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Complicidad entre primos 24

en Amor filial

Como temía Antonio, muchas miradas se fijaban en sus dos acompañantes. El vestido estampado de Marta realzaba su figura y la ropa de Alicia dejaba abierta la imaginación. Pero no decía nada por miedo a que se lo reprocharan. Ya habían discutido otras veces hasta que Marta le pidió por favor que lo dejara, que era libre de vestir como quisieran, que no tenían la culpa de ser guapas, que no era culpa suya, que podía estar orgulloso de su hija y que no se había casado con ella por fea. Habían decidido cenar todas las noches fuera del hotel, aprovechando para dar una vuelta. Cenaron en un pequeño restaurante en una mesa de la terraza en la calle.

-         Voy a darme una vueltecilla luego.

-         Ten cuidado que siempre hay aprovechados en los sitios de playa y cuida que antes venías mareada. – Le dijo su padre.

-         Ya se me ha pasado papá.

-         No vuelvas tarde que el viaje ha sido largo.

Alicia deambuló un poco por las calles inspeccionando lo que había. Entró a un bar de estilo irlandés donde vio animación y fue a la barra a pedir una coca cola, mientras se la tomaba se fijó en la gente que había, mientras el camarero no la perdía de vista.

-         A las chicas guapas les regalo una consumición, por cierto, acabo a las 3.

-         Un poco tarde estoy cansada del viaje.

-         Mira este es mi número – le deslizó un papel – llámame – y le guiñó un ojo – hasta las siete tengo libre.

-         ¿A las feas no les invitas?

-         Pocas feas vienen por aquí.

Alicia salió y dudó si volver ya al hotel o buscar otro sitio. Vio a un chico de su edad que caminaba solo y se le acercó. Era un chico bastante normal, de pelo castaño y estatura media, con un rostro agradable.

-         Hola.

-         Hola.

-         Hace buena noche, ¿eres de aquí o de fuera?

-         Soy de fuera.

-         ¿Y vienes solo?

-         Sí, he venido a relajarme unos días.

-         Yo con mis padres.

-         Muy bien. Podemos dar un paseo si quieres.

Alicia le sonrió y fueron a la zona del paseo marítimo, mientras llevaban una conversación de banalidades. Entraron en la playa y se sentaron a ver la luna y el oleaje del mar. El chico que se llamaba Rubén le echó un brazo por encima del hombro. A esas horas se veía alguna otra pareja desperdigada en la playa buscando intimidad en un sitio discreto. Alicia se lanzó a besar a Rubén y le tiró al suelo, mientras él empezaba a recorrerle el cuerpo con sus manos. Le dio la vuelta y se puso encima, pronto se centró en sus tetas levantándole la camiseta, disfrutó besando, lamiendo y sobándolas a placer.

-         Todos os centráis en mis tetas.

-         Tienes unas tetas cojonudas.

Le bajó el pantalón y las bragas hasta mitad de muslo y se sacó la polla. Entre la oscuridad Alicia no la vio pero sintió una polla de mediano tamaño que se movía con rapidez dentro de su coño. Le sacó la polla y eyaculó en la arena, entonces le pudo ver mejor la polla, le hizo un gesto y la mamó un poco. Le gustaba sentir la dureza de las pollas dentro de su boca. Se arregló la ropa y se sacudió la arena, se levantó y se despidieron.

-         ¿Nos volveremos a ver?

-         Tal vez. – Respondió Alicia.

Cuando llegó al hotel vio que en vez del chico de antes había otro distinto, le miró con la misma cara de agrado al ver a una chica bonita.

-         La habitación 202 por favor.

-         Ahí tiene y para ayudarle en lo que quiera.

-         Me querrías ayudar de una manera que yo me sé por cómo me miras.

El chico se quedó algo cortado pero reaccionó.

-         Disculpe si le he molestado pero es muy guapa y este turno de noche es algo aburrido.

