CAPÍTULO 7º
EL VESTUARIO DE LAS CHICAS
Ha acabado una nueva clase de gimnasia, y en el vestuario de las chicas, éstas se cambian de ropa para salir a la calle y regresar cada una a su casa después de la larga jornada escolar.
En estos momentos sólo quedan en el lugar tres chicas, las tres del último curso de Bachillerato, ellas son. Maribel, Rosa y Julita.
Están hablando de algo…
-Yo opino que todos los tíos son unos capullos –dice Maribel lanzando un profundo suspiro que hace reír a sus dos compañeras.
-¿Todos, todos, Maribel? –Inquiere Julia guiñándole un ojo a Rosa y lanzando otra divertida risotada.
-¿Hasta Mario? –Añade Rosa mientras lucha por abrocharse el sujetador para tapar sus tremendas tetas.
-¿Q-qué pasa con Mario? –Maribel parpadea rápidamente, poniendo carita de inocente.
-Vamos, monina –le espeta Julita con sorna-. ¿Acaso crees que nos chupamos el dedo?
-N-no sé de qué me habláis –pero Maribel sigue en sus trece de no reconocer lo sucedido con el semental del Instituto varias semanas atrás-. En serio, chicas.
Es entonces cuando Rosa, por fin, parece entender lo que ocurre y se sienta junto a su compañera.
-¿Le pediste que no contara nada, verdad, cariño?
En ese instante, Maribel también comprende y comienza a bufar y a maldecir por lo bajo.
-¡E-ese cabrón, hijoputa! –Comienza a sollozar-. ¡Se lo pedí, se lo rogué! ¡Y él me prometió que jamás diría nada a nadie!
-Pues ya ves, guapa –También Julia, la empollona, se sienta a su lado y pasa su brazo por sobre sus hombros, atrayéndola hacia sí-. Al final tooodos los tíos son unos mamones que sólo saben pensar con la polla.
-Por eso yo siempre llevo conmigo a “Conguito” –Dice de repente Rosa, mostrando a sus compañeras una extraña sonrisa, mezcla de diversión y lujuria-. Él nunca me falla y siempre me es fiel.
-¿Q-quién es “Conguito”? –Inquiere Maribel, visiblemente intrigada por las palabras de Rosa.
-Espera un momento –pide su compañera guiñándole un ojo mientras rebusca en su bola de deporte hasta dar con un consolador con forma de pene de unos veinticinco centímetros y bastante grueso, que muestra orgullosa a las otras dos estudiantes.
-¡Vaya, es…! –Comienza a decir Julita mientras examina el aparato con sumo interés, bajo la mirada atenta y divertida de Rosa que, soltando una carcajada, replica.
-¡Es el mejor amigo de las chicas! Sólo tienes que cambiarle las pilas de vez en cuando.
También Maribel coge el consolador y lo examina con atención morbosa, mientras va notando como el apetito sexual comienza a crecer en su interior.
Entonces, Rosa lanza la pregunta del millón, dejando a Julia y a Maribel con la boca abierta y los ojos abiertos como platos.
-¿Os apetece probarlo? –Con rápido gesto, arrebata la verga de plástico de manos de la modosita de la clase, y comienza a recorrerlo con su lengua, con lentos lametones, que hacen gemir a sus dos colegas de estudios.
-¡Joder! –Exclama Julita, llevándose las manos a las bragas, totalmente empapadas en jugos vaginales.- Sabes cómo poner a una tía cachonda, te concedo eso –ahora es ella la que toma el consolador y comienza a pasarlo por su entrepierna, acariciando su sexo por encima de las braguitas de algodón y encaje.
-¿Estás mojadita, puta? –Susurra Rosa al oído de la empollona de la clase, acariciando sus nada despreciables pechos talla 100, duros y bien formados, por encima de la camiseta de deporte.
Mientras tanto, Maribel, la modosita de la clase, ha comenzado a desnudarse y acariciarse su mojado chochito y sus pequeñas y duras tetitas mientras gime al ver cómo se lo montan sus dos compañeras sobre el banco del vestuario.
-Vamos, Rosa –pide Maribel de repente entre jadeos y gemidos-. ¡Métele tu juguetito en el coño! ¡La muy guarra lo está deseando!
-¡SÍ, MÉTEME A TU AMIGUITO! –Pide Julita mientras acaricia las grandes tetas de la nueva de la clase-. ¡HAZME GOZAR, PUTA!
-Mmm… -Rosa toma su consolador y comienza a acariciar con la punta del mismo la húmeda vulva de Julita-. Mira como entra en tu coñito mojadito –dice mientras empuja a “Conguito” dentro del coñito de su compañera provocando, casi instantáneamente un poderoso orgasmo en la empollona de la clase, que comienza a estremecerse sobre el banco de madera como si la recorriese una poderosa corriente eléctrica.
-¡SÍGUE, ZORRA, SIGUE! –Chilla fuera de sí-. ¡MUÉVELO DENTRO DE MÍ, MUÉVELOOO!
-¿Te gusta, putita, eh, te gusta? –Susurra Rosa mientras hace girar el vibrador dentro del chochito de Julia.
En ese instante, Maribel se acerca a sus dos compañeras y comienza a acariciarse la rajita y a mover la lengua de forma obscena e insinuante.
-Yo también quiero probarlo –murmura alargando la mano hacia el consolador negro con gesto casi suplicante-. ¡Estoy súper caliente, joder!
-Toma –con una lasciva sonrisa, Rosa le tiende el aparato, y luego se prepara para seguir dando placer a Julita con su lengua y sus dedos.
-¡Gracias! –Exclama Maribel mientras se desliza hasta el suelo tras apoyarse en una de las taquillas del vestuario y comienza a pasarse el juguete sexual por los duros pezones y por el húmedo coñito.
Y así, pronto el vestuario de las chicas se llena con los gemidos y jadeos de estas tres calientes y lascivas alumnas del último curso de Bachiller del Instituto Ramón y Cajal…