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Que caro pago mi madre sus caprichos

en Amor filial

QUE CARO PAGO MI MADRE SUS CAPRICHOS

Según me contaron mis abuelos mi madre siempre había sido caprichosa y muy vaga para todo desde pequeña; le gustaba tener de todo, era muy presumida y una desastre para los estudios. Pero pronto se dio cuenta que tenía una buena cualidad…Estaba muy, pero que muy buena. Con quince años tenía a todos los muchachos del instituto babeando detrás de ella. Por una conversación que escuché entre matrimonios amigos, un tipo que la conocía desde antiguo le soltó medio en broma, medio en serio un día:

Menuda calientapollas estabas hecha.

Parece ser que, caprichosa como era, se dejaba arrimar a bastantes tíos, para luego dejarlos con los pies fríos, la cabeza caliente y la polla a reventar. El mismo tipo la había dicho luego:

Cuantas pajas nos hicimos por tu "culpa".

 

A los veinte años era una hembra impresionante, maciza, jaquetona, como a la mayor parte de los hombres le gusta, alta, con unas esplendidas piernas y unas tetas exuberantes, media melena rubia. Cualidades que sigue poseyendo intactas hoy día.

 

Lógicamente la muy tunanta pronto resolvió su vida a su estilo; se buscó un chico guapo, inteligente y emprendedor, o sea mi querido padre. Mi padre estaba loco por ella, entre otras cosas, porque a pesar de su fama de calienta pollas fue el primero que se la calzó; y la verdad es que no hubo problemas entre ellos, porque mi madre era bastante buena en la cama y mi padre la tenía bien servida; creo que no hubo ni siquiera cuernos por parte de ninguno.

Todavía recuerdo el impacto que me causó, cuando tenía unos 8 años, el despertarme una noche oyendo quejidos y ver a mi padre follando a mi madre casi a lo bestia, pues no habían cerrado la puerta de su habitación bien. Desgraciadamente sólo tuvieron ese descuido otras dos veces, la última unos días antes de que ocurriera la tragedia; creo que fue la primera vez que se me levantó a lo bestia la polla la segunda noche que me despertaron y pude ver a mi madre toda abierta de piernas mientras mi padre embestía un largo rato para quedar luego extenuado sobre el cuerpo de mamá.

Pero su felicidad y la mía se vino abajo, el día que mi padre perdió la vida en un accidente de tráfico cuando yo tenía 12 ños. Entonces de golpe aparecieron problemas que mi padre había procurado capear sin que mi madre los supiera. Básicamente derivaban de que no siendo nosotros ricos, a pesar de que el sueldo de mi padre era bueno, vivíamos muy por encima de nuestras posibilidades. Nuestro espacioso piso tenía una fuerte hipoteca y había otras deudas con los bancos. La indemnización del seguro apenas mitigó los agobios de mi madre.

Lo normal hubiera sido vender el piso y trasladarnos a otro más pequeño y en una zona menos cara de la ciudad. Pero parecía que eso no entraba en los cálculos de mi madre aferrada a un modo de vivir ya imposible.

Entonces empecé a ver cosas que me hacían y me hacen sufrir. Varías veces al llevarme al colegio o al regresar la veía que hacía gestiones en el banco. Un día al recogerme en el colegio me dijo:

Alonso, cariño, hoy tienes que ayudarme, debes poner cara de muy triste ante los señores del banco.

Entramos en el banco y nos recibió un hombre joven; mi madre y el hablaron largo rato de varías posibilidades de alargar pagos, parecía que no había acuerdo. Llegó la hora de cierre y el hombre parecía que no cedía a lo que mi madre pedía. Los empleados comenzaron a marcharse hasta quedar nosotros tres solos. En un momento dado el hombre sonrió:

Es usted perseverante Señora, pero los bancos tienen unas normas para evitar riesgos con los fondos.

Y ¿no hay ninguna causa que permita una excepción? – preguntó mi madre.

