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La Propuesta Indecente

en Hetero: Infidelidad

¡¡HEY!!

 

Este relato es FICTICIO, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

 

La Propuesta Indecente

 

Estaba yo tranquila en la sala principal de mi casa, descansando un viernes por la tarde. Todas las labores ya las había hecho: limpieza, comida, rutina de ejercicios, etc. Así que me quede viendo televisión un buen rato. Llevaba un atrevido vestidito semitransparente de color negro, que me llegaba a medio muslo y era bastante ceñido, lo que me daba una pinta escandalosamente sexy, dadas las formas de mi esbelto cuerpo, de senos naturales, grandes, firmes y bien parados, cintura de avispa y una cola bastante generosa en carnes, redondita y bien formada. Desnudas quedaban mis piernas, también hermosamente tonificadas por las largas rutinas de ejercicios. No estaba despeinada, yo no trabajo, pero me gusta estar con el cabello arreglado aun si no voy a salir de casa.

Como bien dije, no trabajo. Estoy casada con Eduardo, de 28 años (yo tengo 27), y el tiene un empleo en el que le va bien. No es que seamos millonarios, pero nos alcanza para pagar las cuentas, hacer las compras, y algún que otro lujo. El comparte el dinero conmigo, yo estoy en la casa, la mantengo ordenada, etc. En fin, una vida feliz.

Eran las 5 de la tarde, y sonó el timbre de la casa. Rápidamente me puse una bata de baño que me cubría hasta donde llegaba el vestidito, aunque de mangas largas, así como unas cholas sencillas. No iba a abrir la puerta con semejante pinta, mas aun sabiendo que los senos se me veían claramente ya que no llevaba sujetador, apenas y un hilo que se notaba por la transparencia del sexy vestidito. Me asome por el ojo mágico, y vi que era mi vecino de al lado, Carlos, un hombre de 55 años de edad, moreno, no muy agraciado por la edad, y algo corpulento.

            -Hola vecino, ¿Qué se te ofrece? –le dije al abrirle la puerta.

            -Hola vecina…-me respondió el, con cierta cara de preocupación, que me hizo asustarme un poco, y que pensé que me tenia malas noticias. Nunca me imagine lo que me propondría. –Veras…es que como ya sabes me voy a mudar, de hecho, ya el camión de la mudanza se llevo todo…Quería despedirme nada mas…¿será que puedo conversar contigo un momento adentro?

            -Claro Carlos, faltaba menos…-le dije mientras me hacía a un lado para dejarlo pasar, cosa que hizo rápidamente. Una vez en la sala de la casa, le dije –Cuéntame, ¿de qué quieres hablar?

            -Skarlet…no sé cómo decirte esto…me da mucha pena, mucha vergüenza, de verdad que si…-Me dijo con cierto tono de preocupación y cara de desespero.

            -¿Pasa algo malo Carlos? –Le pregunte, preocupada al verlo así.

            -Vecina, sabes que te aprecio…Has sido muy buena conmigo y mi familia…Pero…

            -Dime de una vez Carlos, ¿Qué puedo hacer por ti?

            -Ay vecina…siempre te he visto con otros ojos…Eres realmente hermosa, y has sido objeto de mis sueños desde que te vi por primera vez cuando te mudaste…Estoy loco por ti…Y no me quería ir tan lejos, sin antes tener en mi boca un beso de tus dulces labios…

Como decía, no me imaginaba que me propondría eso. Me quede unos segundos en silencio, sin saber que decir. Sé que soy objeto de deseo de muchísimos hombres no quiero ser pedante ni tirármelas de la gran cosota ni nada, pero sé que soy hermosa y no era raro que me piropearan por allá por donde pasaba.

            -Caramba Carlos…-Dije sin salir de mi sorpresa. –No sé qué decir…Hemos sido amigos todo este tiempo, tu sabes que yo soy una mujer casada, y tú también eres un hombre casado…

            -Lo sé vecina, lo sé…y créeme, me muero de la vergüenza y la pena, pero más todavía por el deseo que tengo de siquiera besarte…Por favor permíteme un solo beso en la boca…-Seguía insistiéndome.

