miprimita.com

Su madre en el viaje de fin de curso

en No Consentido

SU MADRE EN EL VIAJE DE FIN DE CURSO

En "SU MADRE LE AYUDÓ A APROBAR" os conté la solución que Rebeca, madre de Carlos, encontró para que yo y cinco amigos ayudáramos a su hijo a estimularse para estudiar. Os conté como empezó la cosa y os dije que duró dos años. Dos años estupendos para nosotros; pudieron ser más pero se nos fue de las manos. Tarde o temprano iba a ocurrir. Aquella mujer era excesiva y nuestras reacciones lo eran también.

Aquella hembra voluptuosa nos tenía cada vez más encoñados, y los encuentros sexuales que teníamos con ella nos sabían a poco. A cada uno de nosotros nos hubiera gustado tenerla toda una noche para darle rabo a destajo; por eso cuando se presentaba la ocasión hacíamos todo lo posible para gozar de aquella mujer que destilaba lujuria en su mirada y en todas sus carnes.

 

Se acercaba el mes de Junio del segundo año de nuestra "relación" y todos esperábamos con ansia el viaje de fin de curso; además, como nuestros padres estaban satisfechos de nuestro rendimiento, esperábamos que nos dieran una buena pasta para gastos, sobretodo Carlos, cuyos padres, después del bache de dos años, veían el cielo abierto; bueno su madre no tanto, pues bien sabía lo que costaba la buena marcha del curso de su hijo.

Como todos los años con cada grupo iba un profesor y un padre de familia; ese año el tutor nos preguntó sobre que profesor queríamos que nos acompañara y también que propusiéramos un padre. El profesor – que debía aceptar obligatoriamente- resultó ser don Roberto el de Geografía; era una bola de grasa, separado de su mujer, con la autoestima por los suelos, que a sus cincuenta años nos dejaba hacer lo que queríamos con tal de que no le diéramos problemas en clase.

Era la asociación de padres la que invitaba al padre o madre elegido para acompañarnos, pero muchas veces se excusaban y le tocaba ir alguno de la directiva. Este año sabíamos que Rebeca y otros tres padres habían entrado por turno en la renovación de la junta directiva de padres, por lo que le hicimos campaña y nuestro curso por unanimidad la eligió a ella. Aunque intentó por todos los medios excusarse, intuyendo que algo le esperaba, al final no le quedó más remedio que aceptar.

A Carlos tampoco le gustó la idea; era lo peor que le podría pasar a un chico, tener que aguantar a su madre en un viaje de fin de curso. Pero, claro, nosotros teníamos otra idea. El viaje era a un albergue en mitad del campo junto a un lago, con actividades náuticas, excursiones, etc. todo lo que cualquier chico hubiera podido disfrutar siempre claro... que su madre no estuviera allí controlándolo.

Desde el primer día que llegamos al albergue Carlos se las había apañado para no estar cerca ni bajo la vigilancia de su madre y poder así disfrutar más con sus amigos y como no... poder hacer sus pinitos con las chicas. Eso era lo que a nosotros nos interesaba que estuviera lo más lejos posible de su madre; así nosotros podríamos poner nuestros planes en marcha.

Los dos primeros días nos dedicamos a recorrer todos los alrededores del gran lago y ver las posibilidades que había. El cabrón de don Roberto no le quitaba ojo a la madre de Carlos, y eso la tenía molesta, por eso fue ella la que propuso danos unos márgenes de libertad y que fuéramos en varios grupos a hacer lo que nos gustara; todo con tal de quitarse de encima aquel gordo baboso.

Aquella tarde el grupo de chicas dijeron de ir al lago a bañarse y tomar el sol pero los chicos nos dividimos: unos querían jugar un partido de fútbol, así que don Roberto se fue con ellos y nosotros le pedimos permiso para que nos dejara ir a otra parte del lago a pescar. Sabíamos que a la madre de Carlos le gustaba ir a unas peñas y tumbarse a tomar el sol; decidimos seguirla.

 

Cuando vimos a la madre de Carlos estaba tumbada en su toalla tomando el el sol. Estaba totalmente relajada, con los ojos cerrados, los brazos separados del cuerpo y las piernas ligeramente abiertas. Nos acercamos los 6 chicos en silencio y estuvimos unos minutos contemplado aquellas carnes exuberantes, que desbordaban ampliamente el bañador que llevaba.

Luego decidimos pasar a la acción.

- Buenas tardes señora, pasábamos por aquí y hemos pensado que tal vez necesite que le demos un poquito de crema.

