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Esta mujer me llevará por el mal camino 27 Ironía5

en Bisexuales

Eran más o menos las ocho de la tarde, cuando llegamos al barco después de ir de compras. 

Al llegar al puerto de Marina Botafoc, nos encontramos al marinerito con el que Mia se había dedicado a “jugar”.

Al vernos (bueno al ver a Mia) se le iluminaron los ojos. 

Se acercó a mi, supongo que por pensar que era el marido de Mia, y me dijo si quería que nos llevara al amarre. Como estábamos en el mismo pantalán que

la otra vez, le dijímos que si, ya que hay un buen trozo. 

Mireia, que no sabía de que iba el tema, se sentó delante del Corsita, y Mia y yo lo hicímos detrás. 

 

Al llegar al Ironía, Mireia se bajo disparada, y Mia lo hizo con el contoneo típico que tanto le gustaba. 

En una jugada maestra, por mi parte, le cogí la mano al chico, que estaba encima del freno de mano, y la llevé hasta el impresionante culo lleno de pequitas de la pelirroja. 

 

El chaval se hizo polvo. 

 

Mia se giró rápido, flipando, y no vió que había sido yo. Se fué disparada para el lado del conductor, mientras yo esperé dentro del coche por si tenía que decirle a ella que había sido una broma mía. 

 

Mia, que no estaba mosqueada para nada, le preguntó si había pensado en su propuesta, y para sorpresa de todos, el chico le contestó que si, que cuando

quisiéramos nos lo montábamos los tres.

 

Mia flipó, y yo igual. El chaval se había armado de valor, y se iba a llevar un chasco, ya que por ahora no teníamos tiempo de nada, pués teníamos una

reserva ahora.

 

Evidentemente Mia le contestó que por el momento no sería posible, ya que teníamos planes. La verdad la cara del chico era un poema. Aquel joven de poco más de veinte años, se quedaba con las ganas. 

 

El chico, le puntualizó que estaba de turno hasta las 8 de la mañana, y que si cuando llegáramos de fiesta, teníamos ganas, lo llamáramos.

Mia de premio, le plantó un beso en los morros, mientras yo bajaba del coche.

 

 

Cuando llegué al camarote, Susana estaba con un mosqueo de aupa, por las horas. Nos venían a buscar dos monovolúmenes a las nueve y cuarto en la entrada del amarre, y yo me tenía que duchar y preparar para la noche (uno que és previsor, usa edemas y esas cosas, para estar siempre curioso). 

 

Sin hacerle mucho caso, ya que tenía razón me despeloté y me fui al baño para arreglarme. Me complicó bastante las cosas que Mireia se viniera a mi ducha, ya que Judith tenía la de ellas acaparada. 

 

A las 21:15 estábamos todos plantados en el amarre esperando las furgos. Al final fuimos todos menos Thomas y su mujer, que prefirieron pasar una noche

íntima en el Ironía. 

 

Como nota divertida, la cabezona de Judith intentando salir por la plataforma que va del barco al muelle, con unos tacones de más de diez centímetros. Si no llego a estar al loro, se va al agua. 

 

La verdad, és que parecíamos salidos de una película erótica. Las chicas, como os contaba en el anterior relato, estaban espectaculares. 

 

Susana llevaba un vestido muy muy corto de encaje transparente negro, con pequeños bordados en los pechos y su sexo. La espalda descubierta. Su culo se veía perfecto. 

 

Sandra llevaba una falda ceñida por debajo de las rodillas, y una raja que le llegaba a un dedo del paquete. Arriba un simple sujetador de encaje transparente, que unicamente tapaba sus pezones.

 

Vanessa, unos leggins negros (tiene el culo más perfecto del mundo, y los leggins todavía se lo mejoran). Arriba llevaba un pedazito de tela de color

metálico atado a la cintura y al cuello. 

 

Judith, era la más escandalosa, pues llevaba un vestido ceñido rojo (parecido al de Mia, pero con menos tela), con dos aperturas laterales hasta la cintura y un body de encaje rojo, pero transparente. Ni bordados ni ostias. 

