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Sexoaventuras en el espacio

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SEXOAVENTURAS EN EL ESPACIO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 1º

FUGA EN LA PRISIÓN INTERGALÁCTICA

         ―¡MIERDA, OTRA VEZ NO! –Grita el Alcaide Yidig apartando a un lado a su secretaria, que hasta ese momento tenía una de  sus dos pollas en la boca, al oír el agudo gemido de la sirena antifugas de la prisión, comunicando que, una vez más, alguno de los peligrosos reclusos allí confinados ha conseguido escapar― Es la quinta vez en lo que va de mes… ―Añade luego en tono abatido, dejándose caer de nuevo en su sillón mientras acciona el botón del interfono con intención de hacer acudir a uno de los guardias y que le cuente cuál de los prisioneros ha logrado evadirse esta vez.

         ―¿Mandó llamar, Alcaide? –Inquiere el guardia reclamado entrando en el despacho de Yidig.

         ―Sí, sí –responde el encargado del penal galáctico con gesto claramente cansado y hastiado―; ¿quién ha sido esta vez?

         ―Brutakus el Despedazador, Señor –replica el guardia tras tragar saliva ruidosamente, pues es consciente de que la ha cagado pero bien cagada, pues el tal Brutakus es el asesino más cruel y despiadado que se conoce en toda la Vía Láctea.

         ―¡La madre que me parió! –Exclama Yidig llevándose las cuatro manos a la cabeza―. ¡Tenía que ser el maldito Brutakus, no podía ser ningún otro, como por ejemplo ese nemidiano tan simpático!

         Un instante después, sale de su oficina para interesarse por la integridad de sus empleados, encontrándose con que el tal Brutakus ha tenido ayuda externa, más concretamente la de su esbirra, Narsha la Feladora, una peligrosa alienígena mutante capaz de dejarte literalmente seco de una mamada.

         ―¡Esto es un verdadero desastre! –Exclama Yidig una vez ha terminado de revisar los destrozos causados durante la fuga del Despedazador. Destrozos no sólo materiales, sino también personales, puesto que varios guardias de la prisión han resultado heridos de diversa gravedad.

         ―¿Quiere que avisemos al cazarrecompensas, señor Alcaide? –Pregunta uno de los guardias que no ha resultado herido durante la fuga tras él.

         ―¡Sí! ¡Cuánto antes! –Responde el buen Yidig mientras vuelve a meterse en su despacho, donde espera que su eficiente secretaria pueda acabar sin más interrupciones su excelente labor mamadora antes interrumpida.

         Mientras, y a muchos millones de kilómetros de la prisión galáctica, en una pequeña nave crucero…

         ―¡Ah, mi querida Narsha! ¡Qué ganas tenía de estrujar tus tetitas y sentir tu lengua en mi polla dura y palpitante! –Exclama Brutakus mientras su peligrosa aliada le baja los pantalones y empieza a lamer su enorme pollón de cuarenta centímetros, cuidando mucho de no metérsela en la boca, pues significaría la muerte más horrible para el despiadado asesino y violador.

         ―Yo también te he echado de menos, amado mío –replica Narsha mientras sus verdes manos pajean el enorme tronco de carne anaranjada, al tiempo que da rápidos lametones al negro e hinchado capullo.

         Poco después, Brutakus se alza de su asiento y con un bramido bestial comienza a eyacular ingentes cantidades de semen negro como el petróleo mientras Narsha se aparta para no ser salpicada por el espeso y caliente elemento, pues sabe que éste es sumamente corrosivo y podría provocarle serías y graves quemaduras.

         ―Mmm, querida Narsha… ―Suspira el infame asesino acariciando una de las pequeñas y duras tetas de su secuaz con ternura impropia de un tipo de su calaña―. Eres la mejor lamepollas de la Vía Láctea.

         ―Sabes que me encanta lamer tu enorme pollón, amado Brutakus. Y que si no fuera por lo que tú y yo sabemos, me encantaría tragarme hasta la última gota de tu negra y ardiente leche.

         Ante estas palabras, el pérfido criminal lanza una sonora carcajada y luego se lanza a morder y a pellizcar los verdes y duros pezones de Narsha.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 2º

ROYER, EL CAZARRECOMPENSAS

         ―¡AH, QUERIDA YASSINA! ¡TUS TETAS SON LAS MEJORES DE TODA LA GALAXIA! –Jadea Royer, el equiiniano mientras sacude su descomunal pollón de casi cincuenta centímetros sobre las grandiosas tetas de Yassina, su ayudante venusiana cuando, tras una fabulosa paja a la cubana, nota sus enormes y negras pelotas a punto de estallar, anunciando la inminente corrida.

         ―LO SÉ, QUERIDO ROYER, LO SÉ –gime la venusiana de piel azul pálido y ojos grandes, negros y sin pupilas mientras se traga hasta la última gota de la bestial eyaculación, en la que su amante y aliado suelta no menos de un cuarto de litro de semen caliente.

         Se están vistiendo cuando el videófono comienza a zumbar al recibir una llamada entrante.

         ―¿Sí, dígame? ¡Aquí Royer el equiiniano, cazarrecompensas profesional a su servicio! –Cuando reconoce la voz del Alcaide Yidig su caballuno rostro se ilumina con una amplia sonrisa que muestra sus enormes dientes.

         Cinco minutos más tarde, terminada la conversación, se dirige a la fiel Yassina con estas palabras:

         ―Preciosa, tenemos trabajo, así que ponte el uniforme y prepara la nave. Salimos en cinco minutos.

         ―¿¡Sí!? ¿Adónde vamos? ¿Quién era?

         ―Era nuestro buen amigo Yidig. Brutakus ha escapado de la prisión galáctica.

         ―¿¡BRUTAKUS EL DESPEDAZADOR!? –Chilla la bella venusiana visiblemente alterada al escuchar el nombre del infame criminal.

