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El colgante del Lobo (04)

en Grandes Series

   - Hacía ya siglos que no caminaba por la calle y veía las estrellas. - Lobo miraba al cielo, con aire soñador, exhalando el humo del décimo cigarrillo de la noche, mientras caminábamos hacia casa desde el cine.

     No podía evitar preguntarme si cuando Lobo decía "siglos" se refería de veras a ésa unidad de tiempo. Lobo vivía encerrado en el colgante que yo llevaba en el cuello, del cual sólo podía salir de noche, si la mujer que lo llevaba (yo en éste caso) le deseaba, y debía satisfacerla, o moriría al amanecer. Según me había contado, era una maldición a la que estaba condenado, pero, ¿cuánto tiempo vendría durando ésa maldición? ¿Quién lo habría maldito, y porqué? Tenía muchas preguntas en la cabeza que no me atrevía a formular....

     - Fue una bruja. - dijo Lobo de pronto.

     - ¿Perdón?

     - Quien me maldijo, fue una bruja. ¿En eso pensabas, no? No es que sea adivino, sólo me pareció lo lógico.

     Sonreí. Además de en el sexual, Lobo era sorprendente en muchos otros aspectos...

     - ¿Cómo fue? - pregunté

     - Psé... lo natural. Yo era su amante, y la fui infiel con su discípula. Nos pescó en plena faena ¡vaya papelón! Y montó en cólera. Traté de aplacarla, pero no hubo forma. La discípula, que ni de su nombre me acuerdo, se puso a gritar que yo la había violado. ¡Ja! ¡Si prácticamente me suplicó que me la tirara! Bueno.... que pasásemos juntos un rato agradable... El caso es que la bruja me dijo:" Ya que te gusta tanto follar, voy a darte empleo perpetuo para ello, ¡y ya veremos si eres igual de galán!" Y me encerró en el colgante. Eso fue allá por la Edad media, y hasta su muerte, la bruja me puso en manos de mujeres viejas, marimachos, otras brujas como ella, y cualquier cosa que tuviese faldas y particular mal carácter. No era agradable, pero era eso o la muerte, y, la verdad, no quiero saber qué tipo de muerte me tendría reservada ésa perra bruja en caso de no cumplir con mi cometido... era realmente cruel. Todas mis dueñas mantuvieron, por orden de la bruja en estricto secreto lo del colgante, porque, ¡figúrate si llega a caer un holograma en manos de la Inquisición!

     - ¿Y con la bruja, que pasó?

     - Murió, la quemaron viva. Su discípula (ironías de la vida) la acusó de bruja. Claro que luego la quemaron también a ella poco después, pero esa es otra historia...

     Lobo tiró al suelo la colilla, y llegamos a casa. La verdad que era una existencia extraña, la suya.....

     - Pero últimamente, mi suerte parece haber cambiado.. por fin.- Lobo me beso y cruzó la puerta de casa conmigo en brazos. - Bueno, nena, ahora tenemos que ocuparnos de algo importante...- susurró con su voz ronca mientras manoseaba mi trasero, pero de pronto miró su reloj (¿de dónde lo habría sacado?) y dijo, pensativo:

     - Sí, todavía estarán... sin duda.. Nena,.. ¿Qué te parece si me das media hora? Dame treinta minutos para... prepararlo.

     Asentí, aún sin saber a qué se refería. Me lamió la boca brevemente con la lengua y se marchó de nuevo. Bueno, fuese a dónde fuese, ahora tenía tiempo para prepararme también yo. En el cuarto de baño me lavé bien de pies a cabeza. Ayer mismo me había duchado, pero aún así, lo hice de nuevo. Me peiné cuidadosamente, me unté loción hidratante, me puse dos litros de perfume, y naturalmente, el conjunto recién estrenado de corsé, tanga, medias y liguero, todo ello rojo, junto con los tacones, rojos también, y por encima, una bata ligera de raso en color rojo (me chifla el rojo), sin abrochar. Cuando salí del baño, oí algo en el salón que me indicó que Lobo ya había vuelto, y hacia allí me dirigí, ligeramente impaciente por ver qué me preparaba...

     - Hola, nena.

