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Complicidad entre primos 31

en Hetero: General

Alicia estaba tumbada en la cama desnuda descansando, como le había aconsejado no sin cierta sorna su madre. Durante la comida se había fijado que algunos habían cuchicheado ya que les habían visto en tetas en la playa, pero su padre pareció no darse cuenta. Oyó que llamaban a la puerta.

-         Sí, ¿quién es?

-         Ernesto.

-         Voy.

Alicia se incorporó y se atusó el pelo, abrió la puerta sin dejarse ver para provocar mayor sorpresa. Ernesto entró y cerró la puerta, encontrando a Alicia con los brazos en jarra y sonriendo provocativa.

-         ¡Ah!

-         Hola, ¿no saludas?

-         Hola.

-         No esperabas que te recibiera así…

-         Esto…

-         Bueno, ¿a qué esperas?

Ernesto se empezó a desnudar algo parsimonioso mientras Alicia le esperaba sentada en el borde de la cama con cara de circunstancias. Finalmente se le acercó, mostrando una polla normal, de 16 centímetros y grosor normal. Alicia empezó a succionarla y luego se tumbó en la cama abriendo las piernas y a la voluntad de su amante. Este empezó a comerle el coño pero no esperó o no se dio cuenta de que no había logrado el pleno orgasmo de ella. Subió hasta sus tetas a repetir operación y se restregó un poco la polla. Alicia seguía pasiva a la expectativa, esperando que al menos supiera manejar bien su aparato. La besó en los labios y le introdujo la polla en la vagina follándola de una manera mecánica y con poca pasión. Se dio cuenta de que follaba como trabajaba, como si fuera igual, cumplía pero sin  destacar. Le follaba con la misma actitud con la que servía un café. Cuando ella siempre se esforzaba por dar el mayor placer posible a sus amantes. No, ese no iba a catar su culo. Vio que ponía cara de llegar a su orgasmo, sacó la polla y le derramó el semen en la tripa. Se recostó junto a ella pareciendo algo cansado. Alicia miraba al techo con cara de circunstancias y disimulando su insatisfacción. Estaba segura de que con Juan iba a gozar más a pesar de su inexperiencia.

-         Bueno.

Ernesto se levantó y se empezó a vestir. Alicia se alegró de que ni siquiera le pidiera una limpieza de sable, le gustaba hacerlo a quién le follaba bien.

-         ¿Te vas?

-         Sí.

Alicia se contuvo el preguntarle si no quería quedarse más. Prefería guardar fuerzas para el resto de la tarde y la noche. Se despidieron y Alicia se quedó pensando en la cama que era el primer chico esa semana que renunciaba voluntariamente a estar más rato con ella disfrutando. Suspiró y se masturbó un poco con los dedos. Se levantó y se dio una ducha para que Juan la encontrara fresca y limpia, luego se puso a ver la tele. Muy puntual Juan llamó a la puerta.

-         Adelante. – Dijo Alicia sin moverse de la cama.

-         Hola. – Dijo nada más entrar aunque rápidamente se le clavó la vista en la chica desnuda que le miraba complaciente.

-         Cierra la puerta anda que no quiero que pase alguien y me vea así jiji.

-         Perdona.

-         Desnúdate y ven conmigo. Hoy vas a disfrutar más que ningún día pero vas a tener que hacer algunas cositas.

-         Sí.

Alicia se recostó en el cabecero y volvió a abrir sus piernas, mostrando su chocho.

-         Antes no te has atrevido ni a tocarme el chochito, lo vas a hacer y me vas a hacer un buen cunnilingus, sabes lo que es ¿verdad?

-         Bueno es que ahí fuera…

-         Pero para que yo te comiera la polla no te ha importado ni para meterme mano estando desnuda…

-         Tienes razón.

-         Venga, estoy segura de que lo puedes hacer bien.

Juan le abrió los labios vaginales y empezó a lamer, buscando rápidamente el clítoris.

-         Ayúdate con los dedos.

