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Mario y Peach

en Parodias

-Here we go! Super Mario!

Mario saltaba con sus botas propulsoras entre los ladrillos, las tortugas asesinas, los peces come hombres, los implacables hermanos Martillo y las plantas carnívoras que luchaban por atraparlo. El viaje había sido muy largo y difícil, había sido capturado en muchas ocasiones y había tenido que volver al inicio de los caminos muchas veces… pero no se rendía, no se rendiría jamás. El castillo estaba cada vez más cerca, y en él, estaba presa la Princesa Peach, y él debía liberarla. No importaba a qué tuviera que enfrentarse, él la liberaría, no podía consentir que su ama… que la princesa estuviera capturada por el malvado Kupa.

Saltando y recogiendo moneditas de oro, Mario no podía evitar pensar que sólo se estaba engañando a sí mismo… Por supuesto que la princesa era su amada, aunque no lo quisiese reconocer y aunque ella misma no lo supiera; él la amaba y eso la convertía en su amada, lo quisiera Mario o no. Era preciosa, tan dulce, tan bella, tan amable siempre con él, tan bondadosa… No estaba por la primera vez que el bueno de Mario soñaba despierto viéndose junto a ella… fantaseando con bailar con ella, vestido de smoking negro y sin su gorra de currela… aunque digan que la mona vestida de seda mona se queda, él era de la opinión que la mona vestida de seda, más mona queda… vestido con un buen traje, incluso él podía resultar interesante… No pocas veces, había tenido que poner freno a su imaginación al pasar ésta de un baile formal a otro excesivamente agarrado, y finalmente al feroz deseo de arrancarle el vestido a la Princesa y poseerla, oír sus gemidos acariciando su cuello cuando se tumbase sobre ella y llenarla de él… Pero aquello no podía suceder, no debía suceder… En primera, Mario era demasiado tímido para pedirle relaciones a ella, tenía demasiado miedo de que la Princesa lo rechazara…. "si me atrevo a pedírselo" pensaba "y apenas he terminado de hablar y leo incomodidad en sus ojos, o tristeza… o peor aún, risa…. No podría soportarlo, no podría volver a mirarla a la cara… prefiero callar y conservar nuestra amistad antes que confesarme y tener la posibilidad de perderlo todo…". Y en segunda, Peach era una princesa, y él un humilde fontanero; ella era bellísima, él era bajito y regordete; ella era joven, él… tenía una edad indeterminada, pero era desde luego bastante mayor que ella… él no podía ofrecerle nada, no podía pedirle que se rebajara a dar su amor a un pobre fontanero gordito y taponcete que tendría que ponerse de puntillas para besarla… No, él debía rescatarla y nada más, ese era todo su deber, e iba a cumplirlo.

"Debo llegar cuanto antes" se decía Mario, revoloteando con su colita de castor "Sin duda la Princesa estará muy asustada…". Y no le faltaba razón. Encerrada en su prisión, sentada en el suelo cubierto de paja, Peach sollozaba amargamente, con la cabeza enterrada en los brazos. Su lúgubre calabozo y su situación de secuestrada, alejada de todo cuanto quería y sabiendo que el Reino Champiñón peligraba tanto como ella misma, la llenaban de miedo… pero había otra cosa que además, la llenaba de pesar: el estar alejada de Mario.

