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Cuadrilátero de sangre

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1ª PARTE

EL ESPECTÁCULO DE MODA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 1º

EL CLUB “DARK CAVE”

El hombrecillo del traje oscuro se detiene ante la entrada del club "Dark Cave".

-Aquí es –antes de entrar, se para a leer el cartel pegado junto a la negra puerta de metal-. "Lilith, nuestra campeona de "Brutal Catfight", reta a todos aquellas que se atrevan. Suculentos premios en metálico”

El hombrecillo menea la cabeza con aire incrédulo y empuja la pesada puerta de metal.

-¿Desea ver el espectáculo, señor? –Le pregunta una hermosa camarera, vestida con una brevísima túnica blanca, que apenas cubre su magnífico busto y sus largas y bien torneadas piernas-. Acompáñeme.

El hombre sigue a la joven hasta una mesa, situada a cuatro metros escasos del cuadrilátero, que se alza en el centro de la sala sumida en tinieblas.

-Gracias, señorita.

-Disfrute del espectáculo –la chica se aleja, contoneándose graciosamente entre las mesas.

El hombre mira hacia el ring con suma atención. De vez en cuando dirige una mirada a su reloj de pulsera, un “Rolex” de oro, regalo de su difunta esposa, Martha.

Pasados unos diez minutos, algo sucede en el cuadrilátero. Una figura femenina desciende desde el alto techo del recinto hasta situarse en el centro del ring.

-¡Buenas noches, señoras y señores! ¡Amantes de la lucha! –Junto a la hermosa gladiadora ha descendido un hombre elegantemente vestido, micrófono en mano-. ¡Con todos ustedes, nuestra campeona, la salvaje, la brutal, la hermosa, la invencible…, LILITH!

La mujer da un paso hacia delante, y saluda al público asistente con una leve inclinación de cabeza.

Es, realmente, una hermosa hembra, alta -1,80 metros-, de medidas de vértigo -110-60-90-. Enormes ojos verdes y larga cabellera negra, peinada en una trenza que le llega a la cintura. Esta noche, su bella figura, está realzada por un sucinto bikini dorado que apenas cubre sus hermosos y firmes senos y su zona púbica.

El presentador sigue hablando micrófono en mano, mientras camina en torno a la bella luchadora.

-¿Quien se atreve esta noche a retar a Lilith? –Dirige el micrófono hacia el público asistente en el “Dark Cave”-. ¿Nadie se atreve a retar a nuestra campeona?

De repente, y como respuesta a la proposición del hombre del micrófono, algo parece moverse al fondo de la sala.

-Parece que hay alguien, señoras y señores –el presentador sonríe a las dos personas que se aproximan al ring.

Estas dos personas son un anciano de color, de rizados cabellos plateados, y una guapa muchacha, también de raza negra, vestida con un chándal de color rojo y manos ocultas en sendos guantes de boxeo.

La pareja de recién llegados sube al cuadrilátero, ayudada por el sonriente presentador.

-Buenas noches –saluda el hombre del micrófono a los recién llegados.

-Buenas noches –el anciano estrecha la mano que le tiende el sonriente animador del espectáculo.

-¿Con quién tengo el gusto de hablar?

-Me llamo Vincent Lindon –responde el anciano de color con una tímida sonrisa-. Y ella es mi sobrina Cinthia.

-Una joven preciosa –con gesto galante, el presentador, toma la mano de la muchacha, y la besa suavemente sobre el guante.

Cinthia sonríe con aire inocente mientras su tío sigue hablando.

-Mi sobrina es la campeona estatal del Circuito de Boxeo. Con veinte victorias; trece por Knock Out.

-Interesante –el presentador sonríe, mostrando un perfectamente estudiado falso interés por las palabras de Lindon.

-¡Y estamos aquí para demostrar que Cinthia puede derrotar y derrotará a su campeona! –Añade entonces el anciano mientras alza la mano derecha de su bonita sobrina en claro gesto de victoria.

Ante las valientes palabras del viejo, un grito se alza entre el enardecido público asistente, deseoso de contemplar una buena pelea entre las dos bellísimas y poderosas luchadoras.

Mientras, el hombrecillo del “Rolex” de oro, observa toda la escena con suma atención.

Ha pedido una jarra de cerveza, y da pequeños tragos al frío y amargo líquido.

-¿Quién quiere apostar? –el presentador se lleva el micrófono a la boca, mientras pasea por el ring, como un león enjaulado- ¿Será Lilith nuestra vencedora? ¿O será la joven y linda Cinthia quien se lleve los quinientos créditos del premio?

Cinco minutos más tarde, después de que el presentador haya explicado las reglas del combate a la joven boxeadora negra, las dos luchadoras se saludan en el centro del cuadrilátero.

Cinthia es la primera en atacar con un gancho a la mandíbula de su rival, que la esquiva con un ágil movimiento.

-No eres invencible -la joven boxeadora vuelve a lanzar su diestra contra Lilith-. ¡Hoy serás derrotada!

La gladiadora esquiva, uno tras otro, todos los golpes que le envía la joven negra que, poco a poco, comienza a notar los síntomas del agotamiento, y sus ataques se vuelven cada vez más lentos y pesados.

Entonces, Lilith estira su mano derecha, y agarra a su joven rival del rizado y negro cabello.

Después, mira al público asistente que comienza a lanzar salvajes gritos de: "¡Acaba con ella, mátala!”, y la hermosa gladiadora asiente con un leve movimiento de cabeza.

Los dos primeros golpes destrozan el ojo izquierdo de la joven Cinthia Lindon. Los cuatro siguientes causan gravísimos estragos en su nariz y labio superior. Y los cuatro últimos lanzados sobre su cabeza, le provocan una hemorragia interna y un coma irreversible.

El anciano Lindon, sentado en primera fila, asiste desesperado al brutal y sangriento espectáculo protagonizado por su sobrina.

Y en el centro del ring, pisando un charco de sangre de Cinthia Lindon. Lilith alza los brazos en señal de victoria mientras que, de una patada, aparta el cuerpo inmóvil de su rival.

-¡Ya lo han visto, señoras y señores! ¡Amantes de la lucha! –El presentador mientras dos empleados del club retiran el cuerpo de la joven boxeadora, vuelve a subir al ring, micrófono en mano.- ¡Lilith ha vuelto a ganar! ¡Lilith sigue siendo nuestra campeona! –Dirige el micrófono hacia la barahunda formada por el público, que corea y vitorea el nombre de la vencedora.

