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Mariposa y yo (6)

en Dominación

(Imbécil y su ama Mariposa al fin se han encontrado en persona, van a pasar juntos un tórrido fin de semana en casa de aquél)

- Vas a hacerme gozar hasta que me corra de gusto. – dijo mi ama. Mi pene, a pesar de que acababa de vaciarse, empezó a revolverse de nuevo, y me incorporé en la cama, ansioso por obedecer. – Abajo, Imbécil.

Mi ama señaló el suelo con su mano enguantada y de inmediato me arrodillé junto a la cama. Me dolía el cuerpo debido a la incómoda postura que acababa de abandonar, pero ni pensé en quejarme, la idea de hacer gozar a mi ama, de verla dedicarme su placer y participar en él, era demasiado enloquecedora para prestar atención a nada más. Mariposa sonrió complacida al ver que yo me arrodillaba directamente, y dirigió las manos a su tanga negro. Muy lentamente, introdujo los pulgares en la cinturilla de la prenda y empezó a tirar hacia abajo. Abrí los ojos, tragué saliva, luché por mantener mi lengua dentro de mi boca y mis manos quietas, pero puedo jurar que era dificilísimo… la risita de mi ama acarició mis oídos y mi corazón latió desbocado cuando el tanga dejó ver el tesoro que escondía: el pubis de Mariposa. Una fina línea de vello corto lo coronaba, pero apenas pude verlo, porque la oscuridad iba creciendo en la alcoba (mi ama me había hecho dejar la casa prácticamente a oscuras, y la llamita de la vela empezaba a ser insuficiente) y porque ella se detuvo.

-Voy a dejarte que lo mires plenamente… pero como se te ocurra intentar algo antes de que yo te dé permiso, aunque sólo te rasques la nariz, te castigaré duramente y me iré, ¿lo has entendido, Imbécil…?

Asentí con la cabeza, sonriendo lleno de ganas. Temía que si intentaba hablar, mi lengua saldría disparada a beber sus flujos, que adivinaba en el brillo delator de su piel, de su vello púbico… mis manos se retorcían, impacientes… ni en mi adolescencia, y mira que yo había sido nervioso, recordaba haber sentido un deseo tan intenso. Mariposa se giró y se inclinó. Ahora tenía su culo justo a la altura de mi cara. Separó un poco las piernas y de nuevo tiró del tanga hacia abajo, hasta dejarlo en sus rodillas, ¡qué visión! Mi cuerpo entero se echó hacia delante en un intento de hacerlo suyo, y tuve que tirar de mí mismo para impedírmelo, fue un esfuerzo semejante a tirar de las riendas a un caballo rabioso, pero lo logré… a pesar de la escasa luz, pude distinguir perfectamente el color, deliciosamente rosado, de su sexo, depilado… sus labios vaginales estaban apenas separados, guardando celosamente el interior… su clítoris sobresalía ligeramente entre ellos, podía verlo… su vagina era abultada, de labios carnosos, de apariencia esponjosa, suave, acogedora… no pude evitar fantasear, pensar que introducirme entre ellos sería como meterme en una nube calentita y… ¡Dios, qué dolor, me parecía que los testículos literalmente me iban a reventar…!

-¿Otra vez tienes ganas de correrte, Imbécil…? Eres incorregible…– La voz de mi ama me sacó de mis fantasías. Me miraba a través de sus piernas entreabiertas, sus cabellos se esparcían por el suelo, y me sonreía con picardía.

-S-sí… sí, ama. – Admití – lo que tengo delante es… muy hermoso.

Mariposa se rió con ganas.

-Miren el Imbécil, nos ha salido "poetiso"… no disfraces lo que sientes, lo que te parece no es hermoso, sino tremendamente follable, y darías lo que fuese por meterme ahí tu cosita, ¿verdad?

Me reí, algo apurado… tenía razón, aunque no por ello dejaba de parecerme bonito...

-Bueno, pues de momento, te vas a tener que aguantar… Quiero que me des placer con tu lengua. Si sabes usarla bien, puede que más tarde, te deje probar otras cosas… - su voz estaba cargada de promesas tan agradables como de fuego, y me sentí impaciente porque mandara… y lo cierto es que la idea de lamerla, me atraía enormemente. Hasta ese momento, no había considerado nunca el cunnilingus como una práctica sexual atrayente… yo lo había hecho porque sabía que a las chicas las excitaba, pero no era algo que a mí me gustase especialmente, ni me producía deseo, pero ahora en cambio, sentía verdadera sed, quería chuparla, beber de su sexo, notar su orgasmo en mi lengua… recordé cómo su tierna vagina se había estremecido entre latidos aquélla vez que se corrió para mí como premio delante de la webcam, y estuve a punto de derramarme encima… ojalá pudiera sentir esos temblores, esos latidos, con mi lengua en su interior…

Mariposa se incorporó y acomodó la almohada doblada casi al borde de la cama, después se sentó y se apoyó en la almohada para tener una postura cómoda. Se quitó los zapatos de tacón y subió una pierna a la cama. Inmediatamente, me llamó con un dedo.

