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El Dia Que Me Pegó La Luna

en Dominación

¡¡HEY!!

Lo que se cuenta en este relato NO ES REAL. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. ¡Y no se recomienda llevar a cabo lo aquí escrito ya que pueden poner en riesgo su relación de pareja!

 

 

 

El Día Que Me Pego La Luna

Todos Tenemos un día en que nos pega la luna. ¿Qué a que me refiero con esto? Pues para explicarlo, debo decir primero que soy una chica de Venezuela, y en mi país, cuando decimos que “nos pega la luna” significa que amanecemos “locos”. Por lo general, cuando alguien hace alguna locura, una de las frases que decimos es “a ese/a le pego la luna hoy”…así sea de día.

No me van a negar, queridos lectores, que todos tenemos un día que amanecemos con el humor extraño, y hacemos alguna cosa que por lo general no hacemos. O alguna locura extrema que nunca nos imaginamos que seríamos capaces de hacer. Bueno, ese día amanecí así.

Me fui con mi novio, Gabriel, a una exposición de cultura indígena que se llevo a cabo en el parque Los Caobos, uno de los sitios de esparcimiento de la ciudad en la que vivo, Caracas. Nos levantamos temprano, quedamos en conseguirnos en frente del Ateneo de Caracas, lugar que queda prácticamente al lado del parque, y que también es un gran punto de referencia de la ciudad.

Para hacer el cuento largo corto, nos encontramos a eso de las 10 de la mañana, y nos dispusimos a entrar al parque. Estuvimos bastante tiempo en la exposición, la verdad tenía una gran variedad de atracciones, todas exponiendo la cultura y el arte indígena de mi país. Un evento muy bonito. A eso de las 3 de la tarde, nos dispusimos a regresar a nuestras casas.

Como es de costumbre, el suele acompañarme hasta mi destino en autobús. Y como los dos somos calenturientos, siempre aprovechamos para darnos besos y algún que otro manoseo en el bus, ya que los asientos de dichos autobuses son estrechitos. Siempre elegimos el último puesto en una de las esquinas, que nos da bastante privacidad, ya que los respaldos de los asientos, además, suelen ser bastante altos.

Ese día yo estaba de más de excitada. Y más aun después de salir del evento, donde fui atracción de diversas miradas lascivas por parte de los visitantes masculinos. Inclusive más de uno se había atrevido a meterme mano, aunque todos los manoseos fueron tímidos. Y por supuesto, por muy tímidos que hayan sido, me excitaron de más. Soy una chica considerada de estatura alta, de un metro con 75 centímetros de altura. Tengo un rostro bastante agraciado, adornado con una cabellera negra larga que termina en la mitad de mi espalda, y que es lisa. De cuerpo, pues, también naci muy agraciada, mis medidas son 105-73-93, todo natural de piel blanquita. Procuro cuidar mi cuerpo a base de ejercicios, en especial mi colita, redondita y paradita. Mis senos son otra historia parecida, mi mayor orgullo de hecho, ya que son firmes y paraditos. Mil gracias madre naturaleza por hacerme así, además de calenturienta y “gozona” del sexo.

En fin, abordamos el bus, luego de hacer una larga fila. Para nuestra fortuna, nuestros puestos predilectos estaban vacios al momento de montarnos en el vehículo, por lo que sin pensarlo dos veces, los ocupamos. Poco a poco el bus se fue llenando hasta que todos los asientos fueron ocupados. Luego de esto, el chofer, un señor gordo y calvo, de piel negra, con la camisa sudada por el calor que hacía, ocupo su lugar frente al volante y le aviso a su ayudante (también llamado “avance”, “colector” o “peluche” en la jerga local), el cual abordo también el bus y cerraron las puertas para ponernos en marcha.

Suele ser costumbre que el ayudante pase cobrando los pasajes al momento de arrancar el autobús. Aunque otras veces cobran al final, cuando los pasajeros se bajan en su destino. Este último caso se daría ese día. Apenas el bus se puso en marcha, mi Gabriel y yo comenzamos con nuestros besos y toqueteos. Yo estaba pegada a la ventana, y él a mi lado, sentado de manera tal que el otro ocupante que estaba a su lado, no pudiera ver mucho lo que sucedía.

Paso un rato. Gabriel me empezó a meter mano por el muslo, por encima del jean pegado que yo vestía ese día (ambos fuimos vestidos de manera “deportiva” con jean, franelas, la de el azul y la mía blanca, y zapatos deportivos blancos. Yo llevaba un bolso, en el cual cargaba con mis documentos y un par de sandalias rojas que vi en una zapatería al salir del evento y no aguante la tentación de comprar…además de la billetera de Gabriel con todo su dinero y sus documentos y mi típico bolsito de maquillaje). Nos seguimos besuqueando durante el resto del camino. Los manoseos de Gabriel si bien me calentaban más de lo que ya estaba, lo cierto era que esperaba, o mejor dicho, deseaba más atrevimiento de su parte. Su mano subió apenas un poco mas por el muslo que acariciaba pero no lo suficientemente arriba como yo quería, deseaba que se posara sobre mi cuquita, que estaba demandando mucha más atención de la poca (o mejor dicho, nula) que ya recibía. Los besos pasaron a ser mas lujuriosos, y con mis manos rodeaba su cuello y acariciaba su cabello con intensidad y deseo, esperando que captara que andaba deseosa de más. Pero el no capto el mensaje.

En esa faena vi de reojo al ayudante del chofer, quien nos miraba fijamente desde donde estaba ubicado. En ese momento me pregunte que estaría pensando. Lo que me imagine que sería más seguro en sus pensamientos, era que yo era una perrita en celo. Y la verdad es que en ese momento lo era. El pensar en esto me excito un montón.

Así siguió el viaje. Como es de costumbre, el chofer, antes de entrar en la carretera que va hacia el Junquito, se detuvo a cargar más pasajeros en una segunda parada principal, por decirle de algún modo. Aunque, contrariamente a lo que suele pasar, ni durante el trayecto ni en esa parada, se monto mucha gente. Por lo que el bus iba apenas con las personas en sus respectivos asientos, y unas cuatro más de pie. Entre tanto, Gabriel y yo seguíamos en nuestro “acaramelamiento”.

Poco a poco se fueron bajando las personas del bus, a medida que alcanzaban sus destinos a lo largo del viaje. Yo vivo antes de la parada final, pero entre besos, le dije a Gabriel que llegáramos hasta el final (que queda en el pueblo del Junquito como tal, yo vivo un par de kilómetros antes.) para pasar otro ratito juntos. El acepto, y seguimos con nuestros besos y toqueteos, aunque sin propasarse hacia mis genitales, tal como me hubiera gustado, mientras el ayudante aun seguía viendo abobado como Gabriel me metía mano.

Antes de llegar a la parada final del bus, ya solo quedábamos Gabriel y yo como pasajeros. El ayudante se nos acerco poco antes de llegar a dicho sitio, momento en que Gabriel detuvo nuestro juego para oír lo que el ayudante fue a decirnos, dejándome sonrojada de la excitación, bastante caliente.

            -Disculpen, ya hasta aquí llega el viaje, en un ratito debemos dar la vuelta para ir a la parada de El Junquito…-nos dijo, un poco “apenado” por así decirlo, de interrumpirnos.

