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Cambios Radicales Gracias A Una Noche Loca 2

en Dominación

¡¡HEY!!

Este relato es FICTICIO, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia

NOTA: publique el relato este mismo dia, pero por problemas en el titulo y en algunas partes debido al formato, lo elimine y publique de nuevo, a ver si ahora queda como es debido (aun no me acostumrbo al no tan nuevo sistema de envios). Pido disculpas por las molestias que haya podido generar esto.

 

 

Cambios Radicales Gracias A Una Noche Loca 2

 

 

 

Capitulo 2: Caída en la perversión

 

           -Bueno…-dijo el señor Carlos –Yo no proponía que fueran nuestras esclavas, esa palabra me parece un poco fuerte ¿no lo creen amigos? –todos contestaron afirmativamente. El señor Rodrigo continuo la charla –En efecto, esa palabra lo es, porque como esclavas, no podrán negarse a NADA, y si lo hacen, o hacen las cosas mal, los castigos serán mucho más severos…¿seguras que quieren ser nuestras esclavas? Miren que nosotros somos un poco depravados…Y nos gusta pasarnos de la raya cuando nos dan semejante cancha.

            -Estamos seguras…seremos sus esclavas esta noche –respondió mi madre luego de vernos a nosotras a los ojos. Todas asentimos con la decisión.

            -Excelente…-dijo el señor Carlos. –ven acá vieja guarra, tu hija tendrá su orgasmo solo con tu boca…-le ordeno este a mi madre, haciéndole señas para que se acercara, cosa que ella hizo, totalmente desnuda. Al ella acercase e inclinarse un poco, el señor Carlos la tomo de los pelos con autoridad y firmeza, y con un movimiento un poco brusco la hizo bajar más, cayendo sobre sus rodillas, y dirigiendo su rostro sobre la cuquita encharcada de Luisa. Mi madre quedo con su culo en pompa, ofreciéndolo al público.

El señor Rodrigo se le acerco por detrás a Sonia, abrazándola con su mano derecha, pasándola por sus preciosas tetas.  Sonia, viendo a mi madre mamarle la cuca a nuestra hermana mayor que ya comenzaba a colocar sus ojos en blanco y respiraba cada vez con más profundidad y desespero, gimiendo divinamente de placer, colocando una de sus manos sobre el cabello de mi madre, junto a la mano del señor Carlos, para apretarle más la cara contra su sexo ya totalmente empapado de las babas de nuestra progenitora mezcladas con su flujo vaginal. El señor Rodrigo con su otra mano tomo la botella que se encontraba en el piso, con la cual jugábamos, y la llevo a la boca de mi hermana menor, quien, instintivamente la abrió y comenzó a chupar el pico de una manera sensual y provocativa.

A mí, entre tanto, Juan, Marco, y Simón me metían mano, mientras me ordenaban llenar sus vasos con whisky de nuevo, orden que por supuesto cumplí, totalmente excitada con la situación en la que nos hallábamos, y sin perder la vista de la escena lésbica que se llevaba a cabo ante mis ojos.

El señor Rodrigo comenzó a morderle la oreja izquierda a mi hermana mientras mantenía la botella en su boca y sus pechos bien atendidos. Luego le susurro algo al oído, a lo que Sonia con sus manos tomo la botella, y se separo de él, para ir de rodillas hacia donde estaba mi madre con su culo en pompa, y posar su rostro entre sus carnosas nalgas, para lamerlo con suma sensualidad y morbo.

Ya más de uno de los hombres, nuestros amos (si somos sus esclavas, era obvio que ellos entonces son nuestros amos, ¿o no?) se había sacado la verga del pantalón. El señor Carlos era uno de ellos, quien aun continuaba fumando el puro. Se la saco y la coloco a un lado de la cabeza de Luisa, quien no dudo dos veces para voltearla y comenzar a adorarla con suaves besitos y lamiditas cortas, oliéndola, saboreándola lentamente. El rostro de Carlos era un poema, dibujaba una exquisita sensación de placer y superioridad. Sonia seguía embebida metiéndole la lengua a mi madre entre las nalgas, coloco la botella en el piso y se puso a sobarle el clítoris con la mano izquierda mientras que con la derecha separaba una de sus nalgas y de vez en cuando le daba un azote que sonaba deliciosamente en toda la sala.

