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Cuadrilátero de sangre 3

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CAPÍTULO 1º

LA HISTORIA DE FLANNAGAN

         Han pasado tres semanas desde que Blue Lewington comenzase a entrenar con Flannagan, el detective, para entrar en el circuito de Brutal Catfight con la intención de encontrar a su hermana Pearl, secuestrada quince años atrás y convertida en una feroz luchadora de nombre Lilith.

         En estos momentos, pupila y entrenador disfrutan de un delicioso desayuno en el bar de Curtis,   que se muestra complacido de tener a la pareja como clientes.

         -Así que luchaste en el nuevo mundo –dice la muchacha dedicando al detective una simpática sonrisa cargada de curiosidad juvenil.

         -Eso fue hace mucho tiempo, muchacha. Antes de la guerra del veinticinco.

         -¿Acaso no te gusta hablar de ello?

         -No… No es eso –responde Flannagan mientras da un bocado a su bollo relleno de mermelada de uva-. Es sólo que esas cosas ocurrieron hace mucho tiempo y…

         -¿Es cierto que conociste a Brooklyn “The Mastodon” y a Ace “Dynamite” Turner? –Sigue insistiendo Blue sin embargo.

         -Sí. Eso es cierto –responde Flannagan mientras deja que una sonrisa se dibuje en su rostro surcado de arrugas-. Tuve el honor de asistir a su última pelea en el Madison Square Garden de New York. Tenía yo apenas quince años y me marcó de por vida.

         -¡Vaya, suena fascinante! –Exclama la joven sinceramente complacida por lo que está oyendo de boca de su entrenador.

         -Lo era, jovencita, lo era –replica el hombrecillo con un claro deje de tristeza y añoranza en su voz. No como ahora, que el maldito espectáculo del Brutal Catfight parece estar en todas partes y ha causado tanto daño.

         -Tengo entendido que también estuviste casado –comenta Blue, que esta mañana parece dispuesta a conocer todos los entresijos de la vida pasada de su entrenador.

         -Se llamaba Martha –Flannagan nota como los ojos se le llenan de lágrimas al recordar a la que, durante casi cuarenta años, fuera su única esposa-. Y era la mujer más dulce que te puedas imaginar; siempre estaba riendo y con ganas de gastar bromas. Era… -Hace una pausa para deshacer el nudo que atenaza su garganta-. Mi contrapunto perfecto.

         -¿La querías mucho? –Blue estira su mano y oprime la del hombre por encima de la mesa.

         -Conocerla fue lo mejor que me podría haber pasado en mi vida.

         -¿Qué pasó? –La joven sigue agarrando la mano de su entrenador, que la mira y le dedica una paternal sonrisa y le devuelve el apretón.

         -Cáncer. Un tumor cerebral acabó con su vida hace dos años –Flannagan lanza un profundo suspiro antes de añadir-: Fue después de su muerte cuando decidí montar la agencia de detectives.

         -Yo… -Por un momento, ambos oprimen con más fuerza la mano del otro-. L-lo siento.

         Luego, Blue esboza una leve sonrisa antes de preguntar…

         -¿Nunca tuvisteis hijos?

         -No –también en el rostro de Flannagan se dibuja una triste sonrisa-. Nos pasó como a muchas parejas, cuando nos casamos, pensamos que teníamos toda la vida por delante, que los niños podían esperar y… Cuando nos dimos cuenta, habíamos entrado en los sesenta.

         -¿Te hubiera gustado tener hijos?

         -A veces, cuando me voy a la cama, me da por pensar que hicimos bien no teniéndolos. Que no merece la pena traer hijos a este maldito mundo. Pero otras…

         El pequeño detective no termina la frase y se limita a dedicar otra triste sonrisa a su bonita pupila, que suelta su mano y da un sorbo a su café con leche ya frío.

CAPÍTULO 2º

NUEVA VISITA DE LA COMISIÓN

         Ese mismo día, algo más tarde, mientras Blue entrena en el gimnasio habilitado por la Comisión contra el Brutal Catfight.

         -Blue, descansa un momento. Tenemos visita –la joven termina de practicar varias caídas, cuando el detective se le acerca para informarle de la llegada de uno de los hombres de la Comisión.

         -Buenas tardes –el enviado de la Comisión dedica a ambos una sonrisa y luego toma asiento en uno de los taburetes de madera del improvisado gimnasio-. Espero no molestar…

         -Tranquilo –replica Flannagan con cierto deje burlón y de desdén en la voz, dejando claro que la visita no es precisamente de su agrado-. Estábamos a punto de acabar el entrenamiento por hoy.

         Luego ayuda a Blue a bajar del cuadrilátero y seguidamente vuelve a centrar su atención en el recién llegado.

         -Y bien. ¿Qué deseaba?

         -Oh, sí… -Por un leve instante, el hombre de la Comisión parece perdido y Blue no puede evitar esbozar una divertida sonrisa desde detrás del pequeño irlandés.- La Comisión desea saber si la señorita Lewington está ya preparada para combatir.

         Flannagan cierra y abre los puños unas cuantas veces antes de responder al hombre de la Comisión.

         -¿¡Qué coño pasa con ustedes!? –Estalla finalmente mientras se encara con el perplejo mensajero que, a pesar de sacarle más de veinte centímetros y otros tantos kilos, y ser al menos treinta años más joven, trastabilla hacia atrás, hasta quedar acorralado contra la puerta del gimnasio-. ¿¡Acaso pretenden que la joven acabe malherida o peor, muerta en su primer combate!?

         -N-no, claro que no…

         -Ya veo lo que pasa –entonces, el hombrecillo se aparta del enviado de la Comisión para poder dedicarle una sonrisa de lo más desdeñosa-. Imagino que desde sus cómodos despachos tus jefes deben verlo todo como algo sumamente fácil y sencillo.

