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Callas no por satisfacción, sino por vergüenza

en Gays

Callas no solo por satisfacción, sino por vergüenza

Soy de los que pensaban, que eso de los puntazos, restregones o manoseos en los transportes urbanos, eran solo para chicas… no porque se los deseara, pero todo cambia en el momento que lo hacen conmigo, me avergüenzo, no por esto o las sensaciones, sino por el lugar tan morboso que eligen entre tanta gente. Leo en casa el código y veo que los toqueteos, miradas lascivas y palabras obscenas en el transporte público, son causa de delito y por la cual el agresor, puede ir hasta a la cárcel.

Mirad, yo desde los catorce años comencé a coger el transporte urbano sólo. La idea no fue mía, sino de mi padre. Él fue quien me animaba a cogerlo, pues no dejaba de decir…

  • “Ya, eres mayorcito para coger tu solo el autobús, debes de aprender a valerte por ti mismo y moverte solo”.

Mi padre era de esos, que no me dejaba de recordar...

  • "Yo a tu edad, ya me buscaba la vida".

Animándome a coger el autobús solo, pero eso sí, no dejaba de advertirme…

  • “José, debes de tener mucho cuidado de los extraños, no debes de hablar con desconocidos, no aceptes nada de estos, ni tan siquiera un caramelo”.

Recuerdo que los primeros autobuses que cogía eran los cercanos a donde vivía, siendo estos de la línea 33, el 34 y el 6, líneas que me acercaban en su mayoría al centro o a Triana, pero cuando me toco coger autobuses interurbanos, fue un gran reto para mí, pues no estaba acostumbrado a estar tanto tiempo dentro del bus. Todas líneas en general eran buenas, no habiendo una mala, pues lo único malo era cogerlas a hora punta, ya sabéis las horas y salida de colegio y Universidad; y las de ir a trabajar.

La primera vez que me ocurrió, tendría precisamente catorce años, ese día tome precisamente una de estas líneas que he mentado, no recuerdo bien si iba o regresaba de algún encargo de mi madre. Pero eso era lo de menos, creo recordar que cuando me monte en el autobús, este estaba casi vacío, comenzando a llenarse a medida que se detenía en una parada a recoger transeúnte, subían el doble de los que bajaban. Comenzando a llenarse el autobús, tanto que percibía la “humanidad” de muchos de ellos. Yo estaba a lo mío, no te queda otra, pues aún me quedaba muchas paradas para bajarme. El viaje en un principio estaba tranquilo a pesar de los muchos empujones, lógicamente era debido a la gente por prepararse a bajarse en una parada unos, y otros que decía que al fondo había sitio… como siempre. Siempre notas algún manoseo o restregón, pero tras una mirada se disculpan rápidamente, alegando…

  • “Perdón, me iba a caer”.

Y cosas parecías, disculpas absurdas. En otras ocasiones, notas como algunos vienen “contentos”. Ese día, no recuerdo bien en que momento ocurrió, pero entre empujones y empujones sentí algo presionar mi culo, mire rápidamente hacia atrás, mire por ver a esta persona. Viendo que era un hombre mayor, no dando crédito e ignore, pensando que quizás haya sido por una torpeza suya, pensé en la edad pues su físico y el color de sus cabellos me lo hicieron pensar.

El detalle que me llamo la atención, no fue otro por lo que sudaba, pues las gotas caían de su frente de forma exagerada. Este me miro y sonrió, girando mi rostro con rapidez, mirando de nuevo hacia delate, di un par de pasos hacia delante más por precaución, pasos que no pude avanzar mucho más debido a la multitud del autobús.

Minutos más tarde una nueva parada, notando nuevamente a esta persona detrás de mí, notando esa dura presión en mis nalgas… mmm. En esa ocasión no hice nada, no me volví, simplemente me quede quieto, deseando que llegara mi parada o la suya, teniendo que aguantar aquello, sintiendo ya no solo como presionaba aquello sino como lo restregaba… mmm, teniendo que aguantarlo durante un cuarto de hora, tiempo que este tardo en apearse del autobús.

