miprimita.com

La calentura de los muchachos abrasa a mi madre

en No Consentido

LA CALENTURA DE LOS MUCHACHOS ABRASA A MI MADRE

(Segunda Parte de Mi madre calienta a los muchachos y..se quema)

 

Mientras mi madre intentaba vestirse y componer decentemente su apariencia, abrí con cuidado una ventana de la cocina y salí corriendo para esperarla junto al coche. Si bien ella traía la cara desencajada, la mía debía ser todo un poema por que mi madre me miró con preocupación.

-¿Te pasa algo hijo?

Como decirle que para un niño de 9 años ver el trajín a que habían sometido a mi madre era demasiado; por eso permanecí en silencio.

Seguramente aquella noche ni mi madre ni yo podíamos quitar de nuestra cabeza las palabras de la profesora. No podía entender el alcance y significado de su gesto; pero barruntaba que aquello no era bueno.

Al día siguiente, viernes, cuando llegó la hora del recreo de la mañana salí corriendo hacia el bar del colegio para ver a mi madre, sabía que allí que preparaban todas las cosas. Y efectivamente no me equivoqué. Enseguida de llegar yo, apareció la profesora, cuya delgadez la hacía parecer más alta, que daba muestras de impaciencia mientras mi madre se afanaba por atender a los chicos y profesores. Al final mi madre la pudo atender y a la vez que tomaba su café le decía muy seria algo a mi madre.

Cuando sonó la campanilla para volver a las clases, el bar se fue despejando y vi que el chulito se acercó y hablaron. Pude oir algo cuando el chico, ya retirándose, le dijo:

-No te olvides de dejar algo abierto, si quieres que te ayude.

Me llamó la atención no verlo en el comedor. Al terminar de comer se acercó mi madre para decirme:

- Luego después de las clases puedes quedarte jugando por las pistas, que ya te iré a buscar yo.

Algo iba a ocurrir. Pensé esconderme como siempre mientras se cambiaban el cocinero y las chicas, pero no podía perder las clases de la tarde. Recordé que el chico le había dicho que dejara algo abierto.

Terminadas las clases salí volando. Fui primero por la puerta de la cocina que da al comedor. Estaba cerrada. Entonces salí afuera y dando un rodeo busqué las ventanas de l cocina que dan al exterior. Las tres estaban cerradas. Pero dentro vi al chulito que, en cuclillas, manipulaba algo. Me hizo señas de que me largara y como no lo hacía se acercó a la ventana con malos gestos. Pero temiendo que alguien más viniera abrió la ventana y ante mi cabezonería me dejó entrar.

Recogió del suelo una cámara de video, que seguramente había ido a buscar a la hora de la comida, aprovechando las rutas escolares de los que no comen en el colegio, y nos dirigimos al mismo lugar desde el que yo observaba habitualmente lo que ocurría con mi madre. En el tercer compartimento del almacén se encontraban totalmente desnudas mi madre y la profesora. Mi madre se dejaba hacer mientras la otra recorría todo su cuerpo con sus manos a la vez que se restregaba contra ella. El contraste entre el cuerpo carnoso, voluptuoso y exuberante de mi madre; y el de aquella mujer huesuda y delgada de 50 años, casi plana por delante y por detrás, era tremendo.

La tipa amasaba las tetas y las nalgas de mi madre, que no podía evitar que su cara reflejara el asco que sentía. Después de un buen rató la obligó a ponerse de rodillas y a comerle el coño. Mi madre, con la cabeza enterrada entre sus piernas se afanaba en acariciar sus menguados glúteos mientras sus labios y su lengua, inexpertos en aquella tarea, recorrían su chocho. Y su trabajo empezó a dar sus frutos puesto que la vieja zorra empezó a gemir y a moverse, cada vez mas espasmódicamente, hasta que se corrió, llenándole el hocico a mi madre de sus jugos.

El Chulito lo recogía todo con su cámara y de vez en cuando se llevaba la mano a la entrepierna y se frotaba el bulto que tenía

Pero aquella escuálida cincuentona tenía una vitalidad bestial y enseguida se repuso para trajinar a mi madre. Echó a mi madre sobre la mesa y le abrió las piernas. Empezó a hurgarle con los dedos en su coño, separando y estirando los pliegues vaginales para contemplar su rosada intimidad. Luego empezó a meterle los dedos, dándole una buena follada manual. Al final el cuerpo de mi madre terminó respondiendo y ella sonrió satisfecha:

Ya estás mojadita y preparada.