"He sido tan estúpida…" se reprochaba una y otra vez "Cuando le tenía enfrente de mí, no supe apreciarle… siempre esperando… esperando que se atreviese a hablar, esperando que se declarara…. ¿porqué? ¿Por qué esperaba, si sé que lo amo….? ¿Por qué no se lo dije cuando tuve la oportunidad? Si Kupa decide hacerme suya, o matarme… Mario no sabrá nunca que yo le amaba también… ¡todo por mi culpa, por culpa de mi maldita cobardía y timidez! Pero… apenas puedo mirarle a los ojos sin sucumbir al deseo… alguna vez, le he mirado la entrepierna… espero que nunca se haya dado cuenta… pero se me escapaban los ojos, ¡es tan tierno! Ooh… sólo de pensar en cómo me mira y esa adorable carita de susto que pone cuando me acerco mucho a él, me pongo caliente….." Peach notaba, a pesar de sus lágrimas, que el estómago le temblaba en un principio de deseo, y ese travieso temblorcillo bajó rápidamente a su sexo, produciendo un suavísimo, casi imperceptible cosquilleo… su rajita tenía ganas de jugar, pero su propietaria no estaba para fiestas, metida en una celda y vigilada. "No me lo perdonaré nunca… si Mario no llega a enterarse que yo también le amo, no me lo perdonaré nunca. Si salgo con vida de ésta celda y recupero mi Reino, lo primero que haré será abrirle mi corazón." Casi sin querer, Peach frotó sus muslos y una agradable sensación de calor se expandió dulcemente desde su sexo por todo su cuerpo. Nadie puede asegurar que lo único que quisiera abrirle a Mario, fuese su corazón… "Lo prometo. Lo prometo. Se lo diré en cuanto vuelva a verle, no pienso esperar… pero por favor, por favor, que no le pase nada malo…"

En ese preciso instante, sonaron cañonazos en el piso superior, fuertes botes y sonidos de machacamiento; la Princesa se incorporó de un salto, y pudo verlo colarse por el respiradero del techo, ¡Mario había llegado! Una parte de ella quiso gritar "¡no iba en serio!", pero la mitad de ella que amaba a Mario desterró ese pensamiento de inmediato. Kupa rio al ver allí a Mario y se dispuso a acabar con él, la Princesa ahogó un grito cuando le vio lanzarse hacia su amado fontanero, pero el ágil Mario saltó y le esquivó. "Vengo a salvaros, Princesa" pensó éste, mientras botaba en torno al malvado Kupa, esquivándole sin cesar. Kupa se enfurecía, intentando por todos los medios aplastar a Mario, pero éste fue más rápido, cayó sobre él dos veces y le hizo pedazos. Peach quiso llorar de felicidad y alivio cuando vio que Kupa había sido capturado y soltaba la llave de su prisión. Mario estaba a salvo… Con gesto triunfal, se dirigió a la celda y la abrió. Peach se lanzó en sus brazos y le besó en la mejilla, y Mario sonrió y se sonrojó. La Princesa estuvo a punto de separarse de él, pero recordó lo que se había prometido a sí misma, y decidió lanzarse.

-¡Mmmmmmmmmmmffffh…! ¡Princesa, ¿pero qué hacéis…?! – Preguntó un muy apurado Mario cuando ella le besó en los labios. Si antes se había sonrojado, ahora estaba directamente purpúreo.

-Darte mi agradecimiento – contestó ella, con ojos cariñosos, y venciendo su recato, le besó de nuevo. Esta vez, lo hizo más suavemente, pero con mayor pasión. Un gemido se escapó de su pecho cuando su lengua separó los labios de Mario y se introdujo en su boca, acariciando el filo de los dientes y el paladar del asustado fontanero. Peach lo abrazó contra ella, y notó una fuerte presión sobre su estómago; por un momento, pensó que se estaba clavando la hebilla del cinturón de Mario, hasta que se dio cuenta que el mono de éste, no llevaba cinturón… era indudable que sus besos habían hecho efecto. – Oh, Mario… - Peach soltó brevemente la boca de su amado para mirarle a los ojos; estaba adorable, y le acarició la cara, acercando su pecho a ella – tenía que decírtelo… debí habértelo dicho mucho antes… Te amo, mi Mario, no puedo vivir sin ti... necesito que me hagas tuya, no puedo esperar más, ni quiero esperar más…

Mario por un momento dudó, quizá aquélla criatura no era la auténtica Peach, quizás era un señuelo puesto allí para seducirle y engañarle… pero casi enseguida desechó aquélla idea, él podía reconocer a la Princesa en cualquier parte, su voz, su olor, sus gestos… luego pensó si no le habrían dado algún tipo de droga que la hiciera comportarse así… y luego notó que Peach desataba los tirantes de su mono y lo bajaba, y ya no fue capaz de pensar más.

