojo y destrozarle la bonita nariz.

         Seguidamente, Jacky se ahorcaja sobre su espalda y le aplica una poderosa llave de sumisión con el fin de que se rinda sin tener que seguir golpeándola. Pero Pristine no está dispuesta a ceder terreno tampoco en la lucha, ni mucho menos, y con un esfuerzo sobrehumano, logra levantarse del suelo arrastrando a su contrincante con ella y haciéndola caer.

         Y el público grita entusiasmado de ver como las dos amigas se destrozan a golpes.

         Grita enardecido ante la visión de la sangre y el dolor de las dos bellas luchadoras, sin importarles si quiera el hecho de que combaten, no por ellas, sino por la vida de sus seres queridos.

         -N-no me lo pongas más difícil, amor mío… -Pide, o mejor sería decir suplica Jacky a su amante y rival mientras le asesta un poderoso rodillazo en el rostro, que hace que la sangre de su nariz salpique también sus rotundas mamas-. ¡RÍNDETE AHORA, POR FAVOR!

         -¡JAMÁÁÁS! –Brama Pristine mientras lanza su puño hacia delante, hacia el desprotegido vientre de su contrincante.

         -¡Bufff! –Jadea Jacky doblándose sobre sí misma aferrándose el estómago con ambas manos. Momento que aprovecha Pristine para terminar de incorporarse y asestar dos tremendos golpes a su rival: Un potentísimo rodillazo a la altura de los grandes senos y un golpe dado con los dos puños juntos a la altura de la nuca, dejándola K.O.

         -¡Qué gran combate, damas y caballeros! –Exclama el presentador subiendo al ring y alzando la mano de la ganadora por encima de su rubia cabeza-. Estas dos bellezas nos han ofrecido un espectáculo que, de seguro, tardaremos en olvidar.

         Sin embargo, Pristine no está para felicitaciones ni celebraciones, y deshaciéndose con un brusco tirón de la mano del anunciador, se deja caer junto al cuerpo exánime de su amiga, acariciando con ternura sus rubios cabellos y susurrando en su oído palabras de aliento y de ánimo.

CAPÍTULO 7º

FINCH

         -¡Tienes que ganar el torneo! –Exclama Edgar Finch dirigiéndose a Voodoo, que lo mira como quien mira un insecto molesto mientras sigue golpeando el pesado saco de boxeo con sus puños desnudos-. ¡Tienes que matar a la puta inglesa! –Sigue insistiendo el pérfido hombrecillo refiriéndose a Pearl Lewington, ya que la gladiadora británica se ha convertido, al igual que la luchadora negra, en principal candidata para alzarse con la victoria del campeonato.

         Voodoo deja de golpear el saco y sonríe mostrando sus blancos dientes mientras se acerca a Finch y pone sus manos sobre los hombros del tipo, cuyos malvados y nerviosos ojillos quedan justo a la altura del imponente busto de ella.

         -Usted sólo preocúpese de que mi cuenta corriente reciba una buena transferencia, tal y como acordamos, y yo le prometo que esa zorra no saldrá viva del cuadrilátero. Le doy mi palabra.

         -¿Seguro? –Edgar Finch, sin apartar los ojos de la fabulosa delantera de la mujer comienza a retorcerse las manos con gesto nervioso y desesperado-. Esa perra es muy buena, muy buena. No te va a resultar fácil derrotarla.

         -Veo que no conoce a mi chica, amigo Finch –dice el entrenador de Voodoo, un enorme negro de radiante sonrisa y calva y brillante cabeza-. Si mi chica dice que la inglesa no saldrá viva del ring, tenga por seguro que así será. ¿Verdad, preciosa? –Y ante la mirada expectante y lasciva de Finch, se acerca a la gladiadora africana y la besa y magrea sus grandes mamas con lujuria, dejando bien claro que entre ellos hay algo más que una simple relación entrenador/pupila.

         -D-de acuerdo –por fin, Edgar Finch parece salir de su abstracción y aparta la mirada de la pareja-. Pero recuerde: Si Pearl Lewington acaba viva el torneo, tú no verás ni un maldito crédito.

         -Comprendido –Voodoo sonríe, suavizando sus hermosas pero duras facciones.

         Luego añade mientras acaricia la abultada entrepierna de su entrenador…

         -Ahora, si no le importa, a Abdou y a mí nos gustaría tener un poco de intimidad.

         -Claro, claro –responde el perverso creador del Brutal Catfight mientras nota como su diminuto miembro se endurece dentro de su pantalón al imaginar a los dos africanos revolcándose en el gimnasio como animales.