         ―Eso he dicho –replica Royer mientras termina de abrocharse su canana repleta de cartuchos para su escopeta y se calza sus altas botas de cuero negro para añadir al darse cuenta de cómo lo mira su fiel ayudanta―. ¿Ocurre algo, Yassina? ¿No me irás a decir a estas alturas que tienes miedo de ese bastardo degenerado, verdad? Sabes que no es la primera vez que nos vemos con él y qué, hasta la fecha, siempre hemos salido victoriosos.

         ―Lo sé, lo sé, pero…

         ―¿Pero qué, preciosa? –El cazarrecompensas acaricia los blancos y lacios cabellos de la venusiana con ternura amorosa y casi sensual―. ¿De qué tienes miedo esta vez?

         ―Recuerda lo que ocurrió la última vez que nos enfrentamos a él hace un par de años.

         ―Lo recuerdo, me vi obligado a dispararle, y como consecuencia le arranqué un brazo con un tiro de mi escopeta.

         ―¡Y recuerda también lo que juró entonces! –Añade Yassina en el mismo tono angustiado―. ¡Juró acabar contigo de una manera horrible! ¡Y sabes que yo me moriría si te ocurriese algo, Royer!

         ―Oh, vamos, pequeña… ―Royer enarca sus espesísimas cejas y aparta a su ayudante y amante lo suficiente para poder mirarla a los ojos y decirle en el tono más confiado que es capaz de usar―: Sabes que yo no me arredro con tanta facilidad. Si Brutakus quiere venir a por mí, que venga. Puede que esta vez no sólo le vuele el brazo.

         ―MMM… ROYER… ―Gime la venusiana mientras acaricia el imponente paquetón de su jefe―. ¡ME HAS PUESTO MUY CACHONDA!

         ―¿¡OTRA VEZ!? –Inquiere el cazarrecompensas mientras su voluptuosa compañera le desabrocha los pantalones y comienza a lamer su descomunal tranca―. ―¡JODER! ¡CON RAZÓN AFIRMAN QUE VENUS ES EL PLANETA DEL AMOR –Jadea Royer, dejando hacer a su fiel y eficiente ayudante.

           

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 3º

BRUTAKUS SE DIVIERTE

         ―¡QUIERO DOS PUTAS VENUSIANAS YA! –Brama Brutakus ante la asustada cara del regente del burdel donde acaba de entrar para echar un buen polvo―. Aquí sólo veo escuálidas zorras ridelianas, yo quiero una puta con un buen par de tetas, como esa que va por allí –señala a una prostituta de piel blanca como la leche y un pequeño par de cuernos en la cabeza, que se acerca contoneando sus rotundas caderas.

         ―Buenas, señor –saluda graciosamente―. Soy Naori, y voy  a hacer que se sienta el hombre más deseado de la galaxia.

         ―¡Me gustas, Naori! –Replica el criminal sobando sin ningún recato las enormes mamellas, talla 130, de la meretriz―. Espero que seas tan buena en la cama como aseguras –dice mientras ambos se encaminan hacia la zona de habitaciones del lupanar.

         Una vez en uno de los aposentos habilitados para tal menester…

         ―¡VAMOS, ZORRA, DESNÚDATE! –Brutakus empuja salvajemente a Naori contra la enorme cama y luego se desabrocha el pantalón, quedando pronto con su enorme y enhiesta tranca al aire―. ¡TE VOY A DESTROZAR EL COÑO CON MI POLLÓN!

         ―¡UFFF, QUÉ POLLA TAN GRANDE, MI SEÑOR! –Gime la puta mientras se acaricia y pellizca los duros y grises pezones―. PARA MÍ SERÁ UN PLACER QUE ME FOLLE CON ELLA… MMM…

         ―¡DE ACUERDO! –Ríe el criminal agarrándose la tranca y acercándola a los sensuales y entreabiertos labios de Naori―. PERO ANTES, QUIERO QUE ME LA CHUPES UN POQUITO… ¡VENGA, PUTA, ABRE TU BOCA Y TRÁGATE MI VERGA!

         Naori abre su boquita y empieza a lamer y a chupar el bestial trabuco de carne de Brutakus.

         ―MMM… ESO ES, ASÍ, TRÁGATE TODA MI POLLA, HASTA EL FONDO, DULCE PUTITA –jadea Brutakus mientras estruja los grandiosos tetones de la prostituta con sus mano de acero―. ERES UNA GRAN MAMADORA, BELLA NAORI, PROCURARÉ NO HACERTE MUCHO DAÑO CUANDO TE FOLLE…

         ―¿MMM? ¿QUIERE METÉRMELA YA, SEÑOR? –Suspira la lumi tendiéndose sobre la cama y abriéndose el coño con los dedos―. MI CHOCHITO ESTÁ MOJADÍSIMO SÓLO DE PENSAR EN SU ENORME Y DURA VERGA… ―Y es cierto, el coño de la puta exuda un espeso sudor rojizo de olor penetrante y embriagador, enloqueciendo al bestial y peligroso Brutakus que, sin más demora, se agarra el cipote y le clava veinte de los cuarenta centímetros del mismo de un solo golpe.

         ―¡POR LAS LUNAS DE JÚPITER! –Brama Brutakus mientras inicia el cadencioso movimiento de metesaca en el mojadísimo chochito de la prostituta―. ¡ESTÁS EMPAPADA, SO GUARRA! ¡ME ENCANTAAA!

         ―¡OH, SÍ, MI SEÑOR! ¡FÓLLEME BIEN! ¡CLÁVEME HASTA EL FONDO SU ENORME POLLÓN! ¡SOY UNA PUTA, MI SEÑOR! ¡SOY LA MÁS GUARRA DE LAS GUARRAS Y ME ENCANTA CÓMO ME FOLLA! –Gime Naori siguiendo a la perfección su papel de meretriz complaciente.

