miprimita.com

Cuando Los Secretos Ven La Luz (Cerda Altanera)

en Dominación

Cuando Los Secretos Ven La Luz (Cerda Altanera)

 

            -Hija, mañana no se te olvide levantarte temprano para ir al galpón a llevarle los suministros a los obreros. –me dijo mi madre al verme yendo a dormir.

            -Sí, lo sé…-Le conteste con cierto desgano mientras subía a mi habitación, en el segundo piso de nuestra gran casa.

Mi nombre es Skarlet, tengo 26 años de edad y soy graduada en contaduría. Hace un año murió mi padre dejándome a mí, a mis dos hermanas (la mayor de 31, Selena, y la menor de 23, Sofía, yo soy la del medio.) y a mi madre una jugosa herencia, la cual nos ha permitido una gran vida, lejos del trabajo, de las obligaciones, etc. Pero toda fortuna tiende a terminarse, y más aun cuando todas en la familia comenzamos a fiestear y comprar muchas cosas lujosas, supuestamente en compensación por la pérdida paterna. Las tres poseíamos un automóvil cada una, que si bien no eran los más caros del mundo, al menos eran del año. Además de joyas, vestidos caros, fiestas, discotecas…

Mi padre había comenzado la construcción de una fábrica poco antes de alejarse del mas acá para ir al más allá. Una fábrica de embutidos (salchichas, salchichones, etc.) para la cual contaba con el asesoramiento de nuestro vecino, Esteban. Luego de pasar mi padre a mejor vida, pues, Esteban oriento a mi madre, Rubí, para seguir adelante con el proyecto. El galpón estaba apenas comenzando por la construcción de su interior, y habían solamente 5 obreros trabajando en ello (era una fabrica pequeña, y esos 5 hombres eran más que suficientes, aunque había alguno que otro extra que se ocupaba de alguna cosa en especifico, dependiendo de la especialidad para el que se requiera).

Yo detestaba ir para allá. Las pocas veces que fui, los hombres no me quitaban la mirada de encima. Eran bastante trabajadores, eso no lo niego, pero su aspecto era deplorable. Al estar metidos las 24 horas trabajando con cemento, concreto, arena, etc., era común verlos sucios. Y bueno, ellos para avanzar en la obra más rápido, suelen quedarse largos periodos de tiempo durmiendo en el galpón, por el cual nosotras les llevábamos algunos suministros para que comieran y bebieran. Claro que siempre que se los llevábamos, nos devoraban con la mirada. No me extraña, pasarse largas temporadas viendo a puros hombres pues, una chica, por muy fea que esta fuera, seria colirio para sus ojos. Y, sin querer dármelas de la gran cosa ni mucho menos, tanto mi madre (a pesar de sus 50 años), como mis hermanas y yo éramos ángeles caídos del cielo por nuestra belleza y físico.

La principal característica de todas nosotras esta en nuestros pechos, los cuales son enormes y naturales a excepción de Selena, que los tiene operados. A pesar de ser naturales, nuestros pechos compiten y desafían muy bien a la ley de la gravedad, inclusive los de mi madre, que para su edad mucha gente sigue confundiendo sus senos con unos operados. Lo mismo nos pasa a Sofía y a mí. Añadido a esto, las cuatro somos de cintura delgada y curvilínea, así como también tenemos caderas prominentes con unas nalgas bien carnosas y moldeadas. Todo esto es mantenido por una rutina de ejercicios que mi madre lleva bastante tiempo haciendo, y que nosotras, sus tres hijas, copiamos.

Las cuatro somos consideradas bellas de rostro. Si bien a mi madre se le notan los años, aun sigue levantando pasiones con su carita. Las tres hijas somos de tez blanca, rasgo sacado de nuestro padre ya que mi madre es de piel canela clara. O trigueña, como le quieran decir. Las cuatro somos de cabello negro y liso. En fin, todas unas bellezas “muy cotizadas en el mercado masculino”. De nuevo lamento si sueno pedante, no es mi intención.

Dejando de lado las presentaciones físicas y para hacer el cuento largo corto, me metí en mi habitación con una cara de fastidio bastante grande. No me hacía mucha gracia ir al galpón. Pero bueno, nada podía hacer ya. Tome mi laptop, la encendí, y me acosté en la cama, apagando todas las luces. Me dispuse a entrar en mis archivos para hacer un “ejercicio” rutinario en mi vida: una buena paja antes de dormirme. Y qué mejor que hacerlo viendo un video de mi temática favorita: BDSM. Era común imaginarme a mí misma en el apartado de las chicas sometidas en los videos. Me encanta, me excita. En la vida real no me dejo someter por nadie, aunque debo admitir que más de una vez he fantaseado con ello y más de un orgasmo se lo debo a dichas fantasías.

Este gusto me vino gracias a mi madre. ¿Qué como es esto? Sencillo: una vez, cuando era una niña (aunque ya con pleno uso de razón), sin querer entre en la habitación de mis padres una noche. Ellos no se dieron cuenta, estaban muy “distraídos” en su faena nocturna. Recuerdo lo que vi esa noche como si fuera ayer. Mi padre estaba sentado en la poltrona de la habitación, con una copa de licor en su mano derecha, la cual meneaba lentamente en el aire, con la larga base de la copa entre sus dedos. Fumaba un cigarrillo el cual lo sostenía con la otra mano. Tenía sus piernas cruzadas muy refinadamente. Mientras veía a mi madre masturbarse en la cama para él.

Ella estaba vestida únicamente con un traje de esos de arneses de cuero, con remaches y hebillas en las tirillas de cuero que recorrían su torso. Sus enormes senos estaban aprisionados por su base gracias a dicho arnés. En sus pezones, dos pinzas mordían el pico, y se hallaban unidas entre sí por una cadenilla. Estaba de piernas abiertas, mostrándole a mi padre precisamente su preciosa y húmeda cuca, mientras ella misma la llenaba con un enrome consolador negro. En su cuello llevaba una correa de perra, de la cual salía una cadena más gruesa que la de sus tetas, y más larga, ya que iba a parar directamente a la poltrona donde mi padre se hallaba.

