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¡Te cacé, Conejito!

en Fantasías Eróticas

Toc, toc – Lavandería… gracias. – Virgo, muy sonriente, recorría el pasillo del segundo piso, llenando con las bolsas de las inquilinas el barreño de la ropa sucia. Era viernes por la tarde y las bolsas eran algo mayores porque era el día que la mayor parte de las estudiantes de la residencia universitaria aprovechaban para hacer la colada grande, cambiar las sábanas… Como casi todos los viernes, le tocaría quedarse hasta un poco más tarde, hasta que todas las prendas estuvieran lavándose. Podía dejarlas en las lavadoras hasta que las recogiese a la mañana siguiente, pero no podía dejar ni un simple pañuelo en los barreños, de modo que tenía que esperar a que toda la ropa tuviese cabida en las lavadoras antes de marcharse a casa, lo que significaba salir a eso de las ocho en lugar de a las cinco o las seis, como tenía por costumbre. Y aún así, estaba contento y no podía dejar de sonreír… su sueño dorado se había cumplido, y con creces… Coral era suya, suya para siempre. La joven había ido a verle, ¡a su propia casa! Y habían hecho el amor salvajemente…

Toc, toc. – Lavandería… gracias. – el lavandero llamaba dos veces y extendía la mano, sin mirar hacia la puerta, para tomar la bolsa que le diera la ocupante de cada cuarto, y mientras llenaba el pesado barreño, no podía dejar de recordar el maravilloso rato pasado junto a Coral… o bajo Coral, pensó, en medio de una risita traviesa. Virgo no podía ser más feliz, no había nada en el mundo que desease más que lo que tenía, se había pasado meses y meses soñando con Coral, y por fin ella… y no era eso lo mejor, no, lo mejor es que, después de aquélla primera vez en su casa, la joven estudiante había vuelto a verle, le buscaba, quería seguir… y le encantaba el modo de hacer sexo que tenía Virgo. A él siempre le habían dicho que era muy bestia, que no sabía acariciar… pero resulta que a Coral, le gustaba.

Toc, toc – Lavandería… gracias. – Virgo había estado con pocas chicas, y todas le habían dicho siempre lo torpe y burro que era, pero Coral no. A ella le gustaba que él le pellizcase los pezones como si quisiera arrancárselos, que le apretase los pechos hasta dejarle los dedos marcados, que la tirase del pelo o le azotase el trasero… claro que, en honor a la verdad, tampoco ella se quedaba atrás. Virgo sonrió recordando el tremendo moratón que tenía en el costado izquierdo, porque ella le había encajonado contra la pared con tanta fuerza en uno de sus últimos "encuentros" que casi le partió una costilla. Tenía marcas de arañazos y mordiscos en diversas zonas del cuerpo, fruto de cada vez que su novia se aceleraba demasiado… pero lo curioso, es que esos ataques no le producían dolor. Le excitaban, le daban un placer inenarrable. Simplemente el recordar la sensación, a la vez fría y ardiente de los afilados colmillos de Coral presionando su piel, rompiéndola, haciendo estallar venas y hundiéndose en su carne, le daban una sensación tan intensa en su estómago, que tenía miedo de tener una erección allí, en mitad del pasillo…

Toc, toc, - LavanderíaaaAh! – gritó Virgo al sentir un tirón en su brazo, que le introdujo en una habitación y la puerta de la misma se cerró de golpe, mientras su inquilina le tumbaba el barreño de un golpe y le encajonaba contra la puerta cerrada, con un bajo rugido y lamiéndole el cuello con una lengua que serviría para fundir el hierro… - haaaaaah… - la voz de Virgo tembló en una sonrisa cachonda al reconocer a su novia – Ho-hola, Coral…

La estudiante no pronunció palabra, se limitó a reír baja, roncamente. Parecía que los golpecitos de la risa le salían de las entrañas, pero modificados por una extraña caja de resonancia que hacía que sonasen increíblemente graves y apenas humanos. Coral lamió la garganta de su amante, perfilándole la piel con los dientes, y pareció luchar contra el impulso de morder allí, mientras se frotaba contra su cuerpo. Virgo se notaba erecto y sus manos, pensando sin él, apretaron las nalgas de su compañera con verdadera fuerza. La joven gimió, o casi rugió de placer, y se separó de él de golpe, le agarró de la camisa y de un soberbio empujón, le lanzó al suelo sin contemplaciones.