-         Jiji, me lo tomo como un piropo no te preocupes. ¿A qué hora entras?

-         A las doce hasta las ocho.

-         Pásate mañana a las diez y media, ya sabes mi habitación.

-         ¿Por la noche?

-         Sí.

El chico se quedó sin acabar de creérselo y Alicia subió divertida a su habitación. Decidió darse una ducha para quitarse la arena y dormir más relajada después de los dos polvos.

A mitad de tarde Luis había recibido la llamada que esperaba de la Bea. Se presentó rápido en su casa y entró con decisión.

-         Hola Bea, ¿estás sola?

-         Sí.

-         Vamos a tu cuarto.

La besó en la misma entrada al piso mientras le metía mano. La Bea se sorprendió un poco de esa actitud pero cogida de la cintura se encaminó a su cuarto. Luis se desnudó rápidamente y se tocó el pene para acabar de endurecerlo y tratar de impresionarla, sabía que no todos los penes que se trajinaba eran tan grandes como el suyo.

-         Quería comentarte algo antes.

-         Ya lo haremos después de follar.

Luis se le acercó y excitado empezó a desvestirla, la Bea se dejaba hacer como tantas otras veces, no se lo iba a negar a alguien que hasta ese momento era de quienes más respeto le había mostrado. Le desabrochó el top sobándole las tetas cónicas, la Bea sintió que sin querer y por inercia se le endurecían los pezones, le bajó de un tirón el pantalón corto y la Bea se quitó las chancletas. Luis le acarició las piernas agachado y aspiró a la altura de su chocho, palpándolo por encima de las bragas negras. Le desabrochó el sujetador y lo lanzó, jugueteó con las bragas amagando con quitárselas y magreándole el culo, finalmente le bajó despacio las bragas. A la altura de su nariz tenía aquel chocho con el triangulillo negro de vello. Le metió dos dedos con menos finura de la habitual y hurgó dentro. Cogió a la Bea y la tumbó en su cama. Se puso de rodillas cerca de su cara y le golpeó el rostro con la polla, a continuación se cogió la polla y la llevó a su boca, en esa posición la Bea estaba inmovilizada y le follaba la boca a placer. Solo se oía un leve crujir de la cama y algunos jadeos, la Bea resopló cuando le sacó la polla.

-         Joder, cómo vienes hoy.

-         Con ganas de follarte como a una fulana que se enrolla con el primero que ve.

Le metió la polla de un golpe y le folló con fuerza, la Bea jadeaba y gritaba.

-         Han pasado muchas pollas por aquí, debes de tenerlo bien abierto, aunque más pollas has chupado. Date la vuelta.

La Bea obedeció y recibió unos leves azotes en el culo, sintió como le abrían los mofletes y temió una enculada, pero volvió a sentir su polla en la vagina y que era agarrada por el pelo. Sin sacarle la polla dio un respingo al sentir un dedo que trataba de abrirse camino en su ano.

-         Ten cuidado que ahí han entrado pocas pollas.

-         La mía ya ha entrado así que no te costará.

Le pudo el glande en el orificio anal y empujó sin prisa pero sin marcha atrás hasta el fondo, la Bea gemía, Luis le follaba el culo con fuerza. La puso de rodillas en el suelo recostada sobre la cama, le dio unas embestidas vaginales y volvió al culo sin contemplaciones acompañándolo de palmadas y agarrándole del pelo, hasta que se corrió dentro de él. Sacó su polla y un hilo de semen le salía del culo hacia el muslo. Le giró la cara y le acercó la polla a la boca y la Bea se tragó los restos de semen, con la polla en la campanilla.

-         Te has portado como un cabrón.

-         Tenía la fantasía de follarte de esta manera en tu cuarto, pensé que eras la chica adecuada porque ya nos conocíamos y estás acostumbrada a follar.

-         ¿Sólo era una fantasía? No soy un objeto como pensáis. Ya estoy cansada que desde el instituto todos penséis que me podéis follar cuando os de la gana, no soy una puta.

