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Pobre Niña Rica (2)

en Dominación

¡HEY!

 

Para entender mejor esta historia es preferible que se lea el primer capítulo, el cual fue publicado en la categoría “Voyerismo”. Aquí el link:

 

Pobre Niña Rica (Primer Capítulo): http://www.todorelatos.com/relato/110474/

 

Si ya lo leíste, pues, sigue leyendo entonces jijiji, que lo disfrutes…

 

Pobre Niña Rica Parte (Segundo Capitulo)

Ya han pasado tres meses desde que lo vi por primera vez.

Todos los días, entre la 1 y las 4 de la tarde, en el mismo callejón, se dejaba ver el negro, domando a alguna asquerosa puta. Y todos los días que iba a mi oficina, a esas horas, me tomaba un break para deleitarme con semejante acto. No sé muy bien por qué, pero el verlo me excitaba un montón, y era inevitable masturbarme viéndolo.

Tanta era mi adicción, que los días que el faltaba, o llegaba tarde a nuestra “cita”, me ponía nerviosa y estresada. Sé que él no tenía ni idea de que yo lo espiaba, pero aun así me ponía un poco malhumorada. Afortunadamente en esos tres meses solo falto tres días. Eso sin contar mis días libres de trabajo, en los cuales me tenía que conformar viendo películas pornográficas de sadomasoquismo y dominación para intentar compensar la falta. Era imposible no imaginarme siendo domada y cojida brutalmente por él.

Un buen día, fui a mi oficina. Siempre que pasaba por el callejón, volteaba a ver si lo veía, aunque nunca tuve esa suerte. Llegue a la recepción del edificio y subí tranquilamente. Zuleima me dio las tareas del día.

            -Buenos días señorita Skarlet.

            -Buenos días Zuleima.

            -Recuerde que hoy tiene que visitar a la señorita Rina en Marcelo’s a las 2 de la tarde, para cerrar el trato de suministro de nuestra línea de verano a sus tiendas.

            -Uy cierto… -Dije con total desgano. –Intenta contactarla, trata de ver si puedes cambiar el horario de la cita para después de las 4 de la tarde.

            -Si señorita. –Me contesto Zuleima.

No quería perderme el show del negro. Sé que siempre trata de lo mismo, el tirándose a una puta en ese callejón, una de las varias que siempre se tira (que son unas 14 según conté). Pero era adicta a eso. Y el negocio no lo podía perder, Rina es la dueña de una amplia cadena de tiendas de ropa, y si bien es cierto que mi marca tiene tiendas exclusivas que me generan unos fuertes ingresos, pues como chica ambiciosa busco más.

La mañana pasó sin muchos contratiempos. Salvo el hecho de que Rina no acepto el cambio de la cita, dado que tenía una agenda muy apretada para esa semana. Me interesaba cerrar el trato lo antes posible, ya que la temporada estaba por comenzar, así que no me quedaba más remedio que ir.

A la 1 de la tarde tome mi bolso y procedí a salir de mi oficina para dirigirme a Marcelo’s. No volvería ese día a la oficina ya que todo el trabajo estaba adelantado y no tenía nada que hacer. Salí de mi edificio y cuando pase por el callejón, camino al estacionamiento, lo vi.

Estaba al fondo, como siempre. Recostado sobre la pared, con los ojos cerrados y la cabeza elevada hacia arriba. Su expresión denotaba placer. Placer que le daba la puta que tenia de rodillas ante él, totalmente desnuda, con una gruesa cadena un poco oxidada alrededor de su cuello y que el negro sostenía firmemente con una de sus manos, como si de una mascota se tratase. Con la otra mano el negro sostenía su caótica cabellera, marcando el ritmo de la mamada.

El vestía una camiseta “blanca”. Lo pongo entre comillas porque estaba sucia y con algunas roturas. También llevaba un jean con el mismo aspecto deplorable, solo tenía su bragueta abajo que le permitía a su muy enorme verga estar afuera.

La puta que se tiraba si tenía un aspecto más o menos deplorable. Era bastante flaca, casi en los huesos. Tenía algunas cicatrices en el cuerpo y las pocas tetas que tenía estaban bastante caídas. Apenas y tenía culo. La mayoría de sus putas tenían ese aspecto asqueroso.

