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Buscando

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Hace tiempo que he perdido la esperanza.

 

Todos mis amigos presumen de sus logros, de ir una noche a bailar y salir con un tío de la mano, tengo una envidia que me consume, soy más guapo que ellos y más cachas y hasta ellos se asombran del poco éxito que tengo.

 

Me he decidido a escribir algún relato erótico en una página del medio, valorar a los autores y comentarles mis impresiones, entonces sucede el milagro o casi. Leo un relato que me atrae por lo decidido que es el protagonista, por como resuelve las situaciones para conseguir sexo fácil y, además, está muy mal escrita, se entendía pero era un desastre. Le dejo mi comentario, mis opiniones, también mi asombro, de que esas situaciones puedan darse. Unos días más tarde recibo un mail de un tal Alejandro agradeciéndome mi comentario y, que sí, que ya sabe que escribe fatal pero que no le importa, siempre que se le entienda. Sobre el otro asunto, el de ligarse a los tíos, me informa como lo hace, me indica instrucciones, al principio generales y, en otros mails posteriores, una vez afianzada una amistad de correo, los detalles y los ánimos para que me decida a practicar.

 

El chaval, me dice que tiene 24 años, que ha follado de lo lindo y a toda clase de machos, si le entraban las ganas, se decía, un culo es un culo y a por él.

 

No me lo puedo creer, el descaro con que me explica sus entradas a los tíos hasta que conseguía llevarse el gato al agua y ya, después de mucha correspondencia, yo lo sigo viendo tan difícil como al principio y se cabrea y me pide que le diga de un tío que me guste, alguno que tenga cerca.

 

Camino de mi casa al centro del pueblo, un bar que lleva algún tiempo cerrado, está comenzando a ser reformado, algunos detalles y el suministro de bebidas, asunto muy importante para un bar.

 

Veo que se afanan en el arreglo, una señora de unos 45 años, un chico de unos 24, muy machote, tan machote que me da miedo y un chaval de unos 18, quizá 19 que esta divino, con un culito de infarto, están los dos para no apartar la vista de ellos. Se parecen los chavales y ambos a la mujer, deduzco que son hermanos e hijos o por el orden contrario.

 

Pues este chaval más joven, que me apetece un montón, es mi primer objetivo sexual para decirle a Alejandro. Me pide que se lo describa y luego al hermano y me dice que lo mejor sería empezar por el mayor y que, seguramente, si el mayor cae en la red tengo ganado al menor.

 

Transcribo, a poder ser sin faltas, su correo.

 

Fíjate en el hermano mayor, mírale bien y que te vaya gustando hasta que lo necesites de tal modo que, o te lo follas o te cortas las pelotas. Cuando hayas llegado a ese estado de necesidad de él, entonces es el momento. Tienes que tener un poco vigilado al bar, en alguna hora estará solo, es el momento de atacar.

 

Entras en el bar, a menudo, para darte a conocer y entabla conversación, de cualquier cosa, tu eres el cliente y te atenderá ya verás, aunque digas tonterías, aprovecha cuando estés cerca y échale mano, tócale algo, como si fuera un percance involuntario.

 

Las dudas me van y me vienen, más lo segundo y comienzo a vigilar el bar, sus horarios pero no, no estoy convencido.

 

El hermano mayor es un bombón envuelto en papel dorado, con un culo redondito que logra que se me caiga la baba, alto, bien formado, pantalones ajustados para que se le notara todo y camisa de botones, casi siempre, abierta hasta la mitad para que se le vieran bien sus estupendos pectorales y los pelillos que le adornan el pecho.

 

Me jode el miedo a que este chaval, fuerte como un toro, me pega una leche y me saca a rastras del bar a la calle.

 

Todas estas dudas y las observaciones que me va haciendo y transmitiendo Alejandro, las sopeso y al cabo de unas horas tengo su respuesta, parece que se ha tomado a pecho sacar lo mejor de mí y ser mi maestro y mi guía.

 

Admite, de mala gana, que el primer objetivo sea el hermano pequeño.

 

Y un día, tembloroso como un flan entro y apoyo los codos en el mostrador buscando al chico, en el bar no hay nadie y espero unos minutos, el chaval sale de una puerta, cargado con unas cajas de cervezas y al pasar a mi lado le aparto una banqueta alta, de esas de barra, que le estorba y me sonríe.

 

-Buenos días, gracias por la ayuda, perdona ahora te atiendo, está a punto de llegar el camión de reparto.

-No te preocupes, no hay prisa.

 

Y es verdad, además de que así aprovecho para comerme ese chocolate delicioso, con la vista de momento. Se mueve y se agacha para mover las cajas vacías, el pantalón se le cae un poco y se ve el elástico del slip dándole un toque erótico que levanta la polla. Es precioso, de carita redondita, ojos achinados, pelo castaño algo largo y su preciosa sonrisa le hace ganar quilates de valor. El caso es que, casi siempre sonríe, como si fuera innata en él la alegría.

 

-Bueno ya estoy listo, ahora sí, ¿qué vas a tomar?

-Una tónica muy fría con medio limón exprimido, por favor.

-Ahora mismo.

-Estas muy solo, otras veces veo a otro chico y una señora.

-Mi hermano, no llegará hasta la hora de comer, con mi madre, nos turnamos, yo a la tarde estudio.

-¿Cómo te llamas? - Le pregunto -

 

Yo también le sonrío y, o sueño, o diría que nos agradamos mutuamente.

 

-Javi, mi nombre es Javi y, ¿el tuyo?