Entonces aquel hombre se puso muy serio y miró a mi madre de una manera que me inquietó. Cogió un papel, escribió algo en el y se lo paso a mi madre:

- Con esa condición si es posible desdoblar la hipoteca Señora.

Mi madre lo leyó, miro al hombre con una mezcla de miedo y desprecio, quedó pensativa y al final dijo:

Con el pago de hoy será suficiente ¿verdad?

Si, Señora. No hay por que complicar las cosas.

Mi madre me miró y escribió algo en el papel. El hombre una vez leído se levantó y vino hacía mí:

Bueno chico, ya ves que solucionar estos problemas de dinero es algo pesado, pero aún tenemos que hacer algunas gestiones y papeleo, así que para que no te aburras mientras terminamos tu madre y yo te voy a llevar al despacho de un compañero que tiene unos juegos buenísimos en el ordenador.

- Ve con él hijo - me dijo mi madre muy sería - que todavía tardaremos un poco.

El hombre me sacó una coca-cola y una bolsa de patatas de un pequeño cuarto, me encendió el ordenador, y después de ponerme el juego que más me interesó me dijó:

Hala, disfruta y no te muevas de aquí hasta que te avise yo.

Salió y cerró la puerta. Me pregunté porqué si solo estábamos los tres. Empecé a intuir que algo pasaba; aguante un poco sin poder concentrarme en el juego y al final decidí salir y acercarme a su despacho.

Antes de llegar a el puede ver a través de los cristales de los otros despachos que el tipo estaba apartado de su mesa y a mi madre no se la veía. Instintivamente me agaché y entré a gatas en el despacho anterior. Me acerqué a la mampara de cristal que separaba los dos despachos y asomé desde una esquina mi cabeza. Hubiera querido gritar al ver lo que mi madre estaba haciendo.

 

 

 

 

Mientras el tío sentado la miraba como a una puta le ofrecía su pija ya tiesa y ella se acercaba a gatas para chupársela mientras se metía un dedo en el culo

Muchas cosas pasaron por mi cabeza en segundos, lo peor fue que en esos segundos se me vino a bajo la imagen de mi madre y desde entonces comenzó a ser para mi una putorra más.

 

Tal vez como un mecanismo psicológico de superación casi me olvidé de que aquella mujer era mi madre y conforme ella lamía la polla del hombre yo recorría con mis ojos, ahora llenos de lujuria, aquel cuerpazo. Sus muslos enfundados en las medias negras, sus rotundas y duras nalgas, aquellos hermosos pechos que se bamboleaban.

 

Noté mi verga dura, me la saque y comencé a pajearme, mientras veía como el hombre después de que se la chupara a base de bien, le devolvió el favor tirandola en el suelo y comiendole el coño con voracidad. Cuando notó que estaba húmeda la miró satisfecho a los ojos y luego se concentro en su pechos, mamándoselos y mordisqueándoselos un buen rato. Luego se sentó sobre ella y le puso la polla entre las tetas amasándoselas con fuerza a la vez que las utilizaba para masajear su polla.

 

Cuando hubo disfrutado bien de su tetonas le abrió las piernas y la clavó sin contemplaciones, provocando los primeros gemidos de mi madre. Por sus gestos y aspavientos creo que le pedía que fuera más delicado. El sonreía y le daba más fuerte. Mi madre intentaba ahogar sus gemidos pero no podía y cada vez yo los percibía más fuertes a pesar de el grosor del cristal. Luego mi madre entrelazó sus piernas en torno a la cintura del hombre y le clavó la s uñas en sus gluteos. El le correspondio abrazándose a ella y mordiendola en el cuello, mientras aumentaba el ritmo de sus embestidas hasta que mi madre se relajó totalmente y el quedó sobre ella entreteniéndose en comerle la boca y sobarle las tetas.

 

Así estuvieron un rato hasta que el le dijo algo y ella parecía decir que ya estaba bien, pero luego con cara de pocos amigos se puso a chuparle de nuevo la polla hasta que la puso dura. Luego el tipo la puso a cuatro patas y comenzó a darle por detrás.

