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Agradeciendo tus flores

en Confesiones

AGRADECIMIENTO ERRÓNEO

Un día, llegó a nuestras oficinas un mensajero; lo recibió Carlota, quien enseguida me llamó diciéndome: "Es para vos, Ana".-

 

Yo me aproximé al muchacho y éste me entregó un ramo inmenso de rosas envueltas en papel transparente, con una tarjeta que decía: "No dejo de pensar en vos"; no había firma alguna, ni iniciales, ni nada que me diera indicios de quien podía ser la persona que me las enviaba.-

 

Esbocé mil teorías y suposiciones, respecto a quien podía ser la persona que me dispensaba tal gentileza: Podía ser mi marido, que estaba en Buenos Aires, podía ser mi tío, aunque ya estaba medio "pachucho", descartaba a cualquiera de mis otros amantes de mi juventud, porque por su edad, ya estaban mas para el "violín que para la guitarra"; descarté a Néstor, porque si bien, cada tanto seguíamos teniendo algún que otro "entrevero" en Buenos Aires, él tenía escasas referencias respecto a donde residía yo en el interior; luego pensé y casi concluí que el envío provenía de Su Señoría y me quedé conforme con esa certeza, calculando cuando sería el momento ideal, para ir a agradecerle en persona la gentileza.-

 

Interín, mientras yo dejaba pasar los días sin acercarme al despacho del Sr. Juez, recibo otro envío similar, pero esta vez en la terjeta se leía: "Desespero por tenerte entre mis brazos".-

 

Decididamente, no podía ser otro que el Dr. "Manguera", y comencé a elucubrar que el "vejete", había disfrutado tanto con mi entrega, que pretendía "repetir" la jugada de esa noche; pero a esta altura, yo ya estaba en conocimiento de su romance con Laura, por lo que la situación me hacía sentir incómoda, porque si bien aquella jornada me había dejado muy satisfecha, en verdad, sentía pruritos respecto a repetirla, dada mi afinidad con Laura, quien de enterarse del desliz, podía reaccionar de mala manera.-

 

Estando con esos pensamientos navegando en mi mente, al cabo de varios días, vuelvo a recibir un tercer envío, esta vez con una cantidad de rosas rojas, mayor a los anteriores y una tarjeta que decía: "No descansaré hasta lograr tus favores".-

 

Ya no se podía ni se debía esperar mas, máxime que por tanta insistencia, volvieron a poblar mi mente, los recuerdos de aquella noche de entrega y de placer y a poco andar, me turbaba sentir ansiedad por repetirlos; por eso, un día me apersoné en el Despacho de Su Señoría y le agradecí "efusivamente" sus envíos; el Doctor "Manguera", aceptó mis besos y mientras yo rodeaba su cuello con mis brazos, él me tomó con sus manos por mi cola y me dijo: "Dámela, sueño con ella cada noche, quiero volver a tenerla".-

 

Su sinceridad me conmovió, porque si yo había ido a su Despacho, era también porque sus gentilezas, me habían incitado y predipuesto a mantener un "segundo encuentro" a solas con el Juez.-

 

Estábamos en Gral. Villegas, en su Despacho, entonces sin necesidad de mediar otras palabras, partimos los dos en mi camioneta sin rumbo cierto...; yo conducía y no me dirigí ni al restaurante donde habíamos cenado la primera vez, ni a su casa, donde me había entregado y gozado de su hombría...; me dirigía al Apart Campestre, que conocí llevada por Don Carlos, quería gozar nuevamente la pija del Doctor, pero quería hacerlo allí, sobre el "potro" donde me había entregado alguna vez a Don Carlos y otra a mi Padrino, el día que le "presenté" a Carlota, con la idea que me reemplazara como amante.-

 

Ya en el chalet que nos asignaron ese día, me dirigí al baño para ducharme y ofrecerle al Doctor, un espectáculo erótico, a través de la mampara traslúcida que le permitiría observarme desde la habitación, mientras yo me duchaba.-

 

