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Complicidad entre primos 34

en Hetero: General

Alicia conocía a Ruth de la época del instituto y sin llegar a ser íntimas amigas habían tenido siempre una buena relación. Se veían de vez en cuando o se comunicaban por las redes sociales o por teléfono. La consideraba una buena chica pero venía de una familia muy religiosa y conservadora que le había inculcado desde pequeña esos valores, que Alicia veía fuera de época y que restringían su libertad. Tras acabar el bachillerato había entrado como dependienta en el negocio familiar de telas.  Le sorprendió que quedaran en la piscina porque siempre había sido pudorosa. Tampoco le gustaba especialmente la piscina, siempre había quien aprovechaba roces “involuntarios” en el agua y miradas babosas. Le gustaba ir alguna vez de mañana que había menos gente. Ahora con los últimos acontecimientos iba a divertirse en vez de preocuparse de los mirones y aprovechados. Alguna vez había visto a algún compañero de clase que la había mirado con lascivia y de los que se comportaba groseramente durante el curso. Estaba pensando en todo eso en el autobús y vio que Ruth ya la estaba esperando en la acera junto a la entrada. Llevaba un peinado rancio que le hacía más mayor y una vestimenta impropia de su edad. Alicia pensó que no era fea para nada y que mínimamente arreglada acorde a su edad resultaría bastante atractiva. Tenía una piel clara, cabello castaño oscuro y un rostro como ausente. Contrastaba con la desenvoltura y alegría de Alicia.

-         Hola. – Le saludó alegre Alicia dándole dos besos.

-         Hola.

El conserje se fijó más en Alicia cuando les vendió las entradas y un grupo de quinceañeros que venía detrás. Alicia llevaba el pantalón corto que le hacía mostrar parte de los cachetes del culo y una camiseta de tirantes.

-         Voy a cambiarme. – Dijo Alicia.

-         ¡Ah! Yo lo llevo debajo.

-         Acompáñame de todas formas.

-         Te espero afuera. – Dijo Ruth cuando llegaron al vestuario.

-         Entra conmigo, sin miedo. – Dijo riéndose Alicia.

Alicia se desvistió rápidamente mientras Ruth miraba a otro lado como incómoda, con la mirada baja. Alicia sonrió y le levantó la cabeza.

-         No pasa nada porque me veas desnuda, somos amigas.

-         Oh.

-         Sin miedo. ¿Tu no te miras nunca?

-         No.

Alicia se puso el bikini ante la mirada sorprendida de Ruth y salieron a buscar un sitio en el césped. Nada más salir Alicia concitó varias miradas a su paso. Encontraron uno con sombra y extendieron las toallas. Ruth se quitó la ropa y mostró un bañador azul y desfasado que hizo sonreír disimuladamente a Alicia. Alicia se tumbó boca abajo con la cabeza apoyada en los brazos, lo que daba una visión generosa de su escote al pasar mientras se le podía ver el culo. Ruth parecía algo azorada y se tumbó a su lado.

-         ¿No es demasiado atrevido tu bikini? Vas llamando la atención.

-         Es una prenda de baño. – Respondió sonriendo.

-         Yo no me atrevería, me parece que tapa poco.

-         El tuyo sí que tapa jiji.

-         Es normal.

-         En una persona de 60 años sí, en una de 20 no.

-         ¡Oh!

-         Es que además tienes más pecho que yo. – Dijo poniéndose colorada. - ¿No ves cómo te miran?

-         Sí, no pasa nada. Antes me las has podido ver sin nada.

Ruth quedó callada un momento algo cortada. Alicia se dio cuenta y cambió la conversación.

-         Bueno, ¿ves algún chico que te guste o ya tienes novio?

-         Um, no me he fijado aún y no tengo novio. Ya llegará.

-         Sí. Pero a lo mejor tienes que buscar un poco jiji.

-         No sé.

-         Eres más guapa de lo que crees, sólo tienes que ir como una chica de tu edad.

-         Es que en casa…

-         Ya eres mayor de edad.