Yo, que ya me había corrido seguía pajeandome , cada vez más excitado viendo como el tipo se la follaba por detrás con fuerza, provocando que le temblaran las nalgas y se bambolearan bruscamente aquel hermoso par de melones.

 

 

Entonces, empujado por mi excitación y afán de mirar, asomé excesivamente la cabeza y mi madre, que aguantaba como podía el tremendo mete y saca , me vio.

Yo en vez de ocultarme seguí mirando sin importarme otra cosa que su cuerpo, lo mismo que el tipo que no se daba cuenta de nada concentrado en penetrarla y disfrutar de su espléndido culo,

 

 

 

Me volví a correr antes que terminaran y me marché al otro despacho. Al cuarto de hora llégo el tipo sonriente y me llevó a su despacho. Mi madre y yo apenas nos miramos. Cuando llegamos a casa mi madre con los ojos llorosos me dijo:

Alonso, hijo, a veces tenemos que hacer cosas que no nos gustan pero que son necesarias.

La miré mal pero no le dije nada. A esas alturas yo ya sabía que el concepto materno de lo que se necesitaba era muy particular.

El aparente arreglo de la follada bancaria, apenas duró un més. Por mucho que se facilitara el pago de la hipoteca se necesitaba dinero y mi madre no sabia hacer nada ni tenía unos estudios que le dieran acceso a un trabajo con un sueldo aceptable.

Seguramente ella lo pensó y luego estimó que, después de todo, lo del banco no había sido tan duro. Así un día se vistió de una manera inusual, provocativa y con una larga gabardina encima, y me dijo que aquella tarde estaría fuera, que estudiara y no me moviera de casa. Luego vino otra tarde y así el sábado y el domingo estuvo toda la tarde y hasta la madrugada sin venir.

No le dije nada y ella entendió que yo intuía pero de ahí no pasaron las cosas. Finalmente una tarde decidí seguirla para ver como lo hacía, como trabajaba la puta de mi madre. Ella salió como a las 5 y comenzó a caminar sin demasiada prisa hacia el centro de la ciudad. Después de 25 minutos llegó a una gran avenida y luego la dejó para meterse por unas calles estrechas y de casas más bien viejas. Se dirigió a un viejo hotel y al momento salió sin la gabardina.

La verdad es que a pesar de llevar una falda corta y un escote generoso, enseñaba bastante menos carne de lo que la mayoría de las otras putas. Según la seguía pude ver mujeres de todas las edades; lógicamente a mi me llamaron la atención algunas muchachas colombianas, según creo, bastante bonitas y las negras con sus piernas de ebano y sus generosos pechos. Noté que no miraban bien a mi madre y ella no saludó a nadie. Finalmente llegó a una zona donde ya no había tantas mujeres, y como las otras se detuvo en un sitio y….a esperar.

Ahora que tengo 17 años supongo que eligió esa forma de prostituirse, porque no deja rastro (ni piso ni teléfono) , no tiene que someterse a un chulo, ni beber. Quizás también pensó que a ese nivel bajo, no se encontraría con nadie conocido. Ella en nuestra comunidad de vecinos mantenía una buena apariencia.

A pesar de estar en la "periferia" del puterío, había muchos hombres que se daban una vuelta completa para ver el "ganado" y pronto se acercó un tipo de cuarenta y tantos y se fueron al viejo hotel. Debo confesar que me excitó mucho el ver como se iba con el tipo y éste le magreba el culo hasta entrar en el hotel. Cuando después de habersela calzado dos tipos más se le acercó un vejete de unos 70 años, se le notaba, que aunque intentaba disimular, no le hacía ninguna gracia tenerse que abrir de piernas y aguantar los sobeteos del viejo y sabe Dios que más.

El cabrón del vejete tan pronto se cerró el trato y empezaron a andar, le echo la mano por encima del hombro le puso una mano en la teta y se la iba apretando mientras le decía algo al oido sonriendo. Yo lo observaba escondido detrás de un coche y pensaba para mi con cierto gustillo: " ahora le va diciendo las guarradas que le va hacer".

