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No Llores Amiga

en Lésbicos

ATENCION:

 

Este relato es 100% real…Cualquier parecido con la realidad, pues, bienvenid@s al grupo…

 

 

No Llores Amiga

 

Mi nombre es Skarlet.

 

Ahorita tengo 26 años, pero lo que estoy por contarles ocurrió a mis 16. Por aquel entonces tenía un cuerpo en desarrollo, muy bonito, unos senos bastante grandecitos y paraditos para la edad, una colita bonita, paradita, que atraía la atención de muchísimos hombres tanto de la misma edad como mayores. Aun sigo teniendo un cuerpo bonito, o al menos así me lo han hecho saber, y bueno, la verdad trato de cuidarlo…pero no entrare en ese tipo de detalles. Para finalizar con mi apariencia, soy blanquita de cabello negro, liso y largo, con una carita de angelito que no quiebra ni un solo plato (cuando la verdad ya he quebrado toda la vajilla entera) y unas piernas bien cuidadas y moldeadas.

 

Por aquellos años yo ya había perdido la virginidad para ese entonces. De nuevo, no pienso entrar en detalles, pero para los que se preocupan, diré que fue algo consensuado (de hecho, fui yo la que busco todo). En fin, siempre me he considerado una mujer muy sexual, el sexo es algo que me fascina como no tienen idea y lo disfruto cada vez que puedo.

 

Pero, desde muy temprana edad, surgió algo que me preocupo mucho en un principio: comencé a notar mi atracción por las mujeres. Por alguna razón, comencé a fijarme en ellas, me atraían mucho a nivel sexual. Poco a poco comencé a tener fantasías sexuales con mujeres, en un principio desconocidas, creadas por mi mente, pero luego en esas fantasías fueron apareciendo mujeres cercanas a mí. Mi madre y mi hermana mayor y algunas de sus amigas fueron de las primeras conocidas en aparecer en ellas…

 

Pero sin duda, la primera conocida en aparecer fue mi vecina que vive en la casa de enfrente, Sara. Ella y yo nos conocemos desde recién nacidas prácticamente ya que nacimos el mismo año. Sus padres son muy buenos amigos de los míos, y por ese hecho ella y yo fuimos siempre como hermanas, o al menos así nos sentíamos. Íbamos a todas partes juntas, éramos inseparables. Aun lo seguimos siendo, de hecho. Fuimos a las mismas escuelas, los mismos liceos, nos graduamos juntas.

 

Ella tiene un cuerpo muy bonito, y un rostro dulce que le alegra la vista a cualquiera, adornado con unos cabellos dorados y lisos. Para la época en que ocurrió lo que les contare, su cuerpo ya levantaba miradas y pensamientos sugerentes, unos senos también grandecitos y paraditos (ligeramente más pequeños que los míos, pasa que yo soy muy “tetona”.), y una colita también redondita y abultadita, bella, soportada por unas preciosas piernas bien moldeadas y torneaditas. ¿A día de hoy? Sigue siendo una mujer hermosa.

 

Ella y yo siempre nos contamos todos nuestros secretos y nuestros gustos, nos conocíamos a la perfección. Bueno, casi, ya que el gusto que se desarrollo en mi por las mujeres era algo que no deseaba contarle ni a ella, por miedo a perder su muy valiosa y preciada amistad. Imagínense le conté incluso de mi gusto por el sexo anal (Gusto que para muchos es un tabú o una aberración, menos para ella, que también lo tiene), pero no mi atracción por las chicas. Durante mucho tiempo estuve deseándola en secreto. Muchas fueron las veces que me llegue a masturbar en la ducha pensando en que ella era la que estaba allí metida conmigo.

 

Hasta que llego el día que paso, lo que pasó. Era un viernes con un clima frio y nublado. A eso de las 9 de la noche recibí una llamada de ella. Su voz llorosa apenas me permitió entender que quería estar acompañada por mí, ya que sus padres se habían ido a pasar el fin de semana en la playa. Sin pensarlo dos veces fui a su casa, vistiendo mi pijama, que consistía en una camisa abotonable manga larga bastante holgada, y un pantalón bastante holgado también. Ella me lanzo las llaves por la ventana, una vez que yo llegue hasta su puerta, y procedí a entrar a la casa. Todas las luces estaban apagadas, las deje así y subí a su habitación, que se hallaba en el segundo piso. Allí me la conseguí, estaba llorando, hecha una pena total, despeinada, con su rostro bastante golpeado por la tristeza.