         -Y-yo… -Si no fuera tan trágico, hasta resultaría cómico ver al tipo con su metro ochenta y pico de estatura mirar con verdadero temor a Flannagan.

         El pequeño detective está a punto de arremeter otra vez contra el emisario, cuando Blue intercede por este último.

         -Por favor, Flannagan, déjalo ya –dice la joven dedicando al enviado de la Comisión la más dulce de las sonrisas-. El pobre no es más que un mensajero.

         Luego, la joven se dirige al emisario.

         -Dile a tus jefes que aún no estoy a punto, pero que Flannagan está haciendo un trabajo magnífico conmigo. ¿Lo recordarás, guapetón?

         -S-sí, claro –tartamudea el emisario sin poder apartar la mirada de las bellas formas de la joven.

         Una vez ha marchado, dejando solos a Flannagan y a Blue, el hombrecillo vuelve a estallar furioso.

         -¿¡Habráse visto semejante desfachatez!? ¡Esos cabrones pretenden que te subas al ring sin estar preparada! ¡Esto es el colmo!

         -Flannagan –por su parte, y con expresión divertida, Blue toma al detective por la cara con ambas manos y lo obliga a mirarla-. Calma, ya pasó, ya se fue.

         -¿Eh, qué? –Flannagan mira a su alumna con expresión un tanto aturdida y luego agacha la cabeza con aire avergonzado.

         Es entonces cuando ocurre…

         Blue Lewington vuelve a tomar la cara del hombrecillo entre sus manos y lo besa en la boca, larga y profundamente.

         -¿¡Q-qué haces!? –Tartamudea Flannagan apartándose de la joven.

         -Chist –replica la joven mientras se desprende de su camiseta empapada en sudor, dejando libres sus firmes y perfectos senos.

         Luego, se acerca al hombre y le susurra al oído…

         -Tú me deseas, yo te deseo. ¿Qué hay de malo en ello?

         -Y-yo… -Tartamudea Flannagan mientras Blue le baja los pantalones del chándal y los calzoncillos y se mete su pene flácido en la boca…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO 3º

BAUTISMO DE SANGRE

         Ha pasado una semana desde que Blue Lewington y Flannagan recibiesen la visita de la Comisión e hiciesen el amor en el mismo gimnasio donde entrena la joven.

         Es una tarde ventosa y ambos dos se encuentran en la habitación de Flannagan, en el motel después de haber pasado la mañana entrenando.

         -Creo que ya estás preparada, preciosa –el hombrecillo dedica a su alumna una sonrisa cargada de confianza.

         -¿Estás seguro? –La muchacha devuelve la sonrisa a su entrenador y luego lo besa en la rasposa mejilla.

         Ambos recuerdan los íntimos momentos compartidos una semana atrás en el gimnasio y ambos sienten como algo recorre sus cuerpos con este simple beso.

         -Sí, estoy seguro. Te he enseñado todos los golpes y movimientos que te podía enseñarte en tan poco tiempo. Ahora sólo queda encontrar a alguien que quiera darte una primera oportunidad para demostrar lo que vales en un cuadrilátero. Pero eso no será difícil.

         -En el “Dark Cave” siguen celebrándose combates cada noche…

         -¿Estás segura que quieres tener tu primera lucha en ese antro?

         -Sí, estoy segura –Blue sonríe, desarmando al pequeño Flannagan, que no puede hacer otra cosa que encogerse de hombros con aire resignado.

         Luego, mientras toman algo en el bar de Curtis.

         -Me he estado informando –Flannagan da un sorbo a la jarra de cerveza que se ha pedido y luego centra su atención en su joven compañera-. Esta noche hay programado en el “Dark Cave” un combate de los denominados a Primera Sangre.

         -Ahá –Blue da un trago a su tequila con lima y escucha atentamente lo que su entrenador tiene que decirle.

         -He hablado con la Comisión, me han dicho que ellos pueden meterte en el combate.

         -Estupendo. ¿A qué hora tenemos que estar allí?

         -A mí me conocen en el club. Te acompañará alguien de la Comisión.

         -¿Quién? –La joven dibuja en su bonito semblante un mohín de disgusto.

         -¿Te acuerdas del tipo al que enviaron hace una semana para comprobar tus avances?

         Al oír esto, Blue no puede evitar ponerse roja como un tomate, provocando una risotada en el viejo Flannagan.

         -Veo que te acuerdas de él –dice el detective tomando y oprimiendo levemente la mano de su pupila.

         -Y-yo…

         -Oh, vamos, querida. Es un joven muy atractivo –sonríe el hombrecillo sin soltar la mano de la joven.

         -Pero yo… N-nosotros…

         -Lo que pasó entre nosotros estuvo muy bien, pequeña –replica Flannagan besando la mano de Blue con ternura-. Pero yo podría ser tu padre, incluso tu abuelo.

         La joven, con expresión furiosa, se aparta del hombre y pregunta, dando a su voz un tono lo más frío y duro posible.

         -¿Cuándo pasarán a recogerme? ¿Ni siquiera vas a venir a verme pelear?

         -Sabes que no puedo arriesgarme. Sabes que me conocen demasiado en el “Dark Cave”.

         Blue Lewington no responde, se limita a salir de la habitación dejando a Flannagan maldiciendo en voz baja y abriendo y cerrando los puños.

         Ese mismo día, ya por la noche en el “Dark Cave”.

         -¿Y cómo dice que se llama su luchadora? –Shelburn dedica varios segundos en examinar a Blue con detenimiento. Por un breve instante cree reconocer en la joven a alguien, pero luego deshecha la idea como absurda.