 

Mia y Mireia ya os expliqué en el anterior relato como iban, y los chicos, pues normal, como vamos los chicos. Tete con vaqueros y camiseta ceñida, y Roger y yo de blanco, otra vez.

 

La mala leche, fué que los cabrones del puerto no dejaron entrar las furgos a recojernos, y teníamos que ir andando hasta allí. A parte del trozo, que

lo hay, las chicas con esos taconazos no podían andar todo ese trozo. 

 

A grandes males, males remedios: cogí el móbil, y llamé a Isaac (el marinero). Antes que contestara le pase el teléfono a Mia, que lo cogió rápido. 

 

Nos vino a buscar en su Corsita del puerto, mientras yo les explicaba a todos la historia. El pobre dió no se cuantos viajes, pero casi todas las chicas y en especial Mia le enseñaron algo en señal de agradecimiento. Y yo le dí una buena propina (le di pasta, lo otro se lo dí después). 

 

El numerito bueno fue en la entrada del puerto, ya que estuvieron un rato esperando a que el chaval hiciera viajes en el Corsa. 

 

Todos los grupos de tios le decían cosas a las chicas, y eso que tenían a Tete de guardaespaldas. 

 

Bueno, después del numerito que dimos en el puerto, nos fuimos hasta el punto de encuentro con las puñeteras furgonetas. 

 

Llegamos al hotel donde estaba el club y el restaurante, un simpático y moderno botones, nos acompaño hasta la habitación que habían puesto a nuestra disposición para aquella velada. Dicha habitación tenía un balcón en forma de palco, que daba a la pista de baile. Tu podías cerrar el ventanal, y ponerte a dormir que no se escuchaba nada. La habitación era una auténtica pasada. Más grande que mi primer piso, sin duda. Equipada con todo lujo de detalles, incluso luces de neón y focos, rollo discoteca. Tenía dos cuartos de baño, y dos camas enoooormes. Incluso, como detalle, nos habían obsequiado con unas piruletas en forma de polla de caramelo. En fin, la ostia.

 

Fuimos al restaurante, debían ser algo más de las diez de la noche. La cena también fue acorde a la discoteca y el hotel, una pasada. 

 

Entre el primer y el segundo plato, decidí acudir al baño, pués iba un poco pedo, y prefierí remediarlo. Roger me acompañó, ante el cachondeo general

de toda nuestra mesa. 

 

Los lavabos eran muy grandes, primero miré en los water por si había alguien, y al final opté por preparar la harina encima del marmol, pues me daba buen

rollo. 

Puse dos tiritos para cada uno, y cuando Roger acababa su turno, entró una señora. Nos saludó, y se puso en la pica de al lado a lavarse las

manos.

Nosotros lejos de cortarnos, seguímos a lo nuestro, hasta el punto, que la señora me preguntó si la invitábamos a una raya. 

Evidentemente le dije que sí, se la esnifó, y me dió un morreo en señal de agradecimiento. Me hizo la grácia la soltura de aquella señora de al menos

sesenta años. Y el caso, como no, es que me puse cachondo.

 

 

Le hice una señal a Roger, que se metió en uno de los waters. Entre detrás de el, con la señora aun dentro del lavabo, me senté en la taza (con la tapa logicamente) y le bajé la bragueta a Roger. Me metí su preciosa polla entre mis labios, y empecé a chupársela.

Roger se puso palote rapidamente, mientras yo seguía chupando aquella maravillosa verga. A los dos minutos, me agarraba la cabeza presionando para metérla hasta el fondo y me llenó la boca de leche. 

 

Acto seguido salimos para fuera, y nos dimos cuenta que estábamos en el lavabo de señoras. Llegamos a la mesa, y justo en el momento que nos servían los segundos platos. 

 

Entre plato y plato, todos, más o menos fuimos haciendo viajecitos al lavabo. 

Roger nos había preparado bolsas individuales, que por cierto, antes de acabar de cenar, recuerdo que ya no me quedaba. Al final Roger me entregó el“paquete madre” como él lo llamaba. 

 

Al acabar con la cena, salímos a otra terraza para tomar las primeras copas. 