 

    -¿Amiga que pasa…porque lloras? –le pregunte, extendiéndole los brazos mientras me acercaba para abrazarla.

    -Amiga, el imbécil de Javier…es un perro…un maldito perro...-me dijo entre llantos.

 

Por aquella época ella tenía un novio llamado Javier. El chico era bastante lindo como pocos, pero un patán como muchos. Bastante le advertí a ella que no se metiera con él, ya que sin duda le partería el corazón, y en efecto, así fueron los resultados. Para hacer el cuento largo corto, ella me conto que lo vio ese mismo día con otra chica en un parque, ella se les presento, discutieron (si, Sara tiene un fuerte carácter) y rompieron la relación, yéndose ella a su casa. De lo mal que se sentía no fue con sus padres a la playa, a quienes les oculto todo el rollo con Javier.

 

La pobre Sara estaba muy atacada. No paraba de llorar. Se fue haciendo más tarde, entre mis intentos por calmarla un poco y animarla. A eso de las 11 de la noche le hice un té de manzanilla en su cocina. Se lo lleve y ella lo bebió con mucho cuidado, a ver si con eso se tranquilizaba. La noche, como es común en la zona donde vivimos, estaba fría, muy fría, por lo que me senté con las piernas cruzadas en su cama, y recosté su cabeza sobre mi pecho, quedando ella recostada de mí, con las piernas un poco flexionadas aunque estiradas hacia el final de su lecho. Al poco tiempo el té comenzó a hacer efecto, y junto con las caricias que yo le iba haciendo en el cabello, fue calmándose poco a poco.

 

    -Ya amiga…-le dije –cálmate…Javier no es el único…eres una chica muy hermosa, y con un cuerpazo…El lago está lleno de peces…veras que aparecerá alguien mucho mejor que el…alguien que valga la pena…

    -Ay Skarlet…es que no es justo…-me dijo entre sollozos… -yo tanto que entregue por el…no es justo…-me termino de decir, llorando un poco más de lo que ya se había calmado..

    -Sssshh ssshhhhh…-le dije, agachando la cabeza ligeramente, y dándole un beso en su frente sin dejar de acariciar su cabello…-No llores amiga…-le termine de decir, con una voz suave, viéndola a los ojos…

 

Al ver lo que sus ojos expresaban, un profundo sentimiento de abandono, de soledad, pues, me sentí mal. Se aguaron mis ojos también. Y no sé muy bien porque, pero poco a poco mi rostro se fue acercando al suyo. Ella no opuso resistencia alguna, solo mantenía su mirada fija en mis ojos, viendo como me acercaba. Hasta que nuestros labios se unieron en un profundo beso. Sin lengua, solo un pico. Pero uno bastante profundo y cálido, que duro unos cuantos segundos, hasta que me separe ligeramente de ella.

 

Nos continuamos viendo por unos minutos, sin movernos, sin pestañear. Su mirada y la mía se mantenían fijas. Podría jurar que sus ojos me gritaban en silencio que repitiera el beso. Yo estaba un poco asustada, la verdad en ese momento tenía la mente en blanco, esperando la tormenta en que ella se convertiría por el beso. Pero no, para mi sorpresa, y alegría, me tomo por la nuca con su mano izquierda rodeando mi cabeza, y me atrajo de nuevo hacia ella, volviendo a unir nuestros labios en un beso mas cálido y profundo, esta vez, con lengua incorporada.

 

Su lengua fue la que invadió mi boca. Yo, aun en blanco, solo me dejaba hacer. Abrí ligeramente mis labios, unidos a los de ella, y deje que su lengua entrara en mi boca con total libertad, a jugar con la mía. Se sentía tan bien, tan dulce, tan rico, tan…liberador. Tome su rostro con mis dos manos de manera suave y delicada, mientras le seguía el ritmo con mi lengua, ahora enfrascada en una lucha ardiente con la suya, enrollándose ambas con furor, gozo y cada vez mas desespero.

