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Día de Boda

en Gays

Somos tres cuñados: Roberto, un hombre de 30 años, moreno y con un cuerpo muy bien definido por sus largas horas en el gimnasio. Este tiene tiene dos hermanas, con sus respectivos maridos, Sebastian, un chico de 25 delgado y menudo pero bien fibrado y yo, de 32 tacos, cuerpo supermusculado y el más alto de los tres.

 

 

 

Era el día de la boda de Roberto, y las hermanas de este, nuestras esposas, nos mandaron a la habitación de invitados, ya que el resto de la casa fue tomado por una horda de féminas dispuestas a maquillarse, vestirse y otras tantas actividades.

 

 

 

Nosotros también teníamos que arreglarnos, pero contaríamos con más tiempo libre que ellas sin ninguna duda. El primero en querer ducharse fui yo. Me desnudé totalmente y entré al baño. Sebastián entró detrás mía, sin esperarse a que empezara siquiera a asearme. Estaba solo en boxers y marcaba un paquetazo espectacular.

 

 

 

-Carnal, tenes un lindo culo. Lo cogería a vos cual minita sin reparo alguno.

 

 

 

Me dijo con su jerga de argentino cachondo, y yo, como un tonto, le entré al trapo.

 

 

 

-Pues cógeme... si es que eres lo bastante hombre.

 

 

 

Se le formó una sonrisa de oreja a oreja. Se quitó los boxers y los lanzó al aire, hacia fuera del baño. Se dispuso a entrar a la ducha justo en el momento que yo estaba abriendo el agua de la ducha, y dándole la espalda. En ese preciso momento entró Roberto, que lo había escuchado todo desde fuera.

 

 

 

-Diego, no sé si te das cuenta pero el mono cachondo este te quiere dar por culo. Y no, no metafóricamente.

 

 

 

Dijo todo serio entrando en tanga con el cepillo de dientes en una mano y el tubo en la otra.

 

 

 

-Ya le dije que no se atrevería a intentarlo siquiera.

 

 

 

Sonreí tontamente. Sebastián entró a la ducha y se me arrimó. Pude sentir su verga, gorda y bien dura, rozando mis cachetes. Me besó la nuca y me susurró al oído.

 

 

 

-Pibe, ¿realmente tiene los cojones a ver si soy capaz de darle por el orto? ¿O ha fumado de esas hierbas del sobrino Ignacio?

 

 

 

Giré la cabeza y besé a un desprevenido Sebastián en los labios, que lejos de apartarse me metió la lengua en la boca todo lo que pudo. Me separó las nalgas mientras me besaba y comenzó a meterme su enorme miembro viril. Me dolía un poco, pues hasta entonces nunca había hecho nada con hombres, pero también me daba cierto placer. Y finalmente noté sus huevos chocando contra mi trasero.

 

 

 

-¿Viste? ¡¡Nadie pone en duda el coraje y la bravura de un Mendosa!!

 

 

 

Dijo Sebastián, mirando a Roberto. Este, con el cepillo de dientes en la boca, nos miraba con los ojos muy abiertos. Se enjuagó, escupió y exclamó.

 

 

 

-¡¡Que culo de putita tragona, cuñado!! ¡¡Ya quedaremos cuando Sofía esté preñada y no quiera tema!!

 

 

 

Sebastián se puso a meterla y sacarla, cada vez más fuerte, ya que no le dije, y no me apetecía, que me la sacara bajo ningún concepto. Empecé a gemir. Roberto cerró la mitad de la mampara de la ducha y abrió la otra mitad, pudiendo entrar justo delante mía. No sé cuando, pero se había terminado de desnudar. Y apuntaba a mi cara con un rabo gordo, aunque no tan largo como el de Sebastián.

 

 

 

-Bueno, a ver como compráis mi silencio para que no diga nada a mis hermanas.

 

 

 

Sacudía su vigorosa polla frente a mis ojos. No lo dudé más, la metí en mi boca y chupé con ansias. Sebastián comenzó a darme cachetes en el culo, pero suaves, para evitar que se escucharan fuera, mientras que Roberto me agarró de las orejas y comenzó a dirigir él el como me tragaba su rabo, como si me follara la boca.

 

 

 

Y, en el momento en el que mi concuñado de Buenos Aires comenzaba a llenarme el culo de leche, vimos a un jovencito desgarbado de unos veinte, vestido con traje gris, con sus melenas rojas revueltas y sujetando una cámara de vídeo. Yo quise que me tragara la tierra y Sebastián me la sacó y se cubrió con una toalla, pero cuando fue a quitarle la cámara al muchacho Roberto no le dejó.