-Adrián, vivo aquí cerca, el bar ha estado cerrado mucho tiempo, mejor que lo hayáis abierto, hace falta algo así en esta zona.

-Ya sé que vives cerca, te veo muchos días como miras el bar y no entras, ¿igual te doy miedo?

 

Y otra vez esa sonrisa que dan ganas de borrarla de su cara a besos.

Me siento cohibido por la franqueza del chaval, me muerdo, algo nervioso, el labio, y respondo, sin poder evitar un leve tartamudeo que pienso no se debe notar.

 

-No, es... es que a veces quiero pasar a tomar algo pero luego me doy cuenta que dejé la cartera en casa.

-Mientes muy mal.

 

Me responde el joven, con desparpajo y una sonrisa de oreja a oreja. Sale de la barra, secándose las manos con un trapo, se pone a un lado mío y me revuelve el pelo. Es algo que me suele irritar, pero con él pase.

 

-No tengo claro si te gusto yo o el cabrón de mi hermano.

-Yo...

-Tu...

 

Me da un toque amistoso en el hombro con los nudillos, aunque me pilla tan de sorpresa que casi me tira al suelo. Se disculpa como buenamente puede, aunque en lo que habla me toca los brazos, el pecho y sus manos fueron palpando cada vez más abajo, hasta acabar con sus manos en mi culo.

 

-Perdona, amigo, no era esto lo que tenía en mente, aunque.... ya que estamos solos...

 

Me pone ambas manos sobre los hombros, haciendo presión. Yo, obediente, me dejo guiar, acabando arrodillado ante ese bombón. Podía entrar cualquier cliente, pero el morbo era muy grande. Y por esa zona no había mucho movimiento en esa época del año. Javi se baja la bragueta, se saca la verga, más grande de lo que hubiera imaginado, y se pone a golpearme en la cara con ella.

 

-¿Es esto lo que quieres? ¿O es la de mí...?

 

El teléfono le suena, un mensaje de... la aplicación que fuera. La cosa es que lo lee, se guarda la verga, me ayuda a levantarme y vuelve a la barra, pero antes me susurra al oído, como si fuera un secreto de amantes.

 

-Mi hermano y mi madre están de regreso, así que mejor esperamos y luego, a la tarde... ¿puedo ir a tu casa cuando termine los estudios?

 

Desde la muerte de mis padres en un accidente de coche yo vivo solo en un gran chalet con piscina y cancha de tenis, y dinero no es que me faltara. Pero temo que eso pueda hacer que un desconocido se me pege a mí por algo que no fuera yo, o mi cuerpo en todo caso. Por tanto miento, pese a las locas ganas de estar a solas con él.

 

-No puede ser, están unos amigos que necesitaban donde alojarse y...

-¿Y les dejas la casa para ellos solos mientras sales de caza? ¡¡Que confiado!!

 

Me guiña un ojo. Pese a haberme pillado no hay reproches. Debe entender que tenga mis dudas, pero tampoco pregunta los motivos. Solo sugiere un plan alternativo, aunque hay algo que, o es demasiado picante o puede ser una treta para hacerme una jugarreta.

 

-Podemos ir a mi casa después de clase. Roberto, mi hermano, no llega hasta la hora del cierre del bar. Nuestra madre suele estar aquí varias horas, a la mañana y a la tarde, pero como somos casi vecinos podrás estar en tu casa antes que ella te descubra con alguno de nosotros... o con ambos.

 

En lo que habla el joven barman me sirve la bebida, lanzándome un beso nada disimulado. En eso noto una manaza bastante grande que se apoya en mi hombro izquierdo. La voz grave del hermano mayor resuena a mis espaldas.

 

-Chiquitín, ¿ya te quieres follar a otro cliente?

 

Le dice a su hermano, para seguidamente susurrarme al oído, haciéndome sentir en el cielo por la calidez de su aliento.

 

-No hagas mucho caso a este pichacorta. Ambos sabemos que soy yo el que te gusta de verdad.

 

Me pongo más colorado que un tomate. Esperaba que fuera difícil poder siquiera acercarme a uno de los dos, y sin embargo parece que se quieren disputar mi cuerpo, que si bien no era algo grotesco tampoco era una cosa espectacular pero, gustar, gustar, gusto. El hermano mayor se separa de mí y entra a la barra. Coge una escoba, un recogedor y se pone a trabajar a gran velocidad. El pequeño se despide, me mira y me guiña un ojo.

 

Cuando la madre de ambos diablos con apariencia de dioses entra al bar, el que estaba presente me da la cuenta, pago con un billete de cincuenta €, recojo las vueltas y me marcho cabizbajo, pensando que todo ha sido una tomadura de pelo y que nunca podría regresar por ahí sin que me echaran en cara lo fácil que era poder follar conmigo o que era un desesperado.

 

Miro el cambio, sorprendiéndome que uno de los billetes de veinte tuviera escrito algo.

 

“Nos has gustado a los dos. Esta noche serás nuestro. 606 912 471.”

 

La leche, parece que todo va en serio, no en la forma en que Alejandro había creído que debía suceder y como él lo había planeado, de otra forma esto funciona, realmente poco he tenido que hacer yo.

 

Todo se me ha dado hecho, ¿quién lo iba a pensar?, ¡joder!, y ¿por qué antes no había funcionado? El caso es que tengo un móvil de contacto y claro, es del hermano mayor y tengo que llamarlo.