 

Un par de minutos duro ese beso. Minutos que para mi parecieron segundos, desee que nunca terminara ese beso tan delicioso. Pero nos separamos nuevamente, para vernos de nuevo a los ojos. La mirada de ella había cambiado ligeramente. Ahora expresaba deseo, placer. Aun seguían aguados sus ojos, pero ya iba cambiando su mirada. Yo sentía mi rostro, mis orejas y mis pechos arder, y el rostro de ella se tornaba de un color rojizo muy bonito. Con su mano derecha me acaricio el rostro con suma delicadeza. –Que estamos haciendo Skarlet… -me dijo. Su mano derecha bajo a mi cuello, y me acerque nuevamente a ella, para volver a besarla con la misma pasión e intensidad de los besos anteriores, mientas con ambas manos ella me acariciaba el cabello.

 

El beso duro unos minutos más que el anterior, pero seguía pareciéndome muy poco. Al separarnos, la sensación de ardor en mi rostro, orejas y pechos aumentaron bastante, y el ardor lo comencé a sentir en mi cuquita, la cual ya estaba babeando sus debidos flujos lubricantes. –estas roja…-me dijo ella con voz suave, ya observando varios puntos de mi rostro, aunque intercalándolos con mis ojos. –tú también lo estas –le dije. –eso es porque te deseo –me contesto. Una profunda alegría me invadió por dentro. Aunque no sabía si Sara era igual que yo, que le gustaban las mujeres, o simplemente quería experimentar en ese momento, como le sucede a muchas otras mujeres alguna vez en su vida.

 

Sin rechistar y con una sonrisa volví a dirigir mi rostro hacia el de ella, para darnos un beso tan profundo y tierno como los anteriores, y esta vez, de bastante duración. Nuestras cabezas se movían de un lado a otro, en una hermosa danza que seguía los pasos de nuestro morbo y deseo de la una por la otra. Mis manos comenzaron a acariciar su cuerpo, comenzando por sus hombros, dulce y tiernamente, para luego pasar a su pecho y sus senos, bastante grandecitos y sensibles, muy bellos. Aparte el lado derecho de la camisa de la pijama que ella también tenía puesta, desabotonándola primero. Deje al descubierto su seno derecho, no llevaba ropa interior. Lo acaricie con suma delicadeza y cuidado, tomando de vez en cuando el pico de su pezón, que se hallaba erecto por el frio, y lo acariciaba tiernamente con mis dedos índice y pulgar, mientras seguíamos enfrascadas en el beso.

 

Note como al tratar su seno derecho de esa manera, ella temblaba de gusto. Su respiración se iba agitando poco a poco, haciendo del beso más profundo y morboso todavía. Aparte ahora el lado izquierdo de la camisa, para dejar su otro seno al aire, el cual se notaba que demandaba también mi atención, ya que nada mas colocar mi mano izquierda sobre su piel, Sara se estremeció por completo. Mientras yo  seguía jugando ahora con ambos pechos y dándole el delicioso beso, ella de un movimiento se quito la camisa de la pijama, y la lanzo al piso, junto a la cama donde estábamos.

 

Continuamos así, yo jugando con sus bellos y suaves pechos, mientras nos dábamos ese beso tan delicioso y que se me antojaba interminable, hasta que ella se levanto un poco separándose de mi rostro, para darse la vuelta y quedar boca abajo recostada sobre mí, haciéndome acostar boca arriba en la cama. Su rostro estaba totalmente enrojecido, aun con los rastros de lágrimas dibujados. Nos continuamos viendo un ratito más, hasta que ella se levanto un poco de mi cuerpo, y comenzó a desabrochar la camisa de mi pijama, para, una vez desabrochados todos los botones, abrir la camisa de par en par en par y dejar mis senos al aire. Los tomo con ambas manos, y los apretujo de una manera bastante tierna y deliciosa, haciéndome soltar un gemidito acompañado por un profundo suspiro. Luego se volvió a recostar del todo sobre mí, pegando sus pechos de los míos, y dejando su rostro a una distancia muy cercana del mío, casi rozándolo.

