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Juntos y revueltos

en Orgías

-¿Andrés, sabes dónde quedo el vestido que trajiste ayer de la tintorería?- pregunté en voz alta.
-¡No tengo idea! – me respondió mientras entra al walk in closet y comienza a darme lengüetazos en el cuello.
-¿Te vas a poner ese vestido esta noche?- pregunta - Sabes cómo me gusta que lo uses y sufrir las consecuencias de llevarlo puesto. De eso no te libra ni la FIFA - me dice mientras pellizca mis pezones.
- ¡Quédate tranquilo un rato, por favor!- Le digo nerviosa por la hora - Acabamos de darnos la mejor de las duchas y sigues con la tontería. ¡Cómo puedes ser tan caliente. No te cansas nunca por dios! Ya estamos atrasados para la fiesta- terminé por decir mirando mi reloj.


Me mira y me dice riendo con cara libidinosa – Quien no estaría caliente todo el día con esas tetitas duritas y ese culito respingón que están para comérselos a cada rato. Fiesta sería quedarnos en casa y que continuáramos con lo que comenzamos bajo el agua ¿no te parece mejor idea? –termina por decir mordiéndome un pecho.
Él es sin duda lo más parecido a un Dios griego. No por lo perfecto de sus formas, sino por ese cuerpo rebosante de testosterona, fogoso, vigoroso y viril. Cada vez que lo pienso e imagino en mi mente no puedo evitar que mi entrepiernas se humedezca por completo.
Esa noche era el cumpleaños de una de mis mejores amigas, así es que la idea de estar y disfrutar solos en casa no era opción. Maite jamás me lo perdonaría.
Por supuesto que llegamos a la fiesta más tarde de lo previsto. El resto de los invitados ya estaban en plena celebración.
El lugar era precioso. Una casona estilo colonial rodeada de frondosos árboles con una gran piscina iluminada en el centro.
Llevaba puesto mí vestido favorito de color negro, que finalmente encontré después de mucho buscar, sin ningún adorno, con la espalda descubierta, ceñido lo justo y necesario para destacar una que otra curva.
El cabello suelto, ligeramente despeinado y los labios rojos hacían el contraste perfecto con el color de mi piel.
No podían faltar mis tacones altos de color rojo los que combinaban a tono con mis labios dando el toque perfecto al look casual y sensual.

Maite, mi amiga de infancia celebraba un año más y sus fiestas siempre eran apoteósicas, llenas de sorpresas y fantasía. Nunca escatimaba en gastos. Era su día especial.
Personalmente nos salió a recibir en medio del bullicio. Al vernos entrar dio un gran grito de alegría abrazándonos efusivamente.


-¡Por fin llegan!, Te he estado esperando desde temprano como habíamos quedado cuando hablamos esta mañana. – me recrimina con una sonrisa.
-Lo siento Maite- dice Andrés – tuvimos un leve percance cuando nos estábamos bañando. A Fabiola se le cayó el jabón, se agachó a recogerlo y… tuvimos un percance – termina por decir soltando una sonora carcajada.
¡Cállate, no sigas por favor!- le digo molesta, sintiendo como me iba ruborizando.


Maite, se larga a reír guiñándome un ojo haciéndose cómplice de lo que decía Andrés de pronto grita -¡Ahora sí! ¡Que comience la fiesta! ¡Hasta que las velas no ardan y las ganas se acaben!-


Algo molesta con Andrés por hacerse el gracioso contando intimidades, hicimos el camino para llegar al borde de la piscina donde se encontraba el bar.


Al abrirnos paso entre los invitados no pude evitar contornearme más de lo normal. Me gustaba saber que Andrés se deleitaba y gozaba con esos imperceptibles pero sugerentes movimientos de caderas. Sabía que bajo el vestido iba totalmente desnuda. No usaba ropa interior. Era nuestro pequeño y morboso secreto. Mis movimientos daban la señal perfecta de que la noche ya estaba comenzando.


Mientras bebía frente al bar una copa muy fría de vino blanco divisé al otro lado de la piscina a un amigo de Maite. Este no dejaba de mirarnos con insistencia y cuando cruzamos nuestras miradas alzó su copa en señal de saludo.


