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Aderezo Para La Ensalada

en Amor filial

ATENCION:

La historia narrada a continuación es ficticia. Cualquier parecido a la realidad, es coincidencia.

Aderezo Para La Ensalada

“Hija, vente lo más pronto posible después de clases y no olvides comprar el vinagre para la ensalada”

Así rezaba el SMS que mi madre, Raquel, me había enviado mientras estaba esperando en la universidad para presentar un importantísimo examen de matemáticas. Como si me hiciera falta la presión. El examen que estaba por presentar era realmente IMPORTANTE con mayúsculas incorporadas, ya que en esa materia nunca fui buena, y bueno, los puntos de ese examen los necesitaba con muchísima urgencia para no reprobar.

Había pasado toda la semana estudiando a toda hora para ese examen. Los nervios los tenia de punta. Me tome un par de cervezas antes del examen para bajar el nivel de estrés, pero luego de ese SMS de mi madre, este volvió a aumentar. Mi padre había invitado a su jefe y a su esposa para almorzar, y hablar sobre un posible ascenso de mi padre, por lo que él deseaba que el almuerzo saliera perfecto. Además de todo esto supuestamente el hijo de ellos me tenía puestos los ojos encima, y aunque no estaba confirmada su presencia en el almuerzo, ellos deseaban que yo estuviera allí, lo más bella y coqueta posible.

De eso no había de que preocuparse, coqueta suelo ser. Presto atención a mi apariencia, me gusta sentirme bella. Con mi cuerpo ya tenía bastante ventaja, soy alta, de un metro 75 de estatura, delgada, tez blanca, cara de ángel (según muchos) y cabello largo negro y liso. En lo que a los hombres les interesa, estoy muy bien dotada de carnes, tanto a nivel de mis pechos como de mi cola, todo natural al 100% aunque mis senos den la impresión de ser operados. Sin duda, semejante cuerpazo lo saque de mi madre (dudo mucho que semejantes pechos los haya sacado de mi padre jijijiji), quien a pesar de su edad (49 añitos no mas jijji), estaba perfectamente conservada, y muchos hombres incluso los de mi edad (25 años) y hasta menos, volteaban a verla con ojos lascivos deseosos de poseerla. Esto es gracias a la disciplina que tiene en cuanto a su rutina de ejercicios. Si bien se nota que es una mujer entrada en edad, aparentaba mucho menos.

En fin. Entre al aula de clases. No faltaron las miradas de algunos compañeros hacia mí, a pesar de yo estar vestida de manera bastante sencilla, un par de jeans azules que no me quedaban tan ajustados como para escandalizar miradas, y una camisa de botones manga larga, aunque arremangadas hasta más arriba de mis codos. Para terminar, mis pies enfundados en un par de zapatos deportivos sencillos, blancos, con medias blancas deportivas. Bueno, y la típica bisutería, zarcillos, unas pulseras y un bonito collar. El maquillaje, de lo más sencillo, un poco de base, de sombra y delineador…sin lápiz labial. Nada del otro mundo. Me ubique en un puesto y el profesor entrego las hojas de los exámenes para comenzar a resolverlos.

Paso la hora y media de clases. Logre contestar todos los problemas, y me dio tiempo de chequearlos dos veces más por si acaso. Al parecer el perder (bueno…no es tanto perder, gane conocimientos, que es lo importante ¿no?) toda la semana pegada al libro de matemáticas rindió sus frutos. Recordando lo del almuerzo, Salí corriendo a mi casa.

Afortunadamente el trafico de Caracas se comporto muy gentil conmigo. Sin muchos líos ni atascos, nada de retrasos, logre llegar a mi casa a eso de las 11 de la mañana. La cita era para la 1:30 de la tarde, por lo que aun quedaban dos horas y media para preparar un buen menú para la comida y acicalarme para recibir al jefe de mi padre.

Al entrar en mi casa arroje el bolso con los cuadernos en el mueble de tres puestos de la sala principal y me dirigí a la cocina, pero me detuve al oír un fuete gemido de una voz femenina. Sin hacer mucho ruido me acerque poco a poco a la entrada, y me lleve una gran sorpresa: mi madre estaba sobre la mesa de centro de la cocina. Estaba totalmente desnuda, con las piernas abiertas y flexionadas de manera que las rodillas le llegaban cerca a la cara. Al fijarme bien note que el gemido era gracias a nada más y nada menos que una zanahoria de tamaño y grosor considerables que ella movía suavemente adelante y atrás con su mano izquierda, mientras que con la derecha acariciaba frenéticamente su clítoris. Su rostro reflejaba un placer realmente exquisito.

