miprimita.com

Una Noche Inolvidable

en Dominación

ATENCION:

 

Todo lo que se narra en este relato es FICTICIO. Cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia.

 

Una Noche Inolvidable

Todo comenzó  hace un año. Mí por aquel entonces marido, Elías, llevaba un mes poniéndome los cuernos con otra, una desgraciada quita maridos llamada Noelia. Desde que los descubrí paseando por un parque y besuqueándose como dos tortolos enamorados, me pregunte porque él me hacia esto.

Por belleza dudo que haya sido. La puta de Noelia y yo tenemos la misma edad (26 años…si, me case muy joven) y de cuerpo somos muy parecidas. Ambas somos muy bonitas de rostro. Yo de cabello negro y liso, largo hasta poco más arriba de la mitad de mi espalda, con una carita de ángel, según muchas opiniones. Ella, en cambio, es rubia con mechones negros, con su cabello no muy largo, por lo hombros, y liso también. Su rostro es muy bonito, aunque denota que es una perra en celo.

En cuanto a cuerpo, como bien dije, somos muy parecidas. Las dos somos “tetonas” yo con 105 centímetros de pecho natural, ella con 100 centímetros de tetas falsas (si operadas). Cinturas delgadas, aunque el abdomen de ella tenía cuadros marcados, producto de tantos ejercicios, el mío en cambio era plano y liso. El ombligo de ella iba adornado con un piercing, el mío no. Ambas tenemos caderas prominentes, con culos bastante generosos en cuanto a cantidad de carne, y ambos perfectamente redondos, moldeados a base de aeróbicos. Ella tenía un tatuaje no muy grande en su nalga izquierda, para ser más exacta, un corazón coronado por una figura tribal. Por último ambos cuerpos son sostenidos por unas piernas de muerte, aunque las mías son más largas que las de ella. Yo mido 1.75 metros y ella 1.60.

Muchos se preguntaran el porque conozco a la perfección tantos detalles de su físico. Pues pasa que las dos íbamos al mismo gimnasio, y lo más triste, éramos muy buenas amigas.

El porque me engañaba él, pues, repito, nunca lo entendí muy bien. Por cuerpo o belleza sé que no era. Por sentimientos, lo dudo mucho, me entregue al máximo en la relación. por el sexo, pues, tampoco podría ser. Yo soy fiel al lema “una dama en la calle pero una puta en la cama”. Nunca hubo nada que el deseara en nuestro lecho que yo no le cumpliera. Hasta el culo le daba, y como buena zorra que soy, lo disfrutaba al máximo.

No sé si era por esa tonta actitud de niña mala que ella tenía o que. Nunca entendí el porqué el me montaba cachos con ella. Y la verdad tampoco le permití explicarme el día que decidí llevar a cabo mi venganza.

Recuerdo esa noche como si fuera ayer. Había empacado toda mi ropa y mis cosas. Y la metí en mi camioneta. Había retirado todo el dinero del banco, para abrir una cuenta en otro distinto. Me iría a vivir a un apartamento que me había quedado de herencia de mis abuelos, en una zona céntrica de Caracas, la ciudad donde vivo. Un apartamento no muy pequeño, ideal para vivir una sola persona, con todas las comodidades. Recibí la herencia poco después de descubrir las infidelidades de Elías, por lo que decidí mantener este punto en secreto para que después no me fuera a buscar.

Me puse una falda negra no muy larga, me llegaba poco mas debajo de medio muslo, tapando las ligas de las medias pantys negras que, en efecto, llegaban a medio muslo. Sabía muy bien que él se excitaba muy fácilmente al verme con esas medias (o al ver a cualquier chica). Me puse una braguita de encaje común y corriente, de color negro, y un liguero de color rojo, muy bien disimulado con mi falda. Por último, un sujetador negro muy sexy también de encaje, de color negro, una blusa blanca y un saco de ejecutiva negro, tal cual mi uniforme de trabajo. En mis pies me calce unos zapatos de tacón alto de aguja, de color negro. Me maquille de una manera bastante sexy, aunque no muy fuerte. Mi rostro de molestia denotaba un cierto aire intimidante, y más aun reforzado por aquel maquillaje.