A mí, entretanto, ya me estaban metiendo dos dedos en mi cuquita, también encharcada a más no poder. Se turnaban entre los tres que me tenían metiéndome mano desde hacía un ratito, para meterme los dedos en el coño y luego llevarlos a mi boca, para que se los limpiara de mis jugos. Simón en uno de los momentos que llevo sus dedos a mi boca, antes de meterlos en ella, paso las puntas impregnadas con mis jugos vaginales por mis labios, suavemente, como si se tratara de un lápiz labial. Yo excitada le sacaba la lengua de a ratitos, cosa que a él le gustaba, hasta que me los metió en la boca nuevamente, y yo por supuesto que los chupe como si de un buen güebo se tratara.

El señor Carlos me llamo en esa oportunidad. –Hey, cachifa, necesito un cenicero, tráeme uno –me ordeno. Los hombres que me tenían en sus manos me dejaron tranquila para que yo fuera a cumplir la orden del señor Carlos, así que me dirigí rápidamente a una de las mesitas de la misma sala donde teníamos un par de bonitos ceniceros de vidrio, y me apresure a llevarlo hasta donde se encontraba. El tomo el cenicero, y lo arrojo sobre uno de los muebles, para luego tomarme por la mandíbula (o por la barbilla, como le quieran llamar) y de un jalón me hizo inclinarme ante él, sin flexionar las piernas, dejando mi culito en pompa y mis tetas colgando de mi pecho. Yo lo veía a los ojos.

            -Abre la boca, puta incompetente –me ordeno. Todos veían extrañados. Yo por supuesto abrí mi boca como me fue ordenado. –Saca la lengua. –me ordeno de nuevo, y yo la saque. –Sepárate las nalgas con las manos, y quédate en esa posición. –me ordeno nuevamente a lo que yo obedecí, coloque la bandeja en el piso a un lado de Luisa (sí, yo todo este tiempo la tuve en mis manos) y separe mis nalgas con mis manos lo mas que podía, dejando mi agujerito anal a la vista de todos de manera descarada. Conserve mi posición tal como lo ordeno.

Dio una calada al habano, y al sacarlo de su boca me vio a los ojos y arrojo todo el humo sobre mi cara. Todos soltaron unas cortas carcajadas, mientras veían como yo mantenía la posición, inmóvil. –Cuando te diga que me traigas un cenicero…-me comenzó a decir, al tiempo que agitaba ligeramente el habano con un dedo, arrojando las cenizas sobre mi lengua –…me refiero a tu boquita de zorra viciosa…¿entendido escoria?

            -Si señor…-le conteste, y volví a sacar la lengua a la espera de más cenizas. Me sorprendí a mi misma con semejante actitud sumisa. Siempre he tenido cierta vena sumisa en la cama, pro no sabía que yo podía llegar a estos extremos. Y no solo yo, sino mis hermanas y mi madre también. Lo cierto era que las cuatro estábamos realmente excitadas con toda la situación.

Mi hermana Luisa no pudo evitar soltar una suave carcajada, perdida entre gemidos por el oral que mi madre le hacía. El señor Carlos le pego una fuerte cachetada –No pares de mamar perra, no te he dado permiso para ello. –le dijo. Luisa siguió con su trabajo. De repente sentí como uno de los hombres se colocaba detrás de mí y comenzaba a juguetear con la punta de su güebo en mi ano, rozándolo suavemente. No pude ver quien era dado que quería mantenerme quieta en la posición que estaba tal como se me había ordenado. Lo que si pude observar fue que el señor Rodrigo se inclino un poco para decirle algo a Sonia al oído nuevamente. Acto seguido el se puso de pie, y ella tomo nuevamente la botella con una de sus manos y se la metió a mi madre por el culo poco a poco.

Esta no hizo más que gemir, aunque de manera ahogada ya que le continuaba haciendo el oral a Luisa incesantemente. Sonia hundió la botella hasta que el culo de mi madre se había tragado el cuello del objeto por completo. En ese punto, Sonia metió la cabeza por debajo de la botella para buscar con su boca la vulva de nuestra madre, la cual no paraba de restregar sus caderas contra el rostro de su hija menor, hasta que, sin poder evitarlo se corrió.

