miprimita.com

El poder

en Sexo Anal

Puedo consentirme con los dedos mientras chupo tu pene. Pero en un acto de rebeldía femenina te quiero morder y desobedecer; ser yo quien te amarre, ser yo la que te mire a los ojos y abra mis piernas sobre tu boca, para que solo puedas saborearme con la punta de tu lengua.

 .Que solo puedas usar tu boca, -¡no hay permiso para más!-. En ese instante de AMA, me permito correrme sin contemplaciones sobre tu rostro, empapando tus labios con mis fluidos.

 Pero como mi lugar es ser sumisa, regreso humildemente de mis pensamientos a lo que de verdad soy. Dejo que me ates las manos y muerdas mis orejas, que me susurres al oído que de todas las putas, soy la mejor, pero la más desobediente, contestataria y rebelde.

 Y esa actitud merece ser castigada severamente.

 Me tomas del pelo, vendas mis ojos y esposas mis manos a la espalda. Sorpresivamente colocas unas pinzas en mis pezones. Una sensación nueva y eléctrica, una extraña mezcla de placer y dolor recorre mis senos y me hace gemir ahogadamente.

 Pasas un hielo por mi espalda, siento una fría y excitante corriente a lo largo de mi columna  que hace que me arquee por completo.

 No podía ver, no podía tocar, no me podía mover, solo podía sentir; y solo sentía cómo me torturaba, cómo era víctima de la más dulce y deliciosa tortura, que sabía a gloria.

 Me recuesta sobre sus rodillas y siento como baja su mano hasta chocar con mis nalgas una y otra vez, alternando cada lado. Mis ganas se hacían más intensas ya que a cada palmazo que recibía, mi vagina se apretaba y chorreaba de placer.

 -¡Ahora, puta perra caliente, sentirás todo mi poder dentro de ti! -exclama mi Amo-.

 Se recuesta y me monto sobre su pene duro como piedra. Solo siento como entra y se desliza, se ajusta y se acomoda perfectamente a mi cuerpo llegando hasta el fondo, a mi fondo.

 Empiezo a cabalgar desenfrenadamente, mi útero se hunde al contacto y presión de su vigoroso pene; me gusta, lo disfruto, me excita y me calienta.

 Sin poder ver ni tocar, me balanceo. Mis pechos bailan sin control al ritmo de los movimientos lujuriosos de mi cuerpo.

 Sin medir mis palabras le grito y le ordeno a mi Amo:

-¡chúpame las tetas, por favor!-

 Mi Amo, en un gesto de extraña obediencia, retira las pinzas que piñizcaban los pezones y empieza a chupar y lamer suavemente mis senos; pasa su lengua en círculos por las areolas, acaricia y me aprieta las tetas con sus manos y, mientras tanto, me sigo moviendo y restregando salvajemente contra su pene.

 Su boca y sus dientes chupan y tiran una y otra vez de mis pezones. Pequeños mordiscos logran que me empiece a correr de forma intensa; siento como las vibraciones contracciones comienzan en mis pechos para terminar apretando la vagina en miles de orgasmos, uno seguido del otro.

 Solo una puta perra caliente en celo puede correrse desde las tetas y esa soy yo.

 adeante, extasiada y agotada, me doblo y me recuesto sobre mi Amo, quien seguía moviendo sus caderas entrando y saliendo con su pene de mi vagina.

 Por favor, Amo. No puedo más, –digo rendida-.

 Mi Amo, en un gesto de misericordia, me libera la vista y suelta mis manos, me abraza y me cobijo en su hombro derecho, donde empiezo a llorar de la emoción por las miles de sensaciones y regalos que había recibido aquella tarde.

 Pasados unos minutos de relajo y tranquilidad, donde bebimos una copa de vino, conversamos y nos reímos, mi Amo vuelve a asumir su rol  y me dice:

 -Mucho ja, ja, mucho ji, ji, muchas risas y vino, aún no pagas tu castigo-

 -No estoy satisfecho con tu comportamiento, puta- me dice seriamente.

 ¡Recuéstate y abre las piernas! –me ordena-.

 Siento el poder que emanan sus palabras y en silencio obedezco, asumiendo plenamente mi rol de sumisa.

 Abre mi vulva y con sus dedos descubre el clítoris, ese pequeño botón que al sentir el roce se empieza a endurecer.

Nuevamente empiezo a sucumbir a los encantos y embrujos de mi Amo, otra vez me estaba poniendo a mil, otra vez me estaba calentando.

 Me empieza a masturbar con una mano,  rozando sus dedos en mí clítoris, mientras que con la otra, sus dedos penetran de forma simultánea mi vagina y mi ano; entran y salen rápidos sin parar y en cosa de segundos ya estaba en el cielo gozando plenamente.

 Vuelvo a acabar. Mi sensibilidad está a tope y cualquier roce me hace terminar en instantes.

 Ser una mujer multiorgasmica, sin principio ni fin es maravilloso.

 Me relajo. Maliciosa y sugerentemente me coloco en cuatro, ofreciéndole descaradamente mi ano a mi Amo. Conozco su debilidad y sé que cuando me posee de esa forma adquiero plenamente el control y poder.

 Que me penetre por el ano es la mayor de mis proezas; me siento deliciosamente sucia, vulgar, puta y perra, primitiva y salvaje, pero con todo el poder en mi cuerpo.

 Si, con el poder de que mi ano lo apriete, lo complazca y que siempre pida y ruegue por más, que lo haga gemir y gritar, que agarre desesperadamente el pelo y tire de mi cabeza hacia atrás diciendo mi nombre, porque mi ano puede tenerlo largos momentos jadeando hasta que decide hacerlo eyacular contrayendo y apretando sus paredes, estrechando el camino para que finalmente se relaje en el punto de no retorno y pueda escupir en su interior toda su pasión convertida en un torrente de caliente y fluido liquido viscoso.

 En ese momento soy poderosa, puedo pedir y hacer lo que yo desee.

 Y ponerme en cuatro es empezar a disfrutar de mi poder, mi Amo no pude resistir la tentación de penetrarme, lo hace y tomo el control.

-Dame más- le digo

-Dame más fuerte y duro– le grito

- Mas adentro, que llegue hasta el fondo – le suplico.

- Más, por favor, más-

- No pares, sigue –

- Suave, más lento, no te apures –

-Ahora más fuerte, dame más, más duro- le vuelvo a gritar

Mi Amo, simplemente obedece inconscientemente mis órdenes disimuladas en súplicas, hasta que juntos nos corremos frenéticamente.

 Por esta vez creo haber pagado mis faltas, aunque seguiré siendo desobediente, rebelde y contestataria porque castigos como este lo quiero todos los días. No quiero que hagamos el amor, quiero que me culee: con todas sus letras.

 Al final del día me pregunto: ¿quién realmente ostenta el poder?, ¿el o yo?

NOTA: Quiero dar las gracias a mi amigo Piscis quien desde España tuvo la amabilidad de entregarme algunos consejos para mejorar en todo aspecto este relato.