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La cara oscura de la vida

en No Consentido

EL LADO OSCURO DE LA VIDA

Aquel viernes Betty se dirigía a toda prisa a la estación de autobuses para tomar cuanto antes uno. Tenía que llegar a casa y arreglarse; pues esa noche había una fiesta de cumpleaños en la que esperaba pasarlo bien. Además sabía que aquella noche tendría la oportunidad de estar con el chico que desde hacía tiempo le gustaba. Era posible que la otra "lagarta" que andaba detrás de él estuviera allí y debería usar todas sus armas de mujer. Esos pensamientos bullían en su cabeza cuando salía de la universidad de Panamá y se dirigía a tomar el bus. De vez en cuando algún piropo y alguna grosería la devolvían a la realidad:

- Que tremenda cola (culo) tienes mamacita.

Entre tantas muchachas ella atraía poderosamente la atención, a pesar de que no vestía de una manera provocativa. Aquella tarde llevaba unos Jeans, una camiseta de tirantes y unos zapatos con un poco de tacón. Pero sus sensuales formas femeninas hacían que cualquier prenda de vestir le sentara estupendamente. Morena, con una larga cabellera que caía ondulada por sus hombros y espalda, piel canela, 1,80 de estatura, 98 de pecho, cintura de avispa y 100 de caderas. El vaivén de sus caderas y el sube- baja de los cachetes del culo al andar, era sencillamente de infarto. Sus rotundos y erguidos pechos, una promesa de placer que se adivinada bajo la camiseta. Unas piernas largas, bien torneadas. Sus ojazos negros y una sonrisa hermosa envuelta en carnosos labios terminaban de configurar aquella belleza de 20 años.

 

Desde esa atalaya ella ignoraba o condescendía sin enojarse – salvo groserías excesivas - ante las muchas cosas que cada día debía escuchar por la calle. Siendo consciente de los atributos que Dios y la madre naturaleza le habían dado, no era ni engreída ni provocativa; su simpatía y sencillez eran en ella un valor añadido. Por eso no había varón que, si ella ponía en juego sus armas, se le resistiera.

Pero Betty tenía un límite fijado por ella misma en el uso de sus armas, la educación que le habían dado sus padres sobre valores religiosos. Eso significaba que, llegados a un cierto punto, le paraba los pies y…..las manos al muchachito de turno. Esa era la única posibilidad que la otra "lagarta" tenía de arrebatarle el chico que le gustaba. Pero Betty, consciente de ello, pensaba arreglarse y vestirse aquella noche como una diva o una diosa; eso sabía hacerlo de maravilla.

Subió al bus, que ya estaba casi repleto, quedándose de pie en el pasillo con otras 12 personas, situada de la mitad para atrás. Una vez más experimentó como todas la miradas convergían en ella; las de la mujeres con más o menos envidia; las de los hombre cargadas de lujuría. De no mirar para el techo o hacía un punto indeterminado a través de las ventanillas, hubiera visto como algunos se llevaban la mano a la entrepierna frotándose el miembro. Estar sentado y ver de cerca o incluso a tu lado aquella chica con aquellos pechos y aquellas formas, ciertamente invitaba a una buena calentura. En los cinco últimos asientos Raúl, Roberto, Edi, Miguel y Carlos se la comían con los ojos. Tenían entre 16 y 17 años; como tantas tardes en vez de ir al instituto se habían dado una vuelta por la ciudad y ahora volvían, pensando que hacer en lo que quedaba de día.

- Joder que buena esta esa tía.

- ¿ La habías visto alguno antes?

- Que va tío.

- Pues a lo mejor vive cerca de nosotros.

- Tal vez sea de La Chorrera.

- ¿por qué no la seguimos? Así averiguamos donde vive.