Se retiró de mi madre un momento y buscó su cartera. Cuando vimos lo que saco de ella faltó poco para que nos descubrieran, pero el -¡!!Joder!!!- por lo bajo del guapito pasó desapercibido frente al grito de mi madre:

-¡Estás loca, si crees que voy a dejar que me metas eso!

"Eso" era una impresionante cosa de goma negra, parecida a lo que los chicos tenían entre sus piernas y le habían metido a mi madre el día anterior; pero mucho más larga y gorda.

La tipa se acercó a mi madre y, agarrándola de los pelos, le dijo acercándole la cara:

- Esta te la vas a comer toda. Y sabes que no tienes escapatoria. Ahora chúpala.

Mi madre abrió la boca, asustada, pero aquello entraba con dificultada. La profesora no forzó la situación y se conformó con contemplar por unos momentos la cara de mi madre con aquello en la boca. Luego lo sacó.

- Ahora, ramera, saca la lengua y chúpalo.

 

MI madre obedeció y la vieja le pasaba el falo de goma por los morros, dándole vueltas hasta que estuvo bien lleno de babas.

- Ahora viene lo mejor.

Volvió a ponerse frente a mi madre y abrirle las piernas. Mi madre asustada a penas acertó a decir

No me hagas daño por favor.

Ella colocó la punta del artefacto en la raja de mi madre y comenzó a empujarlo. Mi madre ahogó un grito. El cabrón del chulito, sin dejar la cámara, se había sacado su polla y se la meneaba. Mientras la tipa se lo iba introduciendo todo poco a poco y mi madre se revolvía y levantaba el culo de la mesa haciendo lo posible para que aquello entrara pronto. Al final entró y la vieja esperó a que el coño dilatara amoldándose a aquella bestia negra. Luego poco a poco empezó a moverlo aumentando la velocidad de su mano.

Mi madre gemía lastimosamente.

- Despacio, te lo ruego.

Pero la profesora siguió a su ritmo.

Una vez que este fue fluido se colocó al costado de la mesa y de mi madre. Abriendo las piernas un poco, ordenó a mi madre:

- Mastúrbame.

Ella obedeció y sacando su mano derecha comenzó a tocarle el coño. La tipa a su vez con su mano izquierda comenzó a estrujarle las tetas y estirarle los pezones mientras con la mano derecha empuñaba aquel monstruo negro que enterraba en las entrañas de mi madre sin compasión.

Poco a poco los gemidos de las dos mujeres fueron aumentando en intensidad. Mi madre, retorciéndose primero por el dolor, hasta que la sensación de placer se sobrepuso y llegó como su violadora al orgasmo final.

Para entonces el guapito ya había derramado su leche en el suelo, aunque seguía tocándose su pija.

Mi madre estaba inerte sobre la mesa; mientras la vieja, deslizando la goma negra brillante por el cuerpo de mi madre, le decía:

- Ya verás como poco a poco te acostumbras y te termina gustando. Anda vístete, que por hoy es suficiente.

Las dos se vistieron y mi madre la acompañó hasta la puerta del almacén. Mientras, yo decidí aprovechar para irme. Sin embargo me detuve en la cocina al darme cuenta de que el guapito no se había movido del sitio. Volví con cuidado a tiempo de escuchar:

- No te preocupes. Haré una copia de un par de minutos este fin de semana y se la entregaré el lunes, con la advertencia de que si no te deja en paz se la haré llegar al director.

- No se como agradecértelo.

- Claro que sabes, pero como esa cabrona va a estar jodida será mejor que tengamos cuidado en el colegio.

- Oye, ¿y tus compañeros? No querría volver a pasar por aquello.

- Eso no es tan fácil; pero lo intentaré.

El chico no le dijo nada sobre mí. Seguramente pensaba que era mejor que no lo supiera. Ojos que no ve…..

 

Efectivamente durante un par de semanas la cosa no pasó de las miradas, risas y comentarios de los chicos en el bar. La primera semana mi madre usó la ropa menos "sugerente" que tenía; pero ya a la otra volvió por donde solía. El único punto de tensión era cuando aparecía la profesora. Se miraban y saltaba chispas. Mi madre le sostenía la mirada y la despreciaba. Se sentía segura.