Me demoré en la tarea, recorriendo mi cuerpo desnudo con el jabón, demorándome en las caricias a mis senos, a mi vientre, a mis glúteos, hasta que el Doctor, excitado, vino a compartir conmigo el agua de la regadera...; me esmeré en enjabonarlo concienzudamente, acariciando el miembro del que antes me había enamorado, hasta que "Manguera" me pidió: "Chupámelo"..., y hacia esa belleza que me embelesaba y obnubilaba mis sentidos, dirigí mis labios...-

 

Esta vez, su pene se mostraba mas "despierto", que las veces anteriores en que había tenido oportunidad de observarlo y de sentirlo; me apropié de él con mi boca y luego de recorrerlo hasta donde lo podía contener en ella, me aferré con una de mis manos a la base de su tronco mientras que con mis labios lo tomaba por debajo del capullo...; y así comencé a absorberlo.- No quería llevar al Doctor a alcanzar su climax, pero me posesioné tanto en la tarea, un poco arrobada por saborear el objeto del que me sentía enamorada, que en un momento presentí que el Doctor Manguera llegaría a su climax, pero no pude retirarme, porque él me tomaba la cabeza y me obligaba seguir chupándole el pene en la forma que siempre se lo hago a mis amantes, diciéndome: "Nunca nadie me lo hizo así..., sos la mejor..., seguí, quiero acabar en tu boca".-

 

Instantes después, luego que volviera a absorberle el pene con fruición y pasión de enamorada, cubrí con el reverso de mi lengua su capullo y sentí debajo de ella, la descarga del hombre quien a su vez, aferrado a mis cabellos..., la acompañaba con un gemido de placer tan prolongado, que me hizo emocionar por haber descubierto que mi fellattio, le había resultado tan gratificante...; nos enjuagamos y al cerrar los grifos, fué él quien se esmero en secar mi cuerpo con la toalla con la que me cubrió.-

 

Abrazados, volvimos al dormitorio y al depositarnos sobre la cama, luego de unos arrumacos de agradecimiento que me dispensó el Doctor, observo con alegría que su pene hermoso volvía a "despertarse".- El doctor se emocionó al notar su nueva excitación y me dice: "Dejame cogerte, hace años que no tengo segunda vuelta..., sos única Doctora; dejame cogerte ahora".-

 

"YO: "Si Edu, cojeme, pero allá, en el potro..., haceme la cola, me gusta dártela, gozo sentir tu pija en el fondo de mis entrañas..., vení, haceme feliz...".-

 

Y hacia ese caballete de antigüas aventuras nos fuimos...- Pero primero, saqué de la gaveta en el respaldo de la cama, el pote con el ungüento que había conocido una vez y que me era tan necesario ahora para soportar y facilitar la penetración de la "manguera" de este hombre.-

 

Me recosté sobre él boca abajo, en el borde, apoyando mis piernas sobre los estribos laterales y tomando con mis dedos una porción de la crema lubricante, unté mi ano y mi esfinter, hasta donde pude llegar con mis dedos; luego procedí a lubricar el falo que me asaltaría y mas tarde, abrí con mis manos los cachetes de mi traste y me ofrecí al hombre: "Vení, hacémelo..., poneme esa pija hermosa que tenés y haceme gozar como la puta que soy...-"

 

Eduardo, se colocó de pie detrás mío, me apoyó la pija a las puertas de mi ano y presionó..., lo sentí, estaba hoy mas excitado y mas erecto que la vez anterior..., cuando su capullo traspuso el orificio y se alojó en mi esfinter..., con una exclamación ahogada, acabé.- Presionó un poco mas y sentí dolor: "Esperá, me duele..., dejame acostumbrarme...".-

 

Él esperó...; cuando ese primer momento pasó, le digo: "Ahora si..., ahora ponémelo todo, como la otra vez..., lo quiero todo".-

 

Y sentí a la pija del hombre, avanzar por mi esfinter, hacia el fondo de mis entrañas..., si bien se mantenía erecto, le era un poco dificultoso seguir penetrándome, no obstante, yo lo gozaba...; él esperó unos instantes, como tomando fuerzas y al cabo, volvió a empujar, me hizo sentir un poco de dolor..., pero la crema estaba haciendo su efecto, excitándome y a la vez adormeciendo la zona; entonces le pedí: "Seguí..., seguí poniéndomelo..., empujá, lo quiero bien adentro..., lo quiero gozar como la otra vez..., mas que la otra vez..., ¡empujá!".-