     Sobre el suelo del salón, Lobo había extendido una gruesa alfombra color canela de pelo muy largo y fino, con aspecto de ser muy suave. Bajo la mesa había un paquetito, en el que casi no reparé, y sobre la mesa, una cuba con hielo y una botella de champán, y dos copas muy altas y finas. Lobo estaba tendido en la alfombra, descalzo y vestido con la camisa blanca y los pantalones azules. La chaqueta estaba sobre el sofá. Sonreí y me abrí la bata por completo, para que viera el conjunto, apoyándome ligeramente en la pared.

     - ¿Te gusta lo que ves? - Dije mirando como daba al cigarrillo una intensa chupada, mientras recorría mi cuerpo con la mirada. Parecía muy complacido de lo que veía ante él, y dio una palmada en la alfombra para que fuese a su lado.

     Me tendí a su lado, tumbándome por completo. Lobo me besó como solía, metiendo su lengua en mi boca y acariciando la mía, cosquilleando suavemente mi paladar, al tiempo que su mano acarició mi cuerpo, acercándose decidamente a mi coñito, y empezó a tocarlo aún sobre la suave tela que lo cubría. Su boca sabía al cigarrillo que acababa de dejar, pero no era desagradable. Podía notar, muy cerca de mi cuerpo, como sus pantalones empezaban de nuevo a quedarse pequeños para lo que había en ellos.

     - Me pones en Júpiter, nena - susurró cerca de mi oído.- Pero antes, quiero descorchar esto.

     Agarró la botella de champán y le quitó el precinto.

     - Creo que debí haberte dicho que no me gusta el champán.- dije.

     Lobo pareció extrañado.

     - Bueno... es champán dulce, entra muy suave. Pégale sólo un sorbito, para brindar. Da mala suerte brindar con agua...

     Acepté, y Lobo aflojó el tapón ¡Bang! sonó como un tiro, y la botella empezó a chorrear espuma. Lobo se la metió en la boca y pego un churrupe a morro, y me la paso para hacer lo mismo. Sólo me mojé los labios, pero bebí un poco.

     - Por el buen sexo.- Dijo Lobo.

     Y rodamos por la alfombra. Ahora su boca sabía a champán, y aunque no me gustase beberlo, el sabor en la boca de Lobo no me disgustaba en absoluto. Mientras me besaba el mentón, el cuello, sus manos recorrían todo mi cuerpo. Su lengua paseó por mi garganta, lamiéndola con suavidad... mi coñito volvía a estar a punto, y, a juzgar por la presión que sentía contra mi estómago, parecía que su polla también..

     Lobo me rodeó con la piernas y empezó a desabrocharse el pantalón, mientras yo no perdía detalle.

     - ¿Quieres verla, nena?

     Asentí con la cabeza. De rodillas, Lobo se acercó más a mi rostro, y bajó el pantalón todo que pudo, dejando salir su arma. Estaba enorme, rosado y palpitante, y parecía mirarme directamente, como lo hacía él. Atraía y daba un poco de miedo.

     - Ahora mismo está tan tenso que casi duele. No lo recuerdo nunca así.

     - Bueno, si te duele... quizá podamos hacer algo para aliviarte...

     Lobo sonrió y se apartó de encima y se sentó en el suelo. De rodillas, agaché la cabeza y besé la punta de su polla, que pareció crecer más aún. Me tumbé en el suelo, apoyada en los codos, y la besé de nuevo, con los labios separados. La acaricié suavemente con la lengua, bajando más los pantalones de Lobo, que había echado hacia atrás la cabeza y se apoyaba en el sofá. Con la mano eché hacia atrás la piel de su verga para descubrir la cabeza rosada, rezumante de humedad, y la acaricié con mi lengua. Un delgado hilo de líquido se extendió entre mi lengua y su polla cuando me separé lentamente, y al fin, posé mis labios justo en la punta y comenzé a succionar para metérmela toda en la boca.

     - Oh, nena... esto es divino, nena... No pares....

     Desde luego que no, pensé. Sin dejar de chupar y lamer de arriba a abajo aquella enorme polla, con una mano empezé a acariciarle los testículos, muy suave, y con la otra el bajo vientre. Lobo tembló, preso de un intenso escalofrío de placer, se retorcía entre mis manos, se agarraba al bajo del sillón... Y yo no paraba, me encantaba verle gozar. Levanté los ojos para mirarle a la cara, para que pudiera ver cómo le daba placer y como disfrutaba yo también con ello.

     - Nena... ¿tú sabes el gusto..... que me das? - susurró - Mhhh... más, nena... luego ... te resarciré....