Esa noche tuve sueños húmedos, pensando en que llegarían a hacer estos, pensando en el tamaño de aquello, pues por la presión de su miembro en mis nalgas me hizo pensar, pero para ser sincero… mmm, lo peor lo lleve cuando comenzó el traqueteo. Pues lo malo de todo esto, era que debido a mi vestuario no notaba aún más, yo era uno de esos que iba en ropa deportiva a todos los lados, ya sabéis pantalón de lycra azul marino.

Los meses pasaron y con ellos los años, pero no estos encuentros, claro está no fueron continuos, sino más bien escasos, dándose sobre todo en hora puntas y en autobuses de largo recorrido. ¡¡¡Ojo!!!, no digo que siempre ocurre y aunque ocurra, los chicos en general no somos de los que vamos denunciando esto, no queremos ser conocido por este hecho, pues esto mismo pueden otros utilizarlo como burla o método de humillación, aunque no hayamos hecho nada malo.

Como he mentado, no siempre ocurre… escasas son las ocasiones, pero son llevada peor las veces, aquellas que coincide con otro mirándote, otro que parece que sabe o adivina lo que está pasando. Avergonzado y sonrojado me quedo sin decir nada, no hago nada para remediarlo, como un sumiso doy mi aprobación, no quedándome otra.

Esa vez como las anteriores, noto la presión de alguien detrás, por el olor que desprende, pude saber que era una persona mayor (tabaco, olor corporal). No me moví, me quede inmóvil, deseaba saber hasta dónde llegaría, mis prendas informales son como un reclamo para estas personas. Hay estaba yo de pie con mi brazo levantado, agarrado a aquella barra para no caerme, detrás se me pego mucho como para decir que hay mucha gente. Noto su asquerosa y vomitiva respiración, siento como pega su pelvis a mis nalgas, sintiendo como tiembla aquello que tiene entre sus piernas, callo y aguanto… mmm. Aguanto ya no solo aquello, sino debido a mi comportamiento tan sumiso, debía de aguantar aquella mano… mmm, aquellas caricias en mis nalgas… mmm. Mi corazón latía muy deprisa, debido a la adrenalina creada por la situación, cuyo morbo fue aumentando por minutos… uuuffff.

Pero lo peor vino después. Pues avergonzado, había bajado la mirada. Recuerdo que levante la vista, fijando mi mirada en la persona que tenía frente a mí, persona que me miraba sonriente, como si adivinara lo que estaba ocurriendo. Acabando por bajar la vista avergonzada, fijándome precisamente donde este tenía su mano, no era otro lugar que su entrepierna, fijándome precisamente en esta y en el tremendo bulto que se le marcaba. Asustado, me baje del autobús, teniendo la suerte de que esa parada era la mía, me encamine a casa, mirando repetidamente hacia atrás, no deseando que esta persona se hubiera bajado y me siguiera. Pero muy dentro de mí, deseaba todo lo contrario, cuando llegue a casa, llegue con la urgencia de ir al aseo a orinar, dándome cuenta cuando aparte mis calzoncillos, muestras de la excitación… mmm.

Los días pasaron con ellas las semanas y los meses, yo seguía cogiendo el mismo autobús, intentando cogerlo a horas punta, deseando que me tocara un pervertido, pero pocas fueron las veces. Fue una de esas paradas donde suelen bajar el 50% de los ocupantes del autobús, quedando este más vacío… más libre. Yo me quedo pensativo, sobre todo pensando en lo mío, deteniendo mi mirada a veces en hombres mayores, hombres que a veces se me quedan mirando, miradas que más que molestar me gustaba. Yo soy de los que piensan, que llevo mis experiencias en los parques o servicios públicos a otros lugares, pienso que soy un reclamo para este tipo de hombres… mmm.