         Lo que la pobre ignora es que esta vez, el único que va a tener un final feliz va a ser su cliente…

         ―¡AHORA QUIERO QUE TE TRAGUES MI LECHE, ZORRA! –Ordena Brutakus sacando su verga del chorreante coño de la prostituta y acercándola de nuevo a su boca entreabierta.

         ―¡MMM, SÍ, MI SEÑOR! ¡DEME TODA SU LEFA CALIENTE! –Gime la pobre Naori mientras su malvado cliente comienza a soltar chorros de semen negro como el carbón y corrosivo como el ácido, quemando en pocos segundos la boca y la garganta de la indefensa putilla, que fallece en medio de horribles estertores.

         ―Te portaste bien, linda Naori –ríe Brutakus mientras se viste y sale de la habitación tras haber recuperado su dinero―. Pero no eras lo suficientemente hembra como para soportar mi ardiente virilidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 4º

COMIENZA LA CAZA

         La pequeña nave pilotada por Royer acaba de dejar atrás el hangar de la prisión galáctica, donde el intrépido cazarrecompensas acaba de mantener una breve pero intensa charla con el Alcaide Yidig acerca de la reciente fuga de Brutakus el Despedazador.

         ―Y bien, ¿qué has averiguado? –Pregunta Yassina nada más ver entrar a su jefe por la compuerta de la nave―. ¿Sabemos ya hacia dónde se dirige nuestra presa?

         ―Mucho mejor, pequeña –el equiiniano sonríe y acaricia una de las enormes tetas de su ayudante por encima del sucinto trikini que ésta lleva puesto―. Tengo el nombre de uno de sus compinches en Dakón, y hacia allá vamos.

         Horas más tarde, en una de las tabernas del mencionado planeta Dakón…

         ―Busco a un tal Daroki, me han dicho que lo puedo encontrar aquí.

         ―¿Daroki? –El obeso barman dakoniano mira a los dos cazarrecompensas y luego menea una de sus dos enormes cabezas en dirección a un hombrecillo sumamente delgado que juega a los dados en una mesa del local con otros dos tipos de aspecto malencarado―. Yo dejaría que fuera su amiguita la que se acercase, a Daroki le chiflan unas buenas tetas –dice seguidamente sonriendo a Royer y a Yassina con ambas caras―; una cubanita con ese par de mamellas, y el bueno de Daroki le contará todo lo que quiera y mucho más, pueden estar seguro de ello.

         ―¿De verdad quieres hacerlo? –Cuchichea Royer al oído de Yassina, al ver como esta se relame mirando al tal Daroki.

         ―Sí, Jefe –responde la bella venusiana con una pícara sonrisa en sus gruesos y sensuales labios―; tengo ganas de probar una polla que no sea la tuya. No te ofendas.

         ―No me ofendo –replica el cazarrecompensas, dando una palmadita al prieto y duro trasero de su voluptuosa ayudante.

         Y poco después…

         ―¡Hooola, chicos! ¿Quién va ganando? –Como si de una auténtica profesional del sexo se tratase, Yassina se acerca a la mesa donde juegan Daroki y sus compañeros y se sienta en los muslos del susodicho, notando al instante en increíble grosor de la polla de éste.

         ―¿Una amiguita tuya, plutoniano? –Pregunta uno de los jugadores sin apartar sus enormes y saltones ojos de sapo de las no menos tremendas y suculentas tetazas de la venusiana.

         ―¡No la había visto en mi puta vida! –Exclama Daroki sonriendo ampliamente mientras Yassina le acaricia el paquetón y le susurra palabras guarras al oído.

         Y poco después, una vez Daroki considera que ya ha perdido bastante dinero jugando a los dados…

         ―Vente a mi astrocaravana, preciosa. Te voy a enseñar lo que es una buena polla.

         ―Mmm… Claro, semental –antes de salir del tugurio, la venusiana se gira y envía un guiño a Royer, que la observa bebiendo cerveza dulce dakoniana apoyado en la barra.        

         Y cinco minutos más tarde, en la astrocaravana de Daroki…

         ―¡MMM, ME ENCANTAN TUS TETAS, MUÑECA! –Una vez que la voluptuosa Yassina se ha desprendido de su sucinto trikini, el plutoniano se abalanza sobre sus enormes mamellas, estrujándolas y sobándolas con sus ambas manos, poniendo en un momento sus oscuros pezones duros como piedras.

         ―¡TE VOY A HACER LA MEJOR CUBANA DE TU VIDA, SEMENTAL! –Ríe la venusiana al tiempo que pugna por liberar el gruesísimo cañón de carne del aliado de Brutakus el Despedazador.

         ―¡SEGURO QUÉ SÍ! –Gime Daroki una vez Yassina ha logrado sacar su pollón tan grueso como una jarra de cerveza dulce dakoniana de medio litro.

         ―¡POR LAS LUNAS DE JÚPITER! –Jadea la bella venusiana ante tremenda herramienta―. ¡ES LA POLLA MÁS GORDA QUE HE VISTO EN MI VIDA! ¡ME ENCANTA!

         ―¡OH, SÍ! SABÍA QUE TE GUSTARÍA MI POLLÓN –Ríe Daroki mientras se agarra la tranca y comienza a golpear rudamente los tetones de Yassina, que gime levemente cada vez que esto pasa.

         ―MMM… ¿QUIERES FOLLARME LAS TETAS, SEMENTAL? ¿QUIERES FOLLARTE MIS GRANDES TETONES CON TU ENOOORME VERGA? –Jadea la venusiana atrapando el monstruoso cipote del plutoniano entre sus mamellas y comenzando una suculenta paja a la cubana.

         Pronto, la pequeña astrocaravana de Daroki el plutoniano se llena con los gemidos y jadeos de ambos áliens en plena faena.