         -Blue –responde el hombre de la Comisión aguantándose las ganas de golpear al dueño del club nocturno-. Es nueva en esto, pero es una luchadora excelente.

         -¿Sabe en qué se ha metido? –Shelburn se aparta de la muchacha y enciende un cigarro-. Esto no es un juego, puede acabar muy malherida e incluso muerta.

         -Lo sé –responde Blue clavando una fiera mirada en el siniestro empresario-. Llevo tiempo entrenando duro para esto.

         -De acuerdo, jovencita –por fin Shelburn sonríe, mostrando sus dos dientes de oro-. Has tenido suerte; esta noche teníamos programado un combate, pero por desgracia una de las gladiadoras ha sufrido un ligero percance que le impide luchar. Si de verdad estás tan dispuesta y preparada como aseguras, su puesto es tuyo.

         -Estoy más que dispuesta –replica Blue dando a su voz un intenso tono de rabia y fiereza.

         -No sé si lo sabes, pero si logras vencer el combate de esta noche se te pueden abrir las puertas al torneo mundial de Brutal Catfight que se celebrará en México de aquí a unas semanas.

         -Tanto mi representada como yo estamos al corriente –miente el compañero de Blue, ya que la joven no era consciente de este dato.

         -Veo que lo tienen todo muy claro –Shelburn vuelve a sonreír y luego invita a la pareja a abandonar su despacho amablemente, no sin recordarles la hora del combate.

         Algo más tarde, a la hora indicada en el club nocturno…

         -¡Señoras y señores, escúchenme con atención, por favor! –El hombre del micrófono pasea por el cuadrilátero visiblemente exaltado mientras espera a que el murmullo reinante en la sala se acalle-. Como todos sabrán, esta noche tenemos combate especial a Primera Sangre –hace una pausa para dejar que aquellas personas que han comenzado a aullar y a chillar se calmen-. He de decirles que ha habido un cambio de última hora, y que una de nuestras luchadoras ha tenido que ser sustituida en el último momento –nueva pausa para esperar a que terminen los susurros de protesta-. ¡Pero les aseguro que hemos encontrado a una digna sustituta!

         Mientras el presentador habla, han subido al ring las dos gladiadoras.

         Una de ellas es, como todos sabemos, Blue Lewington, vestida para la ocasión con un short vaquero y una ajustada camiseta blanca de algodón.

         Su contrincante es una jovencita morena de cortos cabellos negros, que responde al nombre de Miranda, al menos ese es el nombre que da al presentador cuando éste se acerca para preguntarle.

         -¿Conocéis las reglas? –Inquiere el tipo mirando alternativamente a una y otra combatiente-. La primera que logre hacer sangrar a su rival gana el combate –ambas jóvenes asienten con la cabeza-. No hay reglas. La ganadora conseguirá un pase para el Torneo Mundial de Brutal Catfight –las dos vuelven a asentir.

         El hombre de micrófono se aparta unos pasos y grita…:

         -¡LUCHAD!

         Durante unos instantes, ninguna de las dos combatientes hace nada, permanecen en posición defensiva mirándose fijamente a los ojos, esperando quizás a que la rival baje la guardia para atacar.

         Se ha hecho el silencio más absoluto en la sala.

         Silencio roto cuando alguien, entre el público asistente, grita…:

         -¡VAMOS, MIRANDA, ACABA CON ESA PUERCA!

         Y así empieza el combate de verdad, con una patada de Miranda lanzada sobre el vientre de la sorprendida Blue, que trastabilla hacia las cuerdas al recibir el doloroso impacto.

         -¡Vamos, defiéndete! –Furiosa, Miranda vuelve a atacar, esta vez con un poderoso gancho de izquierda al mentón de su contrincante, que intenta mantenerse erguida a pesar del terrible dolor.

         -¡Debes reaccionar! –Se dice nuestra protagonista mientras intenta esquivar un nuevo ataque de su antagonista, lográndolo por muy poco y haciendo que Miranda pierda momentáneamente el equilibrio y caiga contra las cuerdas, momento que aprovecha Blue para castigar, con una serie de rápidos puñetazos y patadas, el costado izquierdo de su adversaria.

         En una mesa cercana al cuadrilátero, el hombre de la Comisión contra el Brutal Catfight, observa el combate con suma atención.

         Le gusta Blue, pero las normas de la Comisión son claras y tajantes: Las relaciones con la joven Blue Lewington están terminantemente prohibidas.

         En el ring, Miranda logra esquivar un nuevo ataque de Blue y contraataca con un poderoso codazo a la nariz de nuestra protagonista, seguido de un rodillazo a la entrepierna que hace que Blue se doble sobre sí misma y vomite en la lona del cuadrilátero.

         -¡Ahora si que la has cagado! –Susurra Miranda furiosa mientras se abalanza sobre su contrincante, dispuesta a terminar el trabajo y hacerla sangrar.

         Sin embargo, Blue no parece darse cuenta de ello; sus ojos están fijos en la entrada de la sala, por donde acaba de entrar un hombre pequeño y de facciones duras pero atractivas.

         Flannagan.

         Pronto, las tornas del combate se vuelven en contra de Miranda, que ve como Blue detiene su ataque y le retuerce el brazo, causándole una grave luxación y haciéndola gritar de dolor e impotencia.

         -¡ARGH, PUTAAA! –Aúlla Miranda mientras Blue, sujetándole el brazo a la espalda, la empuja contra una de las esquinas del cuadrilátero y le destroza la nariz golpeándosela contra la misma.

         El silencio más absoluto se apodera de nuevo de la sala cuando Miranda comienza a sangrar profusamente a través del malherido apéndice nasal.