Bueno sigo. Cuando ocurren, avergonzado y sonrojado me quedo sin decir nada, no hago nada para remediarlo, como un sumiso doy mi aprobación, no quedándome otra. Hoy día echo de menos aquellos tiempos, tiempos que por mi vestimenta o una simple mirada se me acercan. Aún recuerdo, uno de ellos, como envalentonado comienza por acariciarme uno de mis muslos con sigilo... mmm, magrea mis nalgas con la amplitud de sus manos, deslizando sus manos a la unión de mis glúteos, sintiendo esos hábiles dedos, no solo deslizarlos entre mis glúteos, sino presionar mi orificio o incluso puntearlo... mmm, quedándose ese… en esto al menos. Yo me quede abochornado, caliente y muy excitado, tanto que cuando llegue a casa, no me quedo otra que pajearme, llegado incluso a pegar un objeto a la pared y simular que era esta persona… mmm.

O como lo acontecido aquel día… mmm. Creo recordar que ese día como tantos, regresaba de la biblioteca pública, biblioteca que se encontraba en la calle Alfonso X el sabio. Día que por mi mala cabeza, regrese tarde a casa y encima, coincidiendo con la salida laboral. Aquel día, no solo hubo empujones, sino llegue a sentir como uno aprovecho mis nalgas para endurecérsela, no hubo palabras de disculpas como otras veces. Yo callado e inmóvil me quede, como siempre esperando que harán, creo que fue mi mayor error, pues aún recuerdo y como para olvidarlo. Cuando este desconocido y al mismo tiempo acosador, introduce su mano derecha por el interior del bolsillo de mi pantalón. Claro está me sobresalte, pues pensé en que este fuera un ladrón en vez de un pervertido, me moví a modo de poder quitármelo de encima, culee varias veces hacia atrás, no lo aparte… creo que más lo favorecí… mmm.

Sentía que aquello era de gran grosor y supuestamente de buen tamaño, aunque mis deseos eran otros, me contenía pues una cosa era hacerlo en parques o lugares ocultos y otras en autobuses. Cuando noto que esa mano se adentra en mi bolsillo, siento que para nada se interesa por lo que se haya en el interior, sino que comienza a acariciar mi muslo… mmm, siendo en segundos cuando noto como con sus dedos sujeta mi glande… ooohhh. Comenzando a acariciarlo entre las yemas de sus dedos, tiempo que no os sabría precisar, pero si os afirmo que de una forma incontrolada no pudiéndolo evitar, comienzo a descargar… aaahhh, tanto que la vergüenza fue mucho mayor, pues la mancha se evidenciaba en la tela de mi pantalón… mmm. Soltándome este al oído…

  • “Uuuffff, ha sido fabuloso… verdad”.
  • “Como me hubiera gustado haberla probado… mmm”.

Bajándome rápidamente en la primera parada que se detuvo el autobús a pesar de que no era la mía, caminando hacia mi casa con vergüenza y el temor que no se me viera, pues gracias a mi maleta, ocultaba dicha mancha. Ya en casa en mi cuarto, recordaba esos momentos con una tremenda paja… mmm, recordando no solo lo que este me hizo, sino con lo que me presionaba mi culo, teniendo en mis pensamientos el tamaño de aquello… mmm. Bueno el tiempo paso, no en este sentido las escasas oportunidades de estos, pues comencé a coger los autobuses con mayor asiduidad, sobre todo en estas horas.

La gente piensa que eso no puede ocurrir, aunque en verdad ese pensamiento es generalizado, pues hasta yo lo solía pensar. Estoy acostumbrado a esto en otros lugares, como aquella vez en un servicio público… mmm, servicio que se encontraba en el subterráneo de la desembocadura de la calle José Gestoso hacia la Plaza de la Magdalena. Aquel día baje a aquellos servicios porque me estaba orinando, ignoraba que allí había servicios subterráneos. Baje corriendo, dos hombres me encontré en su interior, uno orinando el otro se puso a lavarse las manos. Orine y sentí igual placer que una corrida. Recuerdo que tuve la sensación de ser observado mientras orinaba, rápidamente me gire hacia un lado, no deseaba que vulnerara mi intimidad, pero en minutos el morbo pudo conmigo... mmm.