-Entendido men –le dijo Gabriel –mami, pásame la cartera…-me dijo. Yo tome mi bolso y comencé a buscar su cartera, la cual conseguí rápidamente. En los pocos segundos que me tomo buscarla, vi de reojo el gran bulto formado en el pantalón del ayudante. Sin duda el show ofrecido por nosotros puso esa “segunda cabeza” a pensar. Y más aun cuando me vio más de cerca, ya que también note como tenia la mirada clavada en mis tetas cubiertas por la franela, por la cual podía notarse claramente mis pezones erectos. En ese momento en que note todo eso, fue que me pego la luna…

Me hice la que buscaba la cartera de Gabriel, pero en realidad lo que hacía era esconderla en un agujero de la primera capa de tela interna de mi bolso, el cual ha estado allí por mucho tiempo y ha sido un dolor de cabeza innumerables veces, ya que suelen meterse allí algunas de las cosas que suelo guardar en mi bolso y luego me hacen perder tiempo buscándolas, ya que olvido que el agujero esta allí. Así que era hora de que ese defecto me sirviera para algo. Además de la cartera de Gabriel, metí mi dinero también, sacándolo rápidamente de mi carterita, de manera que no hubiera dinero con que pagar el pasaje. Admito que habían muchos riesgos implícitos en esta loca idea mía, pero pensé que podría manejar la situación.

            -Amor, ¿seguro que me la diste? Yo no la tengo aquí…-Le dije a Gabriel

            -Claro que te la di Skarlet, yo no la tengo…-me respondió, con tono de preocupación.

            -No amor, no me la diste, no la tengo…-le dije nuevamente.

            -¡¡Mierda No me digas que la bote!! ¡¡Coño de la madre!! ¿¿No tienes dinero ahí para pagar el pasaje?? –me dijo, algo contrariado por “su” error.

            -No mi vida, no tengo dinero, lo gaste todo en las sandalias…-le dije, haciéndome la preocupada. El ayudante, un chico de unos 20 años, flaquito, negrito, mas negrito que el chofer, no muy alto, no me quito la vista de las tetas durante esta corta conversación, aunque al ver que no encontrábamos dinero se dirigió a la parte de adelante del bus, a hablar con el chofer, aunque no pude oír la conversación entre ellos, ya que yo seguía “buscando desesperadamente” la cartera de Gabriel.

De repente sentí que el bus se orillo y se detuvo. El chofer, que venía con la camisa toda sudada por el calor (si, hacía un calor espantoso ese día, y eso que el junquito es una zona bastante fría) y con un rostro de contrariedad se dirigió hacia nosotros. Una vez parado a nuestro lado, pude detallarlo mejor, era bastante moreno, y bastante obeso también. De hecho, la camisa le colgaba literalmente de la barriga.

            -¿Entonces? ¿Pensaron que podrían viajar gratis? ¿Se la dan de vivos? –nos dijo bastante contrariado, aunque bajo un poco el tono al ver hacia mis pechos. Sé que con ese par de “poderosas razones” que la naturaleza me dio yo podría controlar la situación, pero no quise tentar a la suerte, así que antes de que Gabriel, el chofer, o su ayudante abrieran la boca, hice mi movimiento:

            -No se altere señor, nosotros no queremos viajar gratis, el dinero es solo una forma de pago…una de muchas…-le dije en tono meloso.

            -Bueno niña pero entenderás que con el dinero se compra la comida, y con la comida se alimenta  a la familia, ¿es o no es? –me siguió la corriente el chofer. Era hora de lanzar mi ataque final.

            -Tiene toda la razón…pero…-le dije al tiempo que estiraba mi brazo izquierdo (estábamos sentados en la esquina trasera derecha del bus, yo pegada a la ventana) y colocaba mi mano sobre su verga por encima del pantalón, para sobarla suavemente. –con lo que le propondré, alimentara otras áreas bastante interesantes…-le dije en el mismo tono meloso. Todos se quedaron paralizados con mi actitud. Lo único que se movía era el güebo del chofer bajo su pantalón, que iba creciendo y dando respingos.

            -¿¿Pero qué haces?? ¿¿Te volviste loca?? –dijo Gabriel.

            -Cállate imbécil, la señorita está hablando, te conviene oírla, te puede salvar de un gran aprieto. –le dijo el ayudante con tono autoritario e intimidante. Gabriel se calló la boca, aunque más que todo era porque no lograba dar crédito a lo que estaba presenciando.

            -Esta lo que quiere es güebo…revisemos su propuesta en un sitio más cómodo…-dijo el chofer, quien me tomo del brazo y con cierta brusquedad me saco del rincón en el que me encontraba sentada. Gabriel me tomo por el otro brazo para evitarlo, pero yo me zafe para dejarme llevar por el chofer hacia donde él quisiera. El bolso, que se hallaba en mis piernas, cayó al suelo, por debajo del asiento que estaba delante de nosotros, siendo recogido por el ayudante quien nos siguió al chofer y a mí. Gabriel reacciono rápidamente e intento seguirnos también, pero dispuesto a forcejear con los dos hombres.

            -Quédate quieto Gabriel –le dije para detenerlo. –disfruta de la situación, recuerda que una vez soñaste con verme fornicar con otro hombre, y te gusto el sueño. Hoy eso se hará realidad pero con dos, y así les pagamos el pasaje…Dos pájaros de un tiro –le seguí diciendo, recordándole lo muy excitado que estaba al tener ese sueño tal como me lo confeso un par de meses atrás. Y la verdad yo también me había excitado con esa idea. En ese momento el quedo desarmado, sin saber que contestar.

            -así que sueñas con ser cabron…jajajajajaja que maricon eres puto pendejo…no te preocupes, hoy tu zorra te adornara la cabeza con un lindo par de cuernos jajajajajajajaja…por cierto, ¿Qué es fornicar? –dijo el ayudante.

            -Si eres bruto, fornicar es tirar, coger, tener sexo…muchacho gafo…-le respondió el chofer al tiempo que llegábamos a la punta del bus y se sentaba en su puesto, arrojándome sobre la cajuela del motor, que se halla en ese modelo de autobuses dentro de la cabina, en el centro entre el asiento del chofer y el del copiloto, donde se sienta el ayudante aunque a veces se lo ceden a algún pasajero. El chofer puso en marcha el bus nuevamente. Gabriel se me acerco y se sentó a un lado de mí.

            -Amor, que haces, eso fue solo un sueño…seguro podemos llegar a un acuerdo con estos…-me dijo antes de que yo lo interrumpiera poniéndole uno de mis dedos índices en su boca.

            -Ssshhh cariño…yo estoy muy excitada, y esta situación me pone más caliente aun…-le dije, con la mayor sinceridad del mundo.

            -Coño Skarlet…nunca te creí capaz de semejante barbaridad…esto es una locura…

            -Qué te puedo decir amor…hoy me pego la luna…y además ya te dije…estoy muy excitada…-le dije.

Gabriel continuo diciéndome cosas durante el trayecto, pero no pudo convencerme de no seguir con el juego. Al contrario, sus intentos se hacían cada vez más “suaves” por así decirlo, ya que a medida de que él me hablaba, yo le sobaba el muslo, y de vez en cuando mi mano se iba a la zona donde se ubicaba su verga.

Luego de un rato de camino en la carretera, bordeada por puro paisaje boscoso, el chofer se desvió por un camino de tierra que se hallaba bastante disimulado por las plantas. A una velocidad no muy lenta, siguió avanzando por dicho camino el cual presentaba una irregularidad en su superficie cada vez mayor, además de la densidad de las plantas que también aumentaba considerablemente a medida que avanzábamos, hasta que por fin llegamos a un claro no muy grande, al borde de un rio de aguas cristalinas, con un caudal bastante tranquilo.