-¡Auh…! – se quejó él, pero lo cierto es que aquél modo de tratarle, le excitaba increíblemente. La joven se tiró sobre él y el grito del lavandero fue mucho más agudo cuando sintió las uñas afiladas de Coral clavarse en su pecho.

-¿Te gusta, Roy…? ¿A que te gusta que te haga daño? – En circunstancias normales, ella solía llamarlo "conejito" o "lavabragas", pero en la intimidad, ella siempre lo llamaba Roy. El citado hubiera querido contestar a la pregunta, pero la excitación del momento era demasiado para él y se hubo de contentar con asentir. Coral sólo llevaba puesta una camiseta negra tan holgada que le resbalaba por el hombro hasta dejarle casi el pecho al descubierto, y unas bragas rojas. Las bragas rojas que el lavandero conocía tan bien… en sus encuentros, la joven había usado todo tipo de ropa, pero sabía que su conejito sentía debilidad por aquélla prenda en particular, y la usaba en ocasiones especiales. Roy no sabía qué tenía de especial, aparte de que para él, estar con una chica como ella ya era lo más especial que podía esperar, pero ya lo descubriría… en ése momento, el tener a Coral sobre él ocupaba toda su atención.

Coral le agarró de la camisa y de un tirón seco, la abrió, haciendo saltar varios botones, y de inmediato lamió el pecho de su amante. Roy gritó de impresión y placer, la lengua de Coral quemaba, ardía… podía notar sus colmillos muy cerca de su piel, y sus caderas se movían solas, buscándola, mientras sus manos estaban ya perdidas dentro de la camiseta de la joven, y apretaron sus pechos como solía, con brutalidad, tirando de ellos como si pretendiese ordeñarla. Coral gritó entre risas y le abofeteó para que le soltara. A Roy le escocieron los ojos por el dolor del bofetón, pero no le disgustó, el calorcito y el picor en su cara se comunicaban a su boca, quería besarla… pero la joven le había hecho que la soltara para seguir bajando en sus lamidas. Le bajó de un tirón el pantalón del chándal oscuro que llevaba y los slips, y sin darle respiro, le atacó el miembro con su boca tórrida.

-¡Aaaagh…. Mmmmh! – Roy tembló violentamente de placer, ¡era la primera vez en su vida que una chica le chupaba el….! A pesar de lo bien que se llevaba con Coral, había tenido vergüenza de pedírselo, temía que ella pudiera ofenderse o molestarse… pero mira, lo estaba haciendo ella solita sin que él lo pidiera… y qué bien se le daba… El lavandero notaba su polla erecta totalmente inundada de placer, embutida en aquélla cavidad húmeda y deliciosa. No era tan tensa como su sexo, pero era igualmente muy suave y caliente, y sobre todo, muy, muy húmeda. Le temblaban las piernas y se ahogaba en su propia respiración, mareado de hiperventilación y placer. Le parecía que le estallaba de gusto, que la cabeza le daba vueltas de las delicias que sentía, mientras su chica, ahogando una risita, subía y bajaba por su polla, lamiéndola, aspirando de ella, perfilándola con sus colmillos afilados…