            -No se Carlos…de verdad no se…-Le conteste yo, halagada por sus palabras.

            -Vecina, que te parece esto: te doy 500 Bs. A cambio de un beso.

            -Pero Carlos por favor…-le dije atónita. -¿Qué te has creído tu?

            -Vecina no te ofendas…pero anda, es dinero fácil, será solo un beso…

La verdad la oferta era tentadora. Como bien dije, no me hacía falta nada, aunque la verdad que ese dinerito no caería mal en mis bolsillos. Además lo vi tan desesperado que hasta me dio cosita. En ese momento saco dinero del bolsillo, 5 billetes de cien. Luego saco 5 billetes más de la misma denominación. –Te ofrezco mil bolívares si el beso es húmedo, con lengua. –me dijo. Yo veía el dinero en sus manos, y comencé a pensar: se de putas que por menos dinero pasan la noche con tipos haciendo de todo, este tipo me ofrece esa cantidad por un beso con lengua. Así que la verdad no era la gran cosa. No lo besaba porque lo amara ni nada, no por eso voy a querer menos a mi marido.

            -Ok...Dame el dinero. –le dije, extendiéndole la mano. El me dio el dinero, y luego de volver a contarlo, lo coloque sobre la mesa del centro de la sala, para luego dirigirme hacia él y plantarle un profundo beso en la boca, con nuestras lenguas luchando por entrar en la boca del otro. Fue un beso húmedo, y debo decir que hasta lo gocé, nunca me habían besado así antes, ni siquiera Eduardo. Tanto fue que sentí un ligero ardor recorrer mi cuerpo. Luego de unos largos y deliciosos segundos nos separamos.

            -Coño vecina…fue demasiado rico, mejor de lo que había imaginado…-me dijo.

            -Gracias Carlos…Ahora, si no tienes más nada que hacer aquí pues…-le dije, queriendo que se fuera rápido para darme una ducha de agua fría que calmara la calentura en la que me estaba empezando a sumir.

            -Pero Skarlet…ya va...-me dijo. –te doy 1500 mas si me dejas meterte mano mientras nos damos otro beso como el de ahorita.

            -Pero Carlos…-le dije, sorprendida por la propuesta. –Yo soy una mujer casada…no podría permitirlo…

            -Skarlet, te lo subo a 2000…por favor, no sabes lo loco que estoy por ti, te lo ruego…

Yo ya no sabía que pensar. Era bastante dinero, más de lo que gana una puta por ahí, y solo sería otro beso, que seguro yo gozaría, y, meterme mano. De nuevo, no me hace falta nada, pero un dinerillo extra no cae mal. Vi el dinero, lo sostenía en su mano. Sin más, lo tome, y lo abracé para darle otro beso igual, o más intenso que el anterior creo, mientras él con sus manos me metía mano en mi culo con fuerza, con cierta agresividad, levantando la bata de baño y el vestidito sexy para tener contacto directo con mi piel, amasando mis nalgas, apretándolas como si se le fuera la vida en ello, separándolas y juntándolas. Con su mano derecha, desato la bata de baño, para quitármela separándome de él, y luego tomarme de nuevo por la cintura y volverme a besar con deseo, con mucha lujuria, pero esta vez agarrándome las tetas con su mano libre, también estrujándolas con deseo y cierta brusquedad que se me hizo demasiado…excitante. Sentía que mi entrepierna era un mar de jugos y calor. Luego de un par de minutos de recibir semejante trato, el se separo de mi, viéndome con mucho mas deseo ahora que solo tenía el vestidito sexy ante él, con las tetas transparentadas claramente, dejando ver los pezones bien erectos por la excitación, y el diminuto hilo que a duras penas cubría mi pubis. Yo lo veía a él fijamente, excitada, nerviosa, vi un momento hacia mis tetas, veía como subían y bajaban al ritmo de mi respiración agitada por tanta calentura.

            -Ay vecina…Eso fue exquisito…-me dijo, con respiración acelerada.

            -Carlos…creo que…debes irte. –le dije, sin saber muy bien que podría pasar.