         Y Edgar Finch sale de la sala de entrenamiento y se encamina hacia el hotel donde se aloja junto al resto de la organización del torneo.

         Camina con pasos rápidos y huidizos y, por primera vez en sus cincuenta años de vida, siente miedo, siente un miedo atroz y se obliga a mirar por encima de su hombro cada vez que cruza de una acera a otra. Tan sumido camina en sus pensamientos, que un par de veces a punto está de ser arrollado por un automóvil.

         Tan sólo cuando llega a su suite del hotel y se encierra en ella cree sentirse a salvo; pero es sólo una ilusión, su mala conciencia lo persigue incansable, infatigable, recordándole las jovencitas que han muerto en el ring para que él se convirtiera en uno de los hombres más ricos y poderosos del Mundo.

         -Joe, por favor, no quiero que nadie me moleste –ordena a su guardaespaldas mientras se sirve una copa de whisky escocés del pequeño mueble-bar instalado en la lujosa suite.

         Joe asiente con la cabeza y luego añade…

         -¿Se encuentra bien, señor Finch? No tiene buen aspecto…

         -¡Estoy perfectamente, maldito saco de músculos sin cerebro! –Replica Finch furioso, al tiempo que arroja a su guardaespaldas el vaso lleno de licor.

         Luego, y en un tono más amargo, añade...

         -¿Por qué no iba a estarlo si, gracias a que bellas mujeres se destrozan en el ring yo soy uno de los hombres más ricos del Mundo? ¿Eh, Joe, por qué?

         -Vamos, señor, vamos –y el enorme Joe, como si en vez de su jefe se tratase de un niño pequeño, se acerca a Finch y lo acuna contra su amplio y poderoso torso…

CAPÍTULO 8º

¡TE VOY A DESTROZAR!

         Ese mismo día, algo más tarde en el hospital, Pearl Lewington habla con el médico que ha seguido el proceso de curación de Blue.

         -Si todo va como es debido, en un par de días podremos darle el alta a su hermana, señorita Lewington.

         -¡Eso es…! ¡Una magnífica noticia, Doctor! –Exclama la bella luchadora de ojos verdes, abrazando al sorprendido médico.

         -S-sí… -Responde el hombre visiblemente azorado al notar contra su cuerpo el imponente busto de Pearl-. Pero debe recordar que su hermana está embarazada, y que debe seguir un estricto reposo.

         -Yo me encargo de ello, Doctor –dice Flannagan dedicando al sanitario una enorme y amistosa sonrisa.

         -Entonces… Todos de acuerdo –logra decir por fin el médico una vez Pearl se ha apartado de él.

         Una vez el Doctor se ha marchado dejándolos solos, Pearl se dispone a entrar en la habitación de su hermana, cuando las puertas de uno de los ascensores se abren y Voodoo aparece en la planta.

         Viste un ceñido vestido rojo que acentúa sobremanera sus rotundas formas, camina con paso firme, sin darse cuenta de la presencia de Lilith.

         Cuando por fin lo hace, una cruel sonrisa adorna su bello rostro mientras se acerca a nuestra protagonista.

         -Veo que sigues en la ciudad –dice plantándose ante Pearl-. Haríais bien tú y tus amigos tomando el primer vuelo para Inglaterra… -Añade luego sin dejar de sonreír.

         -¿Por qué tendríamos que hacer algo así? –Inquiere Pearl sosteniendo la mirada de la gladiadora africana-. ¿Eso pretendía ser acaso una amenaza?

         -Para nada, blanquita, para nada –replica Voodoo al tiempo que lanza una estridente carcajada-. Digamos que es un consejo de amiga –mientras dice esto, acaricia con uno de sus largos dedos uno de los rotundos senos de Pearl, que se aparta bruscamente al tiempo que la fulmina con sus bellos ojos verdes.

         -¡No te atrevas a volver a tocarme! –Sisea la inglesa, furiosa, cosa que parece divertir a la luchadora africana, que vuelve a reír antes de añadir con voz dulce y sensual…

         -Mmm… Eres muy hermosa. Será una pena destrozar este magnífico cuerpo tuyo en la final del torneo –y luego, guiñando uno de sus hermosos ojos castaños, añade-: Tal y como hice con tu hermana en el primer combate…

         -¡TE VOY A DESTROZAR, MALDITA FURCIAAA! –Brama Lilith abalanzándose furiosa sobre la gladiadora negra, que esquiva su ataque mientras ríe divertida.