-Prin… Princesa, no… - intentó protestar mientras se agarraba el peto a la cintura – No, no lo hagáis… no debéis… - Pero Peach metió una mano bajo la tela y empezó a acariciar el bulto, que ardía bajo la ropa, mientras le besaba por la cara, el cuello, y trataba de reprimir el impulso de morder - ¡Aaaaaah….! Po-Por favor, Princesa… si…. Si esto es algún tipo de prueba… una tentación… parad ya, os lo ruego, porque no podré resistir mucho más…

-No pretendo que resistas, Mario – dijo ella, melosa, cogiendo una de las manos con las que su fontanero agarraba compulsivamente los barrotes de la celda y llevándola a su pecho, aún cubierto por el vestido para que lo tocara – pretendo demostrarte que te quiero, y hacerte feliz…. Sí… tenerte entre mis brazos y hacerte feliz es todo mi deseo. – Peach sacó la mano del peto de Mario por un momento para llevarla a su espalda y soltar la cremallera y el cierre de su vestido, que se deslizó hasta el suelo en un siseo. La piel de la Princesa se erizó y ella misma estuvo tentada de cubrirse con las manos, pero se contuvo. Quería que Mario observase su cuerpo… nunca la había visto en ropa interior. Él cerró educadamente los ojos y volvió la vista hacia un lado, dispuesto a resistir cuanto le fuese posible. Su cuerpo gritaba de deseo, él mismo sabía que aquélla resistencia sería inútil, pero al menos retrasaría el momento de la verdad "no podemos…" se decía "no puedes, Mario… es una Princesa… es…" Pero sus pensamientos se vieron interrumpidos bruscamente cuando ella le agarró de la cabeza y le apoyó contra sus pechos. La sensación de la piel cálida y suave y los pechos generosos contra sus mejillas, le hizo emitir un gemido derrotado. Su mano se aflojó y el peto que hasta ese momento sujetaba, también se deslizó hacia el suelo….

-Mmmh… Mario, abrázame… - Peach había notado que su amante parecía haber dejado de lado la idea de resistir, y quería disfrutar. Las manos temblorosas del héroe parecieron librar una dura batalla pero finalmente se dirigieron a las caderas de la Princesa y la apretó contra su cuerpo. La joven suspiró de alegría y Mario tuvo la sensación de flotar… era mucho mejor que en sus fantasías…

-Princesa… no… no debemos…. No podemos… - intentó por última vez resistir Mario, a pesar de que las palabras le salían entrecortadas porque su boca besaba el escote de Peach sin apenas darse cuenta – Yo no…. No quisiera que vos…. ¿E-estáis segura que no os estoy forzando a hacer algo que no queréis hacer?

-Mario, prácticamente te estoy violando… - rió la Princesa – Y llámame Peach… tutéame. Hoy quiero que me conozcas… que me conozcas muy bien… - Con la cara colorada como una amapola, la joven se retiró un paso y llevó sus manos al cierre del sostén rosa. Intentó mirar a Mario, pero tenía los ojos muy bajos por la timidez que la embargaba y no fue capaz de subir la mirada más allá de su barbilla. Soltó el cierre y dejó caer los brazos para que la prenda se deslizase por ellos, y quedaron a la vista sus preciosos pechos. No muy grandes, pechos de adolescente, pero muy erguidos y con los pezones rosados terriblemente erectos. Ellos eran mucho más descarados que la Princesa y miraban a Mario directamente a los ojos. Éste estaba literalmente embobado… con una feroz erección, el peto en los tobillos y mirando a la Princesa a la que amaba prácticamente desnuda… sus grandísimos ojos estaban húmedos por el deseo y la vergüenza, y sus mejillas encendidas como brasas….