     Era adorable ver lo bien que lo pasaba, mientras mi mano masajeaba sus testículos, la otra le acariciaba el vientre, el pecho, le pellizcaba los pezones, produciendo verdaderos estragos, y mi lengua hacía las delicias de su polla. La rodeaba con la boca, me movía arriba y abajo... su gran polla estaba brillante y resbaladiza de su líquido y mi saliva. La solté por un momento, eché hacia atrás la piel otra vez para ver la cabeza, ahora de color purpúreo brillante, y recogí sólo la punta con mis labios, apretándola entre ellos y dándole lengüetazos a toda velocidad, mientras con una mano agarré el tronco y lo froté con fuerza. Lobo gritó de placer:

     - ¡Ah! Ahhhhhh............. nena... pagarás por esto, nena,... mmmhhhh... acábame, te lo ruego.... echa el resto, muñeca, ... mmhh....

     Lobo tenía los puños apretados, con uno de ellos golpeaba el borde de la mesa, y su cara relucía de sudor. Le chupé con más fuerza, succioné, le lamí la polla apretando con la lengua, y noté que su venida era inminente. Me hice a un lado y la saqué, para ver el disparo, sin dejar de frotarle arriba y abajo, hasta que un potente chorro de líquido blanco y brillante salió disparado. Me lancé para pescar un poco con la boca, lo que conseguí, y de nuevo le besé la verga, dejando salir de mi boca el semen que había atrapado, que se escurrió cálida y suavemente sobre su miembro....

     Lobo sonreía, como siempre que se corría. Su cuerpo temblaba ligeramente, e imaginé que mi lamida y el líquido casi hirviente que se paseaba por su polla, tan sensible después del orgasmo, debían estar haciéndole ver las estrellas, y no precisamente de dolor.

     - Nena...- articuló - Yo ... yo creo que te enseño demasiado bien... has dejado seco al viejo Lobo, muñequita traviesa,... en la gloria bendita,.. pero con ganas de guerra,.... esto exige... venganza..

     La mirada que había en los ojos del Lobo no era para tomársela a broma; parecía que fuese a comerme viva. Y me gustaba. Me gustaba sentirme a su merced, me gustaba sentirme... "violada".  Lobo me hizo ponerme a cuatro patas, con la cabeza apoyada en un cojín sobre la alfombra, con mi sexo abiertamente expuesto, a su capricho.

     - Te lo dije antes y lo repito ahora nena... me vas a suplicar que pare...

     Lobo lanzó sus pantalones, hechos una pelota, al otro extremo de la habitación. Ahora sólo llevaba la camisa desabrochada. Echó mano a mi tanga y lo bajó hasta las rodillas, noté como se agachaba y su respiración a escasos milímetros de mi sexo, tan lubricado de excitación que goteó débilmente.

     - A esto llamo yo recibirle bien a uno. - Susurró mientras acariciaba la entrada de mi coño con sus hábiles dedos, produciendo descargas de placer, breves e intensas, que se cebaban en mi columna y mi estómago.- Yo sé lo que éste coñito me está pidiendo a gritos,... sí, nena... tu viejo Lobo ya sabe lo que te gusta...

     Lobo pegó un brusco lametazo a mi chochito, que me hizo gritar de sorpresa y placer. Acto seguido, comenzó a penetrarme con dos dedos, al tiempo que su boca besaba mi intimidad, buscando mi clítoris con sus labios. Yo me mordía los mios, perdida en el placer que sentía, agarrando con fuerza el cojín sobre el que estaba mi cabeza, y gimiendo suavemente. Lobo encontró mi clítoris y lo apresó entre sus labios, tiró de él suavemente, lamiéndolo sin ninguna prisa, mientras sus dedos retozaban en mi coño con idéntica lentitud. Me volvía loca, era increíble cómo sabía complacerme:

     - Síííííííííí, Lobo...... sigue así..... aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhh..... me encanta cómo me lo hacesssssss...... haaahhhh........

     Oí la risita irónica de Lobo. Tuve la sensación de que se estaba guardando un as en la manga. As que no tardó en utilizar. Enderezándose, me penetró con su gran polla, mientras con una mano no soltaba mi clítoris, me estaba haciendo que me retorciera de gusto, me agarraba las tetas, notaba cómo el sudor me bajaba por el rostro, era un delirio... pero aún no había logrado su objetivo. Sin dejar de bombear ni atacar mi botoncito, mojó bien en mi humedad uno de sus dedos, y comenzó a acercarlo peligrosamente a mi ano.

