CAPÍTULO 2º
CONOCIENDO A LA CHICA NUEVA
Es la hora del recreo, y los alumnos del último curso de Bachillerato del Ramón y Cajal hacen corrillos en el patio y comentan cómo les ha ido y qué han hecho durante las vacaciones.
Uno de estos corrillos está formado por los gemelos Antúnez, Julia y Andrea, las dos empollonas de la clase, y Rosa, la chica nueva.
En este momento, los mellizos hablan sobre sus presuntas conquistas sexuales veraniegas.
-Pues sí, chicas –se vanagloria Pablo Antúnez delante de las chavalas-. Este verano mi hermano y yo por fin lo logramos… -Pausa para dar emoción a sus palabras-: ¡Nos follamos a nuestra prima la tetona!
-¡Oh, sííí! –Exclama su hermana Miguel haciendo un estudiado gesto de triunfo-. ¡Cómo nos la comía la muy guarra!
-¡Y qué tetazas tiene! ¿Eh, hermanito? –Su gemelo le propina un ligero codazo.
En ese instante, Rosa, la chica nueva hace una pregunta que deja boquiabiertos a todos los presentes, en especial a los dos gemelos frikis.
-¿Vuestra prima tiene las tetas tan grandes y duras como las mías?
-Pues… -Pablo Antúnez traga saliva mientras clava sus saltones ojos de sapo en las tremendas pechugas de Rosa.
-Quizás un poquito más pequeñas –responde su hermano mientras estira su mano derecho hacia la tremenda delantera de la nueva alumna, que ríe divertida mientras le pega un manotazo.
-¡Quieta la mano!
-Y-yo… -Miguel Antúnez dedica a Rosa una mirada de difícil interpretación.
Y entonces, la chica nueva hace algo que vuelve a dejar boquiabiertos y estupefactos a sus nuevos compañeros de clase, en especial a los dos gemelos.
Sus dos manos van directas a las entrepiernas de ambos hermanos, comenzando un tanteo descarado de las herramientas de los gemelos.
-Mmm… ¿Qué tenemos aquí, muchachotes?
-No sé si te lo han dicho alguna vez, chica nueva –la que habla es Julita, una de las empollonas de la clase-. Pero te estás comportando como una auténtica calientapollas de primera.
-De calientapollas nada, bonita –Rosa se gira y le saca la lengua-. Yo siempre acabo lo que empiezo.
Dicho esto, toma las manos de los dos mellizos y los lleva a un lugar apartado.
-Bueno, machotes –les guiña un ojo mientras se levanta la camiseta, dejando ver un increíble par de domingas, aprisionadas por un sensual sujetador de encaje que a duras penas puede contener sus tremendos tetones-. Demostradme qué sabéis hacer, vamos…
-¿S-son naturales? –Inquiere Pablo sin poder apartar la mirada del formidable par de melones de carne.
-¡Pues claro! –Responde la jovencita lanzando una nueva carcajada mientras desabrocha y baja los pantalones del gemelo-. He salido a mi madre –explica seguidamente mientras libera la verga del muchacho, ya en estado de erección total-. Vaya, buena polla, chaval, buena polla –dice antes de metérsela entera en la boca y comenzar a chupar y a lamer con fruición.
Mientras, Miguel también se ha bajado los pantalones y se masajea la polla y los cojones, fascinado con el trabajito oral del que está disfrutando su gemelo.
-¡Ahora me toca a mí! –Exclama de repente, empujando a su hermano y acercando su gorda polla a la boca de Rosa.
-¡Tranquilo, semental! –Ríe la chica mientras comienza a pajear al gemelo llamado Miguel-. Los hermanos no se pelean –y, dicho esto, se traga también la tranca que tiene en la mano.
Unos instantes después, se incorpora y les susurra con voz sugerente al oído…
-¿Quién de los dos quiere ser el primero en metérmela?
-¡Yo, por supuesto! –Exclama Pablo mientras la caliente jovencita se sube la faldita del traje, mostrando su tanguita blanco e inmaculado-. Por algo soy el hermano mayor.
-¡Vamos, cacho cabrón, métemela ya, que estoy súper mojada! –Reclama Rosa, agarrando al gemelo de la polla y acercándola a su húmeda rajita-. ¡DIOSSS, QUE GUSTAZOOO! –Chilla la joven al sentir la polla del mellizo dentro de su sexo.
-¿Y yo qué? –Inquiere Miguel mientras se menea la verga de arriba abajo con cara de pena y de envidia.
-¡Tú no te cortes, rico! –Ríe Rosa entre gemidos y jadeos de placer, al tiempo que toma el cipote de Miguel y se lo vuelve a meter en la boca hasta los cojones.
Tras quince minutos de intenso metesaca, ambos gemelos, como buenos hermanos, cambian las tornas.
Está a punto de sonar la sirena que anuncia el regreso a las clases, cuando los dos frikis gemelos obligan a su nueva compañera de clase a arrodillarse y vierten sobre ella toda la carga de sus pelotas, que la lujuriosa jovencita traga con ganas y con una sonrisa de satisfacción en su bello rostro.
-Chicos –les dice una vez han terminado-. Habéis estado sensacionales. Creedme, sé lo que me digo.