-         Lo sé, no pienso como los demás, te agradezco esto.

Su tono ya no era imperativo sino el mismo agradable de siempre, la Bea estaba ya más relajada, se levantó para limpiarse en el baño, Luis hizo lo propio con su polla. Se tumbaron juntos en la cama.

-         ¿Qué me querías decir? Cuéntame sin prisa.

-         Estoy harta del ambiente en que estoy, entre semana me aburro sin trabajo, solo me salen empleos de mierda de unos días y siempre hay alguno que me quiere follar, que le han dicho que soy una chica fácil. ¿Sabes?

-         Sí, eso mismo me dijeron de ti.

-         ¿Ves? Para los chicos soy una puta y para muchas chicas también. Salgo por rutina y sé que voy a tener sexo aunque no me apetezca, si a uno le digo que no va a pensar que por qué a él no y os demás sí, ahora mismo no puedo elegir con quién quiero y quién no. Quiero cambiar de aires. Cuando nos conocimos te vi distinto, sé que no me quieres como novia, quizá ya tengas a otra chica que te guste, pero te considero amigo, no te confundas que es a cambio de follar.

-         No, no.

-         Tengo una prima en Londres que me puede ayudar, aprenderé mejor el inglés y cambiaré de aires, me voy a final de verano. Eres la primera persona a la que se lo digo de las amistades.

-         Te deseo buena suerte. Mantendremos el contacto.

-         Eres un encanto. Y ahora aún tenemos tiempo de follar pero por que yo quiero follar y me gusta que me des por el culo.

-         Qué puta tan maja eres, es broma.

-         Ya lo sé.

Le agarró la polla con fruición, demostrando su buena fama de mamadora.

-         Qué bien la chupas como se ve la experiencia que tienes.

La Bea se le montó encima y le cabalgó. Luego Luis le puso de medio lado para follarla con una pierna levantada.

-         Has dicho que te gusta que te de por el culo ¿eh?

De medio lado y de espaldas, le gustaba ese pequeño cuerpo y flexible, tan acostumbrado a recibir pollas. Le clavó la polla con cuidado y la folló despacio. Le sacaba la polla y la volvía a meter pavoneándose para sí de los agujeros que le dejaba. La puso boca arriba y se corrió en su cara.

-         Me corro en tu cara, como la puta que más quiero.

-         Y yo al cabrón.

-         Tenemos que quedar antes de que te vayas.

-         Claro.

Le metió la polla en la boca y luego succionó y jugó con las dos tetas firmes de la Bea, que seguía con el semen bañándole el rostro.

-         Bueno, me tengo que ir, gracias por esta tarde en tu habitación.

-         Chao.

-         Acompáñame a la puerta anda.

-         Deja que me lave un poco la cara al menos.

-         Venga mientras me visto.

Así desnuda se despidió de la Bea, le dio un azote cariñoso y se marchó. La Bea se fue a ducharse. Luis se marchó a casa satisfecho y tratando de evadirse de un pequeño sentimiento de culpa. Rápidamente empezó a pensar en algo parecido pero con Alicia y qué sorpresas le tendría guardadas su novia.

Por las mañanas Marta iba a buscar a Alicia a su habitación, para bajar a desayunar y luego ir a la playa o de excursión. Entonces se enteraba de las andanzas de su hija mientras esta se arreglaba o hacían tiempo esperando a Antonio. Pocos días era Marta quién le comentaba alguna actividad sexual, quitando alguna masturbación en el baño.

-         Desde hace meses me masturbo a diario hija, tu padre cada día folla menos. Menos mal que os he tenido a vosotros. Anoche que estaba cansado del viaje.

-         No le entiendo a papá con lo guapa que eres. Verás como te miran en la playa cuando bajemos.

-         Tú en cambio hasta ya te programas los polvos.

-         Jijiji, sí, si puedo… Tú podrías hacer igual, a papá lo quiero pero a ti aún más y no me gusta verte así.