"Prejuicios y conveniencias a la porra; Super Mario, ¡al ataque!", fue lo último que pensó Mario antes de quitarse la gorra de un manotazo y abalanzarse sobre Peach; la Princesa gritó de sorpresa y alegría cuando su héroe la embistió y cayeron sobre el manto de paja del suelo. Mario besó a la joven acariciando la lengua de ésta de nuevo, su boca dulce con sabor a chicle de frutas, sus labios suaves y húmedos, mientras sus manos se dirigían a los pechos de ella, blanditos y achuchables y empezaban a sobarlos como si pretendiera amasarlos… confusamente, logró recordar que él no había hecho nunca el amor y que no tenía mucha idea, pero no se preocupó demasiado: si él no estaba muy ducho, había una parte de su cuerpo que sí sabía cómo se hacía aquello.

 

-Ooooooooooh….. sí, sí, Marioooooo…. Sigueee…. Apriétalos, me encantaaah… - Peach gemía de placer y deseo, su sexo hervía en algo que iba mucho más allá de un cosquilleo, sus bragas se habían mojado sensiblemente y sus caderas se movían en círculos sin que ella fuera apenas consciente. ¡Qué felicidad tener por fin a Mario sobre ella! ¡Qué tonta había sido por esperar tanto! Las manos de su amado apretaban sus pechos hasta dejarle marcados los dedos, y ella misma, conocedora de su cuerpo por sus múltiples sesiones de sexo solitario fantaseando con él, le dirigió hacia sus pezones para que los apretara y estirara de ellos. Cuando lo hizo, no pudo evitar elevarse del suelo sobre el cuello y los tobillos, de puro placer, al tiempo que su sexo se empapaba y el jugo se escapaba por los lados de sus bragas rosas - ¡AAAH! ¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiii….. oh, síiiiiiiiiiiiii…. En… en círculoooos…. Muévelos en círculoooos…!

Mario obedeció y apretando los sensibles pezones, tiró de ellos suavemente y movió las tetas en círculos, en ambos sentidos, obteniendo gemidos maravillosos a cada giro, a cada apretón, a cada estirón que daba "Está irresistible…." Pensó Mario y se lanzó a besar aquéllos bellísimos pezones, los succionó con su boca, y tirando de ellos, volvió a hacer círculos, pero tirando con los labios… se hundió entre las tetas de Peach, masajeándolas… le pareció que en aquél momento, en el mundo no había otra cosa más que aquéllas tetas, que todo a su alrededor era de color rosa, de la misma textura suave que la piel de la joven… su lengua se paseó por el contorno de aquéllas tetas que lo volvían loco, mientras Peach le apretaba la cabeza contra ellas para que no parase… Pero ella necesitaba algo más.

-Mario… bésame… - Éste obedeció y la beso en la boca, pero la joven rió en medio del beso – No… no me has entendido…. Quiero decir que me beses…. Ahí abajo.

Nuestro héroe en un principio se asombró, pero casi al instante su expresión cambió por otra de "¿de veras puedo….?" Y se arrodilló sin dudarlo junto a Peach, dándole la espalda para bajarle las bragas y descubrir su sexo empapado y cálido. Estuvo a punto de sacarlas de un tirón, pero decidió hacerlo más lentamente… acarició la piel de los muslos de la joven, y ella separó las piernas en medio de un dulce suspiro. Luego, acarició el triángulo de tela y ella se estremeció de placer… metió la mano bajo la tela mojada y empezó a acariciar los rizos rubios del monte de Venus… Tuvo que acordarse de cerrar la boca, porque la visión de aquélla hermosura le tenía con la boca abierta y se le estaba empezando a caer la baba… acarició más abajo, y descubrió una zona lampiña, que al tocarla hizo que su amante gimiera de gusto y elevase las caderas, buscando más caricias… Mario ya no aguantó más, bajó las bragas de Peach y descubrió su sexo cubierto de vello rubio oscuro, del color de la miel, pero los labios estaba completamente limpios de pelo… los jugos de la Princesa le daban un aspecto brillante y apetecible, verdaderamente tentador… Mario acarició con dos dedos el monte de Venus y fue bajando lentamente hacia los labios lampiños; él no podía verlo, pero Peach asentía con la cabeza y sus hombros temblaban de ansia… Los dedos de Mario acariciaron la concha suave de la Princesa, que se retorció de gozo y quedaron empapados en jugos… una especie de perla de color rosa, semejante a un botón de rosal, sobresalió, húmedo y tembloroso, entre los labios vaginales… Nuestro héroe lo tocó y Peach gritó de placer.. Mmh… parece que he encontrado un punto interesante…" se dijo, y agachando la cabeza, lo beso, sacó la lengua y separó los labios vaginales para tener más sitio para lamer.