-         Sí. ¿Tú tienes novio?

-         Sí.

-         Y… ¿ya has…?

-         ¿Qué si he follado? Perdón, hacer el amor, sí claro, me gusta mucho, es muy placentero.

-         Yo hasta que no me case.

-         No sé en qué siglo vives.

-         Lo manda mi religión.

-         ¿Y no te masturbas siquiera?

Ruth agachó la cabeza disimulando porque pasaba una pareja de mediana edad al lado.

-         ¿Qué dices?

-         Si te tocas, si sabes donde darte placer.

-         Un poco.

-         Un poco, voy a tener que enseñarte luego algo.

-         Calla.

-         No seas mojigata que tenemos el clítoris para algo.

-         Oh.

-         Bueno, vamos al agua a ver si se te aclaran las ideas jiji.

Alicia nunca le había sacado ese tema a Ruth, pero esa tarde estaba decidida a sacar de su aletargamiento a su amiga y además le divertía ver sus reacciones. Alicia se recreó un poco en la ducha pruebas, sabiéndose objeto de miradas. Dejó caer el agua sobre su cuerpo y se acarició la piel. Se metió al agua y como pensaba hubo varios bañistas que pasaron rozándola sin querer, a pesar de estar junto a Ruth, quien pasó de tratar lo más desapercibida posible. Al salir del agua Alicia repitió momento en la ducha, girando hacia arriba la cabeza mientras el agua corría por su cabello y cuerpo, frotándose para quitarse el cloro del agua y haciendo que el bikini se encogiera y las tetas se le echaran hacia delante al agacharse. Alicia decidió secarse un rato al sol mientras Ruth lo hizo con la toalla. Antes de moverse de sitio le dijo.

-         Se te transparentan los pezones por el bañador.

-         ¡Oh! – Dijo roja tapándose instintivamente.

-         Es broma jiji.

-         Ah, menos mal.

-         Pero a mí sí mira. – Dijo mientras se acercaba y Ruth giraba la vista.

Más tarde estando Alicia tumbada boca arriba se le acercó y le dijo.

-         Se te ha subido el bikini.

-         Ah, no me había dado cuenta.

Haciendo como si no lo supiera y que con las piernas semiabiertas se le marcaba hasta la vagina según como la miraras. Ruth solo había visto que se le veía medio culo y estaba algo nerviosa. Alicia se lo recolocó estirando sin pudor el bikini y levantando el culo.

-         Ya está. – Dijo sonriendo.

Varios chicos que estaban cerca o procuraban pasar a su lado, la miraban con poco disimulo y hacían comentarios entre ellos. Alicia le propuso ir al bar y se sentaron en una de las mesas. Ruth se puso el pantalón que llevaba y nada arriba, le daba apuro ir así solo con el bañador, y tenía un aspecto algo extraño.

-         ¿Vas a ir así?

-         Sí. – Respondió Alicia.

Alicia se apoyó sobre la barra, sabiéndose observada y adoptando una postura de indiferencia. El chico que le atendió procuró no mirarle las tetas todo el rato. Alicia le despidió con su mejor sonrisa y se sentó junto a su amiga. Pasaron a hablar de sus años de instituto y temas menos incómodos para Ruth. Pasado un rato Ruth se excusó para ir al baño y aprovechó el más lanzado de los que estaban mirando para sentarse junto a Alicia.

-         Hola.

-         Hola.

-         Me llamo Julio, pero todos me llaman Juli.

-         Yo Alicia.

-         Vaya amiga rara que tienes ¿no?

-         Un poco jiji.

-         Ahora que no está ella me gustaría saber si vienes mucho por aquí.

-         No demasiado.

-         Vaya.

-         Mañana no puedo, pero pasado sí o si quieres quedar en otro sitio.

-         Ah.

A Alicia le seguía molestando que los chicos se sorprendieran cuando ella tomaba la iniciativa.

-         ¿Quieres o no?

-         Sí, sí, aquí mismo.