No era la primera vez que yo descubría a mi madre en una situación de sexo…pero si era la primera que la veía masturbándose, y más aun con una zanahoria. Más de una vez llegue a descubrir a mis padres sosteniendo relaciones sexuales, aunque sin que ellos se dieran cuenta. No sé porque, pero mi madre siempre me atrajo de manera sexual, así como mis hermanas, Sara y Silvia, con quienes tuve mis primeras relaciones lésbicas, al ser ellas también bisexuales (Por cierto, mis hermanas en este momento se encontraban de viaje por Aruba). Con mi madre si era distinta la cosa, más de una vez tuve la fantasía de tirármela…pero debido al gran respeto que guardo por mis padres, nunca me atreví a dar siquiera señales de un gusto meramente sexual por ella. Nos llevábamos muy bien, mi madre era prácticamente mi mejor amiga, así que no quise arriesgar esa tremenda relación con ella (así como el equilibrio en la vida de la familia) por nada del mundo, mucho menos por un simple capricho sexual. Pero este día…sería distinto.

El morbo de verla en esa posición y con aquella hortaliza me impidió alejarme del sitio. Y tampoco pude evitar excitarme. La movía lentamente, sacándola y metiéndola con suavidad, para, por cortos momentos, darse rápido y duro y luego volver a bajar el ritmo. Su respiración estaba bastante agitada, a juzgar por la manera en que sus dos enormes pechos que una vez llegaron a alimentarme subían y bajaban al ritmo de su respiración. Su rostro denotaba que se hallaba en el séptimo cielo. Sentí como mi vulva se empezaba a mojar, e inconscientemente comencé a acariciar mis senos por encima de la camisa, y luego mi cuquita por encima del pantalón, suavemente. En ningún momento me imagine conseguirme con esta escena, dado el apuro por el compromiso.

Estuve un par de minutos observándola, acariciándome suavemente por encima de la ropa, aunque trataba de gemir lo más bajo posible para no ser descubierta. No tarde mucho en tener una respiración casi tan agitada como la de mi madre. Fue en ese momento en que mi mente se puso en blanco, o bueno, casi, solo pensaba en el morbo, en el deseo de sexo. Y movida por estos pensamientos, me acerque muy lentamente a ella sin que llegara a notar mi presencia, para pasar mis brazos desde detrás de ella y abrazarla, tomando sus enormes tetas con suma delicadeza.

Ella, como era de esperarse, pego un brinco del susto. Se me quedo viendo atónita, nerviosa, sus ojos casi se salían de sus orbitas, mientras aun sostenía la zanahoria con su mano izquierda adentro de su cuca. Yo la vi a los ojos, y comencé a amasar delicadamente sus senos.

            -¡¡Skarlet hija!! ¡¡Pu-pu-pu-puedo explicar….-comenzó a balbucear, hasta que yo, con mi mano derecha, le tape la boca suavemente.

            -Shhhh…no tienes que explicarme nada mami…-le dije, con tono dulce –lo único que tienes que hacer es dejarte llevar por el morbo y gozar de la situación…

Aparte mi mano de su boca, y ella no dijo más nada. Su rostro aun conservaba la expresión de sorpresa. Pero esto iba a solucionarlo en un instante, ya que con mi mano derecha, la misma con la que la calle, tome la zanahoria, estirándome y colocando mi mano sobre la suya. Delicadamente comencé a girarla, momento en que ella la soltó, para dejarse hacer. Al ratito efectivamente, su rostro cambio de una expresión de sorpresa, a una expresión de placer, momento en el cual sin pudor alguno y dejando de lado mis limites para con ella, la bese en la boca muy suavemente, mientras ya no solo giraba la zanahoria en su cavidad vaginal, sino que ahora la metía y sacaba lentamente. Ella mantenía sus manos en la mesa, apoyándose para no perder el equilibrio.