En nuestra habitación coloque algunas velas aromatizantes, aunque de esas que despiden una fragancia suave, sutil, nada de olores fuertes ni mucho menos. Aproveche que el interruptor de luz era graduable para colocar la luz algo tenue. Tome unos cuantos metros de cuerda y los metí debajo de la cama, así como una bolsa donde había comprado unas cuantas cositas en un sex shop ese mismo día en la mañana, al momento de hacer las diligencias bancarias. Sin duda, el se llevaría una sorpresita.

Me dispuse a esperar. El llegaría a las 8 de la noche a casa, porque, según él, tenía una “importantísima cena con sus superiores”. No sabía que Noelia era una superior suya. Si, esa noche fue a un restaurant con ella, lo sé porque el muy inepto dejo su cuenta de mail abierta en la pc de la casa ese día antes de salir a trabajar, y pude leer un mensaje de la zorra esa en el cual lo citaba en un restaurant que queda por el boulevard de Sabana Grande. Es obvio que es muy imbécil, no sabe cubrir sus espaldas como es debido a la hora de jugarle sucio a alguien.

En fin, a eso de las 9 de la noche el llego. Si, una hora más tarde de lo que tenía pensado. Se sorprendió mucho al verme en la habitación en una facha que le excitaba sobremanera. Estaba sentada en el centro de la cama, viéndolo con la mejor mirada desafiante y sexy que pude colocar en ese momento. El se quedo parado en la puerta, viéndome sin saber qué hacer. El bulto en su pantalón se hizo notable a los pocos segundos.

Me puse de pie y me dirigí hacia él. Le di un beso en la boca, uno muy tierno al principio, pero luego pase a ser brusca con mi lengua hasta el punto en que quede mordiéndole el labio inferior. El, se dejo hacer. Yo me ubique detrás de él, acariciándole el rostro tiernamente, para una vez en su espalda hacerle un cortito masaje al tiempo que lo dirigía a una silla que se hallaba delante de la peinadora. Lo senté allí, siguiendo yo detrás de él.

            -Hoy te tengo una rica sorpresa…–le dije al oído mientras continuaba masajeando suavemente sus hombros. A los pocos segundos me saque de uno de los bolsillos de mi saco de ejecutiva, una venda negra y la coloque en sus ojos. –Déjate llevar…-fue lo único que le dije al oído nuevamente, y él se dejo hacer.

Rápidamente me dirigí a la cama y saque las cuerdas. Con unas tijeras pique un buen trozo y le ate las manos por detrás de la silla. Luego pique dos trozos más y ate tanto tobillos como rodillas a las patas delanteras para que sus piernas quedaran abiertas. Le quite los zapatos y las medias, y luego con la tijera comencé a cortar sus pantalones y camisa, al tiempo que suavemente le acariciaba alguna que otra parte de su cuerpo.

Lo deje en bóxers. En él se dibujaba claramente su verga erecta. La acaricie por encima de la tela. Me puse en cuatro patas para darle tiernos besitos por encima. Se notaba su reacción ante mis caricias, su respiración se agito fuertemente, su pene daba respingos cada tanto. Me subí en el, sentándome sobre su verga, moviendo mis caderas, restregando mi culo aun vestido con la falda y las bragas sensualmente. Mis brazos rodeaban su cuello. Le di besitos en la boca cortitos, suaves, al tiempo que emitía gemiditos sutiles.

            -mmmmm…¿Me amas? –le pregunte en un momento dado, suavemente.

            -uuuuff…si…te amo…-me contesto. Luego de esto los besos pasaron a ser paulatinamente más bruscos. Pase a morderle las orejas, incluso su nariz, suavemente. Tome las tijeras y me baje de él para cortar los bóxers, y dejarlo totalmente desnudo ante mí.

Le acaricie la verga desnuda suavemente con mis manos, al tiempo que le chupaba las tetillas. Sus gemidos se hicieron más fuertes. Le gustaba lo que estaba haciendo. Más aun fue su gusto cuando ya no solo le chupaba las tetillas sino que se las mordía suavemente, aumentando la presión poco a poco hasta arrancarle gritos de dolor, y de placer.

Me puse en cuatro patas nuevamente, y pase a lamerle el güebo desde sus bolas hasta la punta, de manera suave y picara, de arriba hacia abajo y viceversa. Se oía claramente su respiración fuertemente agitada. Lo metí en mi boca por completo, y comencé a succionar fuertemente, al tiempo que veía como echaba su cabeza hacia atrás con la boca abierta. El estaba en la gloria. Hasta que lo fui sacando poco a poco y al llegar a su glande, le pegue una mordida no muy fuerte. El pego un grito, y su erección bajo un poco. Me puse de pie y le quite la venda de los ojos, para seguidamente ponerme en cuatro patas nuevamente y volver a lamerle el güebo, esta vez con el observando con atención. Se lo lamí de nuevo de arriba abajo.