-Colócate entre mis piernas… - obedecí en el acto, agachándome un poco para que mi cara quedase a la altura exacta – Eso es… acaríciame con los dedos… sólo por fuera… mmmh… así, suavecito… - mis dedos hacían largas pasadas, arriba y abajo, por aquella vagina suave y blandita… de entre los labios sobresalía tímidamente el clítoris, apenas asomándose, parecía exigir que me ocupase de él… a pesar de que su sexo estaba cerrado, los flujos se escapaban por la rajita y enseguida mis dedos estuvieron empapados. Mi boca permanecía abierta sin que yo apenas lo notara. – Ahora… ábreme los labios… lentamente… - obedecí. Con mucho cuidado, separé los labios que escondían el agujerito de mi ama, y por fin pude verlo… aún en la penumbra, el color rosado lo inundaba por completo, y un espeso goterón de jugo, retenido hasta entonces, se escapó de su interior, empapándola hasta el ano y mojando la colcha. Su interior parecía vibrar, y reconocí lo que había visto en la pantalla, pero en vivo era indefiniblemente más atractivo…

-Ama… por favor… ¿puedo por fin… puedo ya lameros…? Por favor…. – supliqué, y Mariposa se rió.

-Qué… qué bien suplicas, Imbécil… eso es algo tuyo que me gusta mucho… Por el momento, no voy a darte instrucciones, a ver si sabes darme placer… si lo haces bien, tendrás recompensa, pero si lo haces MUY bien… y sabrás que lo has hecho muy bien… tendrás algo que no te esperas… sí, lame.

No sabía qué quería decir ni me importaba, tenía su permiso y ataqué como si en lugar de sus flujos, fuesen aire que precisase para seguir vivo; manteniéndolo abierto, besé el coñito rosa de mi ama y metí la lengua lo más adentro que pude. Mariposa se agarró los pechos y gimió sonoramente, sus muslos temblaron… y su interior también temblaba… una espesa cascada de jugos viscosos y calientes me inundó la boca y un sabor, entre salado y a jabón me invadió, pero ni la ambrosía me hubiera resultado más apetecible que aquello. El sexo de mi ama olía maravillosamente a jabón y un poco a hembra por la excitación… sacudí la cabeza, como si pretendería devorarla, y subí a su clítoris…

-Ama… - musité, con la cara pegada a su sexo - ¿Puedo… usar también los dedos?

-Síiiiiiiiii…. Sí, pero… de momento… no me penetres con ellos…. Sólo acaríciame… mmmmh…. ¡sigue, Imbécil, ¿qué esperas?!

Apresé su clítoris entre mis labios y succioné. Dentro de mi boca parecía enorme, era como lamer un dulce… cada lamida, cada succión, tenía como recompensa un delicioso gemido de mi ama, un estremecimiento de su cuerpo… acaricié su entrada con mis dedos, pero como de momento no quería que la penetrase, decidí cambiar, acaricié su clítoris con los dedos y bajé de nuevo a meter mi lengua en su sexo inundado.

-¡Ooooh, síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii….! – Mi ama me agarró de la cabeza y me hundió más aún la cara en su sexo. Apenas podía respirar, a mi nariz sólo llegaba aire muy caliente, cargado de olor a sexo y viciado, pero por nada del mundo habría parado o se me hubiera ocurrido protestar, mi polla estaba pegada a mi tripa, supurante… sólo con una caricia podría derramarme, pero ni se me ocurría bajar una mano para intentarlo siquiera, ¡quería seguir dando placer a mi ama! Era asombroso, ¡estaba gozando gracias a mí! ¡Se estaba derritiendo de gusto, se convulsionaba de placer, sonreía, sudaba, se estremecía, sus caderas se movían solas buscando mi lengua… y era por mí! ¡Era yo quien le daba todo ese placer…! Mi lengua entraba y salía de su sexo, presionaba por dentro… su coñito ansioso parecía tirar de ella, aprisionarla… Mariposa se dejó caer totalmente en la cama y me apresó enlazando sus piernas a mi espalda, sin dejar de agarrarme la cabeza con sus manos. – Sigueeee… oooh, lo… ¡lo estás haciendo muyyyy bien, Imbécil…! Sigue así…. Creo que… creo que vas a conseguirlooo…. ¡Haaah, mmmmhjiji, síiiiiiiiiiiiiiiii….!