En ese instante me detuve. Me acerque poco a poco, viendo el acto. No quise hacer ruido, no quería interrumpirlos. Estaba viendo todo ahora más de cerca. Para cuando llegue al contenedor de basura, mis manos ya sobaban mis tetas por encima de la ropa. El negro abrió los ojos y me vio. Yo no le quitaba la vista a la chica, que se lo mamaba con suma diligencia. El negro abrió un poco más las piernas, y aseguro la cadena de la puta a otro de los contenedores que estaban a su lado, para luego tomar la cabellera de la chica y con suma fuerza y autoridad, moverla a ritmo frenético como si de un culo se tratase. A la pobre puta le vinieron arcadas fuertes, ya que el negro se la metía hasta la garganta, mientras me veía a los ojos.

Yo no aguantaba, me mordía los labios y ya no me sobaba sino que me apretujaba mis enromes tetas por encima de la ropa. Mi mano derecha se deslizo poco a poco hasta mis caderas, apretando la carne de mi propio ser poco a poco. El fuego uterino llego a límites insospechados, la mirada que él tenía clavada en mi era intimidante y al mismo tiempo hipnotizante.

Luego de unos segundos, saco la verga de la boca de la chica, tirándola hacia un lado del contenedor. La chica parecía de papel, el negro la tiro allí sin mucho esfuerzo. Su enorme verga, brillante de las babas de la puta, con gruesos hilos de dicho liquido aun colgando, apuntaba hacia mí. Yo no le podía quitar la vista de encima. Era enorme, grueso, venoso. Hermoso.

Se acerco a mí en tres pasos rápidos y largos, como si fuera un depredador que arrincona a su presa. No olía muy bien, pero no me importo. Me puse nerviosa, pero más que todo por ver como estaba a punto de cumplir mis fantasías. Me arrinconó contra la pared, apoyando sus brazos en ella, dejándome entre ellos, sin escapatoria alguna. Nos veíamos a los ojos. Sentí su verga empujando un poco en mi vientre. Estuvimos así unos segundos, para luego él colocar su mano derecha sobre mi cabeza, y empujarme hacia abajo, haciéndome caer de rodillas ante él, quedando mi cara a la altura de su verga.

            -Pórtate bien… -me dijo, al tiempo que acercaba poco a poco su falo a mi rostro. Yo sabía lo que él deseaba y sabía también lo que yo deseaba, así que sin miramiento alguno, abrí mi boca para recibir ese delicioso trozo de carne dura y cálida. En mi boca, le di unas suaves y lentas lamiditas, aumentando poco a poco el ritmo de las mismas hasta que comencé a chupetear deliciosamente. Su sabor era extraño, salado, pero para mí, sabia a gloria.

Lo oía suspirar de placer. Con su mano derecha en mi cabeza, dirigía un poco la mamada. Se notaba que le gustaba tener el control de todo. Y a mi me excitaba sentirme controlada por él. La excitación que yo tenía había sobrepasado los límites. Me puso de pie halando de mi cabello luego de un par de minutos mamándolo.

            -Quiero verte las tetas. –Me dijo. Yo, por supuesto, obedecí al instante, sin quitarle la mirada de los ojos, abriendo la blusa rápidamente y luego sacándome el sostén sin desabrocharlo, colocándolo debajo de ellas. –Así no, quítate todo. –me ordeno. Yo obedecí, y rápidamente me quite el saco, la blusa y el sostén. Mis enormes tetas quedaron afuera, con los pezones picudos apuntando hacia él, moviéndose frenéticamente por mi respiración nerviosa de excitación.

Con ambas manos tomo mis tetas y las magreo a placer, sobando, apretujando fuertemente, pellizcando mis pezones. Yo tengo las tetas sensibles así que me puso a punto de orgasmo. El las tomo por debajo y restregó su cara entre ellas durante unos segundos, para luego besarlas y mamarlas, mordiendo los pezones de cuando en cuando. Este trato me hizo acabar divinamente. Tanto que las piernas me fallaron y caí de rodillas ante el nuevamente.