Entre tanto Luisa continuaba mamándoselo a Carlos, cada vez con mayor esmero. Deseaba correrse, pero aun no había recibido el permiso de nuestro amo para hacerlo. El señor Carlos gemía y disfrutaba la mamada que mi hermana mayor le daba, así como también del carísimo habano de mi padre, cuyas cenizas iban a parar a mi lengua. Luisa lamia con deseo, se metía el güebo del señor Carlos en la boca por completo, y chupaba con muchísima fuerza al tiempo que su lengua jugueteaba con picardía en aquel trozo de carne que devoraba con hambre. Y bajo semejante trato, el señor Carlos comenzó a gemir fuertemente hasta que, sacándole la verga de la boca se corrió, arrojando cuatro chorros de abundante leche al aire. El primer chorro cayó sobre el rostro de mi madre, quien aun continuaba en la cuca de Luisa, lamiendo, chupando, y hasta mordiendo su cuquita sin parar. Los otros tres chorros cayeron a lo largo del torso de Luisa, en su abdomen y tetas.

El señor Carlos se sentó en el mueble ubicado detrás de él, respirando profundamente por el orgasmo. –Ahora sí, córrete zorra… -le ordeno a Luisa mientras estiraba su pierna izquierda y la empujaba ligeramente con dicha extremidad, orden que esta ni corta ni perezosa Luisa acato, dado que venía aguantando el orgasmo desde hacía rato. El rostro de mi madre se lleno de los jugos de Luisa, dado que mi hermana es una squirt.

            -¿Que esperas para ejercer tu oficio de cachifa? Dos de nuestras cosas se ensuciaron…límpialas. –me dijo el señor Martin.

            -Si amo –conteste sumisamente, por lo que solté mis nalgas y me dispuse a quitarme el top que aprisionaba mis tetas para usarlo como trapo y limpiar la leche del cuerpo de Luisa y los jugos del rostro de mi madre. El señor Simón me detuvo.

            -¿Qué haces estúpida? No necesitas trapos para limpiar, tú ya eres un trapo en sí. Así que usa tu lengua. –me ordeno. Me dispuse a colocarme el top nuevamente, pero el señor Nicolás me detuvo dándome una fuerte cachetada. –además de inepta, eres sub normal. Quédate sin el top, esas tetas de vaca lechera deben quedar al descubierto. Definitivamente como cachifa te mueres de hambre, imbécil. Es más, quítate todo lo que llevas puesto, te queremos totalmente desnuda y descalza. Las esclavas no llevan ropa a menos que se les ordene lo contrario, y ustedes debieron quitarse todo al decir que lo serian. Eso les acarreara un castigo. Pero luego hablaremos de eso…-termino de decirnos.

Mis hermanas, mi madre y yo, todas excitadísimas, procedimos a quitarnos la poca vestimenta que teníamos, que más específicamente apenas y eran nuestros calzados. Y en mi caso, el delantal y la cofia. Una vez nos quitamos todo, conservando nuestras posiciones, me dirigí a Luisa poniéndome de rodillas a su lado, y procedí a lamer con la mayor sensualidad posible la leche esparcida por su cuerpo, y poniendo la mejor carita de putita tragaleche que supe hacer.

En ese momento caí en cuenta que varios de ellos filmaban la situación con sus celulares. Debo admitir, que a pesar de no sentirme de acuerdo con ello dados los posibles riesgos a que eso genere problemas en un futuro, me excite un poco más con el hecho. En efecto, comencé a posar para las cámaras, viéndolas fijamente mientras con mi lengua recogía cada una de las gotitas de la esperma del señor Carlos del cuerpo de mi hermana, que no paraba de gemir y tener espasmos musculares dadas las dichas caricias de mi lengua, en conjunto con las que mi madre le hacía suavemente en su cuquita. Acto seguido, después de que ya no quedaban rastros de leche en el cuerpo de Luisa, el señor Juan se acerco a mi madre y la tomo por el cabello, haciendo que levantara la cabeza y despegara su cara del sexo de su hija mayor. –Te falta esta cosa por limpiar, furcia –me dijo. Yo me acerque más excitada aun si cabe por el trato que nos daban, como si de unos objetos se tratase, y tome a mi madre por la barbilla con cierta delicadeza, y bajo la atenta mirada de los presentes (y de las cámaras), comencé a pasar mi lengua por todo su rostro, impregnado por los jugos de Luisa y el primer chorro de leche del señor Carlos, limpiándolo y a la vez llenándolo de mis babas.