 

Allí empezamos a trazar el plan de lo que queríamos que fuese la noche. La idea era buscar gente distinta con la que poder enrollarnos en la habitación, logicamente, los cebos tenían que ser las chicas. 

 

A las dos de la madrugada, nos fuimos a nuestra habitación, la abrímos de par en par, y nos instalamos en el palco. La música era buenísima. El balconcito, tenía un pasillo privado que te dejaba a 4 metros de la pista de baile. 

 

Decidí salir a dar una vuelta con Susana, para ver el percal. 

Mucha gente más joven que nosotros, pero no eramos de los viejos sin duda. Y mucho, pero mucho desfase. La peña llevaba unos jetos increíbles. Nosotros

también ibamos muy morados, pero creo que lo llevávamos con más dignidad. 

 

Nos acercamos a la barra, donde las camareras estaban de catálogo. Pedazo de jacas. Pedí unos gin tonic para cada uno. Flipé tres pueblos con el precio.

Suerte que lo pudé cargar a la habitación pues llevaba solo un billete de 50 euros (para otra cosa) y no me alcanzaba para las copas. Ahora entiendo como todo el mundo llevaba botellitas de agua....

 

Nos tomamos la copa en la barra, y estuvímos un rato bailando en la pista. Con el pedal que llevábamos estábamos muy a gusto. 

 

Al cabo de un rato, subímos a nuestro palco. Estaban solo Roger y Tete, ya que las chicas habían bajado a la pista. 

 

Nos sentamos en una de las butacas, y continuamos con más copas, y algo de harina. 

 

Los chicos estaban cachondos, lo notaba por los ojos con que miraban a Susana, sentada en mi falda.

Yo para mas provocación, tenía una mano justo en su entrepierna, sin llegar a tocarle el sexo. 

 

Roger se levantó, y cogió a Susana de la mano y la llevó a la sala interior. Teníamos las luces en modo disco, asi, que la sala estaba relativamente oscura, con luces ambientales de discoteca. La música era ensordecedora. 

 

Susana empezó a bailar sobando a Roger con su cuerpo, especialmente con su culo. Él intentaba tocar todo lo que podía mientras Tete no paraba de mirárselos. Justo en ese momento, entró Judith, con dos chicos de la mano. 

Se pusieron también a bailar, con ella en el mismo plan. 

 

Susana se sentó en el sofá, y Roger se le acercó. Le desabrochó los pantalones y lo dejó con el miembro al aire. Desde la pista no se nos podía ver, pero desde los otros palcos si. 

Ella ni corta ni perezosa, se metió la polla de Roger en la boca y empezó a chupársela. 

 

Los amigos de Judith, flipaban. Y la camarera que entró con una cubitera de hielo y tres botellas de cava también. Pero Susana seguía a lo suyo. 

 

Me senté a su lado, y se me acercó Tete, con ganas. Repetí la misma operación que Susana tuvo con Roger, y le desabroché los pantalones, y empecé a

comerle la superpolla. Tete tenía ganas, ya que se empalmó muy rápido. 

 

Ante la atenta mirada de los chicos, me levanté, dejé caer mi pantalón de lino al suelo, y me puse a cuatro patas en el sofá. 

Tete me separaba las nalgas, y con la lengua, me comía el ano. Que locura. Que gustazo. Ahora continuaba con dos dedos, dilatándome a saco, para la envestida final. Se puso en pié, se calzó un condón y empezó a follarme el culo. Susana que estaba en la misma postura que yo, a mi lado, me daba besos, mientras intercambiábamos jadeos y gemidos. 

 

Tete me agarraba por las caderas, y me envestía con contundéncia. Mi cabeza daba pequeños golpes contra la pared. No podía remediar moverme entero. Podía notar los latidos de su pedazo de miembro dentro de mi. 

 

Al poco, me dió dos cachetes en el culo, para que me diese la vuelta. Mientras se quitaba el condón me la metí en la boca, aguantándola hasta que me la lleno de leche. 

A los dos segundos, Susana hacía lo mismo con Roger.

 

Mi mujer y yo nos fundimos en un profundo beso intercambiando las corridas de los dos hombres. 