Dejando que ese hombre, cuyo color de cabellos abundantes y de color grisáceo, me sonrió, me quede callado e inerte, me quede a lo mío, este volvió a mirarme, alargo una mano hasta introducirla entre el orinal y mi cuerpo. Mano que agarro mi miembro… mmm, cerré los ojos como muestra de placer, nuevamente me sonrió, soltando…

  • “Buena polla tienes chaval”.
  • “Nunca te he visto por aquí abajo”.
  • “Eres nuevo en esto, verdad…”.

Pensé en callar como otras veces, pero finalmente conteste…

  • “Es la primera vez que bajo”.
  • “No sabía que había servicios por esta zona”.
  • “Si… pero, me tengo que marchar”.

No me dijo nada más, no me dio explicación, ni pregunto, simplemente continuo masturbándome… ooohhh, dejándome hacer… mmm. Minutos después, note primero la presencia de otra persona detrás de mí, persona que comienza a acariciarme el culo… mmm. Siento mi polla a punto de explotar, cosa que este sabe y deja de masturbar mi miembro, dedicándose ahora a mis testículos… mmm. Quiero marcharme, pero algo dentro de mí… me lo impide, dejo de sentir esa mano acariciar mi culo, mano que ahora son ambas y acarician mis muslos… mmm. Notando ahora el grosor de algo duro presionar mis glúteos… mmm, aviso que me voy a correr, cosa que estos ni se inmutan. Sino que el canoso acelera su mano sobre mi miembro… ooohhh, mientras el de detrás acelera sus movimientos detrás, el cumulo de una situación que no es otra, que la aparición de una persona en los aseos, hace que logre alcanzar mi orgasmo al tiempo que el detrás logra el suyo.

Me marcho corriendo, guardándome mi miembro mientras salgo de aseos subterráneos, tocándome por el camino hasta que entre en los aseos de una cafetería, aseos donde pude comprobar como el muy cabrón se había corrido, dejando parte en mi entrepierna… mmm. Vuelvo a mis labores, vuelvo a mis tareas, excitado por lo acontecido, caliente de volverlo a repetir… uuuffff. Pero bueno es o será en otra ocasión, vale.

Volviendo a mi confesión, la verdad sí me paro a pensar, he tenido más roces y algunos de estos han sido algo más de roces, pues ha habido de todo. Algunos se contentan con magrear mis nalgas… mmm, otros con restregarse… uuuffff, los más envalentonados se contentan con masturbarme unos… mmm; siendo otros y estos bien escasos, cuyo fin ha sido correrse dentro de mi pantalón, dejándome su “regalito” espeso y caliente… uuummm.

Pero han sido dos las ocasiones que han sobresalido sobre el resto, algunos podrían decir que me marcaron, yo digo que para nada, no me han marcado ni psicológicamente como emocionalmente, quizás se haya quedado como un punto de inflexión. Mirad, me explico, como he dicho no soy nuevo en esto, no digo que no me guste ser utilizado, pero depende de cómo y cuándo. Me gusta el morbo… que digo gustar, me encanta y fascina el morbo, me pone mucho las situaciones donde me ocurren lo inesperado, pero siempre tengo algo de complicidad, tengo la situación controlada al menos en parte.

Pero en los transportes urbanos, tienen el morbo añadido de no saber cuándo y quien, no vez a esa persona o personas, sabes dónde te podría pasar pero no por ese motivo… pasaría. Y cuando ocurre, este tan nervioso que apenas gozas de la situación, pues intentas controlar el momento… pero no puedes, ya que no deseamos ser visto o sorprendido por alguien conocido. Estas sensaciones solo lo saben aquellos o aquellas que las han sentido, estas situaciones son claramente más denunciadas por ellas que por nosotros, nosotros callamos por vergüenza, como si nuestra deshonra fuera mayor que la de ellas. Bueno, mejor os lo cuento y ya me decís, vale… pero aún mejor, lo dejare para otra ocasión, os espero…

Bueno aquí finaliza mí última experiencia, como habréis visto viene calentita y no mejor dicho, recién salida del horno… mmm. Espero que os haya gustado tanto como a mí recordarla, espero vuestros comentarios, pero  no me seáis muy crueles. Mi email de contacto es, lógicamente va todo junto… Jhosua 1974 @ Gmail . com

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