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Feliz aniversario, muy feliz

en MicroRelatos

Corrimos hasta unos aseos del aeropuerto. Mi esposa iba guapísima, como siempre que se disponía a viajar. Sentía celos, con ese aspecto más de uno de sus compañeros de empresa, incluso algún jefazo querría follársela. ¿Lo conseguirían? Nunca había dudado de la fidelidad de mi Claudia, mi mujer, pero era tan hermosa…

Ella volaba a Londres para una estancia de nueve días. Es ayudante del manager general de una cadena de tour-operadores e iba a supervisar una serie de hoteles y restaurantes para establecer a la clientela turística en la temporada siguiente.

Entramos a los aseos y ni percibí si se trataban de los de señoras o caballeros.

- ¡Joder! –exclamé-. Necesito un agradable gesto de despedida.

Claudia me empujó contra los azulejos de la pared y se inclinó de rodillas ante mi bragueta la cual bajó para extraerme la polla y metérsela en la boca. Así de intrépida era mi esposa. Una anciana entró y nos sorprendió, pero huyó escandalizada; en pocos segundos me corrí porque la situación me excitó. Y así, dos minutos más tarde, Claudia entró por la puerta de embarque con una pequeña manchita de semen sobre su camisa carmesí de tul raso.

Regresé a casa en taxi. Había como tres cuartos de hora desde el aeropuerto hasta mi residencia. A pesar del barullo del tráfico en una ciudad sobre la que caía la noche, me quedé dormido dado que la mamada me extenuó. En el avión mi mujer ha gustado mucho a un azafato de vuelo, que la observa furtivamente a cada momento. El chico, un joven de cabello oscuro y ojos verdes entra unos instantes a la cabina de mandos para salir, dirigirse a Claudia y con amabilidad invitarla a pasar a la cabina, donde se encuentran el comandante de vuelo y sus dos ayudantes. El comandante, un hombre de mirada penetrante, robusto, pelo entrecano y labios carnosos da la bienvenida a Claudia con palabras cálidas, presentándole a sus ayudantes. La invita a sentarse y le explica un poco como funciona el avión desde ahí dentro. Claudia se siente fascinada y confundida al mismo tiempo, pues no sabe muy bien a que ha venido esa invitación. Finalmente le expone sus dudas al comandante y éste, en su tono cordial, se lo explica directamente:

- Mire señora..., antes de despegar el principal responsable de la torre de control del aeropuerto, nos ha entregado un dvd que a su vez le han dado los servicios de seguridad de la terminal.

- No entiendo lo que quiere decir con eso…-dice Claudia.

- Entonces es mejor que lo vea –sugiere el comandante, que introduce el cd en un reproductor y en la pantalla aparece mi mujer haciéndome la felación en los lavabos. Las cámaras de seguridad nos pillaron bien pillados. El comandante amenaza con poner las imágenes para que las vea todo el pasaje. Puede ser un farol, pero Claudia se ve obligada a chupársela a él, a sus ayudantes y al azafato. ¡Madre mía lo que disfrutan los tíos!

Ha sido un sueño en el taxi; ni tan siquiera pesadilla porque me desperté empalmado. Imaginar a mi mujer chupándosela a varios me ha excitado.

Al llegar a casa reparo en la soledad que esos días de ausencia de Claudia van a conferir a mi espíritu. La nota de mi esposa sobre el recibidor me desconcierta: "Siempre dices que me amas pero seguro que no has recordado que hoy es nuestro aniversario de bodas. Estoy contigo, aunque en otro cuerpo"

Al entrar en el dormitorio para cambiarme de ropa una diosa me aguardaba en ropa interior dándome la espalda y contemplándose en el espejo: el regalo de mi esposa.

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