El hombre del "Rolex" de oro, una vez terminada la cerveza y el combate, se levanta de la silla y, tras dejar en el platito de aluminio, donde unos minutos antes, una linda camarera trajese la nota, los dos créditos de la misma, se dirige hacia la salida del "Dark Cave", cruzándose en el trayecto con Lindon que, en compañía de uno de los encargados del local, se dirige también hacia la puerta del club.

-Pobre diablo –el encargado del local dirige una mirada hacia nuestro hombre, que se limita a mirar al anciano, cuyos negros ojos se hallan enrojecidos y rebosantes de lágrimas.

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 2º

EL DETECTIVE Y LA CHICA LLAMADA BLUE

         Tras abandonar el oscuro y siniestro garito, el hombrecillo encamina sus pasos hacia su oficina.

         Las calles de la ciudad son peligrosas, eso es algo que él sabe bien, por esta razón, se apresura a llegar cuanto antes a su pequeño y acogedor despacho donde se ubica su negocio.

         Sólo hay un mensaje en su contestador automático.

         No le hace falta escucharlo para saber de quién se trata. Aún así, con gesto cansado, oprime el botón.

         -Hola, soy Blue Lewington. ¿Ha averiguado ya algo?

         -No –responde a la oficina vacía-. Aún no tengo nada.

         Después y como tantas otras noche, saca su viejo saco de dormir del cajón superior del fichero, lo extiende en el suelo del despacho y, tras apagar el flexo, se mete en el saco y se duerme.

         Despierta a las ocho en punto de la mañana, sin necesidad de despertador. Nunca lo ha necesitado.

         Se lava un poco la cara en el lavabo del diminuto cuarto de aseo, y baja a la calle, a tomar café y un bollo en el bar del viejo Curtis, un veterano de la última guerra, la del 2.025.

         -Hola, Curtis, ¿qué tal tu pierna? –Se sienta, como cada mañana desde hace cinco años, para poder hablar con el dueño del local.

         -Me duele, la hija de puta –Curtis Stamphord se frota la pierna derecha. Hace veinticinco años una bala enemiga se la hirió y aunque los médicos quisieron amputársela Curtis se negó y, de algún modo, logró salvar su pierna, a costa, eso sí, de sufrir terribles dolores, que no logra calmar ni con varias dosis de morfina-. ¡Cualquier día cogeré una motosierra y…!

         El hombrecillo asiente con la cabeza mientras bebe el hirviente café a pequeños y rápidos sorbos.

         De repente, una voz llega hasta nuestro protagonista desde la puerta del local.

         -¡Por fin le encuentro! –una linda joven camina, decidida, hacia la mesa ocupada por nuestro hombre. Es realmente una joven guapa, no demasiado alta, 1,65 metros, pero de hermosas formas 90-60-85, cabello rubio y muy corto, y grandes y expresivos ojos azules. Sus carnosos y sensuales labios curvados en mohín de disgusto-. Le he llamado varias veces; incluso le dejé un mensaje en el contestador.

         -Lo sé, señorita Lewington –el hombre dedica a la recién llegada una extraña mirada.

         -Y bien, ¿qué va a hacer? –Blue arrima una silla a la mesa, y se sienta-. ¿Ha averiguado algo? ¿Tiene algún indicio sobre la persona que le dije?

         -¿Por qué Blue? ¿Quién le puso ese nombre, sus padres? –El hombre da un bocado a su bollo relleno de mermelada de uva, le encanta la mermelada de uva desde pequeño, y vuelve a mirar a la chica.

         -M-mis padres me lo pusieron, sí –la guapa joven desvía la mirada.

         -Es un nombre muy bonito –Curtis sonríe desde detrás de la barra.

         -Curtis… -El hombrecillo alza dos dedos de su mano derecha-, dos cervezas de las que tú sabes, por favor.

         -¡Marrrchando! –Exclama el simpático barman tomando dos jarras de cerveza y llenándolas del barril que tiene debajo de la barra del bar.

         Un instante después, y una vez que la joven llamada Blue ha probado el licor, el detective se dirige a ella.

         -Quiero, señorita Lewington, que vuelva a contármelo todo desde el principio, sin omitir ni un solo detalle.

         Blue Lewington respira hondo, sonríe tristemente y comienza a hablar…

CAPÍTULO 3º

LA TRISTE HISTORIA DE BLUE LEWINGTON

         -Recuerdo que vivíamos en Bristol, y mamá enfermó gravemente, yo tenía cuatro años y Pearl catorce. Cuatro años más tarde, el día que yo cumplía siete años, murió. Un tumor maligno en el cerebro. –Blue ya no sonríe. Ahora una lágrima rueda por su mejilla-. Tras la muerte de mamá, papá nos llevó a Farmouth, a la granja de su hermana Karen. Ésta había quedado viuda hacía dos años y, aunque todavía era joven a sus treinta y nueve años, no había vuelto a casarse y se encargaba ella sola de la granja. Sus hijos, dos jóvenes gemelos de doce años la ayudaban en todo lo que podían. Pero nuestra llegada les resultó como una bocanada de aire fresco.

         El hombre saca un paquete de “Kleenex” y lo tiende a su joven cliente, que lo acepta con una sonrisa.

         -G-gracias.

Blue se enjuga las lágrimas y sigue hablando.

 -Entonces, una noche seis meses después de trasladarnos a la granja de tía Karen, dos hombres aparecieron y, tras asesinar a mi padre y a nuestra tía, se llevaron a mi hermana mayor, Pearl.

-¿Cómo lograste salvarte tú? –Pregunta el detective dando otro bocado a su bollo relleno de mermelada de uva.

-Paul y Dave, los gemelos, me salvaron escondiéndome en los establos de la granja.

-¿Quiénes era aquellos hombres? –Inquiere el hombrecillo mientras se lame los dedos manchados de mermelada.

-Tardamos años en descubrirlo –responde Blue Lewington dando un trago a su cerveza de barril antes de añadir-. Imagino que recordará la oleada de secuestros que se extendió por el país hace años.

-Veinte secuestros en menos de cuatro meses. Todas las víctimas eran chicas de entre doce y quince años –responde el hombrecillo mirando con suma atención a su bonita interlocutora.

-Y... ¿Qué comenzó exactamente un año después de la oleada de secuestros? –Blue, con rabia, estruja el pañuelo de papel y lo arroja al suelo.