            -dime que me amas…-le dije.

            -te amo…-me respondió. Tome el tronco de su verga por la base con mi mano izquierda, y con la derecha le di una fuerte palmada a su glande. Se movió bruscamente en la silla como respuesta.

            -Dilo otra vez…que no te escuche…

            -Te...amo…-me volvió a contestar, pausadamente, con un tono de voz ligeramente mas fuerte. Solté su güebo y lo metí en mi boca hasta la mitad, donde mis dientes aplicaron una mordida ligeramente más fuerte que la anterior. –AAAAAAHH!!! –pego un gritito.

            -No te oigo imbécil…-le dije.

            -Te amo…te amo mi amor te amo…-me dijo un poco más desesperado. Le recompense con un par de minutos de la mejor mamada que pude hacer en mi vida, cálida, suave, dulce, para luego, ya con su miembro a punto de explotar por la erección, morderle fuertemente el glande. Se le salieron las lágrimas incluso, acompañadas de un fuerte grito. Yo comencé a sonreír maliciosamente. Volví a hacerle una mamada de nuevo, suave, cálida. Su verga se volvió a parar nuevamente. En ese momento me puse de pie y me quite, de manera muy sensual, la falda, el saco y la blusa. Se quedo con los ojos como platos al verme en ropa intima con las medias y el liguero.

            -Esta será una noche que jamás olvidaras…te lo aseguro…-le dije. –esta noche, serás mi juguete…no te daré descanso…esta cosita –le dije al tiempo que coloque mi pie derecho enfundado en mi zapato de tacón sobre su verga erecta, jugueteando con ella suavemente. –me dará mucho placer…y a ti, te dará mucho tormento…te tocara suplicar, rogar, implorar porque yo te deje acabar…dependiendo de cómo lo hagas, pensare en permitírtelo…-le dije.

Le quite el pie de encima, y me le acerque, di la media vuelta para quedar de espaldas a el, y, apoyándome en los posa brazos de la silla, me agache ligeramente hasta colocar su verga erecta entre mis dos nalgas, con las cuales se la acaricie de arriba a abajo, rozando suave y lentamente toda su extensión de carne. El no paraba de gemir, de respirar fuertemente. Me deje caer un poco más, para aprisionarla más aun en mi culo, moviéndolo más fuerte para que el roce de su verga con mi piel y la tela de mis bragas fuera mas brusco. El gemía con más fuerza. Mis movimientos dejaron de ser de arriba a abajo para hacerlos circulares. Vi por encima de mi hombro como su rostro estaba rojo, con la boca abierta y sudando de lo lindo. Lo tenía loquito.

Me voltee nuevamente. Quede inclinada hacia adelante con las piernas sin flexionar, y con su rostro a la altura del mío. Le di un par de besos en la boca, mientras tomaba su verga y la pajeaba con fuerza. -¿me quieres cojer? ¿Quieres acabar? –le pregunte. El no contestaba, estaba demasiado concentrado en la paja que le hacía. Deje de pajearlo y le di una fuertísima palmada en su güebo, seguida de otras dos más fuertes, impactando la ultima contra sus bolas. Lo deje casi privado de su respiración. –cuando yo te pregunte me contestas ¿entendido? –le dije. El asintió con la cabeza, desesperadamente. Había perdido de nuevo la erección.

Me puse de rodillas y pase a lamerle las bolas con suma suavidad y sutileza. Su güebo reacciono casi al instante, poniéndose erecto de nuevo. Me volví a colocar en la posición anterior, y puse una carita de niña compadecida. –pobeshito…¿te lolió lo que te hishe? nu te preocupesh, te cuidare musho musho –le dije en tonito meloso, mientras le agarraba de nuevo el mástil de carne y bajaba la cabeza delicadamente con mi boquita abierta, como si se lo fuera a mamar. Pero no, con un rápido movimiento mío, como si una tigresa se abalanzara sobre su presa, pase  a mordérselo en toda la mitad del tronco. -¡¡¡¡¡AAAHHHH!!!! ¡¡¡¡¡AAAAAAAHHH!!!! –grito.