-         Venga, vete que ya la veo venir.

Juli se marchó mostrándose bastante ufano ante sus compañeros, algo envidiosos.

-         ¿Y no hay ningún chico que te guste y vaya a misa?

-         Bueno.

-         Jijiji, sí que lo hay ¿eh? – Ruth parecía incómoda de hablar de esos temas con gente delante – Que no pasa nada es normal.

-         Hay uno que sí.

-         Cuenta, ¿es guapo? ¿a qué se dedica?

-         A mi familia le gusta, la suya está bien situada.

-         ¿Y a ti te gusta?

-         Sí.

-         No pareces muy convencida. – Dijo sonriendo.

-         Sí que me gusta. – Dijo más convencida.

-         Así. – Vaya, la beata a punto de dar un braguetazo pensó Alicia divertida. – Dime.

-         A mí me parece guapo y es muy educado cuando me ve.

-         ¿Habéis quedado?

-         Alguna vez a la salida de misa y hemos ido al cine.

-         ¿Y os habéis besado?

-         La primera vez me aparté pero luego sí que le dejo.

-         ¿Y te gusta?

-         Um. Sí.

Algo es algo pensó Alicia. No quería imaginarse la cara y lo escandalizada que estaría su amiga si le contara la mitad de lo que había hecho las últimas semanas.

-         Y hasta que os caséis nada más.

-         Sí.

-         ¿Y está de acuerdo?

-         Claro, si no no estaría con él.

Alicia pensó en que el chico debía de pajearse bastante seguramente. Pero no quiso ofender a su amiga y se calló. Acabó su cerveza y vio como el camarero les traía otra consumición.

-         Os invita ese chico.

Alicia se giró y Juli le saludó con la mano, le devolvió el saludo y le dio las gracias. Se acabó su cerveza antes que Ruth su coca cola.

-         Bueno, voy a cambiarme, acompáñame.

Recogieron sus cosas del césped y fueron a los vestuarios. Juli no perdió detalle del culo de Alicia en ningún momento. Alicia volvió a desnudarse delante de Ruth que mostró el mismo asombro que antes. Alicia le miró a los ojos y le espetó.

-         Mira, una se masturba así, te acaricias el clítoris mientras te introduces un dedo. Piensa en el chico que te guste. Puedes tocarte una teta con la mano a la vez. ¿Ves cómo se pone dura y el pezón tieso? Toca si quieres, que estamos entre chicas.

-         No, no. – Ruth estaba estupefacta ante lo que veía.

-         Mira, ya tengo la vagina humedecida, mira el dedo. – Seguía Alicia – Venga trae la mano y tócame la teta al menos. – Tratando de cogerle la mano.

Alicia pensaba en su primo Manu y a su vez le excitaba hacerlo delante de una chica tan mojigata como Ruth y en un sitio público. Ruth seguía atónita pero a la vez le hipnotizaba aquella escena.

-         Quita. Pero es pecado. – Acertó a decir.

-         Tonterías, darse gusto no lo es, para algo tenemos el clítoris. Prueba, prueba.

-         Aquí no.

-         Pues hazlo en casa y ya me dirás. – Mientras seguí masturbándose.

-         No sé.

-         Aaaah. Mira.

Alicia le mostró dos dedos pringosos y sonriendo los relamió con gusto ante el gesto de asco de Ruth.

-         Sabe bien.

-         Aaagh.

-         Déjame verte al menos la cuevecita. Hay confianza entre amigas. Seguro que tienes un cuerpo precioso.

-         Me da vergüenza.

-         No te voy a forzar si no quieres.

Ruth suspiró aliviada y Alicia empezó a vestirse. Hubiera visto un coño con abundante vello castaño oscuro. Ruth había visto el cuidado coño de Alicia y le hubiera avergonzado más enseñarle el suyo. Esa noche Ruth en su cama y en la oscuridad trató de repetir lo que había visto hacerse a Alicia y explorarse. Algo sudorosa y con la respiración algo entrecortada sacó un dedo pringoso que se atrevió a oler. La siguiente vez se atrevió a chuparlo. Lo que no sabía era cómo le iba a explicar aquello al cura en la confesión.

