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Buenos días, señor Jameson, III (final)

en Parodias

J. Jonah Jameson tenía motivos para sentirse satisfecho, y lo estaba. No sólo el periódico iba maravillosamente bien, no sólo había recibido una mención especial que lo hacía candidato a un jugoso premio, no sólo las fotografías de Spiderman que le facilitaban eran las más espectaculares y no sólo las ventas del periódico y los ingresos por publicidad se superaban de día en día… además estaba viviendo una aventura que era el sueño de cualquier hombre. Su secretaría era su amante esclava, sumisa, obediente, fiel… dispuesta a hacer siempre todo cuanto él le mandase, dispuesta a ser su juguete, su putita particular, su fantasía privada… Antes, la dirección del Daily Bugle ya era bastante excitante para él, pero ahora era sencillamente apasionante… Cada vez que le apetecía desahogarse, no tenía más que pulsar la tecla del dictáfono y al instante Rita Hesse se presentaba, como una especie de genio de la lámpara, dispuesta a cumplir todos sus deseos, desde la concertación de citas y la clasificación de la correspondencia hasta una garganta profunda o un polvo sobre la mesa del despacho, y siempre tratándole de usted y haciéndose la formalita… lo volvía loco.

No pudo reprimir una sonrisita lasciva al recordar lo que acababa de suceder en su despacho… él la había puesto cachonda a base de azotes en su tierno trasero (¡qué antojo tenía de morderle las nalgas y romperle el culo!) y de caricias en su coñito tembloroso, pero no había dejado que alcanzara el orgasmo. En lugar de eso, ella le había chupado hasta tragar toda su descarga y ahora, iría a su casa, le llamaría y se masturbaría junto al auricular para que él lo oyera… sólo de pensar en aquello, de nuevo su pene se erguía pidiendo guerra; ardía en deseos de llegar a casa. Bajó por el ascensor hasta el garaje y se dirigió a su coche. Estaba prácticamente frente a él, cuando un silbido llamó su atención.

-Eh, tío guapo… - dijo una voz, amenazadora y llena de sorna - ¿quieres prestarnos algo de dinero…?

Casi veinte pisos más arriba, Rita detectó el cambio de temperatura y hormonas en el cuerpo de su jefe y el terror la hizo estremecerse. Casi fuera de sí, se lanzó hacia la escalera interior y se deslizó por la barandilla, dispuesta a llegar lo más rápido que pudiera.

Mucho más cerca del garaje, el sentido arácnido de Spiderman avisó a éste del peligro y se coló por la salida del subterráneo, dispuesto a ayudar… si bien, él sabía que había alguien en peligro, no sabía quién. Confiamos en que el superhéroe, de haber sabido que se trataba de su despótico jefe, hubiera acudido de todos modos.

Jameson calculó rápidamente sus opciones: ninguna. Es cierto que había sido periodista de guerra y no se asustaba así como así; a pesar de sus años seguía siendo un hombre fuerte y hubiera podido sin problemas con uno, quizá hasta con dos… pero sin duda, no con cuatro. Los cuatro jóvenes, no tendrían más de veinte años, eran altos, fuertes, y se veía claramente que estaban colocados hasta las cejas; las pistolas y navajas que llevaban, no eran de adorno, y la cámara de seguridad estaba muy lejos de él. Sólo quedaba que se conformasen con el no muy abundante dinero que llevaba encima.

Rita corría por el pasillo alargando la zancada lo más que podía, sudando copiosamente. Su respiración se aceleraba y su furia crecía de segundo en segundo…. ¡Jonah era SUYO! ¡Nadie iba a arrebatárselo, y menos un delincuente de tres al cuarto!

Spiderman se acercaba a la zona en cuestión, notando el peligro cada vez más intenso. Finalmente pudo ver a los cuatro carteristas… Jameson no lo sabía, pero no iban a conformarse con dinero.

-¿Sólo llevas esto, capullo? – dijo el primero de ellos, rubio y con el pelo pegado al rostro – con esto, no es bastante por tus pelotas, nos vamos a llevar tu coche, tío guapo.