         -¡TENEMOS GANADORA, DAMAS Y CABALLEROS! –Exclama el presentador entrando en el ring y alzando la mano de Blue en señal de victoria.

         Pero nuestra protagonista no parece dispuesta a celebrar nada. Al contrario, liberándose de la mano del hombre del micrófono, desciende tambaleándose del cuadrilátero y corre hacia el detective, abrazándose al hombrecillo y cubriéndole de besos al tiempo que exclama…:

         -¿¡Lo has visto!? ¡Lo he logrado!

CAPÍTULO 4º

LA PROPUESTA DE SHELBURN

         -Eres una buena luchadora –Shelburn mira a la joven Blue y sonríe-. No posees una técnica y un estilo muy depurados que digamos, pero sabes pelear.

         -¿Quiere hacer el favor de decirnos de una vez qué se propone? –Inquiere el hombre de la Comisión, que está empezando a cansarse de los rodeos dados por el dueño del “Dark Cave”.

         -Es muy sencillo –Finalmente, Shelburn extiende ambas manos hacia delante, con las palmas hacia arriba, dando a entender, quizás, que no oculta nada-. Pelea para mí, muchacha; olvídate del torneo y quédate con nosotros. No es mucho lo que puedo ofrecerte, pero te aseguro que tus contrincantes no serán ni la mitad de difíciles que la querida Miranda –el dueño del antro nocturno entrecierra los ojillos-. ¿Qué me dices? Es un trato más que aceptable; ya tendrás tiempo de asistir al torneo más adelante, porque lo más seguro, es que si decides entrar hoy en el torneo, acaben contigo en el primer combate. Y no queremos eso, ¿verdad que no, señores? –Ahora se dirige también al falso representante de Blue, que se limita a permanecer en silencio denegando levemente con la cabeza.

         -Es una oferta muy tentadora, señor Shelburn –comienza a decir Blue mientras se levanta de la silla-. Pero llevo mucho tiempo entrenando para asistir al torneo. Reconozco que tiene razón, las participantes no van a ser rivales fáciles, pero debo hacerlo. Es una cuestión de principios.

         Tras ella, el hombre de la Comisión suspira imperceptiblemente, aliviado.

         Ninguno de los dos cuenta, sin embargo, con el tesón de Shelburn que, sin dejar de sonreír, se inclina hacia delante sobre su lujosa mesa escritorio y sigue hablando, como si Blue no hubiera dicho nada.

         -Creo que no lo ha entendido, señorita Lewington. Por nada del Mundo debe usted acudir al torneo. Me han pagado mucho dinero para que se lo impida.

         -Y-yo… -Blue, visiblemente conmocionada al verse descubierta, comienza a boquear como pez fuera del agua-. ¿C-cómo sabe quién s-soy?

         -Me ha costado, nunca he sido lo que se dice un buen fisonomista –dice Shelburn sin dejar de sonreír-. Pero he de admitir que el parecido con su hermana Lilith, ¿o quizás debería llamarla Pearl? Está ahí.

         -¡Es usted un maldito bastardo! –Furiosa, Blue se abalanza hacia el siniestro empresario, con las uñas por delante, dispuesto a destrozarle la cara a arañazos.

         -Puede que tengas razón –por su parte, Shelburn sigue sonriendo-. Pero si no haces lo que tan amablemente te pido tu hermana va a pasarlo muy mal en el campeonato. Y no sólo tu hermana, también ese detective entrometido con el que sueles entrenar.

         -Hijo de puta –todavía temblando de rabia e impotencia, Blue vuelve a dejarse caer en su silla-. De acuerdo, si quiere que pelee en este antro de mala muerte. Pelearé.

         -Así me gusta. Veo que es una joven inteligente a la par que bonita.

         Entonces, y para asombro de Shelburn, el sombrío semblante de Blue Lewington se dulcifica mientras se inclina hacia delante y susurra lo siguiente al oído del empresario.

         -Yo de usted vigilaría mi espalda cada momento a partir de ahora.

         -Er… -Boquea Shelburn mientras la sonrisa se va esfumando poco a poco de sus finos y crueles labios.

         Poco después, y una vez fuera del local…

         -¿¡Acaso te volviste loca!? –El hombre de la Comisión agarra a la joven por el brazo y la obliga a mirarlo-. ¿Qué hay de nuestros planes?

         -Yo te diré lo que hay de nuestros planes –el rodillazo es tan repentino como doloroso, y hace que el hombre de la Comisión se lleve las manos a sus partes-. No voy  permitir que mi hermana o Flannagan sufran ningún daño por mi culpa si puedo evitarlo. Díselo a tus jefes. Iremos a México cuando yo lo decida, no vosotros. ¿Te ha quedado claro?

         -S-sí –jadea el joven emisario de la Comisión mientras se incorpora lentamente.

CAPÍTULO 6º

BLUE Y FLANNAGAN

         -¡Gracias por venir a verme! –Una vez a solas en su habitación del motel, Blue se abraza al pequeño Flannagan y lo besa en los labios-. ¡Tuve tanto miedo antes de verte entrar por la puerta del club!

         -Lo hiciste bien, pequeña, lo hiciste muy bien –también el detective responde a las caricias de su protegida acariciando los pechos, firmes y turgentes de ella, por encima de la camiseta.

         Luego, sin embargo, se aparta de ella y clava una mirada cargada de reproche en la joven luchadora.

         -¿Q-qué pasa? –Inquiere Blue al darse cuenta de este detalle-. ¿He hecho algo malo?

         -Sé que has aceptado la propuesta de ese bastardo de Shelburn –las palabras son pronunciadas por Flannagan quizás en un tono más duro del deseado, pero ya es tarde para dar marcha atrás.