Un corto ratito después de yo entrar sin que se dieran cuenta, mi padre le dio una calada al cigarrillo, y exhalo el humo al aire. Mi madre gemía de sumo placer y se bombeaba la cuca cada vez más fuerte, note que su cuerpo temblaba de la excitación y del placer.

            –Detente…-le dijo mi padre con una voz serena y tranquila. Mi madre saco el enorme consolador de su cuquita rápidamente, y por unos segundos extras, su cuerpo siguió temblando del placer. Mi padre jalo la cadena poco a poco, recogiéndola, haciendo que mi madre se pusiera a cuatro patas sobre la cama y comenzara a gatear hacia él, teniendo que bajarse de la cama en cuatro patas hasta llegar a un lado de la poltrona. Una vez allí dirigió su cabeza hacia el pie de mi padre que se encontraba en el aire, para darle un par de besos y lamidas y luego comenzar a chupar sus dedos.

-Veo que estas hambrienta…Haz sido una buena perra, te daré tu premio. Búscalo donde ya sabes…-le dijo mi padre. Mi madre se puso de rodillas y abrió la bata de baño que el tenia puesta, dejando su enorme verga al aire libre, erecta, imponente. Ella la admiro por un par de segundos, y luego acerco su rostro, solo para olerla, desde la punta, abrillantada por el líquido preseminal, hasta su base, donde su lengua pego un par de ricas lamidas para subir recorriendo toda la extensión de carne dura y caliente hasta la punta, y terminar engulléndola con su boca.

Fue en ese momento, que comenzó a sonar el teléfono. Rápida y calladamente me fui a mi habitación y ahí fue cuando me hice mi primera paja. Y ahí fue cuando tome el gusto por sentirme sometida. Es por eso que debemos tener cuidado de lo que los niños ven. Pueden presenciar cosas que definirán sus gustos de vida. Así como a mí me paso.

Abrí mi carpeta de videos pornográficos y me dispuse a ver y tocarme. Un video de sadomaso donde una chica de cabello negro era dominada por dos hombres corpulentos y musculosos. La chica hacia todo lo que se le ordenaba, por humillante que fuese, y por cada fallo era azotada una y otra vez hasta cumplir la penitencia. Luego era atada a una reja, y penetrada por los hombres. Primero su cuquita, luego el culo, para finalizar con una doble penetración y eyaculaciones en ambos agujeros. –¡¡¡UUUHHHHGGG!!! –gemí de placer intentando suprimir el grito que me estaba provocando el usar mi clítoris como una mesa de DJ.

Antes de tener el orgasmo baje el ritmo de frotación en mi botoncito del placer. Tome un par de marcadores (o rotuladores) negros que tenía en mi mesa de noche sin dejar de frotar suavemente mi clítoris y mi vulva como tal, y me dispuse a terminar de quitarme el vestidito que uso para dormir, el cual llega por las rodillas, pero para la ocasión enrolle hasta más arriba de mis tetas. El tanga que llevaba puesto lo tenía por los tobillos, me dispuse también a sacármelo. Una vez totalmente desnuda me dispuse a escribir en mi teta derecha la palabra “perra”, en la izquierda “sucia” y en la boca de mi estomago la palabra “esclava”. Tome unas pinzas para ropa y me coloque una en cada pezón. Me senté en la cama, prendí la lámpara de la mesa de noche intentando quedar yo iluminada, abrí las piernas, y me dispuse a frotarme con mayor fuerza y rapidez, no sin antes colocar la laptop sobre la cama y activando la cámara web, para filmarme a mi misma en plan guarro.

Poco tiempo dure pajeandome con tal frenesí. Alcance un delicioso orgasmo, mordiéndome los labios inferiores de mi boca para evitar un grito fuerte y ser oída por mis hermanas o mi madre. Mis piernas temblaban de placer, sentí el fuerte corrientazo en mi cuerpo, en mi espalda. Una verdadera delicia. Pasados los estertores del orgasmo, me dispuse a editar el video, no sin antes quitarme las pinzas de los pezones con sumo cuidado. Edite el principio y el fin, de tal manera que no se vieran las partes donde me acomodo al principio y activo la cámara, y el final, donde la desactivo, agregándole algún que otro efecto como el de “atenuación” al final. Una vez satisfecha con mi “superproducción porno-amateur”, guarde el resultado en otra carpeta, agregándola a los ya varios videos míos masturbándome en distintos lugares y posiciones. Porque hay veces en que me gusta tocarme viéndome a mi misma e imaginándome algún guion para dichos videos. Terminada la tarea de satisfacer mis deseos sexuales y mis fetiches exhibicionistas y vouyeristas con toques de BDSM, me quede dormida, sin quitarme las rotulaciones.

Al día siguiente me levante tardísimo y excitada, cosa que también es costumbre en mí. Me di una rápida ducha fría para tratar de calmar la calentura (cosa que no resulto por cierto) y, con las rotulaciones de mi cuerpo aun legibles aunque algo borrosas, me vestí rápidamente para luego bajar a la cocina, desayunar algo rápido, tomar las provisiones de los obreros, e irme en mi carro hacia el galpón.