Rebeca levantó la cabeza y miró nerviosa alrededor, buscando quizás la salvación o al menos que nadie fuera testigo de lo que iba a ocurrir.

Uno de nosotros cogió el bote de crema solar y empezó a untársela por las piernas, otro cogió el bote y se puso manos a la obra en otra pierna, uno mas cogió el bote y empezó a darle por los hombros, yo cogí el bote me eché crema en las manos y sonriendo le dije a la madre:

-Bueno creo que este par de tetas también querrás ponértelas morenitas no?

Al tiempo que le sacaba una de sus enormes tetas por encima del bañador y empezaba a sobársela dándole crema, la acariciaba, la apretaba, me paraba en el pezón y lo pellizcaba.

Los otros tres seguían sobándole las piernas y los hombros. Su cara denotaba la tensión que sentía entre el rechazo que sentía por el abuso y las sensaciones que nuestro magreo le producían. Al rato cerró los ojos y dejó escapar un gemido casi imperceptible. Uno de los otros dos que se recreaban mirando cogió el bote y se puso crema para también sacarle la otra teta y aprovecharse del estado en que había caído la madre de Carlos.

- Venga coje dos pollas y haznos unas buenas pajas.

El sexto del grupo se acariciaba la polla viendo aquella señora, casada y madre, con sus dos enormes tetas fuera del bañador, dejándoselas sobar por cinco sátiros de 15 años, que eran todo manos recorriendo sus hermosos brazos, estrujando sus maravillosas tetas, que tanto atraían sus miradas; concentrados en sus muslos y la entrepierna de Rebeca.  

-Vamos tíos que esta puta necesita ponerse morenita antes de irse y tenemos que darle cremita por todas partes (decía el otro que conmigo le sobaba las tetas)

- No te preocupes que seguro que va a tener cremita de sobra (dijo el único que no se había dado crema en las manos al tiempo que con la polla dura se la acercó a la cara de la madre)

- ¡vamos zorra! ¡a ver lo buena mamona que eres, que después tendrás que encargarte de las demás.!

Los cinco le seguíamos sobando las enormes tetas a Rebeca y amasábamos sus muslos; le habíamos echado el bañador al lado y jugábamos con su coño; ella nos pajeaba y chupaba con ganas, dejándose llevar por el calentón a pesar suyo. Parecía una autentica puta.

Poco a poco nos fuimos desnudando uno tras otro mientras le seguíamos diciendo cosas a la madre de Carlos y la desnudamos a ella también, cosa que no nos costo mucho. Ahí estábamos todos, desnudos rodeando nuestro trofeo y ella de rodillas chupando y mamando la polla de uno mientras se dejaba chupar las tetas por dos de nosotros y pajeaba a otros dos.

- ¡Vamos zorrita! ¡trágatela enterita! ¡eso es! Tíos esta tía sabe como chupar una polla (decía mientras le movía la cabeza a Rebeca hacia delante y hacia atrás).

- ¡joder tíos que tetas mas gordas y duras!

Mientras, ella cambiaba de polla para chupársela a otro y seguía pajeando la que había estado chupando antes.

Uno de los que jugaba con el coño de la señora fue el que se decidió primero a penetrarla. Poniéndose detrás la cogió por el culo y acercándole la polla se la fue metiendo despacito poco a poco por el coño, la madre de Carlos se prestó a la penetración inclinándose un poco y dándole más facilidad para que el chico de atrás la penetrara bien. Se notaba que no podía con la calentura que tenía.

-¡ Ooooaaaaaaggg¡. Toma toda mi leche ¡guarra!. (Mi compañero se estaba viniendo entre temblores)

Rápidamente dejé de comerle la tetona, que casi era ya de mi propiedad. Me tumbé en el suelo y le dije:

- Venga zorra ahora móntame.

Mi compañeros la ayudaron a colocarse y, mientras la sobaban, la sujetaban y hacían cabalgar sobre mi polla. En algunos momentos le soltaban las tetas para verlas subir y bajar, rebotando.

El que estaba de pie frente a ella la sujetaba por los pelos, mientras la obligaba a chupar y los otros hacían que sus manos se apoyaran en sus pijas para tomar impulso.

- Pero sigue chupando zorra que lo haces muy bien, se ve que has comido más pollas que cualquier puta barata.

Entonces vimos como su cara se congestionaba e intentaba gruñir, a la vez que intentaba mover la cabeza. Uno se dio cuenta:

- Se está corriendo tío. Mirar como le escurre el coño por los muslos.