El chofer apago el bus y recostó su espalda y su cabeza del respaldo de su asiento. –Bueno perra, comienza a pagar tu deuda…-me dijo.

            -¿Cómo que perra? Mas respeto pedazo de…-comenzó a decirle mi novio, antes de ser nuevamente interrumpido por mi dedo índice. Yo estaba súper excitada.

            -¡guau! –ladre como perrita y me incline hacia el chofer, quedando apoyada sobre sus piernas, mientras le bajaba la cremallera a su pantalón para luego apartar su ropa interior y por último, sacar su verga semi erecta y sudada, para pasar a masajearla suavemente, y ver como poco a poco iba creciendo en mi mano, hasta llegar a su máxima expresión con unas dimensiones realmente descomunales, sin mentir, casi el doble de grande y de grueso que la de Gabriel. Dirigí mi boca lentamente hacia ese enorme trozo de carne negra, dura y caliente, y a medida que me le acercaba, sentía como un sutil olor, mezcla de sudor, orina y liquido preseminal penetraba por mi nariz, haciéndome sentir como una sucia y vulgar puta callejera. Y sentirme así me excitaba un montón.

Como la excelente mamagüebos que soy, comencé a adorar su verga antes de meterla en mi boca, sobándola con suma delicadeza y dulzura, en un principio con mis manos, para luego hacerlo con mis labios, pasándolos suavemente por la piel de su verga impregnada de sudor. Su respiración se agito bastante con mi trato. Con un par de palmadas en mis nalgas, las cuales dio estirando su brazo derecho, me hizo colocarme de rodillas entre sus piernas metiéndome por debajo del volante del bus. Adopte esa nueva posición sin despegar mis labios de su güebo, al cual ya no solo lo rozaba con mi boca, sino que también le daba tiernos y cortos besitos tanto en la puntita como a lo largo de su tronco. Desde mi nueva posición vi como Gabriel y el ayudante miraban atónitos la escenita, ambos tocándose sus respectivas vergas por encima de sus pantalones.

Deje de tomar la verga del chofer con las manos, para colocarlas detrás de mí y continuar estimulándolo con mi boca únicamente. El chofer me veía con lujuria, y tomo su güebo con su mano izquierda.

 –Puta, quiero que abras bien ese hocico y saques la lengüita –me ordeno.

            -Si señor, lo que usted ordene –le dije sumisamente, y luego abrí mi boca y saque la lengua lo más que pude, aguardando sus deseos.

            -Jajajaja ¿Qué les parece? Respetuosa y obediente la zorrita…así me gusta putita…¿y tú que, maricon? –le dijo a Gabriel. -¿te piensas quedar ahí como un gafo sin hacer nada? Tú también nos debes, vamos, desnuda a la perra esta, y quítate tú también la ropa…

Gabriel no tardo en reaccionar, pero no en la manera que yo esperaba, que no era otra que intentar resistirse, sino de manera sumisa. Se ubico a un lado de mí y me quito la franela, dejando mis tetas al aire (ya que no llevaba sujetador). -¡¡vaya par de melones!! –dijo el chofer, al ver mis tetas rebotar al salir de su escondite. –¡¡Madre de tetas!! –siguió diciendo el ayudante, mientras liberaba su güebo de la prisión que significaban sus pantalones. (En mi país, cuando queremos decir que algo es grande, enorme o en algunos casos fabuloso, decimos “madre de…”. En este caso, “madre de tetas”…o “madre de güebo”, que fue lo que pensé al ver la herramienta sexual del ayudante…)

Mantuve la misma posición con mi boca bien abierta y mi lengua afuera tal como me fue ordenado, mientras Gabriel desabrochaba mi jean, el cual me quito con un poco de dificultad dado que yo estaba de rodillas. Una vez mis jeans llegaron a mis tobillos, me quito los zapatos y las medias, para luego sacar el pantalón y dejarme únicamente con mi tanguita negra puesta, la cual no duro mucho tiempo cubriéndome ya que al ver que Gabriel titubeó un poco, yo misma me lo quite, y se lo ofrecí al chofer, en un acto de total sumisión. Este lo tomo y se lo llevo a la nariz, oliéndolo placenteramente.

            -Mmmm que rico…Huele a celo…como toda perra huele…-me dijo. –oye cabron, ¿eres sordo o qué? Te dije que tú también te quitaras la ropa, ¡muévete que es pa hoy! –le ordeno a Gabriel, quien dejo las dudas a un lado (no todas, la verdad), y se quito primero la camisa y luego el pantalón, quedándose en bóxers, mientras el chofer seguía oliendo mi tanga y comenzaba a estrellar su güebo en mi lengua. –También el bóxer mariquito…-le volvió a ordenar.

Gabriel de nuevo volvió a titubear, pero yo fui más rápida y estirando uno de mis brazos aprovechando que estaba cerca de mí, enganche con mi mano la liga de sus bóxers y se lo baje dejándolo totalmente desnudo. Su verga estaba erecta, lo que indicaba que le excitaba estar en la situación en la que estaba, incluso se hallaba brillante en la punta, impregnada de liquido preseminal. El chofer y su ayudante comenzaron a reírse de él. No solo por el hecho de quedar como un maricon y cornudo consentido delante de ellos y de su propia novia, sino también por el hecho de que su güebo parado no alcanzaba el gran tamaño y la gran en-verga-dura de los güebos de los dos negros. A él le mide 14 centímetros de longitud. La de este par de negros media más o menos entre 22 y 25 centímetros, además de ser más gruesas que la de mi novio. No soy una fetichista del tamaño, la verdad es que eso no importa, un hombre con un pene de 5 centímetros puede volver loca de placer a una mujer en la cama, ya que la zona a estimular principalmente son los primeros 3 centímetros de profundidad de la vagina, por tener un gran número de terminaciones nerviosas. Eso, junto con algo de imaginación, es suficiente. Pero hay que admitir que el tamaño de esos dos güebos negros eran realmente imponentes, e intimidantes. Y por supuesto, los deseaba dentro de mí. No aguante semejantes ganas, por lo que con un movimiento rápido, me metí el güebote del chofer en mi boca, ante la atenta mirada de los presentes.

Mientras se lo mamaba vi como el ayudante y Gabriel se acariciaban las vergas suavemente. Yo mantenía mi posición, de rodillas con las manos atrás, y recorría toda aquella deliciosa extensión de carne con sumo cariño, de manera suave, dulce, con mi lengua haciendo un gran esfuerzo por rodearlo por completo. Le daba tiernos besitos en la punta, y luego pegaba mi rostro a su verga recorriéndolo hasta su base, embarrando mi nariz y parte de mi cara con mis babas, hasta que llegaba a sus bolas, donde me recreaba chupándolas y lamiéndolas con hambre y deseo, peinando los vellitos. Este trato hizo que el chofer comenzara a gemir y respirar de manera agitada, y pasara a sujetarme por el cabello con suma autoridad y fuerza, para controlar mis movimientos.