            -¿Por qué Skarlet? Aun no terminamos de hablar. –me dijo.

            -¿Qué mas tienes por decirme? –le pregunte.

            -Una propuesta más vecina. –me dijo, al tiempo que se me acercaba lentamente y sacaba mas dinero de su bolsillo. Yo estaba congelada en el mismo sitio, presa de un fuerte encontronazo de mis emociones y excitación. –Te doy 3000 más si te acuestas conmigo.

            -Carlos, yo no soy ninguna puta…y te repito que estoy casada…-le dije, con la calentura creciendo en mi fuertemente. Mis genitales me suplicaban a gritos que aceptara la oferta, incluso que lo hiciera gratis.

            -No estoy diciendo que lo seas Skarlet, pero es que te deseo tanto, estas preciosa, divina, estas demasiado buena y sé muy bien que lo deseas tanto como yo, tus pezones no me engañan. –me dijo.

            -Carlos…yo...-le dije, antes de ser interrumpida de nuevo por él.

            -¿Acaso no te gustaron los besos?

            -Si Carlos…fueron…divinos…-le conteste, pérdida.

            -¿Acaso no te gusto como te agarre?

            -Si me gusto Carlos…fue excitante…

            -Entonces vecina, acepta el dinero…y hagámoslo de una vez que se que estas tan deseosa como yo…-me dijo.

            -Carlos…yo…-no sabia que decirle. Estaba muy excitada.

            -Skarlet, te lo subo a 5000 más. –me dijo sacando más dinero aun del bolsillo, y colocándolo en la mesa donde yo había puesto el resto del dinero.

Acto seguido se volteo hacia mí, y sin miramiento alguno, se bajo la bragueta del pantalón, luego los bóxers y le dio salida a su verga, un güebo bien grande y grueso, negro, con bastantes vellos a su alrededor. Su glande estaba rojo, hinchado, brillante por el líquido pre seminal. Me hizo un gesto con su dedo índice, señalándolo, como diciendo “ven aquí”. Perdida en un profundo trance de lujuria, camine hacia él, no sin antes quitarme el vestidito sexy, me agaché para que su verga quedara a la altura de mi rostro, y lo contemple mientras lo agarraba con mi mano derecha suavemente, para masajearlo con delicadeza. Su respiración se notaba más agitada a medida que acercaba lentamente mi boca a su verga, y sorprendentemente dejo escapar un fuerte gemido de placer cuando mis labios tocaron su glande, jugoso e hinchado. Y mayor fue el que dejo escapar cuando lo introduje en mi boca, haciéndole tomar mis cabellos con fuerza y agresividad, paralizando mi cabeza en un solo punto y haciéndome ver que el control de la mamada lo llevaría el. Lentamente fue moviendo mi cabeza, hasta que su verga se introdujo completa en mi boca, con su glande llegando a mi garganta, provocándome severas arcadas que a duras penas logre contener. El al parecer noto esto por lo que me comenzó a follar la boca con un mete y saca lento, pero que paulatinamente se iba haciendo mas y mas salvaje, haciéndome babear en abundancia, con gruesos ríos de saliva cayendo por mi barbilla hasta formar espesos goterones que iban a parar a mis enormes tetas, Enrojecidas por el morbo y ganas de sexo puro y duro. Estaba súper excitada, muy caliente, y solo pensaba en hacerlo con mi vecino, quien a pesar de tener la edad que tiene se ve que tiene mucho que ofrecer en la cama, empezando por ese enorme güebo que debía medir unos 20 centímetros. En comparación con el de mi marido, que le media 13 centímetros no mas, pues era normal que yo estuviera como estaba en ese momento.

