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Memorias (II)

en Hetero: Primera vez

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Excitadisimo por el inesperado y fantástico debut sexual, esa noche no me podía dormir. Recaliente pensé en ir al cuarto de Eulogia pero deseché la idea por temor a ser descubierto. Me arreglé con una buena paja.

Al otro día, cuando mi madre me despertó para ir a la facultad, le dije que no me sentía muy bien y me iba a quedar en cama.

-Antes de irte decile a Eulogia que dentro de un rato me traiga el desayuno.

Ni bien se fueron mis padres apareció Eulogia.

-¿Qué tiene el chiquitito, se siente mal? -dijo socarronamente.

-No, al contrario, tengo ganas de cogerte.

Eulogia sonrió.

-Mirá -dije y corriendo la sabana deje ver mi verga parada.

-Epa, -dijo Eulogia agarrándomela- ¿querés el desayuno en la cama?, pero primero tomo la leche yo -comenzó a chuparme suavemente la pija.

La verdad que sentir esa sensación antes de levantarme era más de lo que nunca me había imaginado.

Evaluándola a la distancia Eulogia fue la mejor mamadora que conocí en mi vida. La presión y el roce que ejercía en la pija con sus labios, la suavidad y profundidad de sus movimientos y la intensidad de sus lengüetazos nunca los volví a experimentar con ninguna mujer, como tampoco volví a tener esas acabadas interminables que tenia al ritmo de la succión de su boca.

Luego de unos minutos no aguanté más y lancé tal cantidad de esperma que se le llenó la boca y tuvo que tragarla en varias veces. Me limpió bien la pija con la lengua y cuando estuvo segura de que no quedaba una gota más me dijo:

-Me encanta así calentita ¡qué cantidad largaste!

Al ratito apareció desnuda con la bandeja del desayuno.

Comencé a tomarlo, ella se sentó en una silla frente a mí y mojandose los dedos con saliva, empezó a masturbarse.

-Qué lindo sos chiquito, cómo me calentás.

Más que tomar, tragué lo que quedaba en la taza y fui hacia ella.

-Bésame toda. -me pidió.

Obediente, comencé a besarla en la boca, el cuello, bajé a las tetas y me entretuve chupándoselas mientras ella aumentaba el ritmo de su dedo sobre el clítoris.

Mientras le chupaba los hermosos pezones me agarró la mano derecha para que la siguiera pajeando. Con las dos manos me acarició la cabeza y con una suave presión me indicó que siguiera besándola hacia abajo. Le besé el ombligo, la panza y cuando intenté volver me dijo:

-Seguí, chupamela, haceme con la lengua lo mismo que con el dedo.

Comencé a besarle el clítoris y los labios de la vulva. En realidad no tenía la menor idea de qué hacer pero el gustito y el aroma de la concha me gustaron tanto que en ese momento decidí convertirme en un experto chupador.

Le pasé la lengua por la raya abriéndole los labios y chupando su juguito, la fui subiendo hasta que se topó con el clítoris que ya tenía una dureza y tamaño que permitian agarrarlo con los dientes y los labios. Mientras que lo tenía sujeto empecé a lamerlo cada vez con mayor intensidad. Parecía que lo estaba haciendo bien porque Eulogia empezó a tensar su cuerpo previamente a la acabada que no se hizo esperar, cuando comencé a succionarlo como si fuera un pezón.

Casi acabo con ella pero me pude contener.

-Qué buena mamada, chiquito. Me encanta que me la chupen pero a muchos hombres no les gusta, dicen que es cosa de viejos.

-¿Si? A mi me gustó mucho, quédate tranquila que te la voy a chupar todas las veces que quieras.

Se levantó y fue a la cama

-Vení -me dijo mientras abría las piernas para hacerme lugar.

-Eulogia ¿con forro puedo acabar dentro?

-Empecemos así y te lo pones para acabar.

Le apoyé la cabeza de la pija en la raya de la concha y como la tenía tan mojada por mi saliva y su flujo, se fue adentro de golpe.

Garchamos un rato cambiando de posiciones. Se puso en cuatro patas y se la metí desde atrás mientras miraba el portentoso culo que tenía.

-Ponete el forro que no aguanto más, quiero acabar.

Me lo puse y ella se me montó arriba, tuve la sensación de que hasta los huevos habían entrado. Se empezó a mover con ritmo e intensidad. En dos minutos estábamos en la puerta del paraíso, esperando acabar.

-Acabo, acabo, chiquito, acabá conmigo.

Entramos en el vértigo del movimiento y sin darnos cuenta terminamos acabando en el suelo. Tranquilizados por el goce y riéndonos de la situación nos dimos cuenta que la cama mía era muy chica y nos fuimos a la de mis padres.

Cómodamente instalados empezamos a jugar, a besarnos, tocarnos y enseguida estábamos haciendo un poderoso 69, yo abajo escondiendo mi cara en su concha y ella arriba con mi poronga llenandolé la boca. Cuando estuvimos a punto se la metí como el perrito y nuevamente la visión de ese culo me puso al borde del abismo, Eulogia ya había caído varias veces, como no tenía forro le avisé que estaba por acabar y me pidió que se la vaciara en las tetas.

Toda embadurnada de guasca miró la hora.

-Como se pasó el tiempo. Va a llegar tu mamá y yo no hice ni las camas.

Se puso en actividad y tal era su eficiencia que en pocos momentos había ordenado todo y comenzado a hacer el almuerzo. Yo volví a mi lecho de enfermo a recuperar fuerzas.

Las dos semanas siguientes me las pasé cogiendo y pensando en coger.

Descuidé todo, amigos, club, facultad y recogí las consecuencias del desenfreno. Tuve el primer aplazo en mi vida de estudiante.

Cuando se enteró mi madre casi se muere del disgusto. Mi padre, más ubicado, me aconsejó que dedicara más atención al estudio para el recuperatorio.

Eulogia me agarró en la cocina y muy seria dijo:

-Jorge, si no hay estudio no hay concha, si querés que sigamos cogiendo, estudiá para aprobar. ¿Entendiste? Es verdad lo que dice el refrán que más tira un pelo de concha que una yunta de bueyes.

 

(continuará)

 

PD. Escucho halagos y críticas. Escribanme.