-Más… más… - musitó Roy, con el corazón en la garganta y a punto de llorar de placer. No podía ni pensar correctamente, las sensaciones le superaban. Coral no usaba las manos, sólo se servía de la boca para darle aquélla felicidad. Sus labios le apretaban, su lengua se paseaba alrededor de su miembro, saboreándole como un gran caramelo, su boca subía y bajaba cada vez más rápido… y Roy sentía chispas a cada movimiento. Las dulces oleadas lo electrizaban de placer a cada momento, cada una de ellas más larga que la anterior, notaba todo su cuerpo envuelto en aquélla deliciosos golpes de placer, supo que no iba a aguantar más… una ola más intensa le atacó, cebándose en sus testículos y recorriendo su polla por dentro con una velocidad e intensidad enloquecedoras, y sintió que le estallaba en la punta exacta del miembro, para recorrer después su espalda, sus piernas; el placer inmenso le hizo jadear y sonreír embelesado, sus caderas dieron golpes, buscando soltar toda la descarga, y el dulce calorcito posterior al orgasmo se expandió por todo su cuerpo, dejándole relajado como una toalla en agua caliente, gimiendo suavemente…

Roy sintió un sonido de deglución y después, lamidas en su miembro. La lengua de Coral quemaba tanto en su pene tan sensible que le hacía dar pequeñas convulsiones, impidiéndole rendirse al sueño que pretendía seducirle. Después del cansancio de todo el día y el orgasmo tan bueno, su cuerpo quería desconectar, aunque sólo fuesen cinco minutos… pero Coral no estaba dispuesta a dejar que lo hiciera, ahora era su turno.

-Conejito… si se te ocurre sobarte ahora, te parto una costilla. Y sabes que no es broma. – sonrió. Roy dio un suspiro interminable de felicidad y se incorporó con esfuerzo.

-Te quiero, Coral… - Extendió un brazo para que ella se acercara, y la joven acudió, sentándose entre sus piernas entreabiertas, y abrazándole con las suyas, coqueteando con su polla en la entrada de su sexo. "No me contesta" pensó Roy, dando tímidos caderazos para frotarse contra ella y hacerle cosquillas con su erección. "Nunca me contesta cuando le digo que la quiero. Jamás dice un "yo también", ni un "ya lo sé", ni siquiera un "gracias"…. Pero no me importa, ahora está conmigo, y eso es lo que cuenta. Y a veces pienso que ella también me quiere, pero no me lo dice sólo para fastidiarme, porque es mala… es tan deliciosamente mala…"

Si de Roy hubiera dependido, quizá él hubiera querido juguetear superficialmente un poco más, hacerse sufrir mutuamente con ese frotamiento… pero Coral no estaba para jueguecitos, le agarró el miembro, lo orientó hacia ella y de un envión, se lo introdujo por completo en medio de un feroz grito de felicidad. Su grito se extinguió suavemente mientras ella se retorcía de placer entre sus brazos, echando hacia atrás la cabeza, aferrándole con las piernas… Roy se sintió como si acabara de entrar en una bañera de agua hirviente, como si la vagina de Coral le aspirara el miembro, y su interior estuviera lleno de diminutas pequeñas lenguas que le acariciaban cada punto de la piel. Se vació de aire, disfrutando. Y entonces, un escozor terrible le laceró desde el hombro hasta la muñeca. Coral, saboreando la sensación de estar fundida con él, le había arañado el brazo dejando regueros purpúreos en su piel… el cálido y espeso líquido se escurría muy quedamente de ellos, acariciándole en una quemazón imposiblemente agradable.

Roy miró a Coral con algo de aprensión. La sensación era agradable, pero la visión le daba algo de repelús. La joven le sonrió, mostrando los colmillos, y mientras empezaba su movimiento de vaivén sobre su polla, le lamió las marcas de zarpazos. Roy ahogó un grito de sorpresa… y placer. No sabía qué pasaba, pero el contacto de la lengua sobre piel abierta, le volvió loco. Puso los ojos en blanco y se dejó llevar, de nuevo tenía ganas de correrse mientras la tórrida lengua de Coral se paseaba a su antojo por su brazo torturado. Roy, en su estado, no lo veía, pero las heridas quedaban cauterizadas, cerradas al instante, tan pronto como ella las rozaba en sus lamidas.