 

Y el hombre, en un esfuerzo mas allá de sus posibilidades, empujó... y yo lo sentí llegar otra vez, hasta el primer recodo de mi yeyuno..., lo gocé y volví a acabar....-

 

¿Cuanta pija me había dado?..., ¿30?..., ¿33?..., ¿35 cm.?..., no sé, solo sabía que me sentía llena de ella, mas que la otra vez..., mas que en cualquiera de mis entregas a mis otros amantes..., sentía también, que a diferencia de la vez anterior, su pija se mantenía erecta mas allá de mis espectativas, seguramente por el efecto de la crema conque la había untado; segundos mas tarde de sentir mi culo lleno de pija, siento que el hombre se movía..., me bombeaba, despacio, pero me bombeaba... y mientras él, con esfuerzo hacia el trabajo, yo deliraba...; ¡como gozaba ese tremendo pedazo que tenía mi culo completamente lleno de hierro duro y caliente!, ¡¡¡QUE PLACEEERR...!!!.- "Cojeme Eduardo..., cojemeee...!!!".- "Bombea, amor..., bombea mucho..., bombea fuerte..."; "¡¡¡POR DIOSSS...!!!, ¡ QUE PLACEEERRRR....!!!..., ¡COJEMEEEE...!..., mas..., mas..., ¡¡¡MAAASSSS....!!!!.-

 

Y el hombre, obedeciendo, me cojió... y me cojió... y me cojió, hasta que sus fuerzas lo abandonaron y casi con el último estertor de sus cojidas..., derrama dentro de mi esfinter el poco semen que aún conservaba en sus entrañas y al sentir yo ese poco de líquido caliente y viscoso..., me derramo como nunca imaginé que podía llegar a hacerlo, fornicando con este hombre.-

 

Cuando Eduardo se retira de mí, permanezco por un rato sobre el "potro" reponiéndome; mientras él, se mantiene de pie a mi lado, acarciándome el cuerpo, me vuelvo sobre mí, me deslizo hacia el suelo y arrodillada, busco con mi boca su pene y saboreo de él, las gotas de semen que aún se conservaban sobre el ureter.-

 

Había gozado tanto ese pene, que quería mas, no quería irme del lugar sin volver a disfrutarlo, pero eso era imposible..., Eduardo, mejor dicho su pene, ya no respondía a mis incitaciones..., por mucho que lo lamí, que lo chupé y que lo absorbí, esa pija hermosa que había sentido tan profundamente dentro mío, que tanto había gozado y de la que estaba yo tan enamorada, no respondió a mis súplicas y frustrada abandoné el intento.-

 

Retornando a Gral. Villegas, para depositar al Doctor Manguera en su casa, me asombré cuando me confesó que no había sido él, quien me enviara las flores que yo le agradeciera y que me conmovieron al punto de incitarme para volver a entregarme a él.-

 

Había gozado esa noche sobremanera, pero ahora, volvía a carcomerme el seso, la incógnita sobre quien era el hombre que me homenajeaba, con esa incógnita, conduje en la ruta hasta mi casa y con esa incógnita, me dormí luego de acariciarme hasta volver a llegar al climax, recordando y elucubrando.-

MAS FLORES

Un día, después de mi segunda entrega al Dr. Manguera, vuelvo a recibir otro hermoso ramo de rosas rojas, en la tarjeta se leía: "Ya no puedo esperar mas..., voy por vos".-

 

Me excité al leerla y luego, mi ansiedad por saber quien era el hombre que me las enviaba, hizo que a partir de ese momento, me enervara al ver entrar por la puerta del local, a cualquiera que por el motivo que fuera nos visitaba; pero siendo ya una mujer adulta, esa ansiedad hizo también que uno de mis períodos mensuales, se adelantara y a su vez se anunciara con arrebatos calóricos sofocantes y dolores muy pronunciados, cosas que nunca habían sido habituales en mí.-

 