-El mayor espectáculo de los últimos cincuenta años. Brutal Catfight.

Tras decir esto, el detective paga las consumiciones y sale del local seguido de cerca por la joven Blue.

-¿Cómo es que, después de quince años, usted recupera las esperanzas de encontrar a su hermana con vida?

Cruzan la calle y entran en el edificio donde el hombrecillo tiene su pequeña oficina.

-Pues verá. Todo comenzó hace cosa de dos meses. Yo trabajaba como camarera en un restaurante a unas pocas manzanas de aquí, y, como cada quince días, fui al banco a ver si me habían ingresado la nómina.

Se detienen ante la puerta del diminuto apartamento, que hace las veces de despacho para el detective.

-Me estaba contando algo acerca de su nómina –el hombre quita un montón de ropa sucia de encima de una silla y se la ofrece a su joven y guapa cliente.

-Sí, así es –Blue se sienta en la silla-. Como le decía, fui al banco a ver si me habían ingresado la nómina y me encontré con que alguien, tan sólo dos horas antes esa misma mañana había ingresado quinientos créditos en mi cuenta corriente.

-¡Uau, quinientos créditos! –El hombre, sentado tras su escritorio ha sacado una botella de whisky y dos vasitos y se dispone a llenar éstos-. Hace mucho que no veo yo quinientos créditos en mi cuenta corriente.

-Son suyos.

-¿¡Qué!? –El hombre toma su vaso y bebe el licor de un sólo trago.

-Esos quinientos créditos son suyos, si me ayuda a encontrar a esta chica –la muchacha saca una “Polaroid” y se la tiende al detective.

Él coge la foto y la mira con interés. En ella puede ver a dos chicas, una, de alrededor de catorce años, muy guapa, de largo cabello negro, y grandes ojos verdes. A sus pies, vestida con un trajecito de marinero, una niña de siete y ocho años, rubita y de ojos azul celeste.

-¿Usted y su hermana? –Inquiere mientras centra su atención en los preciosos ojos verdes de la chica de más edad.

-Nos la hizo mamá poco antes de que le diagnosticasen el tumor cerebral.

-¿Por qué me habló usted el otro día del club "Dark Cave"? ¿Acaso cree usted que su hermana pudiera estar allí escondida?

-¡No lo creo, estoy segura! –La joven coge la "Polaroid" de las manos del hombre y, con expresión excitada, pone un dedo sobre el rostro de su hermana mayor-. Sus ojos verdes son inconfundibles.

-De acuerdo, no voy a negar que, el parecido entre la jovencita de la foto y la mujer que vi anoche en el cuadrilátero del club es asombroso pero…

-Está bien –Blue se levanta de la silla y se dirige hacia la puerta del despacho dispuesta a marcharse-. Si usted no me ayuda…

-¡Espere, señorita Lewington! el hombre se levanta también y coge a la joven del brazo-. ¿¡Se ha vuelto loca!? ¡Esos tipos la matarán si descubren lo que pretende!

-¡Pues ayúdeme!

El hombre clava en los celestes ojos de su joven y guapa cliente una mirada de resignación.

-De acuerdo, esta noche volveré a ese club –abre la puerta y dedica a la joven una sonrisa tranquilizadora-. Usted no se acerque a ese sitio. Si su hermana está allí, la encontraré, se lo prometo.

CAPÍTULO 4º

NUEVA VELADA EN EL “DARK CAVE”

         Aquella noche, el hombre vuelve al "Dark Cave". Cuando llega, el "espectáculo" ya ha comenzado.

         Esa noche, en el cuadrilátero, a parte de la poderosa y hermosa figura de Lilith, puede verse una joven, de rasgos asiáticos, vestida con shorts y camiseta de tirantes, las dos prendas de color azul marino que salta con ágiles movimientos en torno a Lilith, al tiempo que lanza rápidas y poderosas patadas al aire, a escasos centímetros de su rival.

         -¡Ja! –La joven oriental sonríe con aire de suficiencia-. ¿Preparada para dejar el trono, guapa?

Su siguiente golpe alcanza el rostro de su contrincante, que se tambalea levemente.

-¡Vamos, zorra! –La joven asiática logra conectar dos patadas más sobre el pecho de Lilita, haciéndola trastabillar y casi caer contra las cuerdas del ring-. ¡Te voy a matar, puta!

Lilith, para sorpresa de su rival, curva sus labios en una misteriosa sonrisa mientras, en un rápido movimiento, detiene la siguiente patada de la chica oriental, sujetando el pie derecho de la misma.

-Si quieres salvar la pierna –la voz de la guerrera de ojos verdes es un susurro hermoso y sensual-. Ríndete.

Su joven rival abre y cierra la boca como un pez fuera del agua antes de responder con un rotundo y tajante…

-¡Qué te jodan!

En ese instante, y sin dejar de sonreír, Lilith alza su mano derecha para dejarla caer sobre la rodilla derecha de su rival con todas sus fuerzas, que no da crédito a lo que ven sus ojos cuando su rival arroja sobre la lona su pierna mutilada de rodilla para abajo.

-¡H-hija de puta! –la joven oriental, afectada más por el shock de la visión de su pierna destrozada que por el dolor, salta a la pata coja hasta una de las esquinas del cuadrilátero, donde finalmente cae a la lona, semiinconsciente por la pérdida de sangre y el dolor.

Lilith en ese momento dirige su mirada hacia un rincón de la sala donde un individuo, vestido con traje elegante y enjoyado con anillos de oro y rubíes, le hace una señal alzando su mano derecha.

Tras recibir la señal, Lilith se acerca a su rival y, agarrándola del cuello con ambas manos, la levanta en vilo, hasta que el único pie de la joven oriental no toca la lona. Y entonces, una presión y el chasquido del cuello al romperse llega hasta el detective que, nota como un profundo escalofrío recorre su espina dorsal.

Había pedido un “Ginger Ale", pero de repente, nota como su garganta se cierra incapaz de dejar apenas el aire que respira.

Un tanto indispuesto, el hombrecillo se levanta de la mesa y se marcha en busca del servicio de caballeros.

De repente, algo llama su atención…

Alguien, desde un rincón del oscuro recinto del club, le hace señales agitando un sobre.

-¿Nos conocemos? –Se acerca al desconocido y toma el sobre que éste le tiende.