         -¡Calma, Pearl, calma! –Pronto, el pequeño Flannagan acude en auxilio de la joven luchadora inglesa, agarrándola del brazo y evitando así que cometa una estupidez-; ¿no comprendes que lo único que pretende es hacerte perder los nervios? ¿Qué todo esto no es más que un juego para ella?

         Por un instante, se podría pensar que Pearl va a golpear al viejo detective, mas luego le dedica una sonrisa y agacha la cabeza visiblemente avergonzada.

         -Reserva fuerzas para el combate de semifinales –le aconseja Flannagan con una sonrisa en su ajado semblante-. Una vez llegues a la final podrás vengarte y resarcirte de todo el daño que nos ha hecho esa mala mujer.

         -Haz caso al anciano, querida –se burla Voodoo mientras entra en una de las habitaciones de la planta no sin antes añadir en claro tono de burla y retador-. Pero ten por seguro que una de las dos no saldrá viva del ring. Y ésa no seré yo.

CAPÍTULO 9º

LA JAULA DE LA MUERTE

         El tan esperado día de la final del torneo de Brutal Catfight ha llegado por fin, y las dos favoritas están más que preparadas para enfrentarse.

         Lo cierto es que a ninguna de las dos les ha resultado ningún esfuerzo llegar a este punto; las semifinales no fueron más que un mero trámite en el que ambas se enfrentaron a rivales bastante fáciles: Voodoo destrozó literalmente a una agotadísima Pristine Clark, que llegó al combate muy tocada tras conocer el verdadero alcance de las heridas sufridas por su amiga y amante Jacky Bryant y por su parte, Lilith tampoco tuvo mayores dificultades para derrotar a una americana fanfarrona llamada Crazy Chris, a la que machacó sin compasión, causándole graves lesiones cerebrales y daños en la columna vertebral.

         Lo que ninguna de las dos gladiadoras se espera es lo que la organización del torneo les tiene preparado para el último combate…

         En ese mismo instante, en la habitación del hotel donde se hospedan Flannagan y Blue, y a la que han regresado hace menos de media hora después de que a la pequeña de los Lewington le diesen el alta…

         -¿¡Una jaula!? –El pequeño detective y Blue Lewington clavan en Pearl una mirada espantada.

         -Por lo visto la organización quiere algo fuera de lo común para el combate de la final…

         -P-pero… -Tartamudea Blue mientras estira su mano buena desde su silla de ruedas para coger la mano de su hermana.

         -Tranquila, hermanita. Estaré bien –Lilith intenta infundir ánimo a su hermana pequeña con una sonrisa, pero todo lo que consigue es una triste mueca.

         -Lo que tu hermana necesita ahora, Blue, es que la animemos, no que nos comportemos como dos cobardes –interviene entonces el detective acuclillándose ante la silla de ruedas y besando a la joven rubia suavemente en los labios-; necesita saber que vamos a estar allí, en primera línea, animándola mientras ella machaca a esa maldita Voodoo.

         -Gracias, Flannagan –Visiblemente emocionada y agradecida, la hermosa gladiadora inglesa se inclina levemente y besa la rasposa mejilla del hombre.

         Luego, sale de la habitación, camino del recinto de combates.

         En ese mismo momento, en el gimnasio habilitado por la organización del torneo, Voodoo realiza un último entrenamiento bajo la supervisión de Abdou, su gigantesco y musculoso entrenador.

         -¡Vamos, preciosa! ¡Golpea el saco con más fuerza! –Ordena el gigante negro a su pupila-. ¡Recuerda que sólo una puede salir con vida de ese ring, de esa jaula!

         -¡ARGH! –Brama la hermosa luchadora africana castigando el saco con toda su fuerza y furia-. ¡VOY A MATARLA, VOY A MATARLA, VOY A MATARLAAA!

         Y por fin, el tan esperado momento del combate…

         Voodoo llega acompañada del hercúleo Abdou.

         Viste un escueto bikini rojo que apenas logra cubrir sus rotundos senos talla 115 y un diminuto pantaloncito también rojo, y ha cubierto gran parte de su anatomía con dibujos tribales de vivos colores.

         Mientras camina hacia la jaula, va dedicando al público asistente muecas y palabras de desprecio, puesto que se considera legítima vencedora incluso antes de subir al ring.

         Por su parte, Lilith llega acompañada de Flannagan y Blue, aunque ellos no llegan a acercarse al ring y a la jaula.

         Ella viste unos shorts vaqueros y una ajustada camiseta de tirantes, en la que se marcan sus pezones, duros y enhiestos por la excitación de la inminente lucha.