"Acércate" Pensó Jonah. "Acércate aquí, y deja que te pesque… vamos a ver si tus amiguitos son igual de valientes cuando te use de escudo humano…". El joven rubio alzó la mano hacia el pecho de Jameson, dispuesto a cogerle las llaves del bolsillo interior, y el director actuó deprisa: agarró la muñeca del ladrón, y le retorció el brazo por la espalda, poniéndole frente a él. Otro de los muchachos, asustado, no se le ocurrió más que disparar al cuerpo de su amigo, quizá pensando que la bala atravesaría también a Jonah; el rubio gritó al notar sus costillas machacadas por la bala, Jameson estuvo a punto de soltarlo y Spiderman a punto de atacar, pero entonces un relámpago negro se abalanzó sobre los tres jóvenes. Un agudo rugido atronó el garaje y los delincuentes chillaron de terror. Un escalofriante sonido de desgarro de carne, acompañado de un agudo grito de dolor y pánico laceró los oídos de Jameson y el propio Spiderman, que, temeroso de que aquélla furia hiciese allí una carnicería, cargó contra ella. Una sola patada en el cuello de la fiera, y ésta cayó al suelo, semiinconsciente. Los delincuentes intentaron huir, pero Spiderman lanzó redes contra ellos y quedaron inmovilizados… si bien poco podían moverse: uno de ellos tenía una herida de bala, dos de ellos tenían, como mínimo, varios huesos rotos por el tremendo peso de la criatura que se abalanzó sobre ellos, y el último se había llevado un terrorífico recuerdo en forma de cuádruple arañazo desde la mejilla hasta la ingle por el que perdía abundante sangre y cuya cicatriz le acompañaría por el resto de su vida… Aún tenía suerte; un poco más al centro y le hubiera rajado las tripas limpiamente; un poco más profundo y le hubiera desgarrado la garganta.

Jameson aún se recobraba de la sorpresa y el susto cuando Spiderman pudo al fin examinar qué era aquélla furia negra que había atacado sin piedad. Estaba tendida en el suelo, respirando trabajosamente. Su brillante piel relucía a la luz de los fluorescentes y su imponente musculatura daba respeto aún estando tumbada. Una pantera.

-¡¿Has venido a matarme tú también?! ¡¿Te has traído a éste bicho para que te ayude?! ¡Confiesa, máscara! – Jameson se había recobrado lo suficiente como para sospechar de Spiderman y arremeter contra él…. Pero aún no había visto lo peor de la noche.

-Este bicho, señor Jameson, es alguien que usted conoce – Jonah estuvo a punto de reírse, ¿acaso aquél enmascarado lo tomaba por idiota? Pero tuvo que tragarse la risa cuando el animal pareció encogerse sobre sí mismo y el pelo fue absorbido, dejando al descubierto piel blanca y suave… la piel de Rita Hesse, que adoptó posición fetal sobre el suelo del garaje, intentando cubrir su desnudez y empezó a llorar quemadamente, avergonzada. Jameson cayó al suelo de rodillas. No… no podía ser cierto… Rita no… era una… era una mutante. Una mutante, igual que todos esos estúpidos delincuentes enmascarados que poblaban la ciudad, igual que Spiderman… se había abierto camino a su cama para controlarle, para dominarle… ahora lo veía claro, él era el dominado, no ella… Lleno de rabia, quiso subir a su coche y marcharse de allí, pero descubrió que no podía. Se quitó el abrigo y lo lanzó sobre Rita. Después recogió del suelo su cartera, sacó un par de billetes y los arrojó cerca de ella.

-Toma un taxi. Mañana te irás de aquí. – dijo sólo. Subió a su coche y arrancó sin mirar atrás. Sólo entonces Rita dejó escapar el sollozo que había reprimido. Spiderman quiso hablarle, llevarla él mismo a casa, decirle algo… pero la joven ni siquiera podía sostenerle la mirada. Se envolvió lo mejor que pudo en el largo abrigo de Jameson y se marchó a casa, sin recoger el dinero que éste le había lanzado. A pie y descalza, caminó hasta su apartamento, a algo más de media hora de marcha.