 

Cuando me levanté, en el sofá de al lado, Judith daba cuenta de los dos chicos. Susana, que le va la marcha, se acercó, y delante del chico que estaba con la polla dentro de la boca de Judith, se metió un dedo en la boca, levantó su pierna poniéndola encima del sofá, y se metió el dedo apartándose el tanga. 

 

El chico se apartó de Judith, que se pudo centrar en el que se la follaba, y se levantó. Susana repitió la misma postura que antes, y él, poniéndole elhilo del tanga a un lado, le endiño su buena polla a mi mujer. 

Susana gemia como una loca, incluso con la música se podían distinguir los gemidos.  Al rato, no mucho, el pobrecillo se corrió, dejándo a mi mujer a dos velas. No pudo con tanta emoción. 

 

Cuando acabaron se vistieron, y se acercaron a mi. 

-no veas la que teneis aquí liada-me dijo el chico, que todavía estaba estupefacto.

-bueno, un dia, es un dia.

-hemos venido con más gente, te importa que subamos todos? 

-pues me parece bien, así llenamos la pista de la sala.....y las habitaciones.

Los chicos eran dos guaperas, y tenía la esperanza que sus amig@s también.

Aquella habitación era muy grande, y pensé que sería más divertido si la llenábamos de gente.

Al poco rato, subieron todas las chicas, y casi al mismo tiemnpo, llegaron el grupo del chico de antes.

Eran todos de la edad de Mia mas o menos. 

En un momento, de parón, después de bailar durante un rato, me senté en el sofá, para beberme una copa, y mirar un poco el panorama. Había dos chicas, que bailaban con Tete, sobándolo todo lo que podían. El cubano se dejaba llevar, y las sobaba también todo lo que podía. Incluso en algún momento le levantó el vestido a una de ellas, y le pudimos ver el culo, con un precioso tanga de color blanco. La chica tampoco puso ningún tipo de problema.

Mientras miraba, Mia se acercó a mi, y abriendo sus piernas, se sentó encima mío y empezó a besarme el cuello la oreja, y al fin, la boca.

-fóllame Karlo-me ordenó. 

Empezó a cabalgarme encima mio, rozando su coño contra mi paquete. 

El simple roze, a través de su diminuto tanga y mis pantalones de lino, hizo que me empalmara en dos milisegundos, y faena tuve para no correrme.

Los recien llegados no nos quitaban ojo. 

Le aparté la parte de arriba de su vestido dejando a la vista, del todo, sus preciosos pechos. Como un poseso, empecé a lamerle los pezones, que como no, estaban durísimos. Mia no dejaba de gemir mientras me seguía cabalgando, y le susurré al oido si quería ir a un sitio mas íntimo, a lo que se negó en rotundo. 

Empiezo a pensar, que soy una especie de “despertador de fieras”. La madre que la parió, con lo tímida que era cuando la conocí. 

Yo tengo muchos defectos, pero la timidez no es uno de ellos, así que le aparte el minitanga a un lado, y me desaborché los pantalones como buenamente pude. Mi polla salió disparada, tiesa como un cohete. No hizo falta nada de precalentamiento, al siguiente movimiento de Mia, ya tenía mi polla dentro. 

Mia me torturaba con unos movimientos sinuosos, lentos, con su coño recorría toda mi polla hasta notarla dentro, y seguía con lo mismo una y otra vez. Terrible. Tremendo. Me moría de gusto. 

La gente, seguía bailando en medio de la sala, que la convertimos en una pista. 

La verdad, es que estuvimos follando un montón de rato, yo no quería que acabara nunca, y Mia tampoco, pero al final, no pude evitar soltarle toda mi corrida dentro suyo. 

Mia me dio un beso, y poniéndose bien el tanga, se levantó. Me subí la cremallera, y me adecenté en los lavabos.

Recuerdo entre raya y raya en el lavabo una pequeña discusion con mi mujer de Mia. Por primera vez claramente estaba celosa. Me encantó ver su reacción.

Cuando volví a salir, Tete entraba en un dormitorio con las dos chicas de la mano. Este si que sabe coño!

Me quedé durante un buen rato en la pista, con todo el grupo, bailando, biebiendo, y en fin, de fiesta. 