Trate de disimular el haberme sonrojado y lentamente volví a beber un sorbo de vino intentando obviar aquel sugerente e inesperado gesto del invitado.


-¡Eres genial! - susurró Andrés tomándome por la cintura. Me besó sorpresivamente metiendo su lengua irreverente en mi boca una y otra vez. –Quédate tranquila y no hagas nada - me dice al oído mientras sus manos se deslizaban por mi culo levantando el vestido lo suficiente como para sugerir que no llevaba nada debajo.


Con los ojos entre cerrados y con disimulo mirando por sobre su hombro pude ver como el invitado de enfrente derramaba el vaso sobre su camisa impresionado al ver la mitad de mi culo al descubierto y desnudo.


Le sonreí a pesar de su torpeza. Este a la vez, metía su mano al bolsillo del pantalón para disimular que estaba teniendo una potente erección.


-A ese lo tienes más caliente que a mí – exclamó Andrés riéndose.
-¿Me das una cerveza, por favor?-, le dice Andrés a la joven y guapa camarera que pasaba por nuestro lado ofreciendo bebidas. La chica lo miró por unos instantes, se ruborizó, titubeo y con la voz entrecortada le dice – ahora no llevo cervezas, señor, pero voy a buscar una de inmediato- terminó por decir marchándose rápidamente.


A los pocos minutos regresó con una fría botella. – Aquí tienes tu cerveza – le dijo a Andrés con una insinuante mirada, voz sensual y segura de sí misma, agregando a todo aquello una coqueta y linda sonrisa. La chica había regresado con una actitud diferente. Con tres botones de su blusa abiertos dejaba entrever el nacimiento y canalillo de sus turgentes pero pequeños pechos. A través de la tela se notaba que sus pezones estaban duros.


Andrés tenía un magnetismo casi irresistible para cuanta jovencita se cruzara por su camino. Al parecer percibían las potentes feromonas que manaban de su cuerpo y estas llegaban como abejas a la miel.


Andrés sorprendido la miró disimuladamente y le sonrió dándole las gracias. Le iba a decir algo más, cuando Maite pidió la atención de los presentes y dijo a viva voz.


-¡Queridos amigos ¡ Han sido tan generosos en darse el tiempo de celebrar conmigo este gran día, que les tengo un regalo. Espero que lo disfruten.


El DJ cambió bruscamente de música y por un costado de la piscina aparecieron media docena de chicas y chicos que al ritmo de una seductora música comenzaron a hacer su coreografía.


El espacio no era lo suficientemente amplio para todos los invitados así que nos tuvimos que acomodar de cualquier forma en los sillones y sillas que se encontraban en la terraza. De aquella manera podíamos ver cómodamente el espectáculo que nos estaban ofreciendo.
Los focos apuntaron a la pista bajando la intensidad de sus luces y estas empezaron a danzar al ritmo frenético de la música.
Andrés se acomodó en un pequeño sofá individual y para no ocupar otro espacio me señaló que me sentara sobre sus piernas.
Me estaba acomodando cuando disimuladamente empezó a deslizar su mano sobre su pantalón. Bajó la cremallera y levantó rápidamente mi vestido en el mismo instante en que yo me dejaba caer sobre sus piernas.


-¡Mierda!- exclamé inconscientemente mientras sentía como su pene se deslizaba por mi vagina hasta llegar al fondo.


Mientras todo el mundo estaba pendiente del espectáculo, para mí era imposible no balancear y mover mis caderas sobre Andrés.


Me movía al ritmo de la música disimulando la caliente actividad en la cual estábamos inmersos, pero atenta a cualquier señal de que no nos fueran a descubrir.


Andrés impertérrito jadeaba silenciosamente mordiendo y metiendo su lengua en mi oreja mientras yo intentaba calmar sus manos que se habían vuelto locas tratando de pellizcar mis pezones.


Los repentinos aplausos nos trajeron de vuelta a la realidad. Había terminado el show y todavía estaba sobre Andrés clavada con una estaca entre mis piernas.


De pronto veo a Maite caminando directamente hacia nosotros con una pícara sonrisa en sus labios.


