miprimita.com

Amigo, esa puta es tu madre.

en Amor filial

AMIGO. ESA PUTA ES TU MADRE.

Acabo de llegar del colegio y estoy bastante jodido. He discutido con mis amigos y casi me he liado a bofetadas con ellos y con media clase. Hasta hace unos días era un tipo envidiado por los demás chicos y ahora me siento una mierda. Y en parte es culpa mía.

Soy un adolescente de los últimos cursos y entré en mi querido colegio cuando tenía cinco años. Mis padres buscaron un buen barrio para vivir y me trajeron al mejor colegio. Conforme he ido creciendo me he sentido un chico privilegiado y envidiado. Y quizás una de las cosas que mas me hacía sentirme bien es tener una madre guapísima de la que todos mis compañeros se hacían lenguas.

Claro que de vez en cuando tenía que pararles los pies, pues sus expresiones no eran aceptables para ser dichas en mi presencia. Ya os podéis imaginar que lo más suave es :

¡Qué buena está tu madre!

Así que cada vez que había algún acto en el colegio, o venía alguno a mi casa, tenía que aguantar como la miraban y se la comían con los ojos.

Debo confesar que alguna vez se me ha puesto dura mirándola, pero pronto me venía un sentimiento de culpa al pesar que era mi madre.

De la noche a la mañana todo cambió con el divorcio de mis padres. En el acuerdo de separación mi madre prefirió quedarse con el pisazo elegante que teníamos y recibir una pequeña pensión alimenticia para mí. Algo que luego se demostró equivocado. Pues mi padre con su sueldo podía vivir holgadamente; y, aunque nuestro piso valía un dineral, había que ver como hacíamos frente a los gastos.

El caso es que mi madre, que nunca había dado un palo al agua, vaga y caprichosa, tuvo que ver como obtenía ingresos. Y aquí entró en juego una antigua amiga, vaga, caprichosa y vividora, que también estaba muy buena.

Le presentó un panorama aparentemente estupendo donde se ganaba mucho dinero: la prostitución.

Al principio no noté nada hasta que empezaron a no cuadrarme algunas salidas de casa a horas intempestivas y noches enteras fuera de casa. Ella me decía que eran salidas con sus amigos y amigas. Pero lo definitivo fue un sábado en el que los chicos de mi curso salíamos a la sierra de excursión. Poco después de llegar al albergue se recibimos la noticia de que había muerto el padre de uno de mis compañeros. Se decidió regresar acompañando a nuestro amigo en su dolor.

 

Mi sorpresa fue que al llegar a casa a mediodía no había nadie. El portero, con una sonrisa que no entendí, me dijo que mi madre había salido hacía bastante rato. Comí algo y me fui a la casa del difunto a hacer compañía al chico. Volví a casa cerca de las 8 y seguía sin haber nadie. Me quedé viendo la tele hasta que me dormí en el sofá frente al televisor.

Cuando desperté, tenía delante de mí a mi madre sorprendida de que yo me encontrara allí. Pero más sorprendido quedé yo cuando ya totalmente despejado miré con atención cómo iba vestida. Una minúscula minifalda que dejaba a la vista todos sus muslos y, un poco, los elásticos de sus medias negras. Una fina y ajustada chaquetilla, con una gran abertura adelante, dejando en evidencia que mi madre solo llevaba debajo un fino sostén transparente negro que sujetaba e insinuaba ese estupendo par de tetas que tiene mi madre. Para remate llevaba unos zapatos de tacón bastante más altos de lo que acostumbraba. Y eso que le gustan bastante empinados.

Yo le conté la desgracia familiar que había ocurrido a mi compañero y ella, sin darme tiempo a preguntarle nada, se fue a su cuarto. Eran cerca de las 7 de la madrugada.

En cuanto tuve ocasión registré su habitación y me encontré un montón de ropa de vestir e interior que jamás le había visto puesta; auténtica ropa de fulana.

Otro día que salíamos de casa observé que mi madre se entretenía a hablar con el portero, un hombre joven, que le decía algo con una sonrisa parecida a la que me había mostrado al decirme a mi que mi madre había salido temprana aquel sábado. Puse atención y una tarde en que subió a casa para traer un paquete postal se entretuvieron hablando a la puerta y al asomarme vi como el tipo le ponía la mano en la cintura y la dejaba resbalar tocándole el culo.