El autobús iba realizando su recorrido y tuvieron la suerte de que todavía se les acercara más conforme subió gente en la primera parte del trayecto, luego cuando hubo un asiento libre ella se sentó. Cuando se acercaban a una zona de urbanizaciones llamada Nuevo Chiriquí ella se levantó y ellos se dispusieron a hacerlo detrás de ella. Ella vio a los cinco chicos bajarse detrás de ella, pero no les presto atención; eran bajitos, delgados y más bien feos, sobretodo Raúl y Edi; no era fácil que atrajeran la atención de ninguna chica. Las calles estaban bastante concurridas a aquella hora por lo que Betty no se percató de que la siguieron hasta su domicilio.

 

Cuando iba a entrar la llamó otra chica; ella, sonriendo, le contestó:

- Apúrate Mayra que nos queda menos de una hora para arreglarnos. Además tenemos que recoger a Sabrina en "El Descanso ".

Los cinco decidieron que merecía la pena esperar para ver aquella mujer arreglada. Y…..Mereció la pena. Cuando salió los cinco estaba en un puesto de refrescos en la esquina cercana a su casa. La vieron caminar hacia donde se encontraban con aquel vestido ceñido, sin espalda, un escote elegante y bastante generoso con la parte de la falda dejando ver gran parte de sus hermosos muslos. Ciertamente Betty sabía apurar el límite de la sugerencia sin caer en la vulgaridad. Sus piernas enfundadas en las finas medias color carne se convertían en un monumento de voluptuosidad sostenidas sobre aquellos zapatos de tacón de aguja. Sin fijarse en ellos paso a su lado y continúo caminando hasta la casa de Mayra. El espectáculo de aquel culazo y aquellas nalgas estrechamente ceñidos por el vestido, los puso locos, Raúl no se pudo contener:

- ¡ Que cogida te daba mamasota ¡

 

Ella prefirió no mirar ni decir nada pues sabía que lo que más gustaba a los chavalitos era llamar la atención. Normalmente si no les contestaba no la molestaban más.

En ese momento salía Mayra, de su casa acompañada de su padre:

Betty, ya sabes que confío en tu responsabilidad, tened cuidado con el coche, pero sobretodo por ustedes.

Tanto el padre de Betty como el de Mayra les dejaban a veces el carro y nunca habían tenido problemas. Las dos chicas se montaron en el auto y partieron.

Los muchachos decidieron tomar el bus hasta La Chorrera, pues "El Descanso" se encontraba allí. Mientras iban en el bus, ellos que no entendían de exquisiteces, solo de carne, comentaban el aspecto de las chicas:

- Se vistieron para poner a los tíos bien calientes.

- Seguro que se les dan una buena cogida esta noche.

- Estan bien buenas las muy putas.

Continuaron hablando sobre lo que les harían a las muchachas si pudieran tenerlas para ellos. Mayra, aunque a cierta distancia de su amiga, era una peliteñida rubia que estaba muy buena, maciza, un pelín entrada en carnes y siempre se vestía muy provocativa.

Raúl le comentó en voz baja a Edi:

- Me tiene loco ese puta; me la tengo que follar como sea.

Ellos compartían secretos que Roberto, Miguel y Carlos ignoraban, como follarse a la perrita de pelo blanco que tenía una tía de Edi. Aunque también tenían experiencias comunes los cinco; entre otras llevarle cuatro chucherías a una señora mayor muy pobre, que a cambio los pajeaba y se la chupaba. Eran un puñado de pervertidos sexuales dispuestos a todo. El autobús llegó a la Chorrera y bajaron, dirigiéndose hacia "El Descanso". Cuando se acercaban divisaron el coche y las chicas que discutían con Sabrina por haberse retrasado media hora:

- Usted siempre igual.

- No se pongan así; no tardamos ni diez minutos en llegar a la discoteca.

Subieron al auto y tomaron la avenida. Los muchachos conocedores de la población, llegaron pronto a la conclusión de que en aquella dirección sólo había tres sitios, pequeñas discotecas, que se alquilaran para hacer ese tipo de fiestas de cumpleaños y parecidas.