Al segundo día de "esa visita", nunca bien recibida por mujer alguna, recibí también la visita prometida del chofer del Dr. Manguera... y como un "alumbramiento de ideas", me "cayó la ficha": ¿quién sino él, podía ser el insistente remitente de las flores recibidas?, ¿a quien, sino a él, había yo invitado a visitarme muy insinuantemente, dando lugar a elucubrar "ideas calientes"?, ¿a quien otro, sino a él, debía yo "agradecer" los envíos, tal como seguramente el remitente esperaba que se los agradecieran?; pero el "remitente", había llegado en mal momento, porque por mi "estado nervioso menstrual", no era posible que demostrara "mi agradecimiento", como seguramente él esperaba que lo hiciera.-

 

No obstante, no es de buen anfitrión desairar a una visita, por lo que, sobreponiéndome a "mis dolores", actué con la mayor urbanidad y gentilezas posibles, tratando de no demostrar "mi estado".- Lo convidé primero con café (infaltable en cualquier tertulia de lugares de trabajo), mientras charlábamos de cosas triviales; mas tarde, al avanzar la hora, le propuse prendernos en una rueda de mate entre los dos, que es mas intimista que el café, tan ceremonial, que se convida en una oficina y lo aceptó gustoso..., este hombre, no demostraba tener apuro alguno por marcharse, motivo por el que sospeché, que las intenciones con las que había venido, no eran solo por cumplir con la visita prometida...- Tenía que llevarlo, sin alarmarlo y sin demostrar que me estaba "regalando" (cosa que no estaba en mis planes ese día por mi "estado"), a que me comunicara el oculto motivo de su visita...- Pero el hombre, talvés por timidez, talvés por vergüenza, talvés por miedo, no atinaba a "rumbear" sus respuestas; la cosa iba ya para largo y se hacía cansadora y aburrida..., así que tuve que decidirme a ser yo quien "tomara el toro por las astas" y lo increpé:

 

YO: ¿Sabés de que me estoy acordando ahora?.-

 

EL: No, si no me lo dice, no puedo imaginármelo.-

 

YO: Cuando te comenté, el día que pasamos la noche en la casa del Juez, que yo me había quedado afuera del juego, vos me dijiste que no desesperara, que ya se me iba a dar y que en todo caso, vos ibas a venir a visitarme, si yo lo quería, y que en ese "vistarme", intencionalmente recargaste la pronunciación como insinuando algo mas; ¿por eso viniste hoy a "visitarme"? (le pregunté, recargando exprofeso la pronunciación en esa última palabra).-

 

EL: Doctora, no sé si corresponde que le conteste.-

 

YO: Si, ¡debés contestarme!.-

 

EL: Bueno..., es que..., sentí celos del Doctor, al saber que habían pasado la noche con él...- Usted me gusta, y me ilusioné creyendo que algún día... (no terminó la frase).-

 

YO: Pero, vos sabés cual es la fama del Doctor..., ¿no te atemoriza saber que por ahí no podés "estar a su altura"?.-

 

EL: Bueno, si..., pero las ansias de "conocerla" en ese trámite, son mas fuertes.-

 

YO: Bien..., ¿y si me dejás que lo evalúe yo?..., mostrate.- Mostrame que tenés para satisfacer a una mujer.- (Le dije mientras pensaba que si lo que iba a ver me gustaba, me tenía que cortar las venas con una galletita, porque por mucho que me "llenara el ojo", no iba a poder, por mi dolorido estado, "evaluar" su capacidad de dar placer).-

 

El hombre, con timidez, se puso de pie; le pedí que cerrara la puerta de mi oficina, lo que hizo; y luego parado frente a mí, que permanecía sentada en mi sillón, llevó sus manos a su bragueta, con la intención de desabrocharla, pero su timidez o talvés su vergüenza, lo contuvieron; tuve que animarlo:

 

YO: ¡Dale!, seguí..., no te hagas rogar...- (Le dije mientras elucubraba como haría para evitar cualquier tipo de penetración, que agravaría mi "dolorido estado", y que no era para nada correcto aceptar o propiciar, debido a mi menstruación).-

 

Luego de azuzarlo a continuar, él procedió a desabrochar su bragueta y su cinturón y con un poco de renuencia, dejó deslizar sus pantalones, mostrando unos calzoncillos, que no eran para nada erotizantes.-

 

Le pedí que se deshinnibiera y que se apoyara contra el escritorio, para cuando lo hizo, acercarme a él, siempre sentada en mi sillón y buscar con mis manos, entre los pliegues de su calzón, su por demás excitado pene.-