-Dígale a la chica que se olvide de todo –el individuo saca un paquete de cigarrillos y ofrece uno al detective.

-¿Por qué? ¿Es una amenaza?

El desconocido se limita a levantarse y a caminar hacia la salida del club, dejando solo al hombrecillo.

Mientras, en el ring se prepara un nuevo combate, aunque esta vez, Lilith no participará. Es un combate de los denominados "New Generation", en los cuales las participantes son chicas muy jóvenes, las dos contendientes de esta noche tienen dieciséis y diecinueve años, y la ganadora será enviada de gira por todo el país defendiendo la victoria conseguida en el club.

El hombre abre el sobre y lanza un silbido de asombro al sacar del mismo hasta diez billetes de cien créditos. También saca del sobre una nota escrita a mano.

“Señorita Lewington, olvide todo lo que cree haber visto y advierta al detective que ha contratado de que haga lo mismo. Le adjuntamos mil créditos. Esperamos no volver a tener problemas con usted ni con el detective”

-¡Mierda! –Con rabia, arruga el papel y lo arroja al suelo.

En el cuadrilátero, el sonriente presentador anuncia a las dos contrincantes del nuevo combate.

-¡Damas y Caballeros! Ahora para todos ustedes, el combate especial de cada mes –hace una pausa, al tiempo que las dos jóvenes contendientes suben al ring-. ¡Con todos ustedes, desde las lejanas tierras de Rusia, una joven y bella luchadora! –Nueva pausa mientras la chica da un paso al frente-. ¡Nisha Oronova!

Nisha viste un escueto bikini blanco, que cubre apenas sus rotundas y hermosas formas, 94-63-96. Fabulosamente distribuidas en 1,65 de estatura. Es una linda muchacha de dieciséis años escasos.

El presentador, sonrisa grababa en el rostro, vuelve a hacerse a un lado, para presentar a la otra participante del combate.

-¡Y desde el caluroso Sao Paulo! –La joven luchadora, una espectacular morena de 1,70 de estatura y formas de infarto, 95-60-90, da un paso al frente, e inclina la cabeza saludando al público asistente en el club. Viste un brevísimo short y camiseta blanca-. ¡La hermosa, Elena Fabinho!

Tras esto, el presentador baja del cuadrilátero, dejando solas a ambas contrincantes mirándose fijamente a los ojos.

Las dos jóvenes, se miran durante unos segundos, pecho contra pecho, en un leve pero intenso forcejeo, que termina cuando Nisha, armada al igual que su rival con sendos "Puños Americanos" de metal, lanza su diestra contra el pecho de la brasileña, haciéndola gritar de dolor, mientras se prepara para propinarla una patada al estómago, patada que la morena evita agarrando el pie de la rusa y pegándola una patada al otro pie, provocando así la caída de Nisha.

-¡Puta, te voy a destrozar! –con estas palabras, Elena se abate sobre su rival, descargando una lluvia de golpes poderosísimos sobre los senos y el desprotegido vientre de la rubia que, ladeando la cabeza, tose, dejando sobre la lona, un pequeño charco de sangre, que mancha su blanca barbilla. Por suerte, la joven moscovita logra reponerse y, tras detener un nuevo golpe de la morena, lanza una potente patada contra la entrepierna de su rival, que, dolorida cae de espaldas a la lona, momento que Nisha aprovecha para ponerse a horcajadas sobre su pecho, y, agarrándola por las orejas, golpearle la cabeza contra la dura lona, hasta abrirle una brecha en el cogote para después, con un rápido movimiento, aprisionarle el cuello con una poderosa llave de tijera.

-¡Ríndete, puerca! –la rusa aprieta las piernas en torno al cuello de la brasileña, que grita dolorida cuando la rubia se inclina hacia delante y la golpea los pechos con rabia, hiriéndoselos con los puños americanos.

-¡Nunca! –Elena se revuelve violentamente, logrando alcanzar a Nisha con un potente puñetazo en el costado, que la obliga a aflojar la presa en torno a su cuello.

Jadeantes, doloridas y sudorosas, ambas combatientes se alzan de la lona y se miran con rabia.

Tras un leve momento de reposo, Nisha vuelve a la carga, lanzándose contra la brasileña en un intento por agarrarla. Sin embargo, es Elena la que logra sorprender a la chica rusa con una potente patada a la cara, que le revienta el labio inferior, provocándole una fuerte hemorragia.

-¡Zorra! –Nisha se lleva la mano a la boca y con cara de espanto, mira la sangre que mancha sus dedos.

Y entonces, la bella brasileña se abate sobre su rival, para cogerla del cuello y de la entrepierna y, en una muestra de increíble fortaleza física, alzarla por encima de su cabeza, apretando la zona íntima de la rubia, provocándole un inmenso dolor. Sin embargo, esto no hace otra cosa que enfurecer a la joven luchadora rusa, la cual logra alcanzar el hermoso rostro de la gladiadora morena con un potente golpe, que daña seriamente el ojo derecho de Elena, haciéndola soltar a su rival, que cae a la lona dañándose el costado izquierdo.

La lucha es salvaje y brutal; la clase de lucha que excita al público asistente en el local. Sobretodo a las mujeres, que chillan y gritan, excitadas por la visión de la sangre.

Y en el ring, las dos hermosas luchadoras se preparan para un nuevo y más terrible ataque.

Elena, la hermosa hembra brasileña, lanza su pie derecho contra el desnudo vientre de Nisha, en una poderosa patada, que hubiera sido determinante en el desarrollo del combate si la rubia no hubiera logrado detener el golpe y desestabilizar a su rival, con un barrido al pie izquierdo de su Elena, que cae a la lona con el tobillo quebrado.

-Se acabó –Nisha Oronova, una cruel sonrisa dibujada en su lindo rostro, se acerca, renqueando, hasta Elena Fabinho que, tendida en la lona se retuerce de dolor agarrándose el tobillo roto.

La rodilla de la joven rusa impactando contra su rostro, es lo último que ve la brasileña antes de quedar inconsciente, con la nariz y la boca destrozadas por el impacto.

Y entre el público, la gente excitada comienza a aullar, algunos incluso se atreven a subir a los aledaños del ring para animar a la jovencísima luchadora rusa con voces y gritos de…

-¡ACABA CON ELLA PRECIOSA!, ¡MÁTALA!

