CAPÍTULO 8º

LA SALA DE PROFESORES

         Doña Catalina, la exuberante Profesora de Literatura del Instituto Ramón y Cajal entra en la sala de profesores y saluda a sus dos colegas docentes, don Javier y don Matías, que en ese momento charlan sobre la época de exámenes que se aproxima.

         -Hola, chicos –la madura maestra sonríe a los otros dos profesores, bastante más jóvenes que ella-. ¿Hablando de los exámenes?

         -Hola, Cata –don Javier responde al saludo de su compañera con otra sonrisa y luego asiente con un leve cabeceo-. Así es, Matías y yo comentábamos lo difíciles que se han vuelto los alumnos de hoy en día.

         -Sí –interviene el joven Profesor de Historia mientras cierra su agenda-. Estos chicos se pasan el día mandándose wasaps y mensajitos por el móvil y es tarea casi imposible lograr que presten atención en clase.

         En ese momento, y para sorpresa de don Matías, sus dos colegas se intercambian una mirada y una risita.

         -¿Se puede saber de qué os reís? –Inquiere el maestro de Historia visiblemente intrigado.

         -Oh, de nada –se apresura a responder Javier, aunque sin borrar la sonrisa de su rostro.

         Doña Catalina, sin embargo, es más directa y sincera, y acercándose al joven docente le susurra divertida.

         -Seguro que la atención de las niñas sí que la consigues, picarón…

         -¿¡Q-qué!? –Matías enarca una ceja, visible y sinceramente sorprendido por el comentario de su compañera-. ¿Me podéis explicar eso, por favor?

         -Venga ya, Matías –Replica don Javier clavando su mirada en su colega más joven-. ¿No nos irás a decir que no te has dado cuenta de cómo te miran las chiquillas cuando te ven pasar?

         -¡Sí! –Exclama doña Catalina dando un amistoso empujón a su compañero y añadiendo en tono divertido y zalamero-. ¡Se te comen con los ojos!

         -¡Eh, vamos! –Interviene entonces Javier, quizás por salir en defensa de su colega más joven-. Catalina, sabes muy bien que a quien los chicos se comen con los ojos es a ti, por ese tremendo par de mamellas que tienes.

         -¿Qué coño pasa con mis tetas? –Replica la mujer mientras comienza a desabrocharse la blusa, aunque tan sólo los tres primeros botones, para que sus dos compañeros masculinos puedan admirar su canalillo-. ¿Qué culpa tengo yo si la naturaleza me ha dotado con esto? –Dice mientras las agita ante la mirada atónita y lujuriosa de don Javier y don Matías.

         Es el primero el que, sin poder contenerse, se lanza sobre las tetazas de su madura compañera y comienza a sobarlas por encima de la blusa.

         -¡Para quieto, semental! –Ríe Catalina mientras su mano derecha va directa al tremendo paquete del Profesor de Matemáticas, lanzando un gemido de sorpresa al darse cuenta del calibre de la herramienta de don Javier-. ¡Joder, macho! –Exclama sin apartar la mano de la entrepierna del hombre-. ¿Qué coño tienes ahí, un misil?

         -¿Te gustaría verla, querida Cata? –Pregunta el maestro mientras comienza a desabrocharse los pantalones y a bajarse los calzoncillos, dejando libre una tremenda verga de veintiún centímetros de largo y casi tan gruesa como su muñeca, logrando un nuevo jadeo de la tetona doña Catalina, que comienza a acariciar el pollón de su compañero, mientras se relame con gesto lascivo.

         Mientras, también don Matías se ha despojado de sus pantalones, mostrando su nada despreciable polla de dieciocho centímetros y también bastante gorda, que también hace las delicias de su madura colega docente que, sin dejar de relamerse, inquiere dando a su voz un tono candoroso e inocente…

         -¿Son para mí las dos? ¿Me vais a joder como a la guarra que soy con vuestras duras pollas?

         -¡SÍ! –Exclama don Javier mientras, de un tirón abre del todo la blusa de la tetuda maestra de Literatura, dejando libres sus enormes melones, talla 140.