         ―¡ME VOY A CORREEER! –Brama Daroki agarrándose la polla con ambas manos y empezando a soltar una lefa espesa de color verdoso, que cae y chorrea por encima de los mamellones de la voluptuosa Yassina que ríe y le susurra al oído:

         ―Y ahora vas a ser bueno y me vas a contar un par de cositas sobre tu amigo Brutakus…

         ―C―claro… Lo que quieras…

         Cinco minutos después, la venusiana vuelve al bar, junto a Royer el cazarrecompensas con una amplia sonrisa de satisfacción en su lindo rostro.

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 5º

¡VENGANZA!

         ―Vaya, vaya, vaya… Mira a quién tenemos aquí –ríe Brutakus agarrando del cuello de la camisa a Yurgo, el pequeño marciano que lo traicionase hace dos años, logrando su captura a expensas de Royer el cazarrecompensas y la pérdida de su mano izquierda por un disparo de este último.

         ―¡Hombre, amigo Brutakus! –Gime Yurgo tragando saliva mientras vuelve a sentarse y la bella compañera de su antiguo aliado pide tres jarras de licor marciano para beber.

         ―¡Qué bonito es ver que los viejos amigos se acuerdan de uno! –Ironiza el Despedazador palmeando salvajemente las escuálidas espaldas del marciano y guiñando un ojo a Narsha, su ayudante, que ríe emitiendo un sonido tan sensual como engañoso.

         ―N―no sabía que habías salido de la cárcel… ―Musita Yurgo temblando de pies a cabeza mientras Brutakus apura de un solo trago su jarra de licor y emite un atronador eructo justo frente a su cara y vuelve a palmear su espalda con más fuerza aún si cabe que antes.

         ―Pues sí. ¿Qué pasa? ¿No te alegras de verme acaso? Yo tenía muchas ganas de verte –Brutakus muestra sus enormes y afilados dientes en lobuna sonrisa antes de añadir―: Puedes creerme si te digo que llevo dos años soñando con este momento.

         Los tres ojos de Yurgo el marciano parpadean veloces mientras gruesas gotas resbalan por su rojizo semblante.

         Entonces, Brutakus se alza de su asiento y lo agarra del brazo con gesto afable al tiempo que le susurra al oído:

         ―Acompáñanos, querido amigo, mi querida Narsha tiene una sorpresita para ti. ¿Verdad, Narsha? –Narsha la Feladora sonríe y acaricia el exiguo paquete del acojonado Yurgo, que comienza a temblar con violentos temblores mientras es arrastrado por el Despedazador hasta la puerta de la taberna marciana, y de allí a su nave espacial.

         Una vez en ésta, la pérfida Narsha, bajo la atenta mirada de su aliado y amante, desnuda al tembloroso marciano, dejando su diminuto miembro, apenas veinte centímetros, al aire y ya morcillón.

         ―Verás como te gusta, cariño –ríe la Feladora nacida en Alfa Centauro mientras comienza a pajearla hasta lograr que la pollita de Yurgo alcance su máxima expresión.

         ―¿Q―qué me vas a hacer? –Gimotea el marciano cuando ve a Narsha abrir los labios y besar su capullo de color rojo intenso y notando al instante como todos y cada uno de los músculos de su pequeño y escuálido cuerpo quedan totalmente paralizados.

         ―Cálmate, cariño –susurra Narsha mientras se introduce la polla del marciano en la boca y comienza a succionar con sonoros chasquidos, para divertimento del Despedazador que también se ha bajado los pantalones y se masturba lenta y concienzudamente, visiblemente excitado ante la visión de su chica mamando una verga que no es la suya. Aunque también quizás porque sabe cómo va a terminar la mamada.

         ―P―por favor, déjame marchar –suplica Yurgo mientras su piel se va arrugando a velocidad asombrosa cuando por fin la malvada hembra centauriana comienza a chuparle la fuerza vital a través de su miembro viril.

         ―Silencio, cariño. Sólo será un momento –ríe Narsha pajeando el flácido cipote del ya moribundo marciano, cuyo cuerpo ha envejecido más de noventa años en menos de cinco minutos gracias a las peligrosas dotes mamadoras de la Feladora.

         Y por fin, con la corrida llega la muerte, y el decrépito cuerpo de Yurgo se derrumba en el suelo de la nave de su antiguo socio criminal, que ríe y comienza a eyacular su ácido esperma sobre el cuerpo sin vida del fallecido en medio de atronadoras carcajadas.

         ―Lo hiciste bien, muñeca, como siempre –sin dejar de reír, ambos amantes se unen en un apasionado beso antes de poner el motor de la nave en marcha y enfilar rumbo a su próximo destino.

 

CAPÍTULO 6º

DOS AÑOS ANTES

         Vamos a retroceder dos años en el tiempo para conocer qué pasó y cómo fue la captura de Brutakus el Despedazador.

         Nos encontramos en el despacho de Royer, el cazarrecompensas, donde éste disfruta de una estupenda mamada por parte de su última clienta, una hermosa nimediana de labios suaves y cálidos, que hacen las delicias de su enorme pollón.

         Hemos de apuntar que, para esas fechas, la voluptuosa Yassina aún no trabajaba para él, aunque no falta mucho para que aparezca en su vida.

         ―¡OHHH, SÍÍÍ! ¡ME CORRO, ME CORRO, ME CORROOO! –Brama el equiiniano comenzando a soltar lefa sobre la bella carita de la nimediana una vez ésta ha terminado su trabajito oral.

         Unos días más tarde, encontramos a Royer hablando animadamente por videófono con su gran amigo Yidig, el Alcaide del penal intergaláctico.

         Según parece, el convoy en el que debían llevarle a un grupo de presos sufrió un percance cuando repostaban en Fobos, una de las lunas de Marte, y los prisioneros habían escapado; cuatro de ellos habían podido ser recapturados, pero el quinto, una mala bestia llamada Brutakus el Despedazador, había logrado escapar con ayuda de una hembra centauriana y era primordial lograr su captura y ponerlo a buen recaudo, antes de que algún inocente resultase herido o peor, muerto.