Con un gesto hecho por mi mano le pedí al ayudante que se acercara, cosa que hizo rápidamente, apartando a un lado a mi novio, quien sumisamente accedió viendo la escena con suma atención. Tome la verga del ayudante con mi mano izquierda y me la lleve a la boca, jalándola un poco hacia mí, ya que el chofer me mantenía fuertemente sostenida por mi cabellera. El ayudante dio un fuerte suspiro al sentir mi boca en contacto con la piel de su güebo, oloroso a sudor, con ese sabor en particular. Divino sin duda alguna. Lo metí completo de un solo golpe, haciéndole una garganta profunda, con mis labios pegando en su pubis y escroto. Debo admitir que me dieron fuertes arcadas al principio, pero luego de unos minutos logre acostumbrarme a su verga golpeando las paredes de mi garganta.

El chofer, cuya verga pase a masajear con mi mano derecha, comenzó a agitar mi cabeza de manera tal que literalmente era como si el ayudante me follara. Y aunado a esto, el ayudante comenzó un suave mete y saca. El bus se inundo con los sonidos de la mamada que yo les hacía a este par de negros, junto con sus gemidos, y al poco rato, con los bramidos de Gabriel, quien alcanzo el orgasmo mientras se acariciaba suavemente y me veía a mí, "su chica", siendo poseída por ese par de toros bravos. Y si, pongo las comillas porque en ese momento yo era propiedad de esos machos...y el también.

Todo el semen expulsado por Gabriel fue a parar al piso del bus, y una pequeña cantidad (un par de goterones para ser más exacta) cayó en los zapatos del ayudante. -jajajaja el cabron de puta pobre le gusta lo que ve...-comenzó a decir el ayudante. -pero el malparido ensucio el piso y mi zapato con su asquerosa leche...no te quedes ahí imbécil, limpia este reguero, nosotros nos esforzamos a diario limpiando el bus para que los usuarios tengan un servicio de calidad, y vienes tu, pedazo de mamagüebo, a ensuciarlo, y encima sin querer pagar...mueve ese culo, límpialo. -le ordeno el ayudante a Gabriel, quien, sin saber qué hacer, tomo su franela para limpiar todo. El chofer lo tomo por el cabello. -no mariquito, límpialo con tu lengua primero. -le ordeno. Gabriel se quedo sin contestar, perplejo. El chofer con un rápido movimiento de su mano, estrello su rostro contra el piso. -¡límpialo baboso! ¡No queremos que seque y quede manchado! ¡Muévete! -le grito. Gabriel, vencido, atemorizado, comenzó a lamer la leche del piso, mientras yo continuaba intercalando la mamada entre sus vergas. Como dato curioso, después del orgasmo, Gabriel no perdió la erección.

Una vez mi novio término de lamer la leche del piso, el ayudante le acerco el zapato. Gabriel lo vio a los ojos desde el piso, como pidiendo un poco de clemencia, ya que era más que obvio que el ayudante quería que también le lamiera el zapato. Este solo le contesto con una sonrisa maliciosa, y le acerco mas el pie, al tiempo que le mostraba una de sus manos cerrada en un puño, dándole una vaga idea de lo que le esperaría si seguía resistiéndose. Este ya era el punto de no retorno, ellos sabían que estaban sobre nosotros y conseguirían cualquier cosa que quisieran ya sea por las buenas o por las malas, tornándose peligrosa la situación para nosotros. Más aun al ver como Gabriel, vencido, pasaba la lengua tímidamente por el zapato del ayudante, dándoles a entender que ya nos dominaban y que podrían hacer lo que quisieran con nosotros. Mi lado masoquista salió a relucir y me excito más aun si cabe la situación.

Una vez limpiado el zapato del ayudante, este intercambio los pies, de manera que a Gabriel le tocaría limpiar el otro, cosa que por supuesto, hizo sin pensarlo dos veces. Mientras tanto, yo pasaba a mamarle el güebo al chofer de nuevo, acariciándole la verga al ayudante. Ambos negros empezaron a magrear mis tetas, dándoles palmadas, apretujándolas, pellizcándolas. Les divertía mucho tomarlas por mis pezones, elevarlas, y dejarlas caer, viéndolas rebotar graciosamente, mientras yo seguía mamando intentando colocar mi cuerpo de manera tal que no les interrumpiera su diversión.

Luego de unos minutos, el chofer me aparto a mí y al ayudante, tomando a Gabriel por el pelo y colocándose de pie, lo llevo a rastras afuera del bus, no sin antes tomar las llaves del vehículo. El ayudante y yo los seguimos, curiosos por lo que harían. Aunque una vez en la puerta del bus, el ayudante me tomo por el pelo y me hizo poner de rodillas ante el, dirigiendo mi cabeza a su verga para que se lo siguiera mamando, cosa que yo por supuesto hice, abriendo mi boquita y metiéndome aquel cañón de carne caliente en mi boca nuevamente, sin importarme mucho lo que sucedería con Gabriel.

Aunque, la curiosidad pudo conmigo, y mientras se lo mamaba con el mayor de mis esfuerzos al ayudante, vi de reojo que el chofer abría la cajuela del bus, ubicada a un lado de este, y sacaba un par de tobos (cubetas o cubos) grandes, una escoba, unos trapos y unos botes de detergentes, junto con la llave de cruz (la que se usa para cambiar las ruedas de los carros) y unas cuerdas. El ayudante, al percatarse que yo veía de reojo todo y poco a poco descuidaba mi trato en su güebo, decidió colocarse de manera tal que yo quedara de espaldas al chofer y a mi novio, y tomo mi cabello con ambas manos a los lados de mi cabeza, formando un par de coletas, y comenzó a cojerse mi boca con gran brusquedad. Estuve ajena a lo que le sucedería a Gabriel por unos segundos hasta que oí como pegaba un fuerte alarido. Intente voltearme, pero el ayudante no me lo permitió, estrellando mi rostro en su pubis con suma fuerza, mientras reía a carcajadas.

No quise llevarle la contraria, así que me centre en mamar su verga. Me preocupe un poco al seguir oyendo ciertos quejidos y lamentos de Gabriel. Oía al chofer hablándole –tu ensuciaste el piso, tú te lo buscaste. De esta manera no ensuciaras nada mas…y no sé porque lloras, se supone que los cabrones maricones como tú ya habían hecho esto antes jejejeje…- luego de unos segundos, oí como le era ordenado ir al rio con los tobos y buscar agua, para que limpiara el bus por fuera, y que además lo puliera con cera. Y que le convenía hacerlo bien. El ayudante me separo de su verga, aunque sin soltar mí cabello, y aproveche para ver qué era lo que ocurría, y la verdad, al verlo, la sorpresa fue grande.

Gabriel tenia la llave de cruz encajada en su culo, aunque no muy adentro. Estaba atada a sus caderas con las cuerdas, de manera tal que no pudiera salirse. Además una de las cuerdas las tenía presionando fuertemente sus bolas y su pene, el cual ya había perdido la erección para el momento en que lo vi, aunque no por completo. Tenía los tobos en la mano, y se dirigía a buscar el agua al rio, mientras el chofer se dirigía con el ayudante y conmigo al interior del bus.

            -bueno puto…-comenzó a decirle el chofer a Gabriel, deteniéndose en la puerta. -quiero que le pongas dos capas de cera…hazlo bien, no quiero tener que castigarte ni a ti ni a la puta arrastrada de tu mujerzuela…ah, una última cosa, tomate tu tiempo, nos divertiremos mucho con ella…de mas esta decir que no queremos ser molestados, así que ya sabes…-dijo el chofer, para luego entrar y cerrar la puerta tras de sí.

            -oye, ¿no crees que escapara? –le pregunto el ayudante al chofer.