 

Estoy dando una vuelta paseando por la calle y pensando y dando vueltas a la cabeza y yo no lo veo claro, mejor será ir a casa, poner un mail a Alejandro y explicarle todo lo sucedido, seguro que él tiene la respuesta adecuada, a ver si hay suerte y tengo su contestación a tiempo, en realidad hasta que Javi salga de clase y Roberto cierre el bar, hay tiempo de sobra.

 

Envío el mail contando los pormenores y aclarando que, en realidad el cazado he sido yo y no al contrario. Elevo una oración a San Judas Tadeo, patrón de los imposibles y ¡Dios!, ¡milagro!, en la bandeja de entrada aparece una aviso, lo abro y…, justo, Alejandro y, leo textualmente.

 

“Pero me cago en la puta, los tienes a mano, se te declaran y aún no te los has follado. Llama al teléfono ese echando leches y queda con ellos, so pánfilo. ¿No dices que están buenísimos? Te los van a quitar de las manos, que ahora los tienes a tiro, llama.

 

Llévalos a tu casa, ¿qué coño te van a hacer?, seguro que lo están deseando, que yo tengo experiencia en eso y ya me los habría follado. Llama, llama ya y queda con ellos en el bar, a la hora del cierre y te los llevas a casita, ¿dónde vais a estar mejor? Dime cómo va la cosa y aprovecha, como falles voy ahí y te corro a leches”

 

Sin más y, como hasta ahora, todo va bien y según lo planeado, decido que sí, que hay que hacer lo que Alejandro dice, que él tiene experiencia y mucha, según lo que me ha contado.

 

Cojo el teléfono y marco, estoy nervioso, para que negarlo. El teléfono, da la señal de llamada y, al otro lado, la voz de Roberto, hasta su voz me pone cachondo.

 

-Roberto, dime.

-Roberto, soy el de antes, el que estaba con tu hermano.

-Ah, dime chaval, ¿lo has pensado ya, quedamos?

-Para eso te llamo y bueno para decirte que también me habéis gustado, los dos.

-Entonces donde quieres que quedemos, a la noche en mi casa es difícil, estará mi madre y lo mejor sería aquí, en el bar, echamos la persiana y lo tenemos enterito para nosotros. ¿Tú qué opinas?

-Yo…, yo, que bien, que bueno, os voy a buscar y hablamos, la hora, ¿a qué hora quedamos?

-Tu vente por aquí hacía las diez, tomas algo que hay poca clientela a esas horas y ya veremos, igual cerramos antes, si no hay clientes y yo ahora llamo a mi hermano.

 

Ya está decidido todo y, siguiendo las indicaciones de Alejandro, voy a disponerlo las cosas para traerlos a casa, bajo de la habitación y me dirijo a la cocina, Carmen, la empleada que atiende la casa, está en plena faena preparando la comida.

 

-Hola Carmena, ¿tienes la comida preparada?

-Un momento Adrian, puedes ir a la sala, te llevo allí la bandeja o ¿prefieres comer aquí, en la cocina?

-Prefiero aquí y así charlamos un poco, así no veo tanto la tele, deja el plato en el mostrador, me siento aquí y te veo trabajar mientras hablamos.

-Tengo algunos recados, de Leandro, éste es el jardinero, hermano de Carmen y de los del mantenimiento de la piscina, vendrán mañana para aditivar el agua que tiene algún fallo la depuradora.

-Muy bien, eso lo dejo en tus manos, esta noche tengo algún invitado, un par de amigos, si puedes déjanos algo para picar y cuando termines te puedes marchar.

 

Después de comer vuelvo de nuevo a la habitación, lavo mi boca y tomo asiento en el escritorio mientras pasan las horas que faltan. Dispongo algunos papeles que me ha dejado Carmen y luego me tumbo en la cama, sin deseos de dormir, para descansar y pensar, sobre todo, en lo que va a suceder.

 

Lo cierto es que estoy muy solo y necesitado de afecto, desde que faltan mis padres he tenido que organizar mi vida y agradezco lo previsores que fueron, en lo económico no tengo problema alguno y en lo afectivo, después del descalabro que tuve con Andrés, es muy difícil volver a confiar en alguien.

 

Me levanto y voy al baño, deseo darme una ducha para estar limpio, soy maniático con la limpieza y el orden, herencia de mi madre. Se está de miedo debajo de la lluvia de la ducha pero bajo la temperatura, no deseo excitarme, quiero estar tranquilo. No sé qué ropa ponerme, no quiero desentonar, Javier y Roberto son gente sencilla, no quiero cohibirles con exhibición de ropas, bastante van a tener cuando vean la casa.

 

Me decido al fin, pantalón vaquero, ajustado para marcar culo ya que lo tengo resultón, que es lo que llevaban ellos, una camisa de cuadros, manga corta para estar fresco y unos náuticos de lona. Ya está, sencillo, resultón y coqueto. Estoy satisfecho con la imagen que me devuelven los espejos del vestidor, no soy muy guapo pero no estoy mal y aparento, voy al baño, un poco de colonia ligera, fresca, de olor metálico y estoy para que me coman.

 

Me acerco al bar, son las 21:30, igual llego un poco tarde y las dudas me vuelven a asaltar, ¿será cierto, me estarán esperando como hemos quedado? Mis dudas se disipan cuando al entrar, detrás de la barra veo a los dos chavales. Roberto me sonríe con su sonrisa de cielo para enseñar su dentadura, se ve que presume de ella y Javi me guiña un ojo, y también sonríe, vaya familia de la sonrisa perfecta. Me acerco a la barra y tomo asiento en un taburete. Roberto se acerca y con un paño limpia el trozo de mostrador que ocupo. Muy formal y en su papel me pregunta.