         Tan ensimismado se encuentra nuestro protagonista hablando con el Alcaide de la prisión, que no se percata de la imponente figura femenina que hay en el umbral de su pequeña oficina hasta que ésta carraspea levemente.

         El enorme trabuco de Royer se pone como una piedra al verla.

         Una venusiana pura.

         Una hembra nacida por y para hacer el amor.

         Tetas enormes y duras, culito prieto y respingón, labios carnosos, perfectos para las más deliciosas mamadas, y piel suave como la de un melocotón terrestre, aunque él nunca ha estado en la Tierra ni comido de esa fruta.

         Y entonces, la bella visión habla, y el cazarrecompensas sabe que ha de ser suya sí o sí.

         ―Perdón… ―Susurra la recién llegada suspirando levemente mientras clava sus enormes y negros ojos sin pupilas en el hombre que tiene delante―. ¿Es usted Royer el equiiniano, el cazarrecompensas?

         ―Er… Sí, yo soy –logra responder nuestro protagonista mientras se propina varios violentos golpes en el abultado paquete para bajar la brutal erección―. ¿Y usted es…?

         ―Yassina –la venusiana extiende su diestra para que Royer la estreche en señal de saludo mientras añade―: Hablamos hace unos días; vengo por el anuncio que puso usted en el holoperiódico solicitando una ayudante y secretaria. Pensé que doy el perfil.

         ―Vaya si lo da –musita el cazarrecompensas sin poder apartar sus ojos del imponente par de mamellas de la recién llegada que, al darse cuenta de este detalle, no puede menos que sonrojarse y lanzar una divertida carcajada.

         Y mientras esto pasa, a unos cuantos años luz en Alfa Centauro.

         ―¡QUIERO SANGREEE! ¿ME HABÉIS OÍDO? –Brama Brutakus el Despedazador alzando su arma de protones sobre su enorme y fea cabezota―. ¡Vamos a arrasar este planetucho de mierda y a violar y a rajar a todas las putas centaurianas! Con el permiso de nuestra querida Narsha la Feladora.

         La aludida lanza una sonora carcajada y sin más dilación, agarra su arma y comienza a disparar al aire, siendo pronto imitada por Brutakus y el pequeño marciano Yurgo quien no se sabe muy bien por qué, parece algo nervioso.

         Algo más tarde, y tras celebrar una sangrienta orgía en la que los tres peligrosos criminales han violado y asesinado al menos a veinte hombres y mujeres centaurianos vemos a Yurgo escondido tras una pequeña nave espacial hablando con alguien a través de su holofono.

         ―¿Con quién coño hablas, marciano del demonio? –Ríe Brutakus, propinándole una brutal palmada en la espalda, que a punto está de tirarle el aparato de comunicación de las manos.

         ―C―con nadie –logra balbucear el marciano al tiempo que esboza una tímida sonrisa y recoge su holocomunicador.

         ―¡Pues déjate de llamaditas y ven con nosotros, joder! –Bufa Brutakus dando media vuelta para regresar junto a Narsha, no sin antes añadir en tono socarrón―: Tenemos para ti a unas preciosas niñas centaurianas con ganas de polla.

         ¿Con quién hablaba el pequeño Yurgo? Os estaréis preguntando.

         La respuesta la tenemos en el despacho del Alcaide Yidig que nada más cortarse la comunicación con su aliado marciano marca el número de su amigo y aliado Royer, el cazarrecompensas.

         ―¿Estás preparada para un poco de acción? –Pregunta Royer a su nueva y flamante ayudante, que sonríe y asiente con un leve cabeceo.

         ―¿Adónde vamos? –Inquiere la venusiana mientras carga en la pequeña nave de su jefe las armas y el equipo que éste le va pasando.

         ―A Alfa Centauro―responde Royer pasando a Yassina un chaleco protector y cerrando el portacartas del pequeño pero seguro y potente vehículo espacial―; tenemos que hacernos cargo de un mal bicho.

         ―¡Uau, qué emocionante! –Exclama la bella muchacha colgándose del poderoso cuello del equiiniano y encasquetándole un largo y profundo beso en la boca.

         Poco después, y cuando la pequeña nave ya surca el espacio rumbo a Alfa Centauro…

         ―¿Qué tan malo es el tipo al que vamos a dar caza, jefe?

         ―Se llama Brutakus, y es un asesino de la peor calaña. Brutal, frío y despiadado. Lo mejor será que no te separes de mí ni un instante.

         ―Mmm… Me ponen los tipos duros, jefe –la guapa venusiana se alza de su asiento y comienza a desabrocharse el ajustado traje de lycra, dejando al descubierto sus magníficos tetones al tiempo que se acerca a Royer y empieza a sobar su ya abultada entrepierna―. Me ponen muuuy cachonda… Y sé que tú eres un tipo muy duro –esto último lo dice mientras su lengua recorre los casi cincuenta centímetros del pollón del cazarrecompensas, que suspira y activa el piloto automático para disfrutar sin distracciones de la estupenda mamada que le está regalando su nueva y ardiente ayudante, tras la cual siguen su camino hacia Alfa Centauro.

         Al llegar a su destino, Royer pone una escopeta de energía en manos de Yassina y le dice al tiempo que estruja sus grandes mamas con lujuria:

         ―Recuerda, cariño. No te separes de mí ni un instante y al menor indicio de peligro, abre fuego.

         ―Así lo haré –responde ella guiñándole unos de sus lindos ojos negros.

         Poco después tiene lugar en una de las calles de la ciudad centauriana tomada por Brutakus la batalla antes mencionada en la que el Despedazador pierde la mano izquierda y dará  como resultado que  vuelva a prisión durante otros tres años, naciendo de esta manera un odio irreconciliable entre el asesino y el cazarrecompensas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 7º

ALGO SOBRE ROYER EL EQUIINIANO

         Conozcamos ahora un poco sobre el protagonista de nuestra historia.