Disfruté tanto que decidí ir todas las tardes de sábado y domingo que ella fuera.

Al otro sábado cuando llegué no estaba y, mientras esperaba a que viniese o terminara quizás con un cliente, observé dos grupos de muchachos que se dedicaban a mirar descaradamente a las putas. Tenían entre 15 y 17 años, un grupo eran chicos latinoamericanos y el otro marroquíes. Me acerqué a los Latinos y pude oir que decían :- Esos cabrones moros también quieren tirarse a la rubia.

En seguida entendí que se referían a mi madre. Con cierto disimulo se acerqué al grupo de chicos marroquíes. Cuando alcance a escuchar hablaba un chico alto y bastante delgado con unos labios muy gruesos y la piel bastante oscura:

Tenemos que intentarlo ¡joder! Me tiene loco esa rubita con sus tetas blancas.

Otros decían que sí, que una tía como esa no se ve todos los días. Pero que las putas no suben con varios tios y que no iba a follar con seis por el precio de uno o dos.

 

Me volví a acercar al grupo de latinos y tenían una conversación similar. Se trataba de que la rubia entrara en razones; si cobraba por un polvo de 20 minutos 20 o 25 Euros y siempre perdería tiempo entre cliente y cliente, dándole 60 Euros por una hora era buen negocio para ella.

En esas estaban cuando apareció mi señora madre. Tanto unos como otros se llevaron la mano a la entrepierna y se frotaron. Un Latino se dejó escapar:

Te la voy a dar toda mamita, bien dentro.

Tan pronto llegó a su sitio se le acercaron unos y otros. Los gestos de mi madre eran expresivos; al final desistieron y se quedaron cerca de mirar como yo.

Al momento llegó un señor mayor de sesenta y tantos años; mi madre regeataba y el hombre parecía que se iba, pero luego le podían las ganas de follarse a una mujer como aquella y al final hubo trato. Sonriendo desafiante miró a los muchachos y les mostró el billete que le acababa de dar el viejo, 50 Euros. Un chico moro cabreado le grito:

Eso te lo ha dado porque te va a romper el culo ¡pedazo de puta!.

A los 25 minutos apareció mi madre y los volvió a mirar como diciendo que sus cuentas no eran exactas.

En días sucesivos continuaron el acoso, intentando los halagos y las palabritas dulces. Creo que a mi madre le divertía.

Una tarde de finales de Noviembre mi madre, después de comer, miraba con preocupación por la ventana si empezaba a llover. Era lo único que hacia falta en aquella tarde de viento frio y desapacible. Noté que no tenía ninguna gana de salir pero, tras quedarse pensativa, se vistió de fulana, se puso la gabardina y se marchó. Sin duda alguna andaba apurada, ya que la había oido hablar por telefono con varias personas en ese sentido. Entonces tuve un presentimiento y cogí 10 Euros de mis ahorros.

 

Eran ya las seis de la tarde y oscurecía, muy poca gente andaba por la calle y se notaba que la temperatura iba bajando. Cuando iba llegando vi a los dos grupos que observaban a una distancia mayor que la habitual. Yo me acerqué y esperé. Paso media hora hasta que un tipo de unos cincuenta bastante gordo se acercó a mi madre. Regatearon y el tipo se marchaba, mi madre lo llamó y se fueron hacía el hotel. Estaba claro que era día para rebajas.

Cuando salió mi madre una fina lluvía hostigaba y ella se refugió como otras putas en el hueco de una puerta. Pasaron tres cuartos de hora y no se acercaba nadie. A mi me daba cierta pena ver a mi madre pasar ese frío. Vi que se acercaban un latino y un moro. Sabía a lo que iban y les llame:

- Os doy 10 Euros si me dejais mirar.

El Latino le dijo al moro:

- nos vendrá bien para pagar la habitación

Mientras los dos cabrones le hacían a mi madre la oferta de dos horas, 12 tios, por 120 Euros, yo cambiaba con un moro mi abrigo, por una cazadora y una gorra que me hiciera pasar desapercibido para mi madre.