Mezclaba gemidos con risitas cachondas, era adorable… mis dedos seguían acariciando su clítoris, resbaladizo y ardiente, pero yo no permitía que se me escapase… mi lengua exploraba su intimidad, podía notar mi barbilla húmeda y pringosa de sus flujos que goteaban hasta el suelo y resbalaban por mi garganta y mi pecho… las caderas de Mariposa golpeaban la cama, buscando más placer… se lo estaba pasando de maravilla, no cabía duda, ¡qué orgulloso me sentía de mí mismo…! El obediente esclavo estaba haciendo las delicias de su ama… sólo quería que gozara, que se corriera como nunca, que se acordase toda su vida de mí y de lo bien que le había hecho pasarlo…

- Aaaah… Imbécil… ahora… mmmmh…

-¿Qué, qué? – "manda, ama, mándame…" pensé confusamente, mientras ella se incorporaba un poco para mirarme.

-Vas a… mmmh… vas a penetrarme con los dedos… usa dos… primero… mételos suavemente, hasta el fondo… luego, dentro de mí… dóblalos un poquito, sólo cúrvalos ligeramente… y entonces… velocidad… ¿has entendido bien…?

-Sí, ama.... – estuve a punto de preguntar algo, pero Mariposa se dejó caer nuevamente y yo obedecí. Retiré la boca de su sexo, y de nuevo subí a su clítoris. Mi ama gimió dulcísimamente cuando me notó sorbiendo de su botoncito… yo acerqué dos de mis dedos a su intimidad… "sí… sí, sí…" la oí susurrar apenas la acaricié. Muy lentamente, empecé a meterlos… qué caliente estaba… ardía, le ardía todo el coñito, y me apretaba los dedos… Mariposa se estrujaba los pechos, con la cabeza apoyada en la almohada, mirándome con los ojos entreabiertos, aunque no estoy seguro de que me estuviera viendo. Deliberadamente despacio, empujé mis dedos en su interior, palpando cada punto, haciendo círculos muy pequeñitos, apenas perceptibles desde fuera, pero plenamente sensibles por mi ama, hasta que al fin estuvieron metidos hasta el fondo, hasta los nudillos… Mi ama se deshacía en gemidos de placer.

Tal como me había ordenado, curvé un poco los dedos, y Mariposa dejó escapar un gemido sordo y se estremeció violentamente… allí había "algo" que le gustaba mucho… no pude resistirme a jugar sólo un poquito, y volví mis dedos a su postura original para volver a doblarlos casi de inmediato. Esta vez, mi ama emitió un largo gemido desmayado y se le escapó una dulce sonrisa de placer… hubiera querido probar una vez más, pero no quise arriesgarme a que me regañara por no obedecer, y empecé a retirar mis dedos para volver a meterlos… a pesar de que había pedido velocidad, los saqué un poco lento, para que mi ama lo saboreara, sin dejar de acariciar su clítoris entre mis dedos… volví de nuevo a meterlos, más deprisa, y empecé el sacamete, con algo más de rapidez. Los gemidos de mi ama empezaron a transformarse en grititos de placer, asentía con la cabeza y sonreía.

-Más…. ¡Más! – ordenó, entre risitas que no podía controlar, y aceleré. Mariposa puso los ojos en blanco y soltó un grito agudo - ¡SIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII….! – los vecinos debían estar escandalizados, pero yo aceleré más aún, curvando los dedos, el placer de Mariposa me volvía loco, ¡quería que se corriera! ¡Por y para mí! Mis dedos chapoteaban en sus jugos, su sexo salpicaba, sus piernas temblaban, sus manos estaban crispadas en la colcha y parecía a punto de echarse a llorar… iba a correrse, podía notarlo, su…. ¡su sexo estaba empezando a temblar! ¡Era lo que tanto ansiaba ver! Agaché la cara para mirar sus labios latir, y en ese momento, las caderas de mi ama se elevaron de la cama y profirió un largo grito de placer - ¡MMMMH, SÍ, SÍ, AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH….! – y al instante, un poderoso chorro de flujo, ¡salió a presión de su sexo! Una ola de líquidos me inundó literalmente de la cara al estómago, como si mi ama se orinase sobre mí, ¡pero era flujo lo que soltaba su sexo palpitante!

-¡Ama! – grité, loco de pasión, y me abalancé sobre su coñito, metí mi lengua en él y sacudí la cabeza como un desesperado, sorbiendo como si en ello me fuera la vida, apretando sus nalgas, gimiendo yo mismo… hubiera dado hasta mi vida, lo que fuera, TODO, con tal de que aquél momento siguiera un poco más… tragué lo que pude, lamí sus muslos, mis manos chorreantes… me sentía delirar, ¡qué maravilla! ¡Nunca se me hubiera ocurrido pensar que una mujer pudiera correrse de semejante modo… y conmigo!