En ese momento, el señor Rodrigo se arrodillo detrás de Sonia, quien aun continuaba un delicioso mete y saca con la botella en el culo de mi madre. Tomando su verga y acomodándola, procedió a penetrar por el culo a mi hermana menor, quien no pudo evitar emitir un ligero gritito, al tiempo que su empalador echaba su cabeza hacia atrás y daba un largo y profundo suspiro acompañado por un gemido y además se aferraba con mucha fuerza a ambas tetas con sus manos. Sonia detuvo el movimiento con la botella en el ano de nuestra madre, aunque aun la sostenía dentro de este, hasta que el señor Gabriel aparto sus manos de la botella, para pasar el a tener el control de esta, reanudando el mete y saca aunque de manera mucho más fuerte de lo que lo hacía Sonia, tanto así que yo sentía como el cuerpo entero de mi madre se movía bruscamente al ritmo de semejante trato anal. Con todo y eso que era violada por el culo con suma violencia (valga la redundancia), la muy perra lo disfrutaba, se notaba por sus fuertes gemidos y agitada respiración, la cual corte con un húmedo y violento beso con lengua.

Sonia entre tanto se llevo sus manos a sus tetas, colocándolas sobre las manos de su poseedor. -¡¡Asi, asi, asihhhh!! ¡¡Mas, mas, asiiihhhh ooohhhhhh!! ¡¡Arráncame las tetas dame duroooooaaaaahhh!! –le decía ella al señor Rodrigo, quien le daba güebo cada vez con más brusquedad por el culo a mi hermana menor. En ese momento dejaron de filmarnos y el señor Martin se coloco de rodillas a un lado de Luisa, colocando su verga erecta entre los labios míos de mi madre, los cuales entre las dos pasamos a mamar con hambre y gozo. El señor Nicolás pasó caminando por un lado de nosotras y se coloco detrás de mí, me dio un par de fuertes nalgadas y luego las abrió lo más que pudo. –Hey perra –le dijo a Luisa –Sostén las nalgas de tu hermana…-le ordeno. Luisa se coloco detrás de mí y paso a tomar mis nalgas de la misma manera en que el señor Nicolás las tenía. –Escúpele el culo –le dijo, cosa que ella hizo sin chistar, lanzando dos salivazos en mi agujerito anal. –ahora lámelo, juga con la baba y el culo de tu hermana un rato –le ordeno de nuevo el señor Nicolás, y Luisa ni corta ni perezosa se abalanzo sobre mi hoyito y lo lamio con sensualidad, jugueteo con su lengua un buen rato, haciendo presión con ella para penetrarme, desistiendo al no lograrlo y pasando a recoger los cúmulos de baba y esparcirlo por el agujero para nuevamente intentarlo, sin éxito.

            -Para penetrar el culo de tu hermana necesitas algo más duro que tu lengua…quita la cabeza y te mostrare con que se puede lograr –le dijo Nicolás a Luisa, haciéndose esta a un lado sosteniendo todavía mis nalgas bien abiertas, para el señor Nicolás colocar la puntita de su verga en mi entradita anal, y luego de rozarla un ratito con mi piel, proceder a metérmela poco a poco. Deje de mamar al señor Martin por un par de segundos, mientras sentía como cada milímetro de ese vergon entraba en mi cuevita trasera, abriéndose paso en ella. El señor Martin me dio una fuerte cachetada y me tomo por el pelo para dirigirme de nuevo a mamarle el güebo, junto con mi madre, la cual paso a ser penetrada por el señor Gabriel en su culo, mientras sostenía la botella con una mano para que Sonia la chupara y limpiara de los jugos anales de nuestra madre. Luego de hacerlo con cierta dificultad, dada la brusca penetración anal a la que la sometía el señor Rodrigo, paso a meter su cara en el culo del señor Gabriel, quien se bajo totalmente los pantalones para que mi hermana menor le hiciera un “beso negro”

El señor Nicolás copio la idea del señor Gabriel, y le ordeno a Luisa que soltara mis nalgas y se colocara detrás de él a cuatro patas, cosa que ella hizo con suma diligencia y rapidez. El señor Nicolás se bajo completamente los pantalones y tomo la cabeza de Luisa por el cabello, para hundirla en su culo y ponerla a hacerle el beso negro. Su posición no fue desaprovechada por el señor Marco, quien se coloco detrás de ella para empalarle el culo y la cuca de manera intercalada.

