miprimita.com

Pobre Niña Rica

en Voyerismo

Pobre Niña Rica

Me levante exactamente a las 5 de la mañana. Era un lunes, y debía ir a trabajar en la empresa que me dejaron mis fallecidos padres como herencia. No era una empresa grande, pero me daba para vivir con muchos lujos, y en la elite de la sociedad.

No solo me dejaron la empresa, sino también herede la casa, una hermosa quinta bastante amplia, y tres casas más en distintos estados del país, una de ellas a orillas de la playa. También me dejaron dos expendios de licores y un mini mercado. Como ven, soy poseedora de mucho dinero.

Además de esto soy dueña de un cuerpo bastante hermoso y provocativo. Mido 1.70 metros, mis medidas son 107-63-93, con pecho natural, firme, duro y parado. Unas nalgas bien abultadas y redondas, una cintura bastante curva y delgada y unas piernas bien tonificadas. Todo esto cuidado a base de una rigurosa rutina de ejercicios. De piel blanca, rostro hermoso, cabello largo negro y liso color negro azabache. Todo un monumento de mujer. Pero ya dejemos de hablar de mí.

La empresa la dirijo desde los 21 años (ahorita tengo 26), en un principio ayudada por los asesores de mis padres. Es una empresa de modas. Diseñamos y confeccionamos ropa para damas y caballeros, con un target o nicho bastante amplio en el mercado, aunque el principal es la gente de la alta sociedad o de alto poder adquisitivo. Esta empresa fue levantada por mis padres, y ahora yo llevo las riendas de ella, yéndome muy, pero que muy bien. Como dije, la herede de mis padres luego de que a mis 21 años fallecieran en un aparatoso accidente automovilístico, más que todo culpa del chofer que los llevaba. Por eso actualmente no tengo chofer, prefiero conducir yo.

Conmigo viven tres mujeres, que son mis criadas. Betzaida, de 22 años, Bebzabe de 28 y la mama de ambas, Elsa, de 48 años. Tienen toda la vida sirviendo a mi familia, y ahora me sirven a mí.

Desde que mis padres fallecieron, caí en cierta conducta. Me volví bastante exigente con todo el personal de la empresa, y con mis propias criadas. En más de una ocasión tuve fuertes discusiones con alguno en la empresa, ni que decir de las tres cachifas. En más de una oportunidad me tacharon de déspota y de tirana. No solo en ese sentido, mi vida social también se vio afectada, ya que, si bien todas las reuniones de la “high” siempre fueron aburridas, ahora todo simplemente me parecía estúpido y monótono. Era excesivamente crítica con todos. En lo amoroso, les cerré las puertas a todos. Me parecían unos imbéciles que solo iban tras mis posesiones, y más de un hombre se echó un buen estrellón al intentar cortejarme. Tanto así es, que en la alta sociedad era conocida como la “dama de hielo”.

En fin, ese día me levante como siempre, a las 5 de la mañana. Mi ropa estaba colgada, perfectamente planchada, en la puerta de mi habitación. Se trataba de un lindo conjunto de ejecutiva diseñado por mí misma, de color negro. Constaba de un saco abierto abotonable, una falda que llegaba a 4 dedos por encima de mis rodillas y una blusa blanca. De calzado, un par de tacones stiletto cerrados, perfectamente pulidos. Todo arreglado por mis criadas. Antes de vestirme, me dirigí a la habitación de al lado de mi dormitorio, donde tengo un mini gym donde, como mi rutina me indica, hice ejercicios aeróbicos durante una hora para luego ir a ducharme, acicalarme, maquillarme, luego vestirme con mi conjunto antes mencionado y por ultimo bajar al comedor, donde me esperaba como era costumbre un plato con mi desayuno (este lunes tocaba pan integral tostado con queso y mermelada, además de unas frutas) y un vaso con jugo de naranja.