-Oh, Roy…. Dame fuerte, conejito… ¡fuerte! – pidió Coral; el lamer la sangre de su amante la había llevado también a ella, más allá del punto de control. Roy, con una tonta sonrisa cachonda en sus labios entreabiertos, se apoyó con las manos en el suelo y empezó a embestir, a empujar con todas sus fuerzas, mientras ella, en cuclillas, brincaba sobre él, produciendo ambos un ruido de chasquido húmedo cada vez que sus cuerpos se encontraban. Coral creía flotar, era asombroso que siendo tan tímido, Roy pudiera ser tan bruto en el sexo… tal como a ella le gustaba. Sus envites eran bestiales, carentes de toda delicadeza, ajenos a toda preocupación, su pene pensaba por él y buscaba su satisfacción… pero era esa rudeza lo que ella necesitaba, y la volvía loca. Los dedos de sus pies se crispaban y el interior de su sexo latía y palpitaba por el intenso gozo, los escalofríos cosquilleantes del placer se hacían más intensos a cada segundo, recorriendo su espina dorsal. Sus paredes vaginales parecían picar, el roce con el miembro de Roy le producía y aliviaba ese picor a la vez, y cada frote aumentaba su satisfacción, su indefinible gusto, hasta que éste pareció hacer explosión. Coral se apretó a Roy con tanta fuerza que casi le cortó la respiración, mientras su vagina se estremecía en contracciones que comunicaban el dulce estallido por todo su cuerpo, toda ella tembló de gusto y sonrió, notando la deliciosa caricia expandirse por su piel, la maravillosa sensación de plenitud que la colmaba…

Coral hubiera querido parar en ese instante para saborear convenientemente su placer, pero Roy no había terminado aún, y era incapaz de pararse o de disminuir el ritmo, seguía embistiendo a su compañera con mayor fuerza, ansioso por llegar él también, embelesado por el espectáculo del orgasmo de ella. La joven le sonrió y también ella continuó su vaivén, con mayor potencia que antes, decidida a hacerle terminar. Roy hubiera querido abrazarse a ella, pero necesita las manos para apoyarse en el suelo y bombear… en su lugar, Coral fue quien le abrazó y sacó la lengua para lamer los labios de su amante. Éste, ya jadeando ruidosamente y a punto de explotar, correspondió, y cuando su lengua casi se abrasó al rozar la de Coral, un potente golpe de caderas y un gemido más fuerte le vaciaron a la vez el miembro y el pecho. Roy apoyó las nalgas en el suelo, temblando incontroladamente de placer, sintiendo que se le escapaba el alma por el miembro, mientras su compañera reía por lo bajo, lamiéndole la lengua, acariciándole los hombros temblorosos y la cara, notando en su interior la poderosa descarga, mientras ella misma contraía su sexo para exprimirle y no dejar que se saliera nada…

Minutos más tarde, Roy gemía quedamente, emitiendo unos suaves "mmmmmh….. mmmmmmh….", de los que apenas sí se daba cuenta, con su sonrisa de gusto en la cara y los ojos entornados, mientras Coral, abrazada a él, le daba suaves mordiscos en el cuello. Aún seguían tirados en el suelo de moqueta. Roy sabía que debería tomar su barreño, recoger las bolsas de ropa sucia y bajar a la lavandería a poner en marcha las lavadoras… pero bueno, tampoco es que nadie se fuera a llevar las máquinas, ¿no? No había tanta prisa.

"Tengo que decírselo…" Pensaba Coral "Tiene que saberlo. Tiene derecho a ello… bueno, no es que tenga derecho en realidad a nada, no es más que un simple humano. A fin de cuentas, si intenta delatarme, me encargaré de silenciarlo. Pero creo que debe saberlo aún así.". Coral no quería admitir ante sí misma que en realidad, nunca le había importado que sus amantes humanos no supieran de su condición, ninguno lo había sabido nunca… pero sí creía que el conejito tenía que saberlo, y le preocupaba la respuesta que pudiera dar.