Era verdad. Me había empapado la polla con sus jugos. Y mi verga agradecida respondía llenándola con mi leche caliente.

No la dimos respiro. Rebeca vio como el chico al que se la chupaba, sacaba la polla de su boca y comprobaba lo dura que la tenía. Entre sonrisas se le acerco y cogiéndola de la cara le dijo en voz bajita: -Lo mejor ahora.

Nos hizo un gesto. Todos entendimos que la teníamos que poner a cuatro patas y sujetarla; se la iba a meter por el culo.

Ella gritó desesperada:

- Nooo, cabrón, eso no.

Le dio igual. A pesar que se retorcía y agitaba, éramos cinco tíos agarrándola. El otro la sujetaba de las nalgas y empujaba su vergajo hasta conseguir perforar su apretado agujero. Ella apretaba los dientes y movía la cabeza, agitando su rubía cabellera.

Mi amigo, una vez que se la metió hasta las pelotas, trataba de bombearla , pero le costó un buen rato que dilatara, hasta que su verga la pudo bombear. Ella bramaba de dolor y tuvo suerte de que mi amigo se corrió en diez minutos.

El camino estaba abierto; y enseguida otra polla penetraba su culo. Otro compañero se tumbó boca arriba y ella tuvo que sentarse sobre su polla, clavándosela en el coño. Mientras la magreábamos , notamos que ya no se quejaba y de nuevo la pusimos a trabajar en nuestras pollas mientras tomaba por el culo.

Justo en el momento que a su madre la penetraba uno de nosotros por el culo, sin dejar de pajear a los dos que estaba mamándoles las pollas, dejándose comer las tetas por otros dos, apareció por allí Carlos con dos tipos y tres chicas.

En seguida se dieron cuenta de que se trataba de una jodienda, pero hasta que no se acercaron un poco no nos reconocieron.

Joder, Carlos, se están follando a tu madre.

Menuda putona, como tira.

Carlos maldijo el momento en que abandonaron el partido para ir a buscar a las chicas. Escuchaban perfectamente las barbaridades que le decían a su madre.

Te está empezando a gustar esto de tomar por el culo, eh guarra!

Si, te gusta que te llenemos todos tus agujeros, puta.

Decía el de abajo mientras su madre lo montaba y se movía al son que le mandaba el otro desde atrás con las embestidas que recibía. Los que estaban de pie empezaron a acercarse aun más y cada vez con más fuerza le movían la cabeza a su madre que ya no daba de si para tragarse tan rápida las pollas de los dos chicos. El que estaba dándole por el culo cada vez embestía con mas fuerzas. Las tetas de su madre se balanceaban arriba y abajo, mientras el que le intentaba chupar las tetas no paraba de pajearse y morderle las tetas las cuales estaban ya coloradas de los mordiscos, chupadas y apretones que había recibido.

Su madre empezó a gemir como una loca. El que estaba debajo la agarró del culo invitándola a que levantara un poco las caderas para él empujar desde debajo y el que estaba detrás se agarro a las tetas de su madre. Yo que estaba chupándoselas me levanté y me uní a los dos que recibían la mamada; su madre como poseída, iba con la lengua de polla en polla mientras pajeaba las otras dos; mientras, recibía mas polla  de los dos que la empalaban.

Hasta que uno de nosotros, a los que nos la mamaba, empezó a jadear.

- Joder, me corro ya, ya me viene. Chupa puta, cerda,no pares ahora.

El chico empezó a correrse en la boca de su madre y ella tragaba mientras nos pajeaba a los otros dos; dejaba que el primero le follara la boca y le bombeara los chorros de semen dentro de la boca. Su madre parecía una muñeca en manos de nosotros.

El segundo le cogió de la cabeza a su madre:

-Trae esa guarra que me corro yo también, dijo mientras se la quito de la polla al amigo para follarle la boca y terminar corriéndose el también. Ahora me tocaba a mi. Me dio otra buena chupada y empecé a correrme en la cara y las tetas de su madre.

Los otros dos que la empalaban aceleraron el ritmo; mientras, ella gemía como una puta barata y gritaba de placer. Los tres se corrían casi a la vez: el que estaba debajo mientras le mordía los pezones, grandes, morenos, duros por la excitación. El que la daba por el culo le azotaba en las nalgas, dándole unas embestidas bestiales que parecían que atravesarían a su madre. Los tres gimieron juntos mientras le llenaban sus entrañas con sus corridas y sus chorros de semen.