Había algo entre ellos y yo tenía que averiguarlo. Así que pensé cuando podrían verse y llegue a la conclusión de que necesariamente sería a la hora de comer, puesto que él no podía a otra hora abandonar la portería y yo a partir de la 6 de la tarde estaba ya en casa. Al día siguiente me quedé sin comer en el colegio y me fui a mi casa. Obviamente no estaba el portero y tuve que esperar a que llegara un vecino para entrar con el sin llamar por el interfono a mi casa. Subí en el ascensor y notaba en mí una excitación nerviosa.

Tuve que llamar al timbre insistentemente durante unos minutos hasta que al otro lado de la puerta se oyó la voz de mi madre. Cuando contesté y abrió se la veía notablemente desconcertada. Estaba vestida con una bata y unos zuecos; el pelo desordenado. Ella me preguntó que hacía allí a aquella hora y yo le dije que tenía un trabajo hecho en el ordenador que no había grabado bien en el disquete. A mi vez le pregunté si se encontraba bien y me dijo que se había echado un poco porque tenía algo de jaqueca.

La puerta de su habitación estaba cerrada. Hice como que recogía otro disquete y me despedí. Cuando salí del piso me quedé sentado en las escaleras un poco más arriba y ….esperé. Pasados tres cuartos de hora se abrió la puerta y oí como salía el portero despidiéndose. Ya no había duda: el tipo se la estaba follando.

Las sorpresas se sucedían y yo iba descubriendo la maraña en la que poco a poco se había ido envolviendo mi madre. Otro día sorprendo a un vecino de unos sesenta años hablando con el portero. Se referían a mi madre y por lo que pude escuchar los dos conocían sus habilidades.

Para saber exactamente todo lo que estaba pasando idee un sistema un tanto rudimentario, que consistía en poner en la habitación de mi madre una grabadora pequeña, programada para grabar tres horas al día, en tres intervalos diferentes. El resultado fue bestial. Distintas voces de hombres, profiriendo groserías e insultos a mi madre; gritos y gemidos de ella. A veces súplicas. Revelaban todo lo que mi madre debía soportar al realizar su trabajo.

 

Después de un mes de grabaciones la cosa estaba muy clara para mi. Mi madre estaba siendo follada por el portero de nuestro edificio, que se aprovechaba de lo que sabía de mi madre.

Las cosas se ponían para ella cada vez peor; no solo tenía que aguantar lo que quisieran hacer con ella sus clientes, sino que el cabrón de nuestro joven portero se montaba sus juergas a costa de mi madre, en compañía de algún amigo a veces, y además, el muy cerdo, se ganaba el aprecio de los vecinos de nuestro edificio, y los colindantes, haciendo publicidad de los servicios de mi madre. Todos los viejos viudos, solterones y los que nos se llevaban bien con su mujer fueron sabiendo que podían saciar sus más bajos deseos sin tener que ir al barrio de las putas. Así nuestra casa se convirtió a diario en un lupanar.

 

Ahí debía yo haberme plantado y haberle dicho a mi madre que aquello no podía seguir así; sin embargo opté por vivir cómodamente y hacer la vista gorda. Además cada vez me excitaba más escuchar aquellas grabaciones imaginándome a mi madre recibiendo verga. Sin faltarla el respeto empecé a mirar con lujuría su cuerpo en las ocasiones y descuidos en que ella al andar por casa me lo mostraba.

De los "trabajos" que mi madre hacía fuera de casa tuve conocimiento de una manera desafortunada para mí. Uno de mis amigos del colegio tenía un padre que era un sátiro el muy cabrón. Cuando mi amigo dio con la clave, se benefició de todos los videos y revistas de su padre; y por supuesto nostros, sus amigos.

Un día nos enseñó una cinta en la que se veía a un montón de hombres en torno a una mujer que hacía de todo. Nos contó que su padre y un grupo de amigos se montaban unas fiestas de vez en cuando y esa era una de ellas.

Un par de meses después nos dijo que por conversaciones telefónicas de su padre creía que ese fin de semana la iban a montar en su chalet de la sierra y que su padre le estaba contando un cuento a su madre para desaparecer ese fin de semana.

Mi amigo nos dijo que no habría problema para que cuatro de nosotros pudiéramos ver lo que ocurría, pues su chalet era enorme y había manera de esconderse y mirar sin ser vistos. Como la cosa parecía que iba a ser el sábado por la noche, habría que estar allí antes de que llegaran su padre y los amigos.

 

Así lo hicimos y esperamos todo el día hasta que por la tarde empezaron a llegar coches. Después de la cena llegó un taxi y desde la ventana del desván vimos descender a una impresionante rubia que era…..mi madre. Mis amigos se quedaron con la boca abierta y me miraban sin saber que decir. Yo, pese a la sorpresa, no estaba tan extrañado, pero si jodido por lo que iban a ver mis compañeros.