            -Si...veo que si te dolió el no haberme contestado…como te dije, cuidare de ti y de tus modales, cuidare de que contestes cuando yo te hago una pregunta…-le dije, para luego dirigirme a la cama y sacar la bolsa del sex shop, de cuyo interior extraje una fusta de largas tirillas de cuero, de color negra. Sus ojos casi se salen de sus orbitas al ver semejante artilugio. Gire la fusta en el aire y le azote en el pecho. Un “¡splash!” deliciosos retumbo en la habitación, acompañado de un quejido de su parte. “¡splash!” Sonó nuevamente otro, y asi sucesivamente siguieron sonando una buena cantidad de fustazos los cuales impactaron la mayoría en su pecho y unos cuantos en su miembro erecto. Todo su torso y su verga tomaron un color rojizo. El último fustazo se lo di en la cara, a modo de cachetada. Para mi sorpresa no perdió la erección.

Arroje la fusta en el piso para seguidamente colocarme sentada en sus piernas, de frente a el, con mis tetas aun ocultas en mi sujetador acariciándole su rostro, y su verga quedar rozando mi vulva. Aparte ligeramente a un lado la tirilla de mis bragas que cubría mi sexo, y coloque la puntita de su güebo rozando mis labios vaginales. Me moví pícaramente para acariciárselo con ellos un ratito, para luego, sin más, ponerme de pie nuevamente dándole una fuerte cachetada como si nada y dejarlo con las ganas. Sus ojos se llenaron de desesperación.

Del piso tome otro trozo largo de cuerda y lo pase por su cuello, anudándolo de manera bastante ajustada a modo de collar de perro, con un sobrante de cuerda bastante largo quedando en mis manos. Dicho sobrante lo enrolle en mi mano izquierda, y procedí a soltar las ataduras de sus piernas. Con un fuerte jalón de la cuerda que tenía en su cuello, le hice ponerse de pie. Aun seguía con sus manos atadas a la espalda.

Lo dirigí a la cama y allí lo tumbe boca arriba, cuidando de que quedaran sus caderas a la orilla de la cama. Ate su tobillo derecho con un trozo de cuerda y luego le hice estirar la pierna del todo hacia el lado derecho, para atar el otro extremo de la cuerda a la peinadora. Lo mismo hice con la pierna izquierda, atando su tobillo al closet que quedaba al lado izquierdo de la cama. Lo contemple por un par de segundos, estaba con las piernas bien abiertas, bastante expuesto. Sus manos estaban unidas por encima de su cabeza. Decidí estirar sus brazos del todo hacia arriba, y con otra cuerda uní el nudo que ataba sus muñecas a la cabecera de la cama.

A pesar de que yo me encontraba furiosa con él en ese momento, era bastante obvio que estuviera también excitada. Mis bragas ya se habían humedecido con el licor de mi vulva. Me las quite y se las restregué en la cara, para que oliera el aroma de mi excitación. Luego se la metí en la boca. Le volví a colocar la venda en los ojos, para seguidamente, sacar de la bolsa del sex shop el instrumento principal de esta velada: un arnés con un consolador azul de 20 centímetros de largo, bastante grueso y con relieve.

Me lo coloque mientras lo observaba con una sonrisa maliciosa. El siempre había sido muy “macho” y hoy era el día en que su machismo seria pisoteado a límites extremos para él. Ya había pasado la parte suave. Ahora quería verlo llorar. Una vez ajustado el arnés, tome la fusta y le di una buena tanda de azotes en su verga y testículos. Lejos de perder la erección, esta aprecia aumentar más. Tal parece que ahora se acostumbraba al dolor, por lo que probé a pasarle la lengua suavemente por sus bolas y luego, de manera sorpresa mordérselas de manera fuerte, aunque no tanto. Pegó un grito ahogado por las bragas en su boca, las cuales no escupió. Y allí vi como su erección iba en decadencia de nuevo. Pero no deje que se “durmiera” del todo, rápidamente le acaricie con mi lengua todo el cañón de carne, y poco a poco volvió a recuperar su semblante.

Le di unos diez fustazos mas mientras le insultaba. Luego de eso le pase la fusta por el torso suavemente, acariciando su piel. El se estremecía de placer hasta que llegue a su rostro. Le acaricié el cabello y luego le saque las bragas de la boca. Me coloque a una altura en la cual el consolador de mi arnés quedaba prácticamente sobre su rostro, sin tocarlo. Ahí le quite la venda. Sus ojos se abrieron como platos con una mirada de susto.

