miprimita.com

La ceremonia del te

en MicroRelatos

Al atardecer, luego de un largo y engorroso día laboral me preparo para recibirlo, es Miércoles, el ombligo de la semana como suele llamarlo.

Cansada y agotada de mi intensa jornada trato de despejar mi mente pensando en las señales grabadas a fuego que conservo en mi cuerpo y en mi piel sobre la emoción de nuestras primeras incursiones en la cama, de nuestros primeros juegos, de las largas y excitantes conversaciones y otras no tantas, pero no menos interesantes y divertidas como la importancia del Krill, lo que me da plena certeza, de que aún preservo la agitación y el nerviosismo de aquellos primeros días, de nuestras primeras citas donde inventábamos cosas, situaciones y roles,

Y como no podía ser distinto ese día creamos e instauramos hasta hoy, un nuevo ritual para complacernos, le empezamos a llamar “la Ceremonia del Té”

 Así fue como ese miércoles lo esperaba con solo con una bata puesta sobre mi cuerpo, nada más llegar empezaron los juegos seductores y toqueteos siempre con los sentidos al límite y el deseo desbordado.

 En la cocina estaba todo dispuesto para servir nuestro brebaje favorito, las tazas de porcelana, el agua y el té en sus respectivas y humeantes teteras.

Era nuestra cita y aquí estaba, lista para ser suya.

 Mientras mezclo las infusiones, su boca empieza a recorrer mi cuello, me lame con su lengua hasta llegar a mi particular punto G, él sabe muy bien que este reside en mi oído.

Me susurra cosas sucias, calientes y eróticas lo que me excita más aún.

La bata que sirve de telón para el estreno de las caricias que me regala, sale de un movimiento dejándome totalmente desnuda en medio de la cocina.

 Empiezo a verter el humeante y aromático Te en sus respectivas tazas mientras recorre con sus manos mi cuerpo, se desliza por mis pechos y la dureza de mis pezones dan la señal,  ya estoy dispuesta, húmeda y complaciente para recibir entre mis piernas todo su vigor y energía.

Abre su cremallera y como un resorte sale su pene totalmente erecto, mi juguete predilecto, ahí,  bañados por el vapor que emiten las tazas me penetra por mi vagina y mi ano hasta hacerme acabar un par de veces.

 Tiritando aún por los intensos orgasmos logro llevar la bandeja con él Te hasta el salón donde me acomodo en el sofá muy agitada, con la respiración entrecortada de la emoción.

 Bebo de la infusión que me relaja totalmente, su calor llega a mis entrañas y siento como mis fuerzas se renuevan.

 Me abrazo a él y deslizo mis labios en los suyos, meto mi lengua para enredar nuestras lenguas que juegan a ser inseparables.

Mis piernas se abren de manera inconsciente porque quiero que nuevamente me penetre, que me revuelque y que la certeza de mi humedad traspase todos los límites.

 Se arrodillas frente a mi entrepiernas y hunde su cabeza entre mis muslos donde empieza a lamer sigilosamente mi clítoris, que en ese momento ya está duro, muy duro, dejando en evidencia lo caliente que estoy otra vez.

Mis pechos turgentes y los pezones erectos disfrutan de cada pellizco que reciben generando un ahogado gemido cada vez más difícil de disimular.

Me corro de forma tan intensa que pierdo el control de mis caderas haciéndome temblar en la cima del orgasmo que vuela en caída libre

 Me trato de recuperar tomando otro sorbo de té, donde logro calmar la tensión y la pasión, vuelvo a la conciencia y empiezo a tomar el control de sus ganas.

 No era justo que yo estuviera totalmente desnuda y el a medio vestir, así que empecé a bajar lentamente la cremallera de su pantalón que se hacía algo dificultosa ante su evidente erección, disfruto enormemente de su agitación y del placer que siente cuando dejo libre su pene, un caliente suspiro sale de su boca.

 Me acomodo en el sofá para disfrutarlo sin prisa, mis labios lo atrapan suavemente y lo aprisionan como queriendo exprimir de una vez tanto deseo contenido.

Mi lengua lo recorre y juega de arriba hacia abajo, lo aprieto y lo acaricio, lo masturbo con mi boca, entregándole y devolviéndole todo ese placer que hace unos instante había experimentado.

Me toma del cabello, lo tira y empieza a dirigir lentamente el ritmo con el que quiere gozar, de menos a más, paulatina e inevitablemente empieza a perder el control.

Segundos antes de la rendición, logrando un control total de su cuerpo, sale de mi boca, se recuesta, pide que me monte y cabalgue sobre su pene.

Obediente como soy, subo por sus caderas, me monto y su pene entra en mi cuerpo sin compasión.

Es exquisito tenerlo dentro y sentirlo hasta el fondo.

Gemimos sostenidamente al mismo tiempo, comenzamos a marcar el ritmo como en una danza ritual donde su pene y mi vagina mezclan sus humedades y hacen de ella un mar de deseo.

Me corro nuevamente y caigo exhausta sobre su cuerpo que seguía levantando las caderas entrando y saliendo de mí, pero yo no tenía más fuerzas para seguir, estaba muy cansada.

 Me hace a un lado, me baja y quedo sentada a su lado, mientras tanto él se levanta y coloca su pene frente a mi cara, se empieza a masturbar hasta que una rápida sucesión de chorros de leche caliente empiezan a bañar mi cara, su viscoso y blanco líquido corría por mis ojos, mi nariz y terminaban en mi boca.

Con mi boca llena y mis labios empapados de su semen, bebo y acabo el resto de mi taza de té.

Jadeante y temblorosa me cobijo en sus brazos, mientras le susurro;

-Este es el mejor Te de los que he degustado, es orgásmico-

 Desde entonces hasta hoy,  el miércoles es el día de la Ceremonia del Té.