-Ooooooooooh…. Qué dulceee…. Qué… qué bien lo haces…. Sigue, por favor…. Sigueee…. – Peach acariciaba las piernas y las nalgas de Mario mientras éste lamía más rápidamente el clítoris de ella y sorbía los jugos que manaban del coñito de la Princesa. "Ahora entiendo porqué la llamaron "Peach"…." Se dijo Mario, paladeando aquélla dulzura "sabe a melocotón…. Mmmmmmmmh….". – Qué…. Qué gustitooooh…. Es tan buenoooo…. – La Princesa sabía que se encontraba en el suelo de una celda lúgubre e incómoda, pero si la hubieran preguntado, hubiera dicho que estaba en el Cielo. Deseosa de corresponder al placer que le daba su fontanero, empezó a tirar de los calzoncillos de éste para bajarlos. Mario respingó, pero se dejó hacer. Arrastrándose entre estremecimientos de placer, Peach logró situarse entre las piernas de su amante y bajó por completo los calzoncillos rojos con topos blancos que llevaba… lo que había dentro de ellos, desde luego no era tan inocente… su miembro enhiesto estaba prácticamente pegado al estómago de su dueño, tal era su erección, y la Princesa lo acarició suavemente con sus manos enguantadas.

-¡Aaah….! – Mario no pudo reprimir un grito de placer al notar las caricias en su polla, y las piernas le temblaron violentamente por la sensación, ¡era maravilloso…! ¡Qué bien se sentía! Era mejor, muchísimo mejor, infinitamente mejor que usar su propia mano… el saber que ELLA le estaba tocando, le hacía gozar hasta límites que él ni conocía siquiera. Pudo oír la risa de Peach mientras las caricias se hacían más intensas y una de las manos de ella bajó hasta sus bolitas y jugueteó con ellas. Las manos de Mario apretaron los muslos de la Princesa en un intento de resistir aquélla sensación deliciosa y su lengua se introdujo en el sexo de ella con fuerza, mientras con los dedos seguía acariciando el clítoris. Peach emitió un gemido desmayado al notar la lengua de Mario en su interior, ¡qué placer! Le pareció que iba a desmayarse de gusto y alegría… quiso besar la polla de su héroe para devolverle placer por placer, pero desde donde estaba, no podía… En un intento de hacer que se tumbara, movió el pulgar de la mano con la que acariciaba sus bolitas y acarició también una zona peligrosamente cercana al agujerito trasero de Mario. - ¡Ooooooooooooooooh……..! – Tal como había supuesto, aquél punto era peligrosamente sensible y su fontanero estuvo a punto de derramarse sobre ella a la primera presión, pero también quedó totalmente a su merced, de modo que ella sólo tuvo que empujarle un poco del costado para conseguir que se tumbara. "Ya eres mío", pensó y se dejó rodar sobre él, al tiempo que abría la boca: la polla de Mario entró de golpe en ella a la primera. – Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah…… mmmmmmmmmmmh….. Peach, me…. Me matas de gustoooooh….

Mario apenas era capaz de hablar; la boca de Peach, pequeña y caliente, suave y acogedora, le apresaba el miembro… qué perverso se sentía… la dulce princesita le estaba practicando una mamada de primera calidad, ni en sus fantasías más salvajes se le había ocurrido tal posibilidad… pero la realidad, estaba superando la ficción. Abrazó las nalgas de Peach y metió la cara entre ellas, lamiendo con fruición aquél coñito de sabor a melocotón, y haciendo que la joven, una vez más, se retorciera de placer entre sus brazos.