Para evitar los retrasos, Salí muy poco maquillada de mi casa. Si acaso me aplique algo de rubor, un poco de sombra y delineador en mis ojos y brillo en mis labios. Luego me coloque una franela (o camiseta) blanca un poco ajustada a mi cuerpo, sin sujetador, y encima una chaquetita deportiva de tela bastante suave al tacto de color azul marino también algo ajustado a mi cuerpo, y que era parte de un conjuntito que incluye un pantalón deportivo bastante ajustado del mismo color y material que también me puse para la ocasión, no sin antes colocarme una tanguita negra de encaje, cuya parte trasera era devorada por mis nalgas golosas. Es cierto que detesto ser morboseada por los obreros y que ese día me vestí algo provocativa, pero elegí esas ropas sin pensar ya que iba bastante retrasada.

Afortunadamente no conseguí un tráfico muy pesado (Caracas suele ser un infierno a la hora de conducir) y logre llegar, bueno, MENOS tarde. Los hombres estaban trabajando, haciendo las mezclas de materiales de construcción. Se veían bastante sucios y asquerosos como siempre. Me abrieron la puerta del estacionamiento y aparque el carro, apreté el botón para que se abriera el maletero, me baje, me dirigí a la parte trasera y espere que uno de los obreros bajara las bolsas de provisiones, tarea que cumplió el más joven de ellos, Ricardo, quien las llevo hacia una pequeña estancia en la cual se encontraban las habitaciones de los obreros y el comedor junto con la cocina. Y mientras Ricardo cumplía con esa labor, otro de los más jóvenes, Juan, me llamo hacia adentro del galpón, para notificarme un imprevisto en la construcción.

            -Eso ya debe hablarlo con el señor Esteban, yo no sé nada de construcción –le dije en cierto tono de desprecio.

            -No importa señorita, solo quiero que le notifique esta falla en las tuberías de aguas negras del segundo piso, ya que no hemos podido contactar con él, vea usted misma el problema y notifíqueselo. –me dijo. Yo, sin muchos ánimos, lo seguí hasta adentro, al fondo de la planta baja, donde se hallaba la mayor parte del problema causado desde el segundo piso.

A medida que nos acercábamos a la zona de la falla, un olor nauseabundo se iba haciendo notar, aumentando su intensidad a medida que nos acercábamos. Y la luz, que era natural  en el día, entrando por los tragaluces del techo y las paredes, se iba haciendo cada vez más tenue, ya que la zona de la falla iría iluminada con tendido eléctrico el cual faltaba por instalar (el galpón a la mitad era que se dividía en dos pisos, la primera mitad era una sola planta grande). Por el camino vi a los otros tres obreros, uno de los cuales, de nombre Sebastián, de 32 años, se dirigió a mí.

            -Señorita Skarlet, disculpe…

            -¿Si, dime? –le conteste, algo asqueada por la mezcla de olores, en especial del mismo Sebastián que se hallaba totalmente sudoroso, con su torso al desnudo, detalle que no evite dejar pasar, ya que a pesar del olor y el sudor que adornaba su cuerpo, era algo realmente provocativo, con sus músculos bien tonificados y grandes, tanto de los brazos como del pecho y su abdomen. Era el único de los cinco negros que poseía un cuerpo atlético y tonificado, ya que los dos más jóvenes (Ricardo y Juan) se veían bastante delgados y con una musculatura no muy bien definida. Y los otros dos, el más viejo de todos, Francisco, y otro de la edad de Sebastián (Roger) no eran nada agraciados, ya que Francisco era bastante barrigón y lleno de arrugas, y Roger también era bastante regordete y nada agraciado de rostro. Pero ya me estoy desviando mucho del tema.

            -Bien señorita Skarlet, es que yo en otros momentos la he visto a usted con una laptop navegando por internet aquí mismo en el galpón, y me gustaría saber si me la podría prestar, ya que debo enviar un correo urgente a mis familiares…-me pidió. Yo casi siempre cargo mi laptop allá por donde vaya, y ese día era uno de esos que yo la llevaba conmigo.

            -Si, tómala, está en el asiento del copiloto, pero eso sí, lávate bien las manos, no me ensucies el teclado ni la pantalla. –le dije en tono un poco despectivo y autoritario. Le permití tomarla sin miedo a que descubriera mis archivos porno, tanto aquellos que me comprometerían mucho por mi aparición en ellos, como los demás bajados de la red, ya que estaban en unas carpetas bien ocultas, o al menos eso pensaba yo…

Proseguí mi camino siguiendo a Ricardo hasta el punto donde se hallaba la falla. Estaba iluminado apenas y por un farol, suministrado de electricidad a duras penas por unos cables tirados y regados en el piso. Alumbraba bastante, pero solo hacia donde apuntaba. Ricardo me mostro la falla, y efectivamente, una tubería de aguas negras se hallaba rota, lo cual ocasiono que parte del techo (lo que sería el piso de la segunda planta) se desplomara por la filtración y las cloacas se empozaran en el piso, el cual en ese sector del galpón aun era de tierra y por ende se había armado un asqueroso y no muy espeso lodazal. Ricardo me indico un montón de cosas a nivel técnico las cuales no entendí, obviamente porque yo no sé nada de construcción.

            -Eso indíqueselo al señor Esteban…-le dije, al tiempo que por el calor que hacía en ese momento me quitaba la chaqueta que llevaba puesta, colocándola sobre mi hombro izquierdo, y me daba media vuelta para regresar, tomar mi laptop, montarme en mi carro y largarme del sitio, pero al voltearme, me tropecé con el pecho de Sebastián, sudado como estaba, realmente asqueroso. El sostenía mi laptop con su mano izquierda, y detrás de él estaban los otros tres obreros.

            -¡Oye, ten cuidado de donde te paras! –le dije, reprochándole.

            -No te preocupes dulzura, puedes pegarte contra mi cuerpo cuanto quieras…-me dijo, en tono irónico y burlón, como si yo le hubiera dicho lo anterior preocupándome por su bienestar al tropezarme con él.

            -¿Qué te pasa asqueroso? Te dije que tuvieras cuidado, ¡y lo dije por mi! –le conteste alzándole la voz.