 

Primero fueron a las dos que estaban más cerca, pero no hubo suerte y la noche se echaba encima, no les quedaba otra que tomar un bus y aún así tendrían que andar un poco. Carlos quiso desistir:

Lo dejamos ya, no merece la pena.

No seas Güevon, en esas fiestas toman y luego salen fuera, buscando un sitio para tirar.

Las palabras de Raúl hicieron su efecto; sus mentes imaginaron rápidamente a Betty saliendo con un chico a darse la "paliza".

Tras bajarse del bus y andar casi media hora llegaron al "Tucan", miraron entre los coches y….. sí, allí estaba el auto de las chicas.

Intentaron entrar al recinto, pero no les dejaron, su edad y su aspecto los delataban; tuvieron que conformarse con ver a Betty de lejos, bailando, riendo, moviéndose como ella sabía para encandilar al chico que le gustaba. A medida que avanzaba la noche comenzaban a verse "cosas interesantes". Alguna pareja salió del local y se perdió entre los arbustos; sigilosamente les siguieron y, aunque con poca luz, disfrutaron viendo a la joven abierta de piernas, con su muchacho clavándola a placer entre gemidos aogados de la chica.

Mientras tanto Betty se divertía, saboreaba su triunfo; aunque no le había sido demasiado difícil hacer que su chico se olvidara completamente de la otra "lagarta". Cuando volvieron a su puesto de observación, después del espectáculo de la cogida, los cinco sátiros pudieron ver como ella y el chico bailaban muy juntitos:

- ¿Os dais cuenta como se restriega el cabrón, mientras le pasa la mano por el culo?

Era cierto, Betty estaba en la fase de intentar frenar las pretensiones del chico que cada vez quería ir más lejos. Así estuvo toda la noche ingeniándoselas para que él no se enojara. Mientras tanto otras parejas, entre ellas Mayra, salieron a desahogar su calentura, mientras la de los cinco iba en aumento.

 

Durante la fiesta llegaban al lugar por despiste o intencionadamente chicos y algunas chicas que eran despedidos no muy amigablemente. Tres tipos, bastante borrachos, llegaron en un taxi y fueron rechazados. Estaban cansados y decidieron tumbarse a dormir hasta que se les pasara. Avanzada la noche, ya algunos invitados comenzaron a retirarse; los cinco continuaban disfrutando de los polvos que echaban las parejas a escondidas. Cuando estaban en ello otra pareja se los encontró y el chico empezó a insultarlos, pronto se acercaron otros y los cinco tuvieron que marcharse. Por el camino iban hechos una furia:

La puta que los parió.

Desgraciados de mierda.

Mientras, otra pareja se topó con unos de los borrachos y lo hicieron levantar a patadas; dando tumbos también tuvo que alejarse de la Fiesta.

Poco después Betty y Mayra se despedían de sus chicos, pues al día siguiente Betty tenía una entrevista para prácticas en una empresa a las 11 y quería descansar un poco para tener buna cara.

 

Los cinco sátiros estaba encorajinados, sobretodo Raúl:

Por ese cabrón, nos hemos perdido lo mejor, seguro que se la está tirando.

Con lo buena que esta esa tía, sólo por oir como grita cuando se la meten daba un güevo por estar allí.

Edi concluyó:

Pues volvamos coño, si vamos con cuidado no tienen porque vernos.

Dieron la vuelta y caminaron a toda prisa. A unos 500 metros venía el borracho dando tumbos, se tropezaba, caía y se levantaba como podía. Los cinco vieron a lo lejos las luces de un coche que se acercaba. Cuando se disponían a ocultarse vieron que algo salió de un lateral, se sintió un golpe y el coche se detuvo; se oía como una discusión. Los muchachos se acercaron con cuidado hasta ver y oir lo que pasaba: el borracho había sido atropellado por el coche y las chicas asustadas – sobretodo Betty, que era la que conducía - no sabían que hacer. El hombre estaba muy mal.