Así estábamos, en un tren de placer expreso. El señor Marco enculando a Luisa, quien se hallaba a cuatro patas mamándole el culo al señor Nicolás. Este último me metía el güebo por completo en mi culo, estando yo a cuatro patas también, mamando el güebo del señor Martin, más específicamente sus bolas, ya que mi madre también se hallaba a cuatro patas mamándole el güebo como tal, desde la punta hasta su base, chocando con mi cabeza, mientras que el señor Gabriel la enculaba con suma brutalidad, como cuando lo hacía con la botella, y además recibía un beso negro por parte de mi hermana menor, Sonia, quien también estaba a cuatro patas recibiendo por su culo al señor Rodrigo. ¿Los demás? Tanto el señor Luis, como los señores Juan, Carlos, Miguel y Simón, de nuevo grababan la escena con sus teléfonos mientras se masturbaban, esperando sus turnos para usarnos.

Era realmente exquisito. Mi cuerpo se mecía hacia adelante y hacia atrás según el ritmo que el señor Nicolás marcaba con la cojida que me estaba haciendo. Duramos en estas un par de minutos cuando el señor Martin se corrió en medio de fuertes rugidos y una respiración bastante agitada. Todo el semen expulsado de su verga lo atrapo mi madre con su boca, sin derramar gota alguna. Luego el señor Martin se separo de nosotras, y nos tomo por el cabello a mi madre y a mí, y nos hizo besarnos, compartiendo la leche entre ambas. Cada vez que por el beso hacíamos un movimiento con nuestras cabezas alejándonos un poco, se podían ver los hilillos de baba y leche espesita uniendo nuestros labios y lenguas, aunque no paso más de un minuto cuando ya entre mi madre y yo nos habíamos tragado toda la esperma.

            -A ver, ¿tragaron todo putas? Abran la boquita…-nos dijo el señor Martin, aun con nuestros cabellos en sus manos. Nosotras elevamos la mirada hacia él, y abrimos las bocas, mostrando que nos habíamos tragado todito. En eso el señor Juan le dio el teléfono con el que grababa al señor Martin, y se puso entre nosotras con su vergota afuera. Quería que repitiéramos el proceso, pero el señor Miguel se le adelanto, y agarro mi cabellera para que se lo mamara yo a él, por lo que Juan tuvo que contentarse solo con mi madre.

No había pasado la verga del señor Miguel 30 segundos en mi boca, cuando el señor Nicolás comenzó repentinamente a darme con más fuerza y más potencia por el culo, haciéndome soltar unas cuantas lagrimas por el dolor, pero que al mismo tiempo eran placenteras, hasta que sentí como un líquido caliente inundaba mis entrañas. Intente girar mi cabeza para ver lo que ocurría, pero el señor Miguel me apretó firmemente contra su güebo, sin permitirme ver nada, metiéndome su verga hasta la garganta. Solo podía adivinar lo que ocurría por medio de lo que sentía, y lo que sentí fue que el señor Nicolás saco su verga de mi culo, separando mis nalgas lo mas que podía, y oía las carcajadas de algunos y las felicitaciones que le daban al señor Nicolás por dejarme el culo bien abierto y castigado. –Jajajaja parece el túnel del metro jajajajaja – ¡¡¡mierda loco!!! Se ve que le diste duro, no la perdonaste, lo tiene rojito jajajaja – seguro que la perra disfruto como nunca –Coño ya va, no te muevas, déjame tomarle una foto jajaja -le decían, mientras que el señor Nicolás exhibía mi culo como un trofeo. –jajaja gracias, gracias, deben probarlo, se ve bien abierto, pero es súper apretado, es rico…-les respondía. Me pico la curiosidad, quería ver cómo me lo había dejado, aunque por lo que sentí no me costó mucho imaginármelo. La verdad me dolió un montón, pero fue tan rico ese dolor, que deseaba seguir sintiéndolo, que me siguieran embistiendo. Y ese deseo se me iba a cumplir, ya que el señor Simón tomo el lugar del Señor Nicolás, y procedió a metérmelo bien duro por el culo. Yo presionaba el esfínter lo más que podía, quería que se llevara una buena impresión de mí. A cambio recibí fuertes nalgadas, intercaladas con fuertes apretones en mis nalgas. Sentía sus uñas hincarse en mi piel. Me sentía poseída, ultrajada. Y me encantaba.