         Como ya sabemos, su planeta de origen se llama Equiin y está situado en la galaxia de Orión, muy cercano a dicha estrella.

         Los equiinianos se distinguen, como bien habéis podido adivinar, por el descomunal tamaño del miembro viril de su habitantes masculinos, pues ninguno de ellos baja de los cuarenta y pico centímetros de longitud, si a eso le sumamos su potencia sexual, se puede decir sin temor a equivocarnos, que tenemos ante nosotros a los auténticos sementales del Universo.

         Royer, el equiiniano protagonista de nuestra historia, nace en el seno de una familia acomodada y desde muy joven da muestras de ser un amante de las aventuras y la acción, lo que lo lleva a muy temprana edad a alistarse en el ejército para ver si así aplaca sus ansias de emociones fuertes.

         Por desgracia para él, su planeta natal se declara neutral en asuntos bélicos y nuestro protagonista, mortalmente aburrido por la falta de acción y correrías, después de tan sólo un par de años, en los que llega a obtener el beneplácito y admiración de sus superiores, abandona el ejército y se establece en Marte, donde se alista en el Cuerpo de Policía marciano, saciando durante algunos años sus ansias de acción.

         Sin embargo, durante una batida policial, algo salió terriblemente mal y dos de sus compañeros murieron en extrañas circunstancias nunca aclaradas, perdiendo él la placa y siendo retirado del servicio activo de forma definitiva, y aunque, todo sea dicho, luego se determinó que lo ocurrido no había sido culpa suya y se le pidió perdón públicamente, el mal ya estaba hecho, Royer el equiiniano abandonó el planeta Marte y terminó por establecerse como cazarrecompensas en un pequeño planetucho perdido en la galaxia de Orión y de cuyo nombre no puedo acordarme, logrando pronto fama intergaláctica por sus métodos, tan ortodoxos como eficaces en lo que a captura de malhechores de todas las razas y planetas se refiere.

         Ha tenido muchos y variados ayudantes a lo largo de su carrera como cazarrecompensas, casi todos varones, entre los que destaca un enorme marciano de nombre Gorn, que al final resultó ser homosexual y que a punto estuvo de  violarlo tras la captura de un peligroso secuestrador, por lo que nuestro protagonista, sintiéndolo mucho, pues el marciano era un excelente compañero, tuvo que prescindir de sus servicios, rompiendo el corazón del pobre Gorn.

         Pero sin duda alguna, su ayudante preferido es Yassina, la guapa, sensual y voluptuosa venusiana de mamellas grandes y firmes y una lengua capaz de las más excelentes mamadas. Si a eso le contamos que sabe manejar un arma casi con tanta soltura como come pollas…

         ―Royer… ―La voz de la venusiana suena cerca de su oído, sacándolo de su húmeda ensoñacíon y haciéndole dar un leve respingo en su asiento de la nave espacial.

         ―Dime, querida –Royer sonríe y acaricia las tremendas tetazas de su partenaire con las puntas de sus dedos, notando como los pezones se le ponen duros como piedras, al igual que su pollón.

         ―Creo que nos acercamos a nuestro destino –es todo lo que logra decir Yassina antes de que su jefe la agarre y le meta la lengua hasta el gaznate en un beso laaargo y profundo y luego la ensarte con su trabuco de carne poco antes de que la nave dé por finalizado el viaje.

         ―Perfecto, muñeca –sonríe Royer tras eyacular dentro del coño de su ayudante, que acaba de alcanzar su quinto orgasmo y se abraza a él con fuerza susurrándole al oído:

         ―¡Joder, Royer! ¡Me encanta sentir tu pollón en mi coño!

         ―Y después de un buen polvazo… ―Con estas palabra se alza el equiiniano del asiento del piloto y tomando sus armas, sale de la nave, dispuesto a dar caza al infame Brutakus.

 

CAPÍTULO 8º

BRUTAKUS TIENE UN PLAN

         ―El maldito equiiniano está aquí, amado Brutakus –anuncia la pérfida Narsha a su no menos malvado amante y aliado mientras acaricia el prominente bulto de su entrepierna dispuesta, como siempre, a un momento de intenso placer follando y disfrutando del tremendo pollón del Despedazador.

         Por desgracia para ella, Brutakus tiene otras cosas en qué pensar, y la aparta de un violento empujón y unas palabras nada amables ni cariñosas.

         ―¡Ahora no es momento de tonterías, Narsha! ¡La venganza nos espera! No tengo tiempo para sandeces.

         ―C―claro, mi amor. Lo que tú digas –responde la centauriana bajando la mirada y apartándose del camino del furioso y excitado Despedazador que, al pasar por su lado, la mira con una mezcla de desprecio y lujuria en sus enormes ojos rojos como la sangre, provocando en ella un leve escalofrío.

         ―Mejor harías teniendo preparadas mis armas en vez de pensar siempre en lo mismo –escupe el cruel asesino en el bello rostro de su sensual aliada al tiempo que le estruja las pequeñas y firmes tetas de forma brutal, hasta hacerla gemir de dolor, para luego propinarle un fuerte empujón que casi la tira al suelo.

         Algo más tarde, y cuando Narsha por fin ha preparado, tal y cómo él ha pedido, sus armas…

         ―¡Vamos a enseñarle a ese jodido cazarrecompensas como las gastamos! –Clama Brutakus al tiempo que, con su lengua bífida, propina un lametón a su aliada en la cara, haciendo que se estremezca de placer.

         Tras esto, salen de la casa donde se han parapetado tras violar y asesinar a la familia que la ocupaba, y se separan.

         ―Recuerda el plan, Narsha –susurra Brutakus al oído de su aliada antes de que cada uno se vaya por su lado―. ¡El más mínimo error y te las verás conmigo!