 

-El señor ¿qué va a tomar? - Me hace reír por bajines del descaro tan gracioso que tiene.

-Tónica con mucho limón exprimido y unas gotas de ginebra.

 

Va a buscar el vaso y la botella de ginebra mientras graciosamente dice en voz alta:

 

-Marchando, un Gintónic para el señor.

 

Hace una mueca, le salen unos hoyuelos en las mejillas, justo al lado de las comisuras de su bonita boca que le confiere apariencia de diablillo travieso.

 

Mientras prepara el gintónic echo un vistazo a los clientes del bar, media docena, una pareja sentada en una mesa, un señor de mediana edad leyendo un periódico y dos chicos, muy monos, hablando con Javi en la otra punta del mostrador. Javier, vaya postura que tiene, para hablar confidencialmente con los dos chicos, apoya sus codos en la barra e inclinado saca el culo ocupando casi todo el espacio del pasillo que hay tras el mostrador, Roberto le roza con su paquete al pasar por el poco espacio que queda libre y, bueno, a lo que iba, el culo de Javi, de llamar la atención, lo sabe y lo proyecta adrede, bajando la cintura para que sobresalga más y lo mueve, como si estuviera bailando, no sé qué coño de danza que lo balancea de una forma magistral.

 

El gintónic está magnífico, muy frío, ginebra solamente para que huela y limón mucho limón, aún burbujea la tónica recién vertida y al explotar las burbujitas del gas, me salpican la nariz de microscópicas gotitas que me la hacen arrugar.

Roberto se acerca de nuevo a mí, lleva un par de botones de la camisa sueltos y cuando se agacha puedo observar y ver el vello que cubre sus pectorales, no mucho, va recatado, sin exhibirse.

 

-¿Qué tal está el gintónic, no dices nada, no te gusta?

-Jolín, está estupendo, perdona, debía habértelo dicho, lo preparas delicioso.

-Oye Adrian, eres finolis ¿eh?, jolín, ¿quién dice jolín hoy día?

 

Me pongo de un colorado subido, el gintónic se me va por el conducto indebido, casi estornudo y apurado me llevo la mano a la boca. Cuando recupero la normalidad ante la divertida mirada de Roberto y la cómplice de Javier que se ha acercado respondo.

 

-Es una muletilla que me ha quedado, hablo con poca gente y cuando hablo con Carmen no voy a emplear una palabra grosera, además no me sale.

-Vale, vale, si a mí no me importa, pero cualquiera que te oiga te va a tomar por marica, aunque mirándolo bien… - No continúa y se calla.

-¿O sea que el gintónic está bien preparado?

-Sí, sí, riquísimo, hasta me apetece otro para luego mear bien. - Me doy cuenta de la tontería que acabo de decir y vuelvo a ponerme rojo, Roberto está empezando a mirarme con cara de deseo -

-Te voy a decir una cosa Adrian, es secreto que debe quedar entre nosotros.

 

Me quedo mirándole, pendiente de que continúe y él me hace muecas con la cabeza de arriba abajo.

 

-Ven acércate.

 

Me hace señales con la mano para que me acerque a la barra y él hace lo mismo hasta poner su boca a tres centímetros de mi oído.

 

-Además de gintónic se hacer otras cosas, muy ricas y sabrosas.

 

Su aliento caliente, como el aire del desierto, me ha puesto los pelillos de punta, se retira un poco y me observa, estoy con la boca abierta esperando que siga.

 

-¿No me vas a preguntar qué cosas son esas que sé hacer? Si no me preguntas no te lo voy a decir.

-Si.., si, ¿qué cosas son esas cosas que sabes hacer?

-Ven , ven, hombre ven, acércate otra vez.

 

Ahora casi pegado a mi oído.

 

-Se besar muy bien, se mamar la polla de puta madre y follo, ya me dirás después, tú mismo, como follo.

 

Ahora no han sido solo los vellos los que se me han puesto de punta, un escalofrío de placer me ha recorrido la espalda, desde el culo hasta la nuca.

 

-Adrian, ¿quieres otro que vamos a empezar a recoger?

-No…, no, gracias, ya tomaremos después.

 

Los clientes van desfilando, quedan rezagados los chavales que hablaban antes con Javier. Marchan también, me fijo un poco más en ellos, hasta ahora, embebido en la contemplación de los hermanos, no me había fijado demasiado, la verdad es que están muy buenos, los dos. Javier se aproxima, coloca una mano sobre mi muslo, ya no hay nadie en el bar más que Roberto que está ocupado recogiendo, se aproxima y posa sus labios sobre los míos, sutilmente, casi sin tocarlos.

-¿También esos te gustan?, son amigos míos y si te portas bien esta noche, puedo presentártelos, antes me han preguntado por ti, a ver si te conocía. - Javi vuelve a guiñarme un ojo y se retira para ayudar a su hermano.

 

Ciertamente estoy ya caliente y aún no ha sucedido nada, nada de nada. Ahora me acuerdo de mi decisión, de llevarlos a mi casa.

 

-Este, Roberto, Javi, que creo que es mejor que cuando recojáis vayamos a mi casa, está vacía y a nuestra disposición para lo que queramos hacer.

-No importa, no te preocupes, hay unas colchonetas hay detrás y nos arreglamos muy bien, ¿verdad Javi?