Mi cara no pudo disimular el nerviosismo y la vergüenza que sentía a que fuéramos sorprendidos en plena faena por mi amiga, festejada y anfitriona.


Me sentí morir y observada por todos. Andrés no movía un músculo y sonriente le dice a Maite con su pene aún dentro de mi vagina oculto solo por mi vestido.


– Excelente fiesta y muy bueno el show, te felicito por la producción –


Maite nos miró y deslizó su dedo índice sobre los labios de Andrés indicándole que guardara silencio y riendo nos dice – Creo que la fiesta de ustedes está mejor. No se le ocurra marcharse antes, se tienen que quedar hasta el final- nos tira un beso y regresa junto los otros invitados.


Me sorprendió el mensaje y me relajé como pude. Ya estábamos inmersos en todo esto, aunque igual me avergonzaba de que nos hubiera sorprendido follando en su fiesta delante de todos los demás invitados. En fin, ya había pasado el bochorno deseando que nadie más se hubiera percatado del caliente incidente. Ahora solo había que disfrutar y pasarlo bien el resto de la velada.


La noche transcurría de forma tranquila sin mayores novedades. Algunos bailaban, otros hacían grupos riendo a carcajadas y los más en el bar conversando y bebiendo alrededor de la piscina.


Andrés insistía en jugáramos e hiciéramos una que otra travesura. Ya con algunas copas de más estuve a punto de ceder en más de alguna de las sugerentes ideas que proponía. Pero me mantuve firme de no cometer ninguna otra locura después de que Maite nos sorprendiera en el sofá.


De pronto alguien pronuncia mi nombre.


-¿Fabiola?, ¿eres Fabiola? ¿Mi compañera de colegio? ¡No lo puedo creer!- ¡Pero si eres tu mujer! –


Era la Sole, antigua compañera de colegio que no veía desde que habíamos egresado.


-Fabiola, estás estupenda y regia. ¡Qué cuerpazo te gastas! - me decía mientras me abrazaba una y otra vez.


Nos servimos un trago y nos pusimos a conversar. Mientras tanto, Andrés se escabulló sigilosamente y desapareció de mi vista.


-Hola- le dijo a la joven camarera que estaba sirviendo las bebidas. Ella lo miró y bajó la cabeza avergonzada. – ¿Quieres otra cerveza? – le preguntó aún con la cabeza inclinada para no mirarlo directamente.


-No quiero otra cerveza. Quiero saber cómo te llamas – le preguntó Andrés sonriente levantando con su mano el mentón de la chica para mirarla directamente a los ojos.
-Paloma- contestó la chica de forma inmediata con voz suave y entrecortada.


- Eres muy hermosa y atractiva Paloma. Me llamo Andrés y te aceptaría una cerveza siempre y cuando tú me acompañaras. ¿Qué te parece la idea?-


-Me encanta la idea y no sabes cuánto me gustaría acompañarte Andrés, pero ahora no puedo. Estoy trabajando.- contestó la chica.


-Me dejaste muy nervioso cuando me insinuaste tus pechos hace un rato atrás. Más bien me dejaste caliente – le dijo Andrés – Eres muy cruel pequeña Paloma – lo dijo a la chica sin dejar de mirar directamente a sus ojos.


-Disculpa, no fue mi intención. Fue una tontería que hice sin pensar- respondió la chica sonrojándose aún más. -No sabía que andabas acompañado. Lo siento- se disculpaba nerviosamente secando un par de copas.


-Tu amiga es muy atractiva- remató Paloma.


-Fuera de atractiva y rica, folla como las diosas. Me caliento de solo pensar en ella- le contesta Andrés


– Pero ella no está ahora. Y quien está aquí y me tiene muy caliente eres tu Paloma –le dice Andrés tomando una copa de la bandeja, rozando a la pasada y a propósito su pequeño pecho.


Paloma dio un brinco al sentir el roce de la mano en su cuerpo que hizo tambalear la bandeja que llevaba.


-También siento cosquillas cuando estoy cerca de ti - dice Paloma con un aire casi infantil – pero no te puedo acompañar ahora a beber, debo seguir trabajando.