Debemos avisar para que venga una ambulancia.

Betty, debes pensar lo que te puede pasar. Seguro que habrá juicio y si muere puedes tener incluso prisión.

Betty pensó que su amiga tenía razón, lo mejor sería retirarlo de la carretera y dejarlo escondido entre los matorrales, cuando lo encontraran sería difícil que las relacionaran y la delantera del coche no parecía tener golpe visible.

 

Arrastraron el cuerpo del hombre fuera del camino unos 10 metros y se dirigieron al coche. Antes de que abrieran las puertas una voz las sobresaltó:

¿ Donde creéis que vais ? ¡Asesinas ¡ Lo hemos visto todo.

Ellas miraron y vieron como, uno tras otro, aparecían aquellos muchachitos, mal vestidos, bajitos, delgados.

Si habéis visto lo que ha pasado sabéis que no fue nuestra culpa. El salió de repente y no pude frenar.

La mente canalla de Raúl había comprendido que las tenía en su mano:

No, zorra, él iba andando, lo viste y lo atropellaste por conducir sin cuidado.

Ellas de momento no entendían, intentaron convencerlos pero poco a poco se dieron cuenta de que los muchachos querían algo. Mayra intervino:

Bueno, vámonos de aquí antes de que pase alguien y en el coche hablamos.

Subieron al coche. Raúl se sentó adelante con Betty; los otros cuatro atrás y Mayra sentada sobre dos de ellos:

Que buen culo tienes mamasota.

Estaros quietos con las manos.

- No nos da la gana puta, o crees que no vimos como cogías con tu novio.

Mayra sintió miedo y a Betty comenzaron a flojearle las piernas.

 

 

Durante media hora se alejaron hasta llegar a la carretera Panamericana, aguantando el manoseo de los chicos. Betty estaba apunto de llorar, nunca un chico le había metido la mano entre las piernas como lo estaba haciendo Raúl. Mayra ocultaba su terror insultando a los muchachos. Betty detuvo el auto:

Ya está bien, iremos a mi casa y mi padre os dará una buena cantidad de dólares, pero no nos pongáis más la mano encima.

Ese dinero nos va a venir muy bien pero ahora vas a ir derechita al motel que está junto a la Coca-cola. O, si lo prefieres, me llevas al puesto de policia.

Mayra comenzaba a entender:

Betty haz caso, no podemos hacer otra cosa.

Las lágrimas corrían por las mejillas de Betty. Siempre había querido llegar señorita (virgen) al matrimonio; aquella noche su ilusión iba a quedar rota. No se imaginaba hasta que punto.

 

Llegaron al Motel. Era un lugar, como otros de su estilo, preparado para salvaguardar la intimidad de los usuarios. Se entraba desde la carretera por una calle de unos 100 mts, toda protegida por altas vallas. Llegaron a la entrada del apartamento o habitación que tenía un pequeño garaje que se cerraba desde dentro. Llamaron y vino alguien que cobró desde dentro (las chicas entregaron el dinero que llevaban) y luego abrió la puerta que comunicaba la habitación con el garaje. Una vez dentro los chicos pusieron el cerrojo a las dos puertas (había otra que daba al corredor interior). Pidieron unas bebidas, que les dieron por una especie de torno y sentaron en la cama y en el sofá:

Joder que cama tíos, se ve que está pensada para tirar.

Las chicas miraban hacía aquella gran cama de 1.50 ancho, sabían que allí les harían de todo.

Edi encendió la televisión que constantemente pasaba películas porno, en ese momento dos negros estaban ensartando a una rubia por sus dos agujeros:

Mirar, guarras, lo bien que lo vais a pasar.

Si, putas, os lo vamos a hacer todo.

 

 

Miguel, que también era bastante retorcido, se levantó y se acercó a Betty:

- Mira tía, olvídate del borracho, la fiesta continua y ahora te toca bailar conmigo.