Al día siguiente, no había nadie para desearle los buenos días a Jonah Jameson. Nadie le trajo el café. Nadie ordenó su correo ni le informó de citas; nadie pidió su comida, nadie le anunció las visitas, nadie le pasó pruebas de titulares, nadie habló con él más allá de lo imprescindible… y nadie vino a inclinarse sobre la mesa de su despacho para enseñarle el escote, nadie se agachó frente a él para mostrarle el inicio de las bragas, nadie vino para despertarle la libido, para hacerle sentir deseado, para ser su esclava obediente, para recordarle que aún era capaz de despertar deseo y satisfacer a una mujer, para recordarle que él era el único entre todo su grupo de amigos que no tenía necesidad de tomar viagra… Todo el personal del periódico pasó un día tempestuoso infernal: Jonah estaba de peor humor que nunca. Si bien todos los días era un auténtico troglodita, hoy un huracán del Caribe. Todo le molestaba, parecía incapaz de comunicarse con algo que no fueran insultos y gritos, hasta para las cosas más nimias…. Peter Parker sabía bien qué le sucedía: no se sentía a gusto consigo mismo. Había sido "fiel" a sus principios de detestar a los mutantes, pero eso le había ocasionado perder una de las mejores cosas de su vida…

Casi al final del día, Rita apareció, vestida con vaqueros y jersey holgado de punto y llevando una caja de cartón plegada. Al ver su cara, los periodistas y la práctica totalidad de la redacción, apenas le dirigió más de un saludo y una sonrisa de empatía… era indudable que se marchaba. Al llegar a su puesto, montó la caja con cinta adhesiva y empezó a meter en ella sus escasas pertenencias y detalles que habían adornado su puesto: una foto de su gatito, un portalápices, un bolígrafo que tenía un cerdito de goma en un extremo… en esas estaba cuando oyó abrirse la puerta del despacho de Jameson. Rita giró la cabeza. Jonah se quedó literalmente sin habla y ambos se miraron a los ojos, casi retándose.

-¿Qué hace aquí, señorita Hesse?

-Recojo mis cosas, señor Jameson. – la voz de la joven destilaba orgullo. No se parecía en absoluto al tonito sumiso que hasta entonces había usado para con él, y Jonah no pudo evitar sentir una punzada en el corazón. – Espero que no le moleste… porque no voy a dejar de hacerlo ni pienso venir en otro momento si es que me va a sugerir eso.

-…Quiero hablar un momento con usted.

-Dígame aquí lo que quiera. – Jonah hizo un gesto con la cabeza de que pasase a su despacho, pero Rita se negó – Señor Jameson, usted me ha despedido, anoche me lo dejó muy claro. No tengo, por tanto, obligación de obedecerle en nada. Si quiere decirme algo, dígamelo aquí.

-Lo que tengo que decirle es estrictamente personal. – Rita ni siquiera se movió, siguió mirándole, desafiante… Jameson se acercó más a ella y susurró – Se trata de ciertos extremos acerca de lo sucedido en Hawaii… ¿prefieres que diga en mitad del pasillo que tú y yo nos acostamos?

La secretaria resopló con aire de humillación y finalmente pasó al despacho.

-Di pronto lo que quieres, esto no es agradable, quiero largarme de aquí cuanto antes – masculló apenas él cerró la puerta.

-Descuida, voy a ir al grano, ¿qué me diste?

-¿Qué?

- Para respirar bajo el agua, la primera vez que lo hicimos, ¿qué fue lo que me diste? ¿Una droga, voy a convertirme yo también en mutante, era un veneno, qué?

-¿Eso es lo que te da tanto miedo, convertirte en uno de nosotros?

-¡No vamos a discutir acerca de miedos, quiero saber qué era esa pastilla y punto! – Jameson golpeó la mesa con furia.