Andrés se queda pensativo por unos segundos y le pregunta mirando su reloj


-¿A qué hora terminas de trabajar?


- En dos hora más. ¿Por qué?-


- Vale – dice Andrés – en dos horas más te vengo a buscar y nos tomamos juntos unos tragos. ¿Te parece?


-¿Y tú pareja, no se enojará si te ve conversando conmigo?- pregunta la chica


-No te preocupes por eso. No se enoja – responde – Además nos esconderemos muy bien de todo el mundo. Seremos solo tú y yo – termina por decir Andrés guiñándole un ojo.
-Nos encontramos en dos horas- le dice a Paloma y regresa a la piscina.


Durante la noche disfrutamos de la generosidad de Maite. Había alcohol en abundancia y platos con deliciosos entremés, canapés y pastelillos que servían sin cesar. Sin duda era un generoso regalo que nos estaba ofreciendo.


Andrés y yo bailamos gran parte de la noche. Podía sentir su perfume en cada movimiento que me envolvía inevitablemente revolviéndome todas las hormonas y humedeciendo hasta el último de mis rincones.


Ya tenía un par de copas de más en el cuerpo y eso me daba la libertad de poder desinhibirme totalmente si la situación lo ameritaba. Incluso le dije abiertamente a Andrés que estaba muy caliente.


Andrés sin prestar mucha atención a lo que decía miraba constantemente su reloj hasta que le pregunté – ¿Qué pasa? ¿Te quieres ir tan pronto? Podríamos volver a follar escondidos en el sofá – le insinué largándome a reír.


Entrada la madrugada la cantidad de invitados comenzaba a disminuir hasta quedar solo el círculo más íntimo de Maite. Éramos aproximadamente unas veinticinco personas.
De pronto la anfitriona se levantó de su mesa con una copa en la mano y caminando descalza por el borde de la piscina exclamó.


-¡Amigos! ¿No creen que la noche está muy calurosa? ¿Quién se atreve a darse un chapuzón conmigo? –


Mientras hablaba, seductoramente se iba sacando el vestido hasta quedar con los pechos al descubierto. Solo un pequeño colaless negro cubría la parte más íntima de su anatomía.


Por unos segundos se hizo un silencio sepulcral. Hasta que una voz masculina rompió el maleficio.


-¡Tienes razón, el calor es intenso! ¡Te acompaño! - Y se comenzó a desvestir.


Era uno de los amigos de Maite. El mismo que me había saludado alzando su copa y que se había excitado al ver mi culo al aire.


Descaradamente me puse a observar la notable anatomía del atrevido amigo. Inevitablemente sus caderas fueron el punto de mi atracción.


Se quedó junto a Maite al borde de la piscina con su bóxer puesto. Se notaba excitado por el bulto que sobresalía de su entrepiernas.


No pude resistir la tentación y grité – ¡que se saque el bóxer! – Todos los presentes me siguieron en la algarabía- ¡Que se lo saque!- gritaban todos.


Nuestro amigo haciendo una gran reverencia no dudó en complacer a la concurrencia bajándose el bóxer quedando totalmente desnudo. Tenía el pene erecto.


Ambos se situaron al borde de la piscina y de un salto se lanzaron al agua con tanta fuerza que los que estábamos observando al borde de la piscina quedamos igual de mojados que ellos.

Maite estaba tan excitada que comenzó a besar frenéticamente a su compañero mientras él acariciaba intensamente sus pechos y mordía sus pezones. Entre tanto jolgorio otro de los invitados grita.


-¡Quien más va al agua!- -Veamos quienes son los valientes – invitaba a viva voz mientras se desnudaba y se lanzaba un clavado en la piscina.


-¡Yo! ¡Yo voy!- Dije sin pensarlo dos veces y quitándome los tacones me lancé al agua.


No podía de dejar de reír. De pronto Maite levanta su mano derecha enarbolando el pequeño colaless que hasta hace pocos momentos llevaba puesto y lo tira fuera.


Y yo, para no ser menos me quite el vestido.


Así quedamos los cuatro totalmente desnudos en medio de la piscina.


Andrés, me miraba sonriendo sentado en un sofá de la terraza meneando la cabeza.