Continúe siendo enculada salvajemente por el señor Simón por un buen rato mas, al tiempo que el señor Miguel me cojia bien fuerte por mi boca también, sin dejarme ver lo que ocurría a mi alrededor, ya que cada tanto su pubis se estrellaba con mi cara. Escuche varios gemidos fuertes de los demás hombres acompañados por algunos otros de Luisa y mi madre. En la habitación además de los gemidos y gritos de placer, se oían fuertes palmadas, no solo las que el señor Simón me daba sino me imagino que también eran de las nalgadas y hasta cachetadas que les estarían dando a las demás. El señor miguel luego de un rato comenzó a respirar y a gemir con mucha fuerza, sentía ciertos espasmos involuntarios en su cuerpo, hasta que me saco la verga de la boca al momento en que se corría. El primer chorro de leche se quedo alojado en mi boca, chorro el cual saboree durante el resto del orgasmo del señor Miguel (y un ratito mas) antes de tragármelo como la chica golosa que soy. El segundo chorro me cruzo la cara en diagonal, ya que el movimiento con el que me saco la verga fue bastante brusco, y fue dado al tiempo que es segundo chorro salía de su verga. El tercer chorro me paso por al lado de la cabeza, yendo a parar buena parte a mi hombro izquierdo y otra parte al piso, y el ultimo chorro fue a parar en mi cabello encima de mi cabeza y otra parte en mi espalda.

A los pocos segundos de terminar el señor Miguel de correrse, comenzó el señor Simón, repitiendo la dosis de “inyección directa” de leche en mi culo. Toda la corrida del señor Simón pasó a hacerle compañía a la del señor Nicolás en mis entrañas. Al ya estar liberada de la cabeza, pus voltee a ver lo que ocurría detrás de mí. Vi que Luisa ya no era enculada por nadie, era llevada a cuatro patas tomada por el cabello por el señor Nicolás, mientras que el señor Simón y el Señor Carlos le daban fuertes nalgadas. El señor Nicolás afincó el rostro de mi hermana mayor en mi culo abierto –Chupa fuerte furcia, pero no te tragues las corridas. –le ordeno el seño Nicolás. Mi hermana accedió a la orden, y procedió a succionar con fuerza el hueco de mi culo. Sentía como extraía parte de la leche. –párate y siéntate en su cara imbécil, para que ella saque toda la leche. –me ordeno el señor Miguel, mientras me daba una fuerte cachetada. –si Amo –conteste al tiempo que, excitadísima hasta más no poder, obedecía la orden, poniéndome de pie, sin que Luisa dejara de mamarme el culo, y prácticamente me senté en su cara, flexionando ligeramente las piernas y sacando lo mas que podía mi culito, separando mis nalgas con mis manos lo mas que podía. Sentía el líquido dentro de mí resbalando hasta ser succionado por mi hermana.

El señor Rodrigo, quien al parecer ya había terminado de encular a mi hermana menor, se paro frente a mí. Mi hermana menor estaba a su lado, pero a cuatro patas, besándole los zapatos. Me vio por un par de segundos, mientras carraspeaba fuertemente para finalmente escupirme un fuerte y espeso gargajo entre las tetas. Acto seguido me paso uno de sus dedos por el rostro, recogiendo la leche que había en él, y bajo la mano a su posición original. Sonia, sin serle ordenado nada, al parecer entendió, por lo que dejo de besar los zapatos del señor Rodrigo y comenzó a chuparle el dedo lleno de leche. El señor Rodrigo repitió la operación, pero en mi cabello, y mi hermana menor igualmente se lo chupo. –ponte en cuatro. –me ordeno el señor Rodrigo, y yo obedecí nuevamente, mientras que mi hermana Luisa se separaba de mi culo, y era conducida a cuatro patas delante de mí. El señor Rodrigo señalo la leche en mi espalda, y Sonia entendió claramente y se m acerco, pasándome la lengua, limpiando todo rastro de semen. El señor Luis se ubico al lado y con su pie señalo los goterones de leche del señor miguel que habían en el piso, y Sonia igualmente los lamio.