            -Creo que la asquerosa aquí eres tu primor… ¿o debería llamarte “perra sucia”? –no supe que contestar. A pesar del calor, me quede helada al oír esas palabras. –Creo que mis amigos y yo aprendimos algo nuevo…-me dijo mientras me mostraba la pantalla de mi laptop en la cual se podía apreciar uno de aquellos tantos videos donde aparezco yo haciendo alguna guarrada. Para ser mas especifica, era el video de la masturbación de la noche anterior.

            -Si –dije, intentando reaccionar de alguna manera –esa soy yo, ¿y qué? ¿No puedo tener fantasías íntimas acaso?

            -Claro que puedes cariño, pero si quieres te ayudamos a hacerlas realidad, ¿o no muchachos? –le pregunto a los demás, arrojando todos distintas respuestas, aunque positivas todas.

            -Ni loca lo haría con ustedes. No me rebajaría a tanta asquerosidad… ¿Y saben qué? ¡Están despedidos! –les dije.

            -Jajajaja no perrita, tu no nos despides, eso lo hace el señor esteban, que fue el que nos contrato…tu lo único que harás en este momento, será ponerte de rodillas y pedirnos permiso para mamarnos el güebo a todos. –Me dijo Ricardo.

            -No tengo porque calarme esta clase de estupideces –Dije –mañana recibirán sus cartas de despido y una denuncia con la policía –les continúe diciendo mientras le quitaba la laptop a Sebastián de las manos y me iba del sitio. Sebastián con una rápida maniobra, logro enrollar mi chaqueta en mi cuello y sostenerla ubicándose detrás de mí, haciéndome poner de rodillas, mientras que Ricardo rápidamente tomaba la laptop de mis manos evitando que esta cayera al piso por la brusca maniobra.

            -Me temo que esa no es una opción putita. U obedeces por las buenas, o lo harás por las malas, pero de que obedecerás, obedecerás. Claro, a no ser que quieras que todas tus fotos y videos porno amateur salgan a la luz pública. Y bueno, nos podrás despedir, pero trabajo es fácil de conseguir. Lo que es difícil de arreglar, es la reputación. Y una supuesta damita como tú tiene una muy grande que será divertido ver caer. Y por la denuncia no nos preocupamos, tenemos contactos en la policía. Así que ya sabes ramera de poca monta, te vas a meter en esas tres boquitas que tienes lo que nosotros queramos que te metas, ¿estamos? –me dijo Sebastián al oído, aunque con un tono de voz audible para todos.

No pude contestar. Me asfixiaba con la chaqueta, tanto que llego un punto en que sentí la presión de mi sangre en mi cabeza. Abrí la boca para tragar largas bocanadas de aire a duras penas. Intente con mis manos zafarme la chaqueta, pero fue en vano. Los dos negros más jóvenes se ubicaron a mis lados y cada uno sostuvo una mano mía con fuerza, dejándome totalmente indefensa. El más viejo, Francisco, se puso de pie delante de mí, y con una sonrisa maliciosa dibujada en su rostro se bajo la bragueta del pantalón y se saco la verga, la cual presentaba un fuerte olor a sudor, orina y liquido preseminal.

Mis ojos se abrieron como platos al ver semejante güebo dirigiéndose a mi rostro. Era bastante grande y grueso, además de bastante venoso, y aun se hallaba fláccido. Lo fue acercando con lentitud, o al menos así me pareció a mí, creando más dramatismo en la situación. Intente zafar mis manos, pero eran sostenidas con mucha fuerza por Ricardo y Juan. Tranque mi boca apretando mis labios justo cuando el monstruoso falo llego a mi rostro. Lo restregó ligeramente por mis labios cerrados, tomándose un tiempito para pasar la punta por mi nariz, impregnando ligeramente mis fosas nasales con el líquido preseminal que abrillantaba su glande.

            -Abre el hocico perra sucia…se buena y ábrelo…ya sabes que por las malas te pesara…-me dijo Francisco. Yo mantuve mi boca cerrada, por lo que Sebastián apretó más la chaqueta contra mi garganta, y por falta de aire, no me quedo más remedio que abrirla un poco. Y aun teniendo mi boca entreabierta, el viejo se dio el lujo de pasear su verga por toda mi cara por unos segundos más, para luego poco a poco irla introduciendo en mis labios, empujando suave y lentamente hasta meterlo todo en mi boca.

Aun se encontraba fláccida. Pude sentir el sabor a sudor salado y a orina mezclándose con mi saliva apenas estuvo introducida la punta. Aquí es donde me reproche a mi misma en mis pensamientos por no sentir nauseas, sino gusto por el sabor de esa monstruosidad. Y más aun por el hecho de encontrarme en esa situación. ¿Cómo era posible que me gustara? Siempre he tenido este tipo de fantasías fuertes, pero una cosa es fantasear y otra muy distinta es vivir dichas fantasías, más aun cuando son así de peligrosas, donde no solo tu reputación corre riesgos, sino que también tu vida.

Aun a pesar que era consciente de todo esto, a pesar de mis autoreproches y todo, no pude evitar juguetear con mi lengua sobre aquella masa de carne que invadía mi boca en ese momento. Intente engañarme a mi misma con el pensamiento de que lo hacía por temor a fuertes represalias si no me portaba bien, pero pasados un par de segundos me percate de que mi cuquita se había encharcado, claro símbolo de que mis más bajos instintos me traicionaban, floreciendo desde lo más profundo de mis fantasías mas rudas y bizarras, desde lo más bajo de mi ser. En resumen: me excite, y comencé a desear más, muy en el fondo de mí, sin importar más nada.