A un lado de la mesa esperaba Betzaida, de pie, por si se me ofrecía algo. –Buenos días señorita –me dijo. Yo no me tome la molestia de contestarle. Luego de la muerte de mis padres pase a ser bastante estricta  con mis criadas. Ellas obedecían ya que yo no solo les daba un salario, sino que también les daba techo y comida. Así que a la más mínima estupidez podía echarlas de la casa. Termine el desayuno, y me dirigí al garaje donde tengo mi carro. Lo note extraño al verlo. Detrás de mi venia la misma Betzaida. –Señorita disculpe, quería hablar un momento con usted… -Me dijo. Voltee a verla.

            -¿Qué? –le conteste.

            -Es que vera…En cuatro meses será el cumpleaños de mi madre. Queríamos Bebzabe y yo saber si podía darnos ese día libre a las tres para pasarlo con ella…Queríamos llevarla a…-me decía, pero la interrumpí.

            -¿Ayer enceraste el carro?

            -S-si señorita…tal como usted lo ordeno. –me dijo algo dudosa.

            -¿Cuántas capas de cera le aplicaste?

            -U-una señorita…

            -¿Cuántas te dije que le aplicaras?

            -D-dos…señorita es que vera, la cera se termino y pues yo… -se comenzó a excusar. De nuevo la interrumpí.

            -No me interesan tus excusas. Te dije dos. Quería dos capas de cera. No me interesa que se haya acabado. ¿Para qué les pago? Para que hagan las cosas bien ¿verdad? -dije con un tono bastante altivo.

            -Si señorita, pero…

            -¡Pero nada! Si ves que hay poca cera, ¡ve y cómprala! ¿Acaso no les doy dinero para que se encarguen de esa clase de gastos? ¿O acaso te lo estas agarrando para gastártelo en otras cosas?

            -No señorita, para nada, jamás lo haríamos. –me dijo bastante nerviosa.

            -¿Así tu quieres que les dé el día libre a las tres? ¿Qué más quieres? ¿Qué baile para ti?

            -Señorita perdóneme, no volverá a pasar, se lo juro…no nos quite el día libre por favor…

            -Pues no niña, lo siento. Las cosas son como son. Tú sabes que no me gustan las cosas mal hechas. Así aprenderán.

            -Pero señorita…

            -Ya, ve adentro. A tus deberes. Ya me estoy retrasando. Y ve a comprar cera, hoy cuando llegue te pones a encerarlo de nuevo. –Dije, para voltearme, montarme en mi carro, e irme a mi oficina, dejándola con la palabra en la boca.

Llegue a la zona empresarial de la ciudad, donde quedaba ubicada la sede de mi empresa. Un edificio de 4 pisos, quedando mi oficina en el último. Por motivos de remodelación en el estacionamiento de mi edificio, que está ubicado en el sótano, me toco estacionar mi auto en un centro comercial que quedaba ubicado dos edificios detrás de mi empresa. Debía estacionar allí por los siguientes dos meses. Allí estacione tranquilamente, me baje de mi carro y me fui a pie hasta la oficina. Al entrar en mi empresa, todo aquel que me veía camino a mi oficina me saludaba, y yo con sonrisa hipócrita les contestaba el saludo. Sabía que por ser la mandamás en la empresa muchos me saludaban y eran corteses. A la entrada de mi oficina me recibió Zuleima, mi secretaria.

            -Buenos días señorita. –Me saludo.

            -Hola Zuleima. ¿Que tenemos para hoy? –le pregunte.

            -Bueno, el día la verdad está bastante suave. En la agenda hay pocas cosas, ninguna reunión. Solo debe comunicarse con el señor Francisco Soto, de la compañía de telas Sedalina, para ver si nos quiere proveer de sus telas.

            -Bien. En 10 minutos te comunicas con él y me transfieres la llamada. ¿Algo más?

            -No señorita, nada mas por hoy. ¡Ah no! ¡Mentira! Disculpe señorita, hace unos minutos llamo la señorita Rina. Quiere saber si ira hoy a Micaelo’s con ella y las señoritas Victoria y Marcela. –me dijo Zuleima. Rina, Victoria y Marcela son amigas mías de la alta sociedad. Tal vez lo mejorcito en cuanto a personas cercanas a mí se refiere. Aun así me parecen algo hipócritas. En cuanto a Micaelo’s, es el nombre de un restaurant de platos internacionales, bastante lujoso. Y costoso para los pobres tontos que tienen pocos recursos.