            -Siéntate en el piso imbécil, en la posición en la que estaba Luisa –me ordeno el señor Rodrigo, orden que por su puesto conteste con un “Si Amo” y acate, colocándome sentada en el piso, recostada hacia atrás apoyada en mis brazos. En ese momento me percate de que el señor Carlos enculaba a mi madre, pero de pie, ella con sus piernas abiertas y su tronco ligeramente inclinado hacia adelante. A punta de embestidas, la dirigió sobre mí, donde luego de un par de minutos el señor Carlos se corrió, depositando toda la leche en su culo. Acto seguido la tomo por la cabeza y la hizo flexionar un poco las piernas, hasta que ella quedo sentada en mí cara, con su culo en mi boca. No hizo falta que me dijeran que hacer, era más que obvio, así que comencé a chupar lo más fuerte que pude el culo abierto de mi madre, extrayendo toda la leche. –no la traguen perras, no traguen la leche. –nos dijo el señor Nicolás. Mi madre se puso de pie una vez terminada la limpieza de su culo, y yo quede con la leche en mi boca. Era bastante, habían dos corridas si no me equivoco en el culo e mi madre. Vi que Luisa le mamaba el culo a Sonia, aunque no por mucho.

            -Hora de servir la leche acá…-nos ordeno el señor Rodrigo señalando mis tetas y su gargajo que aun se mantenía empegostado entre el par de montañas de carne que se hallaban en mi pecho. La primera fue Luisa, que arrojo toda la leche mezclada con sus babas entre mis tetas. Luego fue Sonia, quien repitió la operación de mi hermana menor, mientras que el señor Luis y el señor Juan se acercaban para escupir en el charco de mezcla que había entre mis tetas. Por último fui yo l que escupió toda la leche en dicho charco, armando un buen charco grande entre mis dos tetotas sudadas. Por último el señor Martin, haciéndose una paja, volvió a correrse, aunque apunto al charco en mis tetas. Luego escupió en el. Yo con dos dedos de mi mano derecha comencé a jugar con la mezcla del charco, revolviéndolo poco a poco.

            -tu cena está servida Rebeca…disfrútala, puta imbécil. –le dijo el señor Rodrigo a mi madre. Todos comenzaron a reír disimuladamente luego de la orden dada. Mi madre se puso de rodillas entre mis piernas abiertas, viendo hacia la mezcla de fluidos entre mis tetas. Yo veía su rostro con una sonrisa burlona y al mismo tiempo una mirada de envidia, quería ser yo la cerda asquerosa y guarra que bebiera todo eso. A mi madre se le notaba un ligero gesto de asqueo, pero pude adivinar deseo en su mirada. Poco a poco acerco su rostro hacia el canalillo de mis tetas, separando ambas con sus manos, y comenzó a pasar la lengua poco a poco recogiendo todo el liquido que podía, hasta pegar los labios y succionar todo poco a poco, entre risas y carcajadas de nuestros amos, quienes no perdían la oportunidad de filmar semejante video aun con sus teléfonos.

Nunca antes me habría esperado algo semejante a esta noche. Descubrí que las chicas de esta familia éramos unas depravadas, lujuriosas putas baratas, que digo baratas, gratuitas, y que además, éramos unas perritas sumisas. Y precisamente por la lujuria fue que no medimos las consecuencias posteriores de nuestros actos, los cuales no terminaban aquí, ya que estos hombres en realidad perseguían un objetivo con todo esto, y lo estaban consiguiendo con creces. Todo esto lo descubrimos luego, ya que aun quedaba noche por gozar…

CONTINUARA…

Una vez mas y como es costumbre en mis relatos, quiero darles las gracias por tomarse un tiempito para leerme. Espero hayan disfrutado de este relato, y quiero aprovechar para  informarles que publicare (o al menos espero publicar) el último capítulo de esta saga (que ya está escrito) la semana que viene, intentando cumplir con el plazo de una semana entre capítulos mencionado en la primera parte (eso si no me muero primero o se me quema la compu jijiji) 

Les agradeceré mucho a todos aquellos que quieran dejarme un comentario, o un insulto, etc, lo cual pueden hacer a través de los comentarios de la página o por medio de e-mail. POR FAVOR, EVITEN AGREGARME PARA CHATEAR, RECHAZO TODAS LAS SOLICITUDES ESTA CUENTA LA TENGO SOLO PARA LEER CORREOS ELECTRONICOS DE LOS LECTORES. Además, NO PASO FOTOS NI COLOCO WEB CAM NI ESTOY INTERESADA EN CONOCER A NADIE DE ESTE MEDIO EN PERSONA…Siento si decepcionan mis condiciones, pero así soy…Ah!!, la dirección es skarletpricet@yahoo.es.

Besitos…