         Blue no responde de inmediato, se limita a sostener la mirada de su entrenador y amante con firmeza.

         -¿Te lo ha contado él, verdad? –Pregunta por fin manteniendo todavía la mirada al detective, refiriéndose al emisario nombrado por la Comisión contra el Brutal Catfight-. ¡Ese maldito metomentodo!

         -¡Blue, por favor! –Flannagan apoya sus rudas manazas en los esbeltos hombros de la joven y la sacude con cierta violencia-. Deja de comportarte como una niña pequeña; teníamos un trato con la Comisión contra el Brutal Catfight, y este combate era tu billete para el torneo que se celebrará en México de aquí a unas semanas.

         -¿No lo comprendes, verdad?

         -¿Comprender qué?

         -Si he aceptado el trato ha sido para protegeros a ti y a Pearl de los sucios tejemanejes de ese cabrón de Shelburn.

         -¡Por el amor de Dios, Blue! –El detective vuelve a zarandear, esta vez algo más rudamente a la joven-. ¿No comprendes que todo forma parte del plan de esos canallas del Brutal Catfight para mantenerte alejada de tu hermana?

         -¡Suéltame, me estás haciendo daño! –De repente, Blue Lewington se siente sola y la persona más desgraciada del Mundo, y como tal estalla en profundos y lastimeros sollozos. Y esto es más de lo que el bueno de Flannagan puede soportar.

         -Vamos, vamos, pequeña –con ternura paternal, el pequeño detective toma la mano de su pupila y la lleva hasta la cama, donde la conmina a sentarse con suma suavidad-. Sé que lo hiciste por nosotros, pero tanto tu hermana como yo sabemos defendernos –mientras habla, acaricia la larga y suave cabellera rubia de la joven con sus toscas manazas.

         -¡Todo me sale mal, todo! –Gime la muchacha apoyando su cabeza en el hombro de Flannagan-. ¡Ojala y…!

         -¡No digas eso ni en broma! –El viejo luchador se levanta del borde de la cama y obliga a la joven a mirarlo fijamente a los ojos-; puede que tu decisión no haya sido acertada, pero no vas a rendirte ahora, tu hermana nos necesita, necesita que tú seas fuerte y luches por ella.

         -¿Y-y qué h-hago ahora? –Balbucea la joven enjugándose las lágrimas.

         -Vas a aceptar todos los combates que te proponga ese cabrón de Shelburn; y los vas a ganar. Vas a vencer a todas y cada una de tus rivales, te vas a convertir en lo que ese bastardo pretende, una gladiadora brutal y sin sentimientos.

         -P-pero…

         -No, preciosa –Flannagan alza su diestra para acallar las protestas de su pupila-. Sólo piensa una cosa: Tus rivales no van a tener piedad de ti en el cuadrilátero, vas a tener que darlo todo de ti en cada combate, y lo vas a hacer. Sólo así podrás recuperar a tu hermana. ¿Has entendido?

         -Sí –por fin Blue esboza una tímida sonrisa.

         Luego, agarra al detective por la solapa de la camisa y le susurra al oído…

         -Necesito que me hagas el amor ahora…

CAPÍTULO 7º

LA NUEVA SENSACIÓN DEL “DARK CAVE”

         Blue Lewington cumple su palabra para con Shelburn, el odioso propietario del club “Dark Cave”, y cada noche se convierte en la atracción principal de los combates femeninos del antro nocturno.

         Es Sábado por la noche, y el club está a rebosar de clientes que esperan asistir a un buen espectáculo de lucha, gente que ha pagado una buena suma de dinero para ver a dos mujeres destrozarse mutuamente en el ring.

         En su despacho, Shelburn habla con su gladiadora estrella.

         -Tu rival de esta noche es una luchadora dura, no te lo va a poner fácil.

         -P-pero… -Blue boquea sin entender, al parecer lo que el dueño del club acaba de decirle.

         -¿Qué pasa?

         -Usted me prometió que ninguna de mis rivales supondría la menor dificultad.

         -Sé lo que te prometí –replica Shelburn enarcando ambas cejas en claro gesto socarrón-. Pero la gente se ha quejado, quieren ver auténticas peleas.

         El hombre hace una pausa para encenderse un cigarrillo. Luego dedica una amplia sonrisa a la joven Lewington.

         -Hagamos un trato –dice clavando su mirada en los azules ojos de Blue.

         -¿Qué clase de trato?

         -Ofrece un buen espectáculo esta noche y te dejaré marchar en busca de tu hermana. ¿Qué te parece? Es un trato estupendo.

         -¿Cómo se llama mi rival? –Inquiere la joven, procurando que no se note el ligero temblor de su voz.

         -Se hace llamar Sexy Cat, y por lo que sé, es una gran luchadora; de aspecto frágil pero letal en el ring. Ha mandado al hospital a una decena de contrincantes, tres de ellas fallecieron a las pocas horas del ingreso, y otras dos continúan en coma.

         Mientras Shelburn habla, Blue nota como las piernas comienzan a flojearle y finalmente tiene que tomar asiento para no caer.

         -¿Se encuentra bien, señorita Lewington? –Inquiere el dueño del “Dark Cave” mostrando una preocupación que está muy lejos de sentir.

         -S-sí… Estoy b-bien –Miente Blue intentando esbozar una leve sonrisa.

         -De acuerdo pues –también Shelburn sonríe-. El combate está programado para las 23:30 de esta noche; espero esté preparada para entonces.

         -S-sí, claro –todavía temblando, nuestra protagonista se levanta de la silla y sale del diminuto despacho.