            -Ricas tetas…vamos a ver qué tal las usas –dijo, acercándome la verga. Yo entendí, y asi de rodillas, comencé a hacerle una buena cubana atrapando su enrome verga entre mis tetas, apretándola bastante y moviéndome de arriba abajo, viéndolo a los ojos. El escupió varias veces en mi pecho, aunque uno que otro escupitajo me cayó en la cara, cosa que no me importo en absoluto. Estaba tremendamente excitada. –Mierda que rico…Las tienes suaves y enormes a diferencia de la mayoría de putas que me cojo… -Balbuceo. Me sentí bastante halagada y orgullosa.

Y allí estaba yo, arrodilla en plena calle con el torso desnudo ante el negro desconocido de mis fantasías, haciéndole una buena paja con mis tetas. Era peligroso todo, lo sé, pero el morbo y la calentura tomaron el control de mi cuerpo y de mi mente.

Me tomo por el cabello y con un movimiento brusco, que lo único que dejaba claro era quien tenía el poder y el control de la situación era él, me arrastro hasta situarme a un lado de la otra zorra. –Aun no termino contigo. –Le dijo con voz autoritaria y amenazante, señalándola con una mano y sin soltarme el cabello con la otra. Acto seguido le ofreció el güebo a su puta y ella se lo metió en la boca y le hizo una mamada durante unos segundos, dejándolo bien lleno de babas al sacarlo. Él lo tomó y con suma autoridad, fuerza y decisión, me situó la cabeza delante de él, y comenzó a cachetearme con su verga babeada por la otra. Lo estrelló en toda mi cara, no hubo zona facial que no recibiera los azotes de su güebo, haciendo que el maquillaje se me corriera y dejándome la cara hecha un autentico menjurme de babas.

Después de esto me puso en cuatro patas y me arranco la falda y el tanga, dejándome vestida únicamente con mis sandalias. Tomo a la otra zorra y le clavo la cara en mi culo, sin dejarnos tiempo para reaccionar. Nunca había tenido a una mujer en mis genitales en mi vida. Nunca había siquiera pensado en eso. Si me hubieran dicho hacia tres días que iba a tener contacto sexual con otra mujer seguro hubiera reído a carcajadas, o hubiera abofeteado a quien me lo hubiera dicho. Pero lo cierto era que este negro no me dio tiempo para reaccionar. Y ya me sentía tan subyugada, tan dominada, que no fui capaz a reaccionar de forma negativa. Simplemente me deje hacer. Solo tenía una visión de mí en ese momento: que era un juguete. SU JUGUETE.

La otra zorra, aun asegurada al contenedor de basura por la cadena, la cual estaba tensada y no daba más de sí, comenzó a restregar su cara entre mis nalgas. Sentí su lengua pasar por el agujerito de mi culo, el cual comenzó luego a chupar poco a poco cada vez con más fuerza. El negro la sostenía por el cabello y la afincaba fuertemente contra mí. Yo también seguía sostenida por los pelos con su otra mano. Fue tremendamente excitante sentir su lengua en mi culo. Me encanto, me fascino. Sentí sus babas chorreando por mis labios vaginales, los cuales luego de un par de minutos ella paso a lamer, chupar y morder suavemente, lo que hizo que acabara fuertemente por segunda vez. Y aun no había sido penetrada, pero ese era un detalle que el negro iba a solucionar acto seguido.

El negro aparto a la puta a un lado, empujándola con un pie por la cabeza. La zorra cayó al lado sobándose la cuca con fuerza, sin quitarnos la vista a ambos. El negro se ubico detrás de mí y colocó la cabeza de su güebo entre mis labios vaginales, y los recorrió de arriba abajo. Sentí un delicioso escalofrío recorrer mi cuerpo, el cual se volvía cada vez más intenso a medida que el comenzaba a introducírmelo lentamente en mi agujerito vaginal, haciéndome gemir cada vez con más fuerza, diciendo un “ay, ay, ay, ah, ah, ay…”, demostrando que me dolía, pero que al mismo tiempo lo gozaba como loca. Luego de introducirlo completo me lo dejó adentro unos segundos, en los cuales tomo mis nalgas con ambas manos separándolas para ver mi agujerito anal babeado por la otra perra, y luego comenzó un mete y saca que me proporcionaba un dolor fuerte pero un placer infinito.