La agarró por la cintura, la apretó contra sí y comenzó a moverse torpemente, preocupado más de sobarle el culo y las nalgas que otra cosa. Carlos hizo lo mismo con Mayra. No era tan alta como su amiga, pero como los muchachos eran bastante bajitos, pronto su atención se centró en los senos de las chicas ya que tenían el escote delante de sus ojos. Los otros tres reían excitados ante el grotesco espectáculo: dos tipos escuchimizados se afanaban en restregarse la polla contra las piernas de la chicas, manoseándole las nalgas como posesos y paseando sus morros por el generoso escote de ambas.

- Vale tíos, ahora nosotros.

Raúl sustituyó a Miguel y la pobre Mayra tuvo que aguantar a Edi por delante y Roberto por detrás. Disfrutaron un rato hasta que Miguel dijo:

Joder tíos que tengo ganas de coger, que se vayan desnudando.

Venga zorritas – apostilló Raúl- hacer un buen Strip-tease.

 

Las dos amigas se miraban mientras los muchachos se acomodaban sentados en la cama. Les temblaban las piernas y el pudor las atenazaba:

Peliteñida, poca vergüenza te daba abrir las piernas esta noche, ¡ vamos ¡

Las chicas comenzaron a quitarse los vestidos y enseguida quedaron con los tangas y las medias, pues no llevan sujetador. Instintivamente intentaron cubrirse los pechos.

Ehhhhh¡ ¡A ver esas tetonas ¡

Mientras gritaba Raúl y sus compañeros se iban quitando los pantalones y se sacaban las vergas.

Jooodeeeer ¡que tetas ¡

Sí, los pechos de las chicas eran espectaculares, mejor moldeados los de Betty, más abundantes en carne los de Mayra.

- ¿ habéis vistos unas piernas y unos culos como esos ?

- ¡Que putas ¡ se ponen unos tangas como un hilo dental, para que les soben bien las nalgas los cabrones de sus novios.

- Esos Tanga ¡ fuera ¡

Cuando se quitaron sus diminutos tangas la visión era cojonuda:

Daros las vuelta y moveros como las go-gos de una discoteca.

Las muchachas obedecieron y comenzaron a darles un espectáculo por el que muchos canallas con dinero hubieran pagado una fortuna.

El cuerpo de Betty contoneándose sensualmente era algo definitivo. Mayra era de movimientos más vulgares. Estuvieron así un rato.

¡Zorras¡ mirad como nos habéis puesto.

Este grito las hizo mirar hacia lo que ellas más temían; entre las flacas piernas de los sátiros se levantaban las pijas durísimas ya. Las sorprendió desagradablemente ver que tenían buenas trancas, particularmente Edi que la tenía especialmente gruesa.

Decidieron que harían una primera ronda individual empezando Raúl y Miguel.

Las echaron encima de la cama y se colocaron entre sus piernas; sin muchos prolegómenos les colocaron las pollas en su rajita y comenzaron a clavarlas mientras sus manos se apoderaban de sus pechos estrujándolos.

 

El silencio de las chicas, que no habían protestado ni suplicado, conscientes de la inutilidad de hacerlo, se rompió pues no estaban preparadas y además Betty era la primera vez que tenía una verga dentro. Mayra les gritó:

Así no ¡cabrones ¡ no sabéis tratar a una mujer.

Ahora vais a ver si sabemos trataros, puta¡

Y Miguel, apretó sus tetas con rabia y comenzó a bombear furiosamente a Mayra. Raúl hacía otro tanto contemplando con satisfacción el rostro de dolor de Betty que, al sentir el desgarro de su himen, no pudo reprimirse:

- No sigas ¡ por favor ¡ no sigas.

El grito y la resistencia que había sentido no dejaron lugar a dudas a Raúl:

- Era señorita, "compas", la he roto.