 

 

 

-Deja que siga grabando. - Me miró a mí, que todo el morbo se me había bajado lo menos al sótano. Me dio en la cara con su polla, aún dura que antes. - Y tu, puta, sigue tragando o tendré que darte una buena tunda de azotes.

 

 

 

Volví a tragar esa barra de carne, pero me sabía observado y eso me tenía tenso. Hasta que comprobé que el sobrino venía sin pantalones. Sebastián también se dio cuenta, y entre eso y ver como tragaba la polla del cuñado, se le volvió a poner dura. Sin dudarlo se puso tras Ignacio y comenzó a clavársela en el ojete, aunque a él le entró con mucha facilidad.

 

 

 

-Vaya, sobrino, veo que le gusta la verga.

 

 

 

-Desde que cumplí los 16, cuando papá me dio de regalo de cumpleaños el mejor polvo de mi vida.

 

 

 

-No estamos aquí para hablar de José Miguel. - Sentenció Roberto mientras me agarraba de la nuca para que no sacara su tremenda tranca y comenzó a correrse.

 

 

 

Tragué tanto semen como el contenido de un botellín de cerveza, o eso me parecía a mí, hasta que me dí cuenta que hacía rato había dejado de correrse y se estaba orinando directamente en mi garganta. Tragué de todos modos. Me estaba encantando. Sebastián se puso a resoplar como un caballo mientras sacaba del todo la verga del culo del sobrino para enterrarla de nuevo de un solo golpe de cadera. Le estaba dando tanta caña al chico que este a duras penas mantenía firme la cámara.

 

 

 

Roberto me apartó a un lado y tomó la cámara de vídeo de las manos de Ignacio, y se puso a grabar al tío follándose al sobrino, aunque apenas llegó a grabar el como Sebastián lo ponía a cuatro patas y se le corría en el culo mientras ponía cara de intenso placer. Yo, recién salido de la ducha, seguía caliente y con la polla tiesa, así que me puse tras el muchacho y se la clavé hasta los huevos de una sola estocada. Este trató de llevarse la mano a su entrepierna para masturbarse, pero Sebastián no le dejó.

 

 

 

El novio volvía a tener una tremenda erección, así que le dio la cámara a Sebastián y le dijo, guiñándole un ojo.

 

 

 

-No pierdas detalle, esta será mejor que la despedida de soltero que me montasteis.

 

 

 

Sebastián se ubicaba para poder tener buen ángulo y Roberto cogía al sobrino de los hombros y lo alzaba para que le mamara la verga, la cual le entraba hasta la base. Yo le seguía follando el culo sin piedad, con mis cojones chocando de forma bastante ruidosa contra su culo. El ritmo era tan duro y placentero que no tardé mucho en correrme en el culo del joven, el cual cedí a Roberto. Este se sentó sobre el el inodoro e hizo que Ignacio se sentara y levantara de su tronco de carne palpitante. Roberto me miró y dirigió una mirada a nuestro sobrino, haciéndome entender que este aun no había sido atendido.

 

 

 

Me arrodillé entre sus piernas y me puse a mamarle el pene, de unas dimensiones que no tenían nada que envidiar a las del novio casamentero. Sin avisarme se corrió en mi boca mientras Roberto le llenaba las tripas. Sebastián dejó de grabar y sacó el disco de la cámara. El sobrino se metió en la ducha, sin decir nada, mientras que mi cuñado y mi concuñado se me acercaron y nos dimos un abrazo y un beso a tres bandas. Roberto, disculpándose, nos susurró.

 

 

 

-Perdonad la encerrona, fue idea mía el que nos trajeran a la habitación de invitados.

 

 

 

-¡¡Ey!! No se apene, la sorpresa nos agradó tanto al concuñado como a mí.

 

 

 

Respondió Sebastián.

 

 

 

-Si, no sabía que tuviera unos tíos que follan como malas bestias.

 

 

 

Replicó Ignacio desde la ducha.

 

 

 

-¡¡Tú a callar, enano!! ¿O quieres que entre y te dé lo que mereces? - Le respondí, riendo.

 

 

 

Asomó la cabeza y me miró, desafiante.

 

 

 

-No hay cojones.

 

 

 

-¡¡Ahora verás!!

 

 

 

Entré de nuevo a la ducha, con la polla tiesa nuevamente. Un teléfono sonó, con una musiquilla caribeña. Sebastián tomó el su teléfono y miró en la pantalla. Era un mensaje, que más tarde sabría que decía así:

 

 

 

Han venido todos los de la quinta de Roberto. ¿Estás seguro que se dejará follar por cuarenta tíos? ¿No le molestará esta encerrona precisamente esta noche? Tu prima que te quiere. XOXO” Sofía Escribano Mendosa.

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