La joven Nisha, toma la cabeza ensangrentada de su rival y, tras darle un amoroso beso en los hinchado y heridos labios, de un sólo y potente movimiento, le rompe el cuello.

-¡Qué combate, damas y caballeros! –El sonriente presentador salta de nuevo al ring y, con gesto galante, ayuda a la joven rusa a levantarse de la lona donde, agotada tras el combate, ha quedado tendida-. ¡Un aplauso para nuestra campeona! –Pide entonces el hombre.

La joven alza los brazos en señal de victoria para, seguidamente, abrazarse al sorprendido y sonriente presentador llorando y gimiendo como una niña pequeña.

CAPÍTULO 5º

UNA MALA NOCHE

         El detective, una vez concluido el combate se levanta de la mesa tras guardarse los mil créditos en el bolsillo de su abrigo, y se dirige a la salida del oscuro y siniestro club nocturno.

         Camina deprisa en dirección a su diminuto apartamento, donde le espera su saco de dormir.

         -¡Eh, amigo!

         El detective se detiene y alza la mirada hacia los dos tipos de aspecto malencarado que le cierran el paso.

         -Si no quieres problemas –dice uno de ellos-, será mejor que sueltes todo lo que lleves encima.

         -Pues... Siento decepcionaros, chicos –nuestro hombre se encoge de hombros al tiempo que da un paso hacia atrás-. Pero no habéis tenido mucha suerte esta noche. He gastado los últimos créditos que me quedaban en ese antro –señala con un gesto hacia el "Dark Cave”.

         -¿Crees que somos idiotas? –Uno de los jóvenes ladrones empuja a nuestro protagonista contra una pared cercana-. Ya puedes empezar a vaciarte los bolsillos –al tiempo que saca una navaja del bolsillo de su chaqueta de cuero

         Por su parte, nuestro hombre, con aire resignado, mete la mano en uno de los bolsillos de su abrigo y…

         -¿Qué has hecho, jodido cabrón? ¿Eh? –El segundo de los ladrones, mira al detective con temor, al ver en la oscuridad el chisporroteo del pequeño aparato eléctrico en la mano del hombrecillo, y sale corriendo, dejando a su compañero tendido en el suelo, inconsciente tras la poderosa descarga eléctrica.

         El detective, guarda su pequeño pero efectivo aparato de defensa personal y, con paso lento pero seguro, continúa el camino hacia su oficina.

         Se dispone a meter la llave en la cerradura de la puerta, cuando algo le obliga a alzar la cabeza.

         Vuelve a empuñar su aparato eléctrico de defensa, sin embargo, no llega a usarlo, pues algo duro y contundente se estrella contra su cabeza. El golpe es tan violento, que sólo su viejo sombrero de fieltro lo salva de una muerte casi segura.

         Cuando por fin recupera la consciencia puede notar como su cabeza late como el bombo de una banda de música.

         -¿Por fin despierto, detective? –Una voz sin cuerpo llega a sus oídos, desde algún punto en la oscuridad-. No es bueno meterse en según que asuntos. La has cagado, detective.

         -¿Quién eres? –Nuestro hombre intenta levantarse-. Si le han hecho algo a mi cliente…

         De repente, una mano lo agarra del pelo y le obliga a alzarse para, con salvaje movimiento, estrellarlo contra una pared cercana.

         -Si no quieres tener más problemas, olvídate de la chica, del club y de todo lo que tenga que ver con ella. Es un consejo.

         Nuestro hombre se lleva una mano a la sangrante nariz, al tiempo que intenta alzarse apoyándose en el suelo con la otra mano.

         -¿Quién eres? –Saca un pañuelo y se limpia la sangre de la nariz-. ¿Crees que me asustas? –Intenta dar a su voz una dureza que está muy lejos de sentir.

         -No lo pretendo –el misterioso personaje vuelve a cogerlo por las solapas del abrigo para propinarle un rodillazo en el estómago.

         -¿Dónde está la chica? –El detective, a pesar de la paliza, sigue sonriendo-. Si la chica sufre algún daño…

         -He de reconocer que los tienes bien puestos –ríe su atacante mientras clava su puño en el costado derecho de nuestro protagonista.

         Con mucho esfuerzo, el pequeño detective logra incorporarse, y renqueando, avanza hacia el escritorio, en uno de cuyos cajones guarda su automática.

         Sin embargo, cuando se da la vuelta, se encuentra con que su misterioso atacante ya se ha marchado, dejándolo solo en su pequeño despecho.

         No obstante, su misterioso atacante se ha tomado la molestia de dejarle un recordatorio. Una tarjeta con las siguientes y amenazantes palabras: "Aléjate de ella o eres hombre muerto”.

         Con gesto furioso, el detective, arruga el trozo de cartulina entre sus dedos y lo lanza por la única ventana de la diminuta oficina.

         Después, se deja caer en la silla, y queda profundamente dormido con la cabeza reposando sobre la mesa escritorio.

         Cuando despierta a las ocho de la mañana, como todos los demás días, la cabeza le sigue latiendo con fuerza, y un lacerante dolor se ha instalado en su estómago.

         -¡Buf! –Tambaleándose, el detective se alza del asiento y se dirige hacia la puerta del despacho, no sin antes guardarse la pistola en el bolsillo del abrigo-. La cosa se pone interesante –se dice antes de salir de la oficina y cerrar la puerta tras él con llave.

           

           

        

CAPÍTULO 6º

DE NUEVO, BLUE

         Como todos los días hace su primera parada en el bar de Curtis para desayunar un bollo y un café bien cargado y caliente.

         -Tiene mala cara –el bueno de Curtis cojea hasta la mesa ocupada por el hombrecillo y se sienta a su lado.

         -Gajes del oficio –nuestro hombre apura el café, y aparta la taza empujándola hacia el centro de la mesita con la punta del índice derecho-. Anoche tuve una visita un tanto desagradable.

         -Muy desagradable, por lo que veo –observa el tullido barman enarcando las cejas.

         Una vez ha dado cuenta de la consumición, nuestro protagonista se rebusca en los bolsillos, hasta encontrar algo de dinero con el que pagar el desayuno y se levanta de la silla.

         -Hoy me espera un día largo –hace un gesto con su mano derecha, y sale del local-. Nos vemos, Curtis. Que tengas un buen día.

         No bien ha recorrido ni veinte metros, cuando escucha una voz a su espalda y nota como una mano se posa con suavidad sobre su hombro derecho.