Por su parte Alicia le contó muy divertida a su madre lo que había pasado mientras preparaban la cena y su padre estaba viendo la televisión en el sofá.

-         Ay hija cómo eres – muy expresiva – me sorprendes hasta a mí.

-         Jiji, es muy divertido, si hubieras visto su cara.

-         Creo que le has ayudado, un poco a lo bruto.

-         Sí, no había otra forma.  Al menos debe saber lo que tiene entre las piernas. – A la vez que decía esto le metió la mano bajo las bragas de su madre, ante la sorpresa y sonrisa de ésta.

-         Para hija, que tenemos que ir a cenar. – Dándole un pico en los labios y una palmada en el trasero.

Esa noche Alicia también se masturbó en la cama pensando en Manuel. Al día siguiente había quedado con Luis y se alegró de volverle a ver. Marta también estuvo pensando en Manuel, intentó follar con su marido pero le dijo que mañana tenía que madrugar para ir a la empresa a una reunión de urgencia. Cuando su marido se durmió seguía sin conciliar el sueño y empezó a masturbarse pensando en su sobrino, le daba un morbo especial hacerlo con su marido al lado. Mirando al techo contuvo el suspiro de satisfacción, saboreó los dos dedos y sonriente se dio media vuelta dando la espalda a su marido.

Luis y Andrea se sentaron juntos en el autobús y éste aprovechó para poner su mano sobre el muslo de ella. Al bajar le cogió de la mano y ella le sonrió. Estuvieron mirando escaparates y a Andrea le gustó un vestido.

-         ¿Te importa si entro?

-         Para nada. – A Luis aquello le facilitaba sus planes y le ofrecía una opción morbosa.

-         A veces las chicas vemos algo y la liamos.

Andrea puso un poco cara de sorpresa cuando vio que Luis entraba al probador y este le dijo al oído.

-         Te vi desnuda el otro día y luego vamos a follar, ¿y pones esa cara?

-         Tienes razón. – Dijo más relajada.

Se quitó la camiseta de tirantes mientras Luis le bajaba el pantalón y le empezó a sobar el cuerpo y besarle el cuello y los labios. Le agarró de las tetas que sintió duras y deslizó una mano bajo las bragas introduciendo un dedo en una vagina humedecida.

-         Estás caliente ¿eh?

-         Sí. – Dijo con voz entrecortada.

Le dejó de tocar y se probó un vestido que le quedaba estupendo o eso le pareció a Luis. A la dependienta le pareció lo mismo y cuando se marchaban miró algo seria a Luis. Pasaron a tomar algo en una cafetería donde Andrea le habló de lo buena amiga que era Eva y que siempre le decía que tenía que ser más decidida.

-         Esa impresión me dio. – Dijo Luis.

-         Háblame algo de ti.

Le estuvo contando cosas de la universidad pero evitó hablarle de Alicia. Para acabar diciendo.

-         Podemos ser amigos, sin compromiso, al menos por ahora, te lo digo antes de ir a tu casa, por si no estás de acuerdo.

Andrea se quedó pensativa y asintió con la cabeza.

-         Tampoco quiero que seas solo un rollo de un día, podemos seguir viéndonos y hablar solo o hacer otras cosas.

-         Genial.

-         Acompáñame.

Entraron juntos al baño de hombres, le tuvo que dar una palmada en el culo sonriéndole y ya en el baño echó el pestillo y se bajó los pantalones sacando una polla morcillona. A Luis le gustaba ese papel dominante y lo comparaba con el de Alicia, que parecía que era la que llevaba el control de su relación en todo momento. Se acordó de la primera mamada de Alicia en el baño de la universidad y su timidez y ahora era él que llevaba a una chica y le hacía seguir sus deseos. Andrea se quitó la camiseta y Luis le indicó que se sentara en la tapa del váter y le acercó su polla bien dura a la boca, la excitación de la situación había acabado por endurecerla. Andrea mostró avances en la felación y Luis disfrutó la mamada, incluso le hizo unos leves empentones de follarle la boca. Le ponía mucho el aire cándido de Andrea, aunque le siguiera gustando más el desparpajo de Alicia.