Juan siguió la indicación y Alicia estaba disfrutando.

-         Sigue hasta que me corra y te lo tragas como he hecho yo, aaah.

Juan recibió en su boca la corrida de Alicia y no le desagradó en absoluto el sabor.

-         Has cumplido muy bien para ser el primero que te comes.

-         Bueno, en sueños…

-         No es lo mismo jiji.

-         A veces solo queréis meterla y os olvidáis de nosotras. Si además de esto sabes follar bien harás felices a muchas chicas. Pero sigue este consejo de pensar en su placer.

-         Ah.

-         Te lo digo yo que sé de lo que hablo. – Dijo sonriendo maliciosa. – Trae tu polla y ponla entre mis tetas.

-         ¿Puedo chuparlas otra vez?

-         Claro, no hace falta que me pidas permiso.

Juan se sumergió entre sus tetas y cuando se sació colocó su polla y Alicia le hizo una magnífica cubana.

-         Os encantan a todos mis tetas y así es una forma que podéis disfrutar mucho.

-         Joder que sí, gracias.

El chaval seguía alucinando de la suerte que había tenido esas vacaciones. Pero esperaba ansioso el momento de penetrarla. Alicia abrió la boca y movió la lengua, no hizo falta más para que se la metiera con cuidado en la boca y sintiera la dulzura  de esos labios aprisionándole la polla. Alicia podía manejar bien esa polla y metérsela toda sin dificultad con toda su experiencia adquirida. Se sacó la polla y dijo.

-         Ha llegado el momento que más deseabas. Además si lo sigues haciendo bien tendrás un premio. – Añadió con cierto misterio.

Juan respiró hondo y se mentalizó de no correr demasiado para aguantar lo máximo posible y corresponder así a su maestra. Le introdujo con lentitud la polla hasta el fondo, disfrutando el momento y la humedad de esa cavidad. Empezó a moverse rítmicamente mientras hacía paradas para besarla en los labios. Sin embargo no aguantó todo lo que hubiera querido, sacó la polla e instintivamente la llevó a la boca de Alicia que recibió la corrida sin inmutarse y que a continuación le limpió la polla. Los dos quedaron tumbados, Juan con cara de felicidad.

-         Has estado bien, es normal la primera vez, ya aprenderás a controlarte. Si lo haces mal no te limpio la polla.

-         No voy a olvidar este día.

-         Descansa un poco que no has acabado, eres muy joven y te vas a recuperar rápido. También yo quiero follarte.

Alicia esperó un poco y miró el estado semi erecto del cipote de su amante, lo arregló rápidamente mamándoselo y Juan se puso en alerta.

-         No tienes que moverte.

Alicia se encasquetó la polla y empezó a cabalgar, mientras Juan le miraba extasiado el bamboleo de las tetas. Tras un rato y con la polla toda dentro le dijo.

-         En tus sueños dabas por el culo. – Juan puso cara de sorpresa y excitación porque eso sí que no se lo esperaba.

-         Sí, pero me costaba meterla.

-         Aquí no tendrás ese problema jiji. Pero tendrás que lamerme el ojete antes de meter tu polla.

Se giró y le plantó el culo, se lo amasó con las manos y le abrió las nalgas, vio el ano y con algo de esfuerzo le pasó la lengua.

-         Venga sigue.

Indicó una Alicia que no quería que todo le pareciera tan fácil. Finalmente se dio por satisfecha y se acomodó de espaldas a él, le giró la cara sonriente y se metió toda la polla en el culo. A Juan le sorprendió la facilidad con la que había entrado y dedujo que era una experta. Tras unos momentos le pidió.

-         ¿Puedo ser yo quien lo haga?

-         Um, sí, te lo estás ganando.

-         ¿Puedes ponerte a cuatro patas?

Alicia obedeció complaciente y Juan observó cómo le colgaban las tetas, acercó su polla y resistió la tentación de la reluciente vagina para metérsela en el culo con enorme placer. Estaba cumpliendo sus deseos y fantasías todo el mismo día. Le dio un par de palmadas.