         -Buenos días, mi joven amiga –el detective dedica a Blue Lewington un leve gesto de saludo y una sonrisa de alivio.

         -S-se han llevado a m-mi hermana –la chica presenta un aspecto deplorable y habla con cierta dificultad.

         -¿¡Que me está diciendo!? –El hombrecillo, con gesto rápido, tiende una mano hacia Blue antes de que ésta caiga al suelo, desfallecida.

         Media hora más tarde, y una vez la joven ha recuperado fuerzas en la pequeña oficina del detective…

         -¿Se encuentra mejor? –Sentado en el borde del escritorio, el hombre dedica a su joven cliente una sonrisa tranquilizadora.

         -¿D-dónde estoy? –Pregunta la bonita muchacha mirando a su alrededor con expresión confusa y un tanto asustada.

         -En mi despacho –responde el hombrecillo-. Se desmayó hace un rato en plena calle, señorita Lewington.

         -Llevo d-dos días d-dando vueltas –musita Blue mientras acepta la taza de té que el detective acaba de preparar-; a-apenas he d-dormido…

         -Ahora está conmigo. Descanse y tranquilícese.

         -¿Y mi hermana? ¿Va a hacer algo por encontrarla?

         -Oh, claro –El detective ha sacado una bolsa de bollos rellenos de crema y ofrece uno de ellos a la joven que, hambrienta, lo engulle casi sin masticar-. En la calle me dijo que se la habían llevado. ¿Se refería a su hermana?

         -Así es –Blue coge otro bollo y lo muerde-. Logré entrar en el club esta madrugada, alguien de dentro me informo que se llevaban a mi hermana a México

         -¿A México…? –Visiblemente sorprendido, el detective enarca una ceja-. ¿Por qué a México?

         -Dentro de dos meses se celebra en la capital mejicana el torneo por el título mundial de Brutal Catfight. Mi hermana ha sido inscrita para combatir.

         -Es una luchadora excelente, por lo que he podido ver en el club.

         -Es cierto, pero…

         -¿Pero, qué…?

         -Mi..., informador me entregó algo antes de irse... un DVD con una grabación. Si la quiere tendrá que ir a esta dirección... Yo me largo a México a buscar a mi hermana –dicho esto, la joven rebusca en los bolsillos de su abrigo, hasta encontrar un diminuto disco plateado, y después, antes de que el detective pueda decir o hacer nada, abandona el pequeño despacho.

         -¡Mierda! -El hombrecillo aprieta los puños y sale tras la chica, mas no logra alcanzarla por muy poco, quedando en el rellano sumido en un mar de sentimientos encontrados.

         Veinte minutos más tarde, en el aeropuerto, Blue Lewington se dispone a sacar un billete de avión con destino a México.

         Ya tiene el pasaje en la mano y se dirige hacia la sala de espera cuando…

         -¿Señorita Lewington?

         -¿Sí? –La joven se vuelve y se encara con dos individuos vestidos de negro y de semblante hosco y amenazador-. ¿Q-quiénes son ustedes?

         -Acompáñenos y no dé problemas, por favor –antes de que pueda reaccionar, aplican al cuello de la joven un pequeño pero eficaz aturdidor eléctrico, que la deja totalmente fuera de combate y a su merced.

         Sin embargo, ninguno de los dos secuestradores se percata de la presencia del detective, que ha llegado al aeropuerto en el preciso instante en que ellos introducen a la joven en un coche negro.

         -¡Alto, dejen a esa mujer! –Sin pensar en los posibles riesgos y poniendo en peligro su vida, se planta delante del automóvil que lo arrolla, dejándolo tendido sin sentido en medio de la calzada.

           

CAPÍTULO 7º

¿DÓNDE ESTÁ BLUE?

         Es ya de noche cuando el detective recupera la consciencia en la cama de un hospital.

         -Buenas. ¿Cómo se encuentra? –Una bonita enfermera le sonríe desde la puerta de la habitación.

         -¿D-dónde estoy? –El detective intenta alzarse de la cama, cayendo de nuevo sobre el blanco lecho casi sin fuerzas.

         -Le encontraron tirado en un callejón cerca del aeropuerto este mediodía –explica la enfermera mientras se acerca y mulle su almohada-. Ha estado inconsciente desde entonces.

         -¿Y la chica? –Inquiere el hombrecillo volviendo a intentar levantarse-. ¿Vieron a la chica?

         -¿Qué chica? –En ese instante, un joven médico entra en la habitación y saluda a nuestro protagonista y  a la bonita enfermera-. No sabemos nada de ninguna chica.

         -Supongo que la tienen en su poder –el detective logra por fin incorporarse en la cama y comienza a vestirse, ante la mirada perpleja del médico y la enfermera-. Debo encontrarla antes de que sea tarde.

         En ese preciso instante, alguien entra en la habitación del hospital. Es uno de los secuestradores de la joven Blue Lewington.

         -Usted, venga conmigo –con un gesto indica al detective que se aproxime-. Vamos a ir a un lugar donde se reunirá con su cliente.

         Ha sacado una pistola, y mientras habla apunta con ella al médico y a la enfermera que, aterrados, le dejan hacer sin rechistar.

         Finalmente, tras terminar de vestirse y viéndose atrapado, nuestro hombre se deja llevar por el matón.

         -La chica está bien –explica de repente el tipo dedicando al detective una extraña sonrisa y guardando el arma en su pistolera.

         -¿Quiénes son ustedes? –Replica el hombrecillo mientras sube a la parte trasera de una furgoneta de color negro y se sienta entre el tipo que lo ha sacado del hospital a punta de pistola y otro individuo igualmente vestido de negro.

         -De momento le basta saber que, de algún modo, estamos de su parte –explica el otro hombre de negro mientras muestra al detective una placa que lo identifica como agente de la Ley.

         -Perdonen si no me fío –responde nuestro protagonista en tono irónico, que hace sonreír a los dos hombres vestidos de negro.

         Entonces, uno de ellos le tiende un teléfono móvil.

         -Es para usted. Cójalo.

         El detective toma el celular y se lo lleva a la oreja.

         -¿S-sí…?

         -¿¡Detective!? –Desde el otro lado le llega la voz entre emocionada y sorprendida de Blue Lewington-. ¿¡Es usted!? ¿Dónde está?

         Antes de que pueda responder a las preguntas de su joven cliente, el tipo de negro le arrebata el móvil y se lo guarda de nuevo en el bolsillo de su americana.

