miprimita.com

Todo con los amigos

en Grandes Relatos

Mi nombre es Eduardo. Soy un hombre de treinta años recién cumplidos. Metro setenta y siete, setenta y seis kilos, fibradillo, pero no una masa de músculos como se dice la mayoría que son. Mis ojos son marrones y mi cabello castaño. Voy “armado” con un pene de dieciocho centímetros reales, ventiseis dirían los que se los miden desde el culo (que pena me da esa gente que no sabe ni siquiera tomar medidas tan sencillas).

 

Lo que os voy a contar pasó durante las vacaciones del verano pasado en mi chalet Cercedilla, ese pueblo de la sierra de Madrid.

 

Estábamos a una semana de mi ventinueve cumpleaños y los cabrones de mis amigos andaban tramando algo. En realidad la casa no era mía, sino de mis padres, pero me la dejaban porque así al menos sabían donde estaba... o eso era lo que ellos se creían.

 

El chalet era de gran tamaño, con tres plantas, un ático y dos niveles de sótano. A parte también había una casa supletoria, que se gano tras reformar el antiguo establo, y una pequeña cabaña de madera en un árbol.

 

El ático eran dos habitaciones a las que se accedía por una escalera de mano de madera con un cuarto de baño entre medias. Justo debajo un salón comedor con cocina americana. Esta era mi planta favorita, pues había un gran ventanal desde el que se contemplaba toda la sierra. Una planta más abajo, a nivel de suelo, seis dormitorios y dos cuartos de baño, aunque mucho más pequeños que el del ático. En el primer sótano había un garaje de cuatro plazas y un almacén, que siempre que organizaba estos viajes mis padres me dejaban repleto a comida y bebida. El segundo sótano fue en el pasado un refugio de disidentes republicanos durante la Guerra Civil Española, que se reconvirtió en bodega de vino cuando mis abuelos se hicieron con la casa, luego en biblioteca cuando pasó a manos de mis padre y ahora, desde que me dejan la casa a mí cada verano, me dejaron transformarla en una discoteca bastante chula.

 

La casa supletoria era apenas un gran dormitorio con baño, pero era el cuarto por el que cada año, desde hacía ya cinco, mis amigos se peleaban. Era un altillo, con una cama de tipo tatami de matrimonio al que se subía por unas escaleras de madera de mano. Abajo había algunas estanterías con libros de ciencia ficción y aventuras, varias macetas con plantas de marihuana y, entre tanta hoja de inspiración, un jacuzzi. Oculto tras una portezuela de madera estaba el inodoro y el lavabo.

 

Era muy hippy, debido a que esta era la habitación de mi tía Rosa Laura, la menos de los cinco hermanos de mi madre. A ella no le importaba que la usáramos, solo ponía una condición, que no tocáramos sus cosas. Bueno, realmente dos, pero la otra era un secreto para mis padres. El que durmiera en esa habitación dormiría con mi tía si decidía pasarse por allí. Y, dados los gemidos de placer del primer año, todos mis colegas se peleaban por entrar en esa zona de “secretos” y “misterio”.

 

La cabaña del árbol era donde mi padre se subía con el portátil para escribir sus novelas, ya que decía que necesitaba alejarse del mundo de vez en cuando.

 

También había un gran jardín tapiado, rodeando la casa, y una piscina con trampolín.

 

Cuando llegamos no recibió mi hermano, Tobías. Bueno, hermanastro. Eramos iguales en casi todo, salvo que él tenía los ojos verdes, el pelo cobrizo y cinco años menos. Y, por la gran cantidad de horas que se pasaba en el gimnasio, sus músculos si eran impresionantes. Hijo de mi padre y de mi tía Rosa Laura. Nunca me contaron la historia completa, pero dado que entre ella y mis padres había lazos muy estrechos, y que se reconocía abiertamente la maternidad de Tobías... ¡¿para que preguntar más?!

 

Con él estaba Marco, su guapísimo novio italiano. Alto, rubio, fuerte, ojos verdes y un cuerpo espectacular. Tobías siempre alardeaba de la polla de su “marido”, como el decía, pero solo para recalcar ante todos que se trataba de “su”, “suyo” y “no se comparte”. Como otros años ambos habían preparado algo de comida y bebida para nosotros. Y, la primera sorpresa me aguardaba tras mi hermanastro. La tía Rosa Laura ya estaba en la casa, con uno de sus camisones hippies traslúcidos, debajo un escueto bikini y chanclas. Ella siempre queriendo hacerse notar. Y, debo admitir que pese a sus cincuenta años, tenía un cuerpo de infarto.

 

Ricardo, mi mejor amigo del gimnasio, se acercó a mi tía y la abrazó efusivamente. Dada su baja estatura y lo trabajado que tenía el tren superior parecía un croisant. Mi tía alabó el trabajo que hacía en la banca de pesas, tocando descaradamente sus abdominales (y, por un momento, me pareció ver que le metía la mano en los pantalones), y, tras besarle y susurrarle algo al oído este fue a por su petate y se dirigió a instalarse en la casa supletoria.