-         Me voy a correr. – Le indicó.

Andrea se quedó como esperando una nueva indicación, con la polla en la boca. Luis finalizó con unos movimientos pélvicos dentro de su boca y le sacó la polla para no hacerla atragantar, acabó la corrida en la comisura de sus labios. Ella se quedó con la boca abierta y llena de semen, tenía un aspecto lascivo y cándido a la vez, como no sabiendo qué hacer. Luis estaba encantado con la escena y con haberse corrido en su boca.

-         Trágatelo que no pasa nada.

Ella obedeció con cara de no estar convencida.

-         ¿Ves? ¿Te ha gustado el sabor?

-         No está mal.

-         Jeje.

Se empezó a rebañar el semen y se lo tragó igualmente.

-         Muy bien. – Dijo ayudándole a limpiarse. – Pero no has acabado.

-         ¿No?

-         No. Hay que acabar de limpiarla. – Mirando a su polla que poco a poco perdía consistencia.

-         Ah.

Se introdujo la polla y la relamió dejándola bien limpia. Inevitablemente Luis volvió a acordarse de Alicia. Sintió que volvía a ponérsele erecta pero se subió los pantalones. Fueron a otro sitio para tomar algo y hacer tiempo. Andrea también quería quitarse el regusto de la boca. Finalmente le dijo que ya era la hora y podían ir a su casa.

-         Espera aquí. – Le dijo en el portal – Voy a comprobar que se han ido a pasear. Si en cinco minutos no te abro quedamos otro día.

-         De acuerdo.

-         Es el tercero izquierda.

Andrea había estado pensando en ese momento los últimos días y hasta se había masturbado pensando en ese momento. Pasados tres minutos se abrió el portal y Luis sonrió y subió en el ascensor. La puerta estaba entreabierta y al entrar vio sonriendo a Andrea complaciente.

-         Vamos a mi cuarto.

Andrea se quitó la camiseta de tirantes y sonrió algo nerviosa. Luis se dio cuenta y la abrazó acariciándole la espalda, ella se relajó y Luis se puso en cuclillas para desabrocharle el pantalón y dejarlo caer mientras acariciaba sus muslos y culo. Se incorporó lamiendo desde el ombligo a las tetas y le quitó el sujetador para poder saborearlas, ella empezó a gemir y se besaron. Luis se desnudó rápidamente mientras ella le esperaba sentada en la cama.

-         Quítamelo tu.

Andrea sonrió y le deslizó el calzoncillo liberando una polla erecta que salió como un resorte, provocando un gesto de asombro en Andrea. Cogió esa polla y la empezó a acariciar y a metérsela en la boca. Luis se la sacó y ella se tumbó, elevó el culo y se dejó quitar las bragas. Luis aspiró el olor del chocho cubierto de vello marrón y que mostraba signos de estar mojado. Le abrió los labios vaginales y empezó a lamerle el coño con especial atención al clítoris, Andrea exhaló un suspiro al sentir la lengua. Luis sintió algo especial al aprestarse a desvirgar a aquella chica tan delicada, le miró a los ojos y ella asintió.

-         Un momento. – Dijo.

Se incorporó y puso varios pañuelos de papel bajo su culo. Luis sonrió y apuntó su polla hacia el agujero. Ella se abrió de piernas y se puso lo más relajada posible, tratando de vencer los nervios.

-         Tranquila, dime si te hago daño.

Andrea emitió un gemido agudo al sentirse penetrada. Luis lo hizo cuidadosamente y despacio hasta que se topó con el himen, ella cerró los ojos y frunció los labios. Luis paró pero ella le instó a seguir con la mirada. Con leves empujones de polla fue venciendo la resistencia hasta que sintió su polla manchada y que entraba con facilidad hasta el fondo. La dulzura e inocencia de Andrea le excitaban a romperlas en cierta forma. A su vez atisbaba su orificio anal y ya estaba ideando un plan para desvirgarle el culo también.