-         La verdad es cada día está más en su mundo.

-         Cuando se lo diga a Manuel y Carla opinarán igual.

-         Ya. Y está anticuado, se pone celoso cuando salimos a la calle y nos miran, no dice nada pero porque ya discutimos por esto. Faltaría que tuviéramos que ir de otra forma.

-         Tú piénsalo mamá. – Mientras le abrazaba.

Como se repetiría cada día para disgusto interior de Antonio, su mujer e hija eran el centro de atención de muchas miradas, cada vez que iban a la playa. Sin saber que se le cernían mayores preocupaciones que esa. Se le notaba en el gesto serio. Las dos mujeres bajaban en bikini con un pareo. Sobre todo al quitarse el pareo varios hombres se quedaban mirando, a pesar de que en la playa se estaba con amplitud. Se ponían la una a la otra la crema protectora, momento en el que siempre recordaban para sí los momentos placenteros que tenían juntas, les bastaba una mirada o una sonrisa para comprender su pensamiento.

-         Hija, no te olvides nunca de la crema, que tienes muy blanca la piel. – Le dijo Marta el primer día.

-         Habrá que turnarse para ir al agua, al chiringuito o dar un paseo, siempre hay espabilados que están al robo y al descuido. – Observó Antonio.

Había veces que madre e hija iban juntas y otras en solitario, o con Marta acompañando a su marido. A Alicia le gustaba ir sola y sentirse deseada y objeto de las miradas. Ir a tontear al chiringuito o dando un paseo. En esa semana adquirió una fama y luego había miradas cuando iba Antonio al chiringuito que no le gustaban porque sabía que eran por su hija y esposa, y sin saber él  apenas nada. Con Marta en cambio se cambiaba por una actitud muy servicial cuando iba. Eran objeto de comentario entre la clientela masculina.

-         ¿Os habéis fijado en las tetas de la chica nueva de hoy?

-         Como para no fijarse jaja.

-         Cuando se mete al agua se le transparentan los pezones.

-         Esa por como anda va buscando rabo, os lo digo yo.

-         Tú estás ya mayor para una chica tan joven.

-         Pues con esa no tendría problema alguno de erección, ni los tengo ahora que quede claro, le daría bien.

-         ¿Y la madre? Menuda suerte tiene el tío ese, qué buena está.

-         Tiene un culito para reventárselo y con ese bikini…

-         Y no anda escasa de pecho, a su hija no le faltó donde mamar.

-         Así ha salido de rica.

Ese primer día de playa se lo tomó Alicia con calma, tanteó lo que había y ya tenía cita para por la noche. Observó que fácilmente podría quedar con chicos de su agrado. Mientras su padre estaba en el agua aprovechó para susurrar a su madre.

-         Qué bien te sienta ese bikini, tengo ganas de quitártelo y follarte.

-         Tranquila hija, que tendremos tiempo.

-         Solo te lo digo.

A la hora de la siesta todos los días llamaba a Manuel, que ponía el altavoz y así participaba Carla. Les informó de la situación de su madre y coincidieron en la opinión. También en que cuidara con experiencias como la del extraño en el viaje. Luego hablaron de su apuesta de follar cada día con uno distinto.

-         Puedes repetir con alguno si te gusta mucho pero no valdrá eh. – Dijo Manuel.

-         No te van a faltar pretendientes. – Dijo Carla.

-         Si ya hasta los planifica con antelación, está hecha una pendona.