-aaaaaaahhhhhh vecina...-me dijo en un largo suspiro. -lo mamas rico...se nota que eres una experta...-continuo diciendo al tiempo que me hacia separarme de un tirón de cabello de su güebo erecto, haciéndome verle fijamente, con mi quijada toda babeada. -veamos qué tal se comporta la boca de abajo...-me termino de decir al tiempo que me hacia ponerme a cuatro patas aun dirigiéndome por el cabello. Yo sentía un fuerte vaporón en mi vulva, a pesar de estar está totalmente empapada de flujos vaginales. Con su mano libre halo el diminuto hilo que le estorbaría para penetrarme, el cual se estiro un poco y luego lo soltó, estrellándose contra mi nalga derecha y haciendo un sonido gracioso. Acto seguido metió dos dedos en mi vulva los cuales entraron con suma facilidad, para luego de un corto mete y saca sacarlos y llevarlos a boca. -chupa -me ordeno, y yo sin objetar obedecí, succionando con fuerza sus dedos, Limpiándolos de mi jugo vaginal.

Por alguna razón me sentía sucia, puerca. Le estaba poniendo los cuernos a mi marido por dinero y debo reconocer que también en gran parte por gusto, ya que lo poco que habíamos hecho hasta ahora me gustaba muchísimo más que una sesión completa de sexo con mi marido. Me sentía baja, asquerosa, puta. Lo más extraño era que esos sentimientos me excitaban y me hacían querer mucho mas. Y era lo que recibiría a continuación, ya que Carlos puso la punta de su verga en mis labios vaginales, dejándola allí posada. Yo moví mis caderas hacia atrás buscando la penetración, pero el siguió mi movimiento y alejo un poco su verga, evitándola. Un poco descolocada, seguí echándome hacia atrás pero él de nuevo siguió mi movimiento para evitar penetrarme.

            -¿Pero qué haces? ¿No me querías cojer pues? –le pregunté.

            -Claro que quiero cojerte Skarlet…pagué por ello…

            -¿Y entonces? ¿Por qué te echas hacia atrás?

            -Porque quiero oír de tu boca que también quieres que te coja.

            -¡COJEME! –le dije, totalmente caliente y ansiosa por tener su verga adentro de mi.

            -No es suficiente, se una perrita zalamera…-me dijo. Esas palabras me excitaron más de lo normal.

            -¡COJEME YA! ¡TE LO RUEGO¡ METEME EL GÜEBO QUE ESTOY SUPER CALIENTE Y MOJADA! –Le dije en voz alta intentando seguirle el juego, la verdad no podía pensar en palabras.

            -No se…puedes hacerlo mejor vecinita…-me dijo.

Yo sin decir nada, comencé a mover mis caderas de arriba abajo, con cierta velocidad, haciendo que mi vulva rozara la punta de su güebo. En una de esas que su verga quedo verticalmente recostada de mi entrepierna, me eche hacia atrás, para presionarla y recostarle mis genitales, y continuar mis movimientos. Si eso no lo hacía metérmelo, nada lo haría. Y funciono, no aguanto más y tomando una de mis nalgas con una mano para empujarme un poco y separarme de el, me inserto su enorme güebo en mi cuca, lentamente, disfrutando como cada milímetro de su enorme falo era devorado por mi cuca, la cual a pesar de ser bastante estrecha permitió el paso sin problemas dado que estaba extremadamente lubricada. Por primera vez en mi vida dejaba entrar algo así de enorme y grueso por mi vagina, por lo que a medida que lo metía, un creciente grito de placer y algo de dolor salía de mi boca, más que grito, era un fuerte gemido, el cual se fue transformado luego en intensos jadeos de placer ya que Carlos hacía un lento mete y saca, disfrutando de mi abertura vaginal.

No duró mucho tiempo en ese ritmo, a medida que pasaba el tiempo, iba aumentándolo hasta llegar un momento en el que en todo el salón de mi hogar, además de oírse nuestros jadeos y gemidos de placer, se oía claramente el choque de mis nalgas contra su cuerpo, además de unas cuantas nalgadas que él, sin miramiento alguno, me propinaba, lo que me hacia calentarme mucho mas. Era la primera vez que me daban nalgadas en el sexo. Mi marido nunca lo hacía, la verdad nunca pensé que sería tan excitante recibirlas.

