Soy Callahan, de San Francisco. Soy teniente de homicidios y a través de un programa de colaboración con el homólogo departamento de una ciudad suramericana, viajé a un penal de dicha ciudad donde tres reclusos aparecieron asesinados la misma mañana en sus respectivas celdas en circunstancias muy extrañas. Aportaría fotos a mi testimonio, pero son imágenes de tal dureza que no todo el mundo podría aguantar. Darían cuenta de la crudeza con la que se ensañó el asesino.
Las víctimas en cuestión tenían por alias los siguientes nombres: El Gordo, el Tuerto y el Gorila. El primero de ellos apareció ahorcado en su celda, abierto en canal como un cerdo y con el pene seccionado introducido en la boca. El Tuerto apareció clavado en la pared de manos y pies con grandes clavos en posición en aspa, con los ojos extraídos que aparecieron introducidos en su ano y con el pene cortado igualmente en la boca. El tercero y último, el Gorila lo encontraron descuartizado y con partes de su cuerpo por toda la celda. En el váter estaba su cabeza cortada con el pene en la boca.
Esta característica común de los penes en la boca me llevaron a intuir que los crímenes aparte de presentar un móvil sexual, constituían parte de una venganza; y de ese modo comenzaron mis pesquisas que se dirigieron a interrogar a los funcionarios de la cárcel que habían tenido guardia aquella noche. Con todo ese material me fui a descansar a la habitación de mi hotel aquella primera noche de estancia en la ciudad. Telefoneé a Estafanía, mi colaboradora de homicidios suramericana y le pedí que se pasara por mi hotel para echar un vistazo al material y que me diese su opinión. Fue un duro trabajo en el que concluimos que el rector de la prisión era el principal sospechoso, por eso al día siguiente iría a interrogarle. Pero Estefanía y yo intimamos entretanto y la cosa se puso caliente entre nosotros. Como me encantan los coños, se lo comí un rato y finalmente acabamos follando.
Interrogar al rector de la prisión no fue difícil y lo confesó todo: Un tiempo atrás una pareja de ancianos, don Manuel y doña Juana, vinieron a vivir frente a su casa y como vecinos se hicieron amigos. Poco después saltó una noticia en la prensa que hablaba del encarcelamiento de un trío de atracadores (el Gorila, el Gordo y el Tuerto). Don Manuel y doña Juana contaron su terrible historia al rector, detallándole cómo esos energúmenos la violaron y la humillaron. La pareja ofrecieron dinero al rector a cambio de que en el interior de la cárcel se efectuara una venganza sobornando a guardias o reclusos. Finalmente fuero otros cinco presos los que hicieron el trabajito a cambio de cocaína y ciertos permisos carcelarios. Me extrañó que el rector aceptara el dinero y le pregunté acerca de ello, confesándome finalmente que aceptó a cambio de favores sexuales de doña Juana, cuya historia le calentó. Mañana voy a interrogar a don Manuel y doña Juana, a ver que tal señora es ella.