            -Te dije que esta será una noche que jamás olvidaras jijijiji –le dije. El no me contesto, aunque tampoco le di tiempo  hacerlo, ya que metí el mango de la fusta en su boca, y la asegure atando unas cuantas tirillas de ella por detrás de su cabeza. Seguidamente le di unas fuertes palmadas en sus tetillas. Mientras me bajaba de la cama para dirigirme hacia su zona vulnerable. Escupí en mi mano derecha y toda la salvia la regué por el consolador para colocar la punta en la entrada de su ano. El se movió de manera un poco brusca intentando evitar lo inevitable, pero las cuerdas estaban bien tensadas y aseguradas, por lo que no tuvo éxito.

Comencé  masturbarlo con ambas manos. –no te desesperes cariño…veras que es rico…te lo dice una experta n la materia de recibir vergas y juguetes en el culo…-le dije. El aun seguía nervioso. Con mi mano derecha acariciaba sus bolas mientras que con la izquierda acariciaba todo el mástil de carne dura y caliente, al tiempo que poco a poco comenzaba a penetrarlo, sin previo calentamiento de su ano. Quería que le doliera, y tal parece que lo había conseguido, al meterlo poco a poco hasta la mitad. Su cuerpo se hallaba tensado del todo, inmóvil. Como dato curioso, su erección pasó a ser más significativa. Incluso me siento capaz de afirmar que le creció el güebo más de la cuenta.

Poco a poco comencé un mete y saca. El me veía fijamente, su mirada era extraña. Sus quejidos ahogados por la fusta me indicaban que sufría, pero en sus ojos se veía que recibías placer y deseaba más. Y más le di. Poco a poco aumente la fuerza y velocidad e mis embestidas, así como poco a poco su culo tragaba cada vez más y más mi consolador, hasta el punto en que este desaparecía por completo en su agujero anal.

Mientras me lo cojia fuertemente, solté su verga en el momento en que sentí que iba a acabar, para quitarme el sujetador. La visión de mis grandes tetas era algo que a él le ponía a mil y yo lo sabía. Quería mantenerlo excitado y sufriendo al máximo por no acabar. Le di unas cuantas embestidas más, para luego detenerme, dejándole el consolador metido por completo en su culo.

Desabroche el arnés, y lo ate como pude a sus caderas, de manera que el consolador no se saliera. Quede totalmente desnuda, vistiendo solo mis sandalias. Me subí a la cama y le quite la fusta de la boca, desatando las tirillas. El me veía con mucha pasión y lujuria y para nada se quejaba de lo que le había acabado de hacer. Como no dijo nada, y yo no tenía nada que decirle ni preguntarle, pues, pase a sentarme sobre su rostro, d manera que mi vulva quedara sobre su boca y yo pudiera inclinarme para alcanzar su verga con mis manos en una especie de 69.

            -Dame placer perrito…usa la lengüita…-le ordene. El no tardo nadita en poner su lengua manos a la obra en mi vulva, acariciándola con suma suavidad, intentado penetrarla con algo de fuerza, alternando con lamidas en mi clítoris. Yo me movía, restregando mi sexo en su rostro, y de vez en cuando le ponía el culo en la boca, para que lo chupara y lamiera también, mientras que lo pajeaba suavemente, deteniéndome por algunos momentos para que no pudiera acabar.

Pasaron cinco deliciosos minutos, su lengua hizo un magnífico trabajo, tanto así que me provoco el orgasmo en tan poco tiempo. Cabe destacar que nunca antes se había esmerado así de esa manera al hacerme sexo oral. Tal vez esto era lo que el necesitaba, un poco de mano dura. Y tal vez era lo que aquella puta le daba. Sus gemidos se mantuvieron ahogados por mi humanidad, además de que en ningún momento le permití que se corriera. Sé que se va a correr cuando comienza a mover sus caderas de manera brusca y acelerada, momento en el que lo soltaba para frustrarle el orgasmo.

Me quite de encima de su rostro después de ese delicioso orgasmo que me concedió. Me acosté a su lado para recuperar el aliento un par de minutos, para luego pararme de la cama y desatar sus piernas, aunque sin quitarle el arnés con el consolador penetrando su culo. Luego hic que se acostara en la cama, pero con los pies en donde colocamos nuestras cabezas y su cabeza en donde colocamos nuestros pies, acostado sobre sus manos en la espalda. Yo tome una carpetita negra de encima de mi mesa de noche y me dispuse a leerla, sin prestarle mucha atención a él.