- Tío, ¡Qué es tu madre!

Poco más acertaban a decirme. Esperamos a que pasara un rato y bajamos hacia el gran salón. Todo el estaba tenuemente iluminado excepto el centro del salon que recibía luz de dos focos cenitales. Y allí en medio estaba a mi madre.

Un tipo gordo estaba sentado sobre una silla. Ella enfundada en su minúscula ropa , se encontraba arrodillada, con la cabeza metida entre sus piernas, mamando como una loca gruesa verga .

Abierto de piernas, observaba como mi madre lamía despacio la cabeza de su miembro, mientras lo aferraba con fuerza con una mano, a la vez que con la otra le acariciaba los huevos, provocando que el tipo se retorciera en el asiento por el gusto que le estaba dando aquella putona.

 

Mamá le siguió mamando la verga hasta que el gordo, gimiendo y gritando terminó sobre ella, en su cara. Entre tanto aquella manada de viejos y salidos que contemplaban esa escena lo vitoreaban. A mi madre también la jaleaban y la insultaban como guarra, puta, ramera, marrana , golfa, mientras pedían a gritos su turno de sentarse delante de ella.

Y ella a cuatro patas, como una perra sumisa, se acercaba a cada tipo que se sentaba ante ella con las piernas abiertas, para que aquella hembra de carnes voluptuosas se lanzara a chupar con avidez su aparato.

Mis amigos, que me miraban de reojo y yo mismo comenzamos a masturbarnos.

- Joder, macho, ¡menuda guarra!

Después de que hizo unas cuantas mamadas para deleite del público se levantó con una sonrisa lasciva, chorreando semen por la boca y recogiéndoselo con las yemas de los dedos fue relamiéndoselas despacio. Y toda aquella caterva de pervertidos se enardeció, poniéndose como locos, dándole una ovación de pie.

Al ritmo de la música que sonaba , ella comenzó a contonearse, moviéndose alrededor del espacio que le dejaban los tipos. Se cogió los senos con ambas manos y los restregó contra su pecho, al mismo tiempo que sus caderas vibraban al son de la música. Los hombres se quedaron con la boca abierta, mirándola como hipnotizados. Esperaban ansiosamente que sus manos liberaran sus grandes pechos.

Ella empezó a jugar con los tirantes de su vestido mientras lentamente se los bajaba sonriendo lascivamente pero sin descubrir sus tetas. Así estuvo durante unos minutos que a los tíos se le hacían eternos. Ella solo los estaba calentando, lo mejor vendría después.

Entonces comenzó a acariciarse los muslos, gruesos y fiemes columnas sobre los que descansa ese cuerpazo macizo. Subió su falda hasta dejar al aire su braguita, minúscula y que se le metía por todos los lados.

Luego, sonriendo con morbo y erotismo, fue sacándose el vestido por la cabeza, hasta que dejó a la vista aquel hermoso par de senos, que rebotaron; provocando que aquella jauría de pervertidos empezara a dar gritos soezes, groseros y vulgares, a la vez que la jaleaban.

Vaya par de melones-.

Menudas cubanas que harás.

Ella se contoneó un poco meneando sus tetas y se terminó de quitar el vestido. Luego se acarició su cuerpo, se amasó las tetas y se entretuvo un rato chupándose los pezones. Finalmente se quitó su braguita, con un rugido de fondo salido de las gargantas de aquellos depredadores de sexo.

 

Con morbo y parsimonia se sentó en el suelo, y comenzó a masturbarse con las piernas abiertas hacía aquellos asquerosos. Chorreaba líquidos, tenía la vulva empapada y gesticulaba como la más vulgar de las mujerzuelas . Parecía que ella lo estaba gozando como una loca. Se introducía los dedos de una mano en la raja, mientras con la otra se apretaba y frotaba el clítoris, bastante visible desde donde nos encontrábamos, pues lo tiene bastante grande.

 

- ¡ Vaya puta que está hecha tu madre!

 

Mamá se masturbó un rato más, hasta que uno de los viejos subío al escenario con la pija fuera y se la ofreció. Y ella engulló todo el aparato. Pronto se le unieron otros, hasta formarse una larga cola de hombres calientes esperando su turno. Mi madre se la chupaba a dos a la vez, mientras pajeaba a otros dos. Una cantidad incontable de manos jugaban con sus senos, pellizcándolos, estrujándolos, apretándolos, estirándolos o simplemente magreándolos. Otras tantas manos hacían lo mismo con sus genitales y sus muslos.