Pasadas esas dos semanas, volvía yo a mi casa, el sábado a mediodía, después de haber jugado en el parque. Me llevé la desagradable sorpresa de ver a mi madre conversando a la puerta de nuestro edificio con el chulito. Apenas me vio terminaron la conversación y el chico se largó antes de que yo llegara. No quise preguntar nada pero durante toda la tarde noté a mi madre nerviosa y pensativa. Mi miraba sin decir nada cada tanto. Así estuvimos hasta la noche.

Como era sábado me quedé un poco más tarde viendo la tele. Mi madre miraba el reloj y se asomó a la ventana, haciendo un comentario banal. A las 11 de la noche me indicó que era hora de ir a la cama y yo no protesté como otras veces, me iría a la cama y luego ya se vería que le pasaba aquella noche a mamá.

Ella se mostró dulce y cariñosa; como agradeciendo mi buena disponibilidad. Me acosté pero no podía pegar ojo. No se el rato que pasó hasta que mi madre entró en mi cuarto. Yo me hice el dormido. Al rato sentí algo y poco después volvió mi madre a entrar para comprobar si dormía. Salió y enseguida yo decidí asomarme a ver qué pasaba. Había luz en el salón y la tele tenía el volumen muy bajó. Por lo que pude oir perfectamente:

- No te apresures, que tenemos mucho tiempo.

- Pues no seas cabrona y no me hagas esperar.

Mi madre reía bajito.

 

Muy despacio me acerqué hasta la puerta del salón, y con miedo me asomé un poco para ver como mi madre, con tan solo una braguita y un camisón transparente, se movía sensual y coquetamente ante el muchacho sentado en una butaca. Mi madre le sonreía maliciosa y lasciva mientras habría su camisón mostrándole aquellas esplendidas tetas grandes, rosadas y turgentes.

El niñato excitado se levantó y empezó a sobar a mi madre que, entre risas, intentaba controlar su impulso. Pero era inútil el tío se afanaba como un loco en magrearla y tocarle las tetas. En su deseo de echarla en el sofá tropezaron con él, produciendo un ruido fuerte de arrastre. Rápidamente corrí a mi habitación y me metí en la cama. Al momento sentí a mi madre abrir la puerta. Cuando cerró tenía un buen susto. Me había salvado el que mi madre tuviera que desembarazarse del sobón.

 

Pasó un rato largo hasta que dejé de ver la rayita de tenue luz por de bajo de mi puerta; habían abandonado el salón. De nuevo me atreví a levantarme. En seguida ví la débil luz que salía por debajo de la puerta del cuarto de mi madre. Pegué el oido a la puerta y escuche los mismos gemidos ahogados de tantas noches cuando vivía mi padre. Temblando empecé a girar la manilla de la puerta y abrí muy lentamente apenas dos dedos, temiendo encontrarme con las miradas de los dos. Pero no pasó nada.

Los dos estaban fuera de sí, entregados a la jodienda. En la cama, mi madre con las piernas totalmente abiertas recibía las embestidas del chulito, que le clavaba su polla a un ritmo frenético. Tomaba impulso apoyándose en sus rodillas y en sus manos, que tenía aferradas a los pechos de mi madre, estrujándolos con brutalidad. Cuando se cansó se dejó caer sobre mi madre y empezó a chuparle las tetas mientras el ritmo de bombeo se hacía más pausado. Ahora se notaba que mi madre estaba más a gusto porque le acariciaba con las manos la cabeza y salía a su encuentro levantando la pelvis en cada penetración.

Poco a poco el ritmo volvió a crecer hasta que los dos con unos estertores ahogados se corrieron. Antes de que lo dejaran cerré con cuidado y me volví a mi cama y me dormí.

No se que hora sería cuando me desperté y vi un resplandor debajo de la puerta. Era la luz del baño. Auque hablaban bajo noté como si discutieran. Me acerque a mi puerta y pegando el oido escuché claramente que el cabroncete le decía a mi madre que quería ver su coño mientras meaba. Mi madre al final aceptó y la puerta del baño se cerró.

Cuando salieron esperé un rato y volví a espiar lo que ocurría ahora el tipo estaba tumbado placidamente en la cama mientras mi madre tumbada de lado y dando la espalda a la puerta movía la cabeza arriba y abajo a la altura de su entrepierna. Era evidente que se la estaba chupando. Después de un rato mi madre se puso a horcajadas sobre el y comenzó a cabalgarlo. Unas veces lo montaba con furia y otras se removía en círculo como para sentir mejor su polla dentro.

Mientras el tipo le sobaba los muslos y contemplaba el rebotar de su par de melones, ella hacía esfuerzos ímprobos por sofocar sus gemidos. Por fin después de un buen rato los dos se corrieron quedando derrengados la una sobre el otro. Yo me volví a la habitación y caí rendido por el sueño.