 

Raúl y María, compañeros del trabajo y casados desde hacía un años, salieron parloteando como cotorras. Sacaron un par de pesadas maletas y saludaron a todos. María besuqueó a mi tía, besuqueó a mi hermanastro y besuqueó al novio de este, sin percibir la mirada de odio velado de Tobías. Raúl se limitó a estrechar manos. Luego entraron a la casa y se instalaron en uno de los cuartos de la planta baja.

 

El siguiente fue Carlos, un hombre parco en palabras. Lo conocí de amigos comunes que trabajaban en una tienda de videojuegos (Jeux Madrid). Cabeza rapada, vestuario paramilitar y apenas una mochila con lo imprescindible, entre lo que se encontraba una cantimplora, una brújula, una cerbatana y algunas cosas que vete a saber si usará algún día. Su novia este año no pudo venir, pero él me dijo que no la necesitaba para pasarlo bien con los amigos. Además se trajo a Tommy, su rottweiler. Saludó a todos y entró a la casa.

 

Yo fuí el último en salir del coche, pues tras sacar todos las cosas lo aparqué en el garaje. Al salir a la entrada saludé a Tobías.

 

-¡¡Hola, cabroncete!! ¿Que es de tu vida?

 

Me dio un abrazo de oso que pensé me rompía alguna costilla. Por detrás me agarró Marco, que me apoyó su paquetazo contra mis glúteos, protegidos por la tela de los vaqueros, y susurró, más para Tobías que para mí.

 

-Mmm... bello ragazzo... ¿este año nos podremos tirar a tu fratello?

-¡¡Venga ya!! ¡¡Si este es un hetero corto de miras!!

 

Dijo sobre mí mi hermano, me besó y me liberó de sus brazos solo para atrapar a su marido. La tía aprovechó la coyuntura para acercarse a mí, con sus mismos pelos rojizos alborotados de siempre y su perfume a té y pachuli.

 

-¡¡Ven que te dé dos besazos!!

 

Y eso hizo, los dos en la boca. Si me descuido son con lengua. Se ve que no contenía su ninfomanía con absolutamente nadie.

 

-¿Como te trata la vida cariño? ¿Que tal el trabajo? ¿Y la novia? …

 

Disparaba las preguntas una tras otra, sin apenas dar tiempo a que respondiera una sola de ellas. Tras lograr responder a un par de ellas mi hermano le dijo que dejara de acosarme, que estaría cansado de tantas horas en coche y, mientras se alejaban ambos, apareció Marco con mis bolsas y me dijo que le acompañara a instalarme.

 

El marido de mi hermano me estuvo ayudando a colocar las cosas, sin volver a insinuar nada sexual, y me dijo que me dejaba descansar un rato a solas, que cuando bajara estaría todo preparado para la primera noche de fiesta. Y así fue que, por primera vez en el día, me quedé solo. Me tiré sobre mi cama y cerré los ojos, tratando relajarme. Pero esta tranquilidad duró poco, pues al abrir los ojos me encontré con algo inesperado en el techo Algo brillaba, colgado de la lámpara. Algo metálico. Me puse de pie sobre mi cama y me estiré para alcanzarlo. Era una llave, con forma de pene. Y llevaba un papel adherido. “Esta madrugada entra por el espejo si quieres descubrir el País de las Maravillas”.

Mas de xapel

SALVAJES 1.1 [Rompiendo Barreras]

Gente Ordinaria

Mascota

El Sueño Almibarado Parte I

Ricardio V

Ricardio IV

Ricardio III

Ricardio II

Ricardio I

El Precio del Alquiler - Parte 3

El Precio del Alquiler - partes I y II

El Precio del Alquiler

Sin Codificar [versión original]

RESUMEN 001 de Fábulas Entrelazadas

Recuerdos de Infancia

Durante el Día

El Bardo y la Lechera

Tres Hermanos

Volver a Chambear - Carlos el Bi.cioso

Noche de Luna Llena

Muérdago Blanco

Buscando - parte 2 / por Albany y Xapel

Buscando

Hijos de la Tristeza

Una Mala Racha

A Chambear - Examen Anal episodio 13

A Chambear - Perra de los Sanitarios episodio 12

A Chambear - Perra de los Sanitarios episodio 11

A Chambear - Examen Anal episodio 10

A Chambear - Examen Anal episodio 09

A Chambear - Con la Ley fuiste a cojer episodio 08

A Chambear - Con la Ley fuiste a cojer episodio 07

A Chambear - Gorilas en tu Orto episodio 06

A Chambear - Perra de los Sanitarios episodio 05

A Chambear - Gorilas en tu Orto episodio 04

A Chambear - Gorilas en tu Orto episodio 03

A Chambear - Gorilas en tu Orto episodio 02

A Chambear - Gorilas en tu Orto episodio 01

Luna de Miel: los nuevos Amigos

Luna de Miel: eMail

Día de Boda

Día de Boda: Tras Pasar por el Altar

Puño y Látigo (TODO CON LOS AMIGOS 3)

El País de la Maravillas (TODO CON LOS AMIGOS)

Un Futuro antes de Mañana (2) / 20 Años Atrás

Un Futuro antes de Mañana

Cuentos / El Lobo Feroz

Sin Codificar (5) / El Parto

Sin Codificar (3) / Final de Línea

Sin Codificar (2) / terror explícito

Sin Codificar (1)