Cerré mis labios e hice una succión, lo más fuerte que pude. -¡A la mierda! –Dijo Francisco –¡Que rico chupón que me acaba de pegar esta hija de puta! –dijo el viejo. Sebastián aumento la presión con la chaqueta –Tal parece que a la potra hay que espolearla… -dijo, y en efecto, aumente la fuerza de la siguiente succión como pude. El viejo Francisco emitió un gemido, al cual le siguieron muchísimos más, ya que pase a repetir las succiones convirtiéndolas en la mamada mas dedicada y deliciosa que le he podido hacer a alguien en mi vida. Note como su enrome güebo iba creciendo dentro de mi boca, dando bastantes respingos seguidos hasta quedar completamente tiesa y erecta en mi boca, o al menos la mitad de esa verga, ya que era tan grande que a medida que crecía salía poco a poco de mi boca. Francisco no paraba de gemir, y paso a tomar mi cabeza con ambas manos para luego comenzar a follármela como si de un culo o una cuca se tratase, proporcionando suaves embestidas al principio, y aumentando cada vez más la fuerza de estas, metiendo por completo su verga en mi boca, llegando hasta la garganta. En estas me provoco múltiples arcadas, las cuales no sé como logre soportar.

            -Aaaaahh…aaaaahhh…que bien, la perra tiene una garganta profunda…ahh, si…les gustara cojersela muchachos… -dijo el viejo entre gemidos. Yo aun luchaba por zafar mis brazos, pero ya con menos fuerzas, estaba concentrada aguantando las embestidas de Francisco, aguantando también las arcadas, y debo reconocer que aguantando también las ganas de tirar que se apoderaban de mí ser cada vez con mayor fuerza.

Roger, el que rondaba la edad de Sebastián, aparto al viejo Francisco de enfrente de mí, provocando también que este sacara su enorme güebo de mi boca, el cual salió totalmente empapado de mis babas, de las cuales también salieron enromes cascadas de mi boca, que fueron a parar a mis tetas aun enfundadas en mi camiseta. Luego de sacarlo se veían gruesos goterones de mi saliva guindando de él, cayendo al piso de tierra. Roger tenía en sus manos un rollo de cuerdas, y se dispuso a atar mis muñecas atrás de mí, luego de que los dos negros más jóvenes me soltaran, uno a la vez. Acto seguido, ato otra cuerda a mi cuello, dejándola como una especie de collar unido con otra no muy larga cuerda cuyo otro extremo el mismo Roger sostenía en sus manos. Se acerco a mí, y pego su paquete contra mi cara. –Mira que desastre hiciste babosa. Vamos a limpiarte un poco esa carita… -me dijo, mientras restregaba su verga aun enfundada en el pantalón contra mi rostro, ocasionando que parte del tierrero y la mugre de su pantalón se pegaran a mi cara dejándome un aspecto facial bastante deplorable.

            -Baja la bragueta con tu hocico perra –me ordeno el mismo Roger luego de cansarse de restregar su paquetote en mi cara. Yo obedecí, temerosa, y de nuevo debo admitir que excitada, y la baje con suma diligencia. Apenas la baje su enorme verga negra salió “disparada” de su escondite y se estrello en mi frente haciendo un gracioso sonido. Ya estaba erecta su verga, y al igual que la del viejo, olorosa a orina, sudor y liquido preseminal. La tomo con su mano derecha y procedió a golpear mi cara con ella en distintos puntos. –Jajajaja puta, eres una perra creída, dándotela de la gran vaina solo porque tienes mejor posición económica jajajajaja ¿ahora quien caga más arriba? Dilo zorra pervertida, quiero que lo digas –me dijo riéndose a carcajadas.

            -Us…ustedes…-les dije, mientras aun recibía numerosos azotes de verga en mi cara.

            -¿Nosotros quienes, imbécil? –Pregunto Sebastián.

            -Uste…ustedes los obreros… -dije aun soportando azotes por arte de la verga de Roger. Recibí un fuerte lepe (ndr: fuerte palmada en la parte de atrás de la cabeza, aunque se puede dar adelante también, en la frente.) en la parte de atrás de mi cabeza por parte de Sebastián, que alboroto aun mas mi hermosa cabellera negra, sacudiéndola ligeramente por los aires.

            -Mal dicho cabrona. ¿Qué somos nosotros para ti en este momento según tus gustos bizarros? –me pregunto nuevamente Sebastián. Allí mismo capte a que se refería.

            -¡¡¡Ustedes mis amos cagan más arriba que yo!!! –exclame en voz alta, voz que me salió más que todo causada por el desespero de los continuos azotes en mi rostro.

            -Jajajaja perfecto…y tu ahora te llenaras de nuestra mierda, puta sucia jajajajaja –dijo Roger, quien ceso los azotes y metió la verga de un solo sopetón en mi boca hasta mi garganta, haciendo que mi nariz se introdujera en la espesa mata de pelo púbico, estrellando sus testículos contra mi barbilla. Oí cuando el, al hacer esto, emitió un largo y fuerte suspiro, mientras yo soportaba nuevas arcadas. -Aaaahhhh siiiiii puta madre que te pario mujerzuela, que rica boca y garganta tienes…-me continuo diciendo Roger al tiempo que me la sacaba nuevamente, llena de mis babas, la cual conectaba mi boca con su enorme herramienta fálica por medio de delgados hilillos.

            -“Son para mamar güebos mejor” –dijo Sebastián en broma, transformando su voz, en una pequeña alusión al lobo feroz del cuento de la caperucita roja.

Continúe haciendo la mamada lo mejor que pude. A pesar de estar bastante excitada, lo hacía más que todo para no hacerlos molestar, quien sabe que me podrían hacer. Roger siguió follando mi boca y mi garganta por largo rato, hasta que Sebastián me tomo por el cabello y me haló la cabeza hacia atrás, sacando la verga de Roger de mi boca, haciéndome toser por el ahogamiento. Haló mucho mas mi cabello, haciendo que mi cuerpo se arqueara hacia atrás, y cuando quede con la cabeza al revés, el mismo Sebastián metió su güebo, ya tieso en mi boca, hasta la garganta, repitiendo la dosis de sus compañeros.