Los magreos eran generalizados. Y la verdad, el grupo de desconocidos, eran la mar de majos. Hablé con una chica que se ponía una copa, y me dijo que eran un grupo de amigos de Madrid, algunos eran pareja, y otros no. 

Al cabo de un rato, bailando con Mireia y otras chicas, se me acercó uno de los hombres que no conocía. Me susurro al oido, si quería relajarme con él y un amigo suyo. Mi lívido se puso en marcha rápido, y le dije que me parecía genial. 

Nos fuimos a un cuarto, que quedaba vacío, y Mireia y Mia se apuntaron también.

Los chicos se incomodaron al principio, pero rapidamente se conformaron. 

Como no soy muy de preliminares, al llegar al cuarto, me senté en la cama, y le metí mano al que me había echo la propuesta, antes que se sentara. 

Se desabrochó el pantalón, y lo dejo caer al suelo. Yo me encargué de sus calzoncillos, dejando al aire una estupenda polla un pelín empalmada. Me la metí en la boca con un hambre voraz, y empecé a chupársela a conciéncia. Le agarraba los huevos fuertemente, y me metía su polla entera en la boca. 

Al segundo, apareció otra polla, quizás un pelin más grande. Se la agarré con la mano, y fui alternando mi boca para aquellas dos preciosas vergas. 

Con la música a toda ostia en la sala, escuchaba gemidos dentro del cuarto, giré un segundo mi cabeza, y Mireia le estaba dedicando una preciosa comida de coño a Mia. Mi secretaria se sintió observada, y me miró a los ojos durante unos escasos segundos, mientras no dejaba de lamer aquella preciosidad. 

Una polla golpeo mi cara, con grácia, reclamando atención, así que seguí con mi cometido.

-quien sera el primero?-pregunté al tiempo que me levantaba y me ponía a cuatro patas en la cama. 

Uno de ellos, me dió dos cachetes en las nalgas, y me pasó el dedo por el ojete. Rapidamente pude notar como una polla se abría paso rapidamente en mi interior. Me agarró por las caderas, y empezó a follarme con dureza. 

Yo estaba cachondo, y muy colocado. Del gustazo, no podía mantener la mirada en las chicas, y se me cerraban los ojos. 

Al poco rato, me agarró por los hombros, presionando con su cuerpo dentro de mi. Pude notar como su pene dejaba de ser una estaca para ponerse flácido. Permaneció unos segundos quieto, se había corrido en mi culo. 

Ni corto ni perezoso, me di la vuelta, le saqué el condón, y le chupe la polla durante unos segundos. Sabía de maravilla.

Miré a su amigo, con su verga entre sus manos, me di la vuelta, ahora era Mia quien le comía el coño a Mireia. Sin tiempo para recreearme mucho en aquella precisa visión, el colega me la estaba metiendo por el culo. Vuelta a empezar. 

Este iba más por faena, y empezó cabalgando rápido. Mis nalgas debían estar rojas como un tomate, con tanto ajetreo. Al poco me pidió que se la chupara, sentándose en la cama. Me puse de lado, y me metí su gorda polla entre los labios. Empezó a follarme la boca, mientras pude notar que alguien jugaba con mi polla. Había entrado una de las chicas de la fiesta. Solo recuero el pelo negro y muuuy rizado, y unos labios increibles. 

Mi nuevo colega, en pocos lametones, me llenó la boca de leche, que deje caer por su propia polla para seguir chupándola. 

Para entonces mi polla estaba dura como una piedra. 

Mia y Mireia seguían a lo suyo. 

La chica me había enfundado un condón, y se disponía a que me la follara, poniéndose a cuatro patas, como hacía poco rato, estaba puesto yo. 

Se la endiñe por su precioso coño, y la follé durante un buen rato. Al ir puesto tenía un aguante fuera de lo normal. Con uno de mis dedos jugaba con su culo. La tiparraca se retorcía de gusto cuando le metía un dedo en el ojete, al tiempo que seguía dándole cera. Al poco hundió su cabeza en la almohada, y se corrió. Se sentó en la cama, con una cara de gustazo tremenda. 

-puedo hacer algo más por tí?-me preguntó con una voz muy sensual. 