-Un preparado de mi invención. Mi mutación consiste en que puedo asimilar las características de casi cualquier animal que desee; desde sus habilidades hasta la apariencia física de una transformación completa. Cuando me transmuto en un animal determinado, mi código genético cambia también… de humano, a animal. Si en mi estado animal me extraigo sangre (tengo una máquina preparada para ello), puedo después extraer el ADN animal, separar las características que deseo conservar, como la visión nocturna, la capacidad de respirar bajo el agua… y usarlas sobre mí misma o sobre cualquier individuo de modo que éste tome temporalmente esa habilidad, sea cual sea. Al principio, sólo lo hacía inyectable, después lo traté para hacerlo más espeso y darle incluso un sabor dulce para que pudiese ser tragado, era mucho más práctico. No tiene efectos secundarios, no es adictivo, no daña el cuerpo humano ni desarrolla mutaciones en aquéllos que no las tienen. Eso es todo, ¿puedo irme?

Jonah se había sentado en el borde de su mesa de despacho durante la explicación. Aquello le había tranquilizado… pero el saber que Rita iba a cruzar la puerta de su despacho y desaparecer para siempre, no lo tranquilizaba en absoluto. La joven no estaba precisamente sexy con aquellas ropas, pero él hubiera dado diez años de vida por arrancárselas y poseerla salvajemente una vez más, sólo una vez más…

-¿Puedo irme? – repitió Rita, en tono menos agradable aún.

-¿Porqué lo preguntas…? – atacó Jonah – No eres ya mi subordinada, ni mi esclava, no tienes que obedecerme… ¿o sigues prefiriendo que sea tu jefe para todo y te autorice a irte…?

Rita cerró los ojos, profundamente humillada, y se dio la vuelta para irse, pero la voz de Jameson la detuvo.

-¿Porqué? ¿Qué querías de mí? – preguntó.

La joven suspiró y negó con la cabeza.

-¿qué más te da…? Tú no lo entiendes, Jonah. Puedo decirte la verdad, y no me creerás. Sólo quieres creer a tus prejuicios…

-¿No puedes darme una píldora que me permita asimilar alguna capacidad de reconocer la verdad y la mentira, y así sabría si debo creerte o no?

-Eso, no existe… - sonrió por primera vez – Existe sólo la confianza, Jonah. Sólo eso. Y aunque tú confiaras en mí (Jameson pensó si ella le leía la mente…), yo ya no podría hacerlo en ti. Hasta para una aventura de dominación hace falta un poco de respeto, y tú me has demostrado que odias profundamente mi esencia… es como si siempre hubiéramos follado a oscuras, y al encender la luz hubieras visto que soy negra y tú un nazi… hay cosas que no se pueden salvar.

-¿Nadie sabe que eres una mutante?

-Nadie. Sólo lo sabía mi madre, y hace ya tiempo que murió. Tengo pocas amigas, pero ninguna de ellas lo sabe. Y ojalá tú nunca te hubieras enterado jamás.

Jameson se acercó a ella, y la joven agachó la cabeza.

-¿Porqué quieres vivir en la oscuridad?

-¿Tú me lo preguntas? ¡Por que la oscuridad es segura! ¡Porque no tengo que enfrentarme a nadie que piense que soy un bicho raro, o algo peligroso o desagradable!

-¡Pero entonces, te engañas a ti misma! ¿Cómo sabes si la gente está contigo porque realmente te aprecien?

-Jonah, si tú hubieras sabido que soy mutante, ¿te hubieras acercado a mí? ¿Me hubieras dado trabajo?

-No- admitió, y Rita estuvo a punto de darle la espalda y salir, pero Jameson se acercó más a ella y la cogió por los brazos – No, porque soy un viejo estúpido lleno de prejuicios, y si se lo dices a alguien, negaré bajo juramento haberlo admitido, pero es cierto… y ahora que te conozco, sé que nadie puede hacer tu trabajo mejor que tú, ni siquiera igual. Y no quiero que lo nuestro se acabe. Quiero seguir siendo tu jefe y tu amo, no quiero perder el cien por cien de ti por un uno por ciento de tu ADN.

Rita estuvo a punto de sucumbir, Jonah se inclinó sobre ella para besarla, pero la joven retiró la cara.

-Vas a tener que ser aún más convincente…

Jameson pensó un instante y luego sonrió. Se acercó al dictáfono y lo accionó, carraspeó y habló.

-Atención a toda la redacción: la señorita Hesse no se marcha. He tenido la bondad de aceptar sus disculpas y asimismo ella ha aceptado la nueva oferta que la he hecho: oficialmente, tenemos relaciones a partir de éste momento.