         ―Tranquilo, mi amor. Está todo bajo control –replica la centauriana ya desde la distancia.

         Mientras, nuestros dos héroes, que también han llegado al planeta, igualmente se separan para intentar atrapar a los dos criminales.

         ―Recuerda, Yassina: Si los ves, nada de heroicidades, me avisas y yo acudiré enseguida.

         La venusiana asiente con un gesto y luego empieza a alejarse hacia donde suponen se encuentran los tan buscados criminales.

         Lleva recorridos unas decenas de metros cuando…

         ―Alto ahí, zorra tetona. Da un paso más y te vuelo la puta tapa de los sesos –la voz del insidioso Brutakus suena a escasos centímetros de Yassina, que traga saliva y obedece las órdenes del peligroso asesino.

         Cinco minutos más tarde, de nuevo en la nueva guarida de Brutakus y Narsha, adonde ya ha llegado Royer tras recibir el aviso de su archienemigo…

         ―¿Te ha hecho daño este cabrón, Yassina? –Es lo primero que sale de labios del cazarrecompensas al ver a su ayudanta completamente desnuda y atada de pies y manos, abierta de piernas en una de las camas de la vivienda.

         ―Todavía no –ríe Brutakus propinando un culatazo a su odiado rival en la abultada entrepierna y añadiendo seguidamente―: Pero créeme que se lo haré, vaya si se lo haré. Sobre todo cuando me la folle y me corra dentro de ella, abrasando sus entrañas de puta venusiana.

         ―¡TÓCALE UN SOLO PELO, MALDITO CABRÓN DEGENERADO Y TE JURO QUE…! –Brama Royer haciendo amago de lanzarse sobre el Despedazador, que lo detiene apoyando el cañón de su rifle láser en el depilado coño de Yassina.

         ―Tranquilo, amigo… ―Sonríe Brutakus, mostrando al  cazarrecompensas una lobuna mueca―. Sería una verdadera lástima destrozar un chochito tan lindo.

         Tras esto, ordena a Narsha desnudar y atar a Royer a una de las sillas de la habitación y luego dice en medio de una sonora y bestial carcajada, dirigiéndose a su aliada centauriana.

         ―Es tuyo para hacer lo que quieras con él. ¡Nos vamos a divertir!

CAPÍTULO 9º

NUEVA TRAICIÓN

         Dicho y hecho, tal y como le ha ordenado Brutakus, Narsha la Feladora agarra el bestial pollón de Royer el equiiniano y comienza a pajearlo y a lamerlo hasta lograr que alcance sus casi cincuenta centímetros de extensión, para gozo de nuestro protagonista que gime y se retuerce en la silla de puro placer.

         ―MMM… ¡ME ENCANTA TU ENORME CIPOTE! –Jadea también la peligrosa criminal, mientras, de manera imperceptible, guiña un ojo al cazarrecompensas.

         Y así sigue la Feladora haciendo lo que tanto le gusta, es decir, mamando la enorme polla de su prisionero hasta que…

         ―¡ME CORRO, JODER ME CORROOO!  

         Royer el equiiniano descarga sobre su rostro y dentro de su boca casi un cuarto de litro de leche espesa y caliente, que la centauriana traga con deleite manifiesto mientras, con un pequeño cuchillo, corta las ligaduras que lo mantienen inmovilizado al tiempo que le susurra al oído:

         ―¡Cárgate a ese cabrón!

         El cabrón no es otro que Brutakus, que está intentando asimilar lo que sucede.

         Cuando por fin lo hace es tarde, y ya tiene encima a su odiado enemigo, que, de un puñetazo, lo tumba en el suelo.

         ―¿¡Q―qué coño ha pasado aquí!? –Balbucea el pérfido criminal desde tierra clavando sus ojos en el satisfecho Royer primero y en su aliada después―. ¿¡Por qué no está muerto!? ¡DEBERÍA ESTAR MUERTO, JODER!

         La risa de Narsha hace que lo que tenía pensado añadir se le atragante en la garganta al comprender que, de nuevo, ha sido traicionado.

         ―Soy muy capaz de controlar mis letales poderes succionadores de vida –dice la Feladora mientras se agacha y acaricia el demudado rostro del, hasta hace escasos minutos, su amante y aliado antes de añadir―: Y por otra parte, me estaba empezando a hartar de que me trates como basura.

         ―¡MALDITA PUTA! –Ruge Brutakus, agarrando a la traidora centauriana y comenzando a estrangularla con sus manos desnudas, pillando por sorpresa tanto a su víctima como a los dos cazarrecompensas―. ¡Me las vas a pagar todas! –Sisea el Despedazador al oído de su ex aliada mientras sigue apretando su frágil cuello.

         ―¡Brutakus, suéltala ahora mismo! –Ordena entonces Royer, apuntando con su arma de energía al insidioso criminal,  después de desatar a su adorada Yassina.

         ―¿O qué, desgraciado? –Responde Brutakus sacando un enorme cuchillo y apoyando la punta del mismo en la dolorida garganta de Narsha –Esta mala puta y yo nos vamos a largar de aquí –dice luego comenzando a caminar de espaldas hacia la puerta de la vivienda.

         No ha dado ni dos pasos para atrás, hacia la salida, cuando su enorme y feo cabezón es desintegrado por un certero disparo de…

         ―¿Se puede saber qué coño miráis? –Inquiere Yassina mientras deja caer el humeante cañón de plasma al suelo para añadir―: Alguien tenía que hacerlo. Vamos, digo yo.

         Ya de regreso en su oficina, Royer hace una llamada al centro penitenciario intergaláctico para informar al Alcaide Yidig del éxito de la misión.

         ―¿Así que Brutakus descansa en paz? –Inquiere el encargado del penal mientras una sonrisa ilumina su feo rostro adornado con cuatro saltones ojos.