         Un instante después, doña Catalina lame con fruición y deleite las dos vergas de sus dos compañeros maestros, regocijándose en cada una de ellas como si de dos dulces caramelos se tratase.

         La que más llama su atención es el gordo cañón de carne de don Javier, que intenta abarcar con su mano, sin lograrlo, aunque sin desmerecer para nada la polla del joven don Matías, dotado sin embargo de un par de cojones espectaculares y que al tacto se notan cargadísimos de leche caliente.

         -Sois dos auténticos sementales –jadea la exuberante hembra lamiendo ambos capullos a la vez con placer, tanto para ella como para los dos hombres, que se aferran a la mesa de la sala de profesores-. Mmm… Me encantan vuestras duras pollas –gime doña Catalina sopesando con su zurda las enormes pelotas del jovencísimo Profesor de Historia.

         Y por fin, cuando ninguno de los dos profesores puede aguantar más, la rotunda mujer se quita la falda y las bragas y les ofrece su coño, peludo y chorreante, para que la follen como lo que es, una perra insaciable y hambrienta de polla.

         El primero en acercarse es don Javier, con su gorda verga dispuesta para taladrar el chochito de su colega, que lanza un gemido, mezcla de dolor y placer, al ser penetrada por el Profesor de Matemáticas, mientras el del Historia se deleita sobando las enormes mamellas de la maestra de Literatura y disfrutando de una fabulosa mamada.

         -¿Te gusta, cariño? –Inquiere la tetona mientras lame los huevazos de don Matías-. Mmm… Cuánta leche debes guardar en estos cojonazos tuyos, cabrón –jadea la mujer mientras don Javier la penetra por detrás al estilo perro.

         Por su parte, y como ya hemos dicho, el Profesor de Matemáticas disfruta de la jodienda, follando a su compañera en medio de sonoros gemidos de puro placer, mientras hace fuerza con todo su cuerpo, quizás en un intento por lograr que su gruesa polla llegue a lo más hondo del coño de doña Catalina.

         -¡JODER, JODER, JODEEER! –Grita el hombre mientras clava su polla lo más hondo que puede, al tiempo que gruesas gotas de sudor corren por su cara y caen sobre la desnuda espalda de su colega docente.

         Por fin, y agarrándose la verga con fuerza para no correrse antes de tiempo, don Javier sale del chumino de doña Catalina, y le hace un gesto a su compañero.

         -¿Me vas a follar tú ahora, ricura? –Inquiere la voluptuosa hembra con su voz más sensual y provocativa mientras acaricia nuevamente las gordas pelotas de don Matías antes de que éste la penetre también desde atrás, entre sonoros jadeos y bufidos más propios de un animal en celo que de un hombre.

         -¡SÍÍÍ! –Grita también el joven Profesor de Historia mientras nota como su dura polla entra con suavidad en el coño de su compañera, debido a la gran cantidad de jugos vaginales que está destilando la madura mujer.

         -¡SÍÍÍ, OH, SÍÍÍ! –Gime doña Catalina mientras se acaricia las enormes tetazas y se pellizca los pezones-. ¡FÓLLAME FUERTE, MI NIÑO, FÓLLAME COMO TÚ SABEEES!

         Y, por fin, ambos sementales no pueden aguantar más, y cogiéndose ambas vergas con fuerza se acercan a la caliente Profesora de Literatura que se acuclilla para recibir las cargas de semen en su cara y en sus tetas.

         El primero en correrse es don Javier, un buen lefazo directo a la cara de doña Catalina, que saca la lengua para lamer un chorritón de leche que se escurre por su labio superior.

         Después, y con una amplia sonrisa en el rostro, don Matías.

         Doña Catalina no puede menos que reír al verse cubierta por semejante cantidad de esperma caliente y viscoso corriendo por su cara y sus grandes mamellas.

         -Os ha gustado follaros a vuestra compañera, ¿a que sí? –Inquiere la apasionada fémina mientras lame los restos de leche de ambas pollas con visible gozo.