Ese tarde el pantaloncillo corto que se puso Alicia y que empleó más días, fue otro quebradero para su padre. Tan corto que era que le dejaba al aire no sólo todo el muslo sino parta de los mofletes del culo. Y junto al tanga apenas tapaba la vagina. Resultaba insinuante y un deleite para la vista verla andar. Aparte de sus escotes y que muchas veces iba sin sujetador y se le bamboleaban más las tetas. Alicia el sábado tras cenar dijo que se iba a dar una vuelta, eran cerca de las diez y media y fue al hotel. Vio al otro chico de la recepción, menos atractivo pero que no estaba mal, repitió maniobra de seducción y quedó para el día siguiente cuando acabara turno. Por las mañanas había una chica y aparte de Carla y Marta no se sentía a gusto para tener experiencias sexuales con otra mujer, ellas dos eran especiales. Poco más de la hora fijada oyó como llamaban a la puerta.

-         ¿Si?

-         Soy yo.

Le abrió con sigilo y pasó el recepcionista nocturno. Un chico alto y delgado y de facciones aniñadas.

-         No te preocupes que he subido y bajaré por la escalera de servicio, nadie verá ni sospechará nada.

-         Muy bien.

-         Te sienta muy bien esa ropa.

-         Pero querrás verme sin ella, ¿verdad? Jiji.

-         Sí.

Alicia le sonrió insinuante y el chico se empezó a desnudar. Sacó una polla en forma de plátano de 16 centímetros, de las que más le gustaban a Alicia, quizá un poco más larga. Durante el streaptease de Alicia se estuvo pajeando.

-         Espero que no te corras antes de tiempo jiji.

-         Descuida.

Alicia se agarró las tetas, gesto que sabía que excitaba a los chicos. Empezó a subirse la camiseta que llevaba, de las que transparentan el sujetador, de color fucsia, la arrojó al suelo, se giró y se desabrochó el pantaloncillo, se puso de frente y se lo dejó caer. El sujetador se lo quitó y se agarró las tetas. Girándose le mostró el trasero que dejaba ver el tanga y jugueteó a que se lo quitaba, se lo quitó y se lo lanzó de espaldas, le mostró la vagina en su visión trasera abriéndose y se giró.

-         Me gustas más así. – Dijo.

Alicia se arrodilló y empezó a hacerle una mamada. Luego le empujó a la cama y le montó, el chico le agarraba las tetas y le palmeaba el culo cuando podía. Pidió follarla a cuatro patas y Alicia accedió, se acabó corriendo en las nalgas de Alicia, que se limpió en el baño, el chico también lo hizo pero Alicia no le comentó nada de su costumbre de limpiar las pollas.

-         Aún tienes tiempo antes de entrar, ¿te ves capaz?

Se miró la polla y empezó a masturbarse.

-         Así solo no podrás.

Se tumbaron en la cama y Alicia con su boca le puso a tono la polla. El chico le hizo un cunnilingus tratando de responder y luego le sobó y chupó las tetas deleitándose. La folló de medio lado y encima de ella. Le pidió una cubana y poder correrse en sus tetas. Puso cara de felicidad y satisfacción y más cuando Alicia le limpió la polla. Se vistió y se marchó feliz a su puesto de trabajo. Alicia se dio una ducha y decidió que no saldría más aquel día. Luis sí salió ese sábado pero no pudo conseguir su objetivo de follar. Tuvo que conformarse con los recuerdos de la última semana y suspirar por la vuelta de Alicia.

El domingo salió lluvioso y Marta dijo a Antonio que pasaría más tiempo con Alicia. Al entrar en la habitación se quitó el vestido y debajo llevaba el bikini rojo que tanto gustaba a Alicia.

-         Ah, cómo me cuidas mamá.

-         Una madre siempre que puede complace a su hija.

Alicia acostumbraba en el hotel a dormir desnuda y solo se ponía un pareo para abrir la puerta por si pasaba alguien por el pasillo, aunque le daba morbo que algún huésped le viera desnuda. Se sentaron en el borde de la cama, una en bikini y otra desnuda, acariciándose mutuamente las piernas.

-         Qué afición a ir desnuda hija.

-         Bien que os gusta y se duerme comodísima.

-         Ayer echamos un polvete no se puede calificar de otro modo.

-         Algo es algo.

-         Vamos a llamar a estos. Pero desde el baño que pondremos el altavoz.