            -Naaaahh…le cuesta mucho caminar con el culo roto como ves…además, está disfrutando de esto, eyaculo de nuevo cuando le ensarte la llave en el culo. Mariquito al fin jajajajajaja…Y bueno, si intenta alguna estupidez pues, será fácil neutralizarlo, no puede caminar rápido como te dije, así que será facilito alcanzarlo…-contesto el chofer.

Ya los tres adentro del bus, el chofer me tomo del cabello nuevamente (práctica muy recurrente hasta ahora, ha de ser que son fetichistas del cabello o algo así), y m hizo colocarme de rodillas. –eres una puta asquerosa. Quien sabe cuántos hombres te habrán pasado por las armas ya…das asco en ese sentido, pero con lo buenota que estas, se compensa en sacrificio…-me dijo.

            -Cierto, sin duda es la hembra mas buenota que he visto, o una de las más ricas…-le siguió el ayudante.

            -Gracias por los cumplidos, y estoy aquí para satisfacerlos, en lo que deseen…-les dije.

            -Lo mismo has de decirles a todos zorra…Y estoy seguro que complaciente serás…-me dijo el chofer, quien sin soltarme el cabello se sentó en la cajuela del motor anteriormente mencionada, colocándome a mí a cuatro patas y pegando mi rostro directamente de su verga que permanecía bien erecta saliendo de su pantalón. Dirigiéndome con mi cabello, comenzó a restregar mi cara por toda su verga, y yo sacaba la lengua cada tanto para poder ensalivársela, llenando mi rostro con mis propias babas.

Aprovechando que estaba a cuatro patas, con el culito bien levantadito ofreciéndolo al ayudante, este mismo tomo con ambas manos mis nalgas. Se divirtió un corto ratito amasándolas, y nalgueándolas fuertemente, hasta que las separo dejando al descubierto mi agujerito anal, celosamente resguardado por ambas masas de carne ahora en poder de las manos del ayudante. Soltó mi nalga derecha y comenzó a juguetear suavemente con dos dedos en el estrecho agujero. Pasaba la punta de sus dedos acariciándolo, lo que me llenaba de un ardor infinito y unos deseos enormes de ser enculada. Y de momento iba a serlo, al menos con los dedos del ayudante que comenzó a hacer presión para hundirlos lentamente, haciéndome sentir como si fuera la verga de Gabriel la que me penetraba, ya que sus dedos eran bastante largos y algo gruesos, y ambos dedos, tanto el índice como el medio juntos, eran del grosor de la verga de Gabriel.

            -Wow…Esta estrechito este hueco…¿Te han cojido por aquí alguna vez? –me pregunto.

            -MMM siiiihhh…Mi novio me ha cojido por ahí bastantes veces…-le dije como pude ya que mi cara continuaba siendo restregada por el chofer en su verga, aunque no por mucho, ya que luego de mis palabras termino de meterla en mi boca, repitiendo la garganta profunda.

            -Jajajajaja ¿muchas veces? ¿Con ese hueco tan apretado? No pareciera jajajaja bueno, prepárate perrita estúpida, te lo voy a reventar con todas mis fuerzas… -Dicho esto el ayudante escupió en mi ano y procedió a empalar mi culo sin miramiento alguno, obligando al estrecho agujerito a ensancharse salvajemente. –gggggaaaahhhhh!!! –pegue un fuerte grito ahogado por la verga del chofer en mi garganta al sentir semejante tranca larga gruesa y dura ingresar en mi de semejante manera, e incluso se me salieron las lagrimas. Si, literalmente me rompió el culo. No pude evitar sentir un fuerte corrientazo agudo recorrer mi cuerpo, lo que me hizo tener un sobresalto no muy brusco, hecho que al parecer divertía mucho a ambos toros bravos que me tenían en su poder, ya que oí ciertas carcajadas burlonas. –Ahora SI puedes decir que te han cojido por el culo puta…-Me dijo el chofer, para luego sacar un poco su verga de mi boca, escupir en ella, y luego meterla de nuevo en mi boca abierta haciéndome saborear su saliva.

El ayudante sin esperar a que mi culo se acostumbrara a su monstruoso güebo comenzó sin más ni más un vaivén bastante brusco y fuerte, y a cada una de esas embestidas sentía una y otra vez las fuertes puntadas provenientes de mi ano, fuertes y agudos corrientazos de dolor y placer disparados por todo mi ser, que me ocasionaban fuertes espasmos involuntarios, aunque no era impedimento para que yo continuara mamando la verga del chofer con suma atención y fluidez, acompañando la mamada con mis gemidos ahogados por dicha vergota. No diré que no dolió, porque sentía como si me partieran en dos, pero mi naturaleza sumisa y sádica me hacia disfrutar de la situación como nunca había gozado alguna otra antes.

El chofer jalo mi cabello hacia atrás para que su verga saliera de mi boca, totalmente baboseada por mí, y conectada por hilillos de saliva, algunos gruesos, otros no tanto. Al salir varios goterones de babas cayeron en el piso formando un pequeño charco. Al estar separada de su güebo por unos segundos, tuve oportunidad de ver hacia uno de los lados. Vi a Gabriel mirar con ojos atónitos lo que sucedía en el interior del bus. Continuaba limpiando como se le fue ordenado, pero apenas y movía el trapo con el que frotaba la superficie del bus, prestando atención con sus ojos abiertos como platos al delicioso trato que ese par de machotes, nuestros dueños durante ese ratito, le propinaban a su novia, o sea, a mi.

            -¡¡¡aaaaoohh siiiiihh aahhh..!!!! ¡¡¡Sigue limpiando maricon!!! ¡¡¡Ahh, ahhhh, ahhh!!! ¡¡¡Debemos complacer a nuestros amos!!! -Le grite entre gemidos, procure ser bastante clara en mis palabras.

            -¿Amos? Jajaja si somos sus amos, entonces ¿ustedes que son? –me pregunto el chofer haciéndome verlo a los ojos.

            -aaaahh uuff aahhhhhg…sus….aahh…Sus esclavooosssss, ahhh, sii….sus perros obedientes señoooohhhrrrr…-le dije entre gemidos.

            -Bien dicho putita…pero…si son nuestros perros, ¿por qué coño hablan? Los perros ladran…-me dijo

            -¡Guau, guau! ¡Wuuf! –le conteste, imitando lo mejor que pude los ladridos de una perra. El chofer se carcajeo, igual que el ayudante que por nada del mundo disminuía la intensidad de sus embestidas. El chofer me dio una fuerte cachetada que me dejo medio atontada un par de segundos, y acto seguido me pego la cara al piso, en el charco de mis babas escurridas de su güebo, y coloco uno de sus pies enfundado en su respectivo zapato sobre mi cabeza, para luego tomar mis brazos y colocarlos en mis espalda, juntos, aprovechando esto el ayudante tomo mis dos muñecas, asegurándose de que mantendría esa posición todo lo que él quisiera. Que humillante, que rudo, que brusco…que divino…

Estuvimos así tal cual durante un buen rato. El ayudante en ningún momento disminuyo la brusquedad de su penetración, y tampoco me soltó las manos, y el chofer en ningún momento me permitió levantarme manteniendo mi cara en el piso pisoteada por sus zapatos, de vez en cuando restregando mi cara en el charco de babas. –así es que se usan los coletos (ndr: así le decimos en mi país a los trapos para limpiar el piso). –el ayudante rio a carcajadas.

