CAPÍTULO 3º
MÁS QUE COMPAÑERAS
Son las 00:00 de la noche, y hace dos horas que comenzó el turno nocturno en el hospital de la Santa Cruz.
En la sala de descanso, las enfermeras Maite y Laura toman café para mantenerse despiertas y charlan sobre lo que han hecho durante el día antes de entrar a trabajar.
-¿Aún no te ha pedido de salir aquel chico tan guapo que conociste en la discoteca? –Pregunta Maite, la más alta de las dos, a su menuda amiga mientras da un sorbo a su café con leche de máquina.
-Hemos quedado un par de veces –Laura le sonríe y se encoge de hombros-. Pero no sé… No es mi tipo; demasiado bajito para mi gusto.
-Vaya –Maite le devuelve la sonrisa y añade divertida-. No sabía que te gustasen los jugadores de baloncesto.
Su pequeña compañera lanza una alegre carcajada y responde.
-Bueno, digamos que no me gusta agacharme demasiado para comerle la polla a un tío.
-¿Nunca te he dicho que eres una jodida puta viciosa?
-¡Muchas veces! ¡Pero como tienes toda la razón, me da lo mismo!
Ante este comentario, ambas compañeras se unen en un coro de animadas risotadas.
Entonces, Maite, la enfermera alta y morena hace algo que, por un momento, deja sin palabras a su compañera.
Se inclina levemente y la besa en los labios, muy suavemente.
-¿Q-qué haces? –Inquiere Laura un tanto confusa mientras se acaricia los labios recién besados con la punta de los dedos-. No me digas que te van las tías…
-¡No, por Díos! –Replica Maite con una extraña sonrisa en sus gruesos y sensuales labios-. Es simplemente que siempre me he preguntado qué se sentiría al besar a otra mujer.
-¿Y te ha gustado? –Pregunta Laura con una extraña sonrisa en su lindo y aniñado rostro.
Maite, antes de responder agacha la cabeza con gesto entre tímido y avergonzado.
-Sí… Bueno, no sé; apenas te he rozado un poco los labios…
-¿Quieres volver a probar? –Antes de que su compañera más alta pueda responder, Laura la coge por la nuca y la atrae hacia sí, dándole un húmedo y profundo beso con lengua que casi la deja sin respiración.
Cuando se aparta de ella, Laura vuelve a tener esa extraña sonrisa en la boca.
-¡Joder, tía! –Exclama Maite jadeando con fuerza-. ¡Qué bien besas!
-Ya lo sé –replica Laura sin pizca de modestia.
-En serio, Laura. Me han besado muchos tíos a lo largo de mi vida, pero nadie como tú hasta ahora.
-¿Te gustaría probar algo más? –Inquiere entonces la enfermera más chiquita mientras comienza a desabrochar la bata de su compañera, dejando libres unas fascinantes y grandes tetas talla 110, vestidas con un lindo y sugerente sujetador de encaje rojo pasión-. Siempre me han dado envidia tus tetazas –dice mientras las libera del sostén y comienza a besar los pezones, grandes y de un oscuro color café, haciendo que Maite se estremezca de puro placer.
-Mmm… -Murmura la escultural Maite mientras comienza a acariciarse el sexo por encima de las braguitas también rojas, a juego con el sujetador-. Calla y sigue lamiéndome los pezones, pequeña guarrilla.
Poco después, las dos enfermeras del turno de noche disfrutan de íntimas y cálidas caricias en sus calientes sexos y senos.
-¿Te gusta esto, mi amor? –Murmura Maite mientras va bajando hasta el depilado coñito de Laura para besarlo y lamer el hinchado clítoris, tragando con placer los jugos vaginales de su compañera.
-Sí, cariño… Mmm… ¡Me encanta! –Jadea Laura acariciando los negros cabellos de Maite, que se desvive por hacerla gozar comiéndole el caliente y mojadísimo chochito.
Cuando la morena alza la cabeza una vez concluido el cunilingus, la rubia le sonríe y le pregunta mientras le acaricia las grandes mamellas.
-¿Seguro que nunca has estado con otra mujer? ¡Dime la verdad!
-¡En serio! –Ríe Maite alzando la diestra como si hiciera un sagrado y solemne juramento.
-Pues, chica. ¡Es la mejor comida de coño que me han hecho en toda mi puta vida!
De nuevo, ambas amigas y compañeras se unen en un coro de divertidas carcajadas mientras vuelven a centrarse en acariciarse mutuamente, hasta quedar rendidas después de varios orgasmos tan intensos como placenteros.
La llegada de una ambulancia al servicio de urgencias las devuelve a la realidad del hospital, y ambas se visten raudas, y salen de la cafetería, no sin antes prometerse que repetirán la sensual y deliciosa experiencia, con más tiempo y en un lugar más íntimo.