         Camina en silencio, con expresión sombría y meditabunda. Sólo cuando oye la voz de su hermana, animándola desde la silla de ruedas, se atreve a esbozar una leve sonrisa.

-¿Conocen las reglas del combate? –Inquiere el presentador mirando alternativamente a una y otra luchadora.

Ambas gladiadoras asienten con la cabeza, momento en que el presentador, tras hacer las pertinentes presentaciones lanza un fuerte y clamoroso…:

-¡LUCHAD!

La primera en atacar es Voodoo, abalanzándose furiosa contra su rival y estampándola dolorosamente contra los sólidos barrotes que rodean el cuadrilátero.

Le sigue a esto una rápida y contundente sucesión de puñetazos y patadas lanzadas sobre la sorprendida Lilith, que hace lo posible por cubrirse cabeza y cuerpo ante la rabia del ataque de su contrincante.

Esta primera tanda de golpes termina con un poderoso gancho de izquierda lanzado por la gladiadora negra sobre el mentón de la inglesa, que se ve de nuevo lanzada contra los barrotes, quedando momentáneamente fuera de juego, para espanto de Blue, que cierra los ojos para no presenciar el horrible espectáculo de ver a su hermana ser apalizada por la salvaje Voodoo.

-¡VAMOS, PERRA, PELEA! –Grita la negra mientras avanza de nuevo hacia su rival  con intenciones claramente homicidas-. ¿ACASO NO SABES LUCHAR? –Inquiere mientras agarra a Lilith de la cabeza y la golpea contra una de las duras barras metálicas con todas sus fuerzas.

Entonces, Pearl hace algo que deja descolocada a su contrincante.

Sonríe.

Es una sonrisa amplia y sincera que logra su propósito ya que Voodoo, al verla, siente como su rabia aumenta hasta lo indecible, cegándola y entorpeciendo sus, hasta ahora, letales y peligrosos golpes.

Ahora es el momento de la gladiadora inglesa de contraatacar, cosa que hace con varios poderosísimos golpes lanzados sobre su rival, abriéndole el pómulo izquierdo y destrozándole la nariz, de la que comienza a brotar un verdadero manantial de sangre que empapa la blanca y ajustada camiseta de la joven luchadora blanca.

Sin embargo, Voodoo aún está muy lejos de rendirse, y pronto vuelve al ataque con una potente patada al desprotegido estómago de Lilith, que se tambalea hacia atrás hasta quedar apoyada contra los sólidos barrotes de la jaula con una expresión de absoluta sorpresa en sus bellos y enormes ojos verdes.

A esto sigue un brutal y frenético intercambio de golpes entre las dos bellas y voluptuosa gladiadoras que hace las delicias del público asistente, que grita y aúlla excitado por la visión de la sangre y los gritos y gemidos de dolor de ambas luchadoras.

Y entonces, la africana Voodoo firma su sentencia haciendo lo siguiente…

Lilith ha logrado hacerse con el control del combate y la mantiene acorralada a base de puñetazos en las grandes mamas y en el estómago, cuando la negra se inclina hacia delante y le susurra al oído…

-Cuando acabe contigo iré a por tu hermanita y a por el vejestorio que os acompaña. Voy a terminar lo que empecé en el primer combate. ¡Y tú no podrás hacer nada por que estarás muerta! ¿ME OYES, PUTITA BLANCA? ¡MUERTA!

-¡JAMÁS! –Ruge Pearl Lewington mientras agarra a su rival por el cuello y la entrepierna y la levanta por encima de su cabeza para dejarla caer luego con toda la fuerza y rabia que puede reunir sobre su rodilla izquierda.

El crujido que emite la columna vertebral de la gladiadora africana al quebrarse es tan claro y rotundo, que el público enmudece de golpe, y el  silencio más absoluto se apodera del  enorme recinto.

-¡DAMAS Y CABALLEROS, TENEMOS UNA CAMPEONA! –Exclama de repente el presentador entrando en la jaula y pasando por encima del desvencijado cadáver de Voodoo para saludar y alzar la mano de la indiscutible ganadora del épico y brutal combate.

Todo ha acabado por fin.

¿O tal vez no?

Lilith aún tiene algo que hacer. Algo importante…

 

CAPÍTULO 10º

LILITH Y FINCH

         -¿Dónde crees que vas? –La voz de Pearl Lewington suena firme y segura de sí misma, quizás un poco distorsionada por el dolor que le provocan las heridas de sus destrozados labios, pero aún así lo bastante potente e imperiosa como para que el aterrorizado Edgar Finch se dé la vuelta y clave en la hermosa gladiadora su único ojo.