-         Un momento.

Andrea se levantó y Luis le dio un azote cariñoso en el culo, lo observó y cada vez le gustaba más, ver como se contorneaba mientras iba al baño. Rápidamente se limpió los restos de sangre con una parte limpia de los pañuelos y miró en el móvil de Andrea el número de su amiga. Sonrió satisfecho y se dirigió al baño donde Andrea se limpiaba el coño y los muslos en el bidé. Luis hizo lo propio con su polla en el lavabo y sin secarla se la metió en la boca a Andrea aprovechando su posición. Andrea se levantó y se secó, mientras Luis le sobaba el culo.

-         ¿Te gusta mi culo?

-         Me encanta.

-         Gracias.

-         Tienes un cuerpo precioso.

-         Y tu una polla muy grande y además eres guapo.

Andrea se colocó encima penetrándose con facilidad hasta el fondo y le cabalgó, éste se encontraba muy cómodo en esa posición y viendo la cara de su candorosa amante disfrutando. Se desacopló la giró para follarla por detrás de medio lado, donde volvía a ver un sugerente ano abrir y cerrarse con las embestidas al jugoso coño de Andrea. La colocó a cuatro patas donde le podía palmear el culo a placer e imaginarse desvirgando pronto ese ano, se contuvo y no hizo ninguna maniobra de aproximación. Andrea exhalaba pequeños gemidos de placer a cada palmada en el culo y a cada embestida. A Luis le gustaba pararse de vez en cuando con toda la polla dentro, sentirse dominador, y agarrarle de las tetas acariciándolas. Finalmente la dispuso boca arriba y Andrea esperó sumisa la copiosa corrida a pesar de haberse corrido hacía poco. Luis le derramó el semen por la cara y las últimas gotas en las tetas, extendiendo el semen sobre las redondeadas tetas de Andrea, que permanecía complaciente con el rostro manchado y una sonrisa mezcla de satisfacción y agradecimiento. A Luis le encantaba ver ese escena, un rostro cándido cubierto por su semen después de haberla desvirgado. Le rebañó parte del semen con el dedo y se lo hizo tragar de nuevo, para a continuación que le limpiara la polla con su boca. Andrea se dejaba hacer y llevar por su amante. Se levantó y se fue a limpiar al baño. Cuando regresó se tumbó junto a Luis, este había estado recordando que él era ahora quien mandaba y que había hecho con una chica lo que Alicia había hecho con él, se sentía muy satisfecho.

-         Me ha gustado mucho. – Dijo Andrea mirándole con ternura.

-         Y a mi.

Andrea parecía dudar de lo que iba a decir.

-         Podemos quedar otro día, si quieres.

-         Claro, cuando quieras.

-         Genial.

-         Y podemos probar otras cosas, si te apetece.

-         Bueno, como quieras.

-         No te asustes, no quiero hacer nada que tú no quieras.

-         Ya. No quiero que me duela.

-         Lo de hoy te ha dolido un poco al principio y luego has disfrutado mucho.

-         Sí. – Dijo ya más tranquila.

-         Me gusta mucho tu culo, es precioso. Deseo follar tu culo.

-         ¡Oh!

-         Te lo piensas y la próxima vez que nos veamos me dices.

-         Vale.

Se acabaron despidiendo y Andrea estuvo pensando esa noche en dos cosas. Recordando gozosamente el polvo que le habían echado, llegándose a tocar el clítoris y humedecerse de nuevo,  y en si aceptar o no ser penetrada analmente. Por un lado no quería parecer estrecha, pero también le daba miedo que le doliera. Luis le gustaba y le parecía un chico agradable pero dudaba en eso, a pesar de que se había dejado llevar y estaba dispuesta a complacerle en lo que le pidiera.