-Haaaaaaaaah….. mmmmmmmmmmmh…. Oooh, Mario…. Sigue así…. Más, por favor…. Oooh,… oh, creo…. Creo….. ¡creo que me voy a correr en tu lengua, cariño! – "¡Me ha llamado cariño!" pensó Mario, y apretó su cara más aún contra el sexo de ella, moviéndose de arriba abajo, acercando uno de sus dedos a la rosada estrellita trasera. - ¡Aaaaaaaaaaaaaah…..! ¡Tu bigote, Mariooooooh…..! ¡Mmmmmmmmmmh…. Me acariciaaaaahh….! ¡Oooooooooh…. Frótate máaaaaaaaaaaaaas…..! – La Princesa había tenido que parar de chupar la polla de su amado porque necesitaba la boca para respirar… el bigotito de Mario parecía hecho a propósito para acariciar su conejito… al estar libre de vello, el pelo del bigote estimulaba asombrosamente la piel sensible, haciendo que el orgasmo de ella llegase con mayor rapidez… e intensidad. Mario, dándose cuenta que su bigote estaba haciendo delicias en el cuerpo de su Princesa, se frotó con mayor fuerza y rapidez, y empezó a acariciar también el agujerito trasero… Peach movía las caderas al ritmo de las lamidas de Mario y empezó a temblar, su piel se erizó, y sus gemidos se hicieron más ahogados - ¡Mmmh…. Mmmh….. haaaah…. Mmmmh…. Ooooh…. Qué gusto… qué gustitooo…. Qué calor me vieneeee….! ¡SÍ! ¡Me corro, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…… haaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah….. mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmhhh….! Ooooh….. qué…bueno….. haaaaaaaaaaah…. – Mario notó el sexo de la Princesa salpicar y convulsionarse, las nalgas de ella se cerraron sobre su dedo y durante casi un minuto, Peach no fue capaz más que de gemir… Era tan maravilloso… él nunca había visto nada tan hermoso como aquello… Pero apenas Peach logró reponerse, cambió de posición para besarle, y ponerse sobre él.

-Me has hecho volar…. Mi Mario querido… - dijo mimosa, besándole la narizota mientras se tumbaba sobre él y le abrazaba con manos y piernas, acariciándole las suyas con los pies – Ahora… vas a gozar tú. – la joven soberana se incorporó, de rodillas, sobre él, y le agarró el miembro con una mano, frotándolo por la rajita de sus nalgas. Mario apretó los dientes, ¡qué placer! Le parecía que iba a estallar de gusto de un momento a otro… pero lo mejor, aún estaba por llegar. Peach se elevó apoyándose en la mano libre y de nuevo frotó la polla de Mario contra sí, pero esta vez, contra su rajita palpitante. Nuestro héroe pudo notar su glande empaparse de los cálidos fluidos de su amante y puso los ojos en blanco en expresión de verdadero éxtasis. La Princesa comenzó a bajar, ensartándose en el cuerpo de Mario, con algo de dificultad, pues también ella era virgen. Las caderas del fontanero se elevaron solas, buscando penetrar más hondamente, mientras ella apretó la mandíbula y aguantó el dolor… por un lado, le pareció que se partía, por otro se sentía increíblemente feliz por fundirse con él. Intentó relajarse, se abrió los labios vaginales con las manos y entró mejor… una vez pasó el glande, pareció entrar con más facilidad, y ella prácticamente se dejó caer sobre Mario, que ahogó un grito de placer y sorpresa por la sensación. Le pareció que acababa de meter la polla en un estrecho recipiente lleno de mermelada calentita, "Ya no soy virgen…. ¡ya no soy virgen!" pensó lleno de alegría mientras sus piernas temblaban de gusto y excitación y Peach gemía sobre él… estaba tan bella… con las mejillas rojas, la frente sudorosa, una gota de sudor resbalando de su cuello por entre sus pechos hasta su estómago… la joven apenas se movía, sólo lo hacía ligeramente de atrás hacia delante, intentando que su cuerpo se adaptara al miembro de su amante. Mario alzó los dedos para acariciar suavemente los pezones erectos de ella, y Peach echó hacia atrás la cabeza, gimiendo de gusto. Su héroe apenas rozaba sus pezones, lo hacía muy ligeramente para provocar deseo en ella… y lo lograba. La Princesa no pudo resistirse a la excitación y cogiendo a Mario de las manos, le invitó a apretar sus tetas con más fuerza, mientras ella empezaba a moverse de arriba abajo sobre su polla.