 

Javier asiente y continua recogiendo y barriendo algunos papeles. Ahora, ya más confiado, al ver que no hay mala intención por su parte, insisto.

 

-Pero vamos a estar mejor en casa, además he pedido a Carmen que nos deje algo preparado para cenar.

-Pues por nosotros, si te empeñas, no hay mayor problema, ¿a que no Javi?

-No, ningún inconveniente y encantados de aceptar la invitación, llevaremos una botella de Gin, ésta que te gusta a ti, para que no pongas tu todo.

 

Han terminado de recoger y cierran el bar, acaba de anochecer, hace una cálida noche, tirando a caliente y pienso que nos va a venir de madre la piscina, para tomar un baño cuando se tercie.

 

-Vamos andando, no he traído el coche, total son diez minutos, ni llegan a tantos.

 

El camino se hace corto, llevo a los chicos a ambos lados. Roberto a mi derecha y Javi a mi izquierda y ahora que lo pienso, creo que yo no los llevo a ellos, son ellos los que me llevan a mí, en el centro.

 

-¿Sabes Adrian que tienes un culito precioso?

 

A la vez que dice estas palabras Roberto me acaricia el culo disimuladamente.

Me giro. Ya no puedo aguantarme por más tiempo. Abrazo a Roberto por la cintura y lo beso en los labios. Este me atrae hacia sí y su lengua se mete en mi boca al tiempo que sus manazas se deslizan dentro de mi pantalón. Estamos en la calle, en un puente rodeado de vegetación que cruza un arroyo que pasa frente a mi casa. No me importa nada.

 

Roberto me ha bajado los pantalones lo justo para dejar mi culo a plena vista, pero me sigue besando. Noto la dura y caliente verga de Javier, que se me apoya entre las nalgas. Debe haberse echado algún lubricante, pues la noto húmeda. Empuja, pero me duele. Vuelve a la carga, pero no lo consigue.

 

-¡¡Para!! ¡¡Me vas a destrozar!!

 

Protesto. Me da la vuelta y me besa. Roberto me sube los pantalones y me gira, para besarme. Veo como los dos hermanos se besan en la boca, intercambiando sus salivas. No esperaba que entre ellos también fueran a hacer cosas, aunque los amigos y las actitudes de Javier momentos antes deberían haberme hecho suponer que para ellos todo esto no era nada nuevo. Me sentí algo cohibido, pues yo no tenía experiencia alguna y ellos debían ser máquinas de sexo bien engrasadas. Como si leyera mi mente Roberto me abrazó, besándome en la frente y acariciándome el cabello.

 

-No tienes que preocuparte, virgencito guapo, solo haremos lo que quieras.

 

“Virgencito” veía como me iba a quedar esa noche, a pesar de tener a los dos hermanos por los que bebía los vientos a mi disposición y con ganas. “Virgencito” y sin excusas que poner a Alejandro. Javier me agarra de la mano y tira de mí, con ganas de cruzar de una vez el dichoso puente, llegar a mi casa y hacer lo que surgiera. Saco las llaves. Ambos hermanos de sorprenderse no dieron muestra alguna de ello. Los jardines son tan exuberantes que parecen el puto jardín del Edén, incluso mi padre plantó en su día un manzano para acentuar esa impresión. Solo uno. Recuerdo que mi madre le recriminó día y noche que eso era una “afrenta a Dios nuestro Señor”, pero mi padre siempre iba a “Hablar con ella al dormitorio”. Ya era bastante mayor para medias verdades, pero siempre me dijeron que iban a rezar.

 

A los pies del manzano hay un lecho de hojas que a ojos de Javier debe verse como una cama bien mullida, pues sin esperar a que cerrara la puerta de la entrada se despelota y se tumba sobre estas. Yo le dejo hacer. Estira la mano hacia una gorda y roja manzana, de aspecto muy jugoso.

 

-¿Puedo?

 

Pregunta con un tono de voz juguetón y poniendo ojitos de cachorro. Verlo así hizo se me pusiera dura de golpe.

 

-Claro...

 

Ahí está, tirado en el suelo, desnudo, mordiendo una manzana y con su serpiente de carne tentándome. Al ver que no me decido Roberto toma la delantera, se desnuda, se arrodilla frente a su hermano y comienza a lamerle el pijo. El culo del hermano mayor se ve muy apetecible desde donde me encuentro, así que me desnudo, con calma, pues noto que Javier no me quita ojo, y camino con lentitud hacia la retaguardia de Roberto. Este pone el culo aún más en pompa, separando las piernas de tal forma que sus duras nalgas se abrieron mostrándome su rosado botón, aunque parece que dilata con gran facilidad.

 

Beso una nalga. Luego la otra. Disfruto del olor de su culo. Se nota que es un hombre muy pulcro, pues no hay ningún olor desagradable, solo un leve aroma a sudor. Acerco mis labios a su esfínter. Mi idea es un besito fugaz, pero la forma en que este se contrae y dilata me permite un verdadero morreo con la que desde entonces considero su boca inferior. De haber tenido una lengua allí no me habría sorprendido tanto como la capacidad de abrirlo y cerrarlo a su antojo.

 

Al ponerse a hablar supe que había parado su incestuosa mamada, disfrutando de mi comida de culo.

 

-Chiquitín, lo haces muy bien, pero el culo que hay que cenar es el tuyo.

