miprimita.com

Acepto

en Dominación

Tercera entrega de "Desde el principio, inolvidable"

-Acepto-   fue la palabra que me quedo dando vueltas mientras conducía mi coche como una autónoma de regreso a casa, trataba de ordenar las escenas y descifrar con calma todo lo que había vivido y sentido junto a Andrés, ahora convertido en mi Amo.

 La marea de sensaciones que estallaron en mi piel se convirtió en el abecedario para dejar escrito en mi espalda cada una de las palabras consensuadas en susurros y selladas a besos.

Llamarlo Amo podía ser fácil si solo sintiera que lo que me unía a Andrés era solo sexo, pero esa pasión desbordada que habíamos vivido momentos antes, no podía ser tan superficial con la única finalidad de saciar algunos de nuestros instintos naturales más básicos.

 Por mi mente pasaban alguna de las muchas conversaciones que tuve Cristina semanas antes.

 - Cristina, te lo vuelvo a repetir otra vez; tan solo hubo sexo y del bueno, pero nada más- respondía por enésima vez a las interminables preguntas de mi colega que no podía controlar nunca su ansiedad y curiosidad.

 - ¡Pero Fabiola! ¡Prometiste contarme todo con lujo de detalles! ¡Lo prometiste!- 

Cristina insistía e insistía en sonsacarme detalles de la cita que ella había propiciado con Andrés, por mi parte, no podía controlar la suspicaz sonrisa que se dibujaba en mis labios, dando entender que más de algún secreto había quedado guardado entre las sombras.

 - Amiga- insistía- conozco a Andrés desde hace mucho, es culto, atractivo y sumamente seductor solo cuando él quiere, - y continúa relatando – es curioso, pero se ha creado un mito dentro de la familia que dice que nada hace sonreír a ese hombre, - y sigue relatando- por eso te decía que era un tanto extraño, es como si su mente siempre estuviera en un mundo paralelo ajeno a todo lo que sucede a su alrededor, pero no se le va nada,- cuidado con eso Fabi- te mira, te estudia y te hace inmediatamente un completo perfil psicológico donde pocas veces se equivoca,  llega a dar susto lo certero que es en sus apreciaciones,  pareciera que siempre va varios pasos por delante sabiendo a ciencia cierta lo que vas a hacer o decir, como si leyera la mente de las personas- ¡Ah otra cosa Fabi! - evita preguntar cualquier cosa que se refiera a su vida privada y personal, no solo se queda callado y no responde, sino que traspasa con los ojos a quien se atreva a pasar la línea de lo íntimo y privado, la mirada que te da, es capaz de derretir el acero.

Por eso amiga, déjalo que hable cuando quiera, no lo presiones para que te cuente cosas de su vida, lo conozco hace mucho y me rayó la cancha  el primer día, somos buenos amigos porque siempre he respetado sus normas y supieras las cosas que me ha contado y se de el- finalizó sonriendo guiñándome un ojo.

-Te cuento y te digo todo esto porque te estimo amiga, te veo embalada con Andrés y no me gustaría que sufrieras por cometer errores evitables, el consejo es gratis, pero vale un café, tómalo o déjalo, amiga- termino por decir Cristina.

 No dejaba de impresionarme el comentario de Cristina, lo que hasta ahora conocía de Andrés era su maravillosa sonrisa, no entendía como ese particular gesto no fuese parte de su encanto público, tendría el mundo a sus pies.

Es tanto lo que desconozco sobre su persona –me cuestionaba –pero mi intuición me seducía y me susurraba al oído:

No preguntes nada “solo fluye”.

 El pacto que había celebrado aquella noche se  convertiría en el compromiso más estable que haya tenido en años.

Entre tropiezos emocionales y ensayos sin terminar ya me había resignado a pesar de mi edad, a pasar el resto de mi vida entre el trabajo, mis libros y mis gatos.

Estaba entregada y cansada, no quería más experimentos.

 Por eso, esta nueva revolución hormonal no solo hizo que una sonrisa se instalara de forma permanente en mi cara, sino que cada rincón de mi geografía volviera a sentir el deseo y me inundara de humedad juvenil.

 Seguía conduciendo con sus besos pegados a la piel de mil formas y colores, formas y colores que no conocía y que sin embargo saboreaba con avidez,  besos que me transportaron y me hicieron evocar lo sucedido pocas horas atrás.

 - Fabiola - me dice con voz firme - ¿estas segura de querer seguir? -Es tu oportunidad para que te arrepientas-

 - ¡Por supuesto que quiero! – Exclamo- mientras nuevamente acaricia suavemente la  espalda con cada uno de sus dedos erizando mi piel de tal manera que casi puedo sentir cada uno de mis poros.