-         No te molesta ¿no?

-         Suavecito no.

-         Ah, ah, ah. Me voy a correr dentro Alicia, aaaah.

-         ¿Satisfecho?

-         Siii.

Le sacó la polla y contempló ufano el agujero dilatado que le había dejado y que empezaba a gotear semen por el muslo. Alicia fue a lavarse al baño y a la vuelta le limpió otra vez la polla, sorprendiendo a Juan otra vez que no lo esperaba tras tenerla dentro de su culo.

-         Vas a ser un buen amante, en serio.

-         Muchas gracias por todo.

-         Ha sido un placer de verdad, he disfrutado. Vete y recuérdame así como estoy ahora, recién follada por ti.

Juan se vistió y Alicia le despidió lanzándole un beso desde la cama y abriendo y cerrando el coño con los dedos. Salió en una nube y se encontró con un empleado del hotel que le hizo un gesto para que se acercara.

-         Oye, sales de follarte a la rubia tetona ¿no?

-         Esto… sí.

-         Trabajo aquí y sé que han pasado varios por su cama, es un putón de campeonato. Y debe follar bien no hay más que verte la cara.

-         Folla muy bien. – Por respeto a Alicia no dijo “y hace de todo”.

-         También sé que cuando sale por ahí va buscando polla, lleva aquí casi una semana y esto es pequeño.

-         Ah, no sabía. Cuando me he ido ahí seguía desnuda en la cama y espatarrada.

-         Voy a probar, deséame suerte. – Dijo guiñándole el ojo.

-         Suerte tío.

-         Gracias.

Juan se alejó y el empleado llamó a la puerta. Tenía 40 años, buena planta, piel blanca, rostro normal y voz grave.

-         ¿Si?

-         Servicio de habitaciones.

-         Espere un momento.

Alicia se puso un albornoz y fue a abrir la puerta.

-         Hola, ¿qué quiere?

-         Hola, lo que hacen todos en esta habitación contigo. – Dijo entrando y cerrando la puerta.

-         Espera un momento. – Dijo dando dos pasos hacia atrás y encogiéndose en el albornoz.

-         Sé que tienes un picadero y que vas pendoneando por el pueblo, ese es un chaval pero yo soy un hombre. Si te han follado tres compañeros incluso el soso de Ernesto.

-         Porque yo he querido. – Alicia se mostró en actitud firme mirándole fijamente - Mira si follamos que te quede claro que es porque yo quiero. ¿Y cómo lo sabes?

-         No saben guardar el secreto para una vez que follan y yo trabajo aquí y veo cosas además.

Alicia nunca había follado con alguien de esa edad y le picaba la curiosidad. Quería un fin de vacaciones por todo lo alto y se calentaba rápido.

-         Antes quiero verte la polla. Y sí, es un soso Ernesto.

-         Jajaja, ya lo sabía, conmigo, chiquita, va a ser distinto.

-         Perderías tu puesto si digo algo.

-         No vas a decir nada, prefieres follar.

Se bajó los pantalones y mostró una polla gruesa de 18 centímetros, de forma recta y con un glande ancho.

-         Um, no está mal. – Dijo Alicia palpándola.

-         Te voy a dar lo que buscas pero antes hazme una buena mamada. Y quítate ya ese albornoz.

Alicia volvió a quedarse desnuda y el hombre le manoseó las tetas.

-         Qué tetazas tienes.

Siguió con el culo magreándolo a gusto y le hurgó de manera poco fina en la vagina.

-         Con más cuidado. – Le indicó.

-         De acuerdo pero empieza a chupar.

Alicia se sentó en el borde de la cama y empezó una de sus mamadas.

-         Eres toda una experta, aaah, sigue. Sí, trágatela toda. – Cogiéndole de la cabeza.