Después de unos minutos en su boca, mis labios pasaron a recorrer sus pechos. Se conservaban suaves y bellos. Mi lengua recorrió poco a poco cada centímetro de la piel de esa zona, recorriendo el canalillo que las separaba con dulzura, para luego escalar esas dos preciosas montañas de carne, que sin duda alguna sirvieron de molde para las mías. Primero fue su teta derecha, la que recibió mi atención oral, recorriéndola con mucha suavidad y con cierto toque de picardía, ya que en dados momentos moví la lengua cual serpiente, hasta llegar a recorrer su pezón, saboreando la aureola antes de acariciar el piquito erecto, momento en el cual la vi a los ojos. Ella tenía el mismo rostro con que la había descubierto. Había logrado hacer sentir mucho placer a mi madre, y quería seguir haciéndolo durante largo rato. Mis más grandes fantasías incestuosas con ella se estaban haciendo realidad.

En ningún momento descuide el trabajo con mi mano en su cuquita, la cual observaba de vez en cuando, mientras yo ya no lamia pícaramente su pezón, sino que lo chupaba con suma dulzura, succionando suavemente y tratando de apretarlo lo más que podía con mis labios. De vez en cuando hacia una fuerte succión, lo que le arrancaba un delicioso gemido de placer. En un momento dado, metí la zanahoria completa en su coñito bastante encharcado, y de esta manera tuve al alcance de mi dedo pulgar su clítoris, y por supuesto que aproveche ese alcance para estimulárselo deliciosamente, mientras mi boca ya saltaba de su pecho derecho, al izquierdo.

Podía sentir su respiración agitándose cada vez más y más. Sus gemidos inundaron la cocina. No pude soportar el morbo, y luego de un ratito de estar en su teta izquierda, baje, aunque sin mucha prisa, lamiendo todo su abdomen, haciendo una ligera pausa en su ombliguito, hasta llegar a su clítoris, el cual comencé a acariciar suavemente con mi lengua, para aumentar la intensidad de las caricias de esta a su botoncito del placer, sin descuidar en ningún momento el mete y saca que con mi mano derecha hacia con la zanahoria. Con mi mano izquierda comencé a estimular su ano, suavemente. Sentí un ligero respingo por su parte al principio, pero luego se dejo hacer. Separe mi rostro un segundo de su cuquita, quise tomar aire, y darle a ella también un respiro, sacándole la zanahoria completa, aunque no deje de estimularle el culo con mi mano izquierda.

Una vez afuera la zanahoria, no pude evitar chuparla, limpiarla de los jugos que llevaba impregnados. Mi madre, en un momento dado, me tomo la cabeza y la llevo de lleno a su cuca, de manera que mi cara quedara enterrada en ella. Mi nariz quedo a la altura del clítoris. No quise decepcionarla, por lo que con mi lengua comencé a lamer, y a ratos la metía en mi boca para pasar a atrapar con mis labios, los labios de su coño, apretándolos, succionándolos fuertemente. Sabia divina la cuquita de mi madre. Y ella movía mi cabeza un poco, restregándome en su divina zona genital, buscando su orgasmo.

En cortos momentos, con la lengua yo buscaba su agujerito anal, recorriéndolo con cierta intensidad, incluso llegando a hacer fuerza más de una vez para penetrar en el. Si algo los hombres disfrutan de mí, es que soy una adicta al sexo anal, a diferencia de muchas chicas. Y quería saber que pensaba mí madre al respecto, llegando yo a la conclusión de que al menos las lamidas y chupitos en su culo las disfrutaba, a juzgar por su reacción a mis tratos en esa zona.

Mientras mi rostro estaba allí metido entre las piernas de mi madre, mis manos comenzaron a desnudarme poco a poco. Primero fue la camisa, y luego, como pude, el jean no sin antes quitarme los zapatos y las medias. Mi ropa interior poco duro vistiendo mi cuerpo, me la quite rápidamente y sin más, comencé a acariciar mi vulva con la misma zanahoria que había visitado las entrañas de mi madre segundos antes. Estuve un buen rato en esa posición, inclinada hacia adelante, con las piernas sin flexionar, ligeramente abiertas, con mi cara dándole placer a mi madre, y mis manos acariciando mis partes intimas, la derecha paseando la punta de la zanahoria por mi vulva y la izquierda acariciando mis tetas.