 - ¡Por supuesto que! -  pregunta- mientras me mira detenidamente esperando saber que si había comprendido el mensaje.

 -Si Amo - respondí saboreando aquellas dos palabras que jamás en mi vida imaginé que iba a usar en mi vocabulario.

 - Muy bien guapa-, como ya nos estamos entendiendo, te voy a explicar un par de reglas muy sencillas y que son muy importante que conozcas y aceptes antes de comenzar lo que validará el contrato que existe entre ambos.

 Comencemos- me susurra al oído mientras toma de mi cabello con fuerza y firmeza, dejando mi cara frente a la suya sin poder dejar de mirarlo.

 ¡UNO!

Eres mi sumisa, la que obedece y me sirve en todo momento, exceptuando por supuesto, circunstancias naturales o especiales como también limitantes infranqueables que se presenten durante el camino.

 ¡DOS!

-Debemos velar el uno por el otro, yo desde mi rol de Amo y tú desde tu rol de sumisa.

Velaré por tu seguridad y bienestar y tú velarás que siempre este satisfecho, me cuidarás y me servirás-.

 ¡Velar y servir! Que verbos más extraños pensaba, ninguno de ellos los había conjugado en mi vida, ni cuando firmé el formal contrato matrimonial hace ya muchos años.

Mi boca podía sentir como su lengua recorría mis labios de norte a sur, de este a oeste tomando posesión del territorio.

 ¡TRES!

- Todo lo que suceda entre nosotros será consensuado, no es mi fin gozar haciéndote sentir dolor, no necesito de tu dolor  para sentir placer-.

Mientras detallaba cada uno de los puntos de nuestro pacto, sus dedos comenzaban a jugar con mis pezones hasta endurecerlos y mordisquearlos muy suavemente para hacerme gemir.

Al intentar besarlo también, retrocede y toma mis muñecas firmemente colocándolas detrás de la cabeza mientras exclama:

 ¡Quieta Guapa! Acá soy yo el que dirige el proceso

 ¡CUATRO!

-Tienes derecho a usar una palabra de seguridad en todo momento, es un derecho Irrevocable, si te ves o sientes que estás en peligro no dudes en usarla, así evitaré hacerte daño-.

 -¿cuál sería tu palabra de seguridad Fabiola?

- CARPE DIEM - dije sin titubear.

 - Mmmmm.-, ¡A cada día su afán!, muy bien guapa, no terminas de sorprenderme!-

No terminaba su frase cuando comienza a viajar por mi vientre y deja caer su lengua entre mis piernas, sigilosa viaja de un muslo a otro hasta situarse en mi clítoris floreciente que al solo sentir el contacto me hizo levantar las caderas.

Sonrió al descubrir que estaba muy caliente y dice:

 ¡CINCO!

-Te castigaré solo si lo mereces, no sin antes explicar el motivo-.

 -SEIS-

Tenemos la obligación de ser sinceros, yo confío en ti, tú confías en mí.

 -¿Nos estamos entendiendo?-

 -Si Amo-.

Respondo con un hilo de voz tratando de evitar retorcerme ante  tan irresistible tentación a correrme.

 Mi amo continúa:

-Entonces te daré a conocer las últimas condiciones de una manera que no podrás olvidar-.

 Sin darme respiro me voltea y me deja en cuatro con el culo a su merced, acaricia mis nalgas y me embiste por el ano sin aviso haciéndome gritar de placer y susto.

 -¡Silencio, guapa!-

 ¡SIETE!

 Respeto

 ¡OCHO

Obediencia

 ¡NUEVE!

Devoción 

 Entre cada número entraba y salía una y otra vez de mi culo embistiendo con más intensidad.

En un segundo  lo sentí agitado y muy caliente ya no me daba instrucciones, si no que verbalizaba lo que iba sintiendo.

- ¡joder!, que caliente me tienes-,

- Eres deliciosa, guapa-

- ¡ya no puedo más!-

Noté como explotaba un volcán contenido dentro de mí como buscando desesperadamente la salida a la superficie, sentía como derramaba en el interior de mi ano toda su deliciosa energía que entre espasmo y espasmo  enloquecían sus caderas y en un suspiro sostenido se dejó caer sobre mi espalda agitado.

Por unos instantes solo sentía palpitar su corazón y respirar en mi oído como si desfalleciera.

Me levanto y me paro enfrente de él que aun jadeaba por el intenso orgasmo que había tenido, lo miro a los ojos y le digo:

-Acepto-

La realidad apareció de golpe, separamos nuestras pieles y nos recostamos en la cama donde sellamos una vez más nuestro pacto, nuestro contrato.