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Memorias (VII - Final)

en Hetero: Primera vez

7

El casamiento estuvo de lo más divertido. Los novios estaban felicisimos. Yo me sentí un poco ridículo en mi papel de padrino pero la verdad es que me produjo mucho placer darle ese gusto a Eulogia.

Fué una fiesta casi intima porque los dos tenían poca familia. Casi todos los invitados eran conocidos y amigos. Entre ellos estaban las chicas de San Luis que tantos momentos gratos nos habían proporcionado a Alejo y a mi.

Casi todas eran discretas en grado sumo, a excepción de una prima lejana de Eulogia que ni me acuerdo como se llamaba, que estaba de lo más zafada y terminé cogiendomela en el baño del salón para que se tranquilizara.

Una de las invitadas era Julieta, una amiga de Eulogia que no conocía. Era muy linda e interesante, simpatizamos inmediatamente y bailamos casi toda la noche y terminamos encamados en un hotel disfrutando de su ojete hasta el cansancio porque, aunque parezca mentira, tenía la concha intacta reservandola para el que iba a ser su marido y sólo me dejó que se la chupara, cosa que gozaba tanto como sentir el orto o la boca llenos de leche.

Cuando volvieron de la luna de miel, en la primera oportunidad que tuvimos con Eulogia, nos echamos unos buenos polvos. La verdad es que, a pesar que fueron solo quince días y que estaba Yolanda reemplazandola, la extrañé mucho.

Me contó que la habían pasado muy bien, la mayor parte del tiempo cogiendo. Al principio Giovani, que no tenía más experiencia sexual que los encuentros ocasionales con alguna puta, no dió pie con bola. En el primer polvo ni llegó a metersela, estaba tan desesperado que arremetió con todo y le vació la guasca en la raya de la concha. Eulogia me lo contaba matandose se risa.

Con su sabiduría y poder de convicción a los dos días lo tubo bailando a su ritmo. Logró que le chupara la concha a pesar que en un principio se enojo "porque el no era un viejo para andar haciendo esas chanchadas"

-Pero Giovani, ¿a vos no te ponen contento las alegrías que te da "ella"? ¿no la querés? Yo, por ejemplo, la quiero mucho a la tuya, y así como te quiero mucho a vos y te beso, también me gustaría darle un beso a "ella". ¿Puedo?

El accedió. Eulogia empezó dandolé unos besitos suaves y de vez en cuando le rozaba la cabeza con la lengua. Después se metió la punta en la boca apretandoselá a medida que la expulsaba. Cuando Giovani le dijo -Besala más gordita, supo que ya se lo había ganado. Se la siguió chupando hasta que, suavemente, se fué acomodando para que la concha quedara cerca de la boca de él. Empezó a imprimirle ritmo a la mamada y al instante Giovani se había prendido, metiendole la lengua en la vagina. Siguió entusiasmandose hasta que sintió que la leche se le escapaba para ir a parar a la boca de ella. El orgasmo de Eulogia no se hizo esperar y lo llenó de satisfacción. A partir de ese momento, cuando empezaban los jueguitos previos, él se bajaba solo, sin necesidad de ninguna sugerencia.

-¿También te hizó el orto?

-No, me muero de ganas, quiero tener ese pedazo clavado en el ojete, pero me pareció exigirlo mucho, pensá que es ignorante para coger. Nunca estuvo con una mujer en serio. Con el tiempo ya me voy a arreglar para que me lo haga, sabes que cuando se me cruza una idea…

-En realidad no querés que piense que sos una puta degenerada.

-El sabe bien que no soy una puta, la puta coge por obligación y con cualquiera, yo cojo con quien quiero y me gusta.

Nuestras cogidas siguieron, aunque con menos frecuencia ya que Giovani satisfacia cada vez más gran parte de sus necesidades.

Cuando le preguntaba porque seguíamos haciendolo, invariablemente me contestaba:

-Vos sos mi vicio, sos como el dulce de leche, por más que esté llena y satisfecha, si veo el tarro no puedo dejar de comerme una cucharada.

La situación era de lo más rara. Giovani me caía realmente bien y le tenía mucho aprecio. A veces ibamos a la cancha a ver a River Plate, cuadro del que ambos eramos hinchas, o me quedaba charlando con él en el negocio, era un amigo y sin embargo no tenía ningún remordimiento por cogerme a su mujer.

Eulogia estaba realmente enamorada del "tano", como lo llamaba afectuosamente, y se la veía feliz complaciendolo en todos sus gustos, pero gozaba como una loca cuando tenía mi pija adentro.

Luego de un tiempo me fuí acomodando a la situación y como todo el mundo estaba contento, se me terminaron los pruritos.

Una noche fuí a cenar a la casa de ellos, en la sobremesa mientras tomabamos el café Giovani me dijo:.

-Jorge, vos sabés como te aprecio ¿no?

-Si, lo sé y te aclaro que es reciproco.