Poco a poco fui penetrando con la zanahoria en mi cuquita, que ya estaba bastante lubricada desde hacía rato. No pude evitar emitir un gemido de placer, aunque fue ahogado por la vulva de mi madre que aun me sostenía la cabeza, apretándola con fuerza contra su deliciosa rajita. Ella en cierto momento comenzó a estrujar mi cabeza con más y más fuerza, pegando ya verdaderos gritos de placer, y respirando fuertemente, temblando de pies a cabeza, exploto en un delicioso orgasmo, bañándome literalmente la cabeza completa con sus jugos. Ahí fue cuando descubrí que mi madre es una squirt y que era algo que yo también había heredado de ella, ya que yo al acabar eyaculo bastante flujo vaginal con fuerza.

Pasados unos segundos, y sin yo dejar de atender su coñito, aunque ya haciéndolo más suavemente, ella me separo el rostro de su zona vaginal. Aun sufría ciertos estertores del orgasmo que yo le había dado. Y yo aun me estimulaba con la zanahoria en mi cuquita y mi otra mano en mis tetas. Ella se sentó en el borde de la mesa, y paso a sostener mi rostro con sus dos manos, me vio a los ojos y me propino un exquisito beso en la boca, saboreando sus propios jugos. Fue un momento realmente exquisito para mí, que acelero aun más mi calentura. Luego se separo y nos vimos a los ojos. Ella mostraba un rostro de preocupación. Ahí me asuste un poco, me imagine que sería por todo lo que había ocurrido, por el incesto, todo lo que acabábamos de hacer.

            -Hija…¿compraste el vinagre para la ensalada? –fue lo que me pregunto, dejándome bastante descolocada.

            -Uy mami…perdóname…por lo del examen, y el estrés de estar aquí rápidamente, olvidé comprarlo…-le dije, sin dejar de estimularme. Ella vio mi rostro bañado en sus jugos. Estiro su mano izquierda hacia atrás de ella, y tomo un recipiente que comúnmente usamos para preparar las ensaladas. Luego volvió a estirarse, y tomo las hojas de lechugas, ya lavadas y picadas, y las arrojo allí. También tomo una porción de zanahorias ralladas, y unas ruedas de pepinos delgadas, y las arrojo en el recipiente., y también lo hizo con unos trocitos bien picados de cebolla. Tomo una tacita con aceite de oliva, y la vertió sobre la mezcla de verduras y hortalizas. Por último tomo un salero y le echo un poco sobre la ensalada.

            -Ahora veras la receta secreta de mami…y tú me ayudaras a colocar el ingrediente faltante –me dijo. Me tomo por el cabello con suma delicadeza  y me subió a la mesa, quedando yo echada hacia atrás, en la misma posición en que la conseguí a ella. Se inclino, sin bajarse ella de la mesa, y comenzó a chupar mi vulva, tomando ella ahora la zanahoria con una de sus manos, mientras que con la otra, acariciaba mi rostro y metía uno de sus dedos en mi boca, haciéndome chuparlos, cosa que por supuesto hice con suma diligencia y deseo. Sentí su lengua juguetear deliciosamente en toda mi zona vaginal, posando sus labios de vez en cuando sobre mi clítoris para succionarlo deliciosamente, casi como si quisiera tragarlo. Logro arrancarme unos deliciosos gemidos de placer, sin duda era una verdadera maestra con su boca. No pude evitar preguntarme si ya había experimentado ella con una mujer antes. Pero bueno, no le di mucha importancia y continué gozando de lo lindo de sus atenciones orales.

Pasados unos deliciosos minutos, ella tomo la misma posición que yo, separándose de mi vulva, y quedando el recipiente con la ensalada entre nuestros cuerpos. Tomo un pepino y lo metió en mi boca, haciéndome chuparlo. Lo movía de un lado a otro, y literalmente en ocasiones me follaba la boca con el pepino. Luego de un ratito lo saco, y lo dejo a corta distancia de mi boca. –Escupe –me dijo, y yo, como buena hija, obedecí, escupiendo sobre el pepino. Acto seguido ella lo dirigió a su coñito, para penetrarse con él. Yo volví a tomar la zanahoria con mi mano derecha y comencé a follarme la cuquita, al tiempo que mi madre también iniciaba un delicioso mete y saca con el pepino.

En plena faena, entre ricos gemidos y fuerte respiración, nuestras miradas se encontraron. –Ay hija…mmmm ohh….que estamos haciendoooghh… -me dijo entre gemidos. Yo solo le respondí con un tierno y cálido beso en su boca. Con una mano nos follabamos y con la otra nos acariciábamos las tetas o el clítoris, intercalando entre ambos.

