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Way to heaven

en Hetero: General

Se dice que el Amo que logra llevar al universo a su sumisa  se venera de por vida.

Mi Amo logró que fluyera a borbotones de mi cuerpo el río más caudaloso y delicioso, el más excitante, el más esperado y fértil de los manantiales.

Me hizo eyacular.

 En mi templo, pocas veces solitario, sobre esa cama que podría contar miles de nuestros más recónditos secretos entre sábanas, sexo, castigo, lujuria y placer.

Ahí pasó todo.

 Mi cuerpo y mi mente presienten su llegada porque hay humedad entre las piernas, es como si el reloj biológico se anticipara a los hechos, el toque a la puerta indica que mis momentos de placer han comenzado.

 Entra y sin decir una palabra me besa, con besos fieros y dominantes, ansiosos de deseo y lujuria, besos que pasan por mi boca que recorren mi cuello, mis hombros para recalar en mis pechos.

 Ahí comienza la fiesta, porque los exprime suavemente, los pezones se endurecen como botones ya que sienten la humedad de su boca, la tibieza de su lengua y la fuerza de sus dientes.

Pequeños mordiscos hace que mi piel suba de temperatura hasta que empiezo a emitir los primeros quejidos, incipientes susurros que agradecen su regalo.

 Me sigue hasta la cama donde me desnudo, me rindo a su voluntad, a su placer y por supuesto, al mío.

Me entrego, que haga lo que quiera conmigo, soy suya.

 Se despoja lentamente de su ropa dejando ante mis ojos la plenitud de su magnífico y duro sexo.

Lo espero recostada sobre la cama jugando con mi clítoris, enardeciendo las ganas y humedeciendo aún más mi vagina.

 Se acerca, me abraza y besa una y otra vez mis labios.

Sin mediar palabra se posa sobre mí en la posición del misionero, levanta y abre mis piernas, - entra -  siento la primera embestida que se ajusta de manera perfecta a mi anatomía, me penetra con su ansioso pene el cual conozco de memoria y recibo más que complacida.

 No puedo evitar gemir de placer pero más aún de emoción, tenerlo sobre mi cuerpo y que me posea mirándome directamente a los ojos es un acto que trato constantemente de evitar ya en esa posición afloran todos los sentimientos, los afectos, la pertenencia, la unión, la fusión, siento que estamos haciendo el amor.

Me quiebro y le susurro casi en silencio un te amo.

 Acabamos juntos con intensidad pero de forma suave, emocional y delicadamente.

Lo abrazo y me aferro a su cuerpo sin querer soltarlo, mi corazón late con fuerza y mis ojos se llenan de lágrimas.

 Mi Amo es una caja de sorpresas, reticente a las emociones, a las palabras endulcoloradas y empalagosas me mira con ternura, me sonríe, seca mis lágrimas y me tranquiliza, tengo los ojos húmedos y brillantes por el estremecimiento de haber hecho verdaderamente el amor.

Al fin y al cabo no dejo de ser mina.

 Pasado unos minutos mi Amo vuelve a ser el mismo, se levanta y me dice;

-Guapisssima, no olvides que eres mi puta, mi puta perra-, la puta perra que me debe obediencia ciega, la que complace mis deseos-

-¿los quieres cumplir?-

- Si Amo, soy tuya y obedezco-

 - Quiero que me bañes con tus fluidos- me ordena.

 Me voltea y amarra delicadamente las manos a mi espalda, me recuesta, dobla mis rodillas y abre mis piernas, me cubre la vista con un suave antifaz de terciopelo, solo puedo oír y sentir.

 -No te muevas y prohibido cerrar las piernas- entendiste

-Si Amo-

 Mi sexo húmedo y palpitante queda ante sus ojos, expuesto a sus deseos y placeres.

Su lengua empieza a jugar con mi clítoris, abre mis labios e introduce su dedo índice en mi vagina, - aún llena de su semen - lo mueve tocando las paredes vaginales, entra y sale de ella, introduce un segundo dedo los cuales empiezan a entrar y salir con fuerza y dureza  presionando y tocando la parte superior y rugosa de mi vagina (punto G), su boca no deja de jugar con mi clítoris, lo muerde, lo besa, lo lame.

 Me retuerzo, gimo y grito de placer, me falta el aire, estoy caliente pero muy caliente.

 -¡Méteme tu pico de una vez!- grito – ¡méteme tu puto pico de una vez!

-¡Por favor, te lo suplico!- ¡mételo!

 Saca sus dedos empapados de mi vagina y acerca su duro pene a la entrada donde empieza a moverlo en círculos rozando mi clítoris bajando hasta tocar mi ano, lo vuelve a subir y así sucesivamente, intento levantar mis caderas tratando de que me penetre de una vez, pero el sigue con su cruel juego geométrico.

 Presa de la excitación, grito putadas, exclamo, reclamo y me retuerzo, he estado muy caliente una infinidad de veces, pero esta vez era uno de esos días donde el mínimo roce hacía subir y subir cada vez más la temperatura y más aún, la calentura.

 Lo mete de golpe, noto como entra y se resbala hasta lo más profundo de mí ser, mi pequeño cuerpo vibra como cuerdas de violín, los vellos se paran y mi piel se eriza por completo.

Entra y sale, entra y sale con fuerza, presión y precisión, su pubis roza y golpea fuertemente el mío, gimo reconfortada de goce y placer, siento el inicio de los espasmos que vienen.

 De pronto se retira dejando ahogado el primer grito del orgasmo que está por llegar, baja con su boca hasta mi vagina y empieza a lamer mi clítoris e introduce nuevamente sus dos dedos, los cuales frenéticamente empiezan a entrar y salir rozando, tocando y presionando fuertemente mi punto G.

 Sus dedos entran y salen, su lengua lame mi clítoris y con la otra mano aprieta firmemente bajo el ombligo.

Siento mi rostro enrojecido y sudoroso, mis parpados empiezan a pesar y mis ojos a cerrarse, mi boca instintivamente se empieza a abrir, la respiración se detiene y me invaden unas intensas ganas de orinar.

 Mi vagina se empieza a contraer y apretar, una fuerte descarga eléctrica golpea mi cuerpo,  siento un vacío en mis pulmones que ahoga cualquier intento de sonido, no puedo gritar, no puedo gemir, no puedo chillar, me siento desvanecer, unos chorros de ardiente líquido salen expulsados violentamente de ella que bañan y empapan la cara de mi Amo.

Fluyo, solo fluyo, me dejo llevar liberando intensamente la lujuria que me tenía poseída totalmente en una inmensa e infinita cascada de caliente placer.

 Mi Amo libera mis manos y la vista, lo observo y puedo ver en su rostro mojado la satisfacción y el gozo de que por fin su puta, su hembra, la mujer más amada se gradúa en sus manos y se vuelve inmortal en su cuerpo.

Con la evidencia en su cara húmeda y en las sabanas empapadas, me abraza con ternura, me besa la frente y me dice;

-Te oí decir que me amabas, también te amo guapisssima, vamos a por más.