-Roy… tengo que decirte una cosa.

-¿Mmmh….? ¿Qué es, Coralito…?

-Eeeh… Tú… ¿tú me quieres, verdad?

-Claro que sí.

-¿Y me quieres… tal y como soy, y no quieres que cambie, verdad?

-También.

-¿Y si te dijera que hay una parte de mí que no conoces….? ¿Que hay algo que no sabes de mí?

-No me importa. Sea lo que sea, yo lo acepto.

-Roy, no te me duermas. – la joven le agitó, porque hablaba con voz soñolienta – Hablo en serio. Hay una parte… importante, muy importante que no sabes de mí. Y tienes que saberla, porque… puede que no te guste. Puede que dé al traste con nuestra relación.

El lavandero puso gesto de horror y agarró a Coral de los hombros.

-Ay, Dios mío… ¡¿Estás casada?! – la joven soltó la risa, ¡sólo al conejito se le podía ocurrir esa tontería! Éste suspiró tranquilo. – Bueno… si no es eso, Coral, no me importa lo que sea. No me importa si eres una asesina, si tu familia son criminales buscados o si eres alérgica al suavizante. Yo te quiero tal como eres, y si crees que existe algún problema, cuéntamelo, todo puede arreglarse.

-Esto, no… Conejito, eres muy comprensivo, pero te garantizo que esto es muy gordo… - Roy puso tal cara que ella le leyó el pensamiento - Si lo estás pensando, no, no me he quedado en estado. Es… es algo que… desafía una explicación científica o racional. – el lavandero la miraba con ojos muy abiertos, y la joven suspiró. – Supongo que es mejor que lo veas. Sobre todo, no grites; veas lo veas, no te asustes de nada y no tengas miedo. Y no intentes tocarme.

Roy quiso hacer alguna pregunta, pero Coral se separó un poco de él. Pareció tomar valor. Y de pronto, Roy pensó que tenía los ojos empañados o se le había metido una pestaña y no veía bien, porque pareció que la joven tenía de pronto mucho pelo… pero no era impresión suya. Sus manos se transformaban en garras afiladas, su nariz y su boca se alargaron hasta convertirse en un hocico puntiagudo, y todo su cuerpo se cubría de un espeso pelaje… y una cola se agitaba al final de su espalda. La transformación no había durado más que unos segundos, pero era completa. Donde antes estaba Coral, ahora había un animal. Una enorme loba negra, con el pelaje con reflejos rojos y blancos. Miraba a Roy con algo muy parecido al apetito y abrió su enorme boca, en la que brillaban unos gruesos y puntiagudos colmillos blancos, de los que goteaba una saliva verdosa. El animal tenía las orejas en punta, alerta. Retrajo los belfos y dejó ver una dentadura completa en gesto hostil. Roy, a pesar del consejo de su novia, se echó hacia atrás y se abrazó a las rodillas, con los ojos desencajados de miedo.

El enorme animal se levantó sobre sus poderosas patas. Era increíblemente hermoso… si uno se olvidaba de las letales zarpas y los fatales colmillos. Olisqueó a Roy y éste tuvo la impresión de que se iba a mear encima. Pero entonces, sintió una lengua tórrida acariciar su mejilla, y vio que de nuevo tenía a Coral junto a él. Su cambio había sido poco menos que instantáneo. Volvió la cara y sonrió, aliviado. Pero su novia no pudo preguntarle nada, porque cayó desmayado sobre la moqueta.

************

-No ha sido un sueño, ¿verdad…? – preguntó al despertar, cuando se encontró tumbado en la cama de Coral, con ésta a su lado, que negó con la cabeza. - ¿Cómo… cómo es posible?