     - ¡No! - grité - ¡Eso no!

     Lobo estalló en carcajadas.

     - Sabía que pedirías piedad, muñeca, lo sabía. No temas, te va a encantar. No podemos olvidarnos de tu precioso culito, nena... ¿O no te fías del viejo Lobo?

    Si Lobo decía que iba a gustarme, tenía que ser cierto a la fuerza, pero aún así... me daba un poco de reparo, pero me dejé hacer. De nuevo sentí cómo Lobo acercaba su mano a mi trasero, abría mis nalgas y comenzó a acercar uno de sus dedos. Lo sentía mojado y tibio, intentando abrirse paso en mi hoyito trasero, y me sorprendió comprobar que no era desagradable en absoluto, sino todo lo contrario. Era un placer extraño, distinto a lo que había sentido, pero increíblemente intenso y cálido, que, sumado al de mi coño, me estaban matando de gusto. Arqueé la espalda cuanto pude, sintiendo cómo mi ano se dilataba lentamente, ahora bajo la presión de dos dedos, y al mismo tiempo, la polla de Lobo continuaba su trabajo y su otra mano jugaba incansable con mi clítoris.

      - Aaaahhhhhhhhhh.... eres un animal.... - gemí, loca de gusto.- es .... es fantástico,.... sigue,... ahhhhhhhhhhh.... qué bestia eres... ummmmmhhhh.....

     - ¿A que no es tan terrible, eh, nena? Sí, esto te hacía falta... era ésto lo que necesitabas, ¿verdad? Nena... ¿ves aquella cajita de allí?

     Lobo señaló la caja que había bajo la mesa, en la que apenas había reparado.

     - Pasámela, pero no mires lo que hay dentro.

     No tenía modo, estaba envuelta en papel marrón, y para desenvolver estaba yo. Lobo la abrió a mis espaldas, al tiempo que, muy lentamente, sacó su polla de mi interior. Estaba a punto de preguntar porqué, cuando sentí una presión mucho más fuerte en mi ano. ¡Iba a penetrarme por el culo! Apenas lo sentí, instintivamente trate de escapar a gatas, pero Lobo, riendo de nuevo, me agarró de la cintura.

     - No, nena, no te vas a escapar. De ésta no te salva ni el ángel de la guarda.

     Se echó hacia atrás, sentándose sobre los talones, y arrastrándome tras él, me empezó a hacer bajar, para ensartarme aquélla enorme verga por mi culito. Apretaba. Mi ano estaba mojado, y dilatado gracias a su trabajo anterior, pero aún así, costaba increíblemente. Lobo jadeaba. Mi culito apretado y estrecho le debía volver loco, y a mí su verga me daba la sensación de que no podría sentarme en un mes, pero por nada del mundo quería que la sacara, era asombroso, nunca hubiera sospechado cuánta sensibilidad, cuánto placer podía sentir por detrás. Ya estaba a punto de empezar a masturbarme también, para eliminar la pequeña sensación de molestia y ocuparme un poco de mi desatendido coñito, cuando Lobo, siempre atento, detuvo mi gesto.

     - Espera, muñeca. A tu conejito le tengo preparada otra sorpresa.

    Con la mano derecha me mostró lo que había en la cajita: era un consolador de color rojo, gordo y redondo, con la superficie en relieve. Era grande, aunque no tanto como su polla. Sonreí. No me parecía mala idea, con el calentón que tenía, y una verga en mi culo, no me iba a andar con remilgos. Lobo lo acercó a mi coño y empezó a meterlo. Mi hambriento chochito lo  recibió con agrado, y Lobo empezó a moverlo de arriba a abajo, clavándolo con suavidad y luego más fuerte cada vez, mientras yo, de rodillas en el suelo, bajaba y subía sobre su verga, que hacía estragos en mi ano. Nunca había probado la doble penetración, era delicioso, me parecía que aquella polla artificial y la de Lobo iban a juntarse dentro de mi carne, mi coño y mi culo parecían arder...

     - ¡Aaaaaaahhhhhhhhhhhhhh.....! ¡No lo.... puedo creer....! ¡Es magníficaaaaaaaaaaaahhhhh...........! ¡Tienes ... una polla... magnífica! Más.... clávala más..... Bestia, animaaaaaaaaaaaaaal....... ¡Ah! ¡Me rompes! ¡Sí! ¡No pares!