-Hah…. Aaah… Ufffh…. Mmmh… - mi ama, con los ojos cerrados y el cabello empapado en sudor, seguía gimiendo, recuperándose del intensísimo orgasmo, mientras yo seguía besando su entrepierna y lamiendo su piel… la colcha había quedado empapada por todo el lado de la cama en el que estaba sentada, y el suelo estaba lleno de goterones – Si… si tanto te gusta… lámelo todo, Imbécil… límpialo… - musitó mi ama, agotada.

Sonreí tontamente, como si en lugar de ordenarme que limpiara el suelo con la lengua, me hubiera ordenado hacer un lujoso crucero en primera clase a todo pagado… de inmediato me incliné en el suelo y empecé a lamer todo lo que había quedado de su fabulosa corrida por el suelo. De todos modos, el suelo estaba bien limpio y yo quería hacerlo… había sido absolutamente increíble, quería conservarlo… ojalá hubiera podido grabarlo en vídeo. Entre las piernas de mi ama, donde yo había estado situado, había una delatora mancha espesa, de color blancuzco… me miré, y vi mi pene de capa caída, empapado, y mi estómago manchado de semen; me había corrido, y yo ni siquiera me había tocado, ni me había dado mucha cuenta tampoco… debió ser sin duda cuando Mariposa me chorreó de pies a cabeza… fuera como fuese, igualmente me incliné y lamí también mi semen, ya no me daba tanto asco… a fin de cuentas, era mío, ¿lamía los jugos de mi ama con verdadera pasión, e iba a sentir escrúpulos con los míos…?

-Mmmmmmmmh…. Bueno… creo que no hace falta que te lo diga, pero… lo has hecho muy bien Imbécil. Realmente muy bien – Mariposa, repuesta por fin, se había sentado en la cama y me miraba sonriente. Aún de rodillas, me acerqué gateando a ella, como un perrito que buscase una caricia.

-Ama…. Ama, yo… yo nunca había visto algo semejante…

-¿Y te ha gustado? – Mariposa, compadecida de mi abnegación, me agarró la cara con ambas manos y me acarició el pelo. Dejé escapar un suspiro y cerré los ojos, deleitándome en sentir sus manos cálidas dándome un poquito de cariño… qué bien se sentía…

-Muchísimo, ama… muchísimo… me gustaría hacer que os corriérais así siempre, todas las veces… quiero daros todos los orgasmos del mundo, ama, quiero beber vuestros jugos todos los días… - Mariposa rió maternalmente, como si yo hubiera dicho que quería la luna.

-Qué tontorrón eres, Imbécil. – dijo, y me besó la frente – Voy a darme una ducha, estoy empapada en sudor. Después, te daré una recompensa, te la has ganado. Mientras tanto, quita esa colcha y pon una nueva. No creo que las mantas de abajo se hayan mojado, pero si es así, muda toda la cama, ¿entendido, Imbécil?

-Sí, ama. – La vi entrar en el cuarto de baño de la alcoba y entornar la puerta. Mientras la oía terminar de desvestirse y accionar el agua, cambié la colcha (afortunadamente, las mantas de abajo seguían secas), y no entendía por qué me llamaba tontorrón por desearla… ¿acaso a ella no le gustaría tenerme como esclavo… de forma permanente…? A mí, desde luego, sí. No me importaba en absoluto lo que fuese a decir nadie, yo sabía que era bueno, y estaba más que dispuesto a seguir así toda mi vida… por un momento pensé en que quizá ella tenía otros esclavos, otros hombres de los que yo no sabía nada, y sentí un latigazo de celos tan terrible que aún sin saber si era cierto o no, sentí que si me ponían delante a algún otro de sus esclavos, sería capaz de matarlo con mis propias manos… aquél no era un pensamiento de un buen esclavo, bien lo sabía… pero Mariposa lo era todo para mí, no quería perderla bajo ningún concepto, quería seguir siendo suyo para siempre… incluso si tenía otros esclavos, bueno, en fin… mientras yo no me enterase, podría soportarlo… pero por favor, por favor, que ella no me abandonase…

El agua de la ducha corría, el vapor salía por la puerta entreabierta y mi ama cantaba algo mientras se duchaba. Puesto que la colcha ya estaba cambiada y no tenía más órdenes, me acerqué a la puerta del baño. La silueta de Mariposa se recortaba en la cortina azul de delfines de la ducha…

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