            -Ay, aaah, ah, así, ah, sigue, aaay, aay, aaahh aaaayy, ahhhh assiiiiiihhhh –era lo que yo balbuceaba, mientras mi cuerpo se sacudía por cada embestida, cada una más fuerte que la anterior, que me daba el negro.

            -Aaahh estas divina zorra, aaahhh ahh que rica esta cuquita aaahh puta, eres una puta, una perra aahh siii ahhh –me decía él incontables veces, dándome nalgadas y amasando mis nalgas con fuerza y autoridad. Me sentía feliz de que el negro estuviera recibiendo tanto placer de mí. Se entretuvo en ese agujero unos minutos que se me hicieron bastante cortos dado el infinito placer, sin dejar de darme nalgadas y escupirme en el ano. -¿Te han dado verga por el culo alguna vez putita? –me preguntó, no sin antes detener las embestidas y dejarme la verga alojada dentro de mí, completa.

            -No…nunca… -dije, ya con un hilo de voz algo entrecortado por el cansancio y por el temor de lo que él dejaba entrever con esa pregunta. Nunca en mi vida había hecho sexo anal. Y al igual que lo de imaginarme a una mujer en mis partes intimas, nunca antes me hice a la idea de usar ese agujerito para esa práctica. Pero este día ya tuve a una chica en mi cuca y mi culo, y tal parece que el negro iba a cambiar también la práctica del sexo anal en mi vida. De lo entregada que me sentía en ese momento, no se me pasó por la cabeza oponerme. Ni siquiera ofrecer resistencia.

Me sacó el güebo de la cuca, y tomó a la otra puta por el pelo para que se lo mamara. Yo permanecía a cuatro patas ante él, ofreciéndole mi culo, el cual con su mano libre el penetró con un dedo. Emití un gritito de dolor, y por reflejo contraje los músculos fuertemente, lo más que pude, lo que hizo que me doliera mas a diferencia de él, que le gusto como mis músculos anales le apretaron el dedo. Luego lo sacó y me lo puso ante mi rostro. –límpialo perra. –me ordenó, y yo obedecí, sin rechistar, metiéndomelo en la boca y chupándolo con suma ansia y dedicación. No podía creer lo que estaba haciendo. No entendía muy bien como yo, una mujer altiva, de clase, de categoría, estuviera en ese momento siendo la más arrastrada de las putas. Al pensar en esto, me excitaba aun más.

El negro apartó a la puta de su verga. Estaba llena de babas, abrillantada, gruesos hilos de saliva caían y escurrían por ella. Lo tomó con una mano y lo colocó entre mis nalgas, para azotarme el ano con ella durante unos segundos y luego colocar toda la punta en mi entrada anal. Poco a poco fue empujando hacia adentro, como hizo con mi cuquita, y yo comencé a sentir como mi anillo anal era forzado a abrirse, estirándose muchísimo, como el borde del agujero rozaba con cada imperfección de la enorme verga que me taladraba. Solo emití gritos de dolor, se me salieron las lágrimas incluso, con el rímel corriéndome por la cara. Tales eran mis gemidos, que el desató a la otra puta y le ordeno silenciarme “como ya tu sabes que me gusta” según palabras del mismo negro.

La chica obedeció, y se sentó delante de mí, con las piernas abiertas. Me tomo la cabeza y me dio una buena cachetada que me hizo arder un poco la cara, y luego con suma brusquedad, la metió en su cuca, restregando mi rostro en su pate intima, mojándolo con mi sudor y mis lagrimas. –lamela cerda, mámale la cuca. –me ordenó el negro quien aun no terminaba de metérmelo completo. Yo obedecí y saque la lengua, moviéndola locamente, para pasarle la lengua por la cuca a la otra zorra que no dejó de restregar mi cara entre sus piernas.