-Aaaaaaaaaaaaah….. Peach…. Mi princesaaa…. Qué buenooooo… qué bueno es lo que me haces…. Si-sigue, por favor…. Te adoro…. – La joven quiso llorar de felicidad al ver a su héroe rendido bajo ella, la dulce carita de placer que ponía y sus mejillas encarnadas de timidez y placer. Decidida a darle todo el placer que se merecía, empezó a moverse lentamente de arriba abajo… subía hasta casi sacarla y jugueteaba con la punta, y después se dejaba nuevamente caer de golpe, ensartándose hasta el útero, apretándole dentro de ella, tensando los músculos de su sexo… Mario ponía los ojos en blanco de gusto, la apretaba por las caderas y su cuerpo temblaba como una hoja, ¡qué delicia! ¡Qué dulzura…! ¿Cómo había sido tan tonto de esperar tanto para esto….?

-Ooooh, Mariooo…. Tenía tantas…. Tantas ganas de estoooooh….. qué feliz soy…. Te amo.... te quiero tantooooo…. – Peach no sentía ya dolor alguno, éste había cambiado rápidamente al placer y a la sensación de plenitud de sentirse llena… Ahora era su propio cuerpo el que le pedía que se moviese con más rapidez, y eso hizo; metió las manos bajo la camiseta de Mario para apoyarse en su pecho, y empezó a subir y bajar desenfrenadamente sobre la polla de su amante, que arrancó a gemir sin poder contenerse y cambió las manos de las caderas a las bamboleantes tetas de Peach, estrujándolas alternativamente - ¡Ooooooooooooh, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…..! ¡Esta sensación…. Es increíble, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii….!

Mario notó el picor y el cosquilleo en sus bolitas que presagiaban que la corrida era inminente y dentro de pocos segundos no podría ya controlarse… estuvo a punto de decirlo, pero vio en la cara sonriente de la Princesa y en las convulsiones de su cuerpo que ella estaba en el mismo punto, de modo que no opuso resistencia al indescriptible goce que sentía y se dejó ir.

-Bésame, cariño… - suplicó Mario, boqueando como un pez fuera del agua mientras notaba claramente el aumento del placer subiendo desde sus tobillos a su sexo – bésame…

Peach se inclinó rápidamente y su boca se fundió con la de Mario, sus lenguas se frotaron furiosamente y en ese instante, el cuerpo de ella se retorció de placer:

-¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaah….. otra veeeeeez…. Me estoy corriendo, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii….. haaaaaaaaaaaaaaaaaaah…..!

Verla llegar al orgasmo gracias a él por segunda vez, ya era más de lo que nuestro fontanero podía soportar, y el placer le atacó también a él:

-¡Mmmmmmmmmmmmh….. qué gusto….. mmmmmmmmmmmh….! ¡MMMMMMMMMMMMH…. Ooooh…. Síiiiiiiiiiiiiiiii….. Oh, Mamma míaaaaa….!

Peach, sudorosa y jadeante, se dejó caer sobre el pecho no menos sudado de Mario y con las escasas fuerzas que les quedaban, se fundieron en un abrazo interminable y se besaron tiernamente… No cabía imaginar felicidad mayor, el estar uno en brazos del otro era tan hermoso, tan agradable…

-Mario, cariño…. Soy muy feliz… ¿y tú, eres feliz?

-Haah…. Mmmh…. Haah…

-Sí, mi vida, yo también soy muy feliz…

-¿Sigues cansado? –preguntó ella – sigues gimiendo…

-¿Mmh…? Pensé que eras tú, yo no estaba gimiendo..

-¿No eres tú quien gime? ¿Entonces, quién…?

-Mmmh… haah…. ¡ups!

-¡LUIGI! – gritó Mario - ¡Mal rayo te parta, ¿qué haces de mirón?!

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