Luego de ese rato en esa pose, el chofer se puso de pie, quitándome el pie de encima, y se dirigió afuera del bus. No supe muy bien a que, estaba perdida de la excitación, aunque concentrada soportando el dolor de culo que tenia. Sin duda el ayudante no bromeaba cuando me dijo que me reventaría el culo. Lo único que escuche fueron lamentos de Gabriel junto con una serie de fuertes azotes. Como pude dirigí la mirada al vidrio, y vi que Gabriel ponía más empeño en su tarea de limpiar el bus. Luego de ese correctivo, el chofer entro de nuevo al bus.

            -Hey, yo también quiero probar lo que esta perra tiene para ofrecer, siéntate con ella allí, tu le revientas el culo y yo le reventare la cuca, aunque con lo puta que se ve que es, ya debe tenerla bien rota y acostumbrada... –le dijo el chofer al ayudante señalándole uno de los asientos de pasajeros. Soy una chica muy activa sexualmente, y una de las cosas que más disfrutan mis amantes (que aunque no lo crean han sido muy, muy pocos) es que yo soy estrecha de mis dos agujeros, tanto el anal como e vaginal. Siempre me han dicho que soy apretadita, y eso les gusta. Así que en cierto modo me atemorice un poco al saber que me romperían también la cuca, si lo decía al igual que el ayudante pues…de seguro me iba a doler bastante. Y por supuesto, lo iba a gozar muchísimo.

El ayudante me tomo por un hombro con una mano, sin soltar con la otra mis muñecas, y me alzo. Ambos nos pusimos de pie, y en ningún momento su enorme hombría salió de mi ano. Me dirigió trastabillando hasta el asiento ya que mis piernas flaqueaban, y nos sentamos al mismo tiempo en el. El chofer se coloco delante de nosotros, y tomo mis tobillos, alzándolos lo más que pudo y abriendo mis piernas. Escupió en mi cuca y sin más, repitió la dosis del ayudante, al penetrarme con furia y sin miramiento alguno en ese agujero.

            -AAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHGGGGGGGGG!!!!! –grite de dolor. Ahora como no tenía nada que me ahogara los gritos pues, este si me salió largo y tendido. Sentí las fuertes punzadas en todo mi cuerpo, incluso deje de sentir control sobre mis piernas que comenzaron a temblar de una manera bastante fuerte y agitada. La cara del chofer era todo un poema, denotaba un placer indescriptible. A diferencia de su ayudante, el dejo unos segundos su verga dentro de mi cuca, reventada sin duda alguna, era lo más grande y grueso que había entrado en ese agujero. Aunque pasados dichos segundos comenzó un fuerte vaivén también, que me saco otra buena cantidad de lagrimas, aunque no solo de dolor, sino de un fuerte sentimiento de placer.

            -Jajajaja wow, esta perra es estrecha…No me extraña, viéndole la mendiga llavecita que tiene el novio entre las piernas pues, es comprensible que seas una casi virgen jajajajajajaja –dijo el chofer, sin detener la penetración. El interior del bus se lleno de fuertes gritos y gemidos por parte de los tres, y más aun cuando en lugar de solo embestirme el chofer, también comenzó un fuerte mete y saca el ayudante como pudo. El chofer soltó mis piernas para tomar mis tetas en su poder, y apretujarlas y amasarlas sin gentileza alguna, con una violencia realmente placentera para una puta masoquista como yo.

Ambos hombres estaban totalmente sudados, al igual que yo. Todo mi cuerpo abrillantado por la mezcla de babas mías, sudor, lágrimas, babas de ellos, y sudor de ellos. Se quitaron las camisas para dejar sus torsos negros y brillantes al aire, y aunque no eran muy agraciados de cuerpo (recuerden que el chofer era un gordo y el ayudante un chico bastante delgado), la verdad me sentía en manos de un par de machos fuertes. Envolví e cuello del chofer con mis piernas, posando ambas a cada lado de él, con mis talones al aire. Lo vi a los ojos, me veía con furia y desprecio, aunque se notaba que estaba disfrutando como un loco. Las embestidas de ambos no bajaron la intensidad en ningún momento, sin duda tenían un aguante fuerte.

Pasamos un buen rato así. El culo, la cuca, las teta y la espalma me dolían horrores, aunque perdí la cuenta de la cantidad de orgasmos que sentí durante esa pose. Y a pesar del cansancio y los dolores, yo deseaba más y más. Abandonamos la posición, permitiéndome ponerme de pie. El ayudante soltó mis brazos (si, todo este tiempo tuvo mis muñecas bien sujetas) y me puse de pie luego de que el chofer se quitara de encimad e mi. Al despegar nuestros cuerpos, sentía como estábamos bastante empegostados por el sudor. Eso me dio mucho morbo, me hizo sentir una cualquiera, una sucia, y me gustaba.

El chofer tomo su camisa sudada y la tendió en el piso, para recostarse boca arriba sobre ella. Con un gesto con sus manos me llamo, y me coloque sobre él, aunque también boca arriba. –Quiero que me des el culo ahora so puta –me ordeno. -¡guau, guau! –le conteste yo, ladrando como perrita, y me coloque sobre él, colocando las piernas ambos lados de su cuerpo, dándole la espalda, me recosté de mis brazos estirados hacia atrás, también a ambos lados de su cuerpo, y poco a poco baje mi culo hasta posarlo en la punta de su verga. Mi culo estaba realmente dilatado, bien abierto, sentía que me ardía bastante, e incluso sentía el aire entrar en el ligeramente, hasta que la punta de esa vergota exquisita lo tapo por completo. Me detuve al sentirla, para mover mi culo suavecito de un lado a otro, acariciándola con los roces de mi agujerito anal. Aunque no fue por mucho tiempo, ya que el chofer me tomo con sus manos por las caderas, y me hizo bajar bruscamente, metiéndome el güebo hasta el final.

Con una mano volvió a tomarme del cabello con suma violencia y estiro mi cabeza hacia atrás, y me dijo al oído –te gusta moverte, entonces muévete, dame placer perra asquerosa –me ordeno -¡Wuufff! –ladre de nuevo, y comencé un suave sube y baja recorriendo su verga erecta de principio a fin. El me jalo con más brusquedad aun el cabello –¡¡más rápido zorra, mas rápido, mueve ese culo puta verbenera, muévelo!!! –me ordenaba, aumentando yo cada vez más la velocidad de mis caderas, sintiendo los dolores anales de nuevo, así como un infinito placer proveniente de mis entrañas.

Pase un largo rato moviéndome yo, masturbándolo con mi culo. Sus gemidos eran de placer, y sentía su aliento en mi nuca dada la posición. Me esmere muchísimo para que el siguiera sintiendo todo el placer que yo pudiera proporcionarle. El ayudante se masturbaba mientras nos veía a los dos en el piso del bus en esa deliciosa faena. Gabriel, en cambio, seguía limpiando los vidrios lo mejor que podía, y la verdad no sé muy bien si lo hizo rápido, o de verdad el tiempo se me paso volando entretenida en ese par de güebos, pero lo cierto era que ya estaba terminando con la limpieza del bus y el encerado. El ayudante se dirigió hacia nosotros y le pego dijo a Gabriel, gritándole -¡Hey, cabron! ¿Te gustan las galletas oreo? ¡Tu novia, mi amigo y yo vamos a hacer una oreo humana! (ndr: No se si la conocen queridos lectores, solo debo decirles que es una galleta muy sabrosa, cuya versión más conocida consiste en un sándwich de dos galletas circulares de chocolate con crema blanca de vainilla en medio de estas.) –le dijo. Vi la expresión de Gabriel, aun no salía de su asombro, y lo notaba un poco frustrado. Luego descubriría el por qué.