 

Mantuvo su mirada fija en la mía durante unos segundos nuevamente, antes de volver a darme un beso. Uno sencillo, un pico. Luego se separo y me dio otro más fugaz que el anterior, y luego otro más, para después bajar a mi cuello y comenzar a besarlo, tiernamente, con delicadeza. Sentí su lengua recorrer mi cuello, mi garganta, se sentía suave, exquisita, al tiempo que sentía sus manos juguetear con mis senos, y yo con las mías recorría su espalda con suma ternura, además de abrir mis piernas y abrazar sus caderas con ellas.

 

Sara no tardo en bajar con sus besos a mis pechos. Mientras los amasaba con suma maestría, me los besaba, chupaba e incluso mordisqueaba suave y juguetonamente. Yo simplemente me dejaba hacer, me fascinaba lo que ella estaba haciendo en mis senos, y como pude me deshice de la camisa de la pijama, arrojándola también junto a la cama. En un momento dado ella volvió a subir su cabeza hasta mi rostro, y me dio otro beso con lengua, un beso fugaz, ya que luego de este se dirigió nuevamente a mis pechos, los cuales siguió estimulando un delicioso rato más, hasta que comenzó a bajar poco a poco por mi abdomen, dando besitos, lamiditas, chupetones ricos, suaves, que me arrancaban suspiros y gemidos de placer, de excitación. Comencé a amasar mis senos con mis manos, mientras ella seguía su recorrido hacia mi entrepierna.

 

Una vez allí, tomo las ligas del pantalón de pijama y poco a poco lo fue deslizando cuerpo abajo, hasta que dejo mi cuquita al aire ante ella. Acaricio el pubis con suma delicadeza con los dedos de su mano derecha, y luego le dio un beso corto. Un beso que me hizo vibrar. Un beso que me hizo estremecer. Ella noto mi reacción, y procedió a quitarme el pantalón del todo, haciéndome elevar las piernas al aire y sosteniendo mis pies por mis tobillos, a la altura de su cabeza quedando ella de rodillas sobre la cama.

 

Se llevo mi pie derecho a su rostro, con el cual lo acaricio pasándolo a lo largo de este, mientras que con el izquierdo repitió la operación, pero llevándolo a su boca, besándome los dedos durante un ratito, para luego meterlos en su boca y chuparlos con soltura. Yo me sentía en el séptimo cielo. Repitió esto con mi pie derecho dejándome los dedos de ambos pies brillando con su deliciosa babita.

 

Yo le seguí el juego, tanteando con mis pies su rostro, su cabello, mientras con mis manos agarraba la liga del pantalón de la pijama de ella también y lo bajaba como podía. Ella entendió perfectamente mis intenciones, así que soltó mis piernas para quitárselos ella misma y quedar de rodillas nuevamente aunque se inclino sobre mí, momento en que yo la “abrace” con mis piernas rodeando su cintura con ellas y cruzándolas en la parte baja de su espalda. Nuestros senos volvieron a encontrarse, así como nuestros labios que volvieron a fundirse en un delicioso nuevo beso, bastante largo y húmedo. Sara mientras me besaba hacia los movimientos con sus caderas como si me follara, estrellando su pubis contra el mío y restregándolo suavemente un buen rato.

 

Un par de minutos después, separo su rostro del mío y subió poco a poco hasta que me dejo sus senos a la altura de mi cara. No perdí el tiempo y las volví a poseer con mis manos y mi boca, besándolas, chupándolas fuertemente, mamando cada pezón como si la vida se me fuera en ello, arrancándole un par de ricos gemidos que hicieron que ella se irguiera del todo, y caminando arrodillada con ambas piernas a cada lado de mi cuerpo, quedo sobre mi cabeza con mi rostro entre sus piernas.

 

Me dejo admirar su cuquita un par de minutos, mientras yo la toqueteaba con mis manos. Separe sus labios vaginales cuidadosamente, dejando ver la rosada y húmeda abertura vaginal. Me relamí los labios y sin quitar la vista de tan magnífica obra de la naturaleza, le di un par de besitos en cada muslo mientras mis dedos jugaban con su clítoris desnudo y con el resto de su vulva.

