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Licenciado Contestodo (09)

en Confesiones

Continuamos reproduciendo los casos tratados por el Licenciado Contestodo en su columna periodística.

 

Estimado Licenciado

Lo consulto por un grave problema que tengo. Resulta que la naturaleza me dió una boca pequeñita, que si bien estéticamente es perfecta, no permite que desarrolle una de las actividades que más me apasionan en la vida: practicar la fellatio.

Con mi novio es imposible dado el grosor del miembro. Las veces que lo hice terminé con las comisuras de los labios lastimadas, razón por la que dejé de hacérselo sustituyendo la fellatio propiamente dicha por unos simples besitos y lenguetazos en el glande.

Como hacerlo es una cosa que me enloquece, cuando tengo imperiosa necesidad de ponerlo en práctica debo recurrir a hombres cuyo pene tenga el grosor adecuado para alojarlo en mi cavidad bucal. Como se imaginará esta tarea, conseguir el hombre con el pene adecuado, es harto complicada ya que debo repartir mi tiempo entre las tareas habituales que desarrollo y la selección de acompañante sexual.

Además, por lo general, una cosa trae a la otra y luego de la fellatio sigo teniendo todo tipo de sexo con mi ocasional acompañante.

Esta situación me trastorna un poco ya que en el momento de intimar con mi novio, resulta que yo ya estoy safisfecha y algún día se va a percatar que tengo otros hombres, cosa que vería con desagrado porque en el plano vaginal o anal nos complementamos cien por ciento.

Quisiera consultarlo sobre que debería hacer para concentrar toda mi actividad sexual en un sólo hombre, en este caso mi novio por razones obvias.

Malena, de Pompeya

 

Sta. Malena

Su caso es harto complicado y aparentemente no tiene solución.

Si hace ejercicios para ensanchar su boca, nadie le garantíza éxito. Si consigue que su novio se avenga a reducir el grosor de su pene, soluciona un problema, pero se agencia otro.

Lo único que se me ocurre como posible salida es que usted, mediante cirugía, se agrande la boca. No conozco mucho de la materia pero pienso que si se pueden agrandar las tetas, también se puede agrandar otra parte de la anatomía.

Evidentemente es un grave dilema que sólo usted puede resolver evaluando sacrificio y rédito.

 

 

Sr. Licenciado

Le escribo porque estoy con mucha bronca ya que fuí estafado y no se a quien recurrir para reparar el daño recibido.

Resulta que el fin de semana pasado decidí tener una expansión de tipo sexual, o sea echarme uno o dos polvos.

Con el fin de conseguir una mujer con quién explayar mis bajos instintos, me dirigí, como habitualmente lo hago, al populoso barrio de Constitución.

Arreglados precio y tipo de prestaciones, nos dirigimos a un hotel de la zona.

Ya en el cuarto, antes que nada me exigió el pago de sus servicios, cosa que si bien es habitual, no me agradó por el tono imperativo que usó.

Luego sin sacarse la ropa, pasó a chuparmela de manera desganada y sin ningún tipo de gracia, acción que no colaboró en nada con el levantamiento de mi pija.

Luego subiendosé la pollera y bajandosé apenas la bombacha pretendió que se la introdujera en la concha. Dado que el estado erectivo no era optimó la acción me llevó un rato durante el que ella imperativamente me exigia que me apurara.

Cuando por fin lo conseguí rodeo mi aparato con la mano para que sólo se introdujera la cabeza.

Eso colmó mi paciencia porque ninguna de sus acciones condecía con las promesas anteriores que fueron las que motivaron su contratación.

Le exigí que ante el incumplimiento del, llamemosló contrato, me devolviera el dinero. Comenzó a hacer tal escándalo que opté por retirarme luego de subirme el cierre del pantalón que fue lo máximo, anteriormente bajarmelo, que había hecho como acto de desnudez.

¿Licenciado que puedo hacer ante tal acto de deslealtad comercial?

Braulio, de Barracas

 

Braulio

Lamentablemente ninguna Asociación de Defensa del Consumidor se haría cargo de su caso.

Es evidente que usted cayó en las garras de una persona deshonesta de las tantas que pululan en todas las profesiones y actividades comerciales.

En otros casos, compra de un electrodoméstico por ejemplo, usted contaría con la protección necesaria.

Pero en el caso de una actividad no legalizada ni reglamentada como lo es la prostitución, el consumidor no tiene a quien reclamarle, lo mismo que si compra una lapicera a un vendedor ambulante en el colectivo y al otro día ya no escribe más.

Todo sería distinto si nos despojáramos de la hipocresía y se legalizara la tan popular actividad de compra y venta de sexo.

Mientras tanto para la gente bien pensante la prostitución no existe, a pesar del rubro 59 y la profusa cantidad de saunas, departamentos privados, atenciones a domicilio y servicios de acompañantes que sin ningún tapujo se publicitan en los diarios.

Es evidente que no se toman las medidas necesarias porque además se lastimarían muchos intereses que medran con esta situación.

Mientras tanto los actores principales que ponen el cuerpo, las/os profesionales y los clientes, no tiene ninguna protección y hasta son factibles de caer presos por desarrollar actividades reñidas con la moral.

Desde el punto de vista humano es inadmisible que trabajadores, como lo son los prestadores de servicios sexuales, hombres o mujeres, no cuenten con los pocos beneficios que le quedaron al resto del mundo del trabajo. No se pueden sindicalizar, no tienen obra social ni jubilación y están librados a la buena de Dios.

Que esto suceda en pleno siglo XX y en un país que se considera moderno, es una de las tantas contradicciones macabras que pululan por el mundo.

Lamento decirle Braulio, que lo jodieron y se la tiene que bancar, hasta que cambien los tiempos, o dejar de echarse un saludable polvo.