El ayudante me penetro al igual que la vez anterior, sin miramiento alguna, en la cuquita que estaba bastante encharcada de sus jugos. En ese momento entre ambos comenzaron un rítmico mete y saca, mientras yo me quedaba quieta aguantando la posición, con las caderas algo elevadas. El ayudante poso su cuerpo sobre el mío, apoyándose en una mano, mientras pasaba a escupirme en la cara y darme fuertes cachetadas mientras me insultaba. Me sentía en el paraíso del placer, mi vena sumisa y masoquista me hacia gozar increíblemente de este tipo de tratos, de este tipo de situaciones. Y no solo por la humillación a la que éramos sometidos mi novio y yo, sino también por la deliciosa penetración que ambos hacían con maestría, mientras una de las vergas iba, la otra venia y así sucesivamente, sin darme descanso alguno.

Fue cuestión de tiempo que yo llegara a un brutal orgasmo, al mismo tiempo que el ayudante, quien saco su enorme verga primero y acabo sobre mi vulva abierta, dejándola cubierta por una gruesa y espesa capa de semen. Luego se puso de pie y se bajo del bus, para regresar a los pocos segundos con Gabriel, quien aún seguía con la llave de cruz metida en el culo, atada a su cuerpo, y su pequeña cosita entre sus piernas fláccida y amoratada gracias a las ataduras que presentaba. –No pongas esa cara de frustración, a ti también te toca un poco, arrodíllate –le ordeno. Gabriel obedeció al instante, y dudo mucho que haya sido por temor, sino más bien por deseo de obedecer. El ayudante se agacho y le quito las ataduras del pene, una acción un poco dolorosa, aunque fue aquí cuando comprendí su frustración: estaba viviendo el sueño erótico de su vida y no podía masturbarse, además de ser relegado a la limpieza del bus por su parte exterior. Lo capte rápidamente porque apenas le fue liberado el penecito comenzó a pajearse primero suavemente acostumbrándose al regreso del flujo sanguíneo n esa zona, pero luego frenéticamente se la cascaba.

El ayudante, ya de pie ante él, lo tomo por la cabeza y sin dudarlo le metió el güebo en la boca, aunque no tan hondo, ya que no era probable que él tuviera las habilidades orales de una mujer, y en efecto, lo poco que lo metió le provoco ligeras arcadas. A las cuales se fue acostumbrando poco a poco. Mientras tanto el chofer me seguía dando fuertemente por el culo, y yo seguía gritando de placer.

Una vez Gabriel dejo la verga del ayudante limpia, lo puso a cuatro patas tomándolo por el corto cabello, aunque mejor dicho a tres patas ya que Gabriel no soltó su verga para nada, haciéndose una frenética paja. El ayudante lo libero de la llave de cruz, quitándole las ataduras y sacándola de su culo, para luego, sin más ni más, meterle el güebo en el culo. –¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH!!!!!!!! – grito mi novio, mientras el ayudante suspiraba. –aaaahhhh….dicen que cualquier huevo es trinchera, y si bien es cierto que me gustan las mujeres, pues a la hora de darle su merecido a un imbécil se me para el güebo….-dijo este, al tiempo que comenzaba un fuerte vaivén en su culo. Gabriel a pesar del dolor que al parecer sintió, no dejo de masturbarse.

El ayudante lo llevo como pudo hacia mi vulva, donde le enterró la cara. –es común que los perros coman toda clase de cosas, toma, come mi leche de la cuca de la perra. –le dijo, al tiempo que le restregaba el rostro en toda la leche regada por mi cuquita, mientras el chofer me daba cada vez con más furia, para luego de un par de minutos, luego de que Gabriel hubo dejado mi cuquita reluciente, quitarme de encima de él, cayendo yo sentada en el piso y el colocándose de pie masturbándose frenéticamente y disparando toda la leche en mi cara, la cual recibí con la boquita abierta. Algunas gotas cayeron en mi boca, otras más me cruzaron el rostro. De arriba abajo.

Gabriel, al ver esto y sometido por la fuerte enculada que le proporcionaba el ayudante, también se corrió a los pocos segundos de haberse corrido el chofer, yendo su leche a parar al piso. El ayudante detuvo un poco la enculada, y lo dirigió de manera tal que su cabeza quedara sobre la leche que acaba de derramar en el piso, y le hizo limpiarla con la lengua. Gabriel no se resistió, y obedeció al instante. –Vaya perrito obediente…-dijo el chofer, mientras yo le limpiaba el güebo con la lengua, pasándola suavemente por todo lo largo y ancho de su hombría que se iba poniendo fláccida cada vez mas y mas, dando algunos respingos en el camino. También le lamí las bolas, llenas de toda clase de fluidos mezclados, cosa que no me importo en lo mas mínimo, me gustaba sentirme sucia.

El ayudante enculo durante un par de minutos más a mi novio, para luego sacarle la verga y dirigirse hacia mí, tomándome de los pelos bruscamente y arrastrándome hasta donde se encontraba Gabriel. Me hizo mamarle el güebo, limpiándolo de los flujos anales de mi novio, y a su vez buscando un nuevo orgasmo con mi boca, el cual no tardo en llegar, sacándolo de mi boca y apuntando al rostro de Gabriel, llenándole toda la cara de leche, aunque la mayor parte de la corrida fue a parar a su boca.

            -Demuéstrense su amor, compartan mi esperma…-dijo el ayudante, al tiempo que nos tomaba a ambos por el cabello y nos hacia fundirnos en un exquisito beso con lengua sabor a leche de verga. Nuestros rostros se pegaban, pegostosos por los líquidos que en ellos habían, mezclas de saliva, sudor y semen.

Luego nos tomaron a ambos y nos bajaron del bus. El chofer reviso el trabajo que había hecho Gabriel, y no quedo satisfecho. –esta vez contaras con la ayuda de la puerca esta, quiero ese bus reluciente. –ordeno el chofer, y ambos nos pusimos manos a la obra, tomando agua con las cubetas en el riachuelo y limpiando el bus de la mejor manera que podíamos, mientras el chofer y su ayudante nos supervisaban tranquilamente tomando agua potable y disfrutando de la sombra que les proporcionaba un árbol de mango, del cual bajaron algunos de estos frutos y los comieron disfrutando del paisaje. Mientras tanto Gabriel y yo limpiábamos el bus, desnudos, descalzos, con el fuerte sol de ese día castigando nuestros cuerpos sin clemencia alguna. De vez en cuando uno de ellos se acercaba y nos azotaba con un cinturón en nuestros culos, motivándonos a hacer mejor el trabajo, o también me ponían a mí a mamarles el güebo.

Pasadas unas tres horas, Gabriel y yo terminamos de limpiar el bus como era debido, quedando este bastante reluciente. No nos dimos cuenta, pero mientras limpiábamos el bus el chofer y el ayudante tomaron nuestras ropas y las llevaron hacia el árbol, donde la modificaron, según ellos, “ligeramente”. Nos ordenaron vestirnos, aunque a mí me prohibieron colocarme los zapatos que llevaba, sino que me ordenaron colocarme las sandalias que había comprado al salir de la expo. Mi franela fue recortada bastante a nivel abdominal, dejando a la parte inferior de mis enormes tetas libres a la vista del público así como todo mi abdomen. Mis jeans fueron recortados hasta convertirlos en unos sexys shortcitos que dejaban la totalidad de mi piernas al descubierto, y al quedarme pegadito, se hacia una imagen de más de morbosa de mi cuerpo.