A Alicia no acababa de gustarle la rudeza de ese tipo, pero a la vez le excitaba sentir nuevas sensaciones y experiencias.

-         Te voy a follar bien, no como el canelo de Ernesto y el pipiolo ese, un hombre de verdad.

-         ¿Me has vigilado? – Preguntó sugerente.

-         Toda la semana y no iba a dejar pasar esta oportunidad. Toma.

La había acomodado en la cama abriéndola bien de piernas y le acababa de hundir la polla hasta el fondo.

-         ¿Te follas a más clientes?

-         No, eres la primera, ojalá vinieran más como tú.

La estaba follando con fuerza haciéndola vibrar. El hombre sacó la polla y observó el coño dilatado satisfecho.

-         A cuatro patas.

Le amasó las tetas apretándolas y luego le agarró de la cintura y le dio un cachete en el culo que resonó en la habitación.

-         ¡Ay!

-         Estás muy buena y yo este culo lo voy a follar también, seguro que te gusta que te den por el culo, tienes cara de eso, ¿verdad?

Aprovechó para volver a follarle el coño.

-         Vas muy lanzado aaaah, el culo me lo folla quien me lo chupa antes, haz lo que quieras pero si no ya sabes qué diré.

-         Bueno, creo que el pipiolo te lo ha follado viendo tu ojete abierto, eres toda una guarra y yo no voy a ser menos que él.

Sacó la polla y le dio otro cachete.

-         Vamos allá.

Empezó a pasarle la lengua desde el coño hasta el ano.

-         Muy bien que te acuerdes de mi coño pero céntrate en el culo o nada.

Alicia no quería parecer tan fácil. El hombre acabó centrándose en el culo y cuando acabó le acercó la polla a la boca.

-         Venga, ponla mojada también. Voy a dejarte el culo como la bandera de Japón, tus dos agujeros bien abiertos, hoy vas a tener que cenar de pie putita. Aaaaaah.

Le penetró analmente con decisión y le enculaba con dureza, de vez en cuando sacaba la polla para mirar satisfecho el agujero que dejaba y volvía a follarlo con más entusiasmo si cabe. Alicia notó que era un experto, otro se hubiera corrido ya.

-         Ah, ah, aaaaah, uf.

-         Te gusta que te den fuerte por el culo, que te lo rompan, pues toma puta, eso quieres.

Le puso boca arriba y le elevó las piernas, un agujero rojo dilatado contrastaba con la blancura de su piel a pesar del verano y la semana en la playa.

-         Toma polla.

Volvió a encularle sin miramientos. Alicia estaba disfrutando, tenía ya unas exigencias y las necesitaba cuando le follaban.

-         Aaaaaah. Sí cabrón, te gusta dar por el culo.

-         Sobre todo a las zorras como tú, toma, toma. Deberían pasar a turno por tu habitación para follarte.

-         Aaaah aaaah.

-         Te voy a llenar el culo de leche siiii aaaaah.

Alicia notó como un chorro caliente le llenaba todo el recto y parecía meterse hasta sus entrañas. Así, sudorosa y abierta, observó el gesto de triunfo del hombre que se iba al baño a lavarse, se sentía algo dolorida. El hombre se vistió y se despidió con un beso en la mejilla.

-         Encantado de haberte follado.

Realmente había cumplido su palabra y le había dejado abierta. El olor a semen y sexo inundaba la habitación y de su culo salía semen que manchaba la sabana, estuvo así cinco minutos y se incorporó con cuidado algo dolorida y cansada, acomodándose poco a poco. Abrió de par en par el balcón y las cortinas sin importarle que la vieran, notó una brisa fresca que la reconfortó. Eran ya cerca de las nueve y había quedado a y media con su madre. Estuvo un buen rato relajándose en la ducha y mimando sus partes íntimas, tan empleadas aquella tarde, y aún le quedaba la noche donde seguía pensando rematar la fiesta buscando a alguien. Pretendientes no le faltarían y le daba un morbo especial ver como cortejarían a su madre.