            -Mi reina por favor…dame un poco de placer…-me comenzó a decir al notar mi indiferencia hacia él. Coloque la carpeta a un lado de la cama, y tome la venda para colocarla en sus ojos. –tu placer no me interesa –le dije. –solo el mío, y es lo que me darás…

Me volví a acostar en mi posición original, con la diferencia que coloque mis pies en su rostro, no sin antes quitarme las sandalias. –lame y besa mis pies. De lo bien que lo hagas depende tu orgasmo. –le ordene. El comenzó a hacerlo sumisamente. Yo entre tanto volví a tomar la carpeta y me dispuse a leer los documentos que había en ella. Durante un largo rato el beso y lamo mis pies. Su miembro permanecía erecto esperando alguna caricia.

Al terminar de leer todo, quite mis pies de su cara. Lo acosté de lado y le quite la venda. Le di una pluma para que escribiera, aun con sus manos en su espalda. –Firma aquí –le ordene, colocando los documentos de la carpeta cerca de sus manos, guiándolo. El, pensando que era parte del juego, procedió a firmar. Verifique que la firma haya sido la correcta, y en efecto, lo era.

Le quite la pluma y lo recosté de nuevo boca abajo. Comencé a acariciar su verga erecta suavemente con mis dedos, rozándola de arriba abajo, para de vez en cuando pellizcarla con mis uñas, lo que lo ponía a gritar. Yo me reía sonoramente al oír su sufrimiento.

Tome su güebo con mi mano d lleno, y comencé a pajearlo con fuerza. -¿quieres acabar putito? –le pregunte, y él entre gemidos me contestaba afirmativamente. Yo lo seguía pajeando con más fuerza y velocidad, hasta que note que movía sus caderas nuevamente, momento en que pare la paja en seco.

            -por favor mi reina, déjame acabar…yo te amo…he hecho lo que has deseado…permíteme acabar, te lo ruego…-me dijo en tonito meloso. Yo comencé a vestirme. –amor ¿Qué haces? ¿Para dónde vas? –me preguntaba. Yo no le contesté en ningún momento, lo que hizo que sus preguntas fueran cada vez mas nerviosas y desesperadas.

            -¿Quieres tu orgasmo imbécil? –le conteste, una vez yo estaba ya bien vestida con la ropa con que lo recibí. –ve y dile a la puta esa de Noelia que venga a dártelo. –su rostro cambio de expresión por completo. No sabía que decir. –no es necesario que digas nada infeliz…aquí tengo fotos tuyas con Noelia dándose besos en el parque, en restaurantes, y en un sinfín de sitios más. –le decía mientras sacaba de la carpeta negra las fotos y se las mostraba. -¿me viste cara de imbécil?

-Amor espera…no te pongas así…perdóname…te explicare todo…-me dijo.

-No quiero que me expliques un coño. Me largo de aquí. Quédate con la perra esa, no me interesa...ya me conseguiré a alguien mejor que tu. –le dije, al tiempo que le ponía una venda en la boca para callarlo.

Tome la carpeta, que además de contener las fotos de la “linda parejita”, contenía también los papeles del divorcio. Papeles que le hice firmar. –mañana mi abogado hablara con el tuyo. Mas nunca me veras la cara…-le dije, mientras me dirigía a la puerta de la habitación. –¿viste? Te dije que esta sería una noche inolvidable para ti…hasta nunca hijo de la gran puta. –le dije, y salí por la puerta. Oí como pegaba gritos ahogados por la mordaza. No le preste atención y seguí mi camino al estacionamiento, mi camino hacia mi nueva vida, una vida alejada de Elías por completo.

“FIN”

 

Bueno…hasta aquí este relato. Una vez más, espero lo hayan disfrutado al máximo, así como también espero me perdonen por los errores que hayan quedado en el relato, se que deben haber muchos jijijiji.

Cualquier comentario o sugerencia, me lo pueden dejar en el apartado de comentarios en la página, o me pueden hacer llegar un mail. Eso sí, RECHAZO SOLICITUDES DE CHAT, Y NO PASO FOTOS NI PONGO WEBCAM NI NADA POR EL ESTILO. TAMPOCO ESTOY INTERESADA EN CONOCER A NADIE DE ESTE MEDIO EN PERSONA. La dirección: skarletpricet@yahoo.es

Besitos…