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MI MEJOR ALUMNO (relato 19)

en Confesiones

Albertito, mi "putito bombón", le había tomado el gustito a la heterosexualidad, tanto que no pasaba semana sin que me tocara timbre en el departamento un día cualquiera y a cualquier hora; a veces por la mañana, otras por la tarde y las mas, por la noche..., en oportunidad de sus visitas nocturnas solíamos, luego de la "lección sexual" que yo le daba, dormir juntos amaneciendo ambos en mi cama.-

 

Así fue que aprendió a montarme en la forma convencional (yo de espaldas sobre el lecho a veces con las pìernas alzadas y a veces extendidas en la cama y él sobre mí, sostenido por sus brazos), a lo perrito (yo en "cuatro patas" y él penetrándome la vagina desde atrás volcado sobre mi espalda), a la franciscana (yo igual que en la anterior, o con el pecho apoyado sobre el lecho pero él con su torso erguido, tomándome de las caderas, con lo cual la penetración es mas profunda), luego él acostado sobre la cama y yo de frente, arrodillada sobre su cuerpo o directamente sentada sobre su vientre (para mí la pose mas incómoda de todas); en oportunidades yo dándole la espalda arrodillada sobre su cuerpo (en esas oportunidades en las que él iba abajo, yo podía estar erguida -lo que me daba mas placer- o volcada sobre su pecho o sus piernas -cuando aceleraba su eyaculación-; ambos acostados, a veces de frente uno al otro y a veces dándole yo la espalda; en otras oportunidades yo al borde de la cama con las piernas alzadas y abiertas y él arrodillado sobre el piso; otras veces arrodillada yo también sobre el piso y con el torso sobre el lecho con él "atacándome" arrodillado atrás mío, ya sea reclinado sobre mi espalda o erguido tomándome las caderas con sus manos; a veces le enseñaba a acostarse al borde de la cama, con sus piernas apoyadas sobre el piso y yo parada sobre el piso semi agachada dándole la espalda y clávandome su pija en la vagina; otras veces él arrodillado sobre el lecho, sentado sobre sus pantorrilas y yo sentada sobre sus muslos, abrazada a él, con su pene en mi interior y mil y una varientes mas.-

 

Le enseñé también a dar sexo oral a una mujer (al menos aprendió a practicarlo, tal como a mi me gusta recibirlo, que no es la única forma de hacerlo, pero es la que a mí mas me satisface: Sentir que me recorren los labios vaginales lamiéndolos con la lengua como si fuera una paleta, golpeteando luego con la puntita de su lengua en mi clítoris, tomándome el clitoris entre sus labios y absorbiendo; introduciendo mas tarde su lengua en mi concha, escarbándome dentro y recorriendo con ella las paredes interiores (con eso garantizo un orgasmo); llegándose hasta mi ano para arrancar desde allí con su lamida o para intentar (y a veces lograr) introducir su lengua en él (lo que me provoca casi con seguridad otro orgasmo); recorrer con su lengua los alrdedores de mi vagina y de mis labios vaginales (lo que me enardece, al punto de pedir a los gritos la penetración, ya sea con la lengua o con el pene).-

 

Le enseñé a excitarme trabajándome los senos, con sus manos y con su boca (lo que me pone a mil); también a besarme la piel del cuerpo, recorriéndolo con sus labios y su lengua (lo que me arranca mil suspiros); también aprendió a recibir sexo oral (porque a mi me encanta chupar penes y soy eximia y esmerada haciéndolo) e intenté un día que mi calentura había alcanzado niveles increíbles, enseñarle a dar sexo anal.-

 

Esa vez, luego que había sentido su lengua tal como a mí me gusta sentirla y que había "tocado el cielo con mis manos" cuando acepté y disfruté su pija en mi vagina, por lo que le regalé cinco orgasmos antes de su eyaculación y un sexto en cuanto sentí sus primeros espasmos eyaculatorios, pretendí "enseñarle" como premio a su buen desempeño en la materia, sexo anal; por eso fui al baño y en solitario, me dí la enema, obligadamente necesaria para evitar los efectos defecatorios que la introducción anal y el bombeo posterior, por una cuestión meramente física y fisiológica se provocan dentro de la mujer (el pene actúa como un pistón dentro del esfinter, aumentando la presión interior y consecuentemente comprimiendo las materias sólidas, semisólidas y acuosas contenidas en el aparato intestinal y digestivo, las que por la compresión recibida y ante la imposibilidad de tener una vía de escape distinta, tienden a expandirse buscando escapar hacia el exterior por la salida lógica, o sea el ano).-

 