            -Ay no…-dije con tono de fastidio y desgano. –llámalas y diles que no iré. Tengo cosas mucho más importantes que hacer que estar saliendo con esas. Ya sabes, comunícame con la gente de Sedalina. A ver qué me dice Francisco. –termine de decirle y me fui a mi oficina cerrando las puertas tras de mí.

Mi oficina era bastante espaciosa, con muebles de lujo, un sofá para visitas importantes, un televisor, una pequeña mesita de vidrio. Estaba decorado con varias pinturas de artistas famosos. Y la gran e imponente vista que me ofrece el ventanal de mi oficina, que me permite ver todo el paisaje detrás de mi edificio. Podía ver el centro comercial, e incluso se veía perfectamente el callejón de detrás de mi edificio, un callejón que separa mi empresa del edificio próximo. Dicho callejón es para salidas de emergencia, y tiene salida por un solo sentido. De hecho, pase por dicha salida de camino al edificio desde el centro comercial.

En fin, me senté en mi escritorio, y me dispuse a hacer las labores del día. Tuve una corta charla con la gente de Sedalina, logre cerrar el trato con ellos con facilidad. Una que otra llamada, uno que otro documento. Un día sin mayores contratiempos ni esfuerzos.

Suelo salir a las 5 de la tarde de mi oficina, pero ese día termine todas las cosas antes, a las 3 de la tarde, por lo que pensé en salir a esa misma hora. Pero, comenzó a llover. Una fuerte lluvia azotaba la ciudad. Decidí quedarme un tiempo más a esperar a que escampe. Me quede viendo por el ventanal de mi oficina la lluvia caer. Con mi mente en blanco. Un buen rato de paz. Baje mi mirada hacia el callejón.

Fue entonces cuando lo vi por primera vez.

Un hombre negro, calvo, alto, bastante musculoso, se encontraba en el callejón. Sus ropas se notaban sucias y rasgadas. Este hombre estaba sosteniendo relaciones sexuales con una mujer bastante delgada, de tez blanca, con cierto aspecto harapiento parecido al del negro. Sin duda eran indigentes.

El negro tenía a la chica a cuatro patas, y tiraba con una mano de su cabello mientras la penetraba con furia. No logre detallar si le daba por el culo, debido a la distancia. Sorprendida, me quede observándolos. El negro con suma fuerza penetraba a la chica, sin piedad alguna. Con su mano izquierda sostenía el cabello y lo halaba fuertemente, mientras que con la derecha le castigaba las nalgas con fuertes azotes, intercalándolos con fuertes apretones en las tetas. Durante un buen rato el negro la mantuvo poseída en esa posición. No paraba de darle nalgadas y de magrear sus tetas de vez en cuando, mientras la lluvia les caía encima.

Yo dure todo ese rato observando, y para cuando me di cuenta, ya me estaba tocando los senos por encima de mi traje con una mano mientras que con la otra sobaba mi cola por encima de la falda. Me percate que mi vulva estaba totalmente humedecida. En ese momento no pude evitar imaginarme a mí en el lugar de esa chica, a quien, por lo que lograba ver en su rostro, le dolía bastante el trato al que negro la sometía, pero al mismo tiempo, lo gozaba. Metí mi mano por mi falda para sobarme el clítoris sobre mis bragas, mientras veía como ambos cambiaban de posición, o mejor dicho, el negro decidía dar cambios de posición, ya que se veía que él era quien dirigía a la mujer, tomándola por el pelo y poniéndola en la posición que quería, como si fuera una muñeca de trapo.

La puso de rodillas ante él, para que le hiciera una felación. La chica sumisamente obedecía al negro, y se tragaba el enrome miembro (al menos así se veía desde mi posición) del negro, con cierta dificultad. Se notaban pronunciadas arcadas en la chica, momentos en los que el negro le permitía un respiro para de nuevo hacerle engullir el enorme y gordo falo.