Alicia les contó cómo iba su apuesta por lo que fue felicitada. Algo más serios estuvieron hablando del asunto de Marta, insistiéndole en que se merecía más.

-         Ya lo sé, pero necesito pensarlo un poco.

-         Y además que se moleste por que os miren. – Dijo Manuel.

La hilaridad volvió cuando Alicia, aprovechando que tenían más tiempo, les contó sus confidencias con Luis.

-         Um, así que ya te ha catado el culo, se iría contento. – Dijo Manuel.

-         No veas. – Respondió Alicia.

-         Pero no deja de ser un pervertido, esos sueños y fantasías.

-         No más que tú.

-         Tienes razón.

-         Bah, eso es normal. – Dijo Carla.

-         Ya pero lo presenta como más tímido y al final es como cualquier chico, a eso voy.

-         Está claro. – Respondió Carla. – Y que le gustes Marta.

-         Siempre es halagador.

-         Pero se va a quedar con las ganas jeje. – Dijo Manuel.

-         Seguro que le gustaría montárselo conmigo y mi mamá.

-         No lo dudes jaja. – Dijo Carla

-         Quién no. – Completó Manuel.

-         Ya nos contarás como cumples sus fantasías, Ali. – Le pidió Carla.

-         Claro que sí jiji, será divertido.

-         ¿Dejarás a alguien que te encule primita?

-         Um, solo si me gusta mucho y se porta bien, no solo follando.

-         Eso está bien. – Dijo Carla.

-         Y os diré otra cosa, tú y mamá sois las únicas mujeres con las que me acostaré. Sois muy especiales para mí.

-         Y tú para nosotras. – Dijo Carla

-         Es mi hija además como no lo va a ser.

-         Solo con vosotras estaría cómoda y a gusto.

Marta había empezado a comerle el chocho a su hija.

-         Mi mamá me reclama, vamos a aprovechar que llueve para follar.

-         Que lo paséis muy bien. – Dijo Carla.

-         Adios jiji.

Carla se quedó mirando a Manuel.

-         ¿Sabes? Esta conversación y saber que Marta ya empezaba a trajinarse a Alicia me ha puesto cachonda.

-         ¿No tuviste bastante anoche?

-         Sí, pero quiero más ahora.

Ambos estaban desnudos en la cama, ni se habían levantado, Carla se deslizó para iniciar una mamada. Momentos después recibía un cunnilingus.

-         Piensa en que esas dos deben estar haciéndose algo como esto.

No se equivocaba porque las dos estaban realizando un 69. Alicia había despojado deleitándose del bikini a su madre y yacían en la cama. Luego sacó el consolador que se había traído como emergencia y le folló el chocho a su madre.

-         Así te lo tendría que follar papá.

Carla y Manuel follaban fogosamente revolcándose por la cama. Y Manuel quiso acabar enculando de nuevo a Carla corriéndose dentro de ese agujero. Alicia se esforzó especialmente por satisfacer a su madre.

-         La próxima vez te lo meteré por el culo mamá.

-         Pero manéjalo tan bien como hoy.

-         Con un poco más de cuidado que es el culete nada más.

Marta reclinó a su hija y rozó sus tetas con las suyas, le encantaba esa sensación, a continuación le empezó a acariciar, besar y lamer las tetas. Su hija le correspondió igual.

-         Mira que de pequeña no hubo forma de darte el pecho, tuvo que ser a biberón.

-         Jiji, así se te han mantenido más bonitas aún, ahora sí me gustan, mucho mamá.

Sentadas en el borde de la cama se besaron con ternura y Marta se vistió para irse. La tarde la dedicó a estar con Antonio mientras Alicia se quedó en el hotel. Por hacer tiempo llamó a Luis y consiguió calmar un poco la ansiedad que tenía por verla.

-         Hola Luis, ¿qué haces? Aquí lloviendo…

-         Hola Alicia, yo bien, vaya que llueva.