Llegado a este punto yo estaba excitadísimo y mientas me masturbaba sentía unas enormes ganas de gritarle que era una puta y sucia ramera aunque también al recordar que era mi madre se me hacía un nudo en el estómago al ver como toda aquella gentuza se abalanzaba sobre ella .

Uno de los tipos la tumbó contra el suelo y comenzó a montarla, mientras ella gemía y chillaba hasta que otro tipo se puso a su lado y le metió su polla en la boca. Mientras, el tipo que la follaba, le daba durísimo y sus grandes senos se movían arriba y abajo.

Al principio ella los recibía y los aguantaba, participando activamente en la masacre de que era objeto. Uno tras otro pasaban aquellos sucios desgraciados colocándose entre sus piernas y montándola salvajemente. Pero después de los primeros, ella ya no era más que una muñeca de carne, en donde aquellos cabrones iban metiendo sus vergas: en su coño destrozado, su boca o a masturbarse frente a ella.

 

Todos iban pasando por ella para echar sus leches sobre su cara o sus tetas o cualquier parte de su cuerpo. Después de un buen rato su rostro y sus pechos estaban cubiertos por una gruesa capa de espeso y viscoso semen. Tirada sobre el suelo boca arriba, recibiendo los empellones del sátiro de turno, apenas con la fuerza para gemir un poco. Se sabía que estaba viva porque respiraba y escupía el semen que le caía de los labios.

Algunos de aquellos cerdos comenzaron a orinarla. Se ponían sobre su cara y le ordenaban abrir la boca. Ella obedecía como una perra dócil y, si la obligaban, se lo tragaba todo.

Ya muy entrada la madrugada los tipos se empezaron a marchar y ella apenas se movía. Los últimos rezagados la pusieron boca a bajo y comenzaron a darle azotes en las nalgas y a meterle los dedos en el culo.

Un viejo se echó sobre ella e intentó penetrarla por el culo, pero después de habérsela follado y haberse masturbado sobre ella varias veces como los demás, era incapaz; así que después de restregarse un rato sobre ella se levantó, se vistió y se marchó.

El padre de mi amigo totalmente borracho despidió al último de sus invitados y, sin hacer ni caso de aquel bulto que había en el suelo, se marchó a su habitación a dormir la borrachera.

A todo esto mi madre ni se había movido, estaba como muerta. Entonces sentí un deseo brutal dentro de mí. Miré a mis "colegas" y vi que esperaban de un permiso para lanzarse sobre mi madre. Salí del rincón donde me encontraba y me acerque a ella. Ante la mirada sorprendida de ellos, comencé a desabrocharme el pantalón y lo dejé caer a los pies junto con mi calzoncillo. Me quité mi camisa y le eché sobre la cabeza de mi madre. Aunque estaba casi sin sentido me sentí así más seguro.

Me agaché. Con cuidado me tumbé sobre ella y comencé a buscar el agujero que había comenzado a perforar sin éxito el viejo. Aunque me costó un poco conseguí que la cabeza de mi pene comenzara a entrar. El cuerpo de mi madre acusó la penetración pero a penas se movió. Cuando ya tuve mi verga bastante entrada busque con mis manos, debajo de su cuerpo sus hermosas tetas; y, aunque me dio un cierto asco sentirlas todas pegajosas de aquellos grumos de esperma, me acostumbre al tacto y empecé a disfrutar de la turgencia de sus carnes.

Así estuve unos diez minutos clavándola en el culo y magreando sus tetas hasta que me corrí. Me levanté y dejé que los otros tres hicieran lo mismo. Cuando terminaron mi madre tenía el culo totalmente abierto.

Le dimos la vuelta, tapándole de nuevo la cara con mi camisa. Ella intentó torpemente quitársela pero le sujetamos las manos.

Me acomodé entre sus piernas y comencé a meterle mi rabo mientras le estrujaba los pechos brutalmente. Ella se quejaba débilmente, por que no tenía fuerzas para más. Estuve un buen rato bombeándola hasta que me corrí. Luego dejé el puesto a mis amigos que hicieron otro tanto y le dieron pija a destajo.

Para terminar le abrimos las piernas a tope y meamos uno por uno sobre su coño. Después nos fuimos a dormir placidamente al desván. A la mañana siguiente cuando despertamos ella ya no estaba.

Siempre hay algún bocazas que no sabe ser discreto; pronto se supo en mi colegio que mi madre era un putón redomado. Me queda terminar este año y otro más para ir a la universidad, pero no se si aguantaré hasta fin de este curso. Posiblemente aún sin mi colaboración lo de mi madre se hubiera sabido. Pero un hijo que se ha follado a su madre delante de otros no puede mandar callar a nadie oiga lo que oiga.

Definitivamente creo que me iré.