A los pocos segundos, que se me hicieron bastante largos, ya el negro tenía su enorme güebo totalmente metido en mi culo. Me sentía realmente humillada y usada. Si un dedo en el culo es un acto bastante humillante, más aun lo es que te metan el güebo. Me sentía totalmente controlada. Y más aun cuando el negro tomó mi cabeza y la dejo fija en el coño de la chica, para que le mamara y lamiera toda su sexualidad, cosa que, a pesar de la repugnancia y el asco que me dió, hice sin ninguna objeción, ente sollozos, ya que tenía el culo roto.

El negro comenzó un delicioso mete y saca. Mis musucos anales de nuevo, por reflejo, se contrajeron bastante, apretando la verga fuerte y dándole al negro un magnifico placer, a juzgar de sus fuertes gemidos. Aumentó la velocidad de las embestidas, y comenzó luego a darme nalgadas, intercalándolas con apretones fuertes en mis tetas. Duramos de nuevo unos minutos en esa posición, minutos en los cuales la putita a la que se lo mamaba tuvo un rico orgasmo, llenando mi boca de flujos vaginales. No los rechacé a pesar del asco que me dio. Luego de ese orgasmo, el negro la llamó, y ella se ubico sobre mí, acostada boca abajo sobre mi espalda con su cabeza viendo hacia mi culo. En un momento dado el negro saco su enorme verga de mi culo y entre fuertes rugidos acabó en la cara de la puta.

La tomó por el pelo y la hizo bajarse de mi espalda, dirigiéndola hacia mi rostro. Su cara era algo digno de una película porno, estaba toda llena de leche, espesa y blanca. –Bésense. –nos ordenó. Ambas obedecimos sin rechistar, dándonos un beso apasionado con lengua. No sé a la puta pero a mí me dio algo de reparo, pero al rato (porque si, duramos unos minutos en ese beso) ya no me importó, era un beso rico, delicioso, la puta besaba muy bien, movía divinamente su lengua. Eso añadiéndole una buena cantidad de leche que ella guardaba en su boca, la leche del macho de mis fantasías. Luego el negro nos haló del pelo para separarnos, tirándonos en el piso. Acto seguido tomó mi cartera y la volteó, arrojando todo el contenido al piso también. Escarbó entre mis pertenencias y tomó el efectivo. También vió mi cedula de identidad y el carnet de mi empresa, riéndose mucho al ver este ultimo. –así que me acabo de tirar a una presidenta de empresa. –dijo refiriéndose al cargo que dejaba reflejado el carnet. –ustedes las ricachonas se la dan de damitas recatadas, pero en el fondo son unas verdaderas cerdas en celo…con razón fue un polvo bastante rico, seguro tenias poco uso…largo de aquí putas…-nos ordenó. Ambas obedecimos, no sin antes tomar yo mi ropa y mis cosas del piso. Le dejé el dinero al negro, me vestí rápidamente como pude y me fui al estacionamiento, caminando con dificultad debido al dolor de culo que tenia.

Una vez en mi carro (me costó sentarme en el puesto del conductor por cierto), llamé por teléfono a Rina, cancelando la cita. Le di una excusa de malestar estomacal y la reprogramé para otro día, cosa que me costó un poco ya que Rina tenía una agenda muy apretada, según ella. Luego llamé a mis cachifas (me atendió Bebsabé) y le di la orden de que me preparan un buen baño de agua caliente con espumas y aceites aromáticos y que me hicieran un buen almuerzo con mi platillo favorito. Y como siempre, sin esperar respuesta alguna le tranque el teléfono.

Encendí el carro y me vi por el retrovisor. Mi apariencia era un verdadero poema. Tenía la cara toda manchada por el maquillaje corrido. Estaba sudada y con los ojos rojos por los sollozos, además de estar bastante despeinada. Por alguna extraña razón, sonreí al verme así, y si, me volví a excitar. Los cambios en mi vida apenas comenzaban, así sin darme cuenta…

Continuara…

Muchas gracias por dedicarle un tiempo a mis historias. Espero este segundo capítulo de esta saga haya sido de su agrado, y si tienen alguno comentario, duda, critica, pueden hacérmelo llegar a mi correo skarletpricet@yahoo.es o dejándome comentarios en la pagina. De esa manera me animan a escribir y a mejorar.

Mil besos.

Skarlet