-         Por aquí es lo normal. ¿Qué, quedaste con esa chica?

-         Sí, fue muy bien. – Le estuvo contando hasta sus intenciones de ir a Londres.

-         Muy bien, verás cuando lo hagas conmigo.

-         ¿Y tú por ahí? Hablaste de contarnos las cosas…

-         Bien, ya he tenido un par de líos, por estos sitios hay mucha gente que va a por un rollete.

-         Muy bien. – A Luis no dejaba de fascinarle la capacidad de seducción de Alicia y se congratulaba de que fuera su novia.

-         Quedaremos en cuanto vuelva, pero ya sabes, en tu cuarto.

-         No te preocupes.

-         Venga, un besito.

-         Lo mismo, adiós.

A Luis le calentó la conversación y se tuvo que hacer una paja pensando en Alicia y la fantasía de forzarla. Por la noche volvió a soñar con ella en la clase de la universidad.  Alicia se encontraba en tetas sentada en su sitio y una fila con los chicos de la clase esperando su mamada. Luis se puso el primero de la fila diciendo que era su novio, los demás se quejaban pero le dejaron y Alicia le hacía una mamada mientras Luis le daba pequeñas bofetadas. Acabando por correrse en su cara.

-         Eres una puta chupándosela a todos, una mamapollas, puta.

Eran poco más de las doce cuando volvieron a llamar a la puerta de Alicia. Ahí estaba todavía con el uniforme, un chico de complexión fuerte y estatura media, con rasgos algo brutos pero una expresión de susto.

-         Pasa, no te quedes ahí plantado.

-         Buenas noches.

-         Me da morbo follarte con el uniforme. Pero traes una cara.

-         No me gustaría que me pillaran.

-         Nadie se va a enterar.

-         Nunca he estado con una chica tan guapa.

-         Gracias por el piropo pero tendrás que cumplir jiji.

El chico se puso rojo y Alicia sonrió divertida.

-         Vamos a desnudarnos. – Le indicó Alicia.

Alicia lo hizo rápidamente, llevaba una camiseta sin sujetador debajo, un pantalón corto y un tanga. El chico se quitó el uniforme y mostró una polla gruesa de longitud media, que Alicia miró para ver qué material tenía.

-         Con eso puedes hacerlo bien, vamos.

Colocó al chico al borde de la cama y ella de rodillas empezó a mamarle la polla. A continuación se tumbó y abrió sus piernas, se señaló el chocho insinuante y se abrió los labios vaginales sonrosados. Cogió de la cabeza y le hizo hacerle un cunnilingus en el que demostró falta de experiencia. No se desanimó Alicia y le dijo.

-         Ha llegado el momento.

Con algo de nerviosismo le acertó a encajar la polla en el agujero y cabalgar con embestidas bruscas y poco acompasadas. Aprovechando para sobarle y chuparle las tetas. Alicia decidió pasar a controlar ella la situación y lo hizo colocándose de medio lado y luego encima del chico.

-         Avisa cuando te corras.

-         Ya. – Respondió tras unos momentos.

Alicia se giró para tumbarse y el chico eyaculó una buena cantidad en sus tetas, que luego él mismo le esparció. Luego se fue al baño y se vistió rápidamente, por la cara se iba satisfecho. Alicia seguía tumbada con ganas de más, ni le había dejado proponerle una segunda tanda. Se despidió y se marchó. Al día siguiente los dos recepcionistas estaban de muy buen humor, sin saber el uno respecto al otro la causa, pero se jactaban interiormente respecto a su compañero. Mientras, Alicia seguía tumbada, se levantó a limpiarse las tetas y se dijo a sí misma que no siempre iba a hacer una buena elección de amante. Como se había quedado con ganas de más cogió el consolador y estuvo empleándolo hasta que mojado lo sacó de su interior. Sonrió ahora sí satisfecha y desnuda se dio media vuelta para dormirse.