- Darle sin piedad a estas zorras.

Los tres que miraban estaban fuera de sí contemplando los escuálidos cuerpos de sus amigos que se agitaban frenéticamente entre las turgentes carnes de aquellas espléndidas hembras. La verdad es que aquellas carnes temblando en cada acometida, aquellos muslazos abiertos y sus brazos agitándose desesperadamente no tenían parangón con nada que hubieran visto antes.

Los dos sátiros estaban llegando al final y empujaban con más ahínco hasta que entre estertores se corrieron. Betty sintió por primera vez aquel flujo caliente en sus entrañas.

 

En seguida se colocaron Edi sobre Betty y Roberto con Mayra. La gruesa polla de Edi y l brusca penetración le arranco un grito:

¡Desgraciadooo, ¡ hijo de putaaaa¡

Los dos pervertidos se aplicaron a la tarea con el aliciente de que las chicas no podían ya reprimir sus gemidos en un contraste de sensaciones: sus doloridos pechos, estrujados sin piedad y la respuesta de sus chochos que empezaban a agradecer el continuo mete-saca.

Primero Mayra y luego Betty comenzaron a moverse al compás de los muchachos:

Uuuuhhhhhh

Aaaahhhh.

Roberto se echó sobre Mayra y se aferró a sus nalgas mientras ella lo abrazaba por el cuello y cerraba sus piernas en torno a sus caderas. Betty al verlo no puedo ocultar en su rostro la sorpresa. Edi sonrió y mientras la bombeaba le dijo:

- Tu amiga es bien puta y tú lo serás también dentro de un rato.

El gemido prolongado de su amiga parecía confirmarlo y cuando, unos minutos mas tarde, Betty sintió por primera vez un orgasmo se preguntó si el muchacho que la estaba montando no tendría razón.

 

Los dos chichos vertieron su lefa en las entrañas de las muchachas; Miguel, retorcido como siempre, exclamo:

- Va a ser difícil que no salgáis preñadas esta noche.

Betty se asustó, diciendo que pidieran por el interfono unos condones; mientras su amiga pensó que, después de tres cogidas, no quedaba sino pedir suerte.

Enseguida Carlos se colocó entre las piernas de Betty que vio como Mayra era puesta a cuatro patas y daba un respingo al sentir como le hurgaban en el agujero del culo. Raul apoyó el glande y empujó:

Eso no, ¡Cabrón ¡ no me hagas eso.

Intentó revolverse, pero la sujetaron, mientras la polla de Raúl abría aquel camino por primera vez . Betty veía la cara de dolor de su amiga mientras ella sentía en su interior la agradable sensación que le proporcionaba Carlos entrando con su tranca hasta sus entrañas. Eso la hacía sentirse culpable. La presión sobre sus tetas aumentó y la cara de Carlos se contrajo, una nueva sensación cálida inundó sus entrañas.

 

Cuando Miguel la mandó ponerse a cuatro patas, supo lo que se le venía encima, miró suplicante al pervertido pero no dijo nada. Ni si quiera tuvieron que sujetarla cuando poco a poco la verga iba entrando en su culo. Las lágrimas caían de su mejillas mientras intentaba ahogar sus gemidos de dolor.

Ajenos al dolor de las chicas, Raúl y Miguel, dilatados los agujeros, comenzaban a clavarlas hasta los huevos, deslizando cada vez con más rapidez sus miembros. Los tres que esperaban su turno disfrutaban el morboso contraste de los cuerpos flacos de sus amigos montando por detrás los voluptuosos cuerpos de aquellas hembras:

Rómpele el culo a esa yegua.

Miguel y Raúl las penetraban frenéticamente mientras amasaban sus nalgas y de vez en cuando les daban un cachetazo ene le culo. Las muchachas aguantaban mientras el dolor iba desapareciendo aunque la sensación no les resultaba agradable. Después de más de media hora sintieron de nuevo el calor húmedo que las volvía a llenar.