Al día siguiente me levanté tarde. Mi madre estaba totalmente distendida y alegre. A mi me costaba aceptar que a mi madre le gustara hacer "cosas" con aquel niñato. Aquellos encuentros en mi casa se repitieron varias veces más. Recuerdo otra noche en que mi madre estaba echaba boca arriba con el niñato a horcajadas sobre ella a la altura del pecho. Sus manos y las de mi madre sujetaban sus enormes pechos cerrándolos sobre su polla mientras el tipo cada vez embestía con más fuerza.

Otra noche mi madre estaba a cuatro patas recibiendo su pija por detrás mientras el amasaba las nalgas de mi madre, que se movía como una posesa haciendo chocar sus cachetes con los huevos del chaval. Dado que los dos empujaban con fuerza las nalgas de mi madre templaban en cada encuentro y sus dos tetas se bamboleaban rebotando contra su torax.

Más de una vez en el rato que se estaban en el salón hablando, mi madre le pidió la cinta de video pero el le dijo que no debía preocuparse. El sólo pensaba usarla contra la profesora si algún día lo necesitaba. Y que si lo hacía solo aparecerían los momentos en que no se le viera la cara a ella. Pero aún así mi madre le suplicaba mimosamente para quedarse totalmente tranquila. Tal vez el tipo hubiera terminado dándosela, pero no hubo tiempo.

Un sábado por la noche volvíamos después de haber pasado la tarde en el cine y haber cenado juntos en un sitio que me encantaba. Mi madre sabía hacerme feliz. Nos sentaríamos juntos en el sofá y, mientras veía un rato la televisión, mi madre me acariciaría la cabeza hasta la hora de dormir. Pero las cosas se torcieron.

Cuando llegábamos a nuestro portal, estaba el chulito y un grupo de chicos de su clase esperando. Al guapito le habían pegado y un hilillo de sangre le salía de la nariz. Apenas pudo adelantarse y decirle a mi madre:

- Lo siento. Me obligaron a dársela. Te lo juro.

- Cállate y vete a tu casa gilipollas. Que ya no nos haces falta.

Mi madre se puso nerviosa y empezó a decir cosas sin mucha coherencia. Hasta que las duras palabras de uno de ellos la puso ante lo que se temía:

Vamos a tu casa puta, que tenemos que hablar de negocios.

 

Mi madre no rechistó. Empezaba a comprender lo que se avecinaba. Subíamos delante mi madre y yo; detrás iban los diez muchachos que no se cortaban un pelo:

- ¡Qué pedazo de culo tiene!

Entramos en casa y los tipos con todo su morro se sentaron en el salón. Enseguida uno de ellos abrevió los trámites:

-Tenemos una cinta que le hemos quitado al guapito que te tirabas. Es un bocazas y no supo estarse callado. Si le entregamos la cinta a la profesora de matemáticas volverás a estar en sus manos y a nosotros seguro que nos recompensa con buenas notas. Pero que como tu estás tan buena preferimos pasar una buena noche contigo y dártela a ti. ¿Qué te parece?

- ¿No hay más copias?

- Esta es la única copia y será tuya; pero tienes que estar estupenda esta noche.

Mi madre me acompañó a la cama.

- Mira cariño, debes estar tranquilo y dormirte, no va a pasar nada malo. Son cosas que mama debe hacer para que podamos vivir a gusto. Los chicos van a hacer una fiesta y a lo mejor oyes algún ruido. Pero mamá debe tratarlos bien porque la van a ayudar en algo muy importante. En cualquier caso no salgas de tu habitación pues los chicos se enojarían.

 

Aquellos chicos habían golpeado al chulito y yo sabía que le podían hacer algo malo a mamá así que al poco me levanté para ver que ocurría en el salón. Según abría mi puerta se cerraba la de la habitación de mi madre y escuché que un chico gritaba:

- Date prisa, no nos hagas esperar.

Me acerqué al salón y lo que vi me asustó. Los diez chicos estaban desnudos consumiendo unos cubatas que les habría preparado mi madre. Enseguida me vieron y se rieron. Uno de ellos se levantó y se acercó a mí:

- Estás preocupado y no puedes dormir. ¿Quieres quedarte y ver como le hacemos a mama un hermanito?

 

Yo no sabía que decir y otro de los cabrones intervino:

- Oye, que se ponga en ese rincón echado en el suelo y que se cubra con nuestra ropa.