Rita tenía la boca abierta de par en par…. ¡Jonah acababa de anunciar por megafonía que eran pareja…! O estaba loco, o verdaderamente quería que se quedase con él. Jameson se apoyó sobre el escritorio con sonrisa de suficiencia y lujuria… se había portado bien, y ahora quería su premio. Rita se acercó a él, melosa, y Jonah la apretó por los hombros para besarla, invadiendo su boca, mientras ella gemía suavemente…

-¿Qué desea de mí, señor Jameson….? –Preguntó la joven, usando de nuevo el tonito de niña buena que a él tanto le gustaba. Sólo con esa frase, sólo con esa vocecita sumisa, Jonah pudo notar que su pene se erguía y exigía atención… una gran alegría le invadió y la apretó más fuertemente contra él, como si quisiera estrujarla.

-Exactamente lo que has hecho – contestó. – Al menos, de momento.

El acaudalado director la agarró del pelo y estiró, para que ella echara hacia atrás la cabeza. Rita ahogó un grito de dolor que se convirtió rápidamente en placer cuando su jefe atacó su garganta, mordiendo su cuello y aspirando con fuerza, lamiendo sin ninguna suavidad… en alguna revista femenina de la competencia, Jonah había leído que eso de chupar cuellos no interesaba a las mujeres mayores de quince años, pero Rita era especialmente sensible y él especialmente salvaje; aquél tipo de caricia la hacía sentirse a su merced… la excitaba saber que Jameson podía estrangularla… la joven secretaria boqueaba buscando aire, mientras su jefe le apresaba las manos y la cabeza y se frotaba contra ella… casi sin darse cuenta, estaba tumbada boca arriba sobre la mesa del despacho, entre papeles, el monitor del ordenador, clips y bolígrafos, y con él sobre ella, sujetándola de las muñecas con tanta fuerza que Rita apenas podía mover los dedos y metiéndole la lengua en la boca hasta la garganta…

-Ooh…. Oh, señor Jameson…. – logró articular en un breve momento en que él le dejó libre la boca para lamerle el rostro y el cuello y morderle la piel - …no… no lo haga tan brusco… p-por favor… no… no me castigue más…

-Tengo que hacerlo… - susurró él, con voz ronca – has tenido una pésima idea poniéndote este jersey… es lo más antierótico del mundo, es áspero… pero me da morbo que lleves ropas tan comunes, después de tanto tiempo viéndote con ropa sexy… Creo que no te lo voy a quitar.

Jonah subió el jersey de punto rojo hasta el cuello de su secretaria para descubrir el pecho, oculto aún bajo un sostén blanco, totalmente anodino y vulgar… era indudable que lo último que había tenido Rita en mente al vestirse, había sido la posibilidad de un encuentro sexual, pero eso precisamente lo excitaba más aún… sin quitarle aún el sostén, Jameson se inclinó sobre sus tetas y apresó los pezones entre sus labios, babeando la tela para humedecerla.

-¡Ooooh, noo…. No, por favooor…! – suplicó Rita – No… no lo moje… tendré… ¡tendré frío después….! Mmmmmh…. No siga….

Jonan estuvo a punto de contestar que frío, era lo último que iba a tener, pero prefirió seguir chupando, lamiendo sonoramente aquellas tetas… al principio, sólo notó el sabor áspero de la tela, pero conforme ésta se empapaba, podía sentir en su lengua la textura de los traviesos pezones erguidos, el calor y el sabor de la piel cálida de su secretaria… Se retiró un momento para contemplarlos. Rita estaba ruborizada, jadeante, y sus pezones se apreciaban claramente a través de la tela chorreante. Gotas de sudor y saliva hacían brillar su piel y sus caderas habían empezado a moverse sin que ella pudiera evitarlo… El director gozó por un momento de aquélla imagen maravillosa, y después apresó con una sola mano las muñecas de Rita para tener una mano libre, con la que pellizcó uno de los pezones de la joven y lo estiró despiadadamente.