Uno a uno se fueron desinhibiendo y se empezaron a tirar a la piscina. Algunos desnudos, otros en ropa interior.


El griterío era ensordecedor, Había muchas risas y chapoteábamos como niños.


Maite jugaba y agarraba todos los penes que pasaban por su lado. Tenía que catarlos a todos hasta elegir el mejor, decía.


La temperatura iba subiendo a raudales entre los bañistas. Y también de los que no se habían zambullido. Una pareja de chicos gay practicaban desnudos el uno al otro el sexo oral a orillas de la piscina. Verlos con que pasión y ganas lo hacían me excitó de sobremanera.


Nadaba y jugueteaba con todos hasta que me encontré de frente con Alex. El chico que me había visto medio culo desnudo y me dice directamente.


-Estás exquisita Fabiola – y agarró mis pechos empezando a apretar mis pezones. No me resistí y dejé que lo hiciera. La visión del sexo oral y las copas de más me tenían totalmente excitada. Ya no pensaba, solo actuaba y sentía.


- Mira como me has tenido toda la noche – dice Alex tomando mi mano llevándola directamente a su pene. Estaba totalmente erecto.


-¿Te gusta?- me pregunta insinuante.


-Nada mal – le respondí simulando mi asombro. Lo apreté fuertemente con mi mano y lo empecé a acariciar suavemente.


Empezó a gemir y a besar mi cuello con la respiración entrecortada mientras su mano se dirigía suavemente a mi vagina llegando hasta mi clítoris.


Ambos y al mismo compas nos masturbábamos deliciosamente. Estaba muy excitada y caliente.


-Veía cómo te meneabas en el sofá y quiero que hagamos lo mismo. Déjame estar dentro tuyo Fabiola. Abre las piernas, sé que te gustará – me decía con la voz bastante agitada.


No alcancé a responder ni hacer nada porque Maite apareció de la nada y nos abrazó diciendo – Yo también quiero jugar a lo que están jugando ustedes – Y sin más palabras se inclina decidida, toma el pene de Alex, lo introduce en su boca y lo empieza a chupar y lamer.


Me hice a un lado un tanto desconcertada por el desplante de Alex cuando otro chico se acerca por detrás a Maite y la empieza a acariciar.


En un segundo de lucidez empiezo a buscar a Andrés con la mirada y no lo encontré por ningún lugar.


Seguí un rato más chapoteando en el agua tratando de calmar mi calentura cuando veo que Maite sale de la piscina con Alex y el otro chico. Se recuestan en el pasto acariciándose y revolcándose entre los tres hasta que Alex se pone boca arriba. Maite se monta sobre sus caderas e introduce el pene de Alex en su vagina cabalgándolo frenéticamente. El otro chico la acariciaba sin cesar, besaba su espalda y la abrazaba por detrás exprimiendo sus pezones. En un momento Maite se queda quieta y se recuesta sobre el pecho de Alex levantado su culo.


Podía ver como el pene de Alex seguía introducido en la vagina de Maite. El otro chico se acomodó por detrás y empieza a introducir lentamente su pene por el ano de mi amiga.
¡Se la estaban follando entre los dos! Estaba siendo doblemente penetrada. ¡Era una imagen discordante! Maite se movía desaforadamente para adelante y para atrás. Alex para arriba y el otro chico para abajo.


Maite solo gritaba de placer, nada más que de un intenso placer.


En realidad eran muchos los gemidos que se escuchaban. La fiesta se había convertido en una orgía pura y dura.


Parejas por todas partes tocándose, acariciándose y follando. Todos daban rienda suelta a sus instintos más básicos. Una chica masturbaba a dos chicos, a uno con su boca y a otro con su mano alternadamente. Otros se masturbaban mirando a las parejas.


Seguía muy excitada y caliente. El breve encuentro con Alex y toda la visión que había ante mis ojos tenían alborotada totalmente mis hormonas. Me senté al borde de la piscina, abrí mis piernas y llevé los dedos a mi vagina, separé los labios buscando el clítoris, que estaba duro como piedra. Me comencé a masturbar frotándolo circular y suavemente. Mientras lo hacía, buscaba a Andrés con la mirada. No estaba por ninguna parte.