Comencé a toser con su verga adentro de mí por el ahogo de semejante acción. Sus bolas estaban en mi nariz (al tener la cabeza invertida pues más que obvio), olían a puro sudor, y peor aún era el hedor dada la abundante mata de vellos genitales que poblaban la zona. En esa posición mis tetas quedaban bastante ofrecidas, transparentadas en mi franelilla por mis babas. Uno de los jóvenes procedió a romperla, dejando mis lindos pechos al aire, aprovechando para amasarlos con suma rudeza, azotándolos también fuertemente con sus manos, y pellizcando mis pezones de vez en cuando, hasta que los sentí arder no solo por el trato al que eran sometidos, sino también por la lujuria que recorría mi cuerpo.

Sebastián continúo follando mi boca cada vez con más furia, haciéndome salivar y toser más de la cuenta, provocando que mis babas cayeran por mi rostro y mi cabello. Todos reían de mí, mientras veían mis videos porno caseros. –Tengo una idea –dijo Sebastián –Juan, trae la mandarria y los anillos de guía para cables. –le ordeno a Juan quien fue rápidamente a buscar los materiales mientras yo continuaba sometida a los rudos tratos del resto. Al poco tiempo llego Juan con las herramientas.

Sebastián las tomo, y por fin me permitió respirar, sacándome la verga de la boca. Coloco uno de los anillos guía en el piso, (estos son unas especies de clavos con un anillo no muy grueso por el cual se introducen cables), y con la mandarria (martillo más grande y pesado que uno convencional) lo clavo. Luego clavo otro muy cerca al primero, y por último clavo otro un poco más retirado, en línea recta a los otros dos. Me tomo por el cabello con suma violencia y me llevo a rastras hasta los anillos. Allí ato la cuerda de mi cuello al primero que clavo, mientras que al segundo ato la de mis muñecas las cuales desato y volvió a atar pero esta vez delante de mi par que yo me pudiera apoyar en mis manos y por ultimo tomo mis tobillos y los aseguro con otra cuerda en el tercer anillo, el más retirado, dejándome a 4 patas sin oportunidad de levantarme. Acto seguido coloco la laptop sobre mi espalda y con un cuchillo rompió mi mono deportivo, así como el hilo que llevaba de ropa interior, dejando mi culo y cuca al aire libre.

            -¿Lo ven muchachos? Tal como los videos nos revelan, esta perra es una autentica zorra masoquista…esta empapada a pesar de todo lo que le hemos hecho…vaya decencia jajajaja –dijo Sebastián burlonamente. –Vamos a abrirle más los huecos…pobre puta, apuesto que a la final tendrá otro agujero entre las nalgas, de tanto darle jajajajajaja –continuó diciendo mientras Francisco me tomaba de la cabeza y me obligaba a hacerle una mamada.

Sentí cuando uno de los negros, no supe cual, palpo mi cuca, y luego comenzó a examinarla con detalle, separando los labios vaginales, palpando con sus dedos la piel de mis genitales, jugando con mi clítoris, el cual se hallaba fuera de su escondite. Al palpar este no pude evitar sentir un delicioso corrientazo acompañado de un rico frio en el estomago, producto de la cada vez más creciente excitación. Las manos continuaron recorriendo mis partes intimas, paseándose por mis nalgas, separándolas, y jugando con mi hoyito anal. Olas de ricos escalofríos recorrían mi cuerpo con ese trato, mientras le hacia una buena mamada a Francisco, esta vez con todas las ganas del mundo, excitada, deseosa de leche, de güebo, de placer. Si, la calentura en este momento había superado mis nervios, y con creces.

            -Vamos a ver… -dijo Sebastián –una mujer tan perra y degenerada como tu debe haber jugado con su culo alguna vez…A ver… ¡Este! A ver qué haces en este videíto…-continuó diciendo al tiempo que ponía el video a reproducir.

“¡miren que guarra la puta!” “jajaja si, le gusta por el culo jajajaja” “zorra, el titulo de “diversión anal” combina a la perfección con el video, hiciste bien en nombrarlo así” Me decían los negros, entre otras cosas, refiriéndose al video porno casero que veían, donde por supuesto yo era la protagonista. Por el titulo recordé muy bien lo que hice en el, 20 minutos de pura auto estimulación anal. Me había colocado una especie de cinturón de castidad, que únicamente me permitía el acceso a mi culo. Subieron el volumen justo a tiempo para oírme decir “Prometo no dejar de filmarme hasta conseguir un orgasmo anal…” Eso los excito sobremanera. Lo suficiente como para que uno de ellos me metiera la verga de un solo golpe en mi cuca. Fue tal la potencia que más que un gemido, lo que en realidad solté fue un fuerte grito, tan fuerte que la enorme verga de Fran no pudo ahogar. Todos se rieron. -¡Tonto! ¡Era el culo lo que le tenías que reventar! –oí a Juan, el otro más joven, decirle al que me estaba penetrando. Este ultimo saco su verga de mi cuca y sentí como seguidamente posaba la punta en mi agujero anal. –Daaale, daaaaaale, daaaaaale –gritaban todos al unísono, incluso Francisco quien podía ver lo que ocurría detrás de mi. El que me penetraba, comenzó a empujar lentamente su verga en mi agujero, haciéndome sentir como este poco a poco se abría cada vez más a duras penas para permitir el paso de su invasor.