-¡Aaaaaaaaaayyy…..! – el cuerpo de Rita se contorsionó de dolor y placer - ¡No sea tan malo, señor Jameson, nooooo…. Mmmmmmmmh…. Dueleeeee….!

Pero Jonah rió, lascivo, y apartando el sostén con la mano libre, apresó un pezón con dos dedos y el otro con los dientes, y los apretó alternativamente. Rita temblaba y frotaba su pelvis contra la de él, buscando a la desesperada más placer.

-¡Aaaaaaaaayyyyyyyyyyy….. pareeee…. Pare, por favor, señor Jameson…. Oooh…. No, no siga… si continúa, acabaré por perder el control…. Oooh…. No…. No puedo más… no aguanto máaaas….! ¡Mmmmmmh, por favor, señor Jameson, fólleme AHORA!

Jonah tuvo que apelar a todo su autocontrol para no mojarse los pantalones al oírla decir aquello. Rápidamente soltó el pantalón de Rita y ella misma lo bajó hasta sus tobillos mientras él hacía lo propio con los suyos; apenas pudo bajarse las bragas del todo cuando el director la agarró de los muslos, y decidido a no perder más tiempo con ropas inútiles, le alzó las piernas para tener paso libre y la embistió ferozmente.

-¡AAAAAAAH…..! – Rita tuvo que apretar los puños para resistir el placer que la inundó desde su sexo hasta el cuello, y Jameson exhaló todo el aire de golpe al notar su miembro apresado en la dulce feminidad de su secretaria… caliente, dulce, apretada… al estar con las piernas juntas, la presión en su polla era mucho mayor, se sentía literalmente exprimido, el movimiento dentro de ella era difícil, el rozamiento era intenso y ajustado, estrecho y lleno de presión… su piel se cubrió de sudor en un instante y el placer le inundó como si se hubiera metido una bañera de agua caliente. Empezó a moverse dando feroces golpes de cadera que balanceaban la mesa, sintiendo ganas de gritar cada vez más irreprimibles… Rita jadeaba, agarrada a los bordes de la mesa, intentando que los empujes no la desplazaran demasiado, quería estar pegada a él… su clítoris, aprisionado entre sus piernas, ardía y palpitaba… la polla de su jefe la taladraba y el calor se hacía más intenso a cada segundo, sus piernas temblaron violentamente y supo que no podría aguantar más… estaba demasiado excitada, demasiado feliz, demasiado gozosa… - Por favor…. Por favor, señor Jameson… no… no se pare ahoraaaa… no se pare… me está llegando el placer…. Oooooh, me mueroooo…. Me…. Me voy a correr….¡me voy a correr! ¡Me CORROOOOOOOOOOOOOOOOOO…..!

Rita se mordió el puño mientras tiritaba en medio de fuertes contracciones orgásmicas y podía sentir una maravillosa oleada de calor y placer extenderse por su cuerpo y cómo su coñito palpitaba sobre la polla de Jonah… al estar tan apretada, el placer fue más intenso, más cálido… Jameson pudo sentir cómo el sexo de su secretaria se cerraba sobre él y le apretaba aún más, aprisionándole dentro de ella dulcemente… El placer lo atacó casi ferozmente y tuvo que apretar la mandíbula para no gritar, ¡era increíble, qué sensación tan deliciosa…! Se obligó a sí mismo a parar de moverse para no eyacular dentro de ella, pero las contracciones de su coñito le masajeaban la polla en sacudidas eléctricas, su flujo cálido se derramaba, ardiente, sobre él… mientras notaba que sus piernas temblaban y sus nalgas se acalambraban y todo su cuerpo gritaba por correrse, intentó pensar en otra cosa para no acabar dentro…

La joven secretaria jadeaba, agotada por el placer que aún recorría su cuerpo y se negaba a parar, si bien en olas mucho más suaves, pero increíblemente relajantes…. Aún así, se dio cuenta del apuro que pasaba su jefe.

-Se…señor Jameson… - articuló – si quiere…. Si quiere, puede… N-no estoy en mis días fértiles… no se contenga…

Pero para entonces, Jonah había logrado calmarse lo suficiente.

-Tengo… otra idea mejor.