         Esa misma noche, exactamente a las 23:30 el público del “Dark Cave” comienza a agitarse inquieto en sus asientos mientras el elegante presentador comienza a hablar, micrófono en mano en el centro del cuadrilátero…

         -¡Bienvenidos una noche más, amantes de la lucha y el espectáculo! –Dice el presentador moviéndose por el ring-. ¡Hoy tenemos un combate muy especial preparado para todos ustedes! –Dirige el micrófono hacia la multitud enardecida-. ¡Esta noche, nuestra querida campeona, Blue, se enfrentará a una rival de categoría superior!

         Mientras el presentador habla, las dos contendientes ya han subido al ring.

         Por un lado, nuestra protagonista, Blue Lewington, vestida con un ajustado pantalón de licra y una ajustada camiseta blanca, donde se marcan sus pezones, enhiestos por la excitación.

         Y por otro, su contrincante, una guapa joven de rasgos orientales, vestida con atuendo de cuero, que deja apreciar unas rotundas formas de 105-60-90 y peinada con dos infantiles y graciosas coletas. Lleva el rostro pintado con lo que parece ser una máscara.

         -A mi izquierda, con un peso de 50 kilos y unas medidas de 90-60-85, nuestra campeona, la imbatida… ¡BLUE! Y a mi derecha, con un peso de 52 kilos y una medidas de 105-60-90, la aspirante a nueva campeona del “Dark Cave”… “SEEEXY CAAAT”.

         Una vez hechas la pertinentes presentaciones, ambas luchadoras son obligadas a darse la mano, momento en que la oriental aprovecha para susurrar lo siguiente al oído de su rival…

         -Prepárate para sufrir, zorra –lo dice sonriendo y en un tono de voz tan neutro y tranquilo, que Blue no puede menos que sentir un profundo escalofrío recorriendo su espalda.

         -¿Estáis preparadas? –El presentador mira alternativamente a una y otra luchadora y luego exclama-: ¡Luchad!

         La primera en atacar es Blue, con una perfecta patada voladora que alcanza a su rival en el pecho ya la hace trastabillar hacia atrás y quedar apoyada contra las cuerdas.

         A continuación, nuestra protagonista logra lanzar una serie de puñetazos y patadas sobre Sexy Cat y arrinconarla contra una de las esquinas del cuadrilátero. 

         -Eres buena y sabes luchar, te concedo eso –sin embargo, y para sorpresa de nuestra protagonista, la oriental sonríe y parece disfrutar con la paliza-. Pero aún te queda mucho por recorrer si quieres derrotarme –de repente, Sexy Cat efectúa un perfecto barrido, haciendo caer a Blue a la lona para, seguidamente y con un veloz y suave movimiento, caer sobre ella y propinarle dos rápidos y certeros golpes a la altura de la garganta, que dejan a la joven rubia sin respiración-. Yo he sido entrenada por los mejores y más letales maestros de artes marciales –le susurra luego al oído mientras golpea su cabeza contra la lona-. Luchadores sin sentimientos y sin remordimientos que me enseñaron que ganar lo es todo en esta vida; esto, preciosa, no es un juego como así pareces pensarlo –sigue diciendo mientra continúa golpeando la nuca de Blue contra el suelo del cuadrilátero con tanta fuerza y violencia que ya ha conseguido abrir una brecha en la cabeza de su rival.

         Pero Blue no está dispuesta a rendirse tan fácilmente, y con un brusco movimiento, logra quitarse a Sexy Cat de encima y levantarse con gesto tambaleante, mientras se lleva la mano a la parte posterior de la cabeza, de donde su sangre mana de manera lenta pero constante.

         -¡PUTAAA! –Chilla la guapa gladiadora rubia mientras se lanza sobre su contrincante con las uñas por delante, dispuesta a provocar el máximo daño posible.

         Por desgracia para ella, el dolor y la pérdida de sangre por la herida de su cabeza es mayor de lo que en un principio había pensado, y su rival no tiene mayor problema para esquivar su golpe y agarrarla por detrás con una poderosa llave Nelson que, poco a poco, deja a Blue sin sentido.

         Algo más tarde, en el despacho de Shelburn…

         -Vaya, imagino que al final se ha salido con la suya, señorita Lewington…

         -Creo que he cumplido con mi parte del trato; he ofrecido un buen espectáculo. ¿Acaso no recuerda cómo gritaba la gente durante la pelea?

         -Imagino que se cree muy lista. ¿Verdad?

         El silencio de Blue es más que suficiente para el empresario.

         -Puede pasar cuando quiera a cobrar sus honorarios. Le deseo lo mejor –Shelburn se levanta de su asiento y tiende su diestra a la joven, diestra que Blue rechaza con un significativo gesto mientras también se levanta y camina hacia la puerta de la oficina.

         Está a punto de salir, cuando el hombre la detiene para decirle lo siguiente…:

         -Ya se lo dije una vez, muchacha. Las luchadoras que participan en el torneo no se parecen en nada a lo que ha podido ver por aquí. Lo que pretende hacer es poco menos que un suicidio.

         -Y yo le dije que haré lo que sea necesario para volver a reunirme con mi hermana. Muchas gracias por el consejo.

         Dicho esto, sale del despacho cerrando la puerta tras de sí con un rabioso golpe.

CAPÍTULO 8º

NUEVA CHARLA ENTRENADOR PUPILA

         -¿Estás segura de que quieres participar en esa locura? –Flannagan clava su mirada en el cansado y magullado rostro de su protegida-. Seguro que hay otra manera de llegar hasta tu hermana sin tener que poner tu vida en peligro.