Mis toqueteos fueron aumentando su intensidad, me masturbaba viendo aquel espectáculo pornográfico en vivo, y más que eso, seguía imaginándome a mí en el lugar de esa chica. Las caricias fueron cada vez más frenéticas y violentas, de hecho, ya había corrido la braga a un lado, como pude, para tener contacto directo con mi clítoris.

El negro de repente alzo a la chica tirando fuertemente del cabello, y una vez de pie, la empujo sobre uno de los contenedores de basura, donde la hizo inclinarse hacia adelante y abrirse ella misma las nalgas. Acto seguido la penetro salvajemente, ahora si seguramente por el culo, a juzgar por el rostro de la chica a quien casi se le desencaja la mandíbula de tanto que abrió la boca.

Al negro al parecer no le importo esto en lo mas mínimo, ya que apenas introducido su miembro en el ano de la chica, comenzó un mete y saca con la misma furia con la que se la cojía hacia unos minutos. En ningún momento le soltó el cabello, simplemente la trataba como a un títere mientras con su mano libre le azotaba las nalgas, le castigaba las tetas, le propinaba tremendas cachetadas. Yo entre tanto me masturbaba frenéticamente, ya no me acariciaba los senos, sino que los magreaba con suma fuerza por encima de mi ropa, mientras estimulaba mi clítoris y mi vulva, con mis piernas ya bastante separadas. El negro sin sacársela del culo, la tiro al piso, pegando su cara contra el mismo, dejándola de rodillas y con su culo en pompa. La continúo penetrando con bastante furia, y arrimo su pie derecho hasta el rostro de ella, obligándola con la mano en el cabello a besarle y lamerle el zapato. La chica se humillo obedeciendo mientras su culo no recibía piedad alguna.

Ya había escampado. Yo seguía viendo como el negro domaba a la chica. Ahora yo tenía el saco desabotonado y abierto, al igual que la blusa, con las copas de los sostenes debajo de mis hermosos senos liberados, con el pecho sonrojado por el nivel de excitación, siendo ambos senos magreados por mi mano izquierda mientras mi mano derecha seguía atendiendo mi vulva. Nunca me había sentido tan excitada en mi vida. He tenido un par de novios (como dije, en el amor soy muy fría) y el poco sexo que sostuve con ellos fue muy normalito, los típicos besos, caricias, los dos acostados, una penetración vaginal suave…Pero ahora, imaginándome en el lugar de esa chica, poseída, totalmente subyugada por ese enorme negro como si fuera un juguete, me excitaba sobremanera.

El negro, luego de un par de minutos, le saco la verga del culo y sin permitirle moverse, le eyaculo en la espalda, cayendo parte en el cabello de la chica según medio logre apreciar. Acto seguido y sin dejar libre a la chica, de debajo de algunos cartones que habían allí tirados, el negro saco una cadena, la cual enrollo en el cuello de la chica. Luego, jalando ahora de la cadena, el negro la llevo a cuatro patas cual perrita al final del callejón, donde el se sentó en el piso recostándose del muro del edifico ubicado detrás del mío con sus piernas abiertas, y puso a la mujer a chupárselo. En ese momento, entre varios gemidos, llegue a un fuerte orgasmo, que hizo que mi cuerpo temblara de arriba abajo.

Luego de que se me pasaran los estertores del orgasmo y lograra arrebatarle a mi libido el control de mi cuerpo, caí en cuenta de que debía irme, por lo que acomode mis ropas y me fui de mi oficina, no sin antes acicalarme un poco en el baño para disimular lo que había ocurrido. Al salir de mi edificio emprendí el camino a buscar mi carro en el estacionamiento del centro comercial.

Cuando iba pasando por la entrada del callejón, me tope con la chica, que iba saliendo del mismo. Su rostro lucia demacrado, con una cicatriz grande en su frente. Su cuerpo era absurdamente delgado, parecía como si una brisita se la pudiera llevar. Su ropa, una franelilla amarilla y un jean azul estaban rotas y sucias. En los brazos se le notaban piquetes de inyectadoras. Sin duda la chica era una indigente y drogadicta. Me paso por un lado, con una seria dificultad para caminar, me imagino que eso fue a raíz de la brusca enculada.