         -¡V-vete! –Gime el hombrecillo mientras pugna con su tarjeta en un desesperado intento por introducirla en la cerradura electrónica de su habitación del hotel-. ¡Vete, o llamaré a la Policía!

         -Adelante. Llámala –invita la hermosa joven intentando mantener la sonrisa que ha aparecido en sus lastimados labios al ver la mancha que ha aparecido en la entrepierna del pantalón de Finch-; te aseguro que están muy interesados en ti desde hace muchísimo tiempo.

         -¡Pues llamaré a mi guardaespaldas! –Exclama el hombrecillo mientras sigue intentando abrir la maldita puerta de su habitación.

         -No creo que venga –la dolorosa sonrisa se ensancha en el magullado rostro de Pearl Lewington-. Está demasiado ocupado masajeándose las pelotas.

         Por fin, con un leve chasquido, la puerta se abre, pero es tarde para el precursor del Brutal Catfight pues Lilith cae sobre él, empujándolo al interior de la lujosa suite.

         -¡T-te pagaré! –Gimotea Finch mientras la bella gladiadora, a pesar de tener ambos brazos amoratados y doloridos por los tremendos golpes recibidos durante el combate, lo agarra del cuello y lo alza del suelo como si fuera un pelele de trapo.

         -¡NO QUIERO TU SUCIO DINERO, MALDITO BASTARDO HIJO DE PUTA! –Ruge Lilith mientras comienza a apretar el cuello del hombre tuerto cada vez más fuerte-. ¡QUIERO QUE ME DEVUELVAS A MI PADRE Y A MI TÍA!

         Queda poco para que Edgar Finch exhale su último aliento cuando…

         -¡PEARL, DÉJALO, AHORA! –Es la voz del viejo Flannagan la que suena tras la bella gladiadora, y su arrugada mano la que se posa sobre su dolorido hombro con gesto tranquilizador.

         -¡É-él mató a mi padre y a tía Karen! –Balbucea Pearl Lewington con los ojos llenos de lágrimas-. ¡Merece morir!

         -Eso, querida niña, no lo decides tú –sigue hablando el pequeño detective sin apartar su mano de la espalda de la joven luchadora-. La Comisión contra el Brutal Catfight viene hacia aquí, deja que ellos que se encarguen de él.

         -D-de acuerdo… -Finalmente, Lilith suelta su presa y Edgar Finch cae al suelo con la garganta roja e inflamada por el brutal apretón.

         -G-gracias, a-amigo… -Balbucea el insidioso personaje, dirigiéndose a Flannagan que, como respuesta, le agarra los testículos y se los aprieta con todas sus fuerzas al tiempo que le susurra al oído…

         -Jodido cabrón; si por mí fuera, hubiera dejado que te arrancase la cabeza.

         Luego, y como si de una niña pequeña se tratase, toma a Pearl de la mano y la conduce al exterior de la habitación, donde los espera una ansiosa, feliz y llorosa Blue.

FIN

EPÍLOGO 1º

         Tal y como dijera el bueno de Flannagan, la Comisión contra el Brutal Catfight se hizo cargo de Finch y de toda su organización criminal, dando al traste con un negocio que duraba ya demasiado tiempo.

         El Brutal Catfight continuó su andadura, pero convertido en algo más legal y menos truculento y Lilith siguió cosechando triunfos en el circuito, llegando a convertirse en una especie de leyenda viviente.

         Huelga decir que, por acuerdo mutuo entre la Comisión y los organizadores de los eventos, se prohibieron las muertes en el cuadrilátero, sin que ello menguara el interés de la gente en el espectáculo.

EPÍLOGO 2º

         Han pasado ocho meses desde el fin del torneo y nos encontramos en un hospital londinense, donde Blue Lewington acaba de dar a luz a su primer hijo, fruto de su amor con el viejo detective Flannagan.

         -¿Cómo le vais a llamar? –Inquiere Pearl tomando a su sobrino en brazos y acariciando sus rojizos y delicados cabellos.

         -Flannagan y yo hemos decidido llamarlo Charles por papá y Seamus por Flannagan –responde su hermana oprimiendo con fuerza la mano que le tiende el pequeño detective.

         -¿Te llamas Seamus? –Inquiere Pearl sin poder evitar una divertida carcajada, para sorpresa de los felices padres, que pronto se unen a ella en la risa.

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