         -Pensé que confiabas en mí –replica Blue sosteniendo con aire retador la mirada de su entrenador-. Pero ya veo que no…

         -Preciosa… Claro que confío en ti, nunca dudes de ello. Pero las mujeres que participan en el torneo no se parecen en nada a aquellas a las que te has enfrentado estas noches atrás en el “Dark Cave”. Estas luchadoras son asesinas a sangre fría, brutales y despiadadas.

         -¡Pero yo necesito entrar en el torneo para llegar hasta Pearl!

         -Lo sé, cariño, lo sé. Sólo digo que tiene que haber otra manera de conseguirlo.

         -Además… -Blue esboza una leve sonrisa mientras acaricia el rostro del hombre, rasposo por la barba de varios días-. Tú me has entrenado bien, sé que si sigues apoyándome, lo puedo conseguir. Puedo conseguir todo aquello que me proponga.

         Flannagan toma la mano de la joven y besa con ternura paternal su blanca palma.

         -No lo comprendes, ¿verdad? –Dice luego sin soltar la mano de Blue-. No comprendes que no soportaría perderte a ti también como perdí a mi difunta esposa, y que eso es precisamente lo que ocurrirá si sigues empeñada en participar en ese maldito torneo del Brutal Catfight.

         Azorada, Blue Lewington se aparta del hombre.

         -¿Q-qué sabes tú de ese torneo q-que yo n-no sepa? –Inquiere luego sin dejar de mirarse la mano que el pequeño detective acaba de besarle.

         -He oído que las participantes son mujeres sin nada que perder, la mayoría de ellas son reclusas con cargos por violencia y asesinato, a las que no les importa matar para alcanzar sus objetivos. Tú no eres así, Blue, tú eres la chica más buena y dulce que he conocido en mucho tiempo.

         -Imagino que con todo eso quieres decir que me falta el instinto asesino necesario para convertirme en una luchadora –la joven sonríe tristemente y luego besa suavemente al hombre en los labios.

         -No te lo tomes a mal, por favor –pide Flannagan devolviéndole la sonrisa-. Eres una jovencita maravillosa, pero no eres una asesina.

         -¿Y mi hermana? ¿Qué me dices de ella? ¿Ella sí es una asesina?

         -El caso de tu hermana es diferente. Ella fue separada de su familia siendo muy joven; no ha conocido otra forma de vida que no sea la lucha durante los últimos catorce años. Ella al menos puede que tenga una oportunidad en el torneo.

         -Entiendo –Blue Lewington agacha la cabeza con gesto compungido-. Yo siempre seré la niña a la que todo el mundo ha de proteger y defender para sentirse mejor consigo mismo.

         Luego, sin embargo, vuelve a alzar la mirada. Hay un intenso brillo en sus bellos ojos azules.

         -¡Pues me niego! ¿Me oyes? –Exclama apartándose bruscamente del detective-. ¡Me niego a permitir que sigáis pensando que soy un ser indefenso! ¡Voy a participar en ese maldito torneo y os voy a demostrar de qué soy capaz!

         -¿Es tu última palabra? –Inquiere Flannagan esbozando una leve sonrisa mientras vuelve a tomar las manos de su pupila y amante y las aprieta con fuerza entre las suyas.

         -Completamente –replica la joven con total firmeza y convicción.

         -De acuerdo –asiente el hombrecillo sin dejar de sonreír-. Pero prométeme una cosa.

         -¿Qué?

         -Que te rendirás si no te ves  capaz de seguir. Te lo pido por favor.

         Como respuesta, Blue se inclina y vuelve a besar los labios del hombre.

 

CAPÍTULO 9º

MIENTRAS TANTO, EN MÉXICO D.F.

         Son las 17:00 de la tarde en la capital mexicana y Lilith termina de darse una ducha en el gimnasio que la organización del torneo de Brutal Catfight ha habilitado para las participantes al evento.

         Afuera le espera su gorila particular, un tipo enorme que responde al nombre de Mike y que es silencioso como una tumba.

         -¿Me pasas la toalla, encanto? –Pide la guapa gladiadora al gigantón sacando su brazo fuera de la ducha.

         Luego, y sin importarle al parecer la presencia del llamado Mike, Lilith comienza a secarse, frotando con ímpetu cada centímetro de su tersa y suave piel y de su larga cabellera negra.

         -Algún día, tú y yo vamos a hacer una locura y me voy a tragar esa enorme tranca tuya, encanto –bromea la bella luchadora mientras palpa la entrepierna del silencioso gorila lanzando un leve gemido al comprobar el tamaño del miembro del tipo-. Mmm… ¡Debe ser una gozada ser follada por algo tan grande!

         Luego, y lanzando una divertida y sensual carcajada, se aparta del hombretón y comienza a vestirse.

         Algo más tarde, en el recinto donde han de celebrarse los combates del torneo, y donde ya hay instalados cuatro cuadriláteros…

         -Lilith, tienes que ganar el campeonato –Edgar Finch sonríe a la hermosa joven mientras ésta practica algunos golpes en el saco de boxeo-. He puesto en ti muchas esperanzas, y no puedes defraudarme.

         -¿Qué pasará si pierdo el torneo? –Pregunta Lilith dando un último puñetazo al saco.

         -Acuérdate de tu hermana pequeña –sonríe Finch malévolamente.

         -¡Me acuerdo de ella, maldito hijo de perra! –Furiosa, Lilith se abalanza sobre Finch, y tan sólo la oportuna intervención de su guardaespaldas evita que lo golpee.

         -Será mejor que reserves tus energías para los combates, querida –replica el pérfido empresario sin dejar de sonreír mientras, seguido por su guardaespaldas, camina hacia la puerta del recinto.

         Una vez queda a solas, Pearl Lewington, rabiosa, vuelve a golpear el saco de boxeo con todas sus fuerzas, tanto que logra hacerse daño y lanza un grito de dolor y de impotencia.