 

Se aparta, dejándome la cercana y súper morbosa visión de su hermano, el cual tiene un pollón enorme, como los de las películas porno. No hacen falta palabras, me arrastro y me pongo a lamerlo como si fuera un helado. El aún sigue con la dichosa manzana en la mano, dándole mordiscos ocasionales.

 

Roberto se me pone entre las piernas, que separó. Me masajea los cachetes del culo, apretándolos con sus grandes y fuertes manos. Saca varios gemidos de mi boca, aunque esta ésta tan ocupada que apenas fueron audibles. Cuando se puso a besar y lamer, mi aún cerrado esfínter, fue como si me llevaran a otro plano de existencia, uno en el que solo había placer.

 

Primero son tímidos besos, seguidos de lametones. Se remata con su comida de culo y fue dilatándome con su lengua. Nunca había imaginado que nadie pudiera tener una lengua tan larga y juguetona, quitando a los miembros de KISS y las vacas. Ya descubriría que, aunque a Roberto le avergonzaba, la lengua de éste es casi igual de larga que su polla. Y no es que fuera un eunuco, ni mucho menos.

 

Javier se pone a bombear con su polla en mi garganta al tiempo que avisa de su venida.

 

-¡¡Me voy a correr!! ¡¡Ponte a tragar Adrian!!

 

Yo, obediente, trago. Aunque es más bien para no ahogarme con la gran cantidad de leche espesa y salada que llena mi garganta. Roberto saca su lengua de mi culo y noto como apoya otra cosa contra este, aunque está tan dilatado que no me importa. A Javier si le molesta, pues se queja.

 

-¡¡Lo quiero estrenar yo!!

-No haberte corrido en su boca.

 

Zanja el mayor y me la mete de una. Esta su buena media hora follándome el culo, con un dúo de gemidos de placer saliendo de nuestras bocas y el sonido de tambores de carne que sacaban sus cojones con sus enérgicas embestidas. Nunca creí que ser follado pudiera ser tan placentero, aunque me sentía tan cansado que parte de las emociones se iban cubriendo por una pesada somnolencia. No sé en qué momento exactamente pero Roberto vació sus huevos en mi interior, más de una vez.

 

Me quedo dormido. Despierto en mi cama, con algo bien grande, duro y caliente dentro de mi culo. Un espejo ornamental me devuelve la imagen de Roberto y mía, abrazados y desnudos, bien tapados por las sábanas de seda en la gran cama de matrimonio que antes fuera de mis padres. Seguíamos rezando, aunque mi acompañante se hallara dormido.

 

Busco con la mirada el cuerpo de Javier que no veo, está justamente detrás de su hermano con los ojos bien abiertos, me hace un gesto con el dedo índice para que guarde silencio, colocándolo en sus labios.

 

Retiro mi cuerpo y la verga de Roberto se desliza y retira de mi cuerpo, me sale la leche a borbotones y estoy poniendo todo pringado. Me encamino hacía la puerta y Javi me sigue, al salir de la habitación cierra la puerta con cuidado de no hacer ruido. Llegamos a mi cuarto, el que usaba antes, cuando vivían mis padres y voy al baño a lavarme, Javi sigue detrás de mí como un perrito a su amo.

 

-¿Como nos hemos quedado dormidos?, no lo entiendo.

-Normal, estabais cansados, Roberto te ha echado dos polvos en el jardín, luego cenamos, oye todo muy rico, sabes cuidarte tío, y otro en la cama, así se duerme cualquiera del cansancio.

-Me voy a meter en la ducha, estoy hecho un ecce homo, a ver si se va la mugre que tengo pegada en el cuerpo.

 

Me introduzco en la ducha y Javi me sigue, continua aún desnudo, cierro la puerta de cristal y abro el grifo de la ducha, el agua está deliciosa, cuando voy a coger la botella de gel veo que Javi la tiene en la mano junto con la esponja.

 

-Pásame el gel, por favor. - Le indico alargando la mano -

-Adrian déjame que sea yo el que te lo aplique, me gustaría lavarte.

-No hay inconveniente, si te apetece. - Me quedo parado esperando su actuación -

-Sabes Adrian, me interesas y mucho, me hubiera gustado que estuviéramos los dos solos, ahora por lo menos, al principio, para irnos conociendo, mi hermano es un cabrón y un rompe culos y traseros, un salido.

 

Mientras habla va pasando lentamente y con suavidad la esponja por mi cuerpo, luego la abandona en el suelo y son sus manos las que se deslizan por mis hombros, por mi espalda hasta llegar a la redondez de mis glúteos, sus manos acarician la raja que separa mis cachetes y con la suavidad de la espuma hurga en mi ojete que sigue dilatado por efecto de la verga de su hermano.

 

-Te deseo Adrian, ya sé que estarás cansado pero tengo unas ganas locas de ti, desde que te vi fisgando por el entorno del bar, he querido que llegara este momento, te lo digo de verdad.

-Si te soy sincero Javier, es que si entré en el bar fue por ti no por tu hermano, me impone y me siento una cosa con él, no una persona. Claro luego, como está tan bueno y es tan mandón no te ha dejado intervenir, pero yo también te deseo, en realidad me tienes loco desde hace más de un mes.

 

Bajo la mirada, la polla de Javi se está balanceando, larga y gorda y despierta mis deseos, también mi verga está empezando a coger consistencia y quiero ir a la cama y hacer el amor con Javi, tranquilos, sin que nadie nos moleste.

-Venga Javi, vamos a secarnos y luego a mi cama que quiero estar ya con contigo.