 

Ella se comenzó a mover al ritmo de mis toques, y poco a poco fue bajando mas y mas hasta que su cuquita se poso sobre mi boca. Chupe, succione lo más fuerte que pude de nievo y cada chupete que le hacia lo intercalaba con lengüetazos, penetrándola lo más que podía. Mis manos sujetaron sus nalgas, mientras ella en un momento dado comenzó a moverse poco a poco. Yo de vez en cuando la detenía, para poder degustar su clítoris, el cual chupaba, lamia moviendo mi lengua suavemente y algunas veces cual serpiente, y hasta mordía también de manera suave, arrancándole ricos gemidos de placer, hasta que pasó. Sara se corrió en mi boca, desprendiendo el rico juguito sabor a durazno amargo pero delicioso, el cual saboreé con sumo gusto y placer.

 

Luego de un ratito en que me permitió saborear dicho manjar de jugos, Sara se quito de encima de mi rostro, y gateando sobre la cama, se dirigió hacia mis piernas nuevamente, abriéndolas y ubicándose entre ellas, para acto seguido sobar mis muslos suavemente al mismo tiempo con ambas manos, mientras miraba mi cuquita fijamente con ojos lascivos. Con mi mano derecha, cubrí mi vulva mientras sonreía pícaramente, con la punta del dedo índice de mi mano izquierda metida en mi boca, cual niña picara e “inocentona” Sara me vio a los ojos –Déjame verla nena… -me dijo, petición que complací subiendo un poco mi mano hacia mi pubis rozando mi piel, deteniéndola en el sitio justo para separar mis labios vaginales mayores con mis dedo índice y medio, dejando a la vista el interior de mi conchita.

 

Sara se relamió los labios y llevo su rostro a mi cuquita. Al momento de hacer contacto no pude evitar estremecerme. Sentir su cálido aliento, su cálida lengua masajeándome poco a poco cada milímetro de mi vulva me dio un placer realmente indescriptible. Solté un gemido profundo acompañado de un relajante suspiro, y con ambas manos tome mis senos, dejándole el control total de mi entrepierna a Sara.

 

Ella fue muy juguetona con su lengua, así como con sus manos, metiéndome dos dedos mientras me castigaba el clítoris con chupetones y lengüetazos. Se descobro también de las suaves mordidas que le di, ya que hasta sus dientes castigaron también mi clítoris y mis labios vaginales también con una suavidad exquisita y deliciosa.

 

Comencé a retorcerme del placer cada vez mas mientras el tiempo pasaba. Sara ya no solo le daba a mi cuquita, también atendió mi ano, pasando la lengua por el incontables y deliciosas veces, incluso también metiéndome un dedo, hasta dos, en más de una ocasión, los cuales me daba a chupar al sacarlos, cosa que yo hacía con absoluta glotonería. Con semejante trato no tarde mucho en llegar al orgasmo, ya que mi cola completa es una de mis zonas erógenas mas fuerte si se sabe estimular bien. Y Sara si que supo hacerlo.

 

Entre gemiditos que iban aumentando el tono paulatinamente y ricos espasmos y temblores corporales, tuve uno de los orgasmos más exquisitos de toda mi vida. Y mientras tenía el orgasmo, Sara no apartaba su boca de mi vulva, dándome una tortura muy exquisita, hasta que por fin se separo. Subió a mi rostro con su cuerpo rozando el mío, con sus senos acariciándome de la cadera hacia arriba hasta encontrarse con los míos para seguidamente aplastarse con ellos en lo que el rostro de sarita logro llegar a la altura del mío, momento en que se recostó sobre mi y nos fundimos en otro tierno y cálido beso, el cual no duro mucho, ya que Sara tuvo una idea, que resulto ser una sorpresa para mí.

 

Se separo de mi cuerpo, poniéndose de pie y dirigiéndose hacia su closet, sacando de lo más profundo de la última gaveta un simpático juguetito, el cual no era más que un largo consolador doble punta. Yo era consciente de que ella ya tenía sus juguetes sexuales, de hecho, yo también tenía un par de interesantes juguetitos. Es increíble lo que puedes hacer con una cedula de identidad falsa. Pero lo más interesante era que el juguete fuera doble punta. Me pregunte si Sara ya había experimentado con otra mujer anteriormente. Pero fue una pregunta que rápidamente deje en segundo plano, ya que Sara se dirigió a la cama nuevamente moviendo el juguete en sus manos de manera picara y juguetona.