Yo entre tanto seguía concentrada en la mamada que le hacía a Francisco, aunque la verdad era que no tenía más opción que esa, ya que Fran me sostenía fuertemente del cabello sin permitirme voltear. En un principio simplemente me sostenía por la melena, dejándome a mi hacerle la estimulación con mi boca y mi lengua, pero a medida que los minutos pasaban, el iba controlando los movimientos de mi cabeza, haciéndome subirla y bajarla rítmicamente para su placer. El que me poseía por el culo también me daba embestidas cada vez más fuertes, hasta que en un momento dado me saco el güebo del culo. Se dirigió hacia donde estaba francisco, y pude ver que mi verdugo anal era Ricardo. Francisco me saco el güebo de la boca y se puso de pie, sosteniéndome aun por el cabello. Ricardo se sentó delante de mí y me tomo una foto con un celular, en la cual Salí sostenida aun por el fuerte brazo de Fran, con mechones despeinados cubriendo mi rostro el cual mostraba todo el rímel corrido por mi rostro gracias a las lagrimas, las babas y el sudor. De mi boca y mi barbilla colgaban también gruesos hilos de baba. Al fondo se podía ver a los demás negros viendo los videos de mi laptop, divertidos.

El aspecto era realmente deplorable, me hacía sentir un animal, un juguete, una herramienta para darle placer a estos machos. Ricardo pasó a tomar el lugar de Francisco, sentándose delante de mí, sosteniendo mi cabello para ponerme a mamar su verga. Yo estaba súper salida. Ahora poco me importaba mi integridad física, poco me importaba mi reputación, solo me interesaba ser follada por estos 5 toros.

Uno a uno fueron turnándose en cada posición, penetrándome el culo, la cuca, la boca, siempre humillándome con insultos, burlándose de mí por lo que hacía en los videos. No sé cuantos orgasmos tuve, me fue difícil llevar la cuenta ya que me llegaban uno tras otro, dejando pocos intervalos de tiempo entre cada uno. Además, debía concentrarme en soportar todo, las nalgadas, las fuertes embestidas, las cachetadas, las arcadas…y de vez en cuando el cargo de conciencia, preguntándome qué demonios hacia yo allí, y más aun, como podía disfrutar todo e incluso desear mas…

Llego el momento en que retiraron la laptop de mi espalda. Francisco cortó las cuerdas que me unían a las guías clavadas en el piso así como me libro los tobillos también. Juan me tomo por el pelo, y halando como si fuera cualquier cosa, me tiro contra el piso boca arriba, y tomo mis piernas por los tobillos abriéndolas y doblándome por las caderas dejándome las piernas apuntando al techo, y con su enorme güebo procedió a cojerme por la cuca mientras que Roger se sentaba en el piso con mi cabeza entre sus piernas, y su miembro erecto irguiéndose a la derecha de mi cara, con el cual me dio unas cuantas cachetadas.

No sabría decir lo que realmente sentía y decía, ya que en ese momento tuve un fuerte lapsus mental. Los insulte en un momento dado, no recuerdo que insulto fue, pero sé que me respondieron con una buena cachetada, me quitaron los zapatos y las medias para castigar mis nalgas a punta de zapatazos. Yo gritaba y chillaba, pero podría jurar que era más por placer que por dolor. Estaba gozando de esa violación.

Uno a uno de nuevo se fueron turnando en cada puesto, variando de vez en cuando la parte de mi cuerpo usada para su placer. De vez en cuando se sentaban en la boca de mi estomago para hacerse una buena cubana con mis tetas. De hecho, Francisco acabo de esta manera, disparando toda la leche a mi cara, estrellándose una parte en mi barbilla y embarrando todo mi cuello y pecho con el líquido espeso y blanquecino. Ricardo se acariciaba la verga con mi pie derecho y luego de un rato vacio sus bolas yendo a parar toda la carga de leche al piso de tierra. Todo esto mientras Sebastián bombeaba mi cuca con suma fuerza, sacándola a veces y metiéndomela en el culo por un buen rato para luego cambiar nuevamente de hueco. A la final se corrió en mi culo. –Mas te vale que no se te escape ni una gota de leche de tu culo, furcia. –me dijo, para luego proceder a escupirme la cara.

Seguidamente fui puesta de rodillas por Roger, quien me hizo mamárselo un buen rato junto a Juan. Turnaron sus vergas en mi boca, y de cuando en cuando me metían ambas al mismo tiempo, provocándome arcadas. Juan se corrió primero con su enorme güebo dentro de mi boca, la corrida también fue abundante. Al momento de sacarlo de mi boca lo hizo con fuerza, llevándose parte de la leche que el mismo había depositado en mí, salpicando el piso de tierra con su esperma. Inmediatamente me agarro por los pelos y llevo de manera brusca mi cabeza hacia el suelo, haciéndome quedar con el culo en pompa mientras restregaba mi cara en el tierrero del piso llenando mi cara de lodo hecho con la leche de él y Ricardo, además de mi sudor, saliva y lagrimas. Roger aprovecho la posición y después de una corta paja eyaculo en mi culo y espalda, embadurnándome toda la piel de leche.

Luego de esto me dejaron allí tirada, ante ellos. Yo de lo agotada que me sentía, apenas podía moverme, logrando ponerme de rodillas. Ellos en silencio me veían, con mirada y sonrisas burlonas. Francisco rompió el silencio. –Tremenda puta estás hecha. Te corriste como una loba…viniste aquí dándotela de señorita altanera, y ahora mírate, pareces una cerda…

            -Y hablando de cerdas…-Interrumpió Juan. –A esos animales les gusta el lodo…vamos a darle lo que le gusta…-termino de decir, alzando su pie derecho enfundado en la bota de construcción y apoyándolo en mi cara, para acto seguido empujarme con dicho pie al lodazal formado por las asquerosas aguas negras del bote que se hallaba tras de mí. Pegue un grito, típico de cuando te lanzan a una piscina, y caí en dicho lodazal, bañándome de la asquerosa mezcla de tierra y aguas servidas.