 

Mientras seca mi espalda y mis piernas voy recapacitando en la diferencia que hay entre Roberto y Javier, Roberto es un brutote, una delicia de macho, capaz de follar tres veces seguidas sin que le disminuya la verga y la sabe utilizar de maravilla, y Javier, Javi no está nada mal y bien surtido por la madre naturaleza, o su padre natural, es más delicado, más cariñoso y atento, me van los dos pero cada uno en su momento, ahora deseo que me mimen y me quieran y me besen y para eso Javier, Javi es mejor un ciento de veces. Yo también lo seco y acaricio con mis manos su hermoso cuerpo. Le sujeto con mi mano de la vega y me lo llevo tirando de él. Nos metemos en la cama, nos miramos y nos vemos hermosos, deseables y acerco mi rostro al suyo, tiene unos ojos preciosos color miel y ahora cuando sonríe chispean, su nariz recta muy fina y chatita en la punta, sus labios color rubí y el inferior gordezuelo que le brilla al sonreír y estirarse la piel que lo cubre y los hoyuelos preciosos que se le forman, como ahora que sonríe y tierno acerca su boca para robarnos el aliento, mutuamente nos lo intercambiamos hasta que al unir nuestros labios cortamos el ardiente flujo. Los imaginaba deliciosos por el furtivo beso que me robó en el bar, me quedé corto, son divinos y su sabor es grandioso, calientes hasta abrasar y saben besar y envolver en ellos los míos como protegiéndolos para que el frío no los alcance y los corte como si fuera un cuchillo.

 

Hace fuerza con su lengua para que le ceda paso y se adueña de mi cavidad bucal y busca hasta encontrar la compañera de juegos y se ponen a bailar, a tocarse, a luchar en un duelo desigual, donde la mía, lo tiene perdido de antemano y le cede el terreno para que entre donde quiera y ocupe todo el lugar. Es un sueño como besa, como busca las esencias de mi saliva para aspirarlas goloso y luego, para un momento para descansar y vuelve a la intensidad de removerse, chupando mi paladar y querer entrar más, y más, y es imposible, el tope son nuestros dientes que se entrechocan, es barrera que pone freno a sus ansias y límite natural.

 

-Adrian, tienes una boca deliciosa, te la comería a mordiscos, sabes a pétalos de rosa.

Logra mi risa ahogada, no despega sus labios de los míos, solo para susurrar.

-Adrian te tengo que hacer mío, te deseo, necesito estar dentro de ti.

 

Va recorriendo mi cuerpo con sus labios y su boca, besa, lame, muerde, toca y todo se resume en caricia y en ardor que me da la calentura de su aliento, a veces es lento en su avance y a veces rápido y por fin llega a mi verga, no es del tamaño de la suya pero no está mal, le gusta, la acaricia y con suavidad infinita la va descapullando, dejando que salga el glande húmedo y rojo como fucsia. Le pasa la lengua con temor y un calambre me sacude, es suave empapada en su saliva, luego la enrosca debajo de la corona y puntea en el frenillo y cuando el prepucio la cubre, mete la punta buscando robar su esencia y luego la mete toda, toda no, lo que puede hasta que le dan arcadas y vuelve. Mientras tanto con su mano está acariciando la entrada de mi culo, no tiene que realizar mucho esfuerzo para que sus lardos dedos vayan entrando, ocupando el lugar ya abierto con anterioridad y el placer hace que me vuelva loco, que mi cabeza se mueva sincopada hacia derecha e izquierda. Juega con ventaja tiene todo lo mío entregado, mi verga en su boca, mi culo refugio de sus juguetones dedos que quieren abrir el camino que está abierto.

 

-Javi, Javi, por favor, métela ya, métela y deja de mamar que me corro.

-Ni se te ocurra correrte, nos correremos los dos, a la vez, quiero verte y oírte como gritas.

Le abro mis piernas al máximo, para entregarme todo a él y le ofrezco el espectáculo de mi ano, abierto, boqueando pidiendo sin palabras, que entre por él. Toma posicion y sujeta su larga lanza con determinación y la emboca pegando golpecitos en la entrada, como llamando con la aldaba en la puerta del castillo, no se para que, si no hay guardias en la puerta, si la fortaleza esta rendida y esperando la visita deseada, que le quiere brindar la mejor de las meriendas.

Javi, me mira a los ojos que le dicen que sí, que adelante, que está tardando, que me muero en esta espera de tensión insoportable, al fin se decide y aprieta y va entrando, a la medida, exacta, como un guante, la siento discurrir por el canal del placer. Sin parar la mete toda hasta ahogarme, porque empuja mis intestinos hacia dentro y me oprime en el estómago y los pulmones dándome la impresión de que me falta el aire y la vida.

 

-Ay…, Javi, es delicioso, que placer tenerte, sentirte en mi interior, hazme tuyo.

 

Se agacha y viene hacia mí para besarme en los labios y mirarme y sonreír de satisfacción, soy suyo todo, entero, puede hacer de mi lo que quiera, estoy rendido a lo que desee y lo sabe o lo adivina.

 

-Ya eres mío Adrian, un mes deseando tenerte así.

Vuelve a acercar su cabeza y su boca a mi oído y me besa en la oreja y come de mi lóbulo rosa y me habla, muy quedo.

-Sabes que eres muy guapo Adrian, sabes las ganas que te tengo, sabes que yo voy a ser tu macho, sabes que no me contengo. - Esto último lo dice como con rabia, porque eleva su cuerpo soportado por sus musculosos brazos y empieza a bombearme bravío, montaraz, como un toro que embiste a su hembra, sin compasión, con una fuerza terrible, desbocada que logra suspiros y quejidos de mi alma.