-Y lo que la quiero a la gorda, soy capaz de hacer cualquier cosa con tal verla contenta. -Eulogia escuchaba con atención- Bueno te tengo que pedir que nos hagas un favor para que ella sea todo lo feliz que se merece.

-Desde yá contá conmigo, si se trata de que Eulogia esté contenta me encantará ayudarlos. -dije intrigado.

-Eulogia me contó todo lo que pasó entre ustedes, me dijo que la haces muy dichosa.

El café que en ese momento estaba tomando, se me atragantó saliendo por la nariz, con la sorpresa y el sobresalto que me produjeron las palabras de Giovani.

-También me dijo que no habría nada en el mundo que la hiciera más feliz que estar con los dos juntos en la cama, ¿no es cierto gordita.

Ella asintió en silencio con una sonrisa, yo estaba paralizado. No entendía nada. Giovani me estaba diciendo que sabía que cogía con su mujer y en lugar de matarme, ese gigantón me estaba invitando seriamente a compartirla en una cogida.

-¿Nos harías ese favor?

Como se imaginarán no me podía negar por muchas razones, así que repuesto de la sorpresa, nos fuimos a la cama. Al principio, tanto a Giovani como a mí, nos costó acostumbrarnos a la situación pero gracias al don que Eulogia tenía para manejar todo lo relacionado con el sexo enseguida nos distendimos decididos a disfrutar del momento. Luego de una sesión de chupadas y besuqueos mutuos, con las vergas a punto, Eulogia se montó encima de Giovani, que se la ensartó en la concha mientras me pedía que le hiciera el orto.

-Soy la mujer más feliz del mundo, tengo adentro mis dos pijas queridas. -decía entusiasmada mientras gozaba de la cogida- Chiquito, cuando me lo abras bien dejalo al tano que me la meta, quiero que me coja por el orto.

Cuando, después de un acompasado bombeo, consideré que estaba a punto le cedí el lugar a Giovani. Me quedé mirando como tremenda poronga se perdía en el culo de Eulogia que sintió el primer impacto pero enseguida se recompuso.

-Despacito, viejo, que la tenés muy grande y muy gorda.

-Si gordita, quedate tranquila, no te voy a lastimar.

El tano le hizo orto con una suavidad y dulzura increibles en un hombron de su tamaño, se notaba que tenía muchas ganas cogersela por el culo. Eulogia lo disfrutó plenamente, sobre todo cuando le vació tal carga de leche que en cuanto le sacó la pija comenzó a fluir a borbotones.

-Llenamelo vos también -me pidió.

Al metersela, mi poronga actuó como un embolo haciendo que la leche no parara de salir por los costados embadurnandome las pelotas, para mejor yo también tuve una acabada interminable convirtiendo al ojete de Eulogia en un manantial de esperma. Tan cómica resultó la situación que terminamos los tres abrazados y sin poder parar de reirnos.

Ese día comenzó una de las mejores y placenteras etapas de mi vida. Todas las semanas nos mandabamos una o dos fiestitas donde disfrutabamos todo lo que hacíamos. Llegamos a concretar un trío realmente lindo. Logicamente también teníamos nuestros encuentros privados, pero con el tiempo se fueron espaciando. La verdad que la pasabamos tan bien los tres que cuando estaba solo con Eulogia lo extrañaba al tano y a él le pasaba lo mismo, me comentó una vez.

Pero como todo lo que tiene un principio también tiene un final, en este caso feliz. Al año, más o menos, Eulogia quedó embarazada. No había dudas sobre la paternidad porque yo le acababa en la vagina sólo cuando no estaba ovulando. Contentisima, nos comunicó la noticia pero también nos dijo que a partir de ese momento se terminaban las fiestas, que la maternidad era algo serio y en lo sucesivo sólo cogería con su marido como Dios manda,no quería que su hijo tuviera algo que reprocharle en su vida. Iba a extrañar nuestras garchadas a trío pero que así debía ser. Como todo lo que ella decía, así fué.

Seguí siendo un amigo bien recibido, a tal punto que bautizo a su hijo con mi nombre, pero nada más. Lo sexual dejó de existir, ni siquiera se hablaba, entre nosotros.

Al principio me costó pero, respetuosamente, lo acepte. La que no aceptó tan facilmente la decisión de Eulogia de no trabajar más para dedicarse a su hijo, fué mi madre. Desesperada no atinaba que hacer hasta que, como siempre, Eulogia le aportó la solución.

-¿Porque no toma a mi prima Yolanda? Usted la conoce y ella conoce la casa, me reemplazó cuando la luna de miel. Es muy eficiente, seria y responsable, estoy segura que no va a notar la diferencia conmigo. Además, somos vecinos, cualquier cosa me consulta. Quedesé tranquila señora. -le dijo mientras disimuladamente, me guiñaba un ojo.

 

(continuará)

 

PD. Escucho críticas y halagos. Escribanme.