 

Se puso de rodillas sobre su cama, quedando casi a cuatro patas sobre mí, apoyada en su mano izquierda mientras que con la derecha me ofrecía una de las puntas del consolador, para que la chupara, cosa que por supuesto hice. Lentamente movió la punta de aquel juguete en mi boca hacia adentro y hacia afuera, como si me follara, también la movía en círculos y la rotaba dentro de mi boca, asegurándose de que quedaría bien empapada de mi babita. Yo me dejaba hacer, chupando con sumo gusto el juguete.

 

Luego de un ratito en esas, lo saco de mi boca y se sentó entre mi piernas con las piernas abiertas y a ambos lados de mi torso, con sus pies llegando a la altura de mi cabeza, y con su vulva bastante cerca de la mía, quedando mis piernas también en la misma posición con respecto a ella, quedando las do en la famosa posición de las “tijeras”. Chupo durante uno segundos la otra punta del consolador empapándola también de su rica babita mientras con su pie derecho acariciaba mis senos y con el izquierdo mi rostro, metiéndolo en mi boca de vez en cuando, haciéndome chuparle los dedos, lamerlo y besárselo con suma ternura y entrega. Luego saco la punta del conso de su boca y le dio la vuelta, para introducirme la punta que ella había chupado en mi cuquita, y la que yo había chupado en la suya.

 

El consolador era flexible, por lo que no supuso ningún problema introducirlo en nuestras cavidades vaginales dada la proximidad entre ellas. Además, tampoco era muy largo, lo q1ue era perfecto ya que nuestras conchitas se encontraron en la mitad de dicho consolador, luego de ser introducidos poco a poco arrancándonos ricos gemidos de placer, mientras con nuestros pies jugábamos con nuestros senos y nuestras bocas, ya que pase a imitar sus acciones con los míos.

 

A los pocos segundos de que el consolador desapareciera entre nuestras carnes, la habitación se inundo con nuestros gemidos, mientras nos movíamos ambas para estimularnos y no dejábamos de acariciarnos con nuestros pies, apoyadas sobre nuestras manos, a veces en una sola, ya que la otra la usábamos para estimular el clítoris de la otra, mientras se escuchaba además de nuestros gemidos, nuestros vulvas rozando y chocando en el centro del consolador. No fue nada difícil conseguir no uno, sino varios orgasmos, los cuales no llegamos a contar de lo excitadas que estabamos.

 

Pasado un buen rato que se me hizo corto en esa faena, estábamos las dos acostadas abrazadas, sudadas a pesar del frio, y somnolientas. Estábamos de medio lado viéndonos fijamente como nos quedábamos dormidas, con una amplia sonrisa. Ella, con sus ojos cerrados ya casi dormida, me dijo –Tienes razón mi amor…El lago tiene muchos peces y no tengo porque llorar…

 

Luego de ese día la relación entre nosotras se vio realmente fortalecida. Mucho más que nunca. Ella me confesó haber tenido también atracción por las mujeres, y confesó que el consolador doble punta lo tenía porque deseaba usarlo alguna vez con una, y que de preferencia, la primera vez de usarlo, quería que fuera conmigo, cosa que fue así. Al sol de hoy tenemos nuestros novios, estamos profundamente enamoradas de ellos, y saben todos nuestros secretos. Incluso los compartimos a pesar de que ambas somos celosas. Y ellos no tienen problemas en que lo hagamos entre nosotras nuevamente, y que respetan nuestra condición de bisexuales. Además de estos gustos, juntas experimentamos por primera vez muchas cosas de nuestros gustos, mas específicamente de BDSM, gusto que nos confesemos tener.

 

Y si, al sol de hoy, tenemos un buen numero de amantes femeninas, formando un delicioso circulo less. Pero ya esas historias nos la guardamos Sara y yo para nosotras…

 

FIN.

 

Espero hayan disfrutado de mi historia. Si tienen algún comentario, o insulto, pueden dejármelo en la pagina, o escribirme un mail (SOLO ESCRIBIRME, RECHAZO LAS PETICIONES DE CHAT) a mi correo skarletpricet@yahoo.es.

 

Practica el sexo sano, seguro y consensuado. Y dile NO a las drogas, a la final son ellas las que terminan gustando de ti…