     - ¿Te gusta, eh, nena? ¿A que lo estás pasando bien? Pues agarráte donde puedas, que aún falta la guinda....

     Lobo se recreaba en la suerte, rió de nuevo, y oí un "clic" en mi coñito. Entonces aquél aparato que tenía en mi interior empezó a vibrar como un loco, mientras Lobo lo movía arriba y abajo con una mano, y con la otra pescó mi clítoris de nuevo, al tiempo que su polla seguía taladrando mi culo. Grité con fuerza, el placer era mucho más de lo que había sentido en toda mi vida, era excesivo, era salvaje, colosal...

     - ¡AAAAAAAHHHHHHH..... ! ¡BESTIA SIN PIEDAAAAAAD..! ¡ME MUEROOOO...! ¡NO PARES... AAAHHHHHHHHHHH... HAAAAAHHHHHHHHHHH....!

     Cerré los ojos y vi fuegos artificiales, mi coño estallaba, mi culo explotaba... me corrí en el orgasmo más intenso que había experimentado jamás... un orgasmo que no terminaba, cuando ya empezó el siguiente, y después el tercero... sólo recuerdo que pensé confusamente que si alguna vez podía perder el conocimiento, sería ahora... Finalmente sentí que mi cuerpo se relajaba, tras una intensa sucesión de orgasmos que había durado casi dos minutos... el consolador, ya apagado, resbaló de mi interior, como la polla de Lobo, que aún no había terminado...

     Mientras me reponía, vi a Lobo, sonriéndome, sentado junto a mí, masturbándose para acabar. "¡Ah, no!"- pensé - "¿A mí me da el orgasmo de mi vida y él un solitario y buenas noches? ¡Ni hablar!" No sin cierta dificultad, me arrodille, y logré articular:

     - .... Me toca. Túmbate.

     Lobo sonrió con inocencia, como si no acabase de entender. Sonriendo yo también, aunque no precisamente con inocencia, le empujé de los hombros y le repetí que se tumbara, y esta vez lo hizo.

     - ¿Te vas a vengar tú ahora, muñeca? ¿Qué me vas a hacer? - Su voz sonaba socarrona, como si pensara que, después de semejante sesión, no sería capaz de mucho.. Puede que tuviera razón, pero saqué fuerzas de terquedad, y de nuevo acerqué mi boca a su polla, y empecé a succionar con fruición. Paseé mi lengua de arriba a abajo, la froté,... pero la falta de respuesta fue más que evidente. Algo fallaba.. Y oí la risa de Lobo otra vez.

     - Olvidé decirte que ya acabé antes en tu culito. Si a eso sumamos el fabuloso oral que me hiciste a comienzo de la noche, ... te va a resultar algo difícil que acabe por tercera vez. Puedo mantener mi erección todo el tiempo que me dé la gana, pero un tercer orgasmo... creo que sólo yo mismo sé dármelo. Pero inténtalo si es tu gusto, nena. A ver qué consigues...

     Aquello sonaba a reto, y lo acepté. Por otra parte, ahora me encontraba más recuperada, y eso me sería útil. Lobo esperaba, con las manos enlazadas detrás de la cabeza, sonriendo con aspecto de ganador cantado. Pues no se iba a salir con la suya. Si su pene había trabajado demasiado, ... quizá de momento debía olvidarme de su pene.

     Sonriendo con malicia, empecé a desabrochar mi corsé, que había llevado hasta entonces, muy lentamente, moviendo suavemente mi cuerpo, hasta que quedó suelto por completo, y se lo arrojé a la cara. Lobo lo recogió y se lo acercó para olerlo, cerrando los ojos con pasión. Con el pecho fuera me acerqué a él lentamente y le besé, entrelazando nuestras lenguas, mientras cogía sus manos y las llevaba a mis tetas. Lobo las rodeó con su manos, las apretó... Separándome de su beso, también mis manos se dirigieron a sus pezones y los fuertes músculos de su pecho.

     - Ahora sí vas por buen camino, nena... - aprobó Lobo

     Sonreí, acariciando su vientre, jugando con el vello de su pecho, me agaché y besé sus pezones, los lamí, besé suavemente su pecho, y, siguiendo la línea del vello, comencé a bajar, me detuve en su ombligo... mis tetas desnudas ya rozaban su polla erecta. Pero ahora no estaba erecta sólo "porque sí". Ahora estaba erecta porque a Lobo no le quedaba otro remedio... Echando hacia atrás la piel, descubrí de nuevo la rosada punta, me acerqué lentamente, eché vaho sobre ella y, muy despacio, milímetro a milímetro, sintiendo en mí la mirada impaciente de Lobo, fui bajando mi lengua hasta rozar levemente la sensible punta, lo que provocó un suspiro de Lobo.