Carlos observaba con los ojos desorbitados lo que le estaban haciendo a su madre, sin percatarse de que las tres niñatas habían salido corriendo a contarle a todos que nos estábamos follando a la madre de Carlos.

Cuando terminamos de follárnosla, madre e hijo se dieron cuenta de que treinta pares de ojos la miraban. Carlos hubiera querido acudir a taparla y ella intentó buscar algo con que cubrirse. Hubo un momento de indecisión hasta que alguién dijo:

-Venga tíos ahora nos toca a nosotros.

Por distintas razones Carlos y nosotros intentamos detenerlos. Fue inútil.

Ella viéndose rodeada por quince tios, empezó a gritar aterrada, parecía que iba a volverse loca. Entonces un chico se acercó a ella y le dio un bofetón. Ellá dejó de gritar y lo miró.

 

-Ahora zorra ponte de rodillas y haznos una buena mamada.

Puestos en corro contemplaron como Rebeca se afanaba en chupársela y pajearlos a todos. Mientras daba aquella fatigosa vuelta, vimos como don Roberto se acercaba. Los chicos del corro lo miraron con mala leche y la bola de sebo no se atrevió a decir ni pío. La madre de Carlos seguía mamando y, para sorpresa nuestra, don Roberto se quedó allí mirando mientras se frotaba el bulto.

Cuando completó todo el círculo, los chicos la tumbaron en el suelo boca arriba y se la tiraron de dos en dos. Se trataba de elegir tetas o coño, según preferencias. Un chico se sentaba sobre su pecho y le ponía la polla entre las tetas; el otro le abría las piernas y le follaba el chocho. Así hasta que se corrían y otros ocupaban el sitió. Ella aguantaba en silencio como una muñeca de trapo.

Luego le dieron otra pasada; esta vez la pusieron a cuatro patas y mientras uno le daba por el culo el otro tumbado hacía que se la chupara mientras amasaba y pellizcaba sus tetas. En esta posición la azotaban las nalgas y le hacían de todo en las tetas. Ella gruñia y lloraba, con la boca llena de verga.

Cuando finalizó esta segunda pasada estaba desecha. Los chicos empezaron a marcharse y Carlos quiso acercarse a su madre. Entonces don Roberto nos dijo:

-Llevaros a Carlos.

Todos sabíamos lo que quería hacer y unos de nosotros le dijo:

- Gordo cabrón, fóllatela si quieres, pero queremos ver como lo haces.

El tipo, que no había tenido ni tendría en su vida una mujer como aquella, se quitó el pantalón corto y los gayumbos, y se tiró sobre ella. Eso hubiera sido causa de que le perdieramos el poco respeto que le teníamos. Sin embargo todos quedamos boquiabiertos al ver el pedazo de pola que tenía. Vimos como la madre de Carlos chilló cuando sintió aquella vergota entrando en su dolorido coño.

El la bombeo con fuerza, aunque para su bien el gordo se corrió en quince minutos. Sin embargo todos queríamos más y empezamos a gritar:

-Por el culo, por el culo.

Don Roberto la hizo poner de rodillas y se la metió en la boca. Todos veíamos como se la chupaba y según se le ponía dura la madre Carlos tenía dificultad para hacerle la mamada.

Después de un buen rato la bola de grasa se sintió seguro y la puso echada boca a bajo y comenzó a metérsela por el culo. El tipo empujaba echado sobre ella, mientras con sus manos le cogía por debajo las tetas y se aferraba a ellas como un desesperado. La madre de Carlos volvió a gritar y no dejó de hacerlo a intervalos durante el tiempo que el tipo estuvo clavándola hasta que se corrió.

Rebeca quedó en el suelo como muerta. Nos marchamos. Carlos la ayudó a levantarse ponerse el bañador y la llevó hasta el albergue.

Al día siguiente hubo una reunión de todos. Le dijimos que si no quería que aquello saliera de allí, debería estar dispuesta a follar con todos los chicos hasta que terminara el viaje. A pesar de que aquello había sido una violación grupal ella tenía cosas que callar; por eso aceptó con la condición de que nos la tiráramos de uno en uno.

Así durante los diez días que quedaban siempre había alguno de nosotros, incluido don Roberto, que se la estaba follando. Apenas salía de su habitación del albergue.

 

Carlos no nos volvió a hablar. Terminado el curso se marchó del colegio. Sus padres cambiaron de domicilio y no volvimos a ver a su madre. Nunca más tuve una hembra como esa para mí. Pero al menos durante dos años la había disfrutado.