         No sabe que su hermana acaba de tomar un avión y se dirige hacia México en compañía del bueno de Flannagan.

         Esa noche, en el bar del hotel donde se aloja junto a otras luchadoras…

         -Tú debes de ser la inglesa. Yo soy Pristine.

         Lilith queda mirando a la escultural rubia que acaba de saludarla y durante un instante duda si aceptar la mano que ésta le tiende, ya que tiene por norma no entablar amistad con sus rivales.

         Sin embargo, y sin saber por qué, esta vez hace una excepción y estrecha la mano de la llamada Pristine con una leve sonrisa en los labios.

         -¿De dónde eres, Pristine? –Pregunta Lilith luego de que la recién llegada haya tomado asiento junto a ella-. Por tu acento diría que tejana.

         -Has dado en el clavo –la hermosa rubia sonríe y asiente con la cabeza-. Nacida y criada en Dallas.

         Con esta sencilla pregunta parece confirmarse la amistad entre las dos bellas luchadoras que, al cabo de cinco minutos, charlan y ríen como si se conociesen de toda la vida.

         -¿A quién han amenazado de tu familia, Pearl? –Inquiere de repente Pristine tras dar un largo trago a su cerveza.

         -A mi hermana pequeña. ¿Y de la tuya?

         -A mi novio. ¡Esos hijos de puta del Brutal Catfight!

         Luego, la tejana baja la voz mientras señala a un pequeño grupo de bellas mujeres que acaban de entrar para decir…:

         -Mira a esas. Ellas no han recibido amenazas, están aquí por voluntad propia. Son mala gente, malas tipas.

         Pearl sigue la mirada de su nueva amiga, hasta que sus ojos se cruzan con una espectacular hembra de piel negra como el ébano y curvas de infarto.

         -Ella es la peor de todas –sigue hablando Pristine-. Se llama Voodoo y viene de África; cuentan que ha matado a todas sus rivales.

         Sin embargo, Lilith no responde, se limita a seguir mirando fijamente a la gladiadora africana.

 

CAPÍTULO 10º

DE NUEVO JUNTAS

         -¿Tienes idea de dónde se alojan las participantes del torneo? –Pregunta Blue Lewington a Flannagan mientras éste intenta que algún taxi se detenga y los lleve al hotel donde ya han reservado habitación.

         -No lo sé, cariño –el hombrecillo se encoge de hombros y dedica a su pupila una sonrisa tranquilizadora al tiempo que añade-: Lo más seguro es que si consigo que algún taxi se detenga, el conductor pueda decirnos algo.

         Tal y como bien dice el detective, una vez logra detener uno de los taxis de la capital mexicana, el conductor, un hombretón de cara redonda y aspecto bonachón les informa muy amablemente de dónde se hospedan las participantes al torneo del Brutal Catfight.

         -En el Hilton México City, caballero. Allí es donde se alojan esas hermosas gladiadoras –el taxista se vuelve hacia Blue e inquiere con una amplia sonrisa en su moreno semblante-. ¿Usted participa, señorita? No parece usted una luchadora, parece demasiado frágil.

         Sin saber que responder, pero visiblemente ofendida por el comentario del mexicano, Blue Lewington frunce el entrecejo y dedica el resto del viaje a mirar por la ventanilla del automóvil.

         Por fin, el vehículo se detiene a las puertas del mencionado hotel, y Blue y Flannagan, tras pagar los servicios al simpático taxista, se apean del coche.

         -¿Crees que estará aquí? –Inquiere la joven inglesa, visiblemente nerviosa y excitada.

         De repente, la ve. Alta, bella, espectacular y radiante, y siente como su corazón se acelera en su pecho.

         -¡PEARL, PEARL! –Comienza a gritar mientras corre hacia la entrada del rascacielos agitando ambas manos por encima de su rubia cabeza.

         Y Pearl Lewington, o Lilith, como prefiráis, se da la vuelta y sonríe al reconocer a su hermana pequeña.

Y abre los brazos para acogerla.

Y ambas jóvenes se funden en un fuerte y cálido abrazo que a punto está de tirarlas a ambas al suelo.

-¡Por todos los Santos, Blue! ¿Qué haces tú aquí? –Pregunta finalmente la guapa morena apartándose ligeramente de su hermana pequeña para verla mejor.

-¡He venido a combatir en el torneo! –Replica Blue con un claro deje de orgullo en su voz-. Él me ha entrenado –dice luego, haciendo un gesto a Flannagan con la diestra para que se acerque.

Tanto Pearl como el detective intercambian una mirada.

-¿De qué diablos estás hablando, Blue? –Luego, Pearl clava en su hermana menor una mirada cargada de reproche y súplica-. Debes de haberte vuelto loca si piensas que te voy a dejar participar en esta locura. Tomar parte de esto es poco menos que un suicidio.

-Es lo mismo que he intentado meterle yo en su rubia cabecita desde que me contó sus planes –interviene Flannagan mirando también a Blue con aire de censura.

-¡Estoy harta de que sigáis tratándome como a una niña pequeña, joder! ¡Hace tiempo que alcancé la mayoría de edad, puedo tomar perfectamente mis propias decisiones!

Ante tan rotunda respuesta, Pearl Lewington y el bueno de Flannagan no pueden hacer otra cosa que encogerse de hombros y suspirar con aire resignado.

Por fin es el veterano detective quien habla.

-De acuerdo, pero recuerda lo que me prometiste.

-Lo recuerdo. Si veo que no puedo más, me rendiré. Os lo prometo.

-No creo que sea suficiente –dice su hermana mientras vuelve a abrazarla-. Pero respetaremos tus decisiones.

FIN 3ª PARTE

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