Ya perdida por el placer y el morbo, en un momento dado que el detuvo la cojida para tomar algo de aire, yo me saque el güebo de la cuca y me di la vuelta a cuatro patas para mamárselo. Estaba totalmente brillante por la mezcla de flujos, pero eso lo hacía aun más apetecible para mi paladar. Sin tomarlo con mis manos, lleve mi boca a su erecta verga, y la engullí con cierta agresividad, chupando lo más fuerte que podía, haciéndole gemir de sumo placer. El tomo mi cabello nuevamente y dirigió la mamada durante un par de minutos, hasta que e separo de su enrome verga y me hizo verlo a los ojos alzando mi cabeza. Lo veía con la boca abierta, con la baba cayéndome por los labios y la barbilla cual puta guarra. El me escupió en la boca, me dio una cachetada, y me hizo mamárselo de nuevo durante un par de minutos más, hasta que se corrió en mi boca, depositando una gran cantidad de semen en ella. Nunca antes había probado la leche de güebo, me parecía asqueroso, pero, con él, era tan excitante y humillante, que me calentó aun más. Chupe con furor su verga hasta asegurarme que toda la lechita había salido de su verga, la cual no perdió la erección.

            -Aaaahh vecina…-dijo dando un largo suspiro. –Eres mejor polvo de lo que imaginé…y por lo que veo aun tienes ganas ¿no? –me termino de decir, al ver que yo, estando en cuatro, me masturbaba frenéticamente.

            -Tu también…aaahh…tienes…..ganas –dije con la respiración agitada, ya que estaba cerca de lograr mi orgasmo con el dedo que me estaba haciendo.

            -¿Quién no las tendría zorra? Con semejante hembrón en mi casa yo estaría con el güebo parado todo el día…nojoda, acabaría leche en polvo…-dijo en tono jocoso, mientras que me hacía levantarme jalándome el cabello, para luego hacerme acostarme boca arriba sobre el piso frio para ver cómo me masturbaba. Yo abrí mis piernas flexionadas para que viera con todo detalle cómo me frotaba el clítoris con fuerza y deseo. En ese momento el me soltó el cabello y me metió el dedo medio de una de sus manos en mi boca, el cual chupe con deseo. Lo saco, y lo poso en mi ano, que en esa posición estaba ofrecido a él. Viéndome a los ojos, y sin decir yo ni él ni una palabra, lo introdujo lentamente. Hice una ligera mueca de dolor, pero lo cierto es que un par de segundos después, el dolor se convirtió en un intenso corrientazo que recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, haciéndome temblar de placer fuertemente, haciéndome pegar un fuerte alarido desde lo más profundo de mi pecho. Separe mi mano de mi clítoris, intentando agarrarme de algo, pero solo pude apoyar ambas manos en el piso. Las convulsiones eran tan fuertes que me hicieron retorcerme de placer. Me sentí humillada ya que para mí el que te metan el dedo en el culo es algo realmente humillante. Y fue esa carga de humillación lo que me hizo tener ese explosivo orgasmo. Carlos espero unos segundos, y me saco el dedo del culo para metérmelo de nuevo en la boca. Lo que hacía unos minutos me hubiera parecido algo asqueroso, ahora me parecía realmente excitante y delicioso, por lo que chupe su dedo con adoración y dedicación, mientras con su mano libre me volvía a frotar el clítoris lentamente lo que me sumía de nuevo en un estado de trance sexual profundo, deseando mas. Saco su dedo de mi boca, y me escupió el culo.

            -Cojeme papi, por favor cojeme duro y rico, anda…te lo suplico, méteme el güebo mi rey…-le suplique, viéndolo a los ojos.

            -Así me gusta perrita…así me gusta…-me dijo con una sonrisa maliciosa. Poso su verga en mi cuca nuevamente y la hundió de un sopetón, haciéndome pegar un respingo en mi cuerpo. Repose mis piernas en sus hombros, y comencé a magrearme las tetas, y viéndolo a los ojos, imite el sonido de los perros cuando lloran, para que viera que su perrita quería mas güebo. El sonrió y dio un par de fuertes embestidas mas, haciéndome respingar todo el cuerpo con cada una.