 

Decididamente, éste era mas "emocionante" que el pene del Sr. Juez, no por su tamaño, que era "muy normal", aunque un poco gruesito, sino por su rigidez, promesa de prolongado placer para quienes como yo, somos multiorgásmicas.- Lamenté en ese momento, mi "menstrual y dolorido estado" y a sabiendas que ese día no podía copular, le pedí: "Dejame jugar un ratito con él..., quiero chupártelo".-

 

Una sonrisa se dibujó en su rostro..., le retribuí con otra sonrisa y mientras le miraba a los ojos con esa mirada que inquieta a los hombres, pasé mi lengua a lo largo de su tronco, mojándolo con mi saliva.- El hombre elevó su cabeza, cerró sus ojos y se mordió los labios, aferrándose al borde de mi escritorio con sus dos manos, repetí la acción llegando esta vez hasta su capullo, mientras seguía mirándole a los ojos, como buscando aceptación de su parte a mi acción; recorrí luego con la punta de mi lengua su capullo y lo percibí suave y cálido..., lo mojé con mi saliva, para luego retirame y buscar la base de su tronco... y al hallarla, rodeándola desde un costado con mis labios, comencé a mordisquearla y así mordiendo suavecito su tronco, fuí elevándome con mi boca por el falo, hasta alcanzar su unión con el capullo, para allí, recorrer esa confluencia circular con la punta de mi lengua..., el hombre deliraba, le gustaba y lo demostraba exhalando el aire, que ansiosamente aspiraba ante cada movimiento de mi boca y de mi lengua..., (todavía no "sufriste" nada,amor...- ), pensaba yo sin decírselo.-

 

Cuando comencé a morder ese lugar que antes había lubricado con mi saliva, el hombre me toma con sus manos por mi cabeza y me acompaña así en mis movimientos..., mientras que sus quejidos ya eran sollozos agónicos.-

 

En un momento, tomo su capullo por asalto y lo contengo completo en mi boca, para enseguida, masturbarlo con ella por dos o tres segundos..., él ya deliraba..., entonces, cerrando mis labios por debajo de su capullo, ya encendido, calido y rígido a mas no poder, comienzo a absorberlo, provocándole ese vacío en el ureter, que lo enloquece y que demuestra con sus sollozos cada vez mas urgentes...-

 

Sigo sorbiéndolo, solo sorbiéndolo, mientras sus dedos se enredan en mi cabello y aprietan mi cabeza..., al cabo de unos instantes comienzo a recibir en mi boca su líquido preseminal, por lo que cubriendo el ureter con el reverso de mi lengua y absorbiéndole el pene con mas fruición (y pasión), me preparo para recibir en mi boca su eyaculación...; él intenta retirarse, para acabar fuera de mi, pero no se lo permito y lo obligo a seguir soportando mi succión hasta que se derrama tan copiosamente, que me fue imposible contener en mi boca todo su semen, por lo que tuve que dejar escapar por mis comisuras, algunas gotas de su elixir de macho.-

 

Luego de eyacular, permanecí prendida a su pene, conteniéndolo aún entre mis labios y saboreando sus jugos, hasta que se apacigüó su calentura, momento en el que me llegué hasta su boca y dándole un beso en los labios, le transferí parte de su néctar para que lo saboreara conmigo.-

 

Sabía que el hombre había disfrutado y sabía también que ya no querría mas, por lo que le dije: "La próxima vez, te toca a vos darme el placer.- Así que estate dispuesto a hacerme sentir tu lengua en mi concha hasta hacerme acabar, así como lo hice yo hoy contigo".-

 

EL. "Sí doctora, dé por seguro que seré yo quien la haga disfrutar en retribución a lo que me hizo gozar hoy".-

 

Enseguida, después de arreglarse las ropas, con la promesa de guardar el secreto ante el Sr. Juez, se despidió de mi y se retiró del lugar, satisfecho y contento.- Y yo me quedé maldiciendo por lo inoportuno de su visita, ya que por "mi estado" no había podido gozarlo como me hubiera gustado hacerlo, después de "conocer" su pene.- Y por suerte, no encontré en mi despacho, ninguna galletita...-