Se oyo un grito y luego todos a la vez, volví la cabeza y vi a mi madre caminando entre los dos muchachos. Empezaban las dos horas más duras en la vida de mi madre. Ya los dos cabrones comenzaban a disfrutarla, magreandole uno el culo y el otro una teta mientras la apretujaban entre los dos.

 

Quereis la 15, ¿No?

Mi madre miró al encargado como diciendo: "Ya han venido con alguna otra infeliz ¿verdad? ¿Qué me espera?"

El gesto de él fue inequívoco, torció la boca y bajo la mirada como si le diera lástima de mi madre.

Mi madre subió las escaleras delante y los demás ibamos detrás contemplando el meneo de su hermoso culo. Al entrar mi madre en un último gesto de controlar la situación se percató de que había uno más. El lider de los latinos dijo:

Ese es pequeño y solo mira.

Mi madre calló. Los tipos se acomodaron mientras se iban desnudándo.

Ahora rubia te vas ha ir desnudando y a ofrecernos lo que tienes.

Mi madre se desnudó. mostrando aquellos muchachos hambrientos sus apetecibles carnes, mientras ellos se pajeaban comiéndola con los ojos.


 

 

¿ Es esto lo que quereis cabrones?

- SI buenorra, lo queremos todo y nos lo vamos a disfrutar. Ahora te vas a poner a gatas sobre la cama.

A penas le dieron tiempo a colocarse. La colocaron como una perra en la esquina de la cama y un morito le metió la pija en la boca mientras el lider de los latinos se la clavaba en la concha por detrás. El moro le sujetaba la cabeza por los pelos con una mano mientras con la otra le acariciaba la cara mientras le follaba la boca. El latino, amasandole sus prietas nalgas, le bombeaba como un loco.

Los demás se pajeaban como locos contemplando como le temblaban las carnes y las tetas a cada embestida.

Otro moro mientras esperaba su turno se acercó y comenzo a restregarle la polla a mi madre en el costado, mientras con una mano se apoderaba de uno de sushermosos senos y se lo estrujaba a placer. Enseguida un latino ( se ve que habían pactado disfrutarla a partes iguales ) se tumbó en la cama y metiendo la cabeza bajo el cuerpo de mi madre comenzó a mordisquearle el otro pecho mientras se la meneaba.

Ahí estaba mi madre aguantando a los cuatro tipos, medio ahogándose, ya que el cabrón del moro le metía la polla en la boca hasta los huevos sin dejarla casi respirar.

No tardaron mucho en correrse aquellos dos:

- Te vamos a llenar toda, zorra. Toda la leche que llevamos acumulando desde que nos

tienes calientes.

Enseguida los que estaban en los lados dejaron las tetas y se dedicaron a ocupar los agujeros que habían quedado libres. Mi madre tosió ahogándose porque el chico latino al que se la chupaba tenía una polla fina pero muy larga y debía llegarle hasta el estómago. El moro que la cogía por detrás se movía como un poseso; aferrado a sus caderas, tenía los ojos medio en blanco. Estaba disfrutando de lo lindo. Yo también y me saqué la verga para masturbarme.

Desgraciadamente para mi madre el chico latino que se colocó a un lado,además de hacerle daño en el seno al apretárselo con fuerza, comenzó a darle azotes en el culo y en el muslo, provocando que otro morito hiciera lo mismo por el otro lado. Los cabrones se excitaban con la conmoción de aquella carne turgente. Otros diez minutos y dos descargas de semen más que se tragó por la boca y el coño.

En la misma postura, clavada y mamando, con los magreos de tetas y muslos, la tuvieron hasta que pasaron por su boca y su coño los doce.

Terminada la primera ronda que duró más de la hora , decidieron aprovechar bien el tiempo, conscientes de que quedaban cincuenta minutos y que tardarían más en correrse.

Ahora colocaron a mi madre sobre la cama, echada boca arriba y con la cabeza fuera del borde caída hacia atrás, de tal manera que un tipo se colocaba de rodillas y se la metía en la boca. Otro se colocaba sentado sobre su pecho y se hacía una cubana con sus tetas estrujándolas brutalmente y el tercero la abría de piernas y la follaba a placer.