Con evidente esfuerzo, logró salir de ella. La joven quiso preguntar qué deseaba, pero Jameson sonrió nuevamente con lascivia, bajó por completo las ropas de su secretaria y la hizo girar sobre la mesa hasta ponerse de espaldas. Sin mediar palabra, empezó a frotar su polla erecta contra la rajita trasera de Rita.

-¡NO! – en la voz de ella había verdadero miedo - ¡No, el culo no, el culo no…!

-¡El culo sí, el culo sí! – rió Jameson, aún más cachondo por la negativa de ella – Tú no puedes negarme nada, eres mi empleada, mi esclava… si quiero tu culo, me darás tu culo.

Disfrutando de la maldad, apretó las nalgas de Rita y las azotó con las manos, hasta dejarlas rojas. La joven gemía y se quejaba a la vez, intentando mirar por encima de su hombro… tenía el miedo pintado en el rostro y Jonah se moría de deseo por ella. La agarró del pelo y estiró con fuerza.

-¿Para quién es éste culo, señorita Hesse…? ¿A quién le pertenece y qué va a hacer con él?

-¡Auh….aaay…. es… es para usted, señor Jameson! ¡Es suyo, y puede hacer con él lo que desee… yo sólo soy su esclava y le he disgustado ocultándole la verdad, castígueme, lo he merecido! ¡Rómpame el culo…! Pero por favor…. Soy… soy virgen por ahí… no… no me haga daño… quiero que usted vea cómo estoy a su merced porque no puedo resistir el placer… quiero que me humille haciéndome ver que no soy una chica decente, si no una guarra viciosa que disfruta como una zorra cuando la enculan….

-¿Tu culo es virgen? – se maravilló Jonah, y Rita, volviendo la cara cuanto pudo, asintió con la cabeza, ruborizada… estaba bellísima… Jameson le separó las nalgas todo lo que pudo y se mojó dos dedos en el empapado chochito de ella, llevándolos a continuación al agujerito trasero, para lubricarlo. Rita empezó a gemir casi inconscientemente cuando él volvió a frotar su polla sobre su ano, haciendo cosquillas en el agujero, pellizcando fuertemente las nalgas… Jonah hizo que ella misma se cogiera los cachetes para tener libres las dos manos y empezó a jugar con su glande, presionándolo contra la entrada trasera pero sin llegar a meterlo… el coño de Rita goteaba sobre la moqueta de excitación mientras su jefe alternaba las caricias con el glande con su dedo corazón, que metía ligeramente… pronto fue incapaz de resistir el deseo.

-Ooooh…. Mmmmmmmh….

Oh, señor Jameson…. – gimió derrotadamente – siento… siento mucho calor ahí…. Y…. siento…. Siento picor… me pica muchoooooh…. – La joven intentaba acercar su trasero hacia la polla de Jameson, sus nalgas se cerraban solas, intentando apresarle…

-¿Te pica….? Qué niña tan mala… ¿y tú eres una chica decente? Las chicas buenas, no dicen esas cosas ni tienen esos deseos… vamos a aliviarte ese picor de zorrita…

Jonah colocó su glande en el agujero del ano y empezó a apretar… Rita contuvo su respiración e intentó vanamente volver la cabeza para mirar. El director gimió por el esfuerzo, estaba muy tenso… apretó mientras oía los gemidos de placer y protesta de Rita.

-Uuuggggh…. Mmmmgggffffffffffh….. aaaffffffffff….. – la joven, con los ojos fuertemente cerrados, intentaba soportar el dolor mezclado con placer que sufría, hasta que finalmente el glande de Jameson traspasó la frontera y su ano fue desvirgado. Rita ahogó un grito y puso los ojos en blanco. Jonah se sintió estallar de placer…. ¡le estaba rompiendo el culo a su secretaria, llevaba deseándolo desde antes de la primera vez con ella! Y era justo lo que se había imaginado… o mejor aún… estaba tan buena, era tan tenso y firme… las nalgas de Rita chorreaban sudor y a la joven se le escurrían de las manos, pero ya casi ni hacía falta… Jameson empezó a bombear sin poder contenerse, la excitación anterior, unida al enculamiento, le hacían estar a punto de acabar. Rita gemía y las lágrimas se le caían de los ojos, le parecía que Jonah la atravesaba de parte a parte, le hacía daño… pero también le gustaba, era tan cálido, tan perverso… apenas se dio cuenta cuando ya estaba chillando - ¡AAAAAAAAH, SÍ, SEÑOR JAMESOOOOOOOOOOON….. CONTINÚE, VIEJO TIGRE, ME VUELVE LOCAAAAAAAAAAAAAAH….!