Rápidamente Edi se apoderó del culo de Mayra y Roberto hizo lo propio con Betty. Esta vez la peor parada era la peliteñida:

Le va a romper el culo con ese vergón.

Las acometidas fueron tremendas y las muchachas estaban muy cansadas; la follada fue de nuevo larga y dura hasta que los chicos se vinieron.

Ahora la peor parte se la llevaba Betty. Carlos comenzó a montarla por detrás mientras Mayra, aunque tumbada en la cama, debía chuparle la polla a los chicos mientras se reponían. Raúl la dejó con Roberto, Miguel y Edi y se colocó delante de Betty que ahora además de soportar la sodomización debía mamársela. Cuando Carlos se corrió

Y se tumbó descansar Edí se puso al lado de Raúl y Betty tuvo que hacerse con las dos pollas. Así estuvieron un buen rato hasta que las pollas de los chicos se recobraron.

 

Cuando las estacas estuvieron de nuevo duras se produjo una especie de carga general de la caballería, pues cada uno buscaba el agujero que más le apetecía y manoseaba las partes del cuerpo de las chicas que más le atraía. Como la eyaculación tardaba en llegar las chicas eran cambiadas de posición sin darles descanso. En algún momento Mayra pudo ver como Betty tenía sentado sobre su vientre a Raúl follándole salvajemente las tetas, mientras Edi levantándole las piernas entre su pecho y la espalda de Raúl, la clavaba sin piedad mientras puesto al lado de su cabeza Roberto le follaba la boca.

Luego fue Mayra la que obligada a cabalgar sobre la polla de Miguel, debía soportan la enculada de Carlos y mamar la verga de Edi, que disfrutaba viendo la dificultad de las chicas para engullir su polla. Después de haberse corrido por última vez se dedicaron a montar número s eróticos, mientras tomaban unas cervezas que les sirvió la chica del motel, que al otro lado del torno se preguntaría que tipo de orgía se estaban montando allí; pero como siempre era algo que no le concernía, mientras pagaran.

 

La caliente imaginación de Miguel y Raúl diseñó los números eróticos. Primero la chicas fueron obligadas a tener sexo entre ellas, restregarse, chuparse las tetas y meterse una a otra los dedos , haciéndolo con convicción.

Otro número fue el "varón agasajado" los que quisieron disfrutaron por un rato de las atenciones y los cuerpos de las dos hembras a la vez.

Pero lo que más les gustó fue el Gan Bang que les hicieron a las dos para terminar la madrugada. Como era difícil que eyacularan a las chicas se les hizo eterno.

Betty fue obligada a montar sobre la polla de Raul, recibir la pija de Carlos en su culo y la tranca de Edi en su boca, mientras que a cada lado masturbaba las pijas de Miguel y Roberto. La misma operación repitieron con Mayra. Lo que más les gustaba era arremeter todos con fuerza haciendo rebotar y temblar el cuerpo de la chicas mientras cada uno estrujaba, mordía o pellizcaba sus tetas, muslos, y lo que más cerca pillaba.

Cuando terminaron estaba amaneciendo, montaron en el coche solo obligaron a las chicas a que los dejaran cerca de una parada de bus:

Aunque penséis otra cosa somos unos caballeros y no queremos perjudicar vuestra fama de buenas señoritas.

Efectivamente nadie los vio bajar del coche. Ya solas Betty se desahogó con su amiga:

Me han robado mi primera vez, me han dado una cogida como a ninguna prostituta esta noche y encima casi les tengo que estar agradecida.

Bueno Betty han pasado muchas cosas esta noche, mejor será olvidarla cuanto antes.

En el bus, sentados al final del todo, los cinco luchando por no dormirse comentaban:

Y todavía hay gilipollas que creen que la mejor manera de pasar un fin de semana es jugando con la Play Station.

 

Buen provecho. MOLINOS.