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Memorias (V)

en Hetero: Primera vez

5

 

Todo marchaba a la perfección. Mi madre estaba tan satisfecha con el desempeño de Eulogia que practicamente se había desligado de todas las responsabilidades de la casa. Creo que si en ese momento se enteraba de nuestras garchadas no hubiera dicho nada. Yo estaba chocho y mi verga, ni les cuento. Además, aplacada mi necesidad sexual, tenía más energías para estudiar y avanzaba a buen ritmo en la facultad. Después de una primera etapa de locura, todo se había encarrilado y ahora cogiamos casi como personas normales, aunque seguíamos teniendo algunas maratones, con la colaboración de Alejo y los aportes de parientas y amigas de Eulogia que, no se por que razón, se les había dado por viajar a Buenos Aires.

Hubo una pequeña crisis cuando Eulogia se puso de novia con Giovani, el verdulero. Un italiano grandote y bonachón, que parecía creado a la medida de ella, siempre sonriente y de buen humor. Mi madre se atacó un poco pensando que el enamoramiento influiría negativamente en el trabajo. Yo pensé que se me cortaría la beca sexual y a pesar de que a esa altura ya conocía a otras mujeres, ninguna era como ella. Pero no pasó nada, Eulogia siguió con su eficiencia en todos los ordenes.

Como Giovani era conocido tenía libre acceso a la casa. Muchas veces cenaba con nosotros, sobre todo cuando no estaban mis padres. Una noche, después de comer, me fuí a acostar porque estaba cansado. Normalmente nos quedabamos de sobremesa, divertidos, contando historias. Sabiendolos solos, no me podía dormir, pensaba en que estarían haciendo. La curiosidad morbosa me hizo levantar para espiarlos. Fantaseaba con verlos en pleno garche y la idea me calentaba. Estaban en la cocina franeleando a lo loco, Giovani metía mano por todos lados, principalmente en el culo, mientras que con una teta se llenaba la boca. Estaba de espaldas y no me veía, pero Eulogia si me vió y sin inmutarse siguió en lo suyo.

-Gorda, vamos a la cama, necesito coger -le decía recaliente Giovani.

-No. Sabés que eso no. -se hacía la estrecha Eulogia.

Que si, que no, siguieron un rato sin desatender lo que estaban haciendo, cosa que había causado efectos en mí. Tenía la verga al palo y ya me la estaba acariciando en los prolegomenos de lo que seguramente se convertiría en paja.

-Ya te dije que hasta que nos casemos, no. Si querés te la toco.

-Y bueno, algo es algo, si no después me la tengo que hacer yo. Mirá como estoy de caliente.

Eulogia, acomodandoló para que yo pudiera ver, lo empezó a pajear.

Cuando ví el pedazo de Giovani me quedé frío. Era de tal tamaño que necesitaba las dos manos para poder manipularla. Calculé que facilmente tendría unos 25 cm la largo.

Eulogia era sensacional y sabía como hacer gozar de una paja a un hombre. Se la acariciaba suavemente a medida que se la iba apretando, cada vez, un poco más. Cuando lo tuvo a punto, comenzó a incrementar el ritmo del movimiento hasta que lo hizo acabar. La vaciada fué proporcional al tamaño de la pija. Fué tan larga y abundante que a Eulogia no le alcanzó la mano donde intentaba recoger la guasca y cayó abundantemente en el piso.

Calmado, pero no satisfecho se fué porque Eulogia insistió en que más que eso no aflojaría.

-Vení Jorge, sacame la calentura -me llamó

Se apoyó sobré la mesa así medio desnuda como estaba del franeleo con Giovani, yo sólo le baje la bombacha y me metí entre las nalgas. La concha era un charco y mi poronga nadó placenteramente en él.

Después de los primeros orgasmos me pidió que le hiciera el culo y se lo llenara de leche, deseo que cumplí con creces, yo también estaba recaliente y con un buen acopio de esperma.

-Como me calienta este hombre, suerte que estás vos para calmarme.

En el baño, después de largar el semen que le había dejado en el orto, y viendo que todavía la tenía media dura me la lavó bien para chuparla. Recién cuando le acabé en la boca dijo:

-Ahora si, estoy safisfecha. -me dió un beso- Gracias chiquito.

-Si tanto te calienta, ¿porque no coges con él? -le pregunté.

-Estás loco, si me entrego por ahí se piensa que soy una puta y me deja. Yo lo quiero mucho al Giovani, y me quiero casar con él, es tan bueno, tan cariñoso y tiene un carácter tan lindo que se que vamos a ser muy felices juntos.-dijo arrobada, agregando con picardía- Además, ¿viste el pedazo que tiene? Me muero de ganas de comerseló.

-Me parece que con semejante pedazo te vas a atragantar.- le contesté y comenzamos a reirnos.

En realidad el miedo de Eulogia tenía cierto fundamento, ya había tenido una mala experiencia con su primer novio en San Luis que, después de cogersela, la dejó y se lo contó a todo el pueblo. Y aunque estaba muy segura del amor de Giovani, no quería arriesgarse a perderlo.

 

(continuará)

 

PD. Escucho críticas y halagos. Escribanme.