Luego lo saco de mi cuca y poso el glande en mi ano. No le dije nada, solo volví a chillar como perrita. El empujo un poco, pero no lograba meterlo, por lo que quito mis piernas de sus hombres y de rodillas subió hasta mis tetas, poniendo su enrome miembro sexual en el canalillo entre ambas. Yo lo aprisione allí con mis dos enormes tetas y comencé a hacerle una cubana deliciosa. Tan grande era, que la punta de su verga casi llegaba a mi boca, por lo que se me hizo fácil chuparle la punta del güebo. Al estar mis pezones libres, el los tomo con sus dedos y los pellizcaba suavemente, lo que me hacia arder mas de deseo. –Escupe –me ordeno, y yo obedecí, escupiéndole el güebo repetidas veces, llenándolo de mis babas. El también escupió un par de veces, por lo que su verga quedo totalmente empapada y pringosa de babas de ambos, así como mis tetas también quedaron iguales. Volvió a bajar y a colocar de nuevo mis piernas sobre sus hombros, y volvió a posar su glande en mi ano. Yo tome mis nalgas y las separe lo más que pude, dándole mayor cancha para que pudiera quitarme la virginidad anal.

Lentamente comenzó a empujar su verga escupiendo un par de veces en mi culo, mientras yo sentía como lentamente mi agujero anal cedía ante la presión de su invasor. Y mientras que el dejaba salir un laaaaaargo suspiro de placer, yo dejaba salir un laaaargo gemido fuerte de dolor y placer mezclados. Por mi crianza y educación veía humillante el sexo anal, y curiosamente fue ese pensamiento lo que me llevaba al punto de sentir un placer indescriptible. Me sentía poseída, dominada, controlada por Carlos, quien se estaba apoderando de mi culo, me estaba haciendo su mujer. Sentía como mis piernas temblaban mientras el me lo metía por el culo lentamente, disfrutando cada momento, cada segundo, cada milímetro de mi ano abrazando su verga. Luego de un laaargo minuto, ya lo tenía completamente adentro para mi sorpresa, nunca me imagine que sería capaz de tragar por mi culo algo semejante. Seguramente verme caminar los próximos días sería algo muy gracioso.

Una vez empalada por el culo, Carlos me comenzó a hacer un lento mete y saca, suave, hasta dulce diría yo. Tomo mis tetas con sus manos apretándolas fuertemente, haciéndome algo de daño incluso pero excitándome más de la cuenta. Su respiración dejaba salir de vez en cuando gemidos de autentico placer, mientras yo estaba privada con la boca entreabierta, conteniendo la respiración, dado el dolor que sentía, dolor que extrañamente se convertía en un fuerte oleaje de placer.

El se inclino hacia adelante, haciendo que prácticamente mi cuerpo se doble por la mitad hasta el punto de tener mis rodillas a cada costado de mis tetas. Solté mis nalgas y tome su cabeza con agresividad, me tenía en una posición un tanto incomoda, menos mal que tengo bastante flexibilidad dado que hago muchos ejercicios aeróbicos y hasta un poco de yoga. Su mete y saca fue aumentando en intensidad hasta que en un momento dado, y sin saber después de cuanto tiempo, sentí que algo caliente inundaba mis entrañas. Se había corrido por segunda vez, en esta ocasión en mi culo.

Se levanto un poco, dejándome a mi desdoblar mi cuerpo, aunque él no me saco el güebo del culo, que palpitaba y apretaba cada segundo. El comenzó a masturbarme con sus dedos frotando mi clítoris, y fue cuestión de segundos para que yo me corriera en otro explosivo y electrizante orgasmo. Fue entonces cuando me saco el güebo de mi culo, y lo guardo en sus pantalones nuevamente. Dejándome allí tirada en el piso. El me contemplaba con una amplia sonrisa dibujada en su rostro. Yo estaba en el piso sintiendo espasmos en mi cuerpo, espasmos de placer. Luego, el se dirigió a la mesa donde estaban los 8000 bolívares. Saco más dinero de su bolsillo y me lo entrego todo.