-vuelve a ponerte igual que estabas. 

Después de dedicarme una preciosa sonrisa, se volvió a poner a cuatro patas. Le abrí bien las nalgas, y empecé a comerle el culo, y a jugar con él. Me ganaba el sitio con mis dedos, haciéndo que muy poquito a poco, se dilatara. 

Mia y Mireia, que vieron el panorama, se pusieron al lado de ella, y me ayudaron en mi misión. Por su parte, nuestra protagonista no ponía objeción ninguna, y no dejaba de gemir cada vez que algo entraba entre sus piernas. 

Mireia le dejo caer un poco de saliva, y seguíamos con sus dedos. 

Mia observó que mi polla no estaba muy dura, y me dedicó una buena mamada, lo que tardó en ponérmela dura de nuevo.

Entonces mi capullo hizo acto de presencia ante aquel culo regordito y apetecible. Mireia le mantenía las nalgas abiertas, para que su abujerito quedase bien a la vista. Fui empujando contra sus paredes, hasta que mi cabezona polla se abrió paso através suyo.

No sabría deciros si chillaba o gemia, pues tenia la cabeza hundida en la almohada, pero pedir que parase no lo hizo en ningún momento, asi que continué hacía dentro. 

Con mucha saliva y paciéncia, en poco rato mi polla entraba y salía bien, con un gustazo tremendo. 

No tardé mucho en correrme, pues las paredes de aquel estrecho lugar, hicieron mella en mi aguante, y la verdad, me moría de gusto. 

Cuando acabamos, salimos a la pista. Eran las 6 de la mañana, y la discoteca hacía un rato que había cerrado. Todo y con eso, estaba practicamente llena de gente. El grupo de turistas de Madrid que teníamos en la habitación se despidieron y se fueron, de manera que quedamos solo nosotros.

A pesar de la hora, aprovechamos para hacer un par de buenas rayas, y tomarnos otra copa. 

Estaba a punto de hacerse de dia, y no nos queríamos perder la salida del sol. 

Salímos todos a la piscina del hotel, y nos sentamos en unas amacas que vimos libres. 

La verdad, es que la salida del sol fue espectacular.

Entonces, nos fuimos para la habitación, para sorpresa nuestra, Roger y Sandra estaban follando en la sala donde antes bailaban. No les importó lo mas mínimo que nos sentaramos en los sofás para esperar que terminaran. 

Cuando Roger se corrió en el culo de su señora, se vistieron y nos fuimos. 

Tuvímos que esperar las furgonetas un rato, hasta que llegaron y nos llevaron de vuelta al barco. 

Caminar por Ibiza a esas horas, es curioso, una mezcla de la poca gente que madruga, y los que venimos de fiesta, que parecíamos sacados de una peli de zombies. 

Al llegar a la puerta del puerto, el marinerito estaba esperando su prometido premio. Ya había salido de turno, eran las nueve de la mañana más o menos, y estaba vestido de calle. 

Al vernos llegar esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

-queréis que os lleve otra vez?-nos preguntó poniéndose delante nuestro al lado de la garita de entrada. El vigilante se partía de risa. 

-si, porfavor-le contestó una de las chicas. 

Como sabía lo que Mia le había prometido, decidí dejarlos hacer, y me senté en el coche en el primer turno, con mi mujer, Vanessa y Mireia.

Nada más llegar al barco, bajé la pasarela, y entramos. Espere a los demás en la cocina, preparando café. En cuestión de diez minutos estábamos todos en el barco, marinerito incluido. 

-yo me voy a la cama con mi mujer-dije mientras daba el último sorbo al café, y  cogía a Susana de la mano. 

No se porqué razón Vanessa y Tete nos siguieron. 

Entramos al cuarto, y cerramos la puerta. Aún no había dado un paso, que ya llamaban a la misma. Tete y Vanessa querían pasar un rato. Pues vale. 

Yo llevaba un morado del quince, y sabía que dormir no resultaría tarea fácil. 