-Deja que te lo explique… dentro de lo poco que tiene explicación. Soy un licántropo. Los humanos descendéis de un antepasado animal, del que se dice que también descienden los grandes simios actuales. Nosotros, somos otra rama de la evolución. Procedemos de otros animales, y conservamos sus características. Podemos pasar entre los animales sin pertenecer a ellos, y podemos vivir entre vosotros, sin ser humanos del todo. El más común de los licántropos, es el hombre lobo… pero no es el único. En Asia existieron los hombres dragón, pero se extinguieron hace muchos siglos, ahora quedan los hombres tigre y los hombres pantera. En Europa, casi el único licántropo que existe es el lobo, pero también existen pequeños clanes de hombres lince. En África están los hombres león y leopardo, en América del sur están los hombres jaguar y los hombres caimán… y en América del Norte, están los clanes de hombres lobo, a los que pertenece mi padre, y de las zonas pantanosas provienen los hombres serpiente, de donde procede mi madre.

Roy asintió, y Coral siguió explicando.

-Mis padres se conocieron hace ya casi dos siglos. Mi madre era una renegada de su propio clan, lo que significa que había desobedecido gravemente y la habían repudiado. Un renegado es un marginado, nadie se acercará a él si no es para asesinarlo a cambio del agradecimiento o de un favor del clan al que pertenecía. Pero mi padre se enamoró de ella y renunció a su posición de primogenitura en su clan para casarse con ella. Desde entonces, han vivido ocultos para protegerse… y proteger a su progenie. Tengo dos hermanas, mayores que yo, mellizas. No como carne humana, salvo que sea estricta e inevitablemente necesario. Soy muy bruta, cuando digo que me gusta el sexo salvaje, no exagero un ápice. Mi boca puede destilar sustancias químicas de distinta índole y distinta intensidad, por eso siempre está tan caliente. A pesar de que haya heredado la característica lupina de mi padre, no necesito depilarme porque mi madre es de familia de serpientes, ¿has visto alguna vez una serpiente con pelo…? Soy mucho más fuerte, rápida y ágil que cualquier humano, me curo con mucha mayor rapidez y envejezco mucho más lentamente. Mi deseo sexual es mayor que el de los humanos, y eso me ha llevado a ser promiscua desde mi despertar sexual… pero también soy muy fiel si un macho me satisface, y tú lo haces. Mientras estés conmigo, no usaré a otros machos. Y ahora sólo te queda decidir si quieres seguir conmigo o no…

A Virgo le hubiera gustado decir que tenía que pensárselo, y tendría razón… no era algo para tomar a la ligera, era un monstruo de leyenda… pero Roy se vio reflejado en los intensos ojos azules de la estudiante y sonrió. "Siempre quise ser fuerte para que nadie se riese de mí" pensó "pero ya de niño supe que nunca lo lograría, y entonces deseé tener una amiga, una novia, que fuese todo lo que yo no era. Que no le importase romper reglar u ocuparse primero de sí misma, y, si quedaba tiempo, de los demás. Que fuese fuerte y poderosa, para que nadie volviera a reírse de mí…

-Y-yo… yo sabí-sabí… - tomó aire y continuó – Sabía que mi novia era una chica muy especial… pero nunca soñé que lo pudiese ser tanto. – y la abrazó. La joven sonrió, aliviada. – Te quiero, Coral.

-¿Sabes, Roy….? No me llames Coral. Me pusieron ese nombre por mi madre, y aunque es bonito, prefiero tener un nombre mío solamente. Llámame Junior.

-Te quiero, Junior. – Y Roy no pudo imaginarse mayor felicidad que cuando ella le apretó más aún y contestó.

-Y yo a ti, Roy. – la única pega fue que terminó la frase - ¡Me alegro tanto de que hayas aceptado y que no tenga que comerte…! Matarte hubiera tenido un pase, pero de haber tenido que comerte… pobre de mí, te me hubieras atragantado…

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