La ropa de Gabriel corrió con la misma suerte. Aunque recortaron su franela del mimo modo que la mía, aunque le dejaron dos largas tirillas en el centro, con las cuales al colocarse mi novio al prenda, le hicieron un lazo con ellas. Sus pantalones fueron recortados también al mismo nivel que el mío, aunque en la parte de atrás la pusieron al estilo tanga, provocando que la tela se metiera entre sus nalgas. Por último se me ordeno maquillarnos escandalosamente a mi novio y a mí. Gabriel y yo nos veíamos como putas callejeras, la verdad si el día anterior me hubieran dicho que tanto mi novio como yo iríamos caminando así por la calle, yo me hubiera horrorizado un poco, pero estábamos tan fuera de nosotros, tan llevados por este juego en el cual éramos unos simples juguetes para nuestros amos, que nos parecía incluso excitante. No es que no haya salido a la calle vestida en plan puta con anterioridad, pero esto era demasiado. Y no nos importaba.

Luego de vestidos y maquillados, nos montaron en el bus, y regresamos por la carretera con el denso follaje natural, poco a poco hasta llegar a la carretera principal. Allí el chofer se detuvo, y el ayudante nos tomo a ambos y nos echo del bus a empujones y patadas, cayendo nosotros en el pavimento. –¡A ver si de ahora en adelante se dejan de estupideces y pagan el pasaje como es, putas! –nos dijo, mientas el chofer reanudaba la marcha y trancaba la puerta del bus, perdiéndose en el horizonte del camino.

Gabriel y yo nos pusimos de pie, y yo tome el bolso (que también arrojaron junto a nosotros) y comencé a buscar la cartera de Gabriel, la cual conseguí al instante. Pero solo era la cartera con sus documentos personales, no había más nada, ni el dinero de él, ni el mío. Sin duda los dos negros registraron el bolso y lograron encontrar todo, quedándose con el dinero. Gabriel se sorprendió al ver su cartera.

            -¿Cómo fue que no la conseguiste antes? –me dijo.

            -Bueno cariño…la verdad yo fui la que escondió la cartera y mi dinero en el agujero del bolso…-Le conteste con vocecita tímida.

            -¡Pero Skarlet! ¿¿¿Estás loca??? ¡¡¡Pudimos enfrentarnos a algo peor!!! –me respondió enojado.

            -Lo sé Gabriel, lo sé, pero yo supe manejar la situación desde un principio…Yo quería que esto ocurriera, me tenias toda excitada y decidí hacer los movimientos para vivir una aventura loca. No me dirás que no lo disfrutaste, porque acabaste varias veces además, y terminaste gimiendo de lo más rico…inclusive cumplí una de tus fantasías…

            -Skarlet, ese no es el punto, ¿qué tal que ellos se hubieran propasado con nosotros de mas? ¡Hubiéramos podido resultar heridos!

            -Bueno corazón pero no fue así…-le dije, tomándolo del rostro con ambas manos -simplemente me pego la luna y mira como gozamos con esta locura…-le dije y le plante un tierno beso en la boca. El se quedo callado por un par de minutos.

            -Bueno, ahora a esperar que pase algún bus o que alguien nos de la cola y le pagamos CON DINERO…Aunque con estas fachas seguro será difícil hacer que nos lleven -me dijo.

            -Mmm creo que eso no va a poder ser amor…-le dije.

            -¿Cómo así, por qué no? –me pregunto.

            -Es que ellos se llevaron todo el dinero….-le conteste.

            -¡Mierda! Bueno…Tocara caminar…-dijo, y comenzamos la marcha hacia mi casa. Recorrimos un largo camino, llegamos agotadísimos, además de que la caminata se nos hizo algo ardua dado que teníamos los culos rotos, nos dolía ambos un montón. Por el camino la gente nos veía con cierto desprecio y asco. Al estar vestidas como putas de mala muerte, pues era comprensible. Afortunadamente nadie conocido nos vio, inclusive al llegar a mi casa, ningún vecino, nadie. Al llegar, Nos dimos un baño caliente juntos, comimos unos tentempiés, y nos pusimos a tirar como locos recordando la locura vivida ese mismo día. Luego le di algo de ropa de mi padre, y él se fue a su casa.

Después de ese día pasamos a tener sexo mucho más seguido. Era difícil no recordar esa vez que fuimos sometidos por ese par de negrazos, inclusive fantaseaba con que Gabriel era uno de ellos, y sé que Gabriel fantaseaba seguido con aquella vez. Un día ambos salimos juntos a un centro comercial, pasamos el día allí, de hecho, aprovechamos un escondite del centro comercial para un rapidin. Se hizo de noche, y ambos nos montamos en un bus hacia mi casa. Como dato curioso, decir que detrás del bus que estaba cargando pasajeros, vimos el bus en el que vivimos esa locura, junto con los dos negros que aun lo mantenían, aunque ellos no nos vieron a nosotros.

El bus se puso en marcha, y sucedió más o menos lo mismo de aquella vez, Gabriel y yo nos pusimos melosos en la parte trasera del bus, aunque ahora si tocaba donde debía tocar, era riquísimo. El bus a medida que avanzábamos se iba vaciando de gente, hasta que al final, en la parada donde queda mi casa, nos dirigimos a pagar el viaje. Pero Gabriel no encontró su billetera, y yo no tenía nada de dinero.

            -Creo que tenemos un problema amigo, nadie viaja gratis…-le dijo el chofer.

            -Lo sé señor, pero espere, no nos precipitemos mucho…El dinero es solo una de las tantas maneras de pagar algo…-le dijo Gabriel, quien, pasando su brazo por mi espalda para tomarme del hombro, se me quedo viendo de arriba abajo, y le siguió diciendo sin apartarme la vista –le tenemos una propuesta muy….jugosa…

            -Pero Gabriel… –dije yo sorprendida, sabiendo por donde iba todo, y muy excitada. Gabriel me interrumpió, y me dijo al oído –Ssshh querida, tranquila…para que lo sepas, hay días que a mí también me pega la luna….

FIN

 

Como siempre, quiero darles a todos aquellos que leyeron mi relato muchísimas gracias por haberlo hecho, y como siempre, también espero que lo hayan disfrutado bastante.

No tenía muy claro en que categoría poner el relato, ya que tiene de todo un poco, pero lo puse en dominación ya que a pesar de no tener los elementos comunes en un relato de este tipo (esclav@s o sumis@s y am@s, o las típicas practicas y reglas de una relación D/s), pues, tiene más o menos la esencia de relegar el mando en otra persona con fines de placer sexual además de la humillación, por lo que me pareció la categoría más acertada.

Quiero animar a los lectores a dejar sus comentarios, ya que me animan a continuar escribiendo historias. Pueden hacerlo aquí en la pagina en el apartado de los comentarios o enviándome un mail. Antes de dar la dirección, como últimamente vengo haciendo en mis relatos quiero advertir que SOLO TENGO ESA CUENTA PARA LEER MAILS, NO CHATEO, RECHAZO TODAS LAS SOLICITUDES PARA CHAT, Y ADEMAS, NO PASO FOTOS NI COLOCO WEB CAM. La dirección es skarletpricet@yahoo.es

Besitos…