Me dejé caer en la cama, echo polvo. Tete se sentó a mi lado, y con suma delicadeza (viniendo de él es mucho, pues es muy bruto) me desabrochó la camisa, y me bajo los pantalones. Me paso la mano por el paquete, que estaba receptivo, muy receptivo. Me sacó los calzoncillos, y empezó a jugar con mi polla. Para sorpresa mia, no tardó nada en dirigirla a su boca (Tete no es muy aficionado a comer pollas). Se la metió en la boca, y ayudado por sus enormes labios, empezó a lamerla con ganas. En poco rato estaba dura como un palo. 

Susana por su parte, se había puesto a un lado del cubano, para comerle la polla junto a Vanessa. Este tio si tiene polla para dos mujeres. 

Cuando la tuve bien dura, cogí a mi mujer por un brazo, y la ayudé a ponerse a mi lado, a cuatro patas. 

Vane, sin que nadie le dijera nada, hizo lo mismo, así que Tete y yo, lo tuvímos fácil. El cubano que estaba imaginativo, se las hingenió para que Susana se pusiese encima de su polla, y mientras se la follaba con su enorme tranca, abrío su culo, para que yo me diese cuenta. 

Le dí un beso a mi Vanessa, y le dije al oído que esperara su turno. 

De pié en la cama, le follé el culo a mi mujer, mientras Tete hacía lo propio con su coño. Susana gemía una barbaridad. No tardó más de tres minutos en tener un orgasmo, y quedar rendida en la cama, con una sonrisa que ni el Jocker. 

Vanessa no dió pié a que nuestras pollas se desempalmaran lo más mínimo, y se puso encima de Tete, en un segundo. Solo metérse la polla en su precioso coñito, ya casi se corre, y cuando le metí la mia por detrás, las paredes del camarote volvíeron a retumbar. La chica se movía entre nosotros con mucha delicadeza, disfrutando de cada milímetro de nuestras pollas. 

Pasado unos instantes se corrió con nosotros dentro suyo, y se apartó  para seguir jugando con nuestros. 

Le pedí a Tete que se espatarrara en la cama, con una almohada debajo de sus riñones. El cubano me dedicó una sonrisa, y me hizo caso. Le abrí bien las piernas, y mientras Susana y Vanessa se repartían su enorme polla, le follé su estrecho culo con mucha delicadeza al princpio, y aumentando el ritmo para acabar follándolo a saco. Si las chicas habían echo retumbar el camarote, Tete y yo hicimos retumbar el Ironía entero. 

Tete se corrió en la boca de una de ellas, con mi polla dentro de su estrecho culo, y entre las dos se repartieron el preciado premio. 

-ven cariño, solo faltas tú-me dijo mi mujer. 

Me puse en la misma posición que Tete, y mientras mi mujer buscaba mi punto g con un vibrador especial, Vanessa me hacía una mamada de esas que me vuelven loco porqué no usa las manos. Solo sus dulces labios. 

Como estas dos jacas me conocen muuuy bien, en poco rato le llenaba la boca a Vane, que no dudó en jugar un rato con mi semen y la boca de mi mujer. 

En aquel momento, supe que la semana loca en Ibiza, había llegado a su fin. Fueron una barbaridad de experiéncias divertidas, y sobretodo morbosas. Mucho vicio concentrado en un barco y una isla llena de vicio y buen rollo. 

Fué intenso, “ligarme” a Mia (por cierto, el Marinerito, tuvo su premio, seguramente el mejor de su vida, pasó la mañana en la cama con Mia y Sara...). Conocer a Sara, divertirme con todos y cada uno de mis amigos. 

El domingo a media tarde, acompañé a las yankees al aeropuerto. La despedida fue bastante emotiva, Mia con lágrimas en los ojos, casi me hace llorar a mi también. Habían decidido ir a vivir juntas (en la actualidad són pareja) a  la capital de EEUU, donde prometí visitarlas cada vez que pudiese, en mis constantes viajes a New York.

La noche del domingo, fue muy tranquila, y el lunes por la mañana llegó la que es habitualmente la tripulación del Ironía (Roger alquila su barco cuando no lo usa, asi paga gran parte del gasto que genera), y nos fuimos todos juntos al puerto de Blanes. 

El lunes por la noche, de madrugada, Susana y yo llegábamos a casa.

 

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