Sin que me dijeran más, me fui hacia el rincón y pronto todas sus camisetas, chupas, pantalones y slips cayeron sobre mí. Ellos se partían de la risa pero pronto se olvidaron de mí. El taconeo de mi madre los puso en guardia. Apareció en el umbral del salón, con la falda más corta, el top más ceñido y escotado que tenía; enfundada en unas botas de tacon fino y alto, que le llegaban por debajo de la rodilla. Los labios muy pintados de rojo y el contorno de los ojos muy acentuado.

- ¡Que buenas estas hija de puta!

- ¡Venga golfa¡ ¡ demuestra lo guarra que eres¡

 

Mi madre se colocó en medio del salón y comenzó a moverse de una manera que nunca había visto. Se pasaba la lengua por los labios mientras sus manos subían acariciándose los muslos, luego el vientre y finalmente sus pechos que acariciaba y estrujaba suavemente. Mientras movía sus caderas y su culo haciendo una especie de baile. Mirando descaradamente las pijas que los tipos sentados se meneaban sin cesar, se dirigió a ellos y, dándole la espalda a cada uno, comenzó a hacer amago se sentarse sobre ellos frotando con su culo el paquete de cada uno.

Ellos reaccionaban y la sujetaban por la cadera para apoyar su pene a placer. Cuando terminó de dar la vuelta se puso otra vez en el medió y comenzó a quitarse la ropa. Primero el top, dejando su cuerpo desnudo de la cintura para arriba; con tan solo el sujetador negro y fino que comprimía aquellos senos desbordantes y transparentaba sus pezones.

Mientras los cachorros rugían y se pajeaban ella abría la cremallera de su falda y la deslizaba suavemente por sus piernas hasta dejarla caer al suelo. Su diminuta braguita dejaba entrever la tupida mata de vello que cubría su entrepierna. Se entretuvo un poco metiéndose la mano mientras miraba a cada uno de los chavales. Luego llevó sus manos a la espalda y, mientras se contoneaba, desabrochó el sujetador liberando poco a poco aquellas exuberantes tetas. Se inclinó hacía adelante y comenzó a menarlas con sus manos.

- Mira como le gusta a calentarnos la muy zorra.

- Ya te vas a enterar tía.

- Sí, vas a pillar a tope.

Ella seguía mirándolos mientras se empezaba a quitar su braguita, dejando su mata de vello a la vista de aquellos pequeños sátiros, que fijaban sus ojos en la entrepierna de mi madre con unas caras que me daban miedo.

 

-Ven acá puta que estoy a reventar.

Mi madre se dirigió hacía uno y, mirándole a los ojos, se montó sobre él y comenzó a cabalgar mientras el tipo le cogía las tetas y las chupaba. Vi que el tipo empezó enseguida a gemir y mi madre sonrió satisfecha. Se había corrido en menos de cinco minutos. Y así mi madre fue cabalgándolos uno a uno haciéndolos venirse en seguida. Se volvió a poner de pie en el medio como pensando que hacer con ellos. De momento daba la sensación de que mi madre haría con ellos lo que quisiera.

Sin embargo no de los chicos se levantó:

- Para empezar no ha estado mal, ahora vamos a tu dormitorio.

Mi madre se dirigió hacía allí con los chicos detrás. Uno de ellos me sonrió y dijó:

- Apaga todas las luces y quédate en la puerta.

Así lo hice y podía ver todo desde la penumbra de la puerta.

Le dijeron que se echara sobre su cama y abrieras las piernas.

Vamos a hacer que se corra como una perra. Poneros a su lado y sobarla sin hacerle daño.

 

Mi madre puso cara de preocupación, aquello no era lo que hubiera deseado. Entonces el chico se tumbó y puso su cabeza entre las piernas de mi madre. Luego, ayudándose con los dedos, comenzó a chupar lo que mi madre tenía escondido entre su vello. Mientras los otros chicos la sobaban las tetas, los muslos y todo su cuerpo, diciéndole cosas cada vez más feas.

Poco a poco mi madre empezó a gemir y a mover su cuerpo. El tipo alternaba chupar su coño y meterle los dedos. Mi madre cada vez gemía más fuerte hasta moviendo la cabeza a un lado y a otro dio un estertor fuerte.

- Córrete perra. Te vamos a dejar agotada para que no te hagas la lista con nosotros.