Todos se rieron a carcajadas, y se fueron al exterior del galpón. –No te queremos aquí todo el día, lárgate a tu casa…y cuidadito con hacer o decir algo en nuestra contra perra…-dijo Sebastián. Me sentí súper degenerada, súper humillada…y súper excitada. Espere que salieran del escondrijo en el que estábamos para ponerme de pie. Como pude, me desate las muñecas, tome el trapo en que se había convertido mi franela y procedí a cubrir mis caderas con él. Tome mi chaqueta y me la puse, y también tome mis zapatos y mis medias, y procedí a salir también del oscuro escondrijo. Afuera, ellos, a excepción de Sebastián, estaban alrededor de una mesa con mi laptop, a la cual le habían sacado el disco duro. Intente pasar desapercibida, pero oí la voz de Juan. –Hey, puta subnormal, no olvides tu aparato. Nos quedaremos con el disco duro por si acaso…-dijo.

Fui a la mesa con la cabeza gacha, la tome, pero cuando me di media vuelta para disponerme a irme, fui detenida por Roger. –Espera estúpida…esos harapos no te quedan bien…-me dijo, mientras arrancaba la franela de mis caderas y la chaqueta, tumbando también mis zapatos y mi laptop al piso. Me dejo desnuda de nuevo. -Ese te queda mejor, el de “Eva”…aunque debes lavarlo, está muy sucio jajajajaja –todos rieron a carcajadas con el comentario hecho por el mismo Roger.

Me agache a recoger la laptop, y me puse de pie, pero di dos pasos y Francisco fue el que me detuvo colocándose ante mí, para pellizcarme ambos pezones al mismo tiempo arrancándome un gritito de dolor. Acto seguido carraspeo y me escupió un gargajo en la cara. –ahora si asquerosa, lárgate. –me dijo, empujándome hacia el carro. Juan, luego del empujón, me dio un azote en el culo con un cinturón. Todos rieron, mientras me montaba en mi carro, lo encendía y me iba.

Conduje todo el camino a mi casa, totalmente desnuda y oliendo realmente asqueroso. No fui capaz de apartar mi vista del camino, ni siquiera para verme por el retrovisor. Afortunadamente los vidrios de mi carro eran polarizados por lo que no me vio nadie del exterior, y también afortunadamente no me tuve que bajar a comprar nada. Al cabo de un par de horas llegue a mi casa, abrí la puerta del garaje a control remoto, estacione, cerré la puerta del garaje, y Salí del carro. Subí a mi habitación, totalmente desnuda y asquerosa, y me pare delante del espejo. Me quede un par de minutos observándome. La imagen que tenía delante de mí era realmente…excitante.

No sé muy bien porque me sentía tan excitada viéndome de esa manera, tan rebajada, asquerosa, humillada. Ok, soy masoquista, pero ninguna persona debería consentir ese trato por parte de otra. El mundo del BDSM no es así, tiene sus reglas, y la principal es que sea sano, seguro y consensuado. Pero se me hizo tan excitante…

Para cuando me quise dar cuenta, mi mano derecha sobaba mi vulva, que estaba mojada. Mis pezones, picudos. Y esa sensación tan rica de excitación rondaba mi cuerpo y mis zonas erógenas. Me senté en el piso delante del espejo, con las piernas abiertas. Me sobaba la cuquita con fruición y deseo. Comencé a gemir a los pocos minutos recordando todo lo ocurrido en el día, poco a poco me fui recostando sobre mi espalda, viendo al techo. Cerré los ojos unos minutos y termine explotando en un delicioso orgasmo.

Quede con los ojos cerrados un rato, no sabría decir cuánto. Todo lo ocurrido cambiaba las cosas, tenía que ver que iba a hacer, cuales serian mis movimientos a futuro con respecto a los negros obreros. En ese momento sentí un líquido espeso y viscoso caer sobre mi rostro y mis tetas. Al abrir los ojos, vi a Sebastián, que estaba de pie sobre mí, masturbándose y acabando sobre mi cuerpo. Me sorprendí bastante al verlo.

            -¿Pero qué coño haces a….? –dije pero fui interrumpida, Sebastián coloco uno de sus pies enfundados en sus botas sobre mi boca, callándome. Quede inmóvil.

            -A mi no me hablas así, puta subnormal. ¿Crees que después de todo lo de hoy vamos a dejarte ir así no más? Te lo pondré todo claro, tenemos pruebas de lo marrana que eres. Ya te dijimos lo que ocurriría si todos vieran esos videos y fotos porno tuyas. Y como acabo de ver que todo esto te gusto, pues, ya es hora de que sepas que de ahora en adelante eres nuestra mascota. Estarás a nuestros pies en cada momento que se nos dé la gana. Prepárate puta, tu vida acaba de cambiar. Y no es algo que puedas deshacer. Estas en nuestras manos.

En ese momento vi respondidas todas mis preguntas sobre que hacer al respecto de todo lo ocurrido. El tenía razón, Estaba en sus manos, y todo lo que debía hacer era quedarme tranquila, y obedecer. ¿Y quién sabe? Hasta lo podría disfrutar…

Fin

 

Como siempre, mil gracias por leerme, espero les haya gustado mi relato así como espero que me hagan saber sus comentarios y opiniones ya sea dejándolos en los comentarios de la pagina o enviándomelos a skarletpricet@yahoo.es . Espero que al momento de la publicación no hayan errores en el formato, de ser asi espero que me disculpen (aun no me acostumbro al editor de todorelatos), así como espero que me disculpen por los errores de ortografía que se que los debe haber.

Besitos.

Skarlet.

NOTA: Los hechos descritos en este relato tienen la finalidad de entretener, no para que sigas sus pasos o ideas al pie de la letra. Dile NO al abuso sexual. Práctica sexo seguro, usa preservativo, y hazlo de manera consentida con tu pareja.