Ella fue la primera en correrse, ya por segunda vez en esta velada incestuosa, no sin antes tomar el recipiente rápidamente, y agacharse sobre él en la mesa, acabando exquisitamente sobre toda la ensalada, aunque no con la abundancia con la que se vino en mi rostro. Luego se bajo de la mesa y tomo el recipiente, para colocarlo a la entrada de mi vagina que aun era violada por mi propia mano con la zanahoria. Mi madre tomo el pepino con él que se follo, y lo metió en mi boca, haciéndome saborear de nuevo sus jugos, y acto seguido, con su mano derecha paso a castigar mi clítoris con deliciosas caricias, recostando su cabeza sobre la cara interna de mi muslo izquierdo, mientras yo me follaba con la zanahoria cada vez más duro y rápido. No me costó nada llegar a un orgasmo realmente explosivo y exquisito, yendo a parar una buena cantidad de jugos vaginales al recipiente.

Mientras yo me recuperaba de mi orgasmo, ella rápidamente agarro un cucharon, y comenzó a revolver bien la mezcla completa. Tomo el pepino de mi boca, y me quito la zanahoria que, después de mi orgasmo, yo había dejado enterrada en mi cuquita, y las corto y rallo respectivamente, para arrojarlas en el recipiente. Luego tomo mas cebolla, y más lechuga, y la hecho allí, y revolvió lo más que pudo la mezcla. Yo la veía con asombro, incrédula de su plan.

            -Mama…no pensaras servirle ESA ensalada al feje de mi papa y a su familia…¿verdad?-le pregunte.

            -hija…es la una de la tarde…ve a bañarte y vestirte, que ya deben estar por llegar… -fue su respuesta. No sabía qué hacer, pero a la final opte por correr a mi habitación a bañarme y vestirme.

A la 1:30 pm llegaron todos, tanto mi padre, como su jefe y la esposa de este. El hijo de ellos no se presento al compromiso. Baje y los salude, y todos nos sentamos en la mesa del comedor, que mi madre ya había dejado preparada. Ella rápidamente trajo consigo los platos ya servidos, y el recipiente con la ensalada, sirviendo una porción a todos, y dejando el resto sobre la mesa. Cada vez que ella pasaba por un plato, sirviendo la porción de ensalada, nos veíamos las dos con mucha picardía y complicidad. Era imposible evitar eso.

Para resumir, al final de cuentas, el almuerzo fue alabado por los invitados, la ensalada más que todo.  –Gracias a mi hija la ensalada me quedo así de deliciosa, me ayudo a prepararla, y puso un par de ingredientes especiales para aderezarla… -fue su respuesta ante los continuos cumplidos por parte de los invitados.

            -¿Si? Caramba Skarlet, ¡tú y Raquel me deben enseñar a preparar esta exquisitez de ensalada, me encantaría saber con que la aderezaste! –fue la respuesta de la esposa del jefe de mi padre. Mi madre y yo nos vimos con miradas cómplices. –Con muchísimo gusto le enseñaremos como señora Marcela, y con muchísimo gusto le enseñare a aderezarla, de seguro lo disfrutara mucho… -le dije a la señora, para luego, mi madre y yo, reírnos con mucha picardía…

FIN

Muchas gracias a todos por leerme. Jijiji wow, creo que este es mi relato más corto, aun así espero lo hayan disfrutado. Cualquier crítica o comentario, pueden dejarlo en el apartado de los comentarios (obviamente) de la pagina, o si lo prefieren, pueden enviarme un mail. OJO: NO BUSCO SEXO NI CONOCER A NADIE DE ESTE MEDIO EN PERSONA, ASI COMO RECHAZO LAS SOLICITUDES PARA CHATEAR, YA QUE LA CUENTA QUE PUBLICO LA TENGO UNICAMENTE PARA LEER LOS MAILS. Lamento las molestias y decepciones, publico estas condiciones en mayúsculas para hacer más posible que sean leídas, dado que muchas personas me mandan solicitudes de chat a pesar de yo publicar en todos mis relatos que se abstengan de hacerlo ya que solo reviso los correos. (Por cierto, la dirección del mail para tal fin es skarletpricet@yahoo.com ) Besos y abrazos, y una vez más, mil gracias por dedicarle algo de tiempo a mis relatos.