De nuevo el latino cabrón de los azotes se acercó a ella, agarró una de sus piernas por el tobillo se la abrió todo lo posible y comenzó a alternar el magreo y los cachetazos en la cara interna de su muslo. Y, claro, enseguida hubo otro moro cabrón que hizo otro tanto con el otro muslo. Y así se fueron turnando los doce llenándole las piernas y las tetas de moretones y la los agujeros y el pecho de su leche.

Cuando terminaron mi madre estaba agotada. Los tíos la hicieron vestirse y salir delante de ellos para darse el gustazo de que los pocos hombres que estaban a la puerta del hotel, y en los aledaños supieran que aquella puta se la habían trajinado doce tipos.

Mi madre volvió a su sitio y todavía en las dos horas que yo estuve por allí se la tiraron dos viejos y un negro fuerte de unos cuarenta. Pensé para mí que aquella tarde había probado pollas de todos los continentes.

 

A pesar del cuidado que mi madre tenía lo que podía ocurrir termino ocurriendo. Un día se pasaron por allí en plan de cachondeo un grupo de 5 tios que iban a ver y a meterse un poco con las putas. Viendo a mi madre y a otra compañera se animaron y se las calzaron. Mi madre tan contenta porque se cepillo a tres en menos de una hora y por buen dinerito.

Pero para su desgracia uno de los tipos era amigo del portero de mi edificio, y una mañana en que el tio se acercó a saludarlo tuvo la mala fortuna de salir mi madre.

Joder tio, a esa me la he follado por 30 Euros hace dos meses.

El portero comprobó en su tarde libre lo que su amigo le había contado y al hijo de puta le faltó tiempo para decirle a mi madre que si no chingaba con él lo sabría toda la comunidad de vecinos.

Desde entonces creo que, como es joven y soltero, se la tira muchos días a la semana, casi siempre en algún rato libre de la mañana. El día que lo descubrí había decidido invitar a su amigo en agradecimiento. Un amigo se encontró mal y me ofrecí para acompañarlo a casa y así cargarme media mañana de clases. Lo dejé en su casa y llegué a la mía casi dos horas antes de lo habitual.

Decidí que si era posible no me oyera mama, para que no me echara la charla de que no aprovechaba el tiempo. Mi sorpresa fue que al entrar con sigilo, percibí enseguida unos gemidos en la habitación de mi madre. Me acerqué despacio y sin poder controlar mi curiosidad abrí lentamente la puerta que al estar a un extremo de la habitación, bastante grande, me permitió ver enseguida el trajín que se traían los dos tipos con mi madre.

Por enésima vez en su puta vida, mi madre puesta a cuatro patas mamaba la verga del amigo y recibía el pedazo de carne del portero que la taladraba el coño a placer.

 

La verdad es que me puse muy caliente al ver como los dos tipos le daban duro. Los tios aguantaban sin correrse y cuando veían que se podían venir, la cambiaban de posición. Disfrutaban mirándo aquellas carnes macizas que ellos hacían vibrar y que sobaban con fruición. Acompañaban el magreo con sus comentarios.

Pero que buena estás.

Que pedazo de tetas tienes.

Anda, dinos cuantas pollas te metieron ayer.

Venga tocate las teas, guarra.

Y mi madre los complacía, a ellos y a mí que estaba a punto de correrme viendo aquel espectáculo.

 

Cuando descargué cerré con cuidado y limpie con mi pañuelo la lefa mi pija había escupido en la puerta.

Aquel día decidí aceptar un deseo que me rondaba pero que no quería reconocer: tengo ganas de follarme a mi madre. Pero como me da vergüenza de ella pienso convencer al portero para que la obligue a follar con los ojos vendados aceptando, como aquella vez, un invitado.

Y mientras pienso con que argumentos convencerlo, me hago unas pajas de miedo pensado en todo lo que le voy a hacer a la puta de mi madre.