Estaba al borde del orgasmo pero no me podía concentrar totalmente. Así que decidí salir de la piscina y buscar a Andrés.
Me cubrí con una toalla y entré a la casa.


Dentro reinaba un silencio absoluto. De pronto escuché un leve gemido de goce y me dirigí a mirar quien era. Estaban dos chicas haciendo una intensa tijera. Me quedé unos instantes viendo como sus vaginas húmedas y calientes se frotaban una con otra dejándose llevar por el intenso placer que eso entregaba. No estaba Andrés entre ellas.
Subí a la segunda planta. Me dirigí a la única habitación que tenía una tenue luz encendida y entré.


Allí estaba Andrés. Una chica muy joven lo cabalgaba entusiasmada con su cuerpo y cabeza echada hacia atrás. Se movía suavemente con los ojos cerrados. Estaba disfrutando en un estado de éxtasis tan profundo que ni siquiera me oyó entrar.


Los estuve observando durante un rato y me excité intensamente otra vez. Llevé nuevamente los dedos a mi vagina y me empecé a masturbar mientras miraba como Andrés subía y bajaba sus caderas penetrando profundamente a la chica. Imaginaba lo que ella estaba sintiendo. Su duro, grande y firme pene desgarrando sus entrañas, penetrándola hasta lo más profundo, haciéndola volar una y otra vez por los universos desconocidos del placer.


Hasta que la voz de Andrés me hizo salir del hechizo. – Entra Fabiola, no te quedes ahí parada - . La chica al oír mi nombre se sobresaltó y se hizo a un lado escondiéndose entre las sábanas.


Ahí estaba Andrés de espaldas con su gran pene erecto apuntando directamente hacia el techo de la habitación.


-¿Lo pasaste bien en la piscina? – Me pregunta irónicamente – por lo poco que pude apreciar lo estabas pasándo divinamente bien – terminó por decir largándose a reír.


-Vamos Paloma sal de ahí. Fabiola no muerde, pero chupa como una diosa – le dice a la chica quitándole la sabana de encima.


-¡Enséñale como se hace Fabiola!- me dice señalando su pene


¡Ah! – Dice Andrés –Antes de nada, ella es Paloma señalando a la chica. Paloma, ella es Fabiola señalándome a mí – y continúa.


-Ahora que somos todos amigos continuemos jugando. La noche recién está comenzando –


Paloma era una hermosa chica. Debía rondar los veinte años. Lindo cuerpo. Delgada con unos pechos que acababan de brotar. Casi no tenía aureola lo que hacía resaltar sus pequeños pero duros pezones. Tenía un culo redondo y muy bien formado. Era muy linda.


De Andrés no se podía esperar menos. Conocía sus secretos y sabía perfectamente lo que le atraía y le gustaba. Y esta chica cumplía a cabalidad todos los requisitos.


-Hola Paloma- le dije sonriendo – si lo deseas puedes continuar con lo que estabas haciendo. Se notaba que estabas disfrutando en otro mundo. Aprovecha el momento, no te cortes - Yo los miro y me entretengo sola mientras tanto.-


-¡No Fabiola!- dijo Andrés – le vamos a enseñar cómo se hace. ¡Que disfrute ella mirándonos! ¿No era eso lo que tanto deseabas, Paloma? ¡Ver a Fabiola desnuda! – le dice riendo a la chica.


-Bueno, aquí la tienes completamente desnuda y dispuesta a todo, ¿cierto Fabiola?-


Ven aquí – me dice señalando su pene – está listo para que lo montes y lo cabalgues desbocadamente.-


Sin pensarlo mucho, me monté sobre su pene y empecé a mover frenéticamente mis caderas. Tenía la necesidad urgente de un intenso orgasmo.


No pasó mucho tiempo cuando empezaron los primeros espasmos. Se fueron sucediendo uno tras otro cada vez con mayor intensidad hasta que una violenta descarga eléctrica sacudió mi cuerpo cayendo rendida sobre el cuerpo de Andrés. Apenas podía respirar.