         ―Así es, señor –responde Royer mientras juguetea con su arma de protones, haciéndola girar sobre la mesa de su oficina.

         ―¿Y qué hay de Narsha la Feladora? –Se interesa Yidig mientras su eficiente secretaria se afana por comerle sus dos pollas para su gusto y deleite―. ¿Ha logrado escapar?

         ―No, señor. Está aquí conmigo, bajo mi custodia –responde el cazarrecompensas mientras guiña un ojo a la centauriana que le sonríe y asiente con la cabeza―. Fue gracias a ella que capturamos al Despedazador. Y he pensado que quizás se merezca otra oportunidad.

         ―Mmm… De acuerdo, Royer. Me fiaré de ti, hasta el momento, nunca me has fallado.

         Y tras esto, el Alcaide Yidig corta la comunicación.

CAPÍTULO 10º

CELEBRANDO LA VICTORIA

         No bien ha terminado de hablar con su buen amigo y aliado Yidig, cuando Royer el equiiniano se alza de su cómoda silla reclinable y se acerca a las dos hermosas hembras que tiene delante, completamente desnudas y dispuestas para echar un buen polvo.

         ―¿Qué, chicas? –Sonríe el cazarrecompensas mientras se desabrocha los pantalones y deja libre su gigantesca tranca de carne, ya dura y palpitante y lista para el ataque―. ¿Os apetece celebrar nuestra victoria con una buena ración de polla equiiniana?

         ―MMM… ―Suspira Narsha relamiéndose con ganas ante la fascinante visión de semejante trabuco al tiempo que estira su diestra para acariciarlo―. ¿Todo esto es para nosotras solas?

         ―Eso es, chicas –Royer sonríe y estira ambas manos para acariciar los depilados coñitos de las dos sensuales hembras―; ¿os apetece hacerme una mamadita a dos bocas para entrar en calor?

         ―¡SÍÍÍ! –Exclaman Yassina y Narsha a un tiempo, para abalanzarse luego sobre el ingente cipotón de su jefe y amante. Mientras la venusiana le come y besa los cojones, la centauriana lame y chupa su enorme y morado capullo, llevando al cazarrecompensas al séptimo cielo.

         ―¡UFFF, CHICAS! –Jadea el equiiniano acariciando los cabellos de las dos expertas mamadoras―. SI SEGUÍS ASÍ, VAIS A HACER QUE ME CORRA Y SE ACABARÁ LA FIESTA… Y VOSOTRAS NO QUERÉIS ESO, ¿VERDAD QUE NO?

         ―¡CLARO QUÉ NO! –Responden ambas hembras entre risas pero sin dejar de acariciar y besar el pollón de su jefe.

         ―¿TE APETECE VER COMO FOLLO EL CHOCHITO DE NARSHA CON MIS GRANDES TETAS? –Susurra entonces Yassina mientras ella y Narsha se funden en un apasionado beso, juntando sus lenguas y salivas para disfrute de Royer, que se agarra el cipote y empieza a masturbarse lenta y parsimoniosamente.

         ―UFFF, SÍÍÍ… ―Jadea el cazarrecompensas mientras estira su diestra y pellizca uno de los grandes y duros pezones de su ayudante―. FÓLLATE A ESTA PUTITA CENTAURIANA CON TUS GRANDES MAMELLAS… PASA TUS DUROS PEZONES POR SU COÑITO CALIENTE    

         Y, dicho y hecho…

         Pronto, el despacho de Royer el equiiniano se llena de los gemidos de Narsha la Feladora, cuando la venusiana Yassina comienza a acariciar su clítoris con sus enormes tetazas, mientras, desde atrás, ella es penetrada por su jefe y amante con su bestial tranca de carne.

         ―UFFF… ¡ESTÁS MOJÁDISIMA, PUTA! –Brama el cazarrecompensas mientras su pollón entra y sale del lubricado chumino de la voluptuosa venusiana, que sigue frotando el clítoris de la centauriana con sus enormes tetones, ahora con uno, ahora con otro, arrancando ahogados gemidos de puro placer de la garganta de la Feladora.

         ―MMM… ¿TE GUSTA ESTO, CARIÑO? –Gime Yassina sin dejar de acariciar el chorreante coñito de la centauriana con sus mamellas―. ¿TE GUSTA COMO FOLLO TU COÑITO CALIENTE Y MOJADO CON MIS TETAZAS?

         ―UFFF… ¡SÍ, PUTA, SÍIÍ! ME ENCANTA NOTAR TUS DUROS PEZONES FROTANDO MI CLÍTORIS –Jadea Narsha poco antes de que Royer se acerque a ella enarbolando su trabuco y la conmine a mamárselo, ahogando sus gemidos y suspiros de placer.

         ―ESO ES, NARSHA… ―Gime el equiiniano al notar la experta lengua de la centauriana en su enorme cipote―. HAZ HONOR A TU NOMBRE Y MÁMAMELA COMO SÓLO TÚ SABES.

         Pronto, las dos calientes hembras vuelven a centrarse en lamer y mamar el ingente pollón de Royer, el cazarrecompensas para luego ser Narsha la afortunada en ser penetrada por semejante tranca de carne mientras Yassina le ofrece sus tetones para que los lama, bese y juguetee con ellos.

         ―¡ME VOY A CORRER, CHICAS! –Brama Royer sacando su manguera del coño de la centauriana y arrimándola a las ya abiertas bocas de sus dos calientes amantes.

         ―MMM… CUÁNTA LECHE, SEMENTAL… Gime Yassina tragando el primer lefazo con ansia y deleite, y dejando después que su jefe termine de correrse sobre sus enormes mamellas para que Narsha se las limpie a lengüetazos.

         ―BUFFF, CHICAS… HA ESTADO GENIAL –Suspira el equiiniano mientras las dos cachondísimas hembras terminan de limpiarle el pollón con las lenguas.

FIN

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