            -Un trato es un trato vecina. –me dijo, ofreciéndome el dinero con su mano. -Aquí tienes los ocho mil que acordamos mas dos mil bolívares que te quiero dar por dejarme cojerte el culo. Un total de diez mil bolívares. –me dijo. Yo me puse de pie como pude, me costaba apoyar mis piernas y me dolía el culo. Me puse nuevamente el vestidito, acomodando el hilo que aun seguía en mi, todo mojado ya. Me volví a poner la bata de baño, cubriendo lo mejor que pude mi cuerpo. Me sentía rara, y no me refiero físicamente, ya que era más que obvio que debía sentir el cuerpo extraño, después de semejante zarandeada que le acaba a de dar, además de que mi culo tragó un güebo enorme y grueso. Me refiero en el aspecto anímico, sentimental. Me sentía realmente sucia, puta, asquerosa, guarra. Pero esos sentimientos lo que me hacían era excitarme más. En eso escuche que un carro estacionaba en el frente de mi casa. Me asome por la ventana y era Eduardo, mi marido, quien había llegado del trabajo. Rápidamente saque de una gaveta en un mesón de mi sala un incienso, y lo encendí rápidamente para disimular el olor a sexo que impregnaba el ambiente.

            -Bueno vecina, debo irme. Ya el camión de la mudanza se está yendo y yo me iré con él. –me dijo Carlos mientras caminaba hacia la puerta. Yo lo seguí, y le abrí la misma, y vi que Eduardo se bajaba del carro.

            -Bueno vecino…fue un placer…-le dije, con una sonrisa que mas que ser de despedida, era de agradecimiento por el polvazo que me acaba a de dar. Nos dimos un beso en la mejilla, y él se fue, no sin antes darme el dinero, para luego encontrarse con Eduardo en el jardín frontal de la casa. Eduardo vio cuando Carlos me dio el dinero, y mientras yo lo contaba, Carlos y mi marido hablaban. Se dieron la mano, y Carlos se monto en el camión de la mudanza, arrancando rápido camino a su nuevo hogar. En eso mi marido se acerco a mí.

            -Hola mi cielo –me dijo, dándome un beso en la boca, la boca que hacía unos minutos había mamado el güebo de Carlos y había tragado su leche. Menos mal no noto mi aliento a güebo.

            -Hola mi amor…¿Cómo te fue? –le conteste, terminando de contar el dinero. Había 10000 bolívares completos.

            -Bien mi vida, muy bien, y ahora mejor que Carlos te acaba de dar los diez mil bolívares que me debía desde hacía tres meses. ¿Están completos? –me dijo. Mi expresión fue de sorpresa. De asombro.

            -¿Cómo? –fue lo único que atine a decir.

            -Si amor, ¿están completos o no? Déjame ver…-me dijo quitándome el fajo de billetes de la mano, contándolos. Vio que estaban completos. –que bien, están completos. El me dijo que paso por aquí para despedirse de nosotros y pagarme el dinero, pero que como no estaba y ya debía irse pues, me había dejado el dinero contigo. Menos mal, pensé que no me los pagaría…vamos adentro nena, tengo ganas de algo de “acción” –me dijo, dándome un beso en la cabeza y dirigiéndose adentro.

Yo me quede parada en la puerta atónita, con la boca abierta. Yo creyéndome la puta más cara de Venezuela y en realidad soy la puta más ingenua. Hijo de perra…

Al menos lo goce…

FIN.

 

Como siempre, muchas gracias por leerme y escribirme. Espero les haya gustado este otro relato de mi autoría, y que me perdonen los errores que se que los hay, así como espero que me perdonen la tardanza en publicar relatos, estoy muy atareada últimamente. Como siempre digo, pueden dejarme sus comentarios en la pagina o hacérmelos llegar con un mail a skarletpricet@yahoo.es Abstenerse gente que pide fotos y shows en webcam, no cumplo esas peticiones, así como también eviten agregarme para chatear, solo leo mails por esa vía.

Besos.

Skarlet.

NOTA: Los hechos descritos en este relato tienen la finalidad de entretener, no para que sigas sus pasos o ideas al pie de la letra. Dile NO al abuso sexual. Práctica sexo seguro, usa preservativo, y hazlo de manera consentida con tu pareja.