Me tiré hacia un lado jadeante y satisfecha cuando escuche a Paloma decirle a Andrés


– ¿Y tú no acabas nunca? Yo acabe tres veces y tú ninguna - ¿Hicimos algo mal o simplemente no te gusté? – preguntó con voz suave casi susurrante.


-Paloma- le dijo con cariño – acabo cuando es el final del juego, así de simple. Ni antes ni después- Y aún nos queda mucho por jugar – terminó por decir.


-A mí no me miren para nada – dije medio adormilada – la excitación, las muchas copas de vino y el intenso orgasmo que había tenido recién era suficiente por la noche. Me puse en posición fetal dándole la espalda a Andrés dispuesta a dormir un rato.


En ese caso – dice Andrés – jugaremos con los dos solitos Paloma.-


Entre sueños sentía como Andrés se follaba a la chica. La sentía gemir y gritar. Moverse y susurrar. Andrés estaba destrozando a Paloma. Su pequeña vagina quedaría inutilizada y fuera de servicio por bastante tiempo pensaba hacia mis adentros.


Hasta que se produjo un silencio.


De pronto siento como una boca empieza a lamer mis pechos. Abro los ojos de golpe y veo como Paloma chupaba y mordía mis pezones. Intenté levantarme pero una mano firme me sujetó a la cama impidiendo moverme. Andrés me abrazaba fuertemente por mi espalda. Sentía como su lengua la recorría suavemente desde el cuello hasta el culo.


Traté de resistir, pero no pude.


Paloma mordía y succionaba mis pezones con avidez y deseo mientras sus manos bajaban a mi vagina buscando el clítoris. La humedad no se hizo esperar al sentir sus dedos en mi entrepierna comenzando a manar líquido a borbotones.


Encontró lo que buscaba y lo empezó a mover suavemente sacando tímidos gemidos de mi garganta. Esta chica me estaba calentando y excitando de nuevo.
Me giré quedando de espaldas a la cama y abrí mis piernas. Paloma bajó suavemente hasta llegar a mi vagina que ya estaba empapada y empezó a lamer y chupar toda la humedad que de ella brotaba. Con su boca succionaba mi clítoris mientras que dos de sus dedos entraban y salían rítmicamente de mi vagina. Andrés mientras mordía y chupaba mis pezones. Paloma era suave y sutil. Conocía muy bien el camino del placer femenino. Entre los dos me hicieron llegar rápidamente a un nuevo orgasmo.


-Ahora nos toca a nosotros – dice Andrés y me coloca en cuatro.


Paloma se recuesta en la cama y abre sus piernas dejando ante mis ojos su enrojecida y desgarrada vagina. Estaba empapada. No hay nada mejor que la lubricación juvenil.
Me recuesto sobre ella y empiezo a morder sus pequeños y duros pezones. Mi lengua jugaba con esas pequeñas protuberancias arrancando gritos de placer.
Andrés se colocó detrás y empezó a mojar mi ano con mis propios fluidos. Me comenzó a penetrar lentamente. No pude evitar el grito de placer que nació de mis entrañas al sentir como se deslizaba suavemente hacia mi interior.


Mi boca bajó hasta quedar a la altura de la vagina de Paloma y empecé a lamer y chupar su pequeño pero duro clítoris. Se revolcaba de placer cuando emitió un suspiro, empezó a tener pequeñas pero intensas contracciones y acabó. Quedó jadeante con los ojos cerrados. Con una gran y satisfactoria sonrisa en sus labios.
Levanté bien el culo para que Andrés entrara más profundo. Empezó a acelerar el ritmo de las embestidas hasta que en un momento se retira de mi ano y me gira dejándome frente a su pene. Se empieza a masturbar sostenidamente y de pronto me dice – abre la boca – y eyacula violentamente derramando todo su caliente y viscoso semen en mi boca y cara. Cada chorro de semen que su pene disparaba entre espasmo y espasmo trataba de que cayera en mi boca. Eso era uno de mis manjares favoritos. Era una pena desperdiciarlo sobre mi cara.


Ya empezaba a amanecer y reponiéndonos los tres en la cama, con más calma le pregunto a Paloma.


-¿Qué pasó Paloma, que significa todo esto?


- Soy bisexual Fabiola. También te quería a ti-