         Luego se dirige de nuevo al detective, intentando dar a su voz un tono cordial y tranquilizador.

         -Pronto se reunirá con la señorita Lewington, se lo prometo.

         -P-pero…

         -Le aseguro que es por su bien, tanto por el suyo como por el de la señorita Lewington. Confíe en nosotros.

         -Es fácil decir eso cuando son ustedes los que me sacaron del hospital a punta de pistola –replica el hombrecillo con hosquedad.

         Entonces, uno de los dos hombres hace una señal a su compañero y luego, ambos asienten con la cabeza.

         -De acuerdo –dice por fin el hombre que lo sacase del hospital bajo amenazas-. Le contaremos de qué va  todo esto; pero usted ha de prometernos que mantendrá la boca cerrada…

         Mientras, en un pequeño despacho…

         -¿M-me va a decir alguno de ustedes de qué demonios piensan hacer conmigo? –Blue Lewington mantiene una conversación parecida con otros dos individuos también vestidos de riguroso negro y que también se han identificado como agentes de la Ley.

CAPÍTULO 8º

LA COMISIÓN CONTRA EL BRUTAL CATFIGHT

         -E-espere un momento… -Pide el Detective poco después de que uno de los hombres de negro haya empezado a hablar-. ¿Dice que son de la Comisión contra el Brutal Catfight?

         -Eso es.

         -¿Y se puede saber qué cojones es eso?

         -Básicamente somos un grupo de agentes encubiertos que buscamos acabar con ese sucio negocio de las luchas clandestinas entre mujeres.

         -Sí, sí –el hombrecillo agita una mano dando a entender que eso lo comprende-. Yo lo que quiero saber es qué le mueve a ello.

         -Venganza –responde tajantemente el tipo de negro que parece llevar la voz cantante durante la conversación.

         -Comprendo –el detective asiente con un leve cabeceo.

         -Muchos de nosotros, incluido yo mismo, hemos perdido a hijas, hermanas y más familia por culpa del negocio del Brutal Catfight.

         -Comprendo –vuelve a repetir el detective sintiendo de repente cierta lástima por los hombres de negro.

         De repente, el vehículo en el que viajan se detiene y el detective puede oír el sonido de una puerta de garaje automática al ser alzada.

         Un instante después…

         -¡Detective! –Una visiblemente emocionada Blue Lewington se abraza al hombrecillo y le estampa un sonoro beso en la cara-. ¡Ya pensaba que no volvería a verle! ¡Estaba realmente asustada!

         -Pues ya ve, señorita… -Replica el detective en tono irónico-. Estos caballeros han sido tan amables de volver a juntarnos.

         -¿Le han contado la misma historia que a mí? –Pregunta Blue bajando varios tonos el volumen de su voz.

         -¿Lo de la Comisión contra el Brutal Catfight? –Replica el hombrecillo también en un leve susurro-. Sí. Y la verdad, no sé si creérmelo.

         -Yo tampoco.

         Algo más tarde, los dos son llevados ante un tipo de mirada furibunda y vestido con un carísimo traje de más de cien mil créditos que se presenta así mismo como  Jefe Regional de la Comisión contra el Brutal Catfight.

         -¿Así que ustedes dos buscan a una joven desaparecida? –Pregunta el desconocido a nuestra pareja protagonista.

         -Sí, señor –responde Blue con voz firme y un punto retadora-. La joven que buscamos se llama Pearl Lewington y es mi hermana.

         -Tengo entendido que su hermana es la luchadora estrella de un antro de mala muerte llamado “Dark Cave” –sigue hablando el hombre sin dejar de mirar a la muchacha-. Que se hace llamar Lilith…

         -Así es –asiente Blue con un leve movimiento de su rubia cabeza.

         Va a añadir algo más, pero el detective se le adelante con el semblante contrariado por la ira.

         -¿Van a contarnos de una puta vez qué coño quieren de nosotros?

         El autoproclamado Jefe Regional de la Comisión contra el Brutal Catfight dirige su mirada hacia uno de sus subordinados que se acerca a él y le susurra algo al oído.

         Luego, se vuelve de nuevo hacia el hombrecillo y la joven señorita Lewington…

         -Ustedes quieren encontrar a la señorita Pearl Lewington, ¿no es así?

         -Es nuestro principal objetivo, sí señor –responde el hombrecillo con una mirada decidida en sus ojos color café.

         -¿Qué es lo último que supieron de ella? –Pregunta seguidamente el tipo del traje elegante.

         -Que la habían inscrito para el torneo de Brutal Catfight que tiene previsto celebrarse en México dentro de un mes –ahora es Blue la que habla.

         Sin darse cuenta, ha cogido la mano del detective, y la aprieta con fuerza clavando sus uñas en la carne del hombrecillo.

         -¿Está dispuesta a hacer cualquier cosa por recuperar a su hermana? –La pregunta es tajante.

         La respuesta de la joven aún más.

         -¡Sí! ¡Lo que sea!

         -Es usted una joven valiente –el hombre del traje caro sonríe antes de seguir hablando.

         Lo que les propone a continuación los deja visiblemente perplejos…

CAPÍTULO 9º

SOPESANDO LA PROPUESTA

         -¿¡Se ha vuelto loca, señorita Lewington!? –Casi grita el detective cuando su cliente le hace saber que está dispuesta a aceptar los planes de la Comisión contra el Brutal Catfight.

         -¡Haré lo que sea por recuperar a mi hermana! –Replica la joven clavando en el hombrecillo una mirada retadora y furiosa-. ¿Me ha oído? ¡Lo que sea!

         -P-pero… Esa gente habla de introducirla en el circuito como luchadora…, si hacen eso, la matarán.

         -No –responde Blue sonriendo de repente-. No, si usted me entrena…

         -¿¡Q-quééé…!? –El hombrecillo da un fuerte respingo al oír las palabras de su joven cliente-. ¿S-se puede saber por qué demonios dice eso, jovencita?

         -Bueno… -Blue Lewington dedica al detective una singular sonrisa antes de seguir hablando-. Digamos que yo también hice algunas averiguaciones antes de contratarle.

         -Vaya… ¿Y qué averiguó, si se puede saber?

         -Que en su juventud usted fue campeón de wrestling y que incluso estuvo en los Estados Unidos, donde ganó algún que otro título como profesional.