Me fije por un segundo hacia el fondo del callejón. Vi al negro, quien contaba un dinero. En una de sus manos tenia enrollada la cadena, cuyo otro extremo se encontraba también enrollado pero ahora en el cuello de otra chica, de características similares a la anterior, la cual estaba de rodillas lamiéndole los zapatos. Una punzada de excitación ataco mis zonas erógenas, más que todo mis tetas y mi vulva, además de mi estomago. El negro dejo de contar el dinero por un par de segundos, y volteo hacia donde yo estaba parada. Se me quedo observando con una mirada penetrante y amenazadora. Yo, totalmente intimidada, humille la mirada al piso y continué mi camino. Llegue al estacionamiento, aborde mi auto y me fui a mi casa, no sin antes pasar lentamente delante del callejón, donde logre ver que el negro seguía en compañía de la misma chica que le besaba los zapatos, tirada en el piso boca arriba, desnuda, con las piernas abiertas y masturbándose lamiéndole un pie al negro que con su otro pie le sobaba las tetas. Otras mujer, de aspecto también deplorable, le hacia una mamada, de rodillas a su lado. Esta imagen me excito de más, pero proseguí mi camino al tiempo que tomaba mi celular y llamaba a casa.

            -¿Elsa? –dije al oír la voz de mi sirvienta. –Voy temprano. Quiero la tina llena con agua caliente y espuma para cuando llegue. Y asegúrate de dejarme algunas frutas en una bandeja. -Le ordene y colgué la llamada.

A los 20 minutos llegue a mi casa. Estacione en el garaje y fui directamente a mi habitación. –Buenas tardes señorita, ¿Desea…? –me dijo Betzaida, a quien me encontré por el camino.

            -Ya tú sabes lo que deseo. –La interrumpí.

            -Si señorita, le encerare el carro ahora mismo. –me contesto.

            -Ya sabes que hacer. Mañana me quiero ver reflejada perfectamente sobre la superficie del carro. –Termine de decir sin bajar la marcha.

Al entrar a mi habitación, me dirigí al baño, quitándome toda la ropa en el camino, dejándola tirada y regada por el piso. Tal cual había ordenado, la tina estaba esperándome con agua caliente y espuma, y al lado, una bandeja con frutas: manzanas, duraznos, cambures, naranjas, uvas…Entre en la tina, no sin antes tomar el teléfono de mi baño.

            -¿Elsa? –dije, luego de que ella me contestara el teléfono. –Recoge todo el desorden de mi habitación. Quiero que Bebsabe lustre los tacones que utilice hoy. Y tú prepárate que en un rato te llamo para que me des masajes en los pies. –termine de ordenarle y colgué el teléfono sin esperar respuesta.

Me dispuse a comer una manzana, mientras recordaba todo lo visto el día de hoy. Aun continuaba con un alto nivel de excitación, por lo cual con mi mano libre no pude evitar comenzar a tocarme de nuevo, comenzando primero por mis senos, acariciando los pezones suavemente, para luego deslizar mi mano por mi abdomen hasta llegar a mi vulva, la cual comencé a sobar lentamente. Termine de comer mi manzana, y tome un cambur. Su forma fálica me hizo pensar lo obvio, y dominada por mi lujuria, en lugar de introducirlo en mi boca, lo hice en mi cuca, bajo el agua. Tan excitaba estaba que luego de unas 5 lentas embestidas, me corrí como una loca. Me dispuse a descansar un rato tranquilamente en la tina, incluso llame a Elsa para que me diera el masaje en mis pies allí metida, orden que ella cumplió con suma diligencia, como siempre.

No podía imaginarme que toda la experiencia visual de hoy sería el inicio de un viaje sin retorno a una serie de cambios radicales en mi vida…

¿Continuara?

Muchas gracias a todos por leer mis relatos. Antes que nada aclarar que en caso de continuar la historia, la misma ira en la categoría de “Dominación”. Espero les haya sido de agrado este escrito.

Cualquier crítica, duda, insulto, pueden dejarlo en los comentarios de la página o en mi bandeja de correo electrónico: skarletpricet@yahoo.es

Besitos.

Skarlet.