Inmediatamente otro chico metió su cabeza entre su piernas consiguiendo al rato los mismos efectos. Cuando empezó el tercer chico mi madre comenzó a su suplicar:

-Por favor basta.

Pero ellos siguieron comiéndole el coño, sobando y chupando sus tetas hasta que la dejaron rendida.

Entonces la pusieron boca abajo en la cama y la sujetaron fuertemente mientras uno de ellos se colocaba encima de ella y le apoyaba la punta de su pene en el culo.

- ¿Qué vas hacer desgraciado? Eso nooo.

Mientras mi madre intentaba soltarse, el tipo hacia esfuerzos, para intentar meter su polla dentro de mi madre. Al final lo consiguió y poco a poco la cara esforzada del chico se fue relajando para dar paso a una expresión de placer.

- Que rico tíos, que apretado lo tiene. Se ve que el guapito no le ha dado caña.

 

Mi madre lloraba y suplicaba:

- Por favor no sigáis, por lo que más queráis.

Pero el tipo cada vez se movía con mas fuerza brincando sobre sus nalgas en cada embestida. Después de un buen rato el tipo empezó a gemir y se corrió. Cuando se la sacó uno exclamó :

- Joder que agujero le has dejado.

- Tienes la polla manchada de sangre.

Yo comencé a llorar y me horrorizaba seguir viendo aquello, pero no quería dejar a mamá sola. Así que tuve que ver como el siguiente chico se la metía a mi madre por el culo y empujaba como un desesperado hasta correrse. Mi madre sollozaba pero ya no les suplicaba. Era inútil. Y así uno tras otro se la fueron metiendo en el culo mientras mi madre apenas podía ya moverse y no hacía falta que la sujetaran. Cuando terminó el último de darle por el culo, miraban su culo y reían contemplando el boquete que le habían hecho.

Los tíos seguían queriendo más pero mi madre estaba molida. Uno de ellos le dío la vuelta y la puso boca arriba en la cama:

- Esto no te costará trabajo puta y nos pondrá la picha dura.

Y se colocó a horcajadas sobre su pecho poniendo su pija entre las tetas. Apretó las tetas de mi madre sobre su polla y comenzó a moverse acompasadamente. Cuando le pareció le dejó el sitió a otro que pasó a regalar a su verga el calor y la suavidad de los senos de mi madre. Mi madre aguantaba la paliza que le daban a sus pechos sin apenas decir nada. Pero los tíos poco a poco se iban calentando y no se conformaban con ver como el cabrón de turno le follaba las tetas sino que ya dos se acercaron cogiendo sus manos se las llevaron a sus pijas para que los pajeara. Las delicadas manos de mi madre comenzaron a sobar suavemente aquellos pedazos de carne. Mientras otros le magreaban los muslos.

- Está maciza la hijaputa.

 

Cuando todos pasaron por sus tetas decidieron volver a penetrarla. Ahora la pusieron a cuatro patas en la cama y mientras uno se la clavaba por detrás ella le tenía que chupar la polla a otro. Aquello se me hizo eterno porque los tipos tardaban en derramar lo poco que les quedaba en los huevos; y supongo que a mi madre más. Ella recibía una polla detrás de otra, aguantando los empujones que le daban, mientras los que estaban alrededor tumbados en el suelo se deleitaban viendo como temblaban sus nalgas en cada embestida y como se bamboleaban sus pechos en cada sacudida. Los cabrones encima se dieron el gusto de ver como mi madre tenía otro orgasmo.

Cuando terminaron, todos estaban agotados y se durmieron, unos en la cama con mi madre, o en la alfombra y otros en el salón. Yo me fui a mi cama y llorando me quedé dormido. Por la mañana cuando desperté me dirigí al cuarto de mi madre y allí estaba ella con las piernas abiertas aguantando a un niñato que la estaba bombeando agarrado a sus pechos. Cuando acabó este se vistió y se marchó mientras otro se colocaba entre sus muslos y la clavaba a placer. Así fueron pasando todos por ella. Cuando terminó él último serían las seis de la tarde.

Entré en la habitación mi madre se había quedado dormida.

A la mañana siguiente me acerqué a su cuarto:

- Anda cariño, vete a ver si hay algo en el salón.

Efectivamente había algo sobre el sofá: la cinta de video. Se la llevé a la cama y entonces mi madre me sonrió y me dijo:

- Ahora, ¿me harás el favor de prepararme algo para desayunar mientras me ducho y me visto? Hazme un buen desayuno mi niño, que el trabajo con los chicos en el colegio siempre es duro.