Otro "temita" importante, que muchos hombres desconocen, es que el ano femenino no es tan elástico como el masculino, por lo que es muy difícil penetrar un ano femenino con la pija extremadamente erecta o dura, eso solo causa dolor y algunas veces hasta desgarros importantes, de ahí la famosa frase: "Le rompí el culo", lo que literalmente es cierto cuando el hombre y eventualmente la mujer son inexpertos en esta forma de coito y que luego inhibe a la hembra, por el temor a un nuevo desgarro, disfrutar de la mas placentera forma de coito, cual es el coito anal; mujer que se entrega a un hombre que sí sabe lo que debe hacer, luego prefiere siempre, como es mi caso, esa penetración a la vaginal.- La mejor forma de penetración anal, es la que se realiza cuando la pija está semierecta, por eso es mi estilo, enardecer al hombre a su máxima expresión, dejarle presentar su pija a las puertas de mi ano, pedirle que presione para, cuando lo hace pellizcarle o apretarle los testículos, con lo que la pija se afloja casi de inmediato, pero como él está empujando, su pija fláccida -semierecta- impulsada hacia adelante por su empuje, se aloja acomodándose, como un gato que pasa por un espacio estrecho, dentro del esfinter, para luego casi de inmediato volver a alcanzar su máxima erección, pero ya dentro del ano.-

 

Disgreciones al margen, esa noche, pretendí que Albertito me fornicara por el culo, por eso me dí la consabida enema; cuando volví a la cama, puse en juego toda mi sapiencia en el "arte sexual", comenzando por practicarle una felattio hasta que su pija se puso "a punto de caramelo", casi al borde de la eyaculación, cuando lo tuve "a punto", me volví de espaldas a él, con mi torax sobre el lecho y elevando luego mi cuerpo desde el vientre, le guié la pija hasta las puertas de mi ano, le pedí que me tomara por las caderas y que presionara con su pene; cuando sentí la presión, le apreté los huevos, con lo cual, su pija, luego de "aflojarse", se me fue para adentro de un solo envión..., el placer que me causó sentirla entrar por mi vía prohibida, me provocó tal conmoción, que arqueándome hacia arriba llevé mis brazos hacia atrás por sobre mi cabeza y rodeé con ellos su cuello para apretar su cabeza contra la mía..., sentí enseguida a su pija volver a endurecerse y me conmoví tanto que exclamé: "AAAaaahhh..., mi amoooorrr...", mientras que con mis brazos buscaba su cintura para obligarlo a apretarse contra mi cuerpo y por consiguiente a penetrarme mas profundamente..., cuando sentí que ya había penetrado totalmente en mí, manteniendo mis caderas elevadas, recosté mi cuerpo sobre la almohada y le pedí: "Movete..., cojeme..., ¡dale!..., bombeame...-"

 

Albertito me obedeció y comenzó a bombearme suavemente al principio..., fue aumentando poquito a poco su ritmo..., yo comencé a delirar..., era una locura de placer, sentirlo recorrer mi esfinter con su pija y se lo dije: "¡Que bueno, amor...!, ¡como te siento, mi vida...!, ¡que placeeerr...!, ¡como la gozooo!.-"

 

Pero enseguida, empecé a sentir que ese pene que tanto me conmovía empezaba a "morirse"..., que su extrema erección se apaciguaba..., que por mas que Alberto, se esforzó bombeándome con mas energía, su pija defeccionaba y se volvía fláccida hasta que por último terminó totalmente "muerta" dentro mío..., Alberto, se volcó sobre mi espalda y comenzó a llorar y entre llanto y llanto me decía: "No puedo Ana..., no puedo..., perdoname, mi amor..., no puedo...-"

 

YO: "¿Que te pasa?, ¿Porque llorás?.-"

 

ÉL: "Es que me trae recuerdos que quiero olvidar..., así me violaban a mí..., siento que te estoy violando..., no puedo hacerte esto..., perdoname..., no me obligues..., no quiero hacertelo mas...-"

 

Supe que ese era el límite que no podía traspasarse..., muy a mi pesar, me desprendí de Alberto, me volví sobre la cama recostándome y atrayéndolo, para que se recueste a mi lado..., lo redeaba con mis brazos mientras le decía: "Perdoname vos a mí..., nunca mas te lo voy a pedir..., quise entregarme entera a vos, por eso la quise en la cola..., pero nunca mas te voy a obligar a que me lo hagas..., tranquilizate ahora..., está todo bien..., durmamos un ratito...-"

 

Mientras Alberto se tranquilizaba, yo lo mantenía abrazado con uno de mis brazos, mientras que con mi otra mano, le masturbaba el pene suavemente, ese pene que tanto me había conmovido y exaltado, mientras lo había sentido penetrado en mi cola.- Al rato, Alberto empezó a respirar mas acompasadamente..., se había dormido..., y yo seguí masturbándolo suave..., muy suave, hasta que poco a poco, fuí conciliando el sueño.-