Jonah rio a carcajadas al oír sus gritos y el apodo que ella le había colocado, y apretó con más fuerza, clavándosela más hondamente y con mayor rapidez… el placer se cebaba en él, ya no podía parar, no podía contenerse… sus nalgas se acalambraron al cerrarse violentamente, sus piernas temblaron y el placer le recorrió desde los testículos hasta la espina dorsal, haciéndole gemir y notando la descarga recorrer velozmente por el interior de su polla y derramarse dentro del culo de Rita, que no fue suficiente para contenerlo y en parte se derramó por sus nalgas, sus piernas… La joven se estremecía de placer cuando el director casi se derrumbó sobre ella, agotado por el placer, pero profundamente satisfecho y feliz… "y pensar que he estado a punto de perder esto para siempre…" se dijo, mientras lamía la cara de Rita.

-Mmmmmmmmmmh…. – gimió ella – Oh, señor Jameson… qué malo es usted conmigo… abusa constantemente de mí, y nunca tiene bastante… siempre quiere más, ahora mi culo… mi pobre culito se ha convertido en otro sitio de placer para usted, señor Jameson…

El director, sin levantarse, acarició la cara de la joven con el dorso de la mano, su cabello…

-Di mi nombre, Rita… - pidió – llámame por mi nombre.

La secretaria sonrió tiernamente.

-Jonah. – dijo dulcemente, y éste la besó en la boca, pero quizá por primera vez, lo hizo con ternura. Se sentía realmente feliz. No solamente tenía una secretaria y una amante esclava… tenía también una mujer que lo amaba. Fue una verdadera lástima que tal sensación de felicidad no sirviese para aplacar la humillación que sintió cuando al salir de su despacho, la redacción al completo los recibió con aplausos, mientras hacía nota mental de asegurarse para otra vez que el dictáfono estaba BIEN apagado….

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We are the champiooooooons... 2

Charla feminista

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Haciendo cositas en la excursión

Por culpabilidad

Caricias en la ducha

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Sexsomnia

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Traición marital cruzada (2) ¿Final....?

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Enséñame a bailar

Hechos el uno para el otro

¿Qué sabes hacer en diez minutos....?

Aquí te pillo, aquí te mato, 2

Feliz cumpleaños, Irina

Aquí te pillo, aquí te mato

El catarro del recién casado

El uro y la cobra

Internado disciplinario para chicas (3)

Fantasía en Elm Street

Noche de bodas muy deseada

Noche de bodas muy deseada (2)

Mariposa y yo (6)

No es lo que parece

Mariposa y yo (5)

Mariposa y yo (4)

Mariposa y yo (3)

Una tarde ¿aburrida? en casa de sus padres.

Enseñando al que no sabe

Mariposa y yo (2)

Mariposa y yo (1)

Internado disciplinario para chicas (2)

Internado disciplinario para chicas.

Argumentos incontestables

Mario y Peach

Buenos días, señor Jameson, II

Buenos días, señor Jameson

Cambio de suerte (2)

Cambio de suerte

Celos

¿Qué me ha pasado?

Creciendo para Nazario, final

El regalo de la Diosa del amor

Ditanieves y los siete mariconchitos (1)

Un encuentro sin nombres

CaperuDita Roja

Creciendo para Nazario

El circo nocturno (2)

El circo nocturno (1)

Quizá un poco demasiado...

El colgante del Lobo (08)

El colgante del Lobo (07)

El colgante del Lobo (06)

El colgante del Lobo (05)

El colgante del Lobo (04)

El colgante del Lobo (03)

El colgante del Lobo (02)

El colgante del Lobo (01)