     - Mmmhhhh... nena... tu sí que sabes... poner bien a tono ... al viejo Lobo... estoy ardiendo... aahh... No sé... como lo haces, nena... pero me encanta, mmhhhhh.... qué gusto....

     Me sentí halagada, mientras mi lengua lamía su polla de abajo a arriba, paraba en su capullo y lo besaba, lo succionaba una y otra vez, mientras con una mano le masajeaba toda la verga.. Todo indicaba que Lobo iba a gozar de un orgasmo cálido y tranquilo, pero...de pronto, entre sus piernas abiertas vi... si a mí me gustaba, ¿porqué no a él? Podía gustarle tanto como a mí... Sin sacarme su gran miembro de la boca, me chupé dos dedos, y, de golpe, ataqué su ano.

     -¡GUAU, NENA! - sabía que le gustaría, pero no esperaba tanta energía - ¡SIGUE, NENA, SIGUE, POR FAVOR! ¡OH, CIELOS! ¡¿ES ASÍ CÓMO LO SIENTES CUANDO TE PENETRO YO?!

     Me reí, mientras le veía arquearse de gusto y agarrar la alfombra con los puños apretados, mientras seguía frotando y chupando su polla, y mis dedos entraban y salían de aquél culito, que no imaginaba tan sensible. Lobo desorbitaba los ojos y mi velocidad aumentaba, le metía los dedos casi hasta los nudillos, y mi boca apresaba la puntita de su polla mientras la masturbaba arriba y abajo y lamía la sensible cabeza. Lobo se deshacía en gemidos.

     - Me vas a matar, nena... ¡me vas a matar de gusto, haaahhhh.....! Diablo, esto... ¡esto es una pasada, nena! mmmmmhhh.... no pares.... síí ... gáname.... gánale la partida... a tu viejo Lobo, aahh....

     Se venía, podía notarlo. Su verga se ponía tan roja como el consolador, todo su cuerpo parecía tensarse como un elástico. Apreté más los dedos, traté de meterlos más hondo, succioné con la boca y doblé la velocidad de mi lengua, todo a la vez. Lobo estalló en un orgasmo sin límites, una oleada de semen caliente inundó mi boca, al tiempo que sentía cómo todos los músculos de Lobo se relajaban dulcemente. Saboreé la descarga y tragué echando hacia atrás la cabeza. El sabor dulce  y picante se extendió cálido por mi garganta.. me gustó.

     - ¿Lo hice bien? - pregunté.  Lobo seguía con la sonrisa en la cara, su sonrisa de placer, y los ojos cerrados. Su respiración, agitada aún, hacía que su tórax subiese y bajase con rapidez. Su pene volvía lentamente a su estado de relajación.

     - Ven aquí, nena. Acércate tú, porque me has dejado que yo no puedo moverme - dijo. Me incliné sobre él y nos besamos una vez más. Me tumbé junto a él, abrazándole. - Me gustas, muñeca. Me gusta tu apariencia de debilidad, timidez... pero cuando te pones a ello, no eres un volcán,... eres la bomba atómica, una supernova... Y te preocupas por mí. Quieres que yo goce.. y lo logras. Por primera vez en siglos, haces que me sienta... sólo un poco, claro, no te ofendas... haces que me sienta.. querido.

     Aquello no lo esperaba. Lo intuía, pero no lo esperaba.. tan pronto.

     - ¡Claro que te quiero! - Dije. Ni yo misma podía explicarme cómo había pasado, pero así era. ¿Cómo puede una enamorarse de un hombre salido de un colgante al que conoce desde hace sólo tres noches, en las que han follado como locos antes casi de saber sus nombres? Bueno, también habíamos hablado y eso, pero... era de locos. Y sin embargo así era. La sonrisa que Lobo tenía en la cara le llegaba a las orejas.

     - Si es así, muñeca... no tienes idea de lo feliz que soy, porque... acércate y te diré una cosa.

    Me acerqué y habló a mi oído. Sonreí. Sonreí más.. más.. y estallé en carcajadas

 

Dita.

(continuará)

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