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Fantasias femeninas de ayer y hoy

en Textos educativos

Las fantasías sexuales femeninas más comunes

Durante mucho tiempo se creyó que las mujeres carecían de fantasías sexuales. Claro, como no tenían necesidades eróticas, la imaginación no se les disparaba en esa dirección. Pero cuando se aceptó su autonomía sexual, comenzó a estudiarse su capacidad fantaseadora y se comprobó que en el transcurso del tiempo hay cada vez más mujeres que se atreven a decir que ellas también se imaginan cosas tradicionalmente consideradas poco edificantes. Y no solo eso: ¡que disfrutan con ellas!



Las diferentes investigaciones realizadas al efecto han comprobado que cuanta mayor es la capacidad fantaseadora de las mujeres, mayores son sus sensaciones eróticas y mejores sus orgasmos. Fantasear parece revelar una liberación de los viejos corsés represores que abrumaban a la sexualidad femenina. Durante las fantasías, la imaginación se dispara y prepara situaciones, más o menos reales, que, habitualmente, la persona no se atrevería a hacer verdaderamente. Es ese componente ficticio e irreal lo que hace atractivo algo que en la práctica puede no serlo para el sujeto.

 

Las mujeres fantasean durante el coito

En el modo de fantasear influye notablemente el distinto modo de socializar sexualmente a los hombres y las mujeres. Las mujeres fantasean situaciones en las que ellas son las receptoras de las cosas que hacen otros (siguiendo la célebre y vieja pasividad sexual femenina).
Mientras que los hombres fantasean con cosas que ellos hacen a otros (siguiendo el modelo de macho proveedor de orgasmos femeninos). Precisamente por eso, una variante fantaseadora muy excitante para ambos sexos es cambiar los roles e imaginarse ellos, que les hacen cosas, y ellas, que las hacen. En el caso de las mujeres, además, tener fantasías lésbicas les añade morbo a la escena, cosa que no sucede con los hombres, socializados de un modo más homófobo que las mujeres.
Un número de mujeres similar al de hombres (71%) fantasean durante el coito. En tales ocasiones, el objeto de la fantasía puede ser otro hombre o, más comúnmente, la propia pareja situada en un contexto erótico diferente.

La masturbación es el mejor momento para la fantasía

Con todo, las fantasías sexuales durante la cópula suelen ser más esporádicas que las acontecidas durante las ensoñaciones diurnas o, más frecuentemente, durante la masturbación. La masturbación es el mejor momento para la fantasía, ya que es un momento en el que la mujer se encuentra a solas consigo misma.

Durante las ensoñaciones diurnas (soñar despiertas), se desarrollan las fantasías más elaboradas, con mayor número de elementos ambientales, lugares exóticos y enredos con algún argumento por simple que parezca. Los acontecimientos de días pasados, los deseos largamente reprimidos, las situaciones temidas o irrealizables, son la principal fuente de inspiración para la elaboración de estas fantasías.

Durante la masturbación, las mujeres suelen fantasear básicamente con su pareja como objeto sexual (80%); las diferencias con los hombres (75%) no son significativas en este terreno. Pero sí que se encuentran en otros aspectos.

Las fantasías más comunes entre las mujeres
Las fantasías más comunes entre las mujeres, además de la comentada, por orden de frecuencia son:

Realizar prácticas sexuales que nunca serían capaces de llevar a la realidad. Esto incluye prácticamente cualquier cosa, y confirma el carácter liberador, lúdico, que tienen las fantasías eróticas. Las mujeres tienen este tipo de fantasía en mayor medida que los hombres. Un 28% de ellas se excitan así.

A esa fantasía le sigue tener sexo con un extraño. Una de cada cinco mujeres (21%) fantasean de este modo. En ocasiones se trata de alguien conocido del inmediato entorno de la soñadora. Pero la mayor parte de las veces se trata de alguien visto fortuitamente por la calle, en el trabajo, o en cualquier otro ambiente cotidiano.

Un 19% de las mujeres, sobre todo las más jóvenes, fantasean con que son obligadas a tener relaciones sexuales por conocidos o desconocidos. Ojo con esta fantasía, porque algunos (y, aunque menos, algunas) encuentran que la misma explica las violaciones de muchas mujeres. Nada es menos cierto que eso. Se trata de fantasías, de excitarse mediante hechos que pueden dar morbo por la situación creada a su alrededor (estar indefensos ante el otro puede ser excitante para muchas personas muy resolutivas en la vida real), pero eso no implica un deseo, ni directo ni indirecto, de ser violadas o de provocar violaciones.

La actividad sexual realizada con más de una persona del sexo opuesto ocupa la fantasía del 18% de las mujeres. forma parte de esa necesidad de imaginarse situaciones que, probablemente, no serían capaces de realizar en la vida real.

Un número mayor de mujeres heterosexuales que de hombres fantasean con tener relaciones sexuales con alguien del mismo sexo: 11%. Esto sucede así porque las mujeres reciben culturalmente el mismo gusto que los hombres por la belleza femenina y son capaces de admirarla sin tapujos homófobos.

Finalmente, la fantasía que ocupa el último lugar entre las mujeres es la de obligar a alguien a tener relaciones sexuales sin su consentimiento o con un asentimiento forzado. Esta fantasía ocupa al 3% de las mujeres. Aparece con menos frecuencia que en los hombres, precisamente por ese modelo general del fantasear femenino que supone verse como receptoras de la actividad sexual ejercida por otros. En ese contexto, forzar a terceras personas a hacer algo está casi fuera de lugar, pues exigiría ser más activas que receptivas.

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