 

-Así , así Javi que bien lo estás haciendo.

Acaricio sus costados, su espalda hasta donde llego que es muy ancha y subo mis piernas para enroscarlas en su cintura y voy con mis manos en busca de su culo para empujarlo, para atraerlo, para meterlo, hasta el fondo.

 

-Ahhhh.., Adrian me corro…, me voy.

Quiere salir y no lo dejo, no le permito que se separe de mi cuerpo, le sujeto con firmeza con mis talones detrás de sus pantorrillas para que se me vacíe todo, en mi interior, en el fondo de mi ser, no le dejo dar las embestidas profundas, son cortas, rápidas enérgicas, como el martillo del herrero golpeando el hierro al rojo. No puede respirar y cae rendido, sudando a mares, temblando aún por la pérdida de fluidos que mi culo ha arrebatado. Lo acuno entre mis brazos, lo acaricio todo y beso, beso su rostro y limpio el sudor con mis labios, bebiendo de él. Luego, una vez repuesto, se eleva como una pluma que aleteara en el aire, me mira agradecido.

 

-Ahora tú, quiero que te corras y disfrutes, quiero que grites y me digas que te lo estoy haciendo bien, de puta madre.

 

Habla y bombea, retiro el tope de mis talones y ahora puede jugar con toda la longitud de su polla que entra profunda y luego sale hasta la punta y así en vaivenes locos logra que mi piel se erice, que los calambres sacudan mi estómago, que se contraiga mi vientre y en una explosión terrible me corra.

-Sí, sí..., Javi, ¡ayyyyy!, para, para, me vuelves loco, no lo aguanto.

Intento empujarle, retirarle de mí, cerrar mis piernas para impedirle el paso. Es fuerte como un lechón y es el que puede y el que manda y el que controla la plaza. Sigue entrando y saliendo hasta que quedo con los ojos en blanco, perdido el conocimiento.

 

-Te ha gustado Adrian…, Adrian, dime que te ha gustado.

Quiere una respuesta y no se la puedo dar, al menos no con la voz, con el cerebro le estoy diciendo.

-Me has dejado totalmente satisfecho, tú con uno, mejor que tu hermano con tres.

Luego nos quedamos dormidos, abrazados, destrozados, de alegría y felicidad, al menos por mi parte.

 

Despierto temprano, Javi yace a mi lado, totalmente destapado, boca abajo con una pierna encogida y con una sonrisa maravillosa que derrite el corazón, me apetece de nuevo tocar sus hermosas nalgas. En su lugar me levanto procurando no mover la cama para que sigua con su sueño, bonito debe de ser por su mueca de felicidad.

 

Me deslizo hasta el baño, me ducho y preparo como me es habitual, en mi mente tenía muy presente que debía contar a Alejandro lo sucedido y esperar sus instrucciones.

Bajo a la cocina, Carmen se afana recogiendo el desorden de la noche, me saluda pero me mira como enfadada, con reproche y conozco el motivo. Sabe que no es norma en mí, dejarle la cocina como la encuentra esta mañana. Veo también a Alejandro, el jardinero con el mismo trajín, recogiendo, cerca de la piscina todo lo que, a la noche, dejamos tirado y fuera de lugar. Debimos de armarla parda, parece que ha pasado un huracán por ciertos lugares de la casa. Debo disculparme con Carmen.

 

-Buenos días Carmen, parece que hace un día glorioso, perdona que anoche no te recogiéramos las cosas, se lió todo y ya ves.

-No te preocupes niño, para eso estoy yo aquí. - Me sonríe pero, por el tono empleado, noto un ligero y sutil reproche en su respuesta -

-Hay unos invitados en el dormitorio principal y en el mío, será mejor que esperes a que se levanten para entrar a limpiar.

-Muy bien, vale, como tu digas, ¿te preparo el desayuno ahora?

-No, no te molestes, bastante tienes que hacer, con un zumo de naranja tengo suficiente.

 

Voy al salón y accedo a la pantalla con un ligero toque de mis dedos en el teclado del ordenador.

Abro el correo, tengo multitud de mensajes pero nada de Alejandro.

Le explico en detalle, como él quiere lo sucedido, desde que me personé en el bar de los hermanos y luego voy a leer la prensa a la cocina mientras, impaciente, espero su respuesta.

 

Cuando vuelvo encuentro su contestación en la bandeja de entrada, Alejandro se ha tomado muy en serio lo de mi tutela.

Pincho con el ratón para abrir su correo, esperanzado de recibir sus felicitaciones por el trabajo realizado que, creo yo, ha estado bien hecho. Su respuesta:

“Haber si te enteras ciruelo, no has hecho nada de lo que te dije, que no has cazado, tú has sido la presa, pero no importa ya he descubierto lo que eres y he diseñado un nuevo plan, no para que caces, para que seas presa fácil, que se te da mejor y veo que de puta madre.

Ahora aprovecha lo que tienes y, como eres un poco gili, no te enamores que lo jodes, déjame urdir el plan en detalle que vas a joder la leche, o al menos te van a joder, ¿entendiste? Ahora disfruta de lo que tienes, me parece que bastante carne para una temporada y luego hablamos. Vete contándome.

Hasta luego picha floja.”

Hasta ahí el mensaje, no me ha felicitado pero se le nota contento, satisfecho del resultado de sus enseñanzas.

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