         -Sí… Todo eso es cierto –responde el hombrecillo, ciertamente fascinado por la sagacidad y capacidad de recursos de la joven.

         -¿Entonces?

         -Pero también has de saber que en el mundo del wrestling hay mucha falsedad, que los golpes no son reales…

         -Soy consciente de ello –se apresura a responder Blue con voz firme y decidida-. Por eso quiero que usted me entrene, que me enseñe a distinguir entre los golpes y las llaves de verdad y aquellas puramente teatrales.

         Finalmente, el detective suspira y se encoge de hombros con aire resignado.

         -Dígame una cosa –pide luego a la joven-. Esto ya entraba en sus planes desde el principio. ¿Verdad?

         -¿Qué más dará eso ahora? –Replica Blue poniendo un significativo mohín en su bonito rostro.

         -Blue –insiste el detective, paciente-. Necesito saberlo, necesito saber hasta dónde está dispuesta a llegar por recuperar a su hermana.

         -¡Hasta donde haga falta, joder! –Es la furiosa respuesta de Blue Lewington al comentario del hombrecillo, que la mira y sonríe satisfecho.

         -De acuerdo –asiente el detective sin borrar la sonrisa de sus labios-, es todo lo que necesitaba saber. Pero le advierto que no será fácil, que voy a ser un entrenador duro y exigente, y que la voy a hacer sufrir y sudar a partes iguales para convertirla en una luchadora de primer orden. ¿Le ha quedado claro?

         -Como el agua.

         -Por cierto –de repente, el hombrecillo extiende su mano derecha hacia la muchacha-. ¿Qué te parece si para empezar dejamos a un lado las formalidades y comenzamos a tutearnos?

         -C-claro… -Replica Blue aceptando la mano del hombre con gesto titubeante-. Pero no sé tu nombre…

         -Puedes llamarme Flannagan.

         -¿Eres Irlandés?

         -Mis abuelos eran de Dublín, yo nací en Liverpool.

         -¿Cuándo empezamos?

         -Primero tendremos que decirles a nuestros amigos de la otra sala que aceptamos el trato –sonríe Flannagan sin dejar de mirar a la que es ahora su alumna y pupila.

CAPÍTULO 10º

COMIENZA EL ENTRENAMIENTO

         -¡VAMOS, JOVENCITA, VAMOS! ¡ES HORA DE ENTRENAR! –Son las seis y media de la mañana y el que da estas voces no es otro que Flannagan, el pequeño detective, para despertar a su discípula, que se remueve, soñolienta, en la cama del motel donde ambos se hospedan, cortesía de la Comisión contra el Brutal Catfight.

         -¿Qué hora es? –Blue Lewington entreabre uno de sus bonitos ojos azules y lo vuelve a cerrar al ver el rostro de su entrenador sonriéndole desde el umbral de la habitación.

         -Hora de entrenar –repite el hombrecillo mientras, de un tirón, aparta la sábana y la colcha de la cama, dejando a la joven vestida sólo con un escueto pijama.

         -¿Esto va a ser así todos los días? –Refunfuña Blue, en tanto se viste con desgana mientras Flannagan espera fuera de la habitación.

         -Sí, si quieres llegar a ser una luchadora de primer nivel –replica el hombrecillo con tono alegre desde el otro lado de la puerta, para añadir seguidamente en un tono más serio-. Ya te advertí que no sería un camino de rosas, jovencita.

         Media hora más tarde, en un recinto especialmente habilitado por la Comisión contra el Brutal Catfight…

         -Señor, señorita… -Uno de los tipos que los secuestrasen días atrás, y que dijo llamarse Tibbits en su momento, les espera en el lugar. Va armado con una Uzzi y porta gafas de sol, aunque tanto Blue como Flannagan se han dado cuenta de que le gusta sonreír, y esto parece agradar a nuestros dos protagonistas.

         -¿Qué hay, Tibbits? –Saluda Blue dedicando al hombre una amistosa sonrisa-. ¿Te quedas a verme entrenar?

         -Sabe que no puedo, señorita Lewington –responde Tibbits devolviéndole la sonrisa-. La Comisión no me paga para eso, me paga para vigilar que nadie les moleste a usted y al señor Flannagan.

         Mientras ellos hablan, el mencionado Flannagan se encarga de revisar el ring y de que todo está en perfectas condiciones para iniciar al entrenamiento.

         Poco después, llama a su pupila con su voz ronca y profunda…

         -¿Estás preparada, Blue? Empezaremos practicando algunas caídas.

         -¿Cuándo empezaremos con los golpes y las llaves? –Pregunta la muchacha mientras sube al cuadrilátero tras despojarse de la parte superior del chándal.

         -Todo a su debido tiempo, jovencita, todo a su debido tiempo –replica el detective dando a su voz un paternal tono de reproche-. Si quieres llegar a convertirte en una buena luchadora, es fundamental que aprendas a caer sin hacerte daño. ¿Te ha quedado eso claro?

         -¡Sí, Señor! –Responde Blue haciendo una simpática imitación del saludo militar.

         Y así, poco más tarde…

         -¡Muy bien, campeona! ¡Buena caída, eso es! ¡No, así no, tienes que aprender a caer de espaldas y has caído de costado!

         El entrenamiento es tan intenso como la joven Blue Lewington había pronosticado, pero también es bastante ameno y divertido, y eso se debe a la buena sintonía que hay entre ella y el pequeño detective de raíces irlandesas, Flannagan, tanto es así, que la muchacha ha llegado a pensar que quizás podría existir entre ellos algo más que una simple relación de camaradería.

         -¡Vamos, jovencita, que te duermes en los laureles! –Tan solo la potente voz del hombrecillo la sacan de sus profundos pensamientos.

         Algo después, una vez terminado el entrenamiento por esa jornada, y mientras reponen fuerzas comiendo algo en un restaurante cercano al motel donde se alojan…

         -¿Cuál era tu nombre de batalla cuando luchaste allá en los Estados Unidos?

         -Leprechaun –responde Flannagan con una amplia sonrisa en el rostro, enrojecido por el cansancio-. Creo que sabes que llegué a ganar un par de veces el Campeonato Mundial de los Pesos Pesados en la WWE.

         -Sí –también Blue sonríe mientras da buena cuenta de su comida, y mientras sonríe y come, vuelve a pensar que sería